Riddick brinda un entretenimiento digno si te van este tipo de historias. Los primeros treinta minutos de proyección ofrecen un festín de imágenes sin diálogos sobre supervivencia y lucha contra monstruos de todo tipo acompañadas con una muy buena musicalización siendo este tramo lo mejor para ver, ya que luego, cuando aparecen el resto de los personajes...
Fuga en el siglo XXI Riddick (2013) va y viene. Sube y baja con la misma arbitrariedad. Oscila entre dos caminos de una misma bifurcación fílmica. Uno profundiza la consistencia despojada de su primera parte. El otro se empeña en destruirla a través de convenciones anacrónicas y lugares comunes execrables. La película empieza muy bien, goza de una introducción sólida y escueta. Austera, se podría decir, como su protagonista. Con la sencillez y brutalidad de Riddick. Aquel antihéroe ambiguo, sádico o misericordioso en arrebatos provocados por las mismas motivaciones. ¿Qué impulsa a Riddick? ¿Qué estándares lo conducen? En su amorfo criterio moral, en el seno de lo impredecible, es donde reside todo su poder. Como Clint Eastwood en la trilogía del dólar, como Mel Gibson en la trilogía Mad Max. Son leyendas del mismo carácter, anónimas, e intrínsecamente deambulatorias. Quizá en su naufragio busquen algo, quizá sólo sean presos de las circunstancias. Al estar supeditada a esta fractura entre dos planteamientos narrativos excluyentes, esta tercera entrega de la saga que comenzó por allí, a principio de siglo, con La Batalla de Riddick (Pitch Black, 2000), sufre de una ciclotimia tiránica que dispone de los tiempos y las instancias argumentales intercalando sin ningún tipo de lógica momentos álgidos y absorbentes y sumergiéndose en intervalos de laxitud y tedio que pretenden destruir todas las virtudes que con tanto cuidado consolidaron un rato antes. Por momentos es el mejor tipo de Ciencia Ficción, la que sin esfuerzo va insinuando pequeños vestigios de la configuración de su universo, posibilitando la construcción mental y el relleno de espacios vacíos en el espectador sin caer en explicitudes, como Mad Max 2, El Guerrero de la Carretera (Mad Max 2, 1981). También posee lapsus de retrocesos en donde se transforma en la peor ciencia ficción, como El Sexto Día (The 6th Day, 2000), con su artificialidad y pseudo pulcritud. ¿Qué prevalece? Lo bueno, claro está. Además de Vin Diesel en un papel que le sienta perfecto, su compañía no dista mucho de ser ideal. Katee Sackhoff, reina del sci-fi, la gigantesca “Starbuck” de Battlestar Galactica (2003-2009), Karl Urban, breve pero presente y el multifacético Jordi Mollà conforman el elenco secundario con mucha precisión y efectividad. Luego de ser coronado líder de los necromongers, el criminal convicto Richard B. Riddick es puesto en un aprieto en donde la única alternativa es resignar su cargo y volver a su planeta de origen. Riddick cumple su parte del trato pero es traicionado por Vaako (Karl Urban), quien planea sin éxito su asesinato. Abandonado en la intemperie, dado por muerto, Riddick debe encaramarse en la cadena de depredadores del nuevo planeta desolado que lo tiene como habitante forzado y procurarse una improvisada vía de escape. “Trilogía” probablemente pruebe ser una condición transitoria para definir las etapas de esta historia. Esta secuela de secuela, que muchos presagiaban como la última, presenta un final sin mucha contundencia o seguridad, dejando paso, seguramente, a nuevos y más o menos intensos periplos futuristas.
