Sobre casas, fantasmas y embarazadas Si de tropos remanidos dentro de cine de Terror se trata, aquel que versa sobre nuevos inquilinos en una casa con pasado trágico seguramente lidera alguna lista de más usados/abusados, es sólo cuestión de googlear un poco. Malicious: En el vientre del diablo (Malicious, 2018) no se conforma sólo con esto y suma a la ecuación una mujer embarazada y apariciones fantasmagóricas, pero nada de esto logra elevar el material al menos a un nivel aceptable. Sintetizando, Adam y Lisa son una joven pareja en la dulce espera que se muda a una hermosa casa, con proximidad a la universidad donde Adam empezará a dar clases pronto. La hermana de Lisa les envía una suerte de regalo de bienvenida, una cajita que, sin nadie saberlo, guarda un poder, fuerza o espíritu maléfico. Casaulidad o no, a los pocos días, Lisa pierde el bebé y empieza a tener experiencias paranormales en la casa que se vuelven cada vez más intensas. Cuando decimos que Malicious: En el vientre del diablo repasa todos y cada uno de los tropos del subgénero fantasmal, no exageramos: desde el marido descreído hasta la mujer sola y traumatizada, pasando por el macguffin de rigor que a duras penas respeta la lógica interna del relato, el personaje con conocimientos de lo paranormal que explica la trama a la audiencia y el final ominoso que todos podemos anticipar sin necesidad de llegar al tercer acto. Inicialmente resultaba prometedor que los productores de El juego del terror (The Collector, 2009) estuviesen involucrados, pero todo lo logrado en la mencionada producción brilla por su ausencia en este nuevo film. El suspenso es reemplazado por clichés gastados y se puede palpar una falta de atmósfera que afecta a los interpretes, todos ellos entregando líneas de diálogo robóticas y expresiones poco sentidas. El director Michael Winnick tampoco parece capaz de aportar algo de claridad en este embrollo, entregando “jump scares” predecibles y sin inteligencia al momento de brindar al menos un par de secuencias inspiradas. Aunque si vemos su carrera (o prontuario) y notamos que dirigió uno de los últimos directo-a-video de Steven Seagal, no es de sorprender todo lo que leemos en estos párrafos. Por más millenial que suene, el hecho de que una película no cuente con una entrada en Wikipedia para chequear algunos datos obligados que no figuran en otros sitios, dice más sobre Malicious de lo podríamos escribir y sin dudas asusta más que todas las casas malditas y espíritus chocarreros que podamos cruzarnos en pantalla.
El juego de los duplicados Con Malicious (2018) sucede algo similar a lo que acontecía en ocasión de Demonio de Medianoche (The Midnight Man, 2016), aquella remake a cargo de Travis Zariwny de un ignoto opus irlandés de 2013, ya que en esta oportunidad hablamos de la que podemos definir como la mejor película del director de turno, Michael Winnick, un señor que -al igual que Zariwny, precisamente- se ha pasado casi toda su carrera filmando productos lamentables dentro del marco de diversos géneros como la ciencia ficción, la comedia, el thriller, la acción y el propio terror; panorama que por lo menos nos permite recalcar el buen nivel relativo de la comarca del pánico y los sustos durante nuestros días porque hasta obras mediocres y muy derivativas como las presentes pueden esquivar el campo de lo insalvable gracias a que el sustrato cualitativo promedio del horror viene mejorando mucho. El film, también escrito por Winnick, combina tres fórmulas paradigmáticas del género de una manera más o menos armoniosa y complementaria: tenemos una pareja, conformada por Adam Pierce (Josh Stewart) y su esposa embarazada Lisa (Bojana Novakovic), que dentro del contexto de una mudanza a una flamante casa (primera premisa), producto del nuevo trabajo que consigue Adam como profesor de matemáticas, padece el acoso de una sádica entidad fantasmal (segunda premisa) que está detrás de su bebé nonato (tercera premisa). Aquí todo en esencia se desencadena cuando la hermosa hermana menor de Lisa, la neohippie light y bobalicona Becky (Melissa Bolona), les envía una “caja de fertilidad” símil urna, la mujer la abre y poco tiempo después sufre un aborto espontáneo y termina sin posibilidad de volver a tener hijos, hecho que provoca la llegada de Becky al hogar del dúo. Considerando que Winnick hasta recurre al antiguo ardid del “experto” reglamentario, ahora el