Alejandro Maci tras un merecido homenaje Una semblanza sobre una de las mujeres que abrió camino a otras mujeres en diferentes frentes de la vida. Para aquellos que conocen la trastienda de esta película, el poder disfrutarla en pantalla grande, y en este particular momento en donde nuevas generaciones se abrazan al feminismo con fuerza, es sumamente satisfactorio. Mucho más al saber que Alejandro Maci, uno de los discípulos de María Luisa Bemberg, persiste en la necesidad de agradecerle a su mentora sin tener que caer en el bronce o en lugares comunes. María Luisa Bemberg: El eco de mi voz (2021) tiene el hallazgo de contar con la voz de la directora, que en 12 años realizó seis películas que hasta la fecha resisten el paso del tiempo, que guía la narración. Transitando los primeros pasos de la directora como mujer y “esposa”, como madre y miembro de una de las familias más acomodadas del país, María Luisa Bemberg: El eco de mi voz detalla el paso que hizo sin titubeos hacia convertirse en una de las realizadoras más importantes de la historia del cine mundial. “Un día fui a ver una película de Agnes Vardá y ahí cambió todo”, cuenta en un momento de la película y avanza a paso firme para desarrollar cómo logró, gracias a su pasión y perseverancia, introducirse en un universo masculino. Impulsada por Juan Carlos Desanzo, quien ante las continuas quejas sobre cómo estaban “destrozando” los guiones que había escrito le dijo “para que eso no pase empezá a dirigir vos tus propias historias”. Y vaya si lo hizo. Del salto completamente al vacío para ponerse tras las cámaras, a la militancia continua sobre aspectos negados a la mujer, la creación de UFA (Unión Feminista Argentina), su persistencia en la idea de realizar películas protagonizadas por personajes femeninos y sus constantes relaciones con otras mujeres que posibilitaron su desarrollo cinematográfico y excelsa mirada. Por ahí Lita Stantic, cómplice, amiga y socia en GEA, cuenta a cámara que María Luisa Bemberg siempre tenía premura por haber empezado tarde en el cine, y ese ritmo, auto impuesto, fue el que disparó una carrera que generó un corpus importante para los pocos años en los que estuvo activa en el rubro. Entrevistas televisivas reutilizadas como disparadores temáticos, la voz de Bemberg hilvanando ideas sobre viejos proyectos y nuevos, el recorrido cronológico de su obra, intercalando con imágenes inéditas de rodajes, making off y mucho más. Si bien María Luisa Bemberg: El eco de mi voz no es el mejor homenaje, al menos su recuerdo y permanencia de ideas, su enfrentamiento con conductores misóginos que por entonces no entendían la diferencia entre feminismo y machismo, permiten pintar de cuerpo y alma a una mujer que supo hacer de la militancia política de género, un espacio para desarrollar un arte con un preciosismo e ideología como nunca antes se vio. Correcta en lo formal, clásica en su estructura, el documental recupera a la directora y no a su obra, a la activista y no a la mujer sumisa, para determinar la inevitable necesidad de escuchar una y mil veces los ecos de una voz que hoy, más que nunca, en tiempos en donde el avance de la derecha comienza a cercenar libertades, multiplica ideales que deben defenderse y sostenerse en el tiempo.
El Eco de Mi Voz es un documental convencional que respeta la clásica estructura de contar la historia un estricto orden cronológico. Cada declaración de María Luisa se convierte en disparador para tocar diferentes temáticas y ver como fue su camino para ponerse tras las cámaras, su militancia sobre aspectos negados a la mujer, la creación de UFA (Unión Feminista Argentina) y los contratiempos a los
Filme que se presenta ante todo, de parte del director, como una declaración de amor bien entendido, posiblemente se pueda leer como una deuda de agradecimiento. Esto no influye en el muy buen armado del texto haciendo jugar de excelsa manera, los textos, los reportajes y sobre todo las películas de la homenajeada. El documental sigue los pasos de María Luisa Bemberg, quien nació en los años 20 en el seno de una de las familias más poderosas del país y recibió una educación acorde a los preceptos de su clase y de su época. Apenas tuvo uso de razón, María Luisa se rebeló contra lo que consideraba un cercenamiento de sus libertades individuales y una subestimación de su lugar como mujer. Un retrato vivo y actual de María Luisa Bemberg, una de las maestras del cine argentino,de las más destacadas, singulares e independientes. El director Alejandro Maci, quien fuera uno de los mas cercanos colaboradores de Bemberg, hace uso de todo lo que tiene a su alcance para construir un filme integro. Entre sus conversaciones registradas en casette, con reportajes a Graciela Borges, Lita Stantic, Susu Pecoraro entre otros deja clara huella de la importancia de Bemberg, tanto para el cine argentino, aunque solo filmo seis largometrajes, eso le alcanzo para dejar su huella y su impronta, todos con claros conceptos en defensa del derecho de las mujeres.