Renegado arcade La tercera aventura del antihéroe, Riddick, que tan bien le sienta a Vin Diesel, Richard B. Riddick es un film con momentos simpáticos, muchos otros antipáticos, que dilapida una interesante historia en una primera mitad aceptable que pese a transitar por todo lugar común de la galaxia entretiene sin más que eso. Lamentablemente, cuando surge la impronta del videojuego y de la estética de los fichines que gana por acumulación de alimañas digitales en cambio de peripecias heroicas todo se cae a pedazos. En esta ocasión el ex convicto sobrevive a un intento de asesinato y queda solito en un planeta hostil; se hace amigo de un perro -o algo así- al que aprende a domesticar hasta que llega la mala compañía de cazas recompensas que cobrarían doble si es que consiguen llevarse la cabeza del hombre de anteojos saltones en una caja. De ese grupete comandado por el capitán Johns (Matt Nable), quien culpa a Riddick de la muerte de su hijo también convicto perteneciente a un pasado, se destaca el despiadado pero cobarde español Santana (Jordi Mollà); la escultural blonda Dahl (Katee Sackhoff) y en otro orden el siempre listo Karl Urban en el rol de Vaako, quien traiciona a Riddick una vez coronado rey de los necromongers. En su primera mitad, el relato adopta el derrotero de la supervivencia en el que Riddick se deberá enfrentar a unas criaturas venenosas y hacerse inmune con un antídoto propio contra ese veneno. En ese corto pero intenso pasaje Vin Diesel aporta todo su carisma y más aún cuando entabla relación con su mascota. Pero la acción llega a partir de la dinámica de una cacería humana que explota las ventajas de conocer por parte del protagonista un terreno hostil para ejercer una guerra psicológica contra el enemigo y obligarlo a rendirse a su voluntad, aunque siempre con la amenaza latente de la traición por parte de sus captores en contraste con los códigos morales de Riddick y su personal modo de entender la lucha. Resulta poco productivo entonces que el film abandone la idea de western intergaláctico para el que estaban dadas todas las condiciones. No obstante se optó por la facilidad de caer en la aventura gráfica que hace del cine una extensión del videojuego, fórmula que sin lugar a dudas una vez transcurrida la novedad termina desgastándose y amesetándose como esta franquicia que parece no morir en trilogía, lamentablemente.
En 2000, Vin Diesel empezó a adquirir status de ídolo interpretando a quien se convertiría en uno de sus grandes antihéroes: Richard B. Riddick, un forajido en un mundo del futuro, capaz de ver en la oscuridad y de sobrevivir en condiciones extremas gracias a su entrenamiento militar en un pasado remoto. Hablamos de la más temible combinación de fuerza, velocidad, astucia e inteligencia. Pitch Black-Eclipse Mortal fue una obra de terror en la que un grupo de personas quedaba varado en un planeta habitado por monstruos que surgían de la oscuridad. Se impuso como un hit de culto gracias al carisma y la presencia de Diesel. De hecho, la secuela llevó el nombre del personaje y, a diferencia de la primera parte, La Batalla de Riddick iba por el lado de una ciencia ficción símil Duna, con un elenco impresionante que hasta incluía a Judy Dench. No fue genial, pero seguía siendo entretenida y contribuyó a expandir la mitología del personaje, que se trasladó al campo de los videojuegos...
Para tratarse de un personaje tan aburrido como Riddick la verdad que es un milagro de Hollywood que sigan haciendo películas con este sujeto. Todavía no termino de entender por donde pasa la pasión por el pelado con antiparras cuando es el anti héroe con menos onda que interpretó Vin Diesel en su carrera. Sin embargo es un hecho tiene su grupo de seguidores que lo consumen y generaron que llegara dos veces más al cine. Pitch Black, la primera película del 2000 en la que apareció, ni siquiera se estrenó en Argentina, ya que fue directo a dvd, pero logró alcanzar cierto estatus de culto. La buenas ventas que generó el film en video permitieron que el personaje retornara a los cines en el 2004 con una superproducción de 120 millones de dólares, La crónicas de Riddick, en la que trabajó Judi Dench. También se hizo un cortometraje animado para dvd, Dark Fury, que narraba una serie de hechos que ocurrían entre el primer y segundo film. Vin Diesel y el director David Twohy este año volvieron a reunirse en esta nueva entrega en el cine que de algún modo retoma un poco lo que fueron la raíces del personaje. Es decir, Riddick está más en sintonía con Pitch Black que con Las crónicas, donde Twohy intentó hacer algó diferente con el personaje principal y no convenció a los fans. En este caso contaron con menos de la mitad del presupuesto de la segunda entrega, apenas 40 millones de dólares, al que le sacaron todo el jugo posible. Con un enfoque casi minimalista, donde hay muy pocos diálogos en todo el film, Riddick presenta una aventura casi solista de este personaje que se la pasa luchando con monstruos, muy poco aterradores y creativos dentro de la trama. Salvo por unos breves aportes de Diesel en una narración en off, durante los primeros 10 minutos del film no hay diálogos y el director narra la historia a través de las situaciones de suspenso en la que se ve involucrado el protagonista. El comienzo está muy bueno pero después la trama decae bastante. El problema que encuentro en este film es que los productores centraron todo el conflicto en las espaldas de Riddick y al personaje no le da el cuero para bancarse una historia solo porque es un bodrio. Riddick si no interactúa con otros personajes que tengan un caracter diferente, como ocurría en Pitch Black, es aburrido porque no tiene onda. Una película de este estilo la podés construir con Mad Max o El hombre sin nombre, de Sergio Leone, que eran antihéroes atractivos, pero el rol de Diesel ni siquiera es interesante. En la nueva película el personaje está muy solo y no queda claro cuál es la razón de ser de esta producción, que tiene un trabajo decente en los aspectos técnicos, pero falla en brindar un conflicto atrapante. Si bien Riddick tiene algunos momentos de acción bien realizados en general es uno de esos filmes que te olvidaste por completo 20 minutos después que saliste del cine.
