En algún tiempo lejano Lasse Hallstrom era un realizador con convicciones e ideas que trascendían lo banal y simple de algunas producciones que estuvieron bajo su coordinación. Si con “Mi vida como perro” conquistó el mundo, y con “Las Reglas de la Vida” acarició nuevamente cierto prestigio, con “La razón de estar contigo” retrocede varios pasos en su carrera. La propuesta, añeja por donde se la mire, no es más que una sucesión de historias hilvanadas por un supuesto perro que va encarnando en nuevos caninos tras producirse su deceso. Personajes almibarados en situaciones dignas de telefilm, terminan por generar fastidio a la segunda reencarnación, sin que el oficio de actores como Dennis Quaid o John Ortiz puedan reforzar el relato, ni mucho menos los jóvenes Britt Robertson o la nueva sensación de Hollywood K.J.Apa.
No será Marley y yo, pero tampoco el despropósito que muchos auguraban. Otra película de perros y, esta vez, es imposible que no se escape algún lagrimón. De existir algo así como la dog-exploitation en el mundo del cine, el sueco Lasse Hallström (¿A quién ama Gilbert Grape?, Chocolate, Un amor imposible, Un viaje de diez metros) podría calificar para formar parte de sus cultores. Es que no sólo la película que aquí se conoció en 1987 como El año del arco iris tenía el título mucho más pertinente de My Life as a Dog (por la referencia a las desventuras de la perra Laika) sino que, más cerca en el tiempo, había realizado la inolvidable (y aquí el adjetivo no posee una carga valorativa positiva) Siempre a su lado (Hachiko, a Dog’s Tale, de 2009, estrenada aquí al año siguiente). Uno, que ama a los perros, que no puede dejar de disfrutar al verlos (en la vida o en la pantalla), podría argumentar en torno a la habilidad de tal tipo de explotación, en razón de lo redituable del artilugio. Además, esa argumentación podría entenderse particularmente pertinente en este caso, al estar frente a un director tan fláccido y melifluo como mercachifle y calculador. Sin embargo, no acaece aquí lo que pasaba con la película citada en último término, en la cual la única duda era en que orden iba a suceder aquello que ya sabíamos desde el primer fotograma. Tal cualidad, que Marcos Vieytes relacionaba con el porno en su lúcida crítica publicada en El Amante N° 217 de junio de 2010, en nada se relaciona con la última producción canina de Hallström. Y eso no tiene que ver con el hecho de que descubramos bien desde el inicio de la narración que los perros no sólo parecen poder re-encarnar indefinidamente (y en otros perros) sino que tienen una clara y accesible memoria de sus vidas anteriores. Lo que sorprende en una película que no se priva de una música excesiva que a veces pretende operar como GPS emocional, de chistes básicos y predecibles, de algunas actuaciones lineales y de cierto abuso de los arquetipos, es la pintura de un mundo oscuro, no exento de varias vueltas de tuerca que contradicen el contexto antes mencionado. Las distintas historias que se van entrelazando por la presencia del mismo perro (en alma, que externamente los pichichos van cambiando) son más o menos cortas pero todas están puntuadas por la soledad y la frustración. Lejos de la crueldad, y sin que el final pueda controvertir todo lo antes construido, la narración no esquiva la oscuridad y hasta el sinsentido, dato poco habitual que desmiente la idea de explotación canina, usualmente más ligada al buenismo y a la pura belleza. De hecho, hasta la propia selección de los perros evita las razas absolutamente puras o la artificial exposición de la fotogenia de algún ejemplar excepcional. Por lo demás, en la que terminará siendo la historia principal (única en la que historia de amor entre humanos ocupa el mismo espacio que la que se da entre perros y hombre), los claroscuros y el tono agridulce funcionan, las sucesivas partes femeninas de la pareja convencen y conmueven (Britt Robertson y Peggy Lipton) y en el final nos espera el placer de encontrarnos con el inoxidable Dennis Quaid. Así, La razón de estar contigo logra por momentos descolocar. No es que se dejen de advertir unos cuantos golpes bajos (que así y todo, hacen efecto y alguna lagrimilla se escapa por ahí); pero sea de manera azarosa o involuntaria, sea por influjo de la novela original, el resultado dista de la lustrosa fábula que uno podía imaginar de la cruza de perros y Hallström. Pareciera que, por más domesticados que estén, estos animales tienen una cualidad que logra traspasar los límites de la prolijidad y el cálculo de un realizador que difícilmente supere la medianía. No podemos dejar de pensar en cuánto hubiera ganado la película en otras manos, en las de alguien con un poco más de alma y amor por el cine. Y, ya que pedimos, sin la omnipresente voz en off del particularmente inadecuado Josh Gad (De amor y otra adicciones, Jobs, Angry Birds), que no solo pone en palabras todo lo que se cuenta en la acción, sino que lo hace de manera crasa, subrayada y demagógica. En fin, tampoco podíamos pretender que Hallström filmara Marley y yo...
