Aun cuando puede generar amores y odios, M. Night Shyamalan es uno de los directores de cine fantástico y de terror más destacados de las últimas dos décadas. Una puesta en escena calculada, guiones que funcionan como mecanismos de relojería y vueltas de tuerca sorprendentes ya son su sello distintivo. Otros directores fueron estrenando películas con suspenso y finales shockeantes, aunque sin acercarse -ni pretender hacerlo- al estilo del cineasta indio. Pero la excepción llegó por el lado de Fercks Castellani. Lo demostró en Pájaros negros, su ópera prima, y lo confirma en su nuevo film, Lo inevitable. Estamos en la década del ‘30. Juana (Juana Viale), su hija Laura (Daryn Butryk) y su hermano Marcos (Luciano Cáceres), viajan en auto a través de una noche lluviosa. Por la radio anuncian el fin del mundo. De pronto tienen un accidente y deben refugiarse en una casa abandonada. Allí siguen atentos a las noticias del inminente apocalipsis, que incluye la aparición de extrañas criaturas. Para peor, un extraño individuo (Javier Godino) merodea en los alrededores. La película puede interpretarse como una mezcla de dos films de Shyamalan: Señales y, sobre todo, La aldea. Tenemos un clima de amenaza latente, con personajes que deben poner a prueba sus creencias, pero con un horror que termina siendo la punta de un iceberg más profundo, más complejo. Pero a diferencia de su colega, que suele dejar al público con una sensación de alivio, Castellani tiene una impronta más fatalista. O por lo menos, rehuye a las convenciones del final feliz más clásico. Entonces no teme adentrarse en el territorio del folk horror, acercándose a algunos exponentes actuales –Hereditary, de Ari Aster, por ejemplo- y a la imaginería de H.P. Lovecraft. Además de los aspectos narrativos, Castellani da muestra de una madurez formal, principalmente a la hora de construir un ambiente apocalíptico usando recursos calculados. Aquí son de vital importancia la fotografía de Eduardo Pinto, la música de Nicolás Iaconis y, en especial, el trabajo con los actores. Juana Viale le da un carácter misterioso a su personaje, y continúa demostrando su porte cinematográfico. Luciano Cáceres tiene la capacidad de expresar la brutalidad y la introspección de Marcos, y Daryn Butryk tiene una presencia más que interesante. Por su parte, el español Javier Godino vuelve al cine nacional en otro papel breve pero clave, como el de El secreto de sus ojos. Lo inevitable es un producto cuidado, que apuesta a menos es más y sale ganando. Además, Castellani demuestra que sabe rendirle tributo a un ídolo, pero también que tiene armas para consolidar una voz propia.
Escrita y dirigida por Fercks Castellani, "Lo Inevitable" nos sumerje en la historia de los hermanos Juana (Juana Viale) y Marcos (Luciano Cáceres) y la hija (Daryna Butryk) de uno de ellos. El trío sufre un accidente mientras viaja en auto por la ruta y ante la tormenta deciden refugiarse en una casa cercana. La radio es un personaje más de la trama, informando sobre el fin del mundo que se acerca. La llegada de un nuevo y misterioso personaje interpretado por Javier Godino (un actor que desde "El Secreto de sus Ojos" es convocado de manera frecuente para trabajar en nuestro país) aporta confusión a la familia que se enfrentará al inminente Apocalipsis. El fanatismo religioso y lo sobrenatural aparecen en este thriller ganador del Primer premio Sitges Pitchbox Award en el certamen Blood Window de Ventana Sur. Lo mejor que tiene la película es la fotografía de Eduardo Pinto, la Dirección de Arte de Norah Busto, el vestuario de Keila Pampillón y detalles que nos sitúan en la década del 50'. El clima está muy bien logrado para este intento de suspenso sobrenatural que tiene un aire a los films de Shyamalan, sobre todo a "La Aldea". Las actuaciones resultan convincentes para los personajes que les toca interpretar.