Doctor Clark (un reaparecido Delroy Lindo), un matemático ciego y especialista en parapsicología e investigaciones esotéricas que ofrecerá su saber a los protagonistas cuando el espíritu en cuestión empiece a ponerse un tanto agresivo y a jugar con los sentidos de los susodichos para engañarlos sirviéndose de sus deseos reprimidos, lo cierto es que la propuesta entretiene con bastante dignidad dentro de los límites de la habitual catarata de clichés de las casas embrujadas y el hostigamiento cortesía del “más allá”. Asimismo se agradece que la entidad sea tan polirubro y base su accionar en el asesinato de bebés nonatos y la posesión de sus almas para comenzar un ciclo de dolor sustentado en la libido y la construcción de duplicados tenebrosos de las víctimas y sus allegados de ayer y hoy. El realizador cae en una medianía que podría haber sido en verdad desastrosa garantizando buenas actuaciones de Stewart y Novakovic, sexualizando a los personajes, remarcando el trasfondo incestuoso y suicida del relato y edificando un desarrollo ameno en el que al acecho prototípico y las grabaciones en cuartos vacíos para captar la voz del fantasma se suman algunos desnudos y una buena tanda de angustia homicida intra familiar. A pesar de que continúa siendo penoso que las distribuidoras latinoamericanas se la pasen comprando películas accesorias y de medio pelo para ser estrenadas en el circuito comercial tradicional y obvien opus muy interesantes como Mandy (2018), Verano del 84 (Summer of 84, 2018), Upgrade (2018), Unsane (2018) o Thoroughbreds (2017), Malicious aunque sea no es uno de esos clásicos mamarrachos insufribles a los que los “dealers del cine” son tan adeptos…
“Malicious: En el vientre del diablo” es una película escrita y dirigida por Michael Winnick. Está protagonizada por Bojana Novakovic, Josh Stewart, Delroy Lindo, entre otros. La historia trata sobre una pareja de recién casados que sufre un evento inesperado en una casa a la que acaban de mudarse, la cual esconde secretos que ellos ignoran. Repentinamente, ella se conecta con un ente demoniaco, el mismo que reclamó la vida de su hija. Hace 3 meses, en Cinéfilo Serial se subía la crítica de “El demonio quiere a tu hijo”, una película donde la protagonista sufre un evento inesperado y con su esposo empiezan a sentirse perseguidos por un ente demoníaco que quiere a su hijo. Lamentablemente, “Malicious” es casi idéntica a la ya antes mencionada e igual de mala. Michael Winnick no tiene una filmografía tan extensa y tan solo ha dirigido una cinta de género de terror llamada “Shadow Puppets” (2007). Y por ende, vemos que aquí se le nota no solo la poca experiencia al momento de jugar con los elementos que debe tener una cinta de terror, sino también la escasa originalidad que ha tenido para realizar este filme. Aunque la película no es ni se siente lenta en su hora y cuarenta minutos de duración, el espectador se termina entreteniendo con muy poco, por no decir casi nada. La historia no convence, ya se ha visto muchas veces con anterioridad. Hay muy pocos elementos y situaciones de terror que generen ese impacto de miedo en el público, lo demás termina siendo muy predecible y tonto. Los personajes son completamente aburridos, las actuaciones sirven y ayudan a que la cinta no caiga al abismo de la mediocridad, pero no hay mucho más para rescatar. El demonio presente en la trama no tiene tanto trasfondo y cuenta con una explicación muy escueta y hasta demasiado absurda. La que mejor actúa dentro de todo lo malo es Bojana Novakovic. En resumen, “Malicious” entra en la lista de las peores películas de terror del año y realmente entretiene muy poco para lo que pretendían tanto el equipo como el director.
Película de terror alérgica a la originalidad que presenta una entidad maligna relacionada con bebés, madres y gestaciones que transcurre en una casa lujosa. Un profesor de matemática llega al lugar con su mujer embarazada y aparece otro profesor de matemática, ciego y que tiene saberes paranormales. Se repite muchas veces la pregunta de si uno más uno es siempre dos, hay cierta sobriedad al no abusar de entrada de los recursos más toscos para asustar y se nota que El conjuro marcó un camino tentador para imitaciones parciales. Se termina el film y es evidente que nunca se armó una cohesión narrativa que ayudara a potenciar el interés por los sucesos o los destinos de los personajes.