Ladran, Sancho ¿Cómo piensa un perro? ¿Cuál es su finalidad perruna? Esas preguntas son las que intenta responder el film en 90 minutos. La película comienza con el nacimiento de Bailey y cómo inmediatamente desarrolla una gran relación con un niño llamado Ethan. A través de los años se exploran diferentes facetas: desde la dependencia del permiso de un padre para tener una mascota hasta el crecimiento de ambos. Para todos aquellos que fueron dueños de perros, la identificación con esta historia es inmediata. También la sensación de pérdida de algo más que una mascota, con un período de vida limitado, que en el caso de esta película se ve alterado por la idea de que el protagonista reencarna siempre en otra raza. Las siguientes historias que involucran a un policía viudo, una chica que busca el amor y un dueño maltratador muestran las diferentes formas de criar un perro, además de sus diferentes muertes. Pero todas tienen algo en común: no importa quiénes sean, Bailey en cada vida se había dispuesto a hacer feliz a cada dueño de turno y ese aspecto está muy bien llevado durante el filme. Tal vez el primer acto se hace un tanto extenso, tal vez no sea una joya como Siempre a tu lado (Hachiko, 2009), del mismo director, pero tampoco es una comedia como parece que se muestran en los afiches. Destaco en sí, que más allá de la historia, que cada perro no tuviera que hacer nada difícil como ocurren usualmente con estas películas, que muchas veces son acusadas de maltrato animal de forma exagerada. Pese a que hubo un escándalo (ver la escena del pastor alemán al tirarse al agua), creo que no llega ni por lejos a lo que ocurrió con Chatrán, en la memorable escena que se arrojaba de un acantilado al mar. La razón de estar contigo (2016) es una buena propuesta que cumple con su objetivo, entretener y tocar nuestros corazones sin llegar a sacarnos una lágrima. De seguro si tenés un perrito, cuando salgas del cine, te van a dar ganas de jugar con él con una pelota, aunque esté pinchada.
La Razón de Estar Contigo: Gran historia y gran polémica. “La Razón de Estar Contigo”, la película de Lasse Hallström, llega a los cines argentinos este jueves 2 de febrero y sin lugar a dudas genera una mezcla de sensaciones. Mientras que apela a la sensibilidad y emoción hasta las lágrimas a causa de su gran historia, detrás de escena demostró hace tiempo llevar a cabo la filmación con violencia y maltrato animal. Este caso es un claro ejemplo de que no sólo importa el fin sino que también los medios. Sin embargo, el film atrapa al espectador y cumple con las expectativas de ser una trama familiar y emocionante de principio a fin. La película tiene tres grandes ejes: uno de ellos es la compañía, sobre la cual el director quiere resaltar el claro mensaje de que, a pesar de los problemas que uno pueda atravesar, las mascotas siempre estarán cerca de nosotros para subir el ánimo y la alegría. Incluso, en una escena, el perro observa, reflexiona y llega a una conclusión: no hay nada peor que estar solo. Otra cuestión central son las actitudes de los humanos, acerca de la cual la película supo expresar, desde la perspectiva poco usual como es la mirada de un perro, la complejidad de las relaciones humanas, lo enredado que somos sin prestar atención a las cosas simples, sea desde reír, a jugar como niños… en fin, ser felices. Y en tercer lugar, una temática general que atraviesa toda la historia es acompañar al perro en buscar el sentido de la vida. Sin embargo, el perro descubre que el sentido consiste en no buscar un sentido, sino saber que cada ser vivo existe por una razón y que se debe disfrutar la vida lo mayor posible y aprender a apreciar el “ahora”. El film narra la historia de Bailey quien, a pesar de vivir distintas vidas, mantiene en cada una su espíritu noble y fiel que caracteriza a la mascota. Su primer dueño fue Ethan (Bryce Gheisar) un niño con quien mantiene una gran relación y quien se vuelve su gran compañero. Ambos eran tan cercanos a tal punto de necesitarse mutuamente, de hacer feliz al otro con tan solo un rato de atención. Cuando el niño crece, y debe irse lejos a estudiar, con el tiempo Bailey no aguanta la soledad y muere en depresión. Sin embargo, volvió a vivir en otro cuerpo y comenzó a tener sus nuevas historias, con nuevos dueños completamente diferentes. Sin embargo, la última vida le revelará mucha información acerca de su existencia ya que lo reencontrará con su dueño inicial, nada más ni nada menos que su amigo Ethan. El director quiere dejar en claro que, a pesar del tiempo que pase, cada uno cumplirá su meta y encontrará, finalmente, su propósito, mientras que el perro hallará la razón de estar con su dueño. La película, contó con gran elenco: Britt Robertson, Dennis Quaid, Bryce Gheisar, Peggy Lipton, Juliet Rylance y Josh Gad, el encargado de darle voz a Bailey. El director de origen sueco, Lasse Hallström, está familiarizado con el estilo dramático ya que en 2009 estuvo a cargo de uno de los films más renombrados del género, “Siempre a tu lado, Hachiko”, una película protagonizada por Richard Gere y Joan Allen. Para generar cercanía con el espectador, el director optó esta vez por el uso constante del plano subjetivo desde la vista del animal, para entender mejor la historia y sentirse en el personaje y sus sentimientos. A pesar de la trama, ciertos aspectos no se pueden pasar por alto. Tiempo atrás, hubo cierta polémica durante el rodaje, en noviembre de 2015, a causa de maltrato a los animales que fue confirmado con el video de TMZ sobre la filmación de una escena. En la cinta se puede ver a un entrenador queriendo empujar a un ovejero alemán a una pileta, que simulaba ser la represa de agua, sin que le parezca importar la resistencia del perro. Pero cuando el animal cae al agua sin poder salir a superficie, surgió el pánico y tuvieron que sacarlo rápidamente. Por lo tanto, el rodaje tuvo gran repulsión por parte de distintos organismos. Por su parte, American Humane Association, comentó: “Hemos separado del cargo al representante de seguridad que estaba en el rodaje, y lo reubicamos en el sector administrativo”; mientras que el productor del film, Gavin Polone, explicó: “Estoy horrorizado. Lo primero que pregunté fue ¿El perro está bien? Afortunadamente lo está. Si hubiera presenciado esta situación, lo hubiese suspendido inmediatamente. Los responsables de este hecho deben hacerse cargo de lo que pasó.” A pesar de las explicaciones, el incidente trajo mala repercusión para la película por parte de distintas instituciones como PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales). Sin embargo, es irrefutable que la película es una montaña rusa de emociones para el espectador. Mientras por momentos es un relato de comedia, de repente la trama se transforma completamente y convierte esa alegría en dolor, miedo de perder a alguien querido, y saber que la vida pasa sin saber muchas veces el por qué… sin embargo, si de algo Bailey está seguro, es que siempre hay un propósito para vivir.