Alejandro Maci, de una vasta trayectoria en productos televisivos (“En Terapia” “Sol Negro” “Fiscales” “Televisión para la inclusión”), luego de sus incursiones cinematográficas de ficción que son adaptaciones de importantes obras literarias (“El Impostor” / “Los que aman, odian”) dirige su primer documental basado en la icónica figura de una de las mujeres más relevantes del cine nacional, María Luisa Bemberg, de quien por estos días se cumple el centenario de su nacimiento. Proveniente de una familia burguesa, Bemberg dispara “Tuve una infancia horrible” para describir un momento de su vida en donde el afecto estuvo completamente ausente y sus padres sólo parecían preocupados por sus buenos modales por lo que el vínculo más fuerte no lo estableció con ellos sino con sus institutrices. A través de su historia familiar se evidencia un claro deseo de romper con todo lo que significasen los mandatos y las imposiciones: si bien se casó muy joven y fue una madre dedicada, a partir de su decisión de divorciarse – no demasiado común para la época-, comenzó a trazar un camino de búsqueda personal que fue plasmando a lo largo de sus películas. Con una mirada absolutamente impregnada de lo femenino, trajo una visión inusual para el cine de aquel momento, por lo que sus trabajos significaron una verdadera ruptura de paradigmas y un nuevo aire dentro de la producción nacional. Probablemente hoy no llame tanto la atención una fuerte toma de posición de las mujeres dentro del cine, marcando sus historias con una sensibilidad femenina que abre las puertas a un abierto diálogo con el feminismo. Pero María Luisa Bemberg se atrevió a hacerlo en plena década del ´70, donde la toma de conciencia, la lucidez y su fortaleza hablaban de una enorme valentía y de la voluntad de participar en un cambio absolutamente provocativo no sólo para las mujeres sino más aún por la clase social a la que pertenecía. “EL ECO DE MI VOZ” va recorriendo paso a paso toda su obra, a través de la mirada de Maci que conoció a María Luisa en pleno proceso creativo y trabajando a su lado durante más de una década (de hecho Bemberg ha sido la guionista de su film “El impostor”). Y a medida que recorremos cada una de sus películas no sólo se reviven anécdotas de filmación y el desarrollo de la obra de una gran cineasta, sino que además se van poniendo en contexto cada uno de sus trabajos y se va develando un secreto hilo conductor que aparece a lo largo de su carrera, con una coherencia estética y temática que pocos directores han logrado dentro del cine nacional. Una de las cosas más interesantes que se escuchan en su propia voz, que el documental rescata fuertemente, son palabras que quizás hoy circulan abiertamente en los medios pero en el momento en que Bemberg las pronunciaba, eran realmente revolucionarias y transgresoras como su manifiesto de rebelarse contra “los códigos patriarcales que maniataron a las mujeres sexualmente, intelectualmente y emocionalmente”. Inspirada en la figura de mujeres que trabajaron con enorme libertad dentro del mundo del cine como por ejemplo Agnès Varda, Bemberg comienza su trayectoria no como realizadora sino como guionista de “Crónica de una Señora” (1971), el filme de Raúl de la Torre en donde presentaba la figura de una mujer enjaulada y atrapada en los deseos de los otros, en mandatos patriarcales de los que intentaría soltarse. Fue luego el momento de colocarse detrás de la cámara, y allí también fue la guionista de sus propios trabajos. Parece algo absolutamente increíble que el prestigio y la huella que ha dejado Bemberg en el cine, se haya cimentado en tan solo seis largometrajes. Su debut fue en 1981 con “Momentos” a la que se sucedieron “Señora de Nadie” y su popular y taquillera “Camila” en 1984 por la que la Argentina logró una de sus nominaciones al Oscar como Mejor Película Extranjera. Una vez que su cine comenzó a tener sello propio trazó tres retratos de la rebeldía y la libertad femenina convocando para los protagónicos a figuras de trayectoria internacional como fueron “Miss Mary” (con Julie Christie), “Yo, la peor de todas” (con un gran trabajo de Assumpta Serna) y su último trabajo, “De eso no se habla”, una historia completamente transgresora y diferente que convocó a Marcello Mastroianni en el papel principal. Alejandro Maci rescata amorosamente fragmentos de sus películas, material de archivo con valiosísimas entrevistas en donde Bemberg no solamente habla de cine sino que nos deleita con su pensamiento inteligente, irónico y rupturista sumado al testimonio de algunos de los que han compartido experiencias a través de sus trabajos y que han podido conocerla más de cerca y expresar su profunda admiración. Para cualquier cinéfilo, recorrer con este nivel de detalle la obra de Bemberg es una verdadera fiesta y ese hilo invisible que va atravesando su obra, se presenta como un excelente recorrido para descubrir una de las personalidades más autónomas y osadas de nuestro cine. “EL ECO DE MI VOZ” se transforma, al mismo tiempo, en un homenaje y un registro del legado que deja María Luisa Bemberg y rinde cuenta de la contribución que ha hecho para que nuestro cine nacional se posicionara dentro de lo más alto en el circuito de festivales internacionales con una mirada progresista y adelantada a su época. Un documental que, quien ame el cine, no debería perderse.