Una de terror con Juana Viale y Luciano Cáceres La llegada del Apocalipsis aterra a la religiosa familia de la película de Fernando Fercks Castellani, ganadora de Blood Window. Una furiosa tormenta azota en la noche a los tres protagonistas de esta historia (Juana Viale, Luciano Cáceres y Daryna Butryk), mientras viajan en auto en medio de la ruta. La radio anuncia la cercanía de un evento de dimensiones apocalípticas cuando el vehículo choca con un árbol y los personajes deben recluirse en una casona abandonada. Todo es insinuación en Lo inevitable (2021), tanto el coche como las vestimentas nos informan que estamos a principio del siglo XX, mientras que el suceso de dimensiones apocalípticas nos refiere al día del Juicio Final. Develar los motivos de la existencia de la mencionada Hermandad es el mayor condimento de este relato. El film tiene una cuidada estética de época y unos funcionales climas claustrofóbicos en sintonía con el género desarrollado, pero el mayor logro es el diseño de sonido, fundamental para sumergirnos en la atmósfera asfixiante que envuelve a los personajes, amenazados por un terror siempre fuera de campo. Estos detalles sugieren de manera constante en una historia que intenta administrar la información con tanta cautela que queda al borde de la confusión. La película empieza con el conflicto en curso bajo una estructura “a contra reloj”, narrativa que necesita incrementar la tensión minuto a minuto hasta llegar a la revelación final, algo no muy bien logrado. La sensación es que, con las cartas sobre la mesa, la película gira sobre las mismas ideas sin otro fin que llegar al revelador final. Sin embargo, su limitada duración de apenas una hora ayuda a sostener la tensión temporal y disimular la evidente sensación de redundancia. Castellani (Pájaros negros) se apropia del género de sectas satánicas no muy transitado por el cine nacional, con este trabajo que vale por el ejercicio formal planteado. Las pequeñas pero específicas intervenciones de Javier Godino y Carlos Portaluppi cierran este relato con referencias claras a La bruja (The Witch, 2015) y El monstruo de la laguna negra (Creature from the Black Lagoon, 1954), entre sus imponentes imágenes. Pero tal vez la revelación más aterradora esté ya implícita en su afiche promocional, que confirma aquello que todos imaginábamos: la conexión de Juana Viale con el mismísimo demonio.
El cine de terror está muy ligado con lo religioso, especialmente lo cristiano. El subgénero de posesiones está muy presente hoy en día con la saga del Conjuro de James Wan o cualquier otro refrito que sale dos veces al año. Se relaciona al fanatismo religioso y de la fe dentro del terror pues se habla de portales, los mismos son el paso entre el más allá o el infierno con el plano material, así como también el enlace para poder contar historias. ”Una familia se refugia en una antigua casa de campo las últimas horas antes del anunciado juicio final. Pero la aparición inesperada de un intruso, que dice ser un salvador, pone en riesgo su fe y su destino.” Es la sinopsis de la nueva película escrita y dirigida por Fercks Castellani. Luciano Cáceres, Juana Viale, Daryna Butryk y Javier Godino encabezan el elenco de este filme donde los recursos son aprovechados, el 90 % de la película ocurre en una casa donde esta familia debe tomar una decisión en esta especie de apocalipsis que anuncia la radio. La fotografía de Eduardo Pinto es un gran acierto, le da un enfoque sofocante, lúgubre y onírico, parece haber salido de una pesadilla esos tonos opacos y negruzcos. La música de Nicolás Iaconis IV nos adentra más dentro de esta historia que resulta asfixiante, así como el manejo del sonido detallista. El problema con Lo Inevitable cae en su guión, que si bien como dije anteriormente, aprovecha los pocos recursos para contar una historia decente, las lagunas argumentales son tantas que pueden ahogar a los espectadores. Los personajes no son proactivos y se limitan a lo que tienen, les falta chispa y dinamismo. El final si es inesperado y un 30 % convincente. Si bien no es una excelente ni mala película, puede ser el inicio de un resultado mejor en caso de que Castellani decida involucrarse más dentro del cine de terror. Calificación 6/10
