Llamas de nitrato intenta rastrear los misteriosos pasos de esta actriz francesa que un día de 1946 murió en Buenos Aires. La película tiene en su centro a un fantasma, pues casi no han quedado registros de ella más allá de su mítica interpretación de la guerrera de Orleans. "El desafío fue hacer un film de archivo... sin archivo", dijo el director Mirko Stopar en un diálogo con el público, y señaló: "Nunca fue un motivo explicar a Falconetti, y quizás ahora la conozco menos". A pesar de presentar un derroche de orfandades, frustraciones, humillaciones, embarazos no deseados, destierros, incendios varios, encierros en manicomios e irremontables fracasos, Llamas de nitrato logra fluir ante el espectador con un encanto singular provocado por la naturaleza ligeramente embaucadora de muchas de sus imágenes. Al principio creí estar frente a filmaciones caseras de la vida privada real de la actriz en los años '20, de la misma manera en que luego quise comprar con total ingenuidad una serie de capturas que simulaban un making of del rodaje de Dreyer, aunque claramente se trataba de recreaciones modeladas con los tonos y cadencias de los registros de la época. El recurso de la recreación o dramatización, que en muchos documentales biográficos se aplica aun cuando tiende a lucir un tanto tosco, aquí no sólo se ensambla a la perfección sino que además le imprime al relato un aura de inesperada belleza, debido a que seguramente el director sintió mayor libertad al no verse obligado a darle carnadura verídica al personaje, como si la necesidad de las pruebas certeras quedara relegada por el sustrato mucho más tentador de la leyenda. Debajo de muchas capas, entre el parpadeo de los recuerdos y las cenizas de celuloide, Falconetti respira como pura virtualidad, una silueta para siempre evanescente, un centelleo sólo capaz de materializarse en el martirio de Juana y en la desolación abismal de sus ojos estallados.
¿Qué se esconde detrás de una figura? ¿Sabemos los entretelones de una interpretación memorable? María Falconetti pasó a la inmortalidad del mundo del arte con la insuperable interpretación de Juana de Arco en La Pasión de Juana de Arco de Carl Dreyer en 1928. Para siempre será recordada como aquella sufrida y penetrante mujer. Pero detrás de esa puesta, había una actriz, con una historia, y un misterio que la envuelve hasta el día de hoy. El debutante documentalista Mirko Stopar planea desentrañar el secreto detrás de Falconetti, y de esta manera llegar al corazón de lo que fue esa mítica filmación. Con una voz en off acogedora y permanente se recorre en paralelo la historia de la actriz, nacida como Reneé Jeanne Falconetti, y una suerte de detrás de escena sobre La Pasión de Juana de Arco. Es poco lo que se sabe sobre la figura, y eso es lo que la hace más atrayente, a la actriz y a la película. Hay pinceladas detectivescas, y una pasión enorme hacia el cine y uno de sus momentos cumbres. Hay poco material de archivo, hay pocas certezas; y eso solo acrecienta el interés. Stopar recurre a dramatizaciones y fuentes de mitos, hay una delgada línea entre lo que pudo ser y lo que fue. Hay una idea clara, la elección de Falconetti como la Doncella de Orleans no pareciera ser aleatoria, hay un destino escrito. Con mayor trayectoria en el teatro, recayó en el único papel cinematográfico que la marcaría, de la mano de su director, que buscaba alguien que pudiese interpretar todo el dolor contenido en aquella santa que dio su vida para defender a su pueblo. María, Juana, ambas mártires, pareciera decirnos el documentalista. El destino quiso que esa actriz, sumida en la ruina financiera iniciara un periplo por Sudamérica, que la llevaría luego de un breve periodo por Brasil, a Buenos Aires, donde terminó sus días a muy temprana edad. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué hay tan pocos rastros? ¿Se puede descubrir la verdad? Llamas de Nitrato, de reciente paso por los últimos BAFICI y Festival Internacioanl de Cine de Mar del Plata, plantea más interrogantes de los que puede resolver, y siente que tampoco es necesario hacerlo; que en aquellos misterios que envuelven al arte existe algo de materia. La propia película La pasión de Juana de Arco sufrió su propio destino, sus copias originales en nitrato fueron presas dos veces del incendio, y su encumbramiento tampoco fue sencillo. Otra vez la figura de Juana de Arco se hace presente en paralelismos Con más pasión que recursos, Mirko Stopar construye un trabajo que seduce más por lo que cuenta que por lo que puede mostrar. Sin lugar a dudas, sus destinatarios serán los amantes del cine, aquellos que buscan más allá de la superficie y se adentran en los grandes mitos que hacen grande a un período. Para ellos puede ser toda una delicia.