“Mi compromiso fue proponer, a través de mis guiones y películas, personajes que tuvieran más que ver con lo que somos realmente. Mujeres que no estén condicionadas por una cultura patriarcal, universal y milenaria, la cual recién hará 20 o 30 años empezamos a romper hablando de nosotras mismas y prescindiendo de la idea de si gustamos o no, de si somos aceptadas o no”. La frase podría estar fechada en los últimos años y haber sido dicha por alguna directora joven, nacida y criada bajo la luz del siglo XXI. Pero salió de la boca de María Luisa Bemberg hace más de 30 años y se la escucha en el documental María Luisa Bemberg: El eco de mi voz, que se estrena en las pantallas argentinas en coincidencia con el 100º aniversario del nacimiento de la directora de Momentos, Señora de nadie, Camila, Miss Mary, Yo, la peor de todas y De eso no se habla. El director (y estrecho colaborador de Bemberg en su última etapa) Alejandro Maci recorre la obra de una de las voces más relevantes de la historia del cine argentino, haciendo hincapié en el carácter vanguardista de sus personajes femeninos, mujeres mayormente decididas y fuertes, con deseos y voluntades propias que muchas veces chocaban con los mandatos de su tiempo. Un choque del que la propia Bemberg no estuvo exenta, como demuestra el hecho de que en sus comienzos la marginaran por el solo hecho de ser mujer y que el Instituto de Cine, durante la dictadura militar, le vetara el guion de Señora de nadie por tener un personaje homosexual “bien tratado”. Gracias al buen pasar económico de su familia (su bisabuelo, Otto Bemberg, fundó la cervecería Quilmes), sorteó el rechazo financiando sus primeros trabajos, para luego iniciar una fructífera asociación con la productora Lita Static. Juntas realizaron, entre otras, Camila (1984), nominada al Oscar a Mejor Film Extranjero. María Luisa Bemberg: El eco de mi voz no escapa al formato habitual de los documentales tendientes a resaltar una arista de la figura de turno, en tanto su arco dramático responde a un recorrido cronológico que se inicia con sus primeras aproximaciones al cine como directora del corto Juguetes y guionista de Crónica de una señora, de Raúl de la Torre, y Triángulo de cuatro, de Fernando Ayala –dos hombres con quienes, desde ya, las cosas no terminaron bien, pues las miradas artísticas resultaban irreconciliables–, hasta su consagración con Camila y un legado que perdura hasta hoy. Durante los 95 minutos del documental se entreveran anécdotas contadas a cámara por quienes las vivenciaron -Stantic, Graciela Borges, Imanol Arias, Susú Pecoraro, entre otros- y un material de archivo voluminoso y notable, especialmente los fragmentos de lúcidas entrevistas de Bemberg con figuras tan distintas como Mariano Grondona, Tato Bores, Patricia Miccio y la mítica dupla del programa Función privada integrada por Carlos Morelli y Rómulo Berruti. El resultado es un film concebido como homenaje pero que trasciende esa condición gracias a la manera en que la obra, los pensamientos y la vida de Bemberg resuenan en el presente. Un presente que sin ella probablemente sería muy distinto.
Crítica de “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz”, el documental de Alejandro Maci estrenado en el marco de la Edición N° 36 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata El homenaje a la cineasta argentina que se vuelve retrato del feminismo de una época Jules Tosello 24 noviembre, 2021 0 36 En el marco de la Edición N° 36 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el 19 de noviembre se estrenó en sala el documental de Alejandro Maci: “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz”. Como el resto de los films del festival, también se encuentra disponible online en forma limitada. El documental comienza introduciéndonos a quien será la indiscutida protagonista de esta historia, la cineasta argentina María Luisa Bemberg. Además de representar el retrato de una época de nuestro país, desde los primeros minutos, la música, las imágenes y principalmente la voz de la misma Bemberg podrán en manifiesto lo que será el punto clave del documental: reivindicar el mensaje feminista que, ya en los 70s, la cineasta definitivamente pionera, audaz y comprometida intentaba plasmar en sus obras cinematográficas. En un presente marcado por un tinte de cambio en el que hoy más que nunca las mujeres no hemos hecho más que levantarnos ante el histórico, desigual e injusto sistema patriarcal desde muchos puntos de vista, “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz” se inscribe como un verdadero “eco’ en el que muchas de sus palabras llegan hasta hoy y nos hacen repensarnos una vez más desde una perspectiva de género por los roles “femeninos” dentro de la sociedad. Siendo un film con perspectiva de género, aunque dirigido por un hombre (Alejandro Maci), el film logra plasmar el mensaje feminista de Bemberg, probablemente porque iremos descubriendo el lugar que el mismo Maci tuvo en la vida la de la cineasta, lo que nos llevará a ir comprendiendo que la cercanía y la empatía pueden llegar a ayudarnos a construir una sociedad menos machista y más igualitaria. A lo largo del documental, iremos viendo cómo la misma cineasta se va transformando junto con sus diversas obras cinematográficas a través de un diálogo entre los guiones de sus películas, la centralidad que le otorga a sus personajes femeninos y sus propias experiencias personales. A partir de cada uno de sus proyectos, como Señora de nadie (1982), Camila (1984),Yo, la peor de todas (1990) y De eso no se habla (1993), Bemberg se irá pensando desde diferentes perspectivas