“Lo inevitable” de Fercks Castellani. Crítica. Francisco Mendes Moas Hace 1 día 0 18 Formando parte de una semana compuesta por grandes estrenos se encuentra “Lo inevitable”. Dirigida por Fercks Castellani e interpretada por un gran elenco, entre los que se encuentran Luciano Cáceres, Juana Viale y Javier Godino. Sumándose así a una ola, que crece a ritmo constante e imperturbable, de cine de género argentino. Por suerte los administrativos que el público también quiere ver este tipo de películas. Es así que llega a las salas de cine esta intrigante historia sobre sectas y religión, donde las creencias y las manipulaciones van juntas a la par. Una madre ciega (Juana Viale), su hija (Daryna Butryk) y su hermano (Luciano Cáceres) se encuentran escapando del juicio final en un viejo auto, durante una copiosa lluvia. Tras un accidente, el auto queda inutilizable y deciden refugiarse en una antigua casa de campo que ven cerca. Su único nexo con la realidad exterior es una vieja radio que relata las noticias. Al menos, hasta que la realidad los encuentra a ellos, encarnada en un intruso (Javier Godino), el cual viene a ponerle fin a todo y liberar a las mujeres de sus destinos. Esta trama de encierros, ya que el grueso de la misma transcurre en la casa de campo, y armagedones solo podía funcionar de una manera. Manipulando constantemente la información brindada al espectador. Nada sabemos en un inicio, salvo que el fin del mundo está cerca y que la mujer ciega podría haberlo evitado de haber elegido continuar en el compendio religioso, que de ahora en adelante llamaremos secta. Juana Viale es la clave de todo, empero la mayor parte del tiempo inflexiblemente niega su rol. Por su parte el personaje de Luciano Caseres y el de Daryna Butryk, creen en la causa. Temen al fin y comulgan con los relatos de la radio, como cuenta la leyenda que sucedió en algunos pueblos durante el radioteatro de “La guerra de los mundos” de Orson Welles. Lo cual los llevará a accionar de manera indirecta o directa en pos de convencer a la madre para detener todo. Aquí es cuando Javier Godino se presenta como una tercera fuerza en discordia, que nos lleva a replantearnos la veracidad de los hechos acontecidos. Participe clave para generar la intriga y el desconcierto del espectador, quien hasta el momento solo contaba con una versión de la historia. Al mismo tiempo todo se sostiene gracias una compleja construcción visual y sonora, que hacen de la cabaña algo esotérico. La decoración convierte a la casa de campo en algo claustrofobico pero que en simultáneo genera agorafobia. Además de algunos momentos que pertenecen al lado más oscuro del campo onírico, utilizados para representar la incomprensión por parte del personaje de la hija. Nobleza obliga, destacar las interpretaciones de Daryna Butryk y Javier Godino quienes contagian la sensación de mundo ocultista y la hacen pasar a través de la pantalla. Acompañados de los siempre sólidos Luciano Caseres y Juana Viale. Entrado el tercer acto el desconcierto por momentos se vuelve hiperbólico. Una seguidilla de actos y acciones que dejan a cualquiera recalculando, para luego unir todo de manera exquisita, igualando a los mejores momentos de M. Night Shyamalan. Por momentos descabellado y por otros rozando el delirio, tenemos aquí uno de los mejores finales del año, dentro del cine argentino. Otra sólida demostración de que se puede hacer cine de género argentino. “Lo inevitable” consigue sortear las complejidades de un presupuesto ajustado con ingenio, logrando buenos resultados. Esperemos que este sea el inicio de una rueda que no se detenga jamás y que alguien le dé más dinero a Fercks Castellani para realizar su próxima película, seguramente los resultados serán sorprendentes.