El misterio de la imagen La pasión de Juana de Arco (La Passion de Jeanne d'Arc, 1928) es una película pregnante. En parte se debe al estilo visual y asombroso que su director Carl Theodor Dreyer maneja, y en parte al rostro expresivo de su protagonista Maria Falconetti, cuya vida y obra se encuentran cubiertas en un manto de misterio. Falconetti era una reconocida actriz de teatro y Dreyer un destacado cineasta danés. Cuando se le presenta la oportunidad llevar a la pantalla la vida de Juan de Arco, el realizador busca incansablemente una actriz que sea genuina, que contenga en su rostro el sufrimiento que atravesó la guerrera francesa en su ocaso. Falconetti es la persona de carácter frágil y fuerte, ideal para representar a la nueva mártir del director. Su actuación, única para cine, es considerada una de las mejores en la historia del séptimo arte. Luego del film, ella inicia un viaje a Sudamérica acorralada por deudas que le dejaron los malos negocios realizados con la herencia de su viudo. Primero pasa por Brasil, donde no se siente a gusto por diferencias culturales, y termina en Buenos Aires cobijada por la colectividad francesa rioplatense hasta sus últimos años de vida. El director Mirko Stopar asombrado por el impacto que le provocó La pasión de Juana de Arco y aquellos datos recopilados sobre su protagonista, realiza un film sobre la actriz, cuya imagen pública tiene paralelos evidentes con la figura francesa que supo componer. Llamas de nitrato (2015) establece puentes constantemente entre la película y la biografía de Falconetti. El paso del tiempo es un factor determinante para pensar la historia, más en la lejanía cuando existen pocas fuentes directas y la leyenda adquiere dimensiones irrefutables. Basta pensar el derrotero de Ada Falcón, otra misteriosa diva de los años veinte recuperada en Yo no sé qué me han hecho tus ojos (2003). Al comienzo del film, el narrador omnisciente del relato habla de lo poco que se sabe y existe acerca de Falconetti, como si ella misma se hubiese esforzado por borrar sus rastros en el tiempo. Los mismos originales de la película fueron quemados en dos oportunidades (como le sucedió a la mayoría del cine del período mudo hecho en nitrato), dándole al fuego una función fundamental en la desaparición de la imagen de la actriz, ya sea Falconetti o Juana de Arco: Una mártir en vida, una figura inolvidable en pantalla. Mirko Stopar arma un relato que fusiona datos históricos con mitos que sobrevuelan la filmación del clásico de la historia del cine. En ese actuar, su película homenaje, juega con la representación fantasmal de lo sucedido, con reconstrucción dramatizada de anécdotas y el escaso material de archivo, para comprender el poder que la imagen cinematográfica puede causar en el público y aquellos que la constituyeron. Llamas de nitrato es un documental biográfico sobre Falconetti pero no de la manera convencional. Tiene vuelo propio, cargado de matices cinematográficos, con juegos de luces y sombras propios del universo de Dreyer. Es un viaje al mundo de los años veinte, y al poder que una película puede causar con el paso del tiempo. Un paratexto alucinante para amantes del cine, que pone en relieve la misteriosa figura de Maria Falconetti.
La increíble historia del dificultoso rodaje de LA PASION DE JUANA DE ARCO y de la frustrada posterior carrera cinematográfica de su protagonista, María Falconetti, es el eje de este documental que narra la vida de la actriz comenzando por la dura filmación de esa película que terminaría transformándose en un clásico pero que la dejaría fuera de carrera por el resto de su vida, ya que no volvió a filmar más. Si bien era una respetada actriz teatral, de a poco fue quedándose fuera de los circuitos, trabajando en teatros de provincia para terminar emigrando a Brasil y, como es sabido, a la Argentina, donde pasó varios de los últimos años de su vida. Con cuidadosas reconstrucciones del rodaje de la mítica película de Carl Dreyer (con quien se llevó pésimamente mal), imágenes de archivo de la época, fotos, entrevistas y algún descubrimiento posterior que no conviene revelar, este breve filme de Stopar –cineasta argentino radicado en Noruega– toma un material que ya había sido analizado en otros filmes (especialmente en BOULEVARD DEL CREPUSCULO, de Edgardo Cozarinsky) para contar una zona oscura y poco conocida del mundo del cine y que muestra que detrás de un clasico del cine homenajeado y celebrado hasta el hartazgo se esconden historias más tristes y oscuras.
