Como su título lo indica, esta película se trata de dos mujeres, Josephine (Anne Hathaway) y Penny (Rebel Wilson), quienes se dedican a engañar, especialmente, a hombres millonarios. Ellas comienzan sus tareas por separado, hasta el momento en cual se dan cuenta que la unión en el trabajo puede marcar la diferencia en ambas. Por lo tanto, comienzan sus nuevos planes para juntas recaudar la mayor cantidad de dinero posible. Nos encontramos ante la primera película dirigida por Chris Addison, quien ya experimentó previamente con el género comedia, debido a que estuvo a cargo de varios capítulos de la famosa serie “Veep”. Asimismo, vemos en pantalla a dos actrices también con experiencia en la comedia, tanto Anne Hathaway como Rebel Wilson se desenvolvieron en varias películas que siguieron este género. Sin embargo, hay algo que falla en esta cinta y es la reiteración de ciertos chistes que ya se han visto previamente. Varios de ellos tratan sobre el aspecto físico de la actriz Rebel Wilson, toman esto para desarrollar varias acciones y que su personaje haga el ridículo. Su figura se contrapone a la de la actriz Anne Hathaway, diferenciándola tanto en apariencia como en su manera de actuar, de vestir, entre otras características. Por este motivo, algunos de los momentos cómicos de la película pueden generar molestias debido a la temática que abordan, esto es, generar chistes en base a la apariencia física de una persona, y, además, pueden resultar ya visualizados en cintas anteriores. Con respecto a la trama, la película toma la historia de “Dos pícaros sinvergüenzas” del año 1988, protagonizada por Steve Martin y Michael Cane. En esa ocasión, los estafadores eran dos hombres, caso contrario al film analizado en esta oportunidad. Por lo tanto, la cinta toma una historia ya realizada, pero invierte los roles, ahora son los hombres quienes resultan engañados. Pueden destacarse durante el largometraje algunos movimientos de cámara que resultan interesantes. En resumen, “Maestras del engaño” repite varios elementos ya visualizados en propuestas anteriores. Las actrices protagónicas realizan un buen trabajo, pero el guion las conduce a realizar acciones y frases que pueden resultar reiterativas.
“Maestras del Engaño” es una remake de la película “Dos Pícaros Sinverguenzas” (1988), pero ésta vez protagonizada por dos mujeres, Josephine (Anna Hathaway) y Penny (Rebel Wilson, aquí también productora) cuyos trabajos consisten en desvalijar candidatos millonarios. Adentrándonos en la historia dirigida por Chris Addison, veremos en el film que son bien diferentes en sus estilos y formas de hacerse del dinero. Una de ellas de manera torpe y con mentiras y la otra, más sutil, utilizando su belleza como señuelo de ardides y engaños. Los supuestos candidatos munidos de mucho dinero caen en las distintas trampas y son despojados parcialmente de una parte de sus patrimonios. Al principio, cada una trabaja por separado, hasta que casualmente se conocen a bordo de un lujoso tren. Ambas deciden excluir a la otra para lograr exclusividad, pero no será tan fácil. La competencia para ver quién triunfa comienza con la apuesta de cual de las dos será capaz de sacarle mucho dinero a un experto en tecnología. El guión resulta naif para la actualidad ya que muy pocos hombres caerían en falsas verdades como las aquí mostradas. Resulta extraño que en ésta época se haga humor con el aspecto físico de las personas o la ingenuidad (en éste caso masculina, pero podría ser al revés) llevada a un nivel extremo de credibilidad. Sin perjuicio de eso, destaco dos correctas actuaciones de la mano de Hathaway y Wilson, que salen airosas, siendo lo más interesante de ésta película el vestuario, y los bellos paisajes. ---> https://www.youtube.com/watch?v=VBTF7tlQNP0 TITULO ORIGINAL: The Hustle DIRECCIÓN: Chris Addison. ACTORES: Anne Hathaway, Rebel Wilson. GUION: Stanley Shapiro, Paul Henning. FOTOGRAFIA: Michael Coulter. MÚSICA: Anne Dudley. GENERO: Comedia . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 94 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: 2D. ESTRENO: 09 de Mayo de 2019 ESTRENO EN USA: 10 de Mayo de 2019
