Retrato de la impunidad: Las subjetivas nocturnas de un auto circulando en la Gral. Paz, internándose y rondando luego por el conurbano bonaerense, introducen una dosis de inquietud que nos retrotrae ya a épocas nefastas de nuestro país con los famosos Falcon verdes. Esto ya marca un tono sórdido y siniestro de policial oscuro. ¿Quién mato a mi hermano? (2019), documental de los realizadores argentinos Ana Fraile y Lucas Scavino, toma como eje el paradigmático caso de Luciano Arruga en materia de vulnerabilidad de los derechos humanos en democracia. Luciano era un joven de 16 años, de condición humildes, que recibió reiterados aprietes por parte de la policía bonaerense. El documental abre con el testimonio de su hermana Vanesa en el juicio realizado en el año 2015 contra el policía Torales por torturas hacia Luciano, quien fue severamente golpeado en el año 2008 en el destacamento policial de Lomas del Mirador, creado para brindar seguridad al barrio acomodado de la zona. Por esta causa el policía fue condenado a 10 años de prisión. A partir de aquí, Vanesa se constituye en el personaje principal que, con su fortaleza, motoriza y sostiene la película, incomodando e interpelando al poder policial, judicial y político, como otrora lo hicieron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Es que los casos de violencia policial en democracia, son la continuidad de lo más rancio de las fuerzas de seguridad que operaban durante la dictadura en los grupos de tareas. Los directores se alejan del clásico documental con testimonios de diferentes especialistas e intervinientes en torno al caso, para optar por la interesante perspectiva de meterse de manera observacional en la intimidad del periplo que sus familiares y allegados llevan adelante desde hace años en busca de verdad y justicia por la desaparición forzada de Luciano desde el 1º de febrero de 2009. La hipótesis es que esa noche Luciano fue detenido por un patrullero, que no siguió su destino programado, como represalia por haberse negado a realizar “trabajos” para la policía local. En el año 2014, sus restos fueron encontrados en el Cementerio de la Chacarita enterrado como NN, luego de ser atropellado por un automóvil tras ser liberado en la Avda Gral Paz. De este modo, somos testigos de la lucha de Vanesa, bregando ante el fiscal, los jueces y funcionarios políticos en alianza con organizaciones de Derechos Humanos (donde Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas hacen acto de presencia) e incluso ante la sede en la ONU en Suiza, para obtener respuestas en este caso de violencia institucional. También vemos cómo son los propios familiares y amigos los que debe ponerse al hombro prácticamente la investigación tratando de dar con pruebas de lo que sucedió, ante la burocracia y desidia del poder judicial, y como deben alzar su voz en los medios de comunicación y organizarse realizando diversas marchas para que el caso no quede en el olvido ni cajoneado. La desaparición forzada y muerte de Luciano Arruga al día de hoy continúa impune. Esto deja tristemente al descubierto la soledad de los familiares cuando son tocados de cerca por hechos que conciernen a la justicia penal, la fragilidad de los derechos civiles de las personas en situación de vulnerabilidad, la justicia sesgada que generalmente responde por los ricos y la responsabilidad de los gobiernos que sostienen políticas de mano dura, intolerancia con la protesta social y de criminalización de la pobreza en nuestro país. Y aún más, que no haya justicia, no es sin consecuencias, ya que esto mismo es lo que no permite a los familiares poder sanar las heridas y realizar el duelo ante estos sucesos violentos que cambian para siempre la vida de la familia. Como manifiesta Vanesa, lejos de tener paz, su corazón se ha endurecido y sólo le queda hacer de la muerte de su hermano, causa para que esto no le suceda a ningún pibe más. ¿Quién mato a mi hermano? es un documental que muestra la terrible y desoladora realidad de la impunidad en nuestro país y el poco respeto y valor que el poder policial, judicial y político le dan a la vida de las personas. Frente a esta indolencia institucional, el documental se vuelve absolutamente necesario, para sostener la memoria, la verdad y la justicia y para que el otro lado de la Gral. Paz, sea un lugar más luminoso donde no haya más argentinos tratados con saña y desprecio por su ideología política o situación de precariedad social.