Lo mejor que puede decirse de este nuevo largometraje del director de Pájaros negros pasa por su cuidado, su prolijidad, su indudable profesionalismo, pero esos atributos estéticos y técnicos no alcanzan a compensar todos los lugares comunes que surgen en el terreno del guion y las actuaciones. Ambientada casi un siglo atrás, Lo inevitable comienza durante una noche de tormenta. Mientras la radio -un elemento recurrente- nos informa de una situación misteriosa y del orden de lo apocalíptico, Juana (Juana Viale), su hija adolescente Laura (Daryna Butryk) y su hermano Marcos (Luciano Cáceres) viajan en un automóvil que termina chocando y queda varado. Los tres entonces buscan refugio en una cercana casona abandonada, donde no tardarán en ocurrir hechos sobrenaturales y en aparecer extraños personajes como el que interprea Javier Godino. El film -que trabaja casi siempre en una única locación y con solo cinco personajes (también aparece un reverendo a cargo de Carlos Portaluppi)- apela a demasiados clichés del thriller psicológico con ínfulas de terror religioso. Es cierto que el trabajo del director de fotografía Eduardo Pinto le da al relato algo de esplendor visual, pero las situaciones, conflictos y resoluciones son tan trilladas que uno no puede más que ver a este film como un “inevitable” subproducto en la línea del cine de M. Night Shyamalan, Ari Aster, Drew Goddard o Robert Eggers. Menos de lo mismo.
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En una noche de lluvia torrencial, una casa oscura y abandonada asoma en la lejanía. Los ocupantes de un automóvil averiado deciden in a buscar refugio y esperar la inminente llegada de una salvación. Ese inicio evoca clásicos del terror como El caserón de las sombras (1932) de James Whale -siempre con la variación del peligro que les espera, que pueden ser fantasmas, cultos satánicos u ociosos aristócratas-, que Fercks Castellani (Pájaros negros) plantea como decálogo obligado de su segunda película, Lo inevitable. En ese gesto de declarada pertenencia está el interés por el terror que exuda su universo, más allá de la evidente literalidad en su ejecución y la forzada inclusión de todos los clisés imaginados. Es que Lo inevitable convierte cada operación en su eterna reiteración: los recorridos por la casa a oscuras, el discurso apocalíptico de la radio, los versículos que subrayan el fanatismo, el trasfondo de paranoia que recuerda al affaire Orson Welles y La guerra de los mundos. Lo que en el terror exige complejidad dramática aquí se limita a una insistente acumulación efectista, que si bien modela una atmósfera visual ominosa y opresiva, la desgasta con diálogos endurecidos, personajes mal definidos, relámpagos insistentes y una puesta en escena machacona que empobrece las mejores intenciones.
El resultado de un proyecto independiente, con un elenco encabezado por Juana Viale, Luciano Cáceres, y las actuaciones especiales del actor español Javier Godino y Carlos Portaluppi. En el argumento lo que más terror causa es cómo funcionan las sectas, el lavado de cerebro sistemático y la influencia de los medios. Esos temas son el telón de fondo de lo que le ocurre a una familia religiosa, convencida de la llegada al apocalipsis, que deben refugiarse en una casa abandonada y reciben la visita de un intruso. Qué dudas, qué secretos guardan esos dos hermanos, él fanatizado, ella en crisis y la adolescente que se balancea entre esos mundos y esas demostraciones de poder. El director y guionista Fercks Castellani incluye en esa larga noche, profecías y versículos de la biblia, mientras desde una radio se anuncia constantemente la llegada del fin. Buenas ideas, algunas solo sugeridas, otras resueltas con poco presupuesto, pero con un clima ominoso y tenso que preanuncia el final.