La hoguera de las vanidades Un valioso rescate cinéfilo del clásico Juana de Arco y, en especial, de su protagonista, Maria Falconetti. No es la primera vez que un realizador se acerca a la figura de Maria (Renee Jeanne) Falconetti. Tras la excepcional Boulevard del crepúsculo, de Edgardo Cozarinsky, Stoppar vuelve a reconstruir la fascinante y trágica vida de la actriz (1892-1946), auténtica diva del teatro francés de los años '20, protagonista de un único y maldito largometraje (Juana de Arco, del danés Carl T. Dreyer, luego revalorizado como uno de los grandes clásicos de la historia del cine). La historia de la intérprete -que murió en la locura y la indigencia en Buenos Aires con apenas 54 años-, de la película incomprendida en su tiempo, de las copias/negativos (censuradas, mutiladas, quemadas en distintos incendios y luego de muchos años encontradas en el sótano un neuropsiquiátrico noruego) conforman un apasionante rescate cinéfilo que, más allá de los notables materiales de archivo conseguidos, incluye también algunas cuidadas dramatizaciones (no soy muy amante de las ficcionalizaciones) que esta vez complementan muy bien al trabajo documental.
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Lo que el fuego no pudo llevarse El film del argentino Mirko Stopar sigue el sinuoso recorrido de una de las más legendarias películas del período mudo, La pasión de Juana de Arco (1928), del danés Carl Theodor Dreyer, y en particular de su protagonista, la misteriosa Falconetti. La pasión de Juana de Arco (1928), del danés Carl Theodor Dreyer, es una de las películas verdaderamente legendarias del período mudo. A tal punto de que en la historia de su rodaje, las fortunas posteriores de su actriz principal y del realizador y el destino de los negativos y las copias del film mismo se entretejen los hechos, los mitos y los misterios. Llamas de nitrato, del argentino Mirko Stopar, intenta recorrer ese derrotero con especial atención en la carrera de Renée Jeanne Falconetti. O Maria Falconetti, su nombre artístico sobre las tablas y en la pantalla. Tal vez el hecho de que Stopar viva parte del tiempo en Noruega tenga algo que ver con su interés en esa/s historia/s. Fue allí, a comienzos de los años 80, en la más impensada dependencia de un instituto psiquiátrico, donde fue hallada una copia casi completa de la versión original del film, del cual durante décadas se vieron versiones truncas o sucedáneas, luego de que el negativo original y las copias del primer montaje se perdieran en un incendio. Al parecer, el destino de la película no era simplemente registrar la más famosa de las muertes en una hoguera sino sobrevivir a varios fuegos bien reales.No es cierto, como afirma Llamas de nitrato, que el primer contacto de la Falconetti con una cámara de cine haya sido durante el rodaje del film de Dreyer, pero no lo es menos que sus participaciones secundarias en un par de títulos menores de 1917 no revisten la menor relevancia artística. Fue su exitosa carrera como comediante en el teatro parisino la que se le impuso a Dreyer luego de un extenso casting. Y esa sería su última –y sublime– aparición en la pantalla grande. Stopar se encontraba con un grave problema a la hora de encarar la estructura y contenido del documental: el material de archivo que se conserva y conoce sobre la actriz no supera un puñado de fotografías, a los cuales pueden sumarse algunos programas de mano, afiches y unas pocas misivas comerciales. Y, desde luego, las imágenes de la película de Dreyer. Ante ese vacío insuperable, el film decide organizarse alrededor de múltiples voces que hacen las veces de narradores orales y hacer de un recurso visual usualmente poco interesante una de sus virtudes: Llamas de nitrato “registra” momentos a partir de la reconstrucción con actores –aunque de una manera oblicua, indirecta, elaborando climas fotográficos– o la utilización de imágenes de noticieros y películas (hay un momento Carlos Hugo Christensen, director argentino que, casualmente, portaba apellido danés).Si ese recurso no resulta siempre atinado, al menos evita las cabezas parlantes y la ilustración literal, al tiempo que la historia sigue a Falconetti hasta Brasil y luego Buenos Aires, donde arribó en los años 40 escapando de deudas y de una carrera trunca luego de varios fracasos comerciales. El film de Stopar continúa el relato hasta su suicidio en 1946, pero abandona sin demasiadas preocupaciones elementos como la relación con sus dos hijos, concentrándose en cambio en la supervivencia cotidiana en Buenos Aires, donde logró encontrar algo de ayuda en la comunidad de exiliados franceses. Las proyecciones de Llamas de nitrato en el Malba serán completadas con la exhibición, con música en vivo, de La pasión..., nueva oportunidad para (re)descubrir el talento de Dreyer y la tortuosa, magnífica y total entrega de Falconetti a las llamas del arte cinematográfico.