En el mismo tono de “Benji”, “Chatrán” y “Babe” la trama gira en torno a la mirada y pensamientos de un animal. La novedad en esta ocasión surge de las sucesivas reencarnaciones de un alma canina que lleva adelante el relato en primera persona. Un retriever rojo, un ovejero alemán y demás razas serán protagonistas de distintas historias que transcurren a lo largo de diferentes épocas y ciudades de EEUU. Cuando el recurso parece agotarse aparece una vuelta de rosca que ayuda a cerrar el film. Para los amantes de animales en general y de perros en particular. Llevar una buena provisión de pañuelos porque a pesar de transitar lugares comunes el film logra emocionar a cualquiera que tenga algo de empatía con sus mascotas.
Regresar por más amor. Se estrena este jueves “A Dog’s Purpose” un film dirigido por Lasse Hallström con libro original de W. Bruce Cameron. El protagonista de este film es el alma de un perro. Que nos habla y nos cuenta con mucha ternura sus vicisitudes en la tierra, desde su nacimiento hasta sus últimos días. Son cinco historias que se entrelazan, llegando al final de cada una, la muerte de este animalito vuelve a cobrar vida y a nacer en otro cachorro (como una suerte de reencarnación) bajo el grito de “aquí vamos de nuevo”. Donde cada aventura le depara distintas experiencias. Sin dudas la primera y la última son las más enternecedoras. Sirviendo las tres del medio como puente para construir el relato y el mensaje que intenta dejar el film. Una muy linda fotografía, un buen elenco y un final muy emocionante que se lleva lo mejor de la peli. Para los amantes de sus mascotas sin duda golpeará fuerte el corazón. Para nunca olvidar aquellos que se han ido y también recordar que siempre hay un perrito/a dispuesto a entregarte todo su amor. Leí que hubo maltrato animal en alguna escena de este film por parte de la producción. Quien escribe estas líneas rechaza enérgicamente esos actos si es que así ocurrieron. Es tanta la ternura que se visualiza en la pantalla que sería muy triste y contradictorio.
La razón de estar contigo: desde los ojos del perro Lo nuevo de Lasse Hallström es una "película de perros", estructurada por la voz en off de los pensamientos del canino Una de perros, que empieza citando lo más parodiable del cine de Terrence Malick del siglo XXI, con preguntas en off como "¿cuál es el sentido de todo esto?" mientras vemos algo de pasto. Estamos ante una película estructurada por la voz en off de los pensamientos de un perro. En realidad del "alma" de un can, que reencarna en diferentes cuerpos de perros a lo largo del tiempo. Muere un perro, y nace otro, pero es el mismo, y con memoria de sus vidas pasadas. La razón de estar contigo cuenta con las posibilidades de intentar emocionar a cada rato, pero durante casi toda su extensión se dedica a caer más y más bajo mediante extorsiones básicas: música artera, situaciones gruesas de alcoholismo, accidentes, despedidas. El segmento de "perra policía con policía latino en Chicago" este epígono de Mira quién habla toca fondo: la tosquedad se destaca incluso en un relato de cero sofisticación y cero refinamiento. Y cuando ya casi no hay ninguna esperanza de recato o salvataje alguno, el final propone a Dennis Quaid como protagonista humano, y la película se encauza en lo -a estas alturas- sanamente convencional y lacrimógeno, un poco más parecido al cine que a los manuales de autoayuda. El director es el sueco Lasse Hallström, quien supo llamar la atención del mundo con El año del arco iris, pasó a Estados Unidos con buenas perspectivas con Mi querido intruso y ¿A quién ama Gilbert Grape?, y luego entró en una espiral de blandura y decadencia difícil de entender.
Alma de perros Un perro que se reencarna en otros cuando muere: quienes amen a los animales la disfrutarán. Debe haber pocas cosas que hagan brotar lágrimas con más naturalidad y facilidad que un perro en peligro o, directamente, que muere. La razón de estar contigo trata sobre un alma canina que se reencarna una y otra vez a lo largo de décadas… Porque el cuerpo de un perro no vive más de 16, 17 años. Aquí, a veces, no llega a tanto. Basada en la novela A Dog’s Purpose (El propósito de un perro), que fue best seller en los Estados Unidos, diez manos trabajaron en el guión que se centra en Bailey desde la década del ’60. Con esto de la diversidad, no sólo reencarna en machos sino que también en hembras, y sus dueños serán blancos, latinos y negros -y también hombres, mujeres y niños-. Bailey habla, lo cual no es extraño si sus dueños también le charlan, con la diferencia conocida de que los humanos no escuchamos a los perros, aunque los sintamos y a veces diferenciamos un ladrido de otro. Con momentos lacrimógenos, clichés y emotividad variada, el filme de Lasse Hallström –el director sueco de Siempre a su lado, con Richard Gere y otro perro, además de Chocolate y ¿A quién ama Gilbert Grape?- tiene algún que otro golpe bajo que a los amantes de los animales los hará sufrir para luego sentirse reconfortados, porque así es el filme. Un canto a la vida (perruna), con humor, dolor y a la cucha.