No estoy seguro si como sociedad estamos conscientes de la gravedad institucional que representa el caso de Luciano Nahuel Arruga. Detenido ilegalmente. Incomunicado. Torturado. Desaparecido en democracia. Y finalmente asesinado. ¿Quién mató a mi hermano? no es un simple llamado de atención, sino más bien un reclamo, un grito de furia que nos insta a reaccionar y a exigir justicia por lo que fue, por lo que es y por lo que será. Luciano Arruga fue acusado de un robo y detenido de forma ilegal, incumpliendo con las normas que lo protegían por tener apenas 16 años. En la comisaría fue torturado por horas. Una vez liberado, y antes de poder denunciar formalmente lo que le había pasado, una patrulla de la policía bonaerense lo levantó en una esquina de su barrio, siendo esta la última vez que se lo vio con vida. A partir de ese 31 de enero de 2009, su hermana Vanesa se convirtió en el incansable motor de su búsqueda. Una búsqueda que fue entorpecida por un largo entramado de corrupción, negligencia y vileza que afectaba ya no solo al estrato policial sino también al judicial y al político. Relatado desde su punto de vista, este documental es un trabajo de años que acompaña la titánica lucha de Vanesa en búsqueda de justicia; siendo testigos de todos sus avances, retrocesos y pequeños triunfos, siempre con sabor agridulce. Esta película es bastante directa en su intención y realización, sabiendo de la potencia de su historia. Por ello es acertado que el núcleo informativo y emocional sea Vanesa. Viendo el documental incluso, uno puede darse cuenta de la evolución en ella, y no pudiendo sino al menos admirar y ser inspirado por su valentía ante el colosal poder estatal que enfrenta. Una fuerza y coraje que hasta emocionó a la mismísima Nora Cortiñas (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo) en uno de los momentos más emotivos del film. ¿Quién mató a mi hermano? es un duro recordatorio, una incómoda y necesaria queja a grito pelado, que también interpela al espectador. La pregunta del título no obtiene como respuesta un único nombre propio, sino que hace responsable al Estado en todos sus órdenes al desproteger y asesinar a uno de sus miembros más vulnerables. Y si este crimen lamentablemente queda impune, al menos sería bueno que no demos vuelta la cara, nos hagamos los desentendidos e intentemos olvidarlo. Luciano Arruga presente. Ahora y siempre. *Review de Javier Puma.
Ana Fraile y Lucas Scavino acompañan a amigos y familiares de Luciano Arruga, desaparecido y muerto en democracia. Vanesa, su hermana, desde que Luciano desapareciera el 31 de enero de 2009, luchó incansablemente por dar con él, hasta que el 17 de octubre de 2014 dieron con sus restos en un cementerio municipal sin identificación. La película acompaña a Vanesa, en los procesos judiciales y en su transformación como activa e incansable militante por los derechos humanos. Necesaria y dolorosa película.
En 2009, el adolescente Luciano Arruga, de 16 años, no se presentó en casa de su hermana Vanesa. Fue la fecha en la que empezó la pesadilla, con ella y su madre en largo y penoso peregrinaje cuesta abajo, por los laberintos más oscuros de la violencia y la complicidad policial del conurbano. La tortura en una sede policial que no estaba habilitada para alojar detenidos -hoy espacio de la memoria- y la posterior desaparición de Luciano constituyó un caso conocido, y difundido, de la crónica de la violencia institucional. Esta película, que arranca con el desgarrador relato de esa hermana en sede judicial, reconstruye la historia de Luciano Arruga a través de los testimonios de familiares, pero también de los que fueron involucrándose para apoyar la lucha por su Justicia.
“¿Quién mató a mi hermano?”, de Ana Fraile y Lucas Scavino Por Marcela Barbaro Desde la elección del título hasta el signo de pregunta del afiche publicitario, la indagación jugará un rol central en la construcción de sentido. ¿Quién mató a mi hermano?, documental de los realizadores Ana Farile (Unfueguito, la historia de César Milstein -2010)y Lucas Scavino, es un relato de denuncia que apela a visibilizar la lucha de familiares y amigos de Luciano Arruga, para hallar la veracidad sobre su muerte. Luciano fue desaparecido el 31 de enero de 2009 por la policía bonaerense, como figura en la causa. El hecho trágico dio luz la corrupción y connivencia de la justicia, el gobierno y la policía en plena Democracia. Durante cinco años, Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, junto a su madre, amigos y organismos de Derechos Humanos, hicieron lo imposible por encontrarlo. En el camino padecieron amenazas, indiferencia y manipulaciones que los alejaban del esclarecimiento de los hechos. Finalmente, los restos del joven de 16 años fueron hallados el 17 de octubre de 2014, enterrados como NN en un cementerio municipal. Actualmente, la causa sigue abierta, y sólo hay un policía detenido. El documental apuesta a la indagación como núcleo que acciona el desarrollo de la historia; y a la búsqueda de sus protagonistas para conocer la verdad, en una suerte de investigación paralela a la justicia. Desde el inicio, la cámara recorre el barrio “12 de octubre”, donde Luciano vivía y registra los últimos lugares en los que estuvo. En ese transitar se intercalan testimonios de familiares y gente cercana, escenas del juicio oral, e imágenes del destacamento donde fue torturado. También aparecen personalidades claves en el caso, que creyeron en ellos: Adolfo Pérez Esquivel y miembros de la APDH, Nora Cortiñas e integrantes del CELS. En esa reconstrucción de los hechos, la voz de Vanesa Orieta guía el relato y pone rostro a un dolor profundo que potenció su lucha inclaudicable. Se organizaron marchas, movilizaciones, y diversas actividades en nombre de su hermano. Las imágenes la muestran reclamando justicia en los medios, y la acompañan en el viaje a la ONU en Ginebra, para denunciar el crimen caratulado de lesa humanidad. “Elegir contar esta historia es, para nosotros, una ocasión para sensibilizar masivamente a grupos de personas que podrán conocer por primera vez, o traer una vez más a la memoria, una historia fundamental de ser contada: la historia de la desaparición forzada en democracia en Argentina de Luciano Arruga, y de cómo sus familiares y amigos lucharon hasta encontrarlo”. La complejidad del tema y las aberraciones cometidas, tienen peso e importancia por sí mismas. También respeto. Los directores parten del documental clásico, para dar forma a un discurso apelativo que interpela al espectador en su rol de testigo y partícipe de ésta sociedad. ¿Quien mató a mi hermano?visibiliza la violación e incumplimiento de los Derechos Humanos dentro del Estado, y enfatiza el esfuerzo de una familia humilde, abusada por sus orígenes, que logró resistir frente a todo y alcanzar gran parte de la verdad. La imagen de Luciano quedó en la memoria de remeras, pancartas, grafitis y en un grito multitudinario: “Luciano Arruga, Presente. Ahora y siempre!.” ¿QUIEN MATO A MI HERMANO? ¿Quién mató a mi hermano? Argentina, 2019. Dirección y guion: Ana Fraile y Lucas Scavino. Montaje: Lucas Scavino/Fotografía y Cámara: Ana farile y Victoria Panero/ Música: Pablo Bregante y Daniel Calabrese. Duración: 88 minutos.