como mujer: desde el significado de la libertad, la posibilidad de ser soltera en los 70s, 80s y 90s, los roles femeninos dentro de la familia y de la sociedad, cómo vivimos el amor, los secretos, y hasta los tabúes. El documental presenta un gran e inigualable trabajo de archivo, en el que veremos desde entrevistas televisivas de la época a la cineasta, filmaciones y fotografías de sus sets de filmación hasta impecables archivos de audio entre los que se encuentran grabaciones de las últimas conversaciones de Bemberg con su último gran colaborador. De manera de enmarcar estética y visualmente a la época, el film se apoya en colores principalmente sepias, intercalando con imágenes que evocan a la televisión de los 70s, 80s y 90s. Sin dudas, “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz” resulta en un documental biográfico que hace eco en el presente haciendo que el mensaje de la cineasta se torne en el mensaje de muchas mujeres decididas a reivindicar una gran diversidad de roles posibles dentro de nuestra sociedad. La voz de Bemberg se vuelve nuestra voz y su mensaje va desde el presente al pasado y desde el pasado hacia el presente suscitando que nos interroguemos por el significado del feminismo en otros momentos de la historia y, por tanto, por el impacto que ha tenido y tendrá en el futuro. FICHA TÉCNICA: Guion y Dirección: Alejandro Maci – Fotografía: Sol Lopatín – Diseño de sonido: José Luis Diaz – Gonzalo Matijas – Matías Vilaro – Música: Nicolás Sorín – Dirección: de Arte Marina Di Paola – Edición: Alejandro Carrillo Penovi – Jefe de Producción: Julián Setton – Duración: 90´ – Una producción de Patagonik Calificación Actuación
Como algo más que un homenaje al centenario de su nacimiento, María Luisa Bemberg: El eco de mi voz rescata no solo la condición pionera de la directora en su tiempo sino también el vigor de su legado. Alejandro Maci, colaborador cercano y continuador de su trabajo en la adaptación de El impostor –película que Maci estrenó finalmente en 1997, dos años después de la muerte de Bemberg-, recoge no solo el material de archivo de entrevistas públicas y fragmentos de películas, sino retazos de conversaciones privadas que iluminan su carácter e intransigencia. Se la puede ver a Bemberg agitando su rebeldía en el abrazo a la etiqueta del feminismo cuando todavía era mala palabra, pisando fuerte en un territorio antes reservado a los varones, y haciendo política desde sus imágenes, sin las metáforas del cine de los 80 y con sus historias siempre en carne viva. La tarea de Maci podía haber quedado reducida al rol del curador de una obra, al de quien resguarda la voz y obra del artista admirado, al que conserva la figura intacta, sin matices ni roces. Pese a la forma convencional del documental, la película se atreve a más: María Luisa se despliega en múltiples voces que discuten entre sí, que evidencian su aprendizaje, sus desacuerdos con productores, algunos asombros de señora bien que no había erradicado del todo su crianza. El valor está entonces en la renuncia a la progresión lineal del personaje y en la asunción de un contrapunto que Bemberg abrazó en vida: del corazón del malestar en la pareja de Momentos (1981) a la separación de Señora de nadie (1982), para luego volver a la historia de amor en Camilia (1984). Idas y vueltas nunca como avances y retrocesos sino como construcciones dinámicas de su pensamiento. La conciencia de llegar tarde, al debutar en la dirección a los 58 años, hizo de Bemberg una directora voraz pero nunca apresurada. Parece que quería filmarlo todo: que la historia de Camila le parecía escandalosa, que tuvo reparos en la elección de Susú Pecoraro e incluso hizo una prueba a una actriz extranjera –Lita Stantic celebra esa concesión final-, que quería filmar Yo, la peor de todas en locaciones, que sintió el éxito internacional tan peligrosamente tentador. Pero Maci no quiere asentar su película en anécdotas aisladas, en el mero recuerdo personal, ni condenarla a una exégesis profesional, a una colección de citas de especialistas. Elige un camino previsible pero honesto, que obtiene la coherencia de la autora sin negarle sus tensiones internas. En cada película asoma la transgresión de sus personajes pero también su persistente intento de supervivencia, su lucha por un mundo al que nunca termina de renunciar. Esquiva tanto a la estricta cinefilia del autodidacta como a la evidente disciplina del profesional, Bemberg se despliega en las alternancias de su mirada: de las instituciones (la Iglesia, el Estado, la familia, el matrimonio) a la vida íntima (la pasión en Camila, los recuerdos en Miss Mary, de 1986), del pensamiento en Yo, la peor de todas (1990) a las fantasías en De eso no se habla (1993), del uso naturalista de los exteriores –las playas marplatenses de Momentos, el cambio de barrio en Señora de nadie- al artificio pictórico (el convento goyesco de Yo, la peor de todas, el pueblo felliniano de De eso no se habla). Maci profundiza en esos aspectos no desde el discurso sino desde la propia materia con la que cuenta: no relata su atrevimiento sino que lo muestra, no rememora hallazgos arcaicos, los trae al presente. María Luisa Bemberg: El eco de mi voz lleva en el título su vocación, no se esconde en la distancia ni en la pretensión de hacer algo más con el género que apropiárselo con honestidad y solvencia. El documental no pretende encumbrarse en una versión definitiva de María Luisa Bemberg sino capturarla en movimiento, en sus conversaciones cotidianas, en sus actos públicos, en sus decisiones en rodajes, en su definitiva convicción de elegir al cine.