Dos figuras carismáticas como Anne Hathaway y Rebel Wilson arremeten con esta comedia que no es otra cosa que la remake de Un par de seductores, el filme que tuvo a Steve Martin y Michael Cainecomo protagonistas en 1988 bajo la dirección de Frank Oz, en la que ellos eran estafadores de mujeres adineradas. En Maestras del engaño, la fórmula se invierte en tiempos de mujeres empoderadas y...timadoras. Tanto Josephine -Hathaway, quien trabajó en Oceans 8: Las estafadoras- como Lonnie -Wilson, vista en la reciente ¿No es romántico?- provienen de mundos diferentes pero tienen algo en común: sacan provecho de los hombres. La acción se desarrolla en la costa francesa, en un marco pleno de glamour y lugares paradisíacos, donde las protagonistas ponen en marcha sus planes para acrecentar sus cuentas bancarias. El filme dirigido por Chris Addison, el dos veces ganador del Emmy como productor de la serie Veep, no alcanza el nivel de su predecesora, aún contando con dos pesos pesados del género. Josephine impone su seducción -se hace pasar por una médica oftalmóloga- y Lonnie -con su torpeza habitual aparenta ser ciega- llevan adelante una estafa a un joven magnate de la tecnología. En este caso, ellas prueban sus fuerzas por separado y logran momentos de destaque en escenas de gags físicos. El resto no es tan divertido como se espera debido a un guión previsible y no siempre efectivo en las situaciones que plantea, con chistes sexuales anticuados, y siempre tomando la gordura como limitación física o motivo de chiste. Todo no es más que un extenso sketche televisivo que nunca encuentra el rumbo de la diversión y del buen entretenimiento.
Maestras del engaño es producto de dos tendencias imperantes en Hollywood: en primer lugar, porque es una remake de Dos pícaros sinvergüenzas, exitoso film de 1988 con Steve Martin y Michael Caine, y en segundo, porque ubica ya no a dos hombres, sino a dos mujeres como protagonistas de esta comedia ambientada en la sofisticada Costa Azul francesa. Tras la reciente Las estafadoras, Anne Hathaway regresa como Josephine Chesterfield, una mujer de clase alta experta en el arte del fraude. Penny Rust (la ascendente Rebel Wilson) es su opuesto: una muchacha sin demasiados recursos económicos, sutilezas ni matices que viaja con lo puesto. Ambas terminarán siendo socias (y por momentos, también rivales) en su intento de engañar a un multimillonario (Alex Sharp). Las contradicciones entre la elegancia de Josephine y la vulgaridad de Penny (y los diferentes estilos de comedia que, por lo tanto, proponen Hathaway y Wilson) son el eje de una película que en sus primeros minutos parece dar una saludable vuelta de tuerca en estos tiempos de empoderamiento femenino (hay algo de la serie Killing Eve), pero termina cediendo a los lugares comunes y los estereotipos más rancios. En su ópera prima, el director galés Chris Addison desperdicia el talento de sus protagonistas y, así, la proporción de buenos gags durante la hora y media de enredos es llamativamente baja.
Es una remake, pero con heroínas de “Dos picaros sinvergüenzas” que Frank Oz hizo con Steve Martin y Michael Caine, con libro de Stanley Shapiro, Paul Henning y Dale Launer, ahora remozado por Jac Schaeffer, con la dirección de Chris Addison, en su primer largometraje (actor, autor, mucha experiencia en televisión) Aquí el gran atractivo es la química entre una dúctil Anne Hattaway y una graciosa, contundente e inteligente Rebel Wilson. Pero la historia entre dos estafadoras, una divina y otra popular que se cruzan en sus objetivos, se estafan mutuamente y se asocian finalmente, con sucesivas vueltas de tuerca, solo despierta algunas sonrisas, situaciones bien logradas, otras obvias y finalmente un sabor a poco en cuanto a gracia y resultados. Es que ver a la Hattaway más linda que nunca, en glamour y sapiencia y contraponerla a la histriónica Rebel es curioso, pero con sus famas y trayectorias no alcanza. Actualizar un producto que tuvo éxito con sus enredos y delirios sin elementos originales y algún vuelo propio actualizado era necesario.