El género de terror es uno de los más conflictivos para el público. Si bien suele ser uno de los que mayores dividendos en taquilla deja en promedio; es difícil convencer de que no se trata de un género menor. Estrenos como Malicious: En el vientre del Diablo no colaboran en absoluto con desterrar de una vez aquel mote. Existe la idea de que hacer terror es el género más sencillo. La respuesta está en películas como esta. Hacerlas puede ser simple, si se lo hace desganado; hacerlas bien , no. Michael Winnick es un director con un puñado de títulos, todos dentro del terror, la acción, o la Ciencia Ficción, ninguno demasiado destacable. Películas de esas que quizás terminemos eligiendo a ciegas dentro de un catálogo streaming, como rellenos. Ese destino es el mismo de Malicious: En el vientre del Diablo; pensada como algo directo a VOD, que, de alguna forma, termina estrenándose en salas en nuestro país. Fantasmas, maldiciones, objetos malditos, gritos, y jump scares; de todo hay en Malicious, salvo sangre, e inventiva. Lisa (Bojana Novakovic, una abonada a este tipo de películas) y Adam (Josh “cara de apatía” Stewart) son un matrimonio que decide mudarse a un nuevo hogar estando ella embarazada. Vida nueva, hogar nuevo; todo es luz y renovación. Entre los regalos de bienvenida al nuevo hogar, reciben una cajita extraña de parte de Becky (Melissa Bolona), la hermana de Lisa con la que tiene una relación distante por personalidades contrapuestas. Por supuesto, Lisa abre la cajita; y al poco tiempo empiezan las desgracias. Pierde el embarazo, y paso siguiente, comienza a ser perseguida por apariciones fantasmagóricas femeninas. ¿Está todo esto relacionado? Acá no lo vamos a revelar, pero la verdad es que todo es tan obvio que podríamos contar hasta el final sin que sea un spoiler. Lisa comienza a enloquecer, se siente cada vez más perseguida, y nadie le cree, en especial Adam, que la trata decididamente mal (atención feministas si ven esta película, tenemos un machirulo fuerte), hasta que no, por imposición del guion, como todo lo que sucede en esta caprichosa película. El problema con films como Malicious, es que ni siquiera podemos hablar de algo mal hecho, o con tremendos errores, no. Maneja todo con medianía, y lejos de asustar, aburre. No genera empatía alguna con sus personajes, y las decisiones que toman son antojadizas en función de lo que la historia va necesitando. Ni siquiera hay una claridad inicial en saber si lo maldito es el hogar, o la caja. Mejor dicho, los personajes parecen no tenerla, cuando es evidente qué es lo que sucede. Delroy Lindo, que también oficia como productor, aparece como un profesor colega de la universidad en la que trabaja Adam que ¡oh casualidad!, se dedica a estudiar el ocultismo. Su aparición es lo mejor de la película, no por su actuación, ni porque el personaje esté bien construido. Son en los minutos en los que él está (es ciego, pero sabe en dónde están todos los objetos que necesita ¿?) que finalmente saldremos del aburrimiento para reírnos un rato, aunque sea involuntariamente. No hay química alguna entre Novakovic y Stewart, y ni siquiera de forma individual para con el espectador. La actriz se limita a poner cara de sufrida de telenovela, y el actor… bueno, ya lo vimos en The Collector y The Collection, tiene esa cara y ese gesto permanente a estar chupando un caramelo Media Hora, o comiendo una milanesa de soja, que no ayuda en absoluto. Y esperen a ver a la actriz que hace de hermana. Lugares comunes por doquier, la posibilidad de adivinar todo lo que sucederá antes de que suceda, cero empatía. Como si esto no fuese suficiente, el clima es denso, como si de un drama intimista se tratase, invitando a un sueño profundo. Colores opacos, y una producción muy pobre, con fantasmas que no dan miedo (ya basta con los ojos negros profundo, no asustan), y diálogos sobre la nada. No hay clima de tensión en Malicious. Cine de terror suele estrenarse mucho, más aún cuando hay que recurrir a una cartera de estrenos baratos por la crisis. Cine de terror bueno, se estrena poco, y Malicious: En el vientre del Diablo no es uno de ellos, apenas puede servir como distracción para alguien con muy pocas expectativas.