La mujer detrás de la cámara Exactamente en el día del centenario del natalicio de la talentosa y audaz cineasta María Luisa Bemberg tiene su estreno comercial el documental María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz (2021), que representa un sentido y necesario homenaje hacia la artista. El largometraje, escrito y dirigido por Alejandro Maci (El Impostor, Los que Aman, Odian), quien inició su carrera cinematográfica con la mismísima Bemberg, ya había sido exhibido recientemente en la 50ª edición del Festival Internacional de Rotterdam y en la 36ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en la sección Retratos: Documentales de Artistas. María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz logra capturar, tal como su título lo indica, la voz y la mirada de una de las realizadoras más valientes, audaces, singulares y creativas del cine argentino, e incluso mundial. El lugar notable que posee Bemberg dentro de la historia del cine argentino se potencia si se considera el gesto corajudo que implicaba en aquel entonces que una mujer comience a participar de un espacio tradicionalmente ocupado por hombres, y no sólo desde la dirección sino también desde la escritura de sus propios guiones, los cuales se preocupaban por exponer una nueva mirada del mundo, de “hablar a partir de nosotras mismas”, que era algo que para ella estaba ausente en el cine nacional, así como también le otorgó vital importancia a la presencia femenina dentro del equipo técnico del arte audiovisual. En palabras de su frecuente productora Lita Stantic, “te lo decían en la cara: el cine no es para mujeres”. En el documental, Bemberg expone en primera persona que por dicha razón fue fundamental para ella ver que en otros países del mundo había directoras mujeres como Agnès Varda que eran capaces de realizar películas como La Felicidad (Le Bonheur, 1965). Al escribir los guiones de Crónica de una Señora (1971) y Triángulo de Cuatro (1975), percibió que, durante el pasaje del texto a la realización fílmica a cargo de una dirección de óptica masculina y patriarcal, el resultado carecía de los ideales con perspectiva de género que ella deseaba transmitir. Al respecto, María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz logra notablemente exponer con unidad todas las aristas de la personalidad de Bemberg, su talento, su brillantez intelectual, su mirada hermenéutica de la sociedad y su ideología feminista. Recordemos que en 1970, junto con Gabriela Christeller, ella fundó la Unión Feminista Argentina (UFA). Por dicha razón, Bemberg sabía dónde colocar las preguntas, los interrogantes para hacer tambalear los “códigos que maniataron a las mujeres intelectualmente y sexualmente”, y era consciente de la responsabilidad colectiva que implicaba su rol como mujer-artista y su incursión en el cine: “si yo me equivocaba, me equivocaba por todas”. Entonces, iniciando su carrera cinematográfica a los 59 años, María Luisa Bemberg propuso en sus seis largometrajes como directora –Momentos (1981), Señora de Nadie (1982), Camila (1984), Miss Mary (1986), Yo, la Peor de Todas (1990) y De eso no se Habla (1993)- protagonistas mujeres que se oponían a los ideales de domesticidad de la época, personajes marginales y en conflicto retratados con franqueza y un fresco realismo en sus finales que se diferencian del “happy end” tradicional. De tal modo, Bemberg logró a través de sus personajes la identificación no sólo de quien estaba detrás de la cámara, sino también del público del otro lado de la pantalla. María Luisa Bemberg: El Eco de mi Voz es un documental dinámico e interesante tanto para quienes conocen la obra de Bemberg como para que las nuevas generaciones despierten su curiosidad por la artista. El director Alejandro Maci trabajó con Bemberg durante una década y en la etapa final de su vida (cuando se encontraban realizando una transposición de El Impostor, cuento de Silvina Ocampo) grabaron una serie de conversaciones que con respeto e intimidad exponen sus ideales adelantados a la época, que aun hoy resultan más que significativos y brillantes. En consecuencia, el largometraje ofrece, a través de un logrado montaje y de la yuxtaposición de material de archivo, un repaso por su filmografía, grabaciones personales y entrevistas con figuras que trabajaron con la realizadora, como las actrices Graciela Borges y Susú Pecoraro, la productora Lita Stantic, el director y guionista Jorge Goldenberg, el director de fotografía Chango Monti y el actor Imanol Arias. Sin dudas el documental invita a posteriormente repasar (o descubrir) toda la filmografía de María Luisa Bemberg, desde sus cortometrajes –El Mundo de la Mujer (1972) y Juguetes (1978)- hasta su último largometraje, los cuales representan un gran legado que merece ser revisitado constantemente debido a una capacidad de transgresión que atacó a las instituciones familiares y educativas, a la iglesia y a cada poder de turno y en más de una ocasión la llevó a padecer la censura. Porque al cine de Bemberg le preocupaba representar “la libertad, que nada exterior llegue a mandar en uno”.