QUIERO SER TU PERRO Son conocidas las propiedades de los perros como armas de manipulación masiva, sea en versión simpática y juguetona o en versión desamparada y sufriente. Lo vemos todos los días en las redes sociales. La industria cinematográfica también lo sabe y por eso viene explotando a los pobres pichichos desde la época Rin Tin Tin presentándonos al mejor amigo del hombre haciendo honor a ese título y tratando de arrancar sonrisas y lágrimas en proporciones variables. En esta larga tradición del ¿sub-género? “Lección de Vida con Perro”, en la cual podemos incluir referentes como Siempre a su lado (Hachiko) o Marley y yo, se inscribe La razón de estar contigo, a la cual agrega el elemento de perro que habla, o más bien piensa y comparte su monologo interno con el espectador en una versión canina de Mira quién habla. El protagonista y narrador es Bailey, un perro ligado muy fuertemente a su dueño Ethan con quien comparte la niñez y adolescencia de este, sus vivencias, sus triunfos, sus amores, sus tristezas y fracasos, interviniendo varias veces para alegrarlo, consolarlo, ayudarle y a veces también meterlo en algún problema siempre hilarante y menor. Esto hasta que su vida perruna, lógicamente más corta que la humana, se termina. Pero la cosa no acaba ahí porque el perro no se va al cielo como nos enseñaron que hacen todos los perros sino que reencarna como otro perro en otro lugar, con otro nombre, otra raza, otros dueños y otras experiencias. El ciclo se repite varias veces con el pobre perro siempre recordando la memoria de sus vidas pasadas y con el denominador común de su personalidad y su voluntad, su misión se diría, de mejorar las vidas de sus amos. De todos modos, aunque Bailey reencarne, el lazo indestructible es con Ethan. No vamos a spoilear acá, total para eso está el tráiler (que cuenta absolutamente todo, como si la película fuera la versión extendida del tráiler y no al revés). Acá tenemos más código, pero igual se imaginarán hacia donde se dirige la cosa. Uno podría advertirles la presencia ominosa de los golpes bajos que en cantidad abrumadora se arrojan sobre el espectador en ataque fulminante. Pero eso solo serviría para los desprevenidos (que si no se los vieron venir son bastante pajarones) porque, en realidad, el público de este tipo de películas es exactamente lo que está buscando, solo que no lo llama de ese modo. Es gente que va al cine a emocionarse, que quiere historias como la vida misma y mide la efectividad/calidad del film en términos de lágrimas derramadas. Esos no van a salir defraudados ya que en ese sentido el producto cumple con creces con lo que promete. De hecho acá tenemos no la muerte de un perro (¿quieren algo más triste y conmovedor?) sino un perro que se muere varias veces. Está bien, siempre es el mismo y resucita pero eso no disminuye el efecto. Si pudiéramos observar gráficamente el recorrido emocional del film lo veríamos como una línea que va oscilando en zigzag entre los momentos luminosos y los momentos de bajón. El director de este compilado es el sueco Lasse Hallström, un especialista en épicas lacrimógenas (es el director de Hachiko nada menos, un hito de este tipo de films). Se podría decir que es un manipulador experto y acá demuestra nuevamente su pericia en estas artes, porque hay que decir que cumple su cometido varias veces a la hora de estrujarte el corazón (salvo, claro, que no tengas uno), aunque lo hace con obviedad, yendo a lo seguro, con un uso desvergonzado de todos los trucos probados del repertorio sensiblero a la hora de subrayar. Bailey es un perro canchero y querible que comenta todo con una mezcla de ingenuidad y picardía. Gran parte de la efectividad del film se basa en su relato en off. Y porque puede y porque al fin y al cabo esta es una lección de vida, nos reserva una enseñanza para el final, formulada de manera explícita para anotarla y pegarla en la heladera, como para que el espectador no sienta que perdió la plata de la entrada. ¿Sutileza? A otro perro con ese hueso. LA RAZÓN DE ESTAR CONTIGO A Dog’s Purpose. Estados Unidos. 2017 Dirección: Lasse Hallström. Intérpretes: Dennis Quaid , Peggy Lipton, K.J. Apa, Britt Robertson, Juliet Rylance, Bryce Gheisar, Luke Kirby, Josh Gad. Guión. Cathryn Michon, Audrey Wells, Maya Forbes y Wally Wolodarsky, sobre la novella de W. Bruce Cameron. Fotografía: Terry Stacey. Música: Rachel Portman. Edición: Robert Leighton. Duración: 120 minutos.
Lasse Hallstrom: mis vidas como (cuatro) perros Al comienzo parece una película de Terrence Malick. Tomas cercanas de cosas cotidianas y universales y la voz del protagonista preguntándose, melancólicamente, por el sentido de la vida. Mas pronto surge lo que para nosotros suena como chiste, pero que el citado protagonista piensa muy en serio. Claro, se trata de un perro, y ve y entiende las cosas desde su perspectiva. Y la película es de Lasse Hallstrom, maestro de las historias sentimentales para todo público, de quien viene a cuento mencionar "Siempre a su lado", aquella del perro que esperó largos años el regreso de su dueño. Esa era una historia tristísima. La de ahora, en cambio, es melancólica, y al final brinda una linda ilusión a modo de consuelo, porque describe las sucesivas reencarnaciones de un animal hasta reencontrar a su amigo más querido. No estamos diciendo nada que el trailer no haya dicho, y con mayores detalles. Lo que el trailer no dice, son las risueñas deducciones y reflexiones del perro tratando de entender a los humanos, las travesuras, la vida en diversos hogares con distinta gente, el modo en que a cierta altura el rostro de un muchacho lleno de sueños toma la misma mirada de su padre amargado, el momento en que un perro te elige para siempre (es así, aunque uno crea que es al revés). Rodaje en las praderas de Manitoba, música de Rachel Portman, cuatro intérpretes caninos: un golden retriever, un ovejero alemán, un corgi galés y un mestizo, mezcla de San Bernardo con ovejero australiano. Basado en el libro homónimo de W. Bruce Anderson (hay edición en castellano, subtitulada "Un libro para humanos"). Tres aclaraciones necesarias: a) Justo antes del lanzamiento mundial de la película cierta gente difundió un video de supuesto maltrato al alemán, grabado 15 (quince) meses antes. Si se mira bien, no hay tal maltrato. Se advierte mala intención de afectar a entrenadores y productores, y harta ingenuidad en varios internautas políticamente correctos. b) Algún comentarista menciona el posible antecedente de la opera prima de Hallstrom, llamada "Mitt liv som hund", "Mi vida como un perro" (Suecia, 1985, para nosotros "El año del arco iris"), pero ahí no actuaba ningún perro. Era la historia de un niño infeliz. c) Otro dice que esta obra habría salido mejor en manos de "alguien que realmente ame el cine". Hay que avisarle a Hallstrom. Ya lleva 45 años y 35 películas haciendo lo que no le gusta, por ejemplo "¿A quién ama Gilbert Grape?", "Las reglas de la vida", "Un viaje de diez metros".