Irreconciliabes diferencias Las relaciones tirantes entre directores y actores en el rodaje de una película no son ninguna novedad y forman parte del folklore del cine. Pero poco se conocía sobre la despótica relación entre Carl Dreyer y la francesa María Falconetti, protagonista de uno de los films más emblemáticos de la historia como La Pasión de Juana de Arco (1928), que contó entre otras singularidades con la actuación de Antonin Artaud y hoy es considerado uno de los mejores films de todos los tiempos. En este documental, Llamas de nitrato -2015-, el aporte de datos y material de archivo compuesto de fotos, a la vez de recreaciones dramáticas, logramos conocer el derrotero de la actriz María Falconetti, tras el calvario de la filmación de la obra del director danés, su descenso y ocaso con escala obligada en Argentina, para morir en la más absoluta soledad y pobreza. Llamas de nitrato consigue así reivindicar su figura y homenajearla como corresponde, teniendo en cuenta que de Carl Dreyer no se conocía tanto en relación a sus vínculos con la actriz y a la falta de gratitud con su trabajo.
La actriz que quería vivir Llamas de nitrato reconstruye con conocimiento y dedicación la trayectoria de la actriz francesa Maria Falconetti, ese espíritu elusivo que protagonizó una sola película en su vida (nada menos que La pasión de Juana de Arco de Dreyer), cayó en la pobreza, sobrevivió solo con su prestigio, intentó reconstruirse, se inventó una nueva existencia y terminó sus días en la ciudad de Buenos Aires, un poco olvidada y perdida para todo el mundo. Siendo una estrella del teatro ligero, que hacía relucir las marquesinas y las noches mundanas de París y de varias capitales europeas (para todo el universo era “la Falconetti”, el nombre suprimido como máximo estadio en la gloria del espectáculo) se juega todo y va a parar al set de Dreyer, el genio temible a cargo de una versión única sobre Juana de Arco. Maria está dispuesta a probarse como actriz seria (su paso por la Comédie-Francaise se había dado entre titubeos y maledicencias); Dreyer le ha dispensado toda la confianza del mundo, pero no le hace las cosas fáciles.En los descansos de las jornadas tortuosas de filmación, entabla amistad con Artaud, que pronostica un futuro maldito para la película. Los tropiezos a lo largo del tiempo con la obra maestra de Dreyer parecen darle la razón. La película de Mirko Stopar resulta divertida incluso cuando la sombra de un sino lúgubre sobrevuela la vida de la actriz y de los personajes que danzan a su alrededor. El carácter de la narración, en la que se alternan las voces de Helen Falconetti (una de las dos hijas que Maria tuvo como madre soltera), de Dreyer y de sus amigos argentinos entre otros, va una velocidad de vaudeville mientras se suceden imágenes de archivo, películas de época, fragmentos brillantes de un mundo paralelo donde incluso los picos de tragedia parecen bendecidos con el ritmo de una humanidad que no concibe otro destino que la marcha hacia delante. Un recorte de diario anuncia: “Juana de Arco arriba a Buenos Aires”; Maria ha querido volver a ser quién era antes de Dreyer sin conseguirlo. La película sugiere que la actriz es una especie de mártir, solo que nadie advierte el alcance del sacrificio, en caso de que lo hubiere. Llamas de nitrato se comporta como si estuviera entregada a una pesquisa en la que lo que está en juego es la trayectoria de un alma un poco torturada, impulsada por el miedo al fracaso, pero con un desapego auténtico por la estabilidad económica, por todo proceso orientado a procurarse una vida más o menos desahogada. Con modestia y calidez, la película sigue la estela de una biografía cuyo centro es un misterio, acaso para descubrir que lo que hay al final de cualquier vida, singular o no tanto, es siempre un abismo insondable.