Nueva versión de un clásico de la comedia americana, "Maestras del engaño", de Chris Addison, sólo se supera si no se espera el mensaje prometido. Tiempos de feminismo. Empoderar a la mujer y reubicarla frente al sexo opuesto. También es tiempo de revisar géneros y posicionarlos bajo la nueva coyuntura. En este sentido, la comedia es el género que más está siendo revisado. Quizás porque ideológicamente siempre fue el género que más se asoció a las mujeres. Banales, divertidas, soleadas, alegres, ligeras, así deben ser las mujeres. A los remakes parece que también les llega la hora. Esta parece ser la única excusa para un estreno como el de Maestras del engaño, revisar y reversionar un clásico de la comedia, que bajo el prisma actual, podría considerarse bastante machista. Piensen si hoy en día quisieran hacer remakes de las películas de Olmedo y Porcel, o de la saga "Bañeros"/"Brigada Zeta" (no me refiero a las secuelas iguales conceptualmente a las originales). Algo así es la disyuntiva con la que se encontró la gente de "Maestras del engaño" ¿cómo encararlo? Esta película es remake de "Dirty Rooten Scoundrels", conocida acá como "Dos pícaros sinvergüenzas"; que a su vez es remake de "Bedtime Stories" o "Dos seductores". En ambas se presenta a dos hombres, bon vivants, que se aprovechan de incautas mujeres con dinero que son estafadas mediante graciosos juegos de seducción. Todo para que al final se de vuelta la tortilla, pero igual el mensaje ya fue dado. "Maestras del engaño", cambios más, cambios menos, cuenta lo mismo, pero cambiando los sexos. Ese sería todo su feminismo. Algo similar a lo que ya hizo "Heartbreakers" o "Las estafadoras" en 2001 sin ser un remake. La historia es bien sencilla, dos mujeres de clase social diferente, se conocen accidentalmente durante un viaje. Ambas son estafadoras, pero bastante distintas entre sí. Penny es brusca, torpe, de pocos modales, casi una principiante, y de clase baja. Josephine es astuta, refinada, culta, elegante, y de clase alta. Una es Rebel Wilson y la otra es Anne Hathaway, adivinen cuál es cuál. A ninguna de las dos les va particularmente mal, pero se dan cuenta que juntas podrían hacer mucho más, por lo cual deciden unir fuerzas para una estafa que dará lugar en el Sur de Francia. Por supuesto, antes Josephine deberá enseñarle algunas técnicas a Penny. Habrá algunas vueltas más, todas bastante previsibles y de manual, hayan o no visto las películas antes mencionadas. ¿Cuál es el problema con "Maestras del engaño"? Precisamente, que cae presa de su propio truco. La idea es reversionar la historia otrora machista y hacerla feminista. De hecho, su título original era Nasty Womens, en referencia a una frase utilizada por Donald Trump para denostar a Hillary Clinton, con toda su sabida misoginia. Pero por algo se le cambió el título. En un mínimo análisis, veremos que la historia presenta a dos mujeres que se creen superadas y por encima del hombre, pero cuya mayor aspiración es vivir de ellos. Remarca valores bien diferentes entre las clases sociales, habla de compañerismo/sororidad, pero plantea una suerte de subordinación – ya sabemos de quién hacia quién –. Lo más grosero, es que la mayoría de los chistes provienen del físico y la forma de ser chabacana de Wilson, ponderando una supuesta feminidad de preconcepto patriarcal. Por lo cual, pareciera que su postura feminista de cambiar roles masculinos por femeninos, no fue tan astuta. ¿Me estoy poniendo demasiado analítico ideológico con una comedia de puro entretenimiento? Maestras del engaño presenta problemas de guion, personajes algo planos con una química que no funciona del todo bien porque la misma historia no hace más que remarcarle sus diferencias, y repito, un humor que rara vez funciona por poco efectivo y porque ya lo vimos cansadas veces. Rebel Wilson suele ubicarse en este tipo de películas. Posee talento para la comedia, pero los roles que le dan (casi) siempre son el de la mujer “poco femenina” que causa gracia por lo “poco femenina” que es, y por su rollizo aspecto físico. El mismo problema lo tuvo en "How to be a Sinlge", postura femenina para hacer