La razón de estar contigo viene torcida de fábrica (por lo que si interesa saber qué pienso respecto al infame video del ovejero alemán en el agua, lean la nota ACÁ). Aquí solo me abocaré a escribir mi opinión de la última película de Lasse Hallstrom, quien tiene experiencia en hacernos llorar con perros ya que dirigió Hachiko con Richard Gere, algunos años atrás en el 2009. Esta vez, a través de múltiples vidas, intentará mostrarnos cual es el significado de la vida, pero no de la vida humana, sino de la vida perruna. Nací para amarte: La razón de estar contigo arranca narrada en primera persona por Bailey, un perro interpretado por Josh Gad, quien hace una buena labor aunque por momentos se lo nota en piloto automático, falto de emoción. Asistiremos a las múltiples vidas de Bailey, quien en los sesenta forma un lazo irrompible con Ethan. Desde cachorro hasta su adultez, Bailey lo acompaña en las buenas y en las malas, hasta que sea la hora de partir. ¿Y después qué? De eso se trata un poco La razón de estar contigo, del después. Bailey tendrá algunas cuantas vidas para intentar entender el comportamiento humano y sus miserias. La soledad, la tristeza, la envidia, y por supuesto la alegría. Pero sobre todo intentará entender el sentido de su vida. Las vidas que irá tocando Bailey en cada una de sus interacciones en la tierra serán diferentes, así como será diferente lo que le pase a él como perro. Con cada nueva vida irá sumando experiencia y conocimiento, hasta eventualmente comprender la razón de todo y así cerrar el circulo. Carilinas a mano: Si bien La razón de estar contigo no tiene golpes bajos, ni apela a lo lacrimógeno, tenemos que partir de la base que hablamos de una película donde un alma perruna vive varias vidas. Y con varias vidas, hay varias muertes, no hay manera de esquivarlo. Y los de lágrima fácil como quien les escribe, deberán munirse de pañuelos, porque las lagrimas caerán… y cómo!. Pero así todo, repito, Hallstrom no se vale de golpes bajos para lograrlo, y las diferentes partidas de Bailey se sienten como una parte natural de su vida. El premio a la lagrima gorda se lo lleva el clímax del film, con una vueltita de tuercas muy interesante sobre esos últimos minutos que hará llorar a cualquier amante de los perros. En el apartado técnico La razón de estar contigo es impecable. Cómo decide en mostrar la visión de un perro, sus lugares más íntimos, sus comienzos, sus miedos, todo se adivina orgánico y plausible para aquellos que disfrutamos de la compañía de un perruno amigo en nuestros hogares. Las actuaciones son correctas y llevan adelante la acción de manera sólida. Sobresale Dennis Quaid, quien a pesar de tener poco metraje logra con su pedacito de historia, ser el ultimo engranaje necesario para el emocionante final. Por el lado perruno, mas allá de la controversia del -tendencioso- video difundido por TMZ, a ningún perro se lo ve fuera de su elemento. Todos los perros que aparecen en pantalla se adivinan cuanto menos bien llevados por sus adiestradores. En pocas palabras, los perros hacen de perros, no hay acciones especificas. La intención de Bailey la pone sólo Josh Gad con su narración. Conclusión: La ternura que muestra La razón de estar contigo en su historia será más atrayente para aquellos amantes de los canes. Una historia contada de forma simple, con un guión solido y objetivo claro, hacen que la película logre lo que se propone. Que nos haga emocionar y que queramos salir corriendo del cine a abrazar a nuestras mascotas. Una película para disfrutar desde la primera hasta la última lágrima.