Diez años de impunidad y complicidad institucional. Crítica de “¿Quién mató a mi hermano?” de Ana Fraile y Lucas Scavino.InicioEstrenosDiez años de impunidad y complicidad institucional. Crítica de “¿Quién mató a mi hermano?” de Ana Fraile y Lucas Scavino. 25 septiembre, 2019 Bruno Calabrese Si hay un crimen que goza de una impunidad indignante, ese es el del joven Luciano Arruga. Uno no toma dimensión, ni reflexiona sobre la gravedad institucional que existe alrededor de semejante hecho. Para refrescar un poco lo sucedido es necesario saber que Luciano era un joven de 16 años que vivía en Lomas del Mirador. Un joven de condición humilde que recibía reiterados aprietes por parte de la policía bonaerense para que realice “robos para la corona”. El se negaba a llevar cabo esos ilícitos, hasta que una vez fue acusado de robo y detenido en forma ilegal, incumpliendo con las normas que lo protegían por ser menor de edad. En la comisaría fue torturado por horas, para luego ser dejado en libertad. Una vez afuera y antes de realizar la denuncia formal de dicha situación, fue abordado por un patrullero de la policía bonaerense que lo vevantó en la esquina de su barrio. esa fue la última vez que se lo vió con vida. Luego de ese 31 de enero de 2009, su hermana comenzó su búsqueda ante las trabas que le ponían desde un entramado policial, judicial y político, que trataba de encubrir el caso. En el año 2014, sus restos fueron encontrados en el Cementerio de la Chacarita enterrado como NN, luego de ser atropellado por un automóvil tras ser liberado en la Avda Gral Paz. El documental abre con el testimonio de Vanesa en el juicio realizado en el año 2015 contra el policía Torales por torturas hacia Luciano, quien fue severamente golpeado en el año 2008 en el destacamento policial de Lomas del Mirador, creado para brindar seguridad al barrio acomodado de la zona. Por esta causa el policía fue condenado a 10 años de prisión. Luego de ese desgarrador testimonio veremos como Vanesa se convierte en el motor principal, sobre el cual gira el documental. Pero ella no está sola, vecinos, familiares y amigos del barrio se unirán a ella. También las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Somos testigos de la lucha de Vanesa, bregando ante el fiscal, los jueces y funcionarios políticos en alianza con organizaciones de Derechos Humanos (donde Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas hacen acto de presencia) e incluso ante la sede en la ONU en Suiza, para obtener respuestas en este caso de violencia institucional. El documental no solo muestra la lucha de ellos sino que deja al descubierto la soledad en la que se encuentran los sectores populares ante la violencia institucional, que desnuda lo peor de la policía bonaerense y de una sociedad que suele mirar para para otro lado. También pone al descubierto una justicia y un sistema político que no da respuesta ni protege a las personas en situación de vulneravilidad, cuyos derechos civiles son pisoteados constantemente. Una justicia que solo responde a la requisitoria de las clases más altas y deja desprotegidos a las clases más bajas, sobre todo los pibes. En momentos donde la doctrina del gatillo fácil se vocifera desde la cúpula gubernamental, la lucha contra la naturalización de estos crímenes es imperante desde todos los sectores. Es por eso que este documental es imprescindible para poner al descubierto la lucha por lograr que eso no suceda. “¿Quién mató a mi hermano?” es un grito de guerrra que interpela al espectador. Una pregunta que diez años después de sucedido aún no tiene respuesta. Pero que no debe cerrarse en el simple hecho del nombre propio de Luciano Arruga, sino también en nombre de todos los jóvenes en permanente estado de vulnerabilidad. Puntaje: 80/100.