Con el potente título Llamas de nitrato, el argentino residente en Noruega Mirko Stopar presenta en MALBA este documental que escribe y realiza sobre la producción y hallazgo de la copia de la película La pasión de Juana de Arco de Carl Dreyer. Film de cámara, realizado en Francia en 1928, en los albores del surrealismo cinematográfico, Dreyer es un danés que le otorga todo el misticismo que ninguna otra versión de la historia de la santa francesa tendrá jamas. La maestría de los encuadres y la sensibilidad de los movimientos de cámara, la excelencia de los primeros y primerísimos planos y el estudio de los gestos, los contraluces y la definición de la imagen hacen de La pasión de Juana de Arco una de las grandes obras maestras de todos los tiempos. En correspondiente blanco y negro, Stopar construye un difícil rompecabezas, combinando dramatizaciones, algunas pocas fotografías de la época, fragmentos del propio film, e imágenes de archivo. El documental termina siendo ordenado e ilustrativo y si capta algo del misticismo de su criatura lo hace de soslayo. Aunque las imágenes están cuidadosamente seleccionadas, respondiendo con obediencia a lo expositivo de las voces que van guiando, involuntariamente, tal vez se pueda asociar con el found footage. En todo caso si este juego hubiera sido más explicito la película ganaría en creatividad y contemporaneidad. Sin aclaración explícita de quiénes son esas voces, sus testimonios parecen querer perderse en el agujero del tiempo, las imágenes borrosas y los juegos en el montaje. El film de Stopar pone atención, primero, en la obsesión de Dreyer por perfeccionar la densidad dramática de su actriz hasta identificarla enfermizamente con la Juana juzgada y martirizada a los 29 años durante el siglo XV, luego en la vida de Falconetti, desde sus años de esplendor económico, siempre basado en su casamiento con un millonario bastante mayor que ella, hasta su miserable muerte en Buenos Aires a los 54 años; y finalmente en la historia del nitrato que como buena parte del cine del periodo silente sufrió un derrotero de suerte dispar. Aunque muchas de ellas se perdieron, o se alteraron hasta perder el espíritu de su realización original. Los incendios que provocaron la perdida de los primeros negativos no alcanzaron para hacer que la Juana de Arco de Dreyer desapareciera: en un psiquiátrico de Noruega y gracias a la difusión de un incendio en un cine provocado por material nitrato, se halló durante la limpieza de un sótano, una copia que fue restaurada por la Cinemateca Francesa y hoy circula libremente por internet. El gran mérito de Stopar termina siendo como la mayoría de este tipo de documentales, invitar a asomarse a uno de lo momumentos cinematograficos de la historia del cine. La pelicula tendrá dos funciones mas en lo que queda de noviembre: Jueves 12, 19 y 26 de noviembre a las 21:15 en MALBA
Y otro documental más. Esta vez, la historia es al mismo tiempo la de un film -el clásico La pasión de Juana de Arco, de Carl Dreyer-, y de su protagonista, Renée Falconetti, quien vivió y murió luego en la Argentina. Otras dos historias -la de un film y la de una artista- que se corresponden simétricamente; otro film que hace de tal simetría su eje y objetivo. Breve e inteligente película.
Fantasmas de fuego, locura y muerte ¿Cómo poder encontrar algo parecido a la “verdad” detrás de la máscara del artificio? ¿Cómo acercarse a partir de las pocas piezas sueltas de un rompecabezas incompleto? ¿Qué poder tiene una mirada? ¿Qué fantasmas se encuentran en ella? Algunas de estas preguntas pueden originarse de la película Llamas de Nitrato de Mirko Stopar, director Argentino que vive desde hace unos años en la ciudad de Oslo, Noruega. Este film se vio en los festivales 17° BAFICI, aquí en la ciudad de La Plata en el 6° Festival Rec de las Universidades Públicas y en el 30° Festival de Mar del Plata, entre otros, y tuvo su estreno comercial recientemente en el MALBA. La obra es una combinación de documental y ficción que recorre la vida de la actriz francesa Renee Falconetti, desde sus primeros pasos en el teatro, algunos pasajes de su vida privada, el rodaje de La pasión de Juana de Arco (1928) de Carl T. Dreyer, el único largometraje donde ella actuó, y su vorágine final escapando de Francia ante las grandes deudas que había contraído, viviendo en Brasil y Argentina donde falleció en el año 1946. Cabe primero aclarar que no es la primera vez que se desarrolla una obra sobre la estancia de la actriz en nuestro país, habiendo sido previamente el director Edgardo Cozarinsky quien trabajó sobre este tema en Boulevares del crepúsculo (1992) (que no pude ver así que no voy a poder desarrollar una comparación con la misma). Por otra parte, puede establecerse una conexión con un film como Yo no se que me han hecho tus ojos (2003) de Sergio Wolf y Lorena Muñoz, el cual se embarcaba en al investigación de la cantante de tango Ada Falcón, y con la que comparte el uso de material de archivo y de otros films para construir el montaje de la obra, además del análisis de las idas y vueltas de la fama artística de estas personalidades. Pero también, por qué no, se puede establecer un paralelo con F de Falso (1973), de Orson Welles, en cuanto a la dificultad de separar