MANUAL DE INSTRUCCIONES DE LA MANIPULACION Existen muy pocas películas como La razón de estar contigo que, con enorme precisión, resumen en sus primeros cinco minutos no sólo sus herramientas formales, sino además sus mecanismos, pretensiones y objetivos. En ese prólogo, la película de Lasse Hallström nos cuenta sobre un perrito que nace, crece y se desarrolla, es agarrado por la perrera y muere, y todo esto con la voz en off de Josh Gad (si tienen la suerte de verla subtitulada) que opera como una suerte de subconsciente perruno haciéndose el gracioso y reflexionando sobre la existencia con profundidad de autoayuda. Luego el perrito renacerá en otro cuerpo y vivirá otra vida. Y así. En pocos minutos, entonces, La razón de estar contigo asume que: su estructura será episódica, cree en la reencarnación y en otras abstracciones de la vida para hacernos sentir bien, apelará a golpes bajos para emocionarnos, e intentará no ser tan trágica a partir de las humoradas constantes. La razón de estar contigo es, en definitiva, cine familiar de baja calidad. En algún momento Hallström fue un director interesante. Tanto en sus películas europeas como en su ingreso a Hollywood (Mi querido intruso, ¿A quién ama Gilbert Grape?), pero progresivamente se fue perdiendo en un mar de tosquedades y banalidades varias (seguramente su último film considerable es Las reglas de la vida… ¡hace ya 18 años!). Eso sí, el tipo todavía conoce la herramienta cinematográfica, y eso se nota en este film, que sin dudas manteniendo este tono edulcorado podría haber sido mucho peor. Incluso, si analizamos cada una de las historias que se cuenta, hay una sumatoria de tristezas y melancolías que atraviesan medio siglo de vida en la sociedad norteamericana, y que tienen que ver mucho con su mirada sobre los vínculos familiares y sentimentales. A Hallström le gusta eso de revolver, con elegancia, en ciertas miserias humanas para encontrar un camino de redención. El problema de La razón de estar contigo es que sus materiales son demasiado de segunda mano y se mueve sólo movilizada por su espíritu lacrimógeno. Decíamos de su estructura episódica. Basado en el libro de W. Bruce Cameron, el film se construye a partir de las sucesivas muertes y resurrecciones del perro protagonista. Si bien su cuerpo va cambiando, y también sus dueños, su consciencia sobre las vidas anteriores es absoluta. Esos cambios de cuerpo y de dueño, además, sirven para que la película recorra diversas décadas, aprovechando estéticamente el uso de planos y tonalidades que remiten al cine de cada época: así como tenemos una nostálgica historia de los 60’s, también hay un pasaje policial típicamente 70’s, que es de lo peor de una película que no sobresale por sus cualidades positivas: es un pasaje feo narrativamente, falto de rigor, exclusivamente manipulador y hasta mala leche. De todos modos esos saltos temporales le aportan, además de la mirada social mencionada anteriormente, un ritmo que es fundamental para sostener un mínimo interés en lo que se está viendo. Hacia el final, la película conecta con una historia contada al comienzo, seguramente la que más peso tiene en el relato y la que más afecta emocionalmente. Es una historia de crecimientos y pérdidas, de amores frustrados y amargura general. Ese pasaje es lo más atractivo, porque se aleja levemente del subrayado para poner en escena con acierto el significado de esos vínculos que se construyen en pantalla. Y porque sobre el desenlace, Dennis Quaid le aporta la solidez y sobriedad que La razón de estar contigo no tiene. Ahí además se ve lo mejor de Hallström. Que tampoco es tanto, básicamente porque La razón de estar contigo es antes que una película, un manual de instrucciones sobre cómo emocionar al espectador sin el más mínimo esfuerzo. Es una película mensajística, sobre el destino, la providencia y la imposibilidad de que nuestras decisiones nos terminen afectando porque, básicamente, todo parece estar escrito. Aquí, por el diseño de un perro que no conforme con ser mascota, también opera como Cupido. En todo caso, La razón de estar contigo había avisado a los cinco minutos. Y quien avisa puede ser lo peor del mundo, pero no traiciona.
Una ligera y entretenida comedia dramática familiar que apela al sentimentalismo y a la lágrima fácil del espectador amante de los animales. La Razón de Estar Contigo (A Dog’s Purpose, 2017) es el film más reciente del director sueco Lasse Hallström (What’s Eating Gilbert Grape, 1993 y The Hundred-Foot Journey, 2014), hombre que ya hizo una película con un perro como eje central de la trama y cargada de un fuerte componente emotivo, hablamos de Siempre a tu Lado (Hachi: A Dog’s Tale, 2009). En este caso nos presenta una historia más ligera y pasatista basada en la novela homónima de W. Bruce Cameron. El relato sigue al perro Bailey (voz de Josh Gad) y a su humano Ethan (KJ Apa). Toda la película está narrada desde el punto de vista de Bailey, un perro bastante existencialista que se pregunta constantemente sobre el significado de su vida y qué razón de ser tiene él en este mundo. Al poco tiempo Bailey descubre que el propósito de su vida es amar y acompañar a sus dueños, hacerlos mejores personas. A través del film seguimos la conmovedora relación de Ethan y Bailey, desde su niñez, juventud y adultez; los problemas de su vida personal, su primer amor y demás tópicos del estilo. Pero la vida de Ethan es más larga que la de Bailey. La historia no termina ahí. Bailey vuelve a vivir otras vidas, su espíritu reencarna en distintos perros a lo largo de la película y Bailey aprende más sobre la vida a través de las experiencias con sus distintos dueños. La Razón de Estar Contigo es una película de impronta familiar sin demasiadas pretensiones. El film cumple desde lo artístico y estético con buenas interpretaciones de sus actores principales, salvando algunas excepciones que se deben a las necesidades del guion, como el padre alcohólico de Ethan, que reproduce todo cliché existente. El episodio con verdadero peso emocional es el primero, a lo largo del film Bailey sigue recordando a su primer dueño. A pesar de contar con una narración algo desprolija y de momentos de clara manipulación emocional para buscar conmover o enternecer al espectador La Razón de Estar Contigo termina siendo un film disfrutable para toda la familia capaz de hacer lagrimear a los espectadores mascoteros.