¿Quién Mató a mi Hermano?: Una protesta audiovisual. «¿Quién Mató a mi Hermano?» es un documental sobre el caso de la desaparición de Luciano Arruga y la lucha de su hermana, Vanesa Orieta, por desentrañar la verdad. Ana Fraile y Lucas Scavino nos traen un documental sobre la muerte de Luciano Arruga, un joven bonaerense desaparecido en primera instancia por la policía, cuya hermana, Vanesa, emprende una lucha durante años para averiguar a ciencia cierta cuál fue su destino final. Este film podría clasificarse como un documental, no obstante, cada fotograma es una letra que escribe en la pantalla una carta de protesta donde los directores sólo guían la mano de Vanesa, la verdadera heroína de este relato de no ficción. En ¿Quién Mató a mi Hermano? (2019), todas las escenas están compuestas por material de archivo auténtico, grabado durante el tiempo que Vanesa estuvo luchando por aclarar el paradero de Luciano. En palabras de Lucas Scavino, nunca se uso dramatización, salvo por algunos planos de apoyo donde salían móviles policiales. De aquí se tiene una pieza documental pura en el sentido técnico, pero en el práctico, es un ensayo de protesta compuesto por imágenes en movimiento donde sólo se narran las versiones de las víctimas a excepción de un momento en el juicio donde se muestran las declaraciones de un oficial de la policía. Si bien se descarta el principio periodístico de “parte y contraparte” donde se retratan ambas caras de la moneda, el mensaje no queda incompleto, puesto que tanto los directores como las andanzas de Vanesa transmiten la impotencia de un pueblo ignorado por quienes debían protegerlos. Sabiendo lo anterior, ¿por qué iban a dejar a hablar a quiénes querían silenciar sus voces? En esta ocasión, la norma tuvo su excepción. Lo mejor de este ensayo, fue la exhibición del modus operandi del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas o como sea que se llame ese cenicero para motos. Durante una escena donde Vanesa habla con una miembro de dicho organismo en Ginebra, Suiza, se puede apreciar en el diálogo de la representante cómo se sacude de encima la posibilidad de hacer algo para ayudar a la joven, basándose en un problema burocrático respecto a la ratificación de los tratados entre dicho organismo y el Gobierno argentino. Sólo bastaron esos segundos para darle voz a tantas víctimas en el mundo que sufren la impotencia de no poder defenderse por ellos mismos y que los organismos responsables de hacerlo se lavan las manos con tinta de tratados no firmados. Hay algo peculiar en esa escena tan trascendental, cuando Vanesa está frente a frente con la emisaria, la cámara está perfectamente encuadrada, mostrando un salón de conferencias vació cuyas mesas tan bien acomodadas daban una impresión de profundidad casi infinita. Junto a esto destaca una ejecución prolija del trabajo de cámara, muchas veces sólo limitado por la tecnología del momento, cuya resolución estándar (para los parámetros del 2009) contrasta fuertemente con la de los años venideros y la del presente, cosa que, si bien no es una falla, tampoco compensa la falta de un hilo conductor de los hechos que sirviera de apoyo a las escenas del juicio. Respecto a la conducción de los discursos, la duración del largometraje se habría aprovechado más de haber guiado las entrevistas, puesto que los entrevistados muchas veces divagaban o cambiaban de tema durante varios minutos, lo que produjo cierta pérdida del mensaje. Con todo lo anterior, ¿Quién Mató a mi Hermano? es el registro de la lucha familiar contra el sistema y de la voluntad justiciera que a veces nos llega a todos.
El joven Luciano Arruga desapareció el 31 de enero de 2009. Su hermana Vanesa y un grupo de familiares y amigos comenzaron una búsqueda desesperada, con fuertes sospechas de que integrantes de la policía no eran ajenas al episodio. El 17 de octubre de 2014, los restos de Arruga fueron hallados en la Chacarita, donde había sido enterrado como NN. Al año siguiente, un policía fue condenado por torturarlo meses antes de su desaparición, que aún no ha sido resuelta. Los directores Ana Fraile y Lucas Scavino plantean en este cálido y emotivo documental la necesidad de hacer justicia y unirse para conocer la verdad.