"Lo inevitable", con Juana Viale: el fin del mundo está cerca Lo inevitable es una película sobre gente chiflada a la que, sin embargo, le falta locura, desquiciarse junto a esos personajes que creen a pies juntillas que el Final (así, con mayúsculas) está cerca. Cruza del ideario de El cuento de la criada, con los hombres supuestamente mandatados por Dios –o algo así– para timonear los destinos de las mujeres, y del sectarismo místico-alucinatorio de Midsommar, de Ari Aster, las primeras acciones de la película del realizador Fercks Castellani adscriben rápidamente al modelo narrativo del terror religioso al mostrar la llegada de una familia a un caserón abandonado en medio de la nada luego de que el auto en el que viajaban choca en plena noche. Allí no hay nadie, una tranquilidad inicial para quienes parecen estar huyendo de algo. O de alguien. Desde ya que no es una familia muy normal: mamá Juana (Juana Viale) viste un atuendo íntegramente negro, con un sombrero muy similar al de Elisabeth Moss en la adaptación del libro de Margaret Atwood; su hermano Marcos (el siempre intenso Luciano Cáceres) repite versículos de la Biblia como verdades absolutas, y la hija de ella, Laura (Daryna Butryk), no termina de entender del todo lo que está pasando. La casa está en penumbras, solo iluminada por velas y lámparas a kerosene que tiñen las imágenes de una tonalidad anaranjada. En ese sentido, Lo inevitable –que parece transcurrir en la década de 1930– es técnicamente irreprochable en sus escenas de interiores, que son amplia mayoría: hay en los movimientos de cámara cierta elegancia, una fotografía que aprovecha los contrastes entre las luces y las sombras para imprimir un aura de misterio y acechanza. Un acecho que permanece, al menos al principio, en estricto fuera de campo y del que solo llegan noticias a través de una radio que emite comunicados oficiales alternando sobre la llegada del Apocalipsis, con frases como “El momento ha llegado”. Las dudas sobre cómo proceder son el núcleo central de la discusión entre Juana y su hermano, quien tiene por costumbre latiguearse la espalda para purgar las culpas. Algunos flashbacks revelarán luego un pasado luminoso, de prendas blancas y cielo celeste, reforzando así la similitud con Midsommar. Los problemas empiezan en la segunda mitad del metraje. Aquello sugerido queda en eso, en el esbozo de una trama que nunca llega a desarrollarse. A cambio, aparece en la puerta un personaje tanto o más desquiciado que los integrantes de una familia que, de allí en más, seguirá cada uno su rumbo. Marcos continuará con su trip mental enfrentándose con el recién llegado (Javier Godino) en el bosque que rodea el caserón, al tiempo que Juana caminará por la casa y entre los árboles como si estuviera desnorteada, sin rumbo, igual que la película. Lo inevitable, entonces, termina siendo una hija putativa de cierto cine de terror psicológico contemporáneo de ínfulas autorales, en la línea del mencionado Aster, Robert Eggers (La bruja, El faro) o David Robert Mitchell (Te sigue). En esa línea se entiende una última imagen que apuesta a resignificar buena parte de lo visto y tiene en su ADN la huella de M. Night Shyamalan.
Lo Inevitable es una de esas películas que no te da todas las respuestas, no sobre explica nada. Religión, apocalipsis, profetas y profecías son algunos de los ingredientes que la convierten en un exponente interesante dentro del cine de género nacional.