El perro viejo pierde el pelo pero no las mañas. El sueco Lasse Hallström –que ya lleva más de 25 años de carrera en Hollywood y 15 películas rodadas ahí en ese largo período– es un director que, antes que un estilo, tiene mañas. Las más alevosamente reconocibles son la sensiblería pueril, el efectismo a destajo, las resoluciones con impacto gratuito, el realismo mágico más ramplón, la corrección política potenciada, una habilidad sobrenatural para manipular los sentimientos de los espectadores y una blindada condescendencia con ellos. Y el oficio suficiente para empaquetar todo eso en películas que siempre lucen como grandes producciones, con elencos estelares incluidos. Ambos términos de la ecuación (es decir, su prolífica carrera en los Estados Unidos por un lado y sus mañas por el otro) se encuentran vinculados estrechamente a través del principio físico de la acción y la reacción, o del concepto más bien filosófico de la causa y el efecto. Son justamente esas mañas las que lo han convertido en un cineasta con el suficiente éxito como para que los grandes estudios ni siquiera lo duden a la hora de financiar sus trabajos. La razón de estar contigo es el último de ellos y su receta incluye todos los ingredientes de un Hallström auténtico. Se trata de una película cuyo protagonista es un perro, con voz en off y todo, que tiene además un elemento fantástico al filo de la espiritualidad new age. En realidad se trata del espíritu (o la consciencia) de un perro que va transmigrando, viviendo las vidas de cinco perros distintos pero conservando, digamos, la “memoria astral”. Sin dudas Hallström se debe haber enamorado de inmediato de un proyecto así, que no sólo le permitió quintuplicar la cantidad de golpes emocionales, sino que le brindó la posibilidad única de filmar cinco finales manipuladores en una misma película. Y hasta se da el lujo antológico de incluir una toma subjetiva desde adentro de la nariz de uno de los perros. Aún así hay un momento inicial en la película, que le corresponde a la segunda de las historias del can reencarnante, en la que parece que todo correrá por caminos similares a los de la exitosa Marley y yo, de David Frenkel, contando la vida de una familia a través de su vínculo con el perro. Sólo que en lugar de transcurrir en la actualidad está ambientada en los ‘60. En ese largo segmento, que es el principal, el guión se concentra en sus personajes, en los vínculos entre ellos, en sus deseos y en sus fracasos, generando una atmosfera narrativa que se sigue con interés. En el camino ofrece un retrato modesto pero efectivo de una época en la que los estadounidenses despertaron del sueño americano, comprobando que el estado de confort de la posguerra no era más que una ilusión. Pero el inesperado ciclo de resurrecciones hace que todo eso se desmorone de golpe, permitiendo que La razón de estar contigo se extravíe sin remedio y para siempre en el caprichoso berenjenal del universo Hallström.
Llega de la mano del director sueco Lasse Hallström (Las reglas de la vida, Querido John, Un viaje de 10 metros). El desarrollo de esta tierna historia se ve a través de la mirada de un perro (voz de Josh Gad), y sus distintas vidas junto a los humanos que le va tocando a cada perrito. Una película para toda la familia. La raza canina no vive más de 17 años y aquí los perros no van al cielo, se reencarnan. Bastante emotiva, con algún golpe bajo y en algunos momentos te deja algún nudito en tu garganta.
La razón de estar contigo fue confeccionada para un espectador deseoso de lágrima inmediata. Este filme viene precedido de una polémica absurda: un backstage que muestra cómo un ovejero alemán se rehúsa a mojarse. Indignarse por este maltrato animal da cuenta de lo poco que comprende el espectador una instancia de rodaje, operando su mente con la misma mala fe del consumidor que agarra una colita de cuadril en el supermercado y suprime en su imaginación el caos del matadero. Si este ejemplo resulta tendencioso, piense usted cómo fastidia a su mascota cada vez que quiere sacarse una selfie, reteniéndola mientras ajusta el encuadre de su smartphone. Ahora magnifique la situación a una jornada de rodaje, en donde cada minuto es la cuenta regresiva de un presupuesto millonario. Toda película con animales se filmará a contravoluntad del animal, así que no tiene sentido sentenciar un procedimiento de por sí cruel. Lo que nos compete, en definitiva, será el resultado. La razón de estar contigo es lo nuevo de Lasse Hallström, un director que entregó el clásico ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993), y a principios de siglo tuvo su auge con Las reglas de la vida (1999) y Chocolate (2000). Bajo este prontuario, uno deduce que el filme garantizará la dulzura usando cualquier artilugio: atardeceres, praderas, violines. En esta ocasión, seguimos las reencarnaciones de un perro que no sólo es adorable por apoyar su hocico tristón sobre el regazo de sus dueños, también les resuelve la vida como una suerte de ángel canino. Dentro del dominó de reencarnaciones, Hallström decidirá cuál dueño es el elegido, entonces el relato toma ribetes metafísicos y las aventuras adquieren un Propósito, un Llamado, un Reencuentro. Así, con mayúsculas. Hay decisiones formales fallidas: una cámara subjetiva simplemente fea, que no logra adentrarnos en la perspectiva del animal, y una voz en off perpetua, correspondiente al pensamiento del perro. Esta voz en off, si no explica lo que ya estamos viendo, hace chistes cancheros sobre las costumbres de los humanos. Baudrillard sostenía que el triunfo de las mascotas significaba el fracaso de las relaciones interpersonales. He aquí una película que lo ejemplifica a la perfección.
La monotonía del cliché La razón de estar contigo (2017) narra la vivencia y el aprendizaje de un perro y su propósito en la vida, mientras reencarna en la piel de otros canes. A medida que transcurre su historia, se relaciona con distintos dueños mostrando hasta que punto puede llegar la conexión con el ser humano, desde el amor hasta el maltrato. Se trata de una película divertida que se centra en la adaptación de cada uno de los perros a las cualidades de los amos y a su vez, también, se enfoca en la perspicaz forma de ver el mundo de estos animales. Sin poder delimitar la maldad ni tampoco percibir el amor, cada uno de los protagonistas caninos tiene un determinado fin dependiendo de su amo. De esta manera, cae en aspectos y golpes bajos predecibles, aunque no por ello dejen de ser fuertes y efectivos para el espectador. En el film se promueve el afecto hacia los animales, su cuidado y el vinculo que trasciende más allá de una simple conexión. No obstante, el doble discurso está al caer en muchas de las escenas donde los animales no interactúan con un determinado hecho de forma natural, como así lo manifiesta el film. Fuera de su naturaleza, estos animales realizan acciones que no son convencionales ni características de un perro normal. “La razón de estar contigo“ es intensa desde lo narrativo pero superficial, predecible y poco atrayente para ver en la periferia que rodea al animal protagonista, como a sus dueños. Se trata de una película que va en una sola dirección y hacia la misma meta desde el principio del film, sin alcanzar una reflexión superior a lo propuesto por los protagonistas en una simple vista. En ellos también radica la mediocridad de no indagar más en sus miedos, temores y dudas. Su director, Lasse Hallström, ya tuvo antecedentes con film relacionados a los seres humanos y su relación con los animales (como ocurrió en “Siempre a tu lado” (2009) con Richard Gere). Hallström cosecha una basta trayectoria como la persona detrás del lente, marcando una manera de filmar, sin embargo, “La razón de estar contigo” carece de elementos auténticos y no clichés para desenvolver cada una de estas historias. Tampoco fue superlativa la adaptación de Cathryn Michon con la novela de W. Bruce Cameron. En todo momento, el guion del film traslada al espectador, entre historia y historia, haciendo foco en la emotividad en sus escenas, siendo un poco redundante tanto sentimentalismo, al punto de aburrir y ser más de lo mismo. La razón de estar contigo es una película monótona y cliché en sí misma, con un final predecible desde el principio de la película, y vagas historias que se desenvuelven sin hilar fino en su contenido Además, cae en una reflexión hipócrita sobre el cuidado y trato de los animales cuando se conoció que en la misma producción no respetaron tales sentimientos.