"¿Quién mató a mi hermano?": el caso Arruga La que se hace la pregunta del título es Vanesa Orieta, hermana mayor de Luciano, protagonista y portadora del punto de vista desde el que se narra la película. Signo de una puesta en cuestión del funcionamiento del sistema judicial, la “escena de juicio” se va haciendo familiar en el documentalismo argentino. En Los cuerpos dóciles(2015), un abogado defendía a tres acusados del robo a un comercio. En Toda esta sangre en el monte(2018) se celebraba el juicio a un sicario, autor de la muerte de un militante territorial por encargo de un terrateniente. En ¿Quién mató a mi hermano? el juicio es contra un grupo de policías que habrían secuestrado, maltratado y hecho desaparecer a un adolescente de Lomas del Mirador. Se trata deLuciano Arruga, desaparecido en democracia. Dirigida por Ana Fraile y Lucas Scavino, ¿Quién mató a mi hermano? reconstruye el caso con material en vivo y relatos de familiares, vecinos, amigos, especialistas en criminología y militantes a favor del esclarecimiento. El relato es claro, ordenado, compacto e intenso. La que se hace la pregunta del título es Vanesa Orieta, hermana mayor de Luciano, protagonista y, como el título sugiere, portadora del punto de vista desde el que se narra la película.Menudita pero aguerrida, Orieta impresiona desde un primer momento por su claridad conceptual, la articulación de su discurso y su evidente tesón. Da la sensación de ser el principal estorbo para los policías acusados y será, hasta el final, quien lidere el movimiento por la resolución del crimen. Orieta es capaz de concurrir ante una comisión de la Cámara de Diputados y acusarlos de, por lo menos, ineficiencia en el esclarecimiento. O de señalar directamente hacia la Gobernación de la Provincia. Una vez más una mujer lidera la lucha contra el sistema criminal, como viene ocurriendo desde 1976 con las Madres de Plaza de Mayo. Fraile y Scavino administran la información como lo haría un film policial, clarificando, con oportunas placas, una cronología que en ocasiones retrocede. El relato se va armando como un rompecabezas. En setiembre de 2008, el policía Diego Torales atiende en la comisaría a Vanesa y a la mamá de Luciano, Mónica Alegre, de mala manera y negando información. De pronto, detrás de una puerta asoma el detenido, y después de eso se oyen gritos y golpes. La policía de la zona acosaba a Luciano. Querían que robara para ellos, práctica común en la Bonaerense de Zona Oeste. Lo liberan, pero el último día de enero del año siguiente, Luciano desaparece. No se sabe más nada de él. Supuestamente nunca estuvo en el Destacamento de la zona y por lo visto no hay fiscal dispuesto a averiguar a fondo. Fin del asunto. Salvo que allí aparecen Pablo Pimentel, abogado de la APHD, Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, de Madres. Demasiado nombre, demasiada fama, demasiado peso para que la policía y la Justicia sigan pateando la pelota al costado. La causa se activa. Y llega la reacción: el auto de Vanesa aparece incendiado, se multiplican las amenazas a testigos y hasta se produce un secuestro. En este momento la causa está abierta. La familia y amigos no están dispuestos a conformarse con presuntas soluciones, como el desplazamiento de ocho responsables, reincorporados más tarde en otras jurisdicciones, o la condena de Torales a diez años de prisión. Quieren llegar hasta la resolución final del caso, acusan al Estado de omisión o complicidad. ¿Quién mató a mi hermano? es, así, la narración de un proceso en tránsito. Una película concluida, un caso inconcluso.
Con la dirección de Ana Fraile y Lucas Scavino, este conmovedor documental indaga sobre la tragedia del caso Luciano Arruga, reconstruido con el aporte decisivo de su hermana, de su madre y de cada uno de los que ayudaron y ayudan a que quede realmente clarificado. Luciano desapareció el 31 de enero del 2009, recién el 17 de octubre del 2014 logran dar con los restos sin identificación del adolescente, en un cementerio municipal. El informe indica que su muerte fue producto de un accidente vial la misma noche de su desaparición. Lo que los familiares luchan por demostrar es que se trató primero de una desaparición en democracia, con fuertes sospechas sobre la actuación de la policía de la provincia de Buenos Aires, y que el caso debe inscribirse como un crimen de lesa humanidad. El trabajo de los realizadores recrea los años de lucha, situaciones difíciles, juicios, reunión de pruebas, y el fuerte contenido emotivo de ese derrotero que emociona hasta las lágrimas.
Según informe de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional, durante los primeros 15 años de este siglo hubo 70 casos de personas “desaparecidas”. Entre ellas, el adolescente Luciano Arruga, que no militaba en ningún movimiento político ni era soldado de los narcos. Pero un oficial de policía lo miró torcido, se obsesionó con él e inició su calvario. La familia lo vio detenido en una unidad de Lomas del Mirador, Partido de La Matanza, el 31 de enero de 2009. Después, silencio. Lo buscaron 5 años y 9 meses hasta que alguien logró identificarlo entre los N.N. en el cementerio municipal. Había sido atropellado esa misma noche en la General Paz “en circunstancias confusas”, como se dice habitualmente. El informe también era confuso. Casos semejantes han de haber varios. ¿Por qué ha trascendido éste en particular? Porque su hermana nunca bajó los brazos, soportó el desdén de las vecinas del destacamento y las amenazas de “la Bonaerense”, discutió con la burocracia policial, judicial y política, reclamó (inútilmente) ver al gobernador, convirtió en ícono, como se dice ahora, el rostro del muchachito desaparecido, llegó hasta el Comité de la ONU por el Derecho de los Niños, en Ginebra, Suiza, y tuvo el apoyo de mucha gente amiga, y de personalidades como Pérez Esquivel y Nora Cortiñas. El documental de Ana Fraile y Lucas Scavino que ahora vemos -hecho sin sentimentalismos ni bajadas de línea- muestra esa lucha, registra el movimiento nocturno en la General Paz a la altura de la bajada de Emilio Castro, donde fue el “accidente”, también la demolición del destacamento, hoy convertido en centro cultural, y el demorado comienzo del juicio al oficial a cargo y sus asistentes. También registra cómo quedó quemado el auto de la hermana, al otro día de iniciarse el juicio. Es bueno que esto se difunda.