A 100 años de su nacimiento, la figura de María Luisa Bemberg se mantiene más vigente que nunca, tanto por su obra como por su lucha… que, en realidad, van unidas. Esto y mucho más queda patente en el documental María Luisa Bemberg: el eco de mi voz. El director Alejandro Maci, quien supo ser su mano derecha en los últimos años de su vida, realizó un sentido homenaje que funciona tanto para entendidos como para quienes apenas la conocían de nombre. Se trata de un repaso de su vida y obra, mediante diferentes recursos que no se pisan entre sí. Para empezar, los audios de entrevistas que Maci le hizo a la directora durante las reuniones de guión de El impostor, quien sería la ópera prima de él ante la muerte de ella. En esas grabaciones podemos conocer su origen de clase alta, donde la abundancia de lujos no significó la ausencia de problemas; su lucha temprana para hacerse un lugar en ámbitos donde predominaban -y dominaban- los hombres, sus trabajos literarios que le permitieron llegar al cine como guionista; su debut como directora a los 58 años (cuando el común de sus colegas ya se encuentra en plena madurez), la nominación al Oscar por Camila, que además fue uno de los primeros grandes largometrajes argentinos tras el regreso de la democracia; la gloria, los prejuicios por su clase social y su condición de mujer… Para contar los pormenores de la filmografía de Bemberg, Maci recurre mayormente a testimonios de amigos y colaboradores y a fragmentos de las películas. Entre los que prestan sus palabras se encuentra la productora Lita Stantic, su socia en los momentos claves de su obra; el guionista Jorge Goldenberg, el director de fotografía Félix “Chango” Monti, el propio Maci y los intérpretes Graciela Borges, Susu Pecoraro e Imanol Arias. Todos destacan sus cualidades como profesional y su espíritu sensible, que nunca dejaba de plasmar historias de mujeres de diferentes épocas que deben hacer su propio camino en un entorno que las relega o directamente las condena. María Luisa Bemberg: el eco de mi voz es el tributo que la cineasta merecía y una invitación a descubrir, o redescubrir, las piezas de su breve pero notable carrera.
"María Luisa Bemberg: el eco de mi voz": racconto vital y artístico Documental de formas tradicionales, además de los consabidos fragmentos de films y entrevistas con colaboradores, colegas y amigos, "El eco de mi voz" cuenta también con material inédito hasta la fecha. “¿Por qué cuando se habla de feminismo siempre es algo bueno y cuando se menciona el machismo todo es negativo?” Palabras más, palabras menos, esa es la pregunta que Rómulo Berruti le hace a la invitada en los estudios de Función privada, confundiendo etimologías y alcances de dos “ismos” que poco y nada tienen que ver entre sí. El fragmento de esa entrevista a María Luisa Bemberg, realizada en el legendario programa de tevé sabatino en 1987, salió del arcón de los recuerdos y se hizo viral hace un par de años. Ahora vuelve a tener un lugar destacado en el documental de Alejandro Maci, dedicado a la primera directora de alto perfil en la historia del cine argentino, cuyo estreno se da exactamente un siglo después de su nacimiento, el 14 de abril de 1922. La unión profesional de Bemberg y Maci comenzó algunos años antes de la preparación de la que iba a ser la nueva película de la cineasta, pero su enfermedad y muerte en 1995 abortó el proyecto y El impostor, basada en un relato breve de Silvina Ocampo, fue finalmente dirigida por Maci en 1997. En ese sentido, podría pensarse que nadie mejor que él para desarrollar María Luisa Bemberg: el eco de mi voz, racconto vital y artístico a la vez que homenaje a una figura que, más allá de los valores intrínsecos de cada una de sus seis películas, continúa creciendo con justa razón: la directora de Camila, De eso no se habla y Señora de nadie se abrió camino solitariamente en un mundo dominado por los varones, marcando el sendero para las generaciones de realizadoras que llegarían recién varios lustros más tarde. Alejandro Maci ordena cronológicamente la carrera de esa mujer nacida en el seno de una familia de la alta sociedad –los Bemberg, dueños hasta tiempos recientes de la cervecería Quilmes– que, con casi cincuenta años de vida, varias décadas de matrimonio y cuatro hijos, decidió que la escritura de guiones cinematográficos y la realización de cortometrajes podían marcar el comienzo de una nueva etapa. Tiempo después, a los 58, María Luisa se ponía por primera vez detrás de una cámara para dirigir un largo, su opera prima Momentos, estrenada en 1981. Documental de formas tradicionales, además de los consabidos fragmentos de films y entrevistas con colaboradores, colegas y amigos, El eco de mi voz cuenta con material inédito hasta la fecha, una serie de grabaciones de audio realizadas cuando Bemberg ya estaba enferma, aunque su lucidez se mantenía intacta. Diálogos entre la cineasta y Maci que vuelven una y otra vez a una de sus obsesiones: el rol del patriarcado en la construcción del espacio reservado para las mujeres en la sociedad. Comenzando por ella misma: más de un recuerdo de su propia infancia bajo normas rígidas terminaría dándole forma al guion de Miss Mary (1986). El documental incluye además un puñado de charlas y entrevistas públicas centradas en las películas, pero también en su actividad como defensora del movimiento feminista, incluido su paso por la asociación UFA (Unión Feminista Argentina), que ayudó a fundar en 1970. Y, desde luego, la nominación a un premio Oscar por Camila, la masividad, los proyectos con figuras extranjeras como Julie Christie, Assumpta Serna y Marcelo Mastroianni, la colaboración con figuras esenciales del cine argentino como el director de fotografía Félix Monti, el guionista Jorge Goldenberg y el productor Oscar Kramer. De todas ellas, sin embargo, la más importante en múltiples niveles es Lita Stantic, cómplice desde los tiempos de Momentos, incansable productora que, ya en el siglo XXI, apoyaría a una de las realizadoras más importantes del naciente Nuevo Cine Argentino, Lucrecia Martel. Como socia, amiga y compinche de la Bemberg, sus recuerdos y anécdotas le dan forma a una porción esencial, indispensable, de El eco de mi voz.