FINAL ANUNCIADO El imaginario religioso cristiano es una de las fuentes simbólicas usadas con más frecuencia en el cine de terror occidental. Argentina no es la excepción y Lo inevitable, nuevo estreno dirigido por Fercks Castellani (Pájaros negros), viene a engrosar esa lista desde el terror psicológico y el suspenso. La novedad viene por la ambientación de época que genera en el film un clima enrarecido que, sin embargo, se encuentra desaprovechado por un relato irregular que se desmorona en la segunda mitad, colapsando en su final con un giro anunciado en los diálogos. Hay un arranque prometedor: dos hermanos escapando de alguna amenaza, Juana (Juana Viale) y Marcos (Luciano Cáceres), junto a la joven hija de Juana, Laura (Daryna Butryk), se desvían del camino para terminar en una pequeña casilla. Suena una radio de forma constante anunciando un evento que promete ser tan devastador como “iluminador”, en el sentido más apocalíptico posible, y comienza a palpitarse la tensión y desacuerdos respecto a qué hacer. Aquí la película construye este momento con minuciosidad: los planos cerrados, la fotografía lúgubre de la casilla, la presencia omnipotente y declamatoria de la radio; Lo inevitable elabora una introducción asfixiante a la que se suma cierta intensidad actoral y subrayados un tanto groseros, pero en una producción de terror con facetas tan exploradas, el marco de la historia parece alinearse con esta intensidad. En este tipo de películas de terror psicológico, construidas esencialmente en un espacio cerrado, es importante poder definir con precisión el “afuera”, esa amenaza fuera de campo que consume a los personajes. Aquí comienzan a advertirse algunas irregularidades que se confirman en la segunda mitad de la película. La amenaza latente permanece apenas esbozada y parece el germen de una idea que no ha terminado de desarrollarse, siendo los flashbacks apenas una capa más para comprender la interacción del trío protagónico, pero hay toda una mitología que subyace y permanece de forma aislada y confusa. Es apenas una suma de datos vacíos que se resignifican en los últimos 15 minutos de una forma apresurada, sin que llegue a impactarnos sobre la totalidad del relato. Más allá de sus irregularidades en el relato, con Lo inevitable sucede algo que en una película de género es prácticamente imperdonable: el suspenso se licúa en las palabras que anuncian de forma casi explícita lo que va a suceder. ¿Cómo construir terror psicológico sin suspenso? Todo un clima ominoso, elecciones técnicas y formales interesantes y una ambientación de época de comienzos de Siglo XX no alcanzan para engancharnos en la trama asfixiante de la película, en parte porque no puede responder a esa pregunta. Sin una base sólida, no hay cimiento que aguante.
Ella habla sola. En este reciente opus de Fercks Castellani (Pájaros negros) coexisten dos modelos diferentes para abordar un cuento de terror. También, en ese cruce de tonos se encuentra lo positivo y negativo de la propuesta, de impecable factura técnica tanto desde el rubro de la fotografía, pasando por el sonido y la dirección de arte, hasta la cuidada puesta en escena, con una ambientación de época más que aceptable. En la línea de película religiosa con amenaza latente y paranoia ante la posible llegada del día del apocalipsis, el director despliega en el primer acto toda su arquitectura minimalista, recurso que sugiere más de lo que realmente muestra. Sintonía casi perfecta con la idea de la paranoia y la contradicción con lo que se cree ya directamente afincado al concepto de la fe. Sin embargo, una precipitada vuelta de tuerca, coincidente con un cambio de registro en el relato, cambia las reglas del minimalismo por otra más complaciente como la de la exposición visual de todo aquello que funcionaba mucho mejor fuera de campo. Poco puede rescatarse en el desempeño general del elenco. Son correctos y nada más los aportes actorales de Juana Viale, Luciano Cáceres, Javier Godino. El resto de personajes secundarios no brillan demasiado. Es por eso que en un balance general, Lo inevitable cumple en el rubro técnico pero no dignifica al género y mucho menos a una interpretación novedosa de tópicos (fanatismo religioso, falsos profetas, paranoia religiosa, amenaza latente en territorio extraño) sumamente utilizados.
Se viene el fin del mundo y mete miedo De Hollywood a este punto del planeta hay películas de sobra para hablar del fin del mundo y del nuevo orden. “Lo inevitable” también lo hace, pero lo muestra desde un lugar tan cercano que mete miedo. El realizador Fercks Castellani utilizó citas bíblicas y ambientó el filme con un logrado criterio estético para plantear una escena apocalíptica que atraviesa la Argentina sin necesidad de precisar detalles sobre fechas ni lugares. “Esto es una guerra” plantea Marcos (Luciano Cáceres), quien se refugia en una casona de campo junto a su hermana Juana (Juana Viale), acompañada de su hija Laura (Daryna Butryk), quien respeta más las órdenes de su tío que las de su mamá. La radio es el medio de comunicación por excelencia, por lo que se deduce que todo ocurre en la década del 20 o del 30 en el siglo pasado. Sin embargo, Castellani tiene guiños permanentes hacia la actualidad. Sobre todo cuando se cita que Juana posee un don y tiene “miles de seguidores”. O cuando refiere que se viene una sudestada y que hubo un suicidio masivo en Brasil: imposible no asociarlo al fanatismo mesiánico que comanda Jair Bolsonaro. La distopía estructurada desde una clave que pivotea en un arco que va de la fe religiosa al fanatismo de las sectas se presenta cercana en “Lo inevitable”, cuyos personajes apuntan a sacrificarse para limpiar el mundo con el propósito de recibir lo que viene, que siempre será mejor. En ese contexto, Juana primero hará oídos sordos a la profecía, pero armará un trabajo silencioso mientras el eclipse avanza y los pastores levantan su mensaje hacia su gente, que van tras ellos como ovejas de un rebaño. En síntesis, una propuesta de género con cuidado diseño de arte en una producción independiente y realizada de manera cooperativa: una buena señal del cine argentino que se sigue reinventando para desafiar la crisis.