Mujer bonita es la que lucha El caso de Luciano Arruga describe al corrupto sistema policial argentino y ¿Quién mató a mi hermano? (2019) nos propone acompañar a Vanesa desde la desaparición de su hermano hasta la presentación del tema en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Luciano Arruga, un joven de 16 años, fue víctima de la policía bonaerense. Desde su desaparición, allá por el 2009, hasta el hallazgo de su cuerpo (enterrado cómo NN) pasaron 5 años. ¿Quién mató a mi hermano? se encarga de contarnos este caso, pero desde la mirada de una admirable luchadora: su hermana Vanesa. Sus realizadores, Ana Fraile y Lucas Scavino, consiguieron desarrollar un trabajo honesto, sentimental y paciente. Ellos acompañan, cámara en mano, a Vanesa y el rumbo de su desesperada búsqueda. Compitiendo en la sección de Derechos Humanos, el documental corresponde a una investigación de 10 años y allí encontramos la clave: nos ayuda a interiorizarnos sobre la manera en la que sus seres queridos vivieron el caso año tras año, noticia tras noticia. “Mujer bonita es la que lucha, se murmura. ¿Y qué diremos de tu rabia inquebrantable?” nos indica Santiago Aysine, cantante de Salta la Banca, al ritmo de “Tú”, canción dedicada a Vanesa. En sintonía con esta frase, el documental nos describe a una mujer fuerte, llena de furia e impotencia. Ella se plantó frente a la policía bonaerense, a la justicia y a aquellas personas que prefirieron el silencio antes que la verdad. El largometraje nos gráfica de forma sentida cada rasgo de su personalidad. Su indiscutido carácter, sus desafíos y su manejo de las situaciones son dignos de total admiración. Vanesa es la verdadera responsable de los avances del caso Arruga. Desprovisto de cualquier tipo de prejuicio, arriesgándose en tiempos donde se pretende callar, esta obra nos invita a sentir el dolor de los familiares y hacerlo propio. Hoy le tocó a Luciano, pero mañana podría ser cualquiera. Vanesa va a seguir luchando para que nadie más se pregunte algo que a ella no la dejaba dormir: “¿Dónde está mi hermano?”.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA La lucha incansable de una hermana por esclarecer la muerte de su familiar. Este sería el leitmotiv de ¿Quién mató a mi hermano?, un documental crudo y minucioso que presenta todo lo ocurrido hasta la fecha sobre la desaparición y muerte de Luciano Arruga, que tiene a la Policía bonaerense como implicada en los hechos. Esta producción se dedica a mostrar cada situación importante acaecida desde poco tiempo después de la desaparición del joven en 2009 hasta estos días mediante un seguimiento muy detallado de cada suceso, siendo un trabajo de tono investigativo donde no se pretenden sacar conclusiones, sino solo exhibir lo que sucede y dejar que quien observe haga su propio análisis. Resulta tan potente esta historia, por su crudeza y oscuridad, que no es necesario centrarse en tratar de interpretarla, ya que en varias oportunidades las imágenes hablan por sí solas, y es ahí donde esté documental tiene su punto fuerte, en captar esos momentos y exponerlos para que se conozcan. Se suma una correcta utilización de las entrevistas a familiares y amigos que le aportan el contexto necesario para entender un poco más sobre lo que pudo haber pasado y que el espectador intenté armar el rompecabezas de esta insospechada trama. ¿Quién mató a mi hermano? es una realización que se sostiene principalmente por la potencia narrativa de las imágenes que cuentan está historia oscura de nuestro país (que aún no ha logrado ser resuelta en su totalidad) y donde la destacada labor de edición permite que este documental pueda aportar un elemento más en la búsqueda de dilucidar lo sucedido para que hechos como éste no sucedan Nunca más.
Luciano Arruga desaparece el 31 de Enero de 2009. Así comienza el vía crucis de toda una familia, lucha encabezada por su hermana Vanesa, para dar con el paradero de Luciano. La desaparición involucra a la policía local con quien Luciano, menor de edad y que había sido detenido en otras oportunidades, tenía cierta vinculación –tal como deja entrever su madre durante su testimonio en el Juicio oral en donde dice que él prefería cartonear decentemente antes que aceptar las propuestas que le había hecho la misma policía con las que hubiese ganado mucho más dinero-. En ese contexto, bajo las amenazas del poder policial, manipulaciones de la Justicia y la completa indiferencia de todo el aparato político, toda una familia fue movilizada en busca de justicia y pidiendo por el esclarecimiento de la desaparición forzada de Luciano. Luego de un duro, desgastante e intenso proceso de lucha, finalmente el 17 de Octubre de 2014, más de cinco años después y mediante estudios genéticos a partir del ADN, el cuerpo de Luciano aparece enterrado como un NN en el Cementerio de la Chacarita. Las pericias e informes forenses coincidieron en que su muerte fue provocada por un accidente automovilístico