En este documental Alejandro Maci, que conoció y trabajo junto a María Luisa Bemberg, analiza y homenajea a una creadora imprescindible de nuestro cine y avizora su legado. No solo es un recorrido por su obra escasa, hecha por la urgencia de haber empezado con su vocación desde grande, ni por los testimonios de quienes tuvieron la suerte de conocerla, despierta, como principal mérito una emoción evidente hacia quien fue esta mujer excepcional para su tiempo. El estreno coincide con el centenario de su nacimiento, y el filme sigue los pasos de quien nació en los años 20, en el seno de una de las familias más poderosas del país, con educación fuera del sistema, maniatada entre mandatos familiares y de clase, que supo revelarse con un pensamiento del vanguardia sobre el rol de la mujer en la sociedad. Fue líder y pionera, de avanzada y talentosa. María Luisa dejó un legado excepcional. Con los testimonios del propio director ,que trabajo con ella en la parte final de su vida, y de Graciela Borges, Susú Pecoraro, Jorge Goldenberg, Lita Stantic, Chango Monti e Imanol Arias.
UN JUSTO HOMENAJE Hoy que el discurso feminista está fuertemente afianzado en buena parte de la producción nacional de documentales, era de esperar que la figura de la directora María Luisa Bemberg fuera tomada como ejemplo de una lucha que, desde el cine, se viene dando hace décadas. Lo bueno aquí es que Alejandro Maci, el director, fue un colaborador habitual de la directora de Camila y ese vínculo permite que el retrato que hace la película suene más a homenaje justo que a oportunismo. Los temas del presente sobre la independencia y la mirada femenina se imbrican fácilmente con la figura de Bemberg, porque como muestra el documental, su decisión de dirigir llega precisamente ante un espacio que ella, como mujer, no encontraba dentro de la industria del cine. Directora de films emblemáticos y narradora de historias que no eran otra cosa más que la extensión de su discurso oral, la película hace un recorrido cronológico que va demostrando el afianzamiento de su voz y su mirada, fuertemente crítica de sus mismos orígenes de clase alta. Tal vez el excesivo protagonismo que Maci se otorga a sí mismo entre los testimonios suena un tanto innecesario dentro de un documental que, por otra parte y fuera de ese detalle narcisista, cuenta con los testimonios justos y con una buena utilización del material de archivo. El eco de mi voz es, por tanto, la necesaria valoración de una de las grandes autoras del cine nacional.
Justo cuando se cumplen 100 años del nacimiento de María Luisa Bemberg, quizás la directora de cine más importante que nos dio el país, no sólo por la calidad de sus películas ni por los temas que trató con una mirada adelantadísima a su época, sino y sobre todo por haber sido quien abrió camino a toda una camada de mujeres trabajadoras detrás de cámaras, se estrena este documental del director Alejandro Maci, quien trabajó de cerca con Bemberg, y le rinde homenaje al mismo tiempo que expone una obra fundamental que vale la pena seguir revisitando. María Luisa Bemberg venía de una familia de la alta sociedad y empezó su carrera en el cine a una edad en la cual suele estar descartada la idea de volver a empezar, en especial para una mujer; su primera película la dirige a los 58 años. También es importante resaltar que fue una de las fundadoras de la UFA (Unión de Feminista Argentina) en una época en la cual «feminismo» era considerada una mala palabra. Vale la pena destacarlo porque sus películas por un lado nunca renegaron de su posición social sino que al contrario ella quería contar historias críticas desde adentro de éstas, y por el otro porque siempre puso en el centro a la mujer rebelde y su deseo como motor para correrla del lugar de objeto al cual solía estar anclada siempre en las historias que contaban los hombres. Maci presenta a Bemberg de manera cronológica, a través de extractos de entrevistas y testimonios de algunos colaboradores como Graciela Borges, Susu Pecoraro, Lita Stantic e Imanol Arias. Así repasa su carrera desde el cortometraje Juguetes y su trabajo en el guion de Crónica de una señora hasta su breve pero contundente filmografía como realizadora de largometrajes. Se detiene en cada uno para narrar el contexto en que se realiza y también analizar un poco los temas que trata y el acercamiento atípico para esa época en la que puede poner como protagonista a una mujer infiel que abandona a su marido para escaparse con su amante (Momentos) o utilizar una historia de amor real para hacer una crítica a la Iglesia (Camila), con la cual se consagraría al llegar ni más ni menos que a los Premios Oscar. El eco de mi voz es un documental tradicional que sin muchos artilugios ni sorpresas resulta valioso por poner en foco a esta mujer que sorteó las barreras de género y en el camino dejó un puñado de buenas películas que no pierden vigencia. En el último tramo, Maci, que demás dialoga con la directora a través de unas grabaciones, decide ponerse frente a la cámara para hacerlo más personal, pero desentona un poco con el resto de la propuesta. En el medio, anécdotas de otras personas o testimonios de la propia Bemberg, como que se sintió motivada al ver una película de Agnes Vardá o cuando confiesa sin pudor que «Los hijos no bastan» (si aún hoy es difícil que una mujer lo reconozca…), hacen de El eco de mi voz un documental que vale mucho la pena ver. Un lindo homenaje que además de traer a Bemberg dialoga con nuestros tiempos porque fue la pionera de un largo camino por recorrer y porque sus ideas y películas permanecen actuales. Ideal para conocerla un poco más y ver o volver a ver su obra.