Con una trama muy parecida a Pitch Black, aquella película de ciencia ficción de bajo presupuesto que dio origen a la saga en el 2000 y se convirtió en film de culto desplegándose desde videojuegos hasta un documental, Riddick nos trae nuevamente a Vin Diesel en el papel del Furyano, que en esta oportunidad es dado por muerto y abandonado en un devastado planeta donde parece ser el único habitante y en el que luchara por sobrevivir enfrentándose a extrañas criaturas y un grupo de cazadores de recompensas. Esta nueva entrega nos conecta con la primera y devuelve a su protagonista de ojos plateados capaz de ver en la oscuridad su faceta más salvaje, el letal asesino experto en cuchillos y capaz de sobrevivir a cualquier situación. Tras un comienzo sin diálogos, sin duda lo mas interesante del film, donde Riddick pugna por la supervivencia y se entrena para volver a ser sí mismo enfrentando a bestias y criaturas, comenzamos a recibir en forma de flashbacks la única información que nos remitirá a La batalla de Riddick. Luego Diesel casi desaparece de la pantalla para dar lugar a los personajes secundarios, que de la mano del español Jordi Mollà en el rol de villano patético junto a otros tanto caricaturescos (incluida la poco femenina Katee Sackhoff), que dan curso a diálogos intrascendentes y acciones que preparan el terreno para la ultima media hora de acción con la masacre de los protagonistas. Con un relato simple, personajes intrascendentes y sin historia que contar pero sustentándose en el carisma de Diesel y la atractiva estética ya característica de la saga, con escenarios y efectos especiales de película clase B que nos remite a al western pero mezclado con ciencia ficción y un poco de terror al estilo Alien, esta entrega de Riddik pareciera ser un capítulo de transición para una futura entrega.
Rápido, furioso y futurista La tercera parte de Riddick demuestra por qué a Vin Diesel le sienta tan bien el papel de antihéroe de un mundo lejano. Luego de Pitch Black (2000) y, cuatro años después, La batalla de Riddick, el calvo y musculoso actor estadounidense guardó en el placard las características “terrenales” de Dominic “Dom” Toretto (de Rápidos y furiosos) para asomar con su contundente papel futurista. La secuela había quedado cerrada con la coronación del convicto Richard B. Riddick (que tiene la particularidad de ver en la oscuridad) y pertenece a la raza súper humana de los furyanos. El había derrotado a Lord Marshal, rey de los temibles necromongers y letal conquistador galáctico. Pero en esta nueva película, el protagonista sufre la traición de Vaako (Karl Urban) quien cree haberlo asesinado y lo deja librado a su merced en un planeta árido, desolado. Desde ese momento, comenzará la reconstrucción del protagonista, como si el director David Twohy (El escape perfecto) hiciese volver a Riddick a un estado primitivo. No por nada el entorno con tonos ocres recuerda a Marte, y su fauna es una versión prehistórica-apocalíptica de lo que nos enseñaron en el colegio. Vale tener un mínimo repaso de las precuelas, para empatizar mejor con el nervio de este convicto. El largo, y algo tedioso proceso de adaptación de Riddick en el inhóspito suelo, su forma de sobrevivir y el costado “humano” que adopta cuando cría a una especie de dingo, un perro salvaje, adelantará que este filme será a fuego lento. Habrá que tener paciencia y esperar que los personajes se acomoden y encajen con su rol Así aparecerán los cazarecompensas, liderados por el español Santana (Jordi Mollà) quien se obsesiona en llevar en una caja la cabeza de Riddick. El será bastante caricaturizado, y también golpeado, por la temperamental Dahl (la blonda Katee Sackhoff) quien forma parte del escuadrón liderado por el capitán Johns (Matt Nable). Un grupo de once personas en búsqueda de una sola. Pero la oscuridad es lo que atrapa; el ámbito preferido del fugitivo, quien parece tener a su favor a los peligrosos habitantes de ese ¿inframundo? como las terroríficas serpientes-escorpión que parecen aliens. Todo está calculado en el universo Riddick, el dominio psicológico que ejerce sobre sus perseguidores es total. Puede aparecer poco en pantalla y, sin embargo, ser omnipresente. Luego de Stallone, Van Damme, Bruce Willis, Steven Seagal, etc… queda flotando una pregunta sobre Vin, parafraseando un filme de -otro duro- Arnold Schwarzenegger: ¿estamos ante el último gran héroe?