en plena General Paz, cuyas circunstancias se encuentran llenas de incertidumbres y cuestionamientos, con interrogantes que no han podido resolverse por completo. ¿QUIÉN MATO A MI HERMANO? es el documental donde Ana Fraile y Lucas Scavino relatan la desaparición en plena democracia de Luciano Arruga y muestran cómo los mecanismos de la Justicia operan de forma tal que los más carenciados y los que más la necesitan, sean justamente las voces más silenciadas y que no encuentran un eco para poder sentirse contenidas en un mecanismo perverso donde la connivencia de los diferentes poderes, no sólo no logra ayudar a los damnificados sino que los victimiza doblemente, los señala, los juzga y los deja completamente relegados al desamparo. La construcción propuesta por Fraile y Scavino desde el guion y desde la dirección apela al registro documental con un formato periodístico, siguiendo el proceso encarado por la familia de Luciano, principalmente por su hermana Vanesa Orieta y por Verónica Alegre –su madre- sin utilizar mayores elementos que los registrados por las filmaciones que se fueron suscitando a través de todo el proceso. De esta forma, vemos como Vanesa intenta por todos los medios encontrar un eco en su voz de protesta y de pedido de justicia pero encuentra muchas más trabas y distractores que verdaderas ayudas dentro del sistema judicial argentino. La elección de la narrativa casi excluyentemente desde el punto de vista de Vanesa hace que llegado un punto, el documental comience a ser reiterativo y se resienta por una narración unidireccional que no plantea un mayor conflicto que la de una voz que clama justicia y no es escuchada. Por supuesto que el caso merece ser documentado y plasmar, de esta forma, la falta de justicia en nuestro país y la impunidad con la que puede moverse cierto círculo policial, pero a nivel cinematográfico –no debemos olvidar que el documental como género no es lo mismo que un informe periodístico producido para un noticiero-, el trabajo de Fraile y Scavino parece quedarse en el panfleto de protesta de Vanesa más que en una investigación en donde puedan escucharse pluralidad de voces. Un espacio donde puedan mostrarse a través de los distintos actores, la violencia a la que es sometida la familia de Vanesa y Verónica, como sucede día a día con tantas otras familias sumergidas en la total vulnerabilidad frente a la justicia que parece mirar para otro lado y que por lo tanto, pueda direccionarse de lo particular a lo general, mostrando un tema que no es un caso aislado e individual solamente. El marcado discurso activista de Vanesa se agota en las primeras escenas y luego no hace más que subrayar y remarcar lo que ya se ha mostrado y lo que ya sabemos que lamentablemente ocurre en nuestro país. Deja sin trabajar la subtrama de las implicancias y vínculos policiales con Luciano previo a su desaparición forzada, que pareciese un eje interesante para profundizar la corrupción policial. En muchos otros documentales, aun cuando lo que ha sucedido es contundente y claro, las otras voces que pueden ser escuchadas, permiten ver hasta qué punto los propios ejecutantes de hechos como éste, justifican sus acciones y estructuran sus coartadas. Poco de esto sucede en “¿QUIÉN MATO A MI HERMANO?” donde los directores eligen como voz casi excluyente a la de Vanesa dando muy poca participación a otras que podrían haber reverberado de forma tal de poder armar una mirada más coral y menos hegemónica, sobre todo tratándose de una protagonista que, de su implicancia en la militancia, termina transformando algunas secuencias en un panfleto marcadamente politizado que perjudica el registro documental. La secuencia más potente, entre tantas, es aquella cuando Vanesa se entrevista en Ginebra tratando de hacer eco en un Organismo Internacional sobre el caso de desaparición forzada de su hermano. Allí podemos ver como no solamente la justicia en nuestro país, sino los diversos mecanismos de la burocracia, que debiesen tener como principal objetivo la escucha y contención de estas voces acalladas, no hacen más que seguir sometiendo a las victimas al silencio y al olvido. “¿QUIÉN MATO A MI HERMANO?” aporta su mirada al entramado de complicidad institucional, a la desprotección judicial de los sectores más vulnerables y deja al descubierto la violación a los derechos de toda una clase absolutamente maltratada.
El documental muestra distintos testimonios, actividades, encuentros y años de búsqueda que se utilizaron para poder llevar esta historia al cine. Su desarrollo va mostrando de que manera se fueron desarrollando los hechos y el proceder de las autoridades, todo se encuentra apoyado por un buen material de archivo y un gran trabajo de los directores y guionistas Ana Fraile y Lucas Scavino junto a un destacado equipo de producción. Lo que vemos es duro, fuerte, emotivo y hasta polémico pero es muy importe que esto se visualice y que los espectadores saquen sus conclusiones.