los límites de lo verdadero y lo falso, de lo real y lo artificial, que ya se hallaban presentes en Ciudano Kane (1945), siendo estas dos películas los dos polos de la filmografía del director, dos caras de una misma moneda conceptual: la imposibilidad de poder construir la verdad y lo real. Volvamos a Llamas de Nitrato. Esta obra está efectivamente construida, como dice al principio una voz narradora, con “pocas piezas sueltas de un rompecabezas incompleto”. La figura de Falconetti es un puzzle, un laberinto, de la cual sobrevivieron de las llamas unos pocos elementos que permiten concretar señales de lo que fue ella en su vida. La película construye una interpretación a partir de estos datos acotados y elabora un mapa de la vida de la actriz, combinando información verídica con otras basadas en rumores, en mitos que rodeaban a la artista, y en otros casos, la información es reelaborada o inventada. A diferencia de los films mencionados previamente, el director realiza escenas ficcionales con actores que se asemejan a las personalidades que va relatando, y las diseña a nivel estético como material de archivo fílmico, con grano, ralladuras, saltos de proyección y degradación (algunas mas logradas que otras). Pero globalmente estas escenas se funden con el otro material proveniente de fotografías, afiches, recortes de revistas, diarios íntimos, fragmentos de La Pasión de Juana de Arco y otras películas, entre las que se incluyen muchas de directores argentinos como Carlos Hugo Christensen. De esta forma, el ritmo de la historia y las imágenes, acompañadas por una música casi de policial de “Cine Negro”, van generando una máquina veloz donde la diferencia entre el documental y la ficción, el archivo y la recreación se pierden, en una suerte de “contrato de verosímil”, que es ni más ni menos que la misma con la que es descrita Renne Falconetti por su hija: “una mujer que conocía tan poco”, “muy natural en el teatro y muy teatral en la vida”. Otro elemento importante de la película es la utilización de varías voces en diferentes idiomas que testimonian la vida de la actriz, entre los que se encuentran la hija de Falconetti, el director Carl Dreyer, amigos personales y compañeros de trabajo que la acompañaron. Es curioso como las diferentes nacionalidades también se encuentran entre los miembros que pertenecieron a la producción de La Pasión de Juana de Arco e incluso la misma Llamas de Nitrato. Y sin embargo, la única voz ausente es la de la misma Renee Falconetti. En un momento de la película se relata que, en la estadía que tuvo en Brasil en la década del 40, ella asistió a una función de Límite (1930-1931) de Mário Peixoto, donde supuestamente se encontraba Orson Welles. Allí, el testimonio clama que ellos son presentados diciendo que en ese momento se estaban saludando Ciudadano Kane y Juana de Arco. Este breve momento es sumamente importante para mostrar la conexión que existe entre estas películas y sus responsables. Al igual que Ciudadano Kane, Falconetti es una construcción derivada de testimonios. Todo son interpretaciones de lo que vemos o escuchamos de ella. Ella no tiene voz para contradecir lo que interpretamos de ella Quizás no la necesite. Porque lo que sigue siendo completamente fuerte es la presencia de su rostro, de su mirada, de los fotogramas de La pasión de Juana de Arco que vemos una y otra vez a lo largo de la historia. Nunca mejor mencionada la frase “una imagen vale mas que mil palabras”. Esa imagen de ella contiene los misterios, los sentimientos, las vivencias, los delirios. “Falconetti no sabía que que iba a pasar a la posteridad gracias a Juana de Arco” decía su hija. Y ella no solo paso a la posteridad por el personaje que interpretó como si fuera su propia identidad. Ella lo hizo también por los dispositivos que se presentan constantemente en el film. La imagen de celuloide, el proyector de fílmico, la cámara de fotos, la grabadora de sonido y los reproductores sonoros. Todos estos artefactos son esenciales para mantener la memoria viva por años y años. Como Mario Carlón escribió en su texto “El muerto, el fantasma y el que ‘está vivo’ en los lenguajes contemporáneos”, el grabado “nos contacta con un mundo de sombras habitado por fantasmas (muertos que hablan desde donde ya no están o que se desplazan con las marcas del “estar vivo” e incluso, a veces nos interpelan)”[1]. Y en esta película los fantasmas son varios. El primero es el de los muertos, presentes a través de los dispositivos de registro. Aquellos que mantienen viva y espectral a Falconetti, con su gran mirada en el encuadre cerrado. Es el fuego que incendia los materiales fílmicos, esas llamas de nitrato que quemaron las copias de tantas películas perdidas de nuestra tradición cinematográfica. El mismo fuego que incendió a la heroína francesa en la hoguera fue el mismo que quiso arderla nuevamente en una película de 35mm. Y también es el fantasma de la locura. La locura presente en Renne, en su megalomanía artística, en Juana de Arco, en Carl T. Dreyer, en aquél manicomio donde se encontró el film en su versión original luego de estar perdido durante años. Fue la locura la que la consumió a Falconetti. Fue la que la salvó de perderse en el olvido. Y mantenerse eterna como un fantasma, que nos interpela a nosotros en este film. No con su voz, sino con su mirada. ¿Natural o actuada? ¿Real o artificial? ¿Hay alguna diferencia? [1] https://docs.google.com/document/d/1NrVqJYSR_S_5vS-CBze1w_DAQVWDjfbQ6xAKcNMYdyU/edit?hl=es