Hace alrededor de un año nos enterábamos de la noticia del cierre de la productora que el propio Nicholas Spark tenía para llevar las adaptaciones de sus novelas melosas románticas al cine. Para quienes sintieron un vacío en el corazón pensando que ya no tendrían esa cuota anual de miel triste en cartelera; Hollywood sacó otro as bajo la manga, las películas “de mascotas”, específicamente “de perros”. Si bien nunca se dejaron de realizar películas “de perros”, hacía unos cuántos años que no las veíamos a gran escala, como una apuesta fuerte, algo que La razón de estar contigo se propone desde el inicio. Realizada con un manual melodramático a cuestas, A Dog’s Purpose cumple a rajatabla todos los ítems de este tipo de películas. Un tono cálido, paisajes rupestres, personajes carismáticos a los que se los presenta como gente como uno, una pareja modelo, el paso del tiempo, y por supuesto, un perro (hasta en las de Spark, aunque no eran películas “de perros”, siempre hay uno). El dato positivo es que, esta vez, hay el suficiente criterio como para hacer las cosas bien. Hay directores especialistas en suspenso, en terror, en acción, en cine catástrofe, en comedias románticas o no románticas; y el sueco radicado en EE.UU. Lasse Hallström es algo así como el rey – no declarado – del melodrama de Hollywwod. Aquel que inició muy prometedoramente con cintas como ¿A quién ama Gilbert Grape?, Atando Cabos, o Las Reglas de la Vida; paulatinamente se fue inclinando hacia los films de amores imposibles hechos a fórmula; y sumémosle que también es el director de Hachiko - Siempre a tu lado. El hecho de que sea él quien se encargue de la realización, es un acierto. La razón de estar contigo no adapta a Nicholas Spark, pero sí es adaptación del best seller de un tal W. Bruce Cameron; y más o menos, las cosas no varían demasiado. Es la historia de un perro (voz de Josh Gad), o el espíritu de un perro, o como sea, ya verán. La primera vez que lo vemos será como Bailey, un cachorro de labrador (o Red Retriever) “propiedad” de un matrimonio con un hijo, Ethan (en un primer momento Bryce Gheisar). Bailey y Ethan crecerán juntos, pero al perro siempre le aqueja la misma duda ¿Cuál es el propósito de su existencia?, porque los perros, parece, gustan de filosofar tanto como de atrapar pelotas de fútbol americano en el aire. Bailey ayudará a Ethan en distintos tramos de su infancia y adolescencia (K.J. Apa), cuando conozca a Hannah (Britt Robertson), y sufra un quiebre familiar definitivo. Pero, se sabe, la vida canina es más corta que la humana, Bailey ya está demasiado grande, y… ¡Rencarna en otro perro! Así como lo leen, La razón de estar contigo plantea la historia de un perro que se rencarna en otras vidas, siempre recordando todo de sus vidas pasadas, y con la búsqueda permanente del sentido de su existir. Tres vidas más le veremos a Bailey/Ellie/Tino/Buddy, y en cada una actuará como observador de los conflictos de sus dueños. Manteniendo un constante tono ameno y cálido, con escenas para reír, y claro, para llorar (aunque menos morbosas de lo que pudieron ser); la fórmula se cumple a rajatabla, pero bien ejecutada. Hay algunas incongruencias en las entre vidas, y situaciones demasiado azarosas, o forzadas para crear una sensación. Nada grave para quienes quieren ver este tipo de historias. También el mensaje (menos forzado de autoayuda que lo esperable) puede ser algo contradictorio. "La razón de estar contigo" no es la maravillosamente negra Wiener Dog de Todd Solondz, es casi su antítesis; así que no esperen aquí acidez, amargura, ni esas risas entre dientes; esto es un cuento rosa, para toda la familia, con una historia romántica que sabemos cómo terminará desde que arranca, y actuaciones que si no se destacan tampoco desequilibran (Dennis Quaid rinde siempre tan bien para este tipo de propuestas). Tiene todo para ser un clásico perdurable de su especie. Un último párrafo para no eludir la polémica alrededor de ese video aparecido hace unas semanas acerca del maltrato sufrido por el perro de la segunda vida durante la filmación hace casi un año; y el boicot que recibió el film desde su difusión. ¿Realmente creen que este es un caso aislado? ¿Nunca vieron trabajar en serio a los llamados adiestradores caninos? Los animales no deberían ser forzados a realizar NINGÚN acto contra su voluntad, pero vamos, que este no es ni por lejos el único ni el más evidente caso.