En estos últimos años se estrenaron películas tan malas dentro del subgénero de posesiones demoníacas que Malicious, con todas sus falencias, no resulta tan terrible. La trama no ofrece nada nuevo o interesante que no se pudiera ver en centenares de propuesta similares que giran sobre lo mismo y la verdad que esta película no vale la pena el costo de una entrada al cine. Pese a todo, el film se hace llevadero en el caso que no te hayas aburrido de ver siempre lo mismo. La dirección corrió por cuenta de Michael Winnick, que tiene entre sus antecedentes producciones malas con Steven Seagal hechas para el dvd. En este caso al menos pudo contar con un reparto decente liderado por Bojana Novakovic (Drag me to Hell) y Josh Stewart (The collector) que reman con mucha dignidad y profesionalismo una historia trillada. Delroy Lindo (Get Shorty) le da un poco de jerarquía al elenco aunque su personaje tiene un rol secundario y tampoco tiene el espacio para hacer demasiado. A lo largo del relato Winnick cada tanto se las arregla para establecer algún momento de terror efectivo con un buen uso de unas figuras con cara de muñecas decrépitas, pero el suspenso que intenta construir el director se ve afectado por la familiaridad que presenta el conflicto. No faltan tampoco las referencias a los filmes de la saga Amityville y El exorcista que se volvieron un lugar común en las películas que trabajan esta temática. El fan de las historias de fantasmas y posesiones demoníacas tal vez le encuentre un mayor atractivo, pero para el resto Malicious es una película de cable menor de las que abundan en la programación de cualquier canal.
Cero ganas de escribir esta crítica. Cero cosas me generó Malicious. Siento que es una película que ya vi mil veces, y a ustedes les sonará también. Pareja embarazada que se muda a un pueblo nuevo, una casa nueva, luego pasa algo con ese embarazo, aparecen los espíritus, a uno lo creen loco, aparece el experto en espíritus, ahora ya nadie está loco, todo se intensifica y se devela el misterio. Mil veces vimos esa trama. A veces filmada con más talento y otras con menos, y a veces con más presupuesto y otras con menos. Este estreno es una mezcla de las dos últimas cuestiones, ya que el talento es poco, y el presupuesto no abunda. El director Michael Winniick, quien viene haciendo carrera en película similares en envergadura y lanzamiento, no innova en nada. Entrega un cliché tras otro, y no asusta en lo absoluto. Su elenco compuesto por caras poco y nada conocidas no lo ayuda. No le creés a nadie. NO mucho más que escribir sobre Malicious, su mediocridad me lo impide. Llega a las salas de cine solo porque el terror en Argentina funciona muy bien
Una entidad suelta “Malicious: En El Vientre Del Diablo” (Malicious, 2018) es una película de terror dirigida y escrita por Michael Winnick. Protagonizada por Josh Stewart (Batman: El Caballero de la Noche Asciende, La Noche del Demonio: La Última Llave) y Bojana Novakovic (Yo Soy Tonya), el reparto se completa con Melissa Bolona, Delroy Lindo, Ben VanderMey, Luke Edwards, Yvette Yates y Jaqueline Fleming. La historia se centra en Adam Pierce (Josh Stewart) y su pareja Lisa (Bojana Novakovic), los cuales se mudan a una enorme casa gracias a que Adam consiguió empleo como profesor de matemáticas en una universidad. Entusiasmados por instalarse en el nuevo hogar y por los pocos días que faltan para que su primer bebé nazca, el matrimonio recibe un regalo de bienvenida de parte de Becky (Melissa Bolona), la hermana menor de Lisa. Éste consiste en una “caja de fertilidad” que, aparentemente, no puede abrirse. Sin embargo, cuando Adam está dando clases y Lisa queda sola, la embarazada no tiene ningún inconveniente con su apertura. Lo que no sabe es que, gracias a esa acción, una entidad maligna le producirá una hemorragia que acarreará un aborto. No solo Lisa perderá a su bebé, sino que tampoco podrá tener hijos en un futuro. Frente a esta situación traumática, y con las reiteradas veces en las que Lisa escucha pasos, risas o lloriqueos, a Adam no le queda otra que recurrir al Dr. Clark (Delroy Lindo), hombre ciego encargado de las clases de parapsicología. Los tres intentarán que el ente vuelva a la caja, sin embargo para que esto se logre deberán tomarse medidas drásticas. Mujer embarazada, casa amplia desconocida, alucinaciones, un experto en sucesos paranormales y un hecho trágico inicial. Como se puede