Potlatch teatral. Los comienzos del cine estuvieron cargados de experimentación. Ya sea a nivel de las características estrictamente técnicas o de la evolución de la performance teatral hacia la actuación cinematográfica, muchas de las películas del período inicial de la industria, especialmente los films mudos de la década del veinte, han generado una especie de fascinación por su vanguardismo. Uno de los mejores directores de esa época fue el danés Carl Theodor Dreyer y hoy su película más conocida es La Pasión de Juana de Arco (La Passion de Jeanne d’Arc, 1928), la primera adaptación cinematográfica de uno de los íconos del nacionalismo francés. Para muchos, la mejor película hasta ese momento. Llamas de Nitrato (2014) es, gracias a su labor de investigación, una interesante reflexión sobre un caso importante del séptimo arte. La película analiza exitosamente la historia del cine a partir de la dispendiosa vida de la actriz Maria Falconetti (Renée Jeanne Falconetti), quien perdió toda su fortuna financiando obras de vanguardia después de renunciar al cine tras su rol protagónico en el film de Dreyer, para finalmente terminar en la pobreza, mantenida por la ayuda de francófilos sudamericanos. El documental se centra en la construcción de Falconetti como una destacada actriz francesa de la escena teatral de la primera posguerra del siglo XX. Llamas de Nitrato repasa la vida de la mujer desde sus comienzos en los teatros parisinos, atravesando su casamiento con un millonario, lo que le permitió realizar todo tipo de obras sin preocuparse por ganar el sustento, hasta el final de su carrera y su posterior suicidio. La obra de Mirko Stopar utiliza la figura de Falconetti y su famosa actuación en la película muda de Dreyer para analizar la construcción del aura mística alrededor del film, circunstancia que lo transformó en una obra ineludible para los cinéfilos. A través de entrevistas a diversas personas que la trataron durante su paso por Buenos Aires y el material de audio de Falconetti que se conserva, el documental reconstruye la severidad y el rigor de Dreyer, llevando a la bella actriz a lograr una de las interpretaciones más pasionales del séptimo arte, reconocida muchos años después de su primer estreno a través de la recuperación de la cinta original y su consiguiente reestreno. Entre las cenizas del nitrato, Stopar encuentra una verdadera historia paradigmática sobre las tragedias del cine y la creación de los mitos que transcienden el paso del tiempo para generar un canon. Aunque cada vez más se pierda ese anhelo por la búsqueda poética en manos de una espectacularidad que banaliza las emociones para convertirlas en mercancía apta para todo público, la historia del arte siempre deja una impronta en la psique colectiva, ya sea bajo obras de culto o clásicos, plantando las semillas de los espíritus futuros que volarán hacia poniente, incluso cuando miren hacia el pasado. Entre las llamas tal vez haya una imagen insoslayable…
Mujer del celuloide Hay historias y personajes que se venden solos por el carácter fascinante que conllevan. Luego, será la pericia del documentalista quien haga honor a ello. María Renee Falconetti, la protagonista de La pasión de Juana de Arco de Dreyer, y su tan misteriosa como intensa vida es el objeto de Llamas de nitrato, modesto acercamiento que propone el director Mirko Stopar -ya había un antecedente de peso en Boulevard del crepúsculo (Boulevards du crépuscule: Sur Falconetti, Le Vigan et quelques autres en Argentine, 1992) donde Edgardo Cozarinsky dio cuenta de la historia acerca del periplo que siguió la actriz francesa-. Ante el desafío por suplir la escasez de documentos, Llamas de nitrato recurre a variadas formas de enunciación, algunas de las cuales son efectivas y funcionan. Por ejemplo, la adopción de estilos de locución propios de los noticiarios cinematográficos de la época, la idea de respetar la materialidad del celuloide como dispositivo de representación y portador de una dimensión espectral, además de utilizar archivos fotográficos inéditos. Otras maneras, en cambio, surgen un poco afectadas y reiterativas. El uso de la voz en off en tanto testimonio ofrece valiosos aportes, pero atenta contra el documental la urgencia por mantener un tono didáctico que también pretende sostenerse con dramatizaciones, tal vez, innecesarias. Sin embargo, no debe soslayarse la virtud de Stopar en cuanto a mantener la atención del espectador. En ese ritmo que la película imprime se advierten con claridad los aspectos más oscuros y extraordinarios de la vida de Falconetti: sus inicios en el teatro, la tortuosa experiencia con Dreyer, los vaivenes amorosos y los viajes de los cuales apenas quedan registros difusos, incluida su estadía en la Argentina. Llamas de nitrato, entre otras cosas, también puede verse como un trabajo sobre los efectos del celuloide, lo que pone en evidencia el amor y el gesto cinéfilo de su autor. NdR: Esta crítica es una extensión de la ya publicada durante el Festival de Mar del Plata.