recae el humor en su forma de ser tan anti femenina. Parecía recuperarse con la chispeante "Isn’t it Romantic" que sí lograba mantener sus postulados, pero vuelve a caer. Aunque la mayoría del humor recae en la australiana. Hathaway tiene su cuota de encanto… y también sus cliches de cómo debe ser una mujer. Ambas actrices tienen talentos, pero reman en terreno difícil. El operaprimista Chris Addison le otorga ritmo a la historia y sobrecarga la escena con una puesta entre chic, elegante y pop. Maestras del engaño no aburre, pero tampoco entusiasma del todo. Eso sí, Addison no es Frank Oz o Ralph Levy, dos expertos en comedia que manejaron las anteriores versiones con mano maestra. Addison cumple, como pudo cumplir cualquier otro. Quizás a una mirada más vacía, en busca de ver un producto que no se esfuerce en cambiar conceptos, y se contente con repetir viejas fórmulas tradicionales le funciona, y salga satisfecho; aunque eso no sea lo que hayan prometido.
Dos pícaras sinvergüenzas sin alma docente Dos pícaros sinvergüenzas (1988) fue un clásico de la rotación del cable y de los ciclos de cine ATP de las tardes de fin de semana de los canales de aire durante la primera parte de los ‘90. La película de Frank Oz -nombre fundamental de la comedia de aquellos años- giraba en torno a dos hombres (Steve Martin y Michael Caine) que seducían mujeres millonarias para luego estafarlas. Adaptada como comedia musical en Broadway en 2005, y con una versión argenta protagonizada por Adrián Suar y Guillermo Francella un par de años atrás, Dos pícaros… vuelve a la pantalla grande bajo la forma de esta remake llamada Maestras del engaño. Ya el cambio de género en uno de los términos del título preludia la modificación narrativa acorde a los tiempos que corren en Hollywood: como en Cazafantasmas y Ocean’s 8, ahora las protagonistas son mujeres en lugar de hombres. Hasta ahí llegan los hallazgos de esta comedia de enredos predecible y remanida, hecha a base de fórmulas mil veces aplicadas. La primera escena es sintomática del trazo grueso de toda la película. Allí está una de ellas (la australiana Rebel Wilson, que funciona solo cuando hay un director atrás capaz de controlarla) a punto de encontrarse con un hombre al que sedujo por internet mandándole fotos de una mujer que no era ella. Sorprendido ante una figura retacona muy distinta a la que esperaba, amenaza rápidamente con irse, pero ella le dice que en realidad su cita es una amiga y que esa amiga no pudo venir porque está a punto de operarse las tetas por un problema de salud. La única razón que explica que ese muchacho se crea semejante pavada y le dé 500 dólares es la voluntad de volver verosímil lo que a todas luces no es. Mucho más sofisticada es Josephine (Anne Hathaway), cuyo target no son pobres tipos sino viejos millonarios que patinan una fortuna en casinos. Mal no le va, según se desprende de la mansión francesa con vista al mar en la que vive. Si hasta el director Chris Addison parece embobado con ella, a quien le dispensa varios primeros planos dignos de una publicidad de perfume. Una nueva casualidad las hará confluir en un tren, puntapié para una asociación “laboral” que se probará exitosa. Para ellas y también para la película. Como Will Ferrell y John C. Reilly en Hermanastros, las chicas montan varios números de enorme inventiva que orbitan alrededor de lo desatado y lo impredecible. Ver sino a Wilson interpretando a la hermana loca y con ínfulas de reina. O en la piel de una chica cuyo hobbie es dispararle al mayordomo cual patito amarrillo de kermese. Pero la capacidad creativa dura hasta que las chicas se pelean e –igual que en la película original– se disponen a competir por el preciado botín de una misma víctima, un nerd informático creador de aplicaciones para celular. Así, Wilson devendrá en una ciega que dejó de ver por problemas psicológicos (¿?) y su ex compañera, en terapeuta alemana capaz de curarla. Esa competencia se construye sobre la base de una escalada de idas y vueltas, de mentiras y refutaciones que también son mentiras, cada cual más imposible que la anterior. De maestras, entonces, poco y nada.