notar, la película no tiene nada de original hasta el momento, por lo que el director tuvo la idea de agregarle la posesión de un bebé que no llegó a nacer. No solo eso, sino que el ser se presenta de distintas formas: una nena que luce como muñeca, una anciana, la figura de la hermana de la protagonista, entre otras. Como era de esperarse, el resultado es de lo más bizarro y sin razón de ser. Con el típico recurso de elevar el sonido para generar algún que otro jump scare, se puede afirmar que todos los personajes secundarios están sumamente estereotipados. Incluso hay un estudiante que se pasea sin remera y en ningún momento llega a aportar algo al relato. Aunque en el comienzo el filme logra ser llevadero gracias a las pasables actuaciones protagónicas, durante el último tramo el desbarranque es total. Un accidente automovilístico, una extensa escucha de sonidos sobrenaturales y otras escenas bastante incoherentes generan que el espectador deba poner cada vez más a prueba su paciencia a pesar de que la cinta dure solo 90 minutos. El guión hace agua por donde se lo mire, además de ser súper reiterativo con una frase que la pareja tiene como lema: “1+1 no siempre es 2”. Por otro lado, los efectos y maquillaje de las diversas personas que toma forma la entidad dejan mucho que desear, al punto de que en ningún momento consiguen hacernos temer. En conclusión, “Malicious: En El Vientre Del Diablo” es nada más ni nada menos que otra opción “de terror” mediocre en nuestra cartelera, una que ni por asomo merece el valor de la entrada.
Déjà vu demoníaco. Dirigida por Michael Winnick, Malicious: En el vientre del diablo es el enésimo acercamiento del género del terror a un cine que poco tiene que ofrecer de nuevo, abordando una temática ultra transitada y trillada hasta el hartazgo. El relato cuenta la conocida historia de la joven pareja que se muda a una nueva casa, en la búsqueda de prósperos horizontes laborales. Además, el matrimonio espera un hijo y, como el público intuirá, los problemas no tardarán en llegar. Lo particular, es que las dificultades llegarán en forma de caja de antigüedades -un antiguo obsequio porta dentro suyo una maldición- y la previsible factoría de Hollywood recurrirá a la aparición del siempre bienvenido especialista en asuntos esotéricos, quien intentará descifrar el misterio. Luego de un comienzo prometedor y cierta atmósfera construida que avizora un clímax que finalmente nunca llega, el relato central de la película gira a través de un conflicto nimio e insostenible. Para colmo de males, su realizador y guionista apela a todo tipo de recursos visuales y sonoros archiconocidos para el espectador que medianamente haya transitado el género. Con lo cual, la sorpresa y el miedo auténtico brillarán por su ausencia. Son evidentes las marcadas similitudes con la recientemente estrenada El demonio quiere a tu hijo (Still Born, 2017), de manera que los eventos fortuitos se van sucediendo a medida que nos vemos envuelto en una historia que ya parece habernos sido contada cientos de veces, anticipando su resolución. La fórmula repetida remarca la exigua cantidad de talentos para dotar al terror de un necesario rejuvenecimiento, con excepción del siempre brillante James Wan. Al que, para el caso, este film también cita indiscriminadamente. La dupla actoral encargada de protagonizar la historia (Bojana Novakovic y Josh Stewart) hace lo que puede con la misma, no obstante la precariedad en llevar adelante la trama denota en su director una falta de tacto notoria para hacer cine de género. Predecible y anodina, la película se convierte en un reiterado cúmulo de lugares comunes que hacen añorar toda la innovación y la osadía que este tipo de subgénero del cine de terror ofreció en su nutrido catálogo durante los años ’70, tiempo en el que consolidó su legado. Inmerso en terrenos ultra comerciales que penosamente se exhiben en nuestra cartelera -que pareciera producir este tipo de films por generación espontánea-, no es extraño que Malicious se perfile como uno de los peores films del año. Cualquier similitud con El Bebé de Rosemary y a un género del terror que vivió tiempos mejores no resulta, en esta ocasión, pura casualidad. La novela de Ira Levin, que Roman Polanski llevara la pantalla, instauró formas y recursos que se han agotado en su continua reincidencia, convirtiendo al género del terror (y sus variantes) en una burla de sí mismo.