Cuando en 2000 apareció por primera vez en la pantalla Richard Riddick, un héroe con superpoderes, se suponía que las aventuras de ese temido personaje continuarían en otros films. Así es como llegan en esta tercera edición que, según la promesa de sus productores, será el final de la saga. Aquí el protagonista, peligroso fugitivo buscado por todos los cazadores de la galaxia, es traicionado por los suyos y dado por muerto en un planeta aislado, donde deberá sobrevivir peleando contra aliens depredadores mucho más letales que cualquier humano que se le haya cruzado en el camino. La única forma que tiene Riddick para escapar de sus peligros es activar un faro de emergencia para dar alerta a un grupo de mercenarios que rápidamente llegarán al planeta, pero no para ayudarlo, sino para atrapar a ese hombre solitario y cobrar una buena recompensa. El primer barco que arriba a esa galaxia lleva a una nueva raza de letales mercenarios, mientras que el segundo es liderado por un hombre para quien la cacería de Riddick se ha convertido en un asunto personal. Sin apartarse demasiado de sus antecesoras, esta nueva entrega, dirigida por David Twohy, ofrece una nueva oportunidad para recrearse con todas las emociones de un género que como el de la ciencia ficción puede sobreponerse a cualquier elemento de la lógica. Claro que ello importa poco si, como lo desean los seguidores de estos alocados entreveros, el héroe sabe que sus enemigos no podrán contra él. Los efectos especiales están correctamente diseñados para aportar el camino que ese Riddick deberá recorrer para salir indemne, en tanto que la fotografía y el montaje apoyan adecuadamente la trama. Como si esto fuese poco siempre está presente en la pantalla Vin Diesel, que conoce de memoria su papel, esta vez secundado por el español Jordi Mollá y por un elenco que sabe hacer lo suyo con ciertos rasgos de humor.
La saga de un personaje que siempre cumple Vin Diesel ha hecho de lo mínimo una marca registrada, en donde lo que importa no es tanto el despliegue de recursos, sino tener la habilidad de aplicar los pocos que se tienen en el momento justo. No se puede decir, por ahora, que Diesel sea un gran actor, pero sí que sabe qué personajes elegir –generalmente renegados– y cómo volverlos atractivos. Detalles que no parecen mucho, pero que pueden hacer de un actor regular uno respetado. El protagonista de Riddick, el mismo de Pitch Black y La batalla de Riddick, es uno de esos personajes que, como el Toretto de Rápido y furioso, parecen hechos para él. El regreso de este personaje a casi diez años de la película anterior confirma que la saga dirigida por David Twohy (un cineasta que tampoco será un auteur, pero que suele filmar películas cumplidoras) se ha convertido un objeto de culto. Esta vez viene a refrendar su pacto con los fanáticos e incluso a mejorar lo hecho hasta ahora, aunque de algún modo no hace sino contar más de lo mismo acerca de este peligroso pero noble criminal, que se la pasa huyendo de planeta en planeta. Riddick obvia lo ocurrido en su antecesora, cuestión que resuelve sin importarle gran cosa en un par de escenas que representan una enorme elipsis, y vuelve a dejar al protagonista como en “La balsa”: triste y solo en un mundo abandonado. Además de malherido y rodeado de monstruos del espacio. Pronto el personaje se da cuenta de que su única alternativa para salir con vida es activar un pedido de auxilio que al mismo tiempo revela su presencia a los cazadores de recompensa, que serán los primeros en llegar al lugar. De este modo, el film no sólo prescinde de todo lo contado en la segunda película, de estética más ampulosa y ligada a las ochentosas tapas de revistas como Metal Hurlant, Xymoc o la primera etapa de Fierro, sino que se vincula de manera directa con la atmósfera de western carpenteriano de Pitch Black. Aunque más que vincularse, en realidad repite aquella historia de enemigos íntimos que, encerrados, deben ponerse de acuerdo para luchar contra una amenaza común. Que en una película muy violenta la escena más traumática tenga como protagonista a un animal habla a las claras de la humanidad que esta rezuma a pesar de todo. Riddick no sólo cumple con las expectativas, sino que de yapa entrega una creación antológica del actor español Jordi Mollá, en la piel de un cazarrecompensas con muchísimos matices que, cómo no, responde al nombre Santana.