No es novedad que las remakes son una de las medicinas que la industria del cine encontró contra la pandemia de escasez de ideas, y la ola feminista abrió una nueva veta para el oportunismo: contar las mismas viejas historias pero en clave femenina. Ocurrió, por citar un par de ejemplos, con Cazafantasmas y Ocean's 8. Y ahora con Maestras del engaño. En rigor, es una fotocopia de fotocopia: se trata de una versión de Dos pícaros sinvergüenzas, que, a su vez, era una versión de Bedtime Story. Sólo que los papeles que en el filme de 1988 interpretaron Michael Caine y Steve Martin y en el de 1964, Marlon Brando y David Niven, ahora recaen sobre Anne Hathaway y Rebel Wilson. La primera es una estafadora profesional que opera en un pueblo de la Costa Azul y ve invadido su coto de caza por el inesperado aterrizaje de la segunda, una competidora a la que intentará sacarse de encima de todos los modos posibles. Son la gorda y la flaca, y la pareja dispareja funciona: difícil encontrar dos personajes más opuestos en cuerpo y alma. Hathaway se luce como una dama refinada, de múltiples recursos para la mentira, sin abandonar nunca la elegancia. Wilson es menos graciosa porque le toca el trazo más grueso y grotesco. En este punto, la película se contradice a sí misma predicando una corrección política que no aplica, como si nos dijera: aceptemos todos los cuerpos femeninos, pero que la obesa haga de bruta y torpe. Tal vez sea inevitable seguir la lógica del physique du rôle, pero entonces mejor ahorrar los discursos culposos. Pese a un par de escenas ramplonas, prevalece el espíritu del humor inocente -a veces infantil- de los años ’60, con menor efectividad a medida que van pasando los minutos. Con el añadido de algunas líneas de feminismo tribunero -que tanto abunda en el cine por estos días- como “Los hombres nunca aceptarán que una mujer es más inteligente que ellos. Las mujeres estafan mejor porque las subestiman”. Pero los subestimados con este tipo de frases son los espectadores.
“Maestras del engaño”, de Chris Addison Por Jorge Bernárdez Allá por 1964, David Niven y Marlon Brando protagonizaron una comedia que acá se llamó Dos seductores y que era la historia de dos estafadores que se dedicaban a saquear las arcas de los ricachones que andaban por la Costa Azul. Niven era un estafador de guante blanco mientras que Brando era un bribonzuelo de poca monta, así que el destino los une por casualidad y el cruce casual desemboca una relación que primero es de aprendizaje y luego de franca hostilidad. El mejor momento de aquella película era aquel en que el estafador más fino trata de enseñarle su arte al otro. Varias décadas después Michael Caine y Steve Martin protagonizaron la remake que fue incluso más divertida que la original. La película tuvo su versión teatral y acá no hace mucho fueron Guillermo Francella y Adrián Suar hiceron su versión. Ahora llega una nueva revisión, con la misma historia pero ahora con Anne Hathaway y Rebel Wilson como protagonistas, muy a tono de los tiempos que corre. Hathaway es Josephine una verdadera experta en estafar millonarios y sacarles todo lo que puedo mientras que Wilson es la callejera que se encarga de engaños menores. Ambas se cruzan en un tren y nace la relación que termina en una asociación por conveniencia, porque Josephine necesitaba de una partenaire para una operación que tenía planificada. No vale la pena meterse en los vericuetos del guión que sigue en cierta forma los lineamientos de las versiones anteriores. Hathaway y Wilson están muy bien. el tono de la película es festivo y si bien por momentos bordea el exceso, nunca se pasan del límite y la película se puede ver con una sonrisa constante. Si buscan una obra maestra, esta no es la película que buscan pero si quieren diversión liviana y divertirse un rato, Maestras del engaño es lo que necesitan. MAESTRAS DEL ENGAÑO The Hustle. Estados Unidos, 2019. Dirección: Chris Addison. Guión: Stanley Shapiro, Paul Henning, Dale Launer y Jac Schaeffer. Fotografía: Michael Coulter. Edición: Anthony Boys. Intérpretes: Anne Hathaway, Rebel Wilson, Alex Sharp e Ingrid Oliver. Duración: 94 minutos.