Ganadora del reciente concurso “Blood Window”, esta apuesta al género sobrenatural bajo una mirada de autor, nos trae el desafío que enfrenta una familia, buscando sobrevivir en horas críticas que presagian el apocalipsis. Una mirada de corte netamente religioso anuncia que el lado correcto elegido salvará a unos pocos. Enmarcado en los límites de un thriller fantástico, “Lo Inevitable” transcurre a mediados de los años ’50. El realizador de “Pájaros Negros” se inspira en el cine de M. Night Shyamalan (a quien homenajea, de modo explpícito), construyendo un producto de infrecuente hallazgo en nuestro medio. Un detallista tratamiento del color y la gravitación de personajes perturbados por inquietantes traumas internos conforman las principales características de un film en donde el factor externo actúa como desencadenante. La llegada de un extraño coloca en jaque creencias y devela secretos, favoreciendo a la construcción del clima. Claustrofobia e incertidumbre buscan elevarse como condiciones que impacten en el espectador. Fercks Castellani presta especial atención al conflicto autocontenido en las dimensiones de una cabaña, terreno propicio para un atractivo uso del fuera de campo, como instrumentación de una intriga siempre sugerida y nunca explícita en dar conclusiones. Entre falsos profetas y funestas profecías, la imaginación dará forma al miedo que no se representa con imágenes.
Una familia bajo influencia de profecías apocalípticas se refugia en una antigua casa de campo las últimas horas antes del anunciado Juicio final. Pero la aparición inesperada de un intruso, que dice ser “un salvador”, pone en riesgo su fe y su destino. Con la onda sectaria, oscura, religiosa y de época ya atrapa. Lo inevitable de Fercks Castellani sorprende de entrada con una historia que por lo menos quien escribe no escuchó demasiadas veces. A ver: sí, lo del fin del mundo sí, pero no con esta forma de contarlo que plantea la película protagonizada por Juana Viale, lo cual me hizo recordar a esa “broma radial” de Orson Welles en Guerra de los Mundos. “Lo inevitable se sumerge en lo más profundo de los vínculos de una familia religiosa. El contexto del relato es la inminente llegada del Apocalipsis. Las criaturas se aproximan para juzgarlos. El destino ha llevado a los protagonistas a convivir en un refugio abandonado, esperando que todo suceda y puedan seguir con vida. Pero esto no es lo único que debe preocuparnos, sino la naturaleza de los personajes que traen consigo secretos personales que guardan bajo llave. Todo empeorará aún más con la presencia inesperada de un intruso que pondrá en jaque todo plan de supervivencia familiar y revelará su lado más oscuro… Será momento de descubrir sus verdaderas misiones, antes de que sea tarde”, comenta su director Fercks Castellani. Uno puede llegar a pensar que es una película de terror, pero no, no hay terror; no hay sustos, hay algo más intimidante, hay tensión todo el tiempo, generado sobre todo por Daryna Butryk y Luciano Cáceres, con dos performances de alto nivel. Todos los ingredientes están muy bien manejados, sobre todo el sonido, algo esencial en este tipo de películas, y un plot twist digno de Shyamalan (de esos que le resultan bien).