Un matrimonio joven conformado por Adam Pierce, (Josh Stewart) que es profesor de matemáticas y su mujer Lisa (Bojana Novakovic) que está embarazada de pocos meses de su primer bebé, emprenden mudanza a una lujosa casa en el medio de la nada, ya que Adam consigue un nuevo trabajo en una Universidad cercana al lugar. Al principio, todo es entusiasmo, pero luego se empiezan a mezclar los personajes en un juego que confunde, a saber: el Dr. Clark, un profesor ciego del Colegio de su marido con poderes paranormales, un joven que ayuda en la casa y cuyo rol nunca llegué a comprender y la hermana de Lisa, llamada Becky (Melissa Bolona) que viene de visita y antes había mandado una caja de fertilidad a modo de bienvenida, que, oh, sorpresa, al abrirla, desencadena un sinfín de desgracias que se manifiestan en lo de siempre, gritos, voces, figuras fantasmagóricas que aparecen y desaparecen... No digo más por si se les ocurre verla... Los efectos visuales están bien logrados aunque no asusten ni un poco, y el tema del diablo + bebés está tan gastado que agota.Dato: si van a ir, no vean el trailer porque es como si la vieran la película. ---> https://www.youtube.com/watch?v=EYjfdbw8JAQ ACTORES: Bojana Novakovic, Josh Stewart. Delroy Lindo, Melissa Bolona. GENERO: Terror . DIRECCION: Michel Winnick. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 90 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 22 de Noviembre de 2018 FORMATOS: 2D.
A estas alturas, parece que es mucho pedirle al horror que entregue buenas películas. Pero si miramos al 2018 en general, podemos ver que estuvo dominado por un resurgir del género como no se veía hace tiempo. Buenos ejemplos como las espectaculares A Quiet Place y Hereditary, continuaciones como Halloween que rompieron la taquilla, y algún que otro etcétera nos da la pauta de que el horror no necesariamente tiene que innovar su todo, sino que le basta reacomodar un par de sus piezas para ofrecer algo sustancioso. No es el caso de la lamentable Malicious, una copia barata de lo que hizo tan especial a Insidious de James Wan.
Para el estreno de terror de esta semana, la oferta incluye una película que tiene que ver con las conocidas cajas que una vez que se abren, liberan a una entidad infernal que se dedica a provocar susto y muerte. En este caso un matrimonio joven, ella embarazada y una hermana que regala el objeto maldito. Él un profesor que contacta con un experto paranormal. Filmada correctamente, con apariciones que asustan y el bebe nonato como objetivo, mas algunas fantasías sexuales y efectos conocidos. Una casa espectacular que se transforma en siniestra, una victima a la que no le creen y la cuñadita despertando fantasías y realidades. Con este coctel y un guión correcto que escribió el director Michael Winnick, este entretenimiento sin mayores pretensiones ni aportes al género, esta realizado con prolijidad y calidad media. Será un buen gancho para los amantes del género, con algunos momentos bien logrados para el susto esperado.
Una vez más la casa con misterios, el susto por sorpresa sonora y no mucho más. El género ofrece a veces propuestas elaboradas e interesantes, no es este el caso.