Filme bifronte por donde se lo mire, Maestras del engaño es asimismo una diapositiva en negativo de Dos pícaros sinvergüenzas, comedia picaresca de 1988 de Frank Oz con Steve Martin y Michael Caine. Lo que allí era machismo encubierto se vuelve aquí feminismo superficial, en la vena pop que exhibieron las recientes remakes de género de Hollywood Ocean’s 8: Las estafadoras o Cazafantasmas. Pero no hay nada en la comedia del inglés Chris Addison que se acerque al comentario político, sólo algún que otro subrayado en el que se habla mal de los hombres o se los expone en su debilidad más ordinaria: la de sucumbir al encanto del sexo opuesto. Los juegos de seducción se combinan con los de la estafa en el dúo que componen Josephine Chesterfield (Anne Hathaway) y Penny (Rebel Wilson), dupla despareja minada por los contrastes: Josephine es una lady refinada, hermosa y entrenada que engatusa a sus víctimas de mansión con una falsa vulnerabilidad sollozante, y Penny una clown regordeta que perpetra sus atracos fallidos en los bajos fondos. Ambas llegan a armar una sociedad delictiva tras un encuentro fortuito en un tren (allí donde las clases sociales intercambian asientos), aunque sus fechorías se verán también marcadas por la competencia, la codicia y la falta de entendimiento. La primera parte de Maestras del engaño es la más atractiva por la osadía de Wilson, que amaga a imponer un slapstick físico y facial de stand up a medias entre la gracia arrabalera y el vacío humorístico. Hathaway, no sin pericia de actriz de trayectoria, se limita a ser el colchón de plumas que devuelve los chistes. La aparición del joven magnate de la tecnología Thomas Westerburg (Alex Sharp), distinto a los carcamanes que hasta el momento son presa común, anula los talentos fingidores del dúo con anticuerpos cáusticos: la asexualidad y el amor. Cuando la complicidad final entre géneros demuestre un mismo deseo (ilegal) por el dinero, Maestras del engaño alcanza su lucidez moral sin haber engañado a nadie.
Aquí se trata de aquella genial comedia de Frank Oz “Dos pícaros sinvergüenzas”, y en los lugares de Michael Caine y Steve Martin van, respectivamente, Anne Hathaway y Rebel Wilson. Una de las modas de hoy es declinar en femenino éxitos de antaño. Aquí se trata de aquella genial comedia de Frank Oz “Dos pícaros sinvergüenzas”, y en los lugares de Michael Caine y Steve Martin van, respectivamente, Anne Hathaway y Rebel Wilson. Aunque no está del todo lograda y le falta algo del disparate casi de cartoon del original (Oz era uno de los creadores de los Muppets), las dos tienen química cómica y la diversión surge donde debe. No mucho más.