“Un día fui a ver una película de Agnes Vardá y ahí cambió todo”-. En conmemoración del centenario de su nacimiento, este jueves 14 de abril llega el estreno de “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz”, un documental que recorre la obra y vida de la célebre cineasta y feminista argentina. Bajo la dirección de Alejandro Maci, discípulo y colaborador de Bemberg, la película está construida a partir del registro en cassette de sus últimas conversaciones con Maci y de un diverso e invaluable material de archivo inédito, por medio de los cuales permiten a la misma protagonista contar con su voz y su obra su propia historia. Así como Vardá influyó en su filmografía, la obra personal de María Luisa Bemberg se convirtió en una referencia ineludible para futuras directoras. A partir del entrelazamiento de fragmentos de sus películas, fotografías y videos de “detrás de escena”, testimonios y entrevistas, no sólo de la misma María Luisa, sino también de Graciela Borges, Susu Pecoraro, Lita Stantic, Imanol Arias y Felix Monti -participantes valiosos dentro de su carrera-, el documental reconstruye el gran impacto artístico y político de Bemberg a lo largo de sus 12 años intensos de trayectoria. Por medio de un ir y venir entre sus proyectos e ideas, la película va hilando un diálogo entre sus vivencias y su cinematografía: toda su obra está impregnada de su filosofía de vida feminista por la que tanto luchó y defendió. Con un director tan cercano a su obra y a su figura como Maci, el documental se convierte en un sensible y personal homenaje a su inconmensurable legado para el cine y el feminismo argentino. “María Luisa Bemberg: El eco de mi voz” es un conmovedor retrato de la gran audacia y rebeldía de la destacada cineasta, un relato inspirador que vuelve a poner en valor su obra y talento. Un documental importante de ver, no sólo para que las nuevas generaciones conozcan de su figura y de su visión del mundo, sino también para que su obra, sus ideas y su voz vivan y sigan haciendo eco.
Su obra cinematográfica se hizo de personajes femeninos alentadores, temperamentalmente fuertes y por completo fuera de la norma. Contrarrestando el cliché y el lugar común de una sociedad patriarcal, maría Luisa Bemberg forjó su legado. Con carácter pionero, trajo palabras e imágenes para un nuevo cine. Transgresión y afán provocador jamás escasearon en su repertorio. El reciente documental de Alejandro Maci mantiene viva su ilustre obra, proyectando el anhelo que permite creer en la propia voz. ¿Qué motivó a María Luisa? Matar al monstruo interior que inhibe a dar el gran salto hacia el encuentro con la propia vocación fue el primer mandamiento de esta adelantada a su tiempo. El realizador de “Los Que Aman Odian” (2017) planea el estreno comercial en salas en coincidencia con el centenario del nacimiento de Bemberg (abril de 2022), si bien el largometraje ya fue presentado en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Homenaje a la cineasta, recorre el metraje su pasión por el cine, tanto como la discusión que establece reflexionando por el lugar que debería tener una mujer y una artista en la sociedad. Bemberg se reveló contra la vida establecida, acaso condiciones para la que nos programan; menester fue rechazar todo mandato como vehículo de su ideología. El aspecto político convergió en su mirada cinematográfica, no obstante el presente ejercicio no pretende ser un diario biográfico, más bien una huella identitaria de su compromiso ideológico. Se interroga acerca de como nace la pasión de María Luisa. Se arroja a la hipótesis de habitar la mente de una escritora que necesita reinventarse a sí misma. El documental incluye fragmentos de archivo, cuya valía nos señala valiosos descubrimientos con motivo de las obsesiones primarias que forjaron su cuerpo de trabajo, conformando un homogéneo retrato de la autora de “Camila” (1984), “Miss Mary” (1986), “Yo, la Peor de Todas” (1990) y “De Eso no se Habla” (1993).
Está bien que sea Alejandro Maci quien construya este documental sobre María Luisa Bemberg, una de las grandes realizadoras cinematográficas de la Argentina (y, en tiempos en los que esa noble profesión era privativa de los hombres): es de quienes mejor la conoció y puede ir más allá de lo que es evidente. La voz y el estilo de la Bemberg permiten, gracias al tratamiento de Maci, una revaluación y un redescubrimiento. Sin dudas una de las personas que más merecía un documental.