Las injusticias que hay en este país son múltiples y evidentes. Provocan bronca, indignación e impotencia. Como la que tiene desde hace diez años Vanesa Orieta, la hermana del adolescente asesinado y desaparecido Luciano Arruga en enero de 2009 por la policía bonaerense. Ella movió cielo y tierra para encontrar su cuerpo, en una lucha titánica y desigual entre una chica pobre del conurbano que se enfrentó sin miedo y con decisión, a una corporación política y armada que se dedicó a colocarle trabas e impedimentos para que el caso no avance en la justicia. Finalmente, en 2014. sus restos fueron hallados como NN en el cementerio de la Chacarita. Este documental codirigido por Ana Fraile y Lucas Scavino recorre los caminos que lograron llevar a juicio a un policía, pero aun así, no consideran que el caso esté cerrado. La cámara está ahí, es testigo de cada charla, recuerdo, movilización, declaraciones en el juzgado, etc. involucrando al espectador de tal modo que genera una empatía inmediata con Vanesa, que pese a ser de origen humilde, habla muy bien, tanto en privado como en público. Sabe expresarse con claridad y convicción. Esta cualidad, seguramente le ha ayudado y mucho, para que el asesinato de su hermano no quede en el olvido Para darle más valor al relato los directores cuentan con archivos fotográficos y televisivos varios, como así también, de familiares y amigos que colaboraron explicando cómo sucedieron los hechos, tanto de palabra como en un plano didáctico hecho a mano. También desde un vehículo mostraron el barrio, de día y, principalmente de noche, para situarnos mejor cuál fue la zona en la que paraba Luciano y en qué lugar lo hostigaban. La película no tiene una gran producción, pero si una buena calidad de imagen y sonido. No suena ninguna canción, no la necesita, porque, de por sí, la narración es cruda y dramática en toda su extensión como para resaltarla con algún sonido extra. El film está compaginado de tal modo que tiene un buen ritmo y no aburre. Porque la que lleva la voz cantante, pese a estar siempre en inferioridad de condiciones, demostró a los demás, no importa quienes son, y se demostró a sí misma, que con una gran coraje y perseverancia, aunque sea muy difícil, se puede cambiar aunque sea un poco, la historia de siempre, eso significa la del poderoso que le gusta ejercer su poder, mucho más por las malas que por las buenas.
Documental argentino que recibió una Mención especial en la Competencia Derechos Humanos del 21 BAFICI. El 31 de enero de 2009, Luciano Arruga (16) nunca llegó a casa de su hermana Vanesa. Comienza entonces una búsqueda desesperada que enfrenta las diferentes manipulaciones del poder. Su voz y la de amigxs, familiares y militantes de los derechos humanos descubren las complicidades del Estado en esa desaparición. Una fuerte película de denuncia que logra hacernos carne de la indignación e impotencia que enfrenta Vanesa, junto a amigxs y familiares con escasos recursos, quienes no dejaron nunca de golpear puertas en una exasperada búsqueda por saber qué pasó con Luciano y sobre quiénes fueron los verdaderos responsables de su desaparición forzada en plena democracia. Con un claro punto de vista, el de Vanesa, acompañado por su familia y amigxs, la narración del film va hacia adelante mientras desgrana, de a poco, la información sobre lo que sucedió con su hermano de 16 años. Marcando así el claro lugar de la familia y amigxs convertidos en los investigadores del hecho. Les realizadores hacen uso de cámaras “rastreras” entre escenas que recorren, una y otra y otra vez, el camino realizado por Luciano antes de su desaparición, emulando patrullar la zona. Signo de la vigilia angustiante por la que Vanesa ha pasado y sigue pasando, mientras intenta reorganizar los datos, recabar la información y rearmar un rompecabezas donde las piezas no faltan, sólo que ella no puede tenerlas en sus manos porque el Estado se las niega, incluso actualmente. En esta historia, les realizadores logran utilizar al material de archivo como fragmentos de reconstrucción que van transformando al registro en peregrinación. Y así se van fusionando las marchas, las luchas, las constantes denuncias, las protestas incoherentes de vecinos del barrio “residencial” en donde funcionaba el destacamento en el cual fue detenido Luciano, hoy convertido en radio abierta, quienes piden absurdamente a Vanesa “un poco de paz” ante el reclamo sistemático de justicia por su hermano, el acompañamiento de las asociaciones de derechos humanos, las abuelas, Adolfo Pérez Esquivel, los amigxs, el juicio, las caras de los abogados defensores, la vulnerabilidad de una madre expuesta a preguntas inapropiadas, el rostro del único acusado (Torales), la entereza de una hermana, el miedo, las amenazas, el silencio, la noche. ¿Quién mató a mi hermano? es un documental que al finalizar nos deja impotentes, mudos y pensantes, aplaudiendo sí la fuerza de lucha de una hermana contra un gigante.
Hay que meterse en la piel de Vanesa, la hermana de Luciano Arruga, para comprender la dimensión trágica de “¿Quién mató a mi hermano? El documental pone el ojo en el juicio a la Policía Bonaerense y la lucha de familiares y amigos por la muerte de Luciano Arruga, el joven que desapareció el 31 de enero de 2009 y cuyos restos aparecieron recién el 17 de octubre de 2014, pero enterrados sin identificación en el cementerio municipal. Es Vanesa la que lleva la voz cantante de esta búsqueda, desde el micrófono de la radio Zona Libre hasta el juicio al policía Diego Torales, quien fue condenado a 10 años de prisión por la tortura al pibe de 16 años a quien lo levantaron “por averiguación de antecedentes”. Causa escozor ver cómo la policía encubrió la muerte del joven, que perdería la vida a causa de un accidente de tránsito escapando de la policía. El documental toma altura con la puesta en valor de la lucha por la verdad encabezada por Vanesa, y cómo logra adhesión de todos los sectores, en una causa que llegó hasta la ONU. Más allá del dolor por una muerte tan injusta, es saludable comprobar, una vez más, que la única causa perdida es la que se abandona.