Esta es la remake de “Dos pícaros sinvergüenzas” (1988) protagonizada por Steve Martin y Michael Caine. Ellos estafaban a mujeres adineradas y esta es la versión femenina entre Rebel Wilson y Anne Hathaway, esta última trabajo en “Ocean's 8: Las estafadoras”, los personajes serian similares: Hathaway al de Michael Caine, mientras que Rebel Wilson se asemeja al de Steve Martin. El filme se encuentra dirigido por Chris Addison quien dos veces ganó el Emmy como productor de la serie Veep. Las protagonistas se unen y hacen todo un entrenamiento previo para vengarse de los hombres que alguna vez les mintieron. Su desarrollo es en escenarios paradisiacos y llenos de glamour, la seductora Josephine Chesterfield (Anne Hathaway) se hace pasar por oftalmóloga y Lonnie Rust (Rebel Wilson) finge ser ciega, juntas organizan una estafa a un importante magnate de la tecnología. Ambas protagonistas tienen muy buena química, son muy buenas actrices, ellas se destacan en cada escena con gags físicos y que te van ofreciendo varios tipos de sketches divertidos como si fuera para una tira de televisión, van sumando algunas bromas sexuales anticuadas, termina siendo un buen entretenimiento, previsible y con un giro al final.
Penny es una estafadora australiana que busca a sus víctimas en bares: hombres superficiales que ven a la mujer como un objeto frágil e indefenso, pero su gran oportunidad llega cuando, en busca de nuevos horizontes, termina en el sur de Francia. The Hustle es la nueva comedia protagonizada por Rebel Wilson y Anne Hathaway que intenta ser moderna pero falla tanto como en ser original o genuinamente divertida.
Que una producción sea en realidad una remake de otra que haya tenido éxito, no determina absolutamente nada. Ni para bien, ni para mal, tampoco debería suceder cuando en realidad es una tercera versión de un texto. Pero bien, de las dos anteriores tenía un buen recuerdo de una, “Dos picaros sinvergüenzas”(realizada por Frank Oz en 1988), protagonizada por Michael Caine, Steve Martin y Glenne Headly, ganadores de varios premios por sus interpretaciones en este filme. No es lo que sucede con mi memoria de la original de 1964, “Dos seductores”, en realidad no recuerdo casi nada, dirigida por Ralph Levy, protagonizada por Marlon Brando y David Niven. La colega Blanca Lopezme recordaba lo fallida de ésta última, haciendo hincapié en que Marlon Brando no actúo en demasiadas comedias. En esta oportunidad el cambio se produce en el género protagonista, dos mujeres, una Anne Hathaway, muy buena actriz, nacida en Brooklin, que ha demostrado sus dotes, y Rebel Wilson que supo tener éxito a través de la comedia. En este punto se podría decir que la actriz australiana sabe elegir los guiones en los que desplegara sus capacidades histriónicas, de esta manera podría leerse que el personaje se amolda a ella y no a la inversa. A veces da buenos resultados. El problema es que el cambio de género no produce ninguna otra modificación, aunque en realidad todo es tan moroso, utilizando este término, en principio, en su acepción de deudor, luego con el correr de los minutos podría extenderse al significado de retrasado, y no hablo sobre a quién iría dirigido, pero también. En las anteriores eran dos estafadores en competencia entre ellos, eligiendo una víctima femenina, en esta son dos estafadoras y la víctima, adivino, si, un hombre. La mala presentación de los personajes, la ausencia de desarrollo posterior de los mismos, las cosas suceden porque así lo requiere la historia, pues todo está puesto de mal modo en función de una progresión narrativa que termina aburriendo. No hay lugar destacado para ningún rubro, ni la dirección de arte, ni la fotografía, la cámara trabajada sólo para que se vea lo que hay en pantalla, el montaje para que siga una dirección y se entienda, ni el diseño de la banda de sonido ayuda en algo. En tanto la escenografía gana puntos por los escenarios elegidos, los naturales sobre todo, y el vestuario que es lo único que en algún momento se muestra en función dramática o de cierre de algún gag, como prefiera. Sin embargo el peor de los yerros fue apostar al humor físico de Rebel Wilson (es una de las productoras), en lugar de tratar de trasladar el inteligente guión de Stanley Shapiro llevado al cine en la mencionada dirigida por Frank Oz. La falta de equilibrio hace que tampoco funcione en esta variable, pues muy poco se encuentra en el orden de lo inesperado, y para colmo repiten la estrategia, no una, sino varias veces. En este sentido Anne Hathaway, parecería correr en desventaja con la rubia, pero tiene otra estatura, también como actriz, y sale indemne de este despropósito. Previsible, aburrida, con alguna que otra humorada que puede producir una mueca parecida a una sonrisa, ¿que más se puede pedir? ¡A si!!. vea la anterior. Por mi parte tratare de volver a ver la de 1964, más que nada por reminiscencias de los actores.