Podría haber durado menos o ni siquiera haber durado algo, realmente es lo mismo. Pasará sin pena ni gloria por la pasarela de las pelis de terror y terminará inevitablemente en el olvido cinéfilo. Si existe un tipo de película que abunde dentro del género del terror, esas son las que incluyen bebes. Nacidos o por nacer, hay incontables ejemplos de filmes en donde el foco es puesto sobre estas adorables y peligrosas criaturas. Desde el clásico Rosemary’s Baby (1968) que los productores buscan reeditar el éxito que se tuvo en ese momento, pero muchos han quedado en el camino, sin chances siquiera de pelearle de igual a igual a la cinta de Roman Polanski. Para intentar meterse de lleno en la conversación es que llega Malicious: En el vientre del Diablo (Malicious). Michael Winnick se encargó de escribir y dirigir esta película que cuenta la historia de Lisa Pierce (Bojana Novakovic) y Adam Pierce (Josh Stewart), una pareja que decide mudarse al campus de una prestigiosa universidad luego de que a Adam, le ofrecieran el puesto de su vida en la institución y apenas unos meses antes de que tengan su primera hija. En medio de la mudanza y el acople al nuevo trabajo, Lisa recibe constantes señales de que algo en la casa a la que se acaban de mudar no anda muy bien. Una de esas señales, viene de parte de una pequeña caja decorativa que su propia hermana le regaló y que de donde luego de una experiencia traumática para todos, se dará cuenta de que una entidad maligna ronda su casa y sus vidas. Las pelis de terror tendrían que empezar a considerar nuevos formatos para encarar sus ideas. Si bien en estos tiempos es mucho más fácil agarrarse de elementos ya creados anteriormente e intentar meterle mano con giros nuevos, el resultado suele ser siempre de mediocre para abajo. Este vuelve a ser el caso, pero no por querer evolucionar en cuanto a la premisa, que resulta ser bastante ingeniosa, pero sí en cuanto al desarrollo de la historia, personajes y situaciones. Después de un buen acto principal, los dos siguientes resultan ser tediosos, predecibles, aburridos y para nada aterradores. Los recursos cinematográficos son totalmente nulos, salvo por algunos movimientos de cámara que se combinan con el recurso trillado pero efectivo, de espejos y reflejos. El guion no termina de convencer, luego de un sólido arranque y a medida que corren los minutos se nota como todo lo que estaba bien construido se va quedando sin fuerzas y cae en el terreno de los lugares comunes que se pueden ver en todas las pelis de terror mediocres. Estereotipos en los personajes complementarios es otra de las tantas cosas que hacen ruido, teniendo en cuenta que solo hay dos personajes que tienen relevancia para la trama, el resto podrían haber tenido papeles un poco menos obsoletos. En cuanto a las actuaciones, solo a la protagonista le alcanza para aprobar. Bojana Novakovic, a quien pudimos ver en la premiada I, Tonya (2017) es la que más minutos en cámara tiene y le saca provecho, teniendo en cuenta toda la carga dramática que tiene su personaje y la evolución que va teniendo el mismo. Sus rasgos faciales ayudan a que el papel le quede como anillo al dedo. El resto, no solo no está a la altura sino que hasta funcionan como un lastra para la rubia. No hay muchas cosas que se puedan destacar, solo una buena premisa y su duración, ya que en solo 90 minutos la historia termina. Podría haber durado menos o ni siquiera haber durado algo, realmente es lo mismo. Pasará sin pena ni gloria por la pasarela de las pelis de terror y terminará inevitablemente en el olvido cinéfilo.
Un profesor de matemáticas sale de la ciudad con su mujer embarazada para enseñar en el Sur. El paisaje es fabuloso, la universidad es moderna y la casa donde se alojan es enorme y hermosa, lástima que el primer día de clases la esposa se queda sola, se encuentra con una extraña mujer que llora la pérdida de su hijo, luego sufre una serie de experiencias perturbadoras y termina perdiendo el embarazo. Y ahí la cosa recién empieza. "Malicious" en principio parece una típica película de terror clase B con casa embrujada, pero el argumento es más retorcido e interesante, además de original, ya que tiene que ver con unos malignos espíritus parásitos que se aferran al bebé que la protaognista no tuvo. Dado su escaso presupuesto, la película está bien filmada y al menos cuenta con una muy buena actuación, la de Delroy Lindo como un ciego experto en lo paranormal, pero que puede ver a los espíritus.