La vida secreta de una estrella ¿Qué misterios rondaron la vida de Renée Falconetti, la actriz francesa que en 1928 protagonizó el ya mítico film mudo La pasión de Juana de Arco, dirigido por Carl Dreyer? ¿De qué modo transcurrieron sus días antes y después de haber realizado ese trabajo que le dio fama universal? ¿Por qué caminos siguieron sus éxitos y sus fracasos como artista y como mujer? Estas y otras preguntas quedan disipadas en este documental que sigue paso a paso su existencia desde su nacimiento en 1892 hasta su muerte, en 1945. Sus comienzos en el mundo del espectáculo los dio en el teatro, primero en escenarios revisteriles y luego como principal figura en obras de la dramaturgia universal. Por aquellos tiempos transitó la gloria y el éxito en el París finisecular de la década del 20 hasta que el director Carl Dreyer, quien estaba buscando a la figura principal para protagonizar su película, se sintió atraído por su belleza, su desenfado y su talento, y le ofreció ser la protagonista de su ambicioso film. Ella se negó en principio a esa invitación, pues no creía en el cinematógrafo, un arte que hacía los primeros pininos en las pantallas del mundo, aunque sin embargo, y tras la insistencia de Dreyer, accedió a la propuesta. Esta primera y única aparición en la pantalla de la Falconetti eclipsó todo lo que hizo antes y después. A partir de los pocos datos que quedan de su vida, Llamas de nitrato busca dar una mirada sobre la mujer y la actriz, ambas inseparables, y explorar los complejos mecanismos que operaron en el recorrido entre una intransigencia artística sin concesiones y su casi voluntaria autodestrucción. Por la pantalla, y a través de imágenes que se habían perdido en el tiempo y de impecables reconstrucciones de la época, desfilan los tramos más sobresalientes de Falconetti como actriz y, al mismo tiempo, su matrimonio con un millonario que construyó un teatro para ella, sus diversas aventuras amorosas, sus constantes caprichos y su lento declive artístico y financiero. Paralelamente, el documental examina con lujo de detalles la intimidad de la filmación del film de Dreyer, censurado, mutilado, quemado y perdido durante años, hasta la azarosa aparición de un negativo original en un manicomio noruego en la década del 80, copia que aún se conserva. Están aquí también las tormentosas jornadas de filmación de La pasión de Juana de Arco que provocaron la performance desgarradora de la actriz y su posterior derrotero que la obligó, perseguida por sus acreedores, a refugiarse en Brasil para luego trasladarse a Buenos Aires, donde sobrevivió gracias a la ayuda de algunos adinerados compatriotas hasta su muerte, su entierro en el cementerio de la Recoleta y, años después, el traslado de sus restos a su Francia natal.
Se encuentra bien desarrollada con imágenes interesantes al igual que su relato, en blanco y negro, una buena recopilación de archivos de la época, fotos, entrevistas, entre otros elementos. Cuenta con una buena estética visual. Ideal para los amantes de la cinematografía.
Bien podría llamarse El secreto de Falconetti, y también estaría bien. No es la única licencia poética que Mirko Stopar se toma para abordar la enigmática vida de la actriz María Falconetti (Renée Jeanne Falconetti: Pantin, Francia, 21 de julio de 1892 - Mendoza, Argentina, 12 de diciembre de 1946), quien protagonizó “La pasión de Juana de Arco”, de Carl Dreyer, en 1927, acaso uno de los más importantes filmes del período mudo, pero que, paradójicamente, significó en la joven actriz un encasillamiento que opacaría toda su carrera anterior y posterior, hasta despojarla de identidad dentro y fuera de la pantalla (o arriba y abajo de los escenarios). Así es “Llamas de nitrato”. Toda una traslación al pasado, ya desde el título. La realización, instalada en una impronta cronológica, no llevará a conocer a Goldstuck, el mentor de la estrella, su aceptación en la Comedie Francaise, hasta detalles del viaje de Carl Dreyer a Francia para buscar a Juana. Con un montaje decidido y efectivo veremos anécdotas cómo que filmar la vida de Juana se decidió entre otras dos propuestas, según quien sacara el palito más largo, o el durísimo casting que no conformaba al director hasta que vio a Falconetti en el teatro. Las voces en off de una pariente de Falconetti, el propio Dreyer, el diario de Robert Sousse, miembros del equipo técnico, y alguna otra, van relatando y decorando imágenes de archivo y dramatizaciones con actores (la cámara en picado mostrando una prueba de cámara / casting entre la actriz y el director). Poco más de 40 minutos son los que minuciosamente describen su paso por el cine y su posterior decadencia económica. Luego vendrá su viaje a Sudamérica, particularmente a la Argentina, como Falconetti Orroza. Está claro que “Llamas de nitrato” es un valioso documental para construir otro eslabón en la historia del cine universal, y también una invitación a la recorrida por una vida nacida para ser contada en formato de ficción, pero que aquí sienta una de esas piedras basal que para los cinéfilos del mundo es oro puro.