DE ESTAFADORAS Y DE ESTAFADAS Chris Addison nos presenta una comedia en la que los engaños y la credibilidad son el eje en cuestión. Maestras del engaño es una remake de Dos pícaros sinvergüenzas, pero en versión femenina. Anne Hathaway y Rebel Wilson son las protagonistas de esta serie de disparatadas trampas. Ya en el comienzo el film presenta una animación con un estilo que recuerda mucho a El show de la Pantera Rosa (1969). En especial al capítulo Rosa es rosa en el que el pintor peleaba con la pantera disputándose el espacio, el color azul contra el rosa. Luchaban de forma estratégica, haciendo de la imaginación y la astucia su arma, creando trampas para deshacerse del otro. Esta pequeña introducción es el espíritu que tendrá toda la película. No importa tanto la historia en sí, si no los cómicos momentos que las protagonistas llevan a cabo. Maestras del engaño presenta la disputa de estas dos estafadoras por tomar posesión de una zona de Francia para ejercer su actividad. Aunque la mayoría del tiempo estarán enfrentadas, por momentos, también lo harán en dúo. Las protagonistas exploran la aventura de las engañadoras engañadas. Pero nunca se llega a un clima de tensión, saben reírse de sus desaciertos y de la buena pelea de su contrincante. La película se construye de una gran cantidad de momentos cómicos. No hay gloriosas hazañas de intelecto. Aparecen pequeñas emboscadas, pero triunfan los momentos absurdos que se construyen con ciertas estafas y presentan un clima de comicidad que funciona a la perfección. En un principio parecen cumplirse varios clichés. La oposición de características distintivas entre los protagonistas y su disputa es un elemento típico de películas del estilo, al igual que priorizar al género por sobre lo demás, en este caso el femenino. Pero los personajes no son iguales durante todo el film. A medida que avanza, ambas van mutando y se desmarcan de su etiqueta. Cada una de las actrices explota sus características. Es sabida la gran capacidad de Anne Hathaway para el drama, ya lo mostró en Los miserables. Aquí esta aptitud es utilizada para mostrar su ductilidad a la hora del engaño. Rebel Wilson también sabe oscilar entre la niña angelical y la desquiciada, características que ya se han visto en otros personajes pero que no deja de gustar. Es claro que Maestras del engaño no se queda afuera de los debates del feminismo actual. Son justamente las protagonistas quienes reconocen que pertenecen a un género que históricamente fue subestimado o relegado a ciertas tareas. Y canalizan los estereotipos para poder llevar a cabo sus engaños. A ellas, luego, se les suma la actuación de Alex Sharp, quien le da un giro a la película y muestra grandes habilidades actorales.
Remake de Dos pícaros sinvergüenzas (1988) que a su vez era remake de Los seductores (1964). Dos maestras del engaño terminan formando equipo para estafar hombres ricos. Al principio son competencia y luego socias, aunque la competencia sigue siendo una amenaza a la lealtad entre ambas. La distinguida y millonaria Josephine Chesterfield (Anne Hathaway) y la rústica Penny Rust (Rebel Wilson) son la pareja despareja que logra buena química en la pantalla, con el lucimiento puramente físico de Wilson y la fineza de Hathaway. Los gags funcionan bastante bien pero en las últimas escenas la energía de la comedia desaparece y las actuaciones no pueden hacer nada para salvarla.