BABY SHOWER ACCIDENTADO De Malicious: en el vientre del diablo, último film del multifacético e irregular Michael Winnick, solo se puede decir una cosa: la intención de contar algo y presentarlo con solvencia está, lástima el resto. Probablemente no sea el peor film de horror del año, pero su propuesta es insípida, descafeinada y previsible, dejándonos con una cascara vacía que, sin embargo, hay que reconocerle sus momentos de tensión. Sin embargo, lo cierto es que el film naufraga mediocremente a través de sus diálogos, sus actuaciones y finaliza sin que haya nada demasiado memorable salvo el recorrido con algún sobresalto, una pequeña nota de color. Casi como el recorrido entre Mar del Plata y Buenos Aires por ruta: vacas, asfalto, verde, árboles, todo repitiéndose y resultando intrascendente, con quizá sí, alguna cosa llamativa y pintoresca en el medio pero, al final, no recordaremos nada memorable de ese trecho. Malicious: en el vientre del diablo, cuenta la historia de una pareja que se ama, se ama tanto que el guion nos hace saber constantemente que se aman, de la forma más estereotipada posible, para comprender el dolor del previsible derrumbe de esas vidas. Todo esto, que puede sonar un tanto cínico, no lo es cuando se ve como la primera media hora se encarga de desarrollar la vida de la pareja de una novela televisiva en el proceso de tener su primer hijo, repitiendo frases de comerciales de bodas primero y de pañales después. En particular una pena porque Josh Stewart, el malogrado profesor de matemáticas Adam Pierce, es un actor que puede levantar el nivel de la saga de The Collector y Juegos de muerte, haciendo un personaje memorable a pesar de no tratarse del mejor material del horror actual. Pero aquí se derrumba pareciendo estar siempre anestesiado, repitiendo frases que lo hacen toda una caricatura de la lógica, algo de lo que no es responsable. Por otro lado, la pobre Bojana Novakovic tiene la tarea de interpretar a Lisa Pierce, la protagonista que desafortunadamente se encuentra absorbida por la chatura de un personaje sin relieve, destinado a sufrir bajo una entidad maligna que le obliga a cambiar el registro una vez avanzado el film. El problema es que esta nueva faceta resulta igual de irrelevante. El personaje de su hermana (Melissa Bolona) tiene más vitalidad por su sinuosa ambigüedad y energía, aunque el guion se valga de una secuencia de sexo completamente ridícula para tratar de definirla –porque Malicious es, además, una película muy moralista-. Olvidamos hablar un poco de la entidad maligna, que en verdad sale de una caja de origen maya y se divide en cuatro personificaciones que indican la gravedad del maleficio. La idea, que puede ser buena, sin embargo no explica en absoluto por qué toma determinada personificación, debilitando notablemente toda la mitología sobre la cual se construye la “temible” maldición. Esto da lugar a segmentos inesperadamente cómicos: en un momento en la ducha el personaje de Adam es tentado, creyendo que se trata de su esposa, por la personificación “joven” -que en un giro extraño también sería su potencial hija (¡!)- de la maldición, resistiéndose pero aceptando gustosamente del trance. Cuando la entidad adquiere otra forma, definámosla como “señora vieja y fea”, Adam se espanta y decide escapar desnudo. Interesado para las maldiciones el muchacho. Por lo demás, hay creatividad en una puesta en escena que recuerda a films como Sinister o La noche del demonio pero, como se adelantó, quedan sumergidos en la mediocridad del resto de sus apartados (en particular, la idea en torno a cierto cuadro y la cena en un momento de conexión con la entidad maligna merecen ser destacados). En definitiva este film de Winnick resulta insustancial y poco interesante a pesar de sus retazos de creatividad. Apenas anecdótico y muy por debajo de otros films que giran en torno a maldiciones y casas embrujadas.
Todo gira en torno a una pareja Adam Pearce (Josh Stewart, “Interstellar”- 2014) quien es profesor y su esposa Lisa Pierce (Bojana Novakovic). Ellos se mudan a una nueva casa que será su nidito de amor, pero un día accidentalmente reciben un regalo que posee un espíritu maligno cuya fuerza es mortal. Comienza a perseguir a los integrantes de esta familia incluyendo a la hermana de Lisa, Becky (Melissa Bolona) y ante ese peligro, Adam le pide ayuda un profesor en parapsicología, el Dr. Clark (Delroy Lindo, “Malcolm X” – 1992). La película cuenta una historia que busca un miedo constante, posee un ritmo dinámico, acompañando con un buen manejo de la cámara, sonidos, oscuridad, hay dolor, angustia y todos aquellos elementos de este género. En cuanto a las actuaciones, algunas se destacan más que otras y resulta ideal para espectadores poco pretenciosos y para los seguidores del género.
Pareja joven, ella embarazada, muda a casa lindísima que tiene un defecto: una entidad malévola que desea destruirlos. Hay investigación paranormal, escalofríos a reglamento y todo lo que se supone que tiene que tener una película de este tipo. El gran problema es que no decide ser un drama psicológico sobre los miedos que aparecen ante la maternidad o un cuento metafísico sobre la naturaleza del mal. Y en esa diletancia pierde muchas de sus posibilidades como relato de terror.