Sin lugar para los débiles Años atrás fue el policía Max, con el rostro joven de Mel Gibson, el que explorara territorios retro-futuristas en la estupenda saga que marcó la trilogía de Mad Max. Pero desde hace una década le toca al presidiario Richard B. Riddick, ya sumergido en otra trilogía, yendo de planeta en planeta, peleando contra todos y en plan de coronarse como rey de los necromongers. Si aquel fue el héroe de la carretera, el fornido Riddick encarna al expedicionario desértico que debe huir o reventar a los cazadores de recompensas que se ufanan por su gruesa anatomía. Y Vin Diesel es el actor ideal para este protagónico, funcional como siempre y carismático como un iceberg. Como viene sucediendo con algunos films recientes, los primeros minutos resultan alentadores por su impacto visual, con el personaje central que enfrenta a algunas alimañas de figuras deformes y que comparte amistad con un can o algo parecido. Allí los efectos especiales se emplean al servicio de la historia, valiéndose de enfáticos colores con preeminencia del rojo y el naranja. Pero aparecen los cazadores de recompensas –bastante parecidos al grupo espacial de Alien 4– que provocan al atribulado Riddick, quien permanece provisto de sus anteojos de grueso calibre. Como si el relato se partiera en dos, otra vez y desde ese momento, Riddick se convierte en un videojuego de última generación o, en todo caso, en una remanida copia de Lara Croft (saga perjudicial para el futuro del cine) o en un conjunto de remiendos emparchados que recuerda a las interminables Inframundo (saga poco feliz para el cine actual). Entonces, chau a las insinuaciones del comienzo, la destreza visual del prólogo, la presentación del personaje central y la lograda empatía de Diesel con el espectador, ya omitidas por una película tan parecida a otras, que al final anuncia una continuación, aun cuando las debilidades del guión no puedan disimular una brutal y salvaje ausencia de ideas originales.
Vin Diesel es un hombre afortunado. Ha hecho las películas que quiso y, a diferencia de lo que pasa con muchas figuras, la vida le ha dado una segunda oportunidad en la industria. Una vez más, a los 46 años, se encuentra en un punto álgido de su carrera, a más de una década de haber dejado pasar el tren que para muchos solo pasa una vez. Hacia el 2001, el actor había encabezado tres films que a su estreno reflejaron potencial de continuidad, The Fast and the Furious, xXx y Pitch Black. La razón por la que 2 Fast 2 Furious incorporó a Tyrese Gibson o por la que xXx: State of Union fue liderada por Ice Cube es porque el hombre detrás de Dominic Toretto eligió protagonizar The Chronicles of Riddick, un notable fracaso de taquilla que no vio nadie. Esta introducción no es casual, porque para entender a Riddick es necesario entender a Diesel y lo que ha pasado. Es obligatorio saber que se fue en picada durante 5 años –un mimo al alma debió haber sido ponerse a las órdenes de Sidney Lumet en uno de sus últimos trabajos, ¿pero cuántos pueden decir que han visto Find me Guilty?- hasta que Fast & Furious, esa suerte de reboot a cargo de Justin Lin, lo recuperó y devolvió al estrellato. El actor es uno de los más agradecidos de Hollywood, un hombre cercano a su gran base de fanáticos, un hombre de familia que quiere a los suyos y que elige hacer lo que le gusta. Y el ama a Richard B. Riddick. Pitch Black fue una buena película. Lo pensé la primera vez que la vi por Cinecanal cuando esta llegó al cable. No creí en la posibilidad de una secuela, después de todo se trataba de una producción pequeña, pero sí que había un gran personaje central, un antihéroe de aquellos, que podía dar mucho más que hablar. Los productores de The Chronicles of Riddick no entendieron lo que funcionaba con la primera parte hasta que los números del rotundo nocaut en las boleterías empezaron a llegar. La primera tenía un presupuesto bajo que duplicó y logró calar en cierto sector de la audiencia, que la tomó como un film de culto. La segunda siguió ese mismo derrotero, pero como costó el triple que la original, las cuentas no cerraron. Eventualmente su salida en el formato hogareño le dio la tracción que necesitaba y las pérdidas no fueron tan cuantiosas como se supuso, pero el daño estaba hecho. Pero pesar de haberse aguantado el descenso por años y tener que esperar para volver a jugar en primera, Diesel nunca se olvidó del mercenario intergaláctico y menos aún de quienes lo bancaron. Para él y ellos es esta nueva entrada en la saga, aunque no solo está dedicada a los seguidores, ya que no hace mucha falta haber visto la segunda parte para poder entenderla. Riddick es una bienvenida vuelta a Pitch Black, en todo sentido. En principio desde lo presupuestario, con un significativo recorte de los gastos de una secuela que se extralimitó al considerar el alcance de la saga, lo que llevó a acotar a esta producción hacia un terreno más conocido y manejable. Escasa cantidad de personajes, mínimas referencias a la mitología furyana y un planeta desolado repleto de peligros, son las claves de este retorno a los orígenes, sencillo, crudo, sin las pretensiones de grandeza de la segunda. No apta para todo público, cargada de violencia, insultos y sangre, es la película que el antihéroe necesita. El sol vuelve a calcinar la tierra, la lluvia anticipa la carnicería y los eventos de Pitch Black regresan para el deleite del público y para atormentar a Riddick. Un intento fallido fue lo que David Twohy necesitó para hacer la verdadera secuela a la original. No aporta nada necesariamente nuevo a la mezcla -la calificación para adultos es un plus, sí- y se apoya de forma completa en ella. Cuenta con esos diálogos algo torpes que quizás suenan incluso peor en boca de Vin Diesel, pero este tiene la actitud y la espalda suficientes como para sacarlos adelante. Hasta incluye uno de los mejores momentos de la franquicia, fácilmente identificable, cuando este forma una pequeña amistad con una suerte de chacal extraterrestre. El tener fuerzas renovadas en la taquilla de la mano de las secuelas a la potencialmente interminable saga Rápido y Furioso, el haberse vuelto una figura de acción reconocible una vez más -algo que es una rareza para actores menores de 50 años, como Jason Statham- y su próximo ingreso al Universo Cinematográfico de Marvel son consecuencia de su trabajo constante y dedicación a su público. Riddick es el ejemplo de un hombre que no olvidó quién es, y habló del mercenario tanto como del actor que lo interpreta.
Riddick en aventura menos pretenciosa y más entretenida Lo bueno de esta nueva entrada a la saga del desventurado convicto interplanetario prófugo, Riddick, es que se despreocupa al máximo de la saga anterior para intentar algo parecido a un western de ciencia ficción/fantasía heroica y cualquier otra variante. Lo mejor es la larga introducción en la que Vin Diesel debe adaptarse a un planeta sumamente hostil, al mejor estilo "Robinson Crusoe en Marte", sólo que enfrentado a una fauna monstruosa a niveles espantosos. Lo que de todos modos no impide adiestrar alguna fiera como mascota digna de un buen homenaje a "Mad Max 2". Claro que luego el prófugo cósmico se ocupará de llamar la atención de los mas sádicos cazadores de recompensas intergalácticos, y de asesinos más formales y uniformados, por supuesto relacionados con las películas previas ("La batalla de Riddick", "Las crónicas de Riddick"). Lo malo es que una trama tan absurda como la que logra que el protagonista pueda interactuar entre sus perseguidores y los monstruos de ese planeta sin nombre sea tomada tan en serio durante casi dos horas. Los excelentes efectos especiales y la actuación del terrible cazador de recompensas Jordi Molla ayudan al conjunto, igual que varias escenas aisladas, a veces bastante inconexas. En este sentido, además del largo prólogo, la extensa secuencia sobre el conflicto con un armario es uno de los momentos culminantes de este delirio menos pretencioso y más divertido que los films anteriores.
Héroe del espacio En esta tercera entrega, Riddick (Vin Diesel) ha sido dado por muerto luego de ser traicionado por Vaako (Karl Urban), pero se encuentra abandonado en un planeta desértico, sin manera de escapar. Allí debe encontrar la forma de sobrevivir, es así que durante la primera parte de la película vemos como se las rebusca para encontrar agua, alimentarse, y esquivar peligrosos animalejos característicos del lugar. Los paisajes del planeta son hermosos, todo tiene una coloración entre sepia y amarillo, que le da a la historia un clima muy interesante, mientras vemos a Riddik conociendo el lugar, y aprendiendo a vivir de sus recursos, junto a un fiel perro alienígena. Hasta que llegan los malos, y la historia vuelve a ser la de siempre, el paisaje y las hermosas escenas de supervivencia pasan a un segundo plano, Riddik vuelve a ser el mismo canchero de siempre que todo lo puede, mientras dos grupos diferentes llegan en enormes naves a cazarlo, y cuentan con toda clase de armas y adminículos para la tarea. En una nave llegan unos cazarecompensas, brutos y motivados por el dinero, en la otra un grupo más sofisticado y mejor preparado, motivado por la venganza. Como siempre, con soltura y tiempo para hacer chascarrillos, Riddik puede solo contra todos los malos, y la película pierde el clima interesante del comienzo, pero logra un poco más de dinamismo y tensión. Así pasa a ser una más de esas películas de acción centradas en un fuerte personaje principal, que es el eje de toda la historia. Con muy buenos efectos especiales, muy buena fotografía y un muy interesante diseño de elementos futuristas, esta película de acción es muy fuerte visualmente, tiene actuaciones regulares, con escenas y final esperable. Más de lo mismo en esta nueva Riddick, pero cumple con las expectativas para aquellos que son fans de la saga, o de las películas de acción y ciencia ficción.
La tercera de la serie basada en un videojuego, que tiene un público cautivo donde se mezcla la ciencia ficción, las peleas, la acción y criaturas horroríficas y letales. Vin Diesel le hizo caso a los fans y se dio un gusto personal. Hay que ser fanático de él y de la saga.
La tercera parte de la saga prometía volver a las raíces. Sobre todo después de que Vin Diesel recuperara su personaje tras canjearlo por su cameo de Fast and Furious: Tokio Drift. Si bien soy un reconocido fan del personaje, esta tercera parte de Riddick, ¿le hace justiciae? ¿o defrauda tremendamenta? Ricardo B. Riddick La peli arranca siguiendo lo que paso en la segunda, y con un giro bastante original, logra sacar a Riddick de el lugar donde había quedado. Casi como amo del universo. Esta película es la vuelta al inicio, esta mas cerca de Pitch Black que de The Chronicles of Riddick. Donde durante gran cantidad del metraje, veremos a Ricardo solo con su alma en un planeta olvidado. Hay que recordar que esta película está dirigida por el mismo director de la primera y segunda, pero con mucha mas soltura, ya que al recuperar el personaje, las decisiones sobre el guión y los cortes cayeron sobre Towney y Vin Diesel, pudiendo elegir mucho mas de lo que pudieron en la segunda. La cual hoy mismo les puedo decir que es el punto mas flojo de las tres. Otra cosa que se logra con esta nueva entrega, sumando las otras dos películas, es terminar de construir su mitología, que también ayuda a darle forma a la trama y al guión. Viva la pantalla verde Olvídense de la superproducción anterior de la saga. Esta película vuelve a ser chiquita como la primera, y aquí es donde gana. No hay cosas rimbombantes, sino 100% Riddick. Con sus salidas cliché y su violencia marca registrada. Sin embargo por momentos, el presupuesto acotado se nota. Algún que otro CGI o fondo parece bastante mecánicos y se le nota la hechura. Igualmente no es nada que rebaje la experiencia, todo lo contrario, le suma bastante, ya que el espíritu clase B que tiene esta peli, le aporta mucho condimento. La trama lleva a que Riddick se haga amigo de una especie de perro gigante, el cual si esta muy bien animado y se siente mas que vivo. La interacción con ambos es maravillosa, e incluso sentida. Es muy conocido por los fans el hecho de que Diesel es fanático de los canes (como quien les escribe), y tras haber perdido el suyo propio durante el rodaje, a pesar de que el Chackal no esta en la realidad, si se nota una química muy copada en pantalla, ya que Diesel siempre dijo estar pensando en su amigo ya partido. Para contarles un poco mas sobre la trama, puedo decirles que a grandes rasgos es similar a la primera, con bichos que se quieren morfar todo y todos, y en el medio Riddick intentando escapar. Igualmente aquí es donde la cosa cambia, ya que Riddick siempre fue tan solo un fugitivo buscado por la ley. Aquí le suman unas ganas irrefrenables de volver a su planeta natal Furya, del cual no se conservan datos ni locación, ya que todos los Furyans son loquitos como Riddick, así que mejor perderlos que encontrarlos. Como anillo al dedo El papel de Riddick siempre le cayo muy bien a Diesel, no solo porque lo quiera mucho, si no porque ademas, lo hace bien. Diesel esta LEJOS de ser un excelente actor, pero si hace un trabajo convincente con Riddick por el cual ademas se nota el cariño que tiene. No nos confundamos, la peli es de acción, y eso veremos. Violencia, desmembramientos y a bicho comiéndose sus propias tripas y muertes imposibles, prometidas por Riddick y luego cumplidas al pie de la letra. En este aspecto Riddick no defrauda. Obviamente, el film no es una joya de cinematografía, pero aun así, a los “fanas” del genero les va a gustar. Es mas, los fanáticos del personaje, se van a ir mas que contentos, ya que se le hace justicia y se lo cuida. En ese punto, tanto Diesel cono Towhy son fieles. Conclusión Riddick es una buena película de acción. Con un gran regreso del personaje y una apuesta a revivir la saga. Elimina lo malo de la segunda película, y trae de nuevo, lo bueno de la primera. Añade algunas cositas nuevas, y queda como producto en general con mas pros que contras. Los fans de la saga la van a recibir con una sonrisa. Y para todos les recomiendo que busquen por ahí el corto que es la base para esta peli, con Karl Urban y Vin Diesel: Riddick Blindsided. Bichos, muertes, decapitaciones y un Riddick que quiere hacerse el malo pero termina siendo siempre un “buen tipo”, ese que nos gusta a nosotros! - See more at: http://altapeli.com/review-riddick/#sthash.qnKUTlgX.dpuf
Regreso con (un poquito de) gloria Tras la más que digna Pitch Black (2000) y la olvidable La batalla de Riddick (2004), David Twohy construye un reboot básico y eficaz, un regreso a las fuentes que no llama demasiado la atención, pero que tampoco defrauda: estamos ante un film de ciencia ficción apocalíptico (transcurre en un planeta desolado) donde unos malos persiguen y un antihéroe (el ex convicto Riddick) resiste a puro golpe e ingenio (también hay unos cuantos animales amenazantes dando vueltas). En efecto, luego de sus aventuras como Toretto en la saga de Rápido y furioso que lo convirtieron en estrella muy taquillera, Vin Diesel vuelve como protagonista y coproductor. No vamos a comparar ambas franquicias (esta es decididamente menor) ni vamos a castigarlo por su escasísima expresividad. La acción y la trama están concebidas para explotar sus atributos físicos y minimizar sus carencias actorales. Como contraparte aparecen intérpretes tan malos como él (desde el español Jordi Mollà hasta el gigantón Dave Bautista) por lo que el pelado Vin no queda demasiado en evidencia. Saber las limitaciones y explotar los recursos (bastante modestos en este caso) son también méritos en el cine (sobre todo en el clase B). Así, con poco, el duro Riddick de Diesel sale airoso en esta tercera entrega.
Entre mercenarios y alienígenas Con un comienzo impactante, en un ámbito desolador y extraño, aparece nuevamente Richard B. Riddick (Vin Diesel, el actor que tiene 45 millones de fans en Facebook), el último furyano. Con un contexto de silencio y terror, el gigante se defiende de todo tipo de ataques de esos bicharracos antidiluvianos que suelen asolar las playas ficticias, donde suceden sus aventuras. En su planeta Furya, parece que le pasó de todo y lo consideraron muerto y ahora está en un lugar desconocido, listo a presentar batalla a todo aquél que lo desafíe. Su vida ahora dependerá de la fuerza de su ingenio contra todo tipo de mercenarios y alienígenas, uno más malo que otro. Entre el grupo que lo enfrenta, se ubica un tal Santana, que habla español y manifiesta hacia él un odio sin límites, además de confesarle que lleva una la caja en la que guardará su cabeza. Este está acompañado por otros forajidos, entre ellos una mujer, aunque algunos dicen que no lo es tanto. LOS SUBACUATICOS El último furyano esta vez está rodeado de un diseño de producción imponente. Eso sí, antes de pasar al sector interiores, cuando debe enfrentarse con enemigos en la base y se ve reducido por bastante tiempo a un espacio subterráneo. Hay muchas peleas descomunales con efectos especiales de todo tipo y unos monstruos bastante originales, como esa suerte de anguilas con tenazas tipo cangrejo, o el Dingo divino. Si tenemos que hablar de personajes, Vin Diesel es impresionante por su despliegue físico y magnetismo, mientras que como personalidad se destaca Jordi Mollá en el papel de Santana, el que habla español. En cuanto a la película, tiene buena estructura narrativa, la intriga es convencional y liviana, pero tiene humor y buen despliegue técnico. El filme es el tercero de la serie de Riddick, que reaparece en las pantallas cinematográficas, luego de otras producciones que lo tuvieron como héroe. Creado como personaje de cómic por los hermanos Jim y Ken Wheat es uno de los más exitosos del mundo de la historieta y no sólo se pasea por la gráfica, sino también por el cine y el mundo de los videojuegos.
Hay un mito en el mundo del cine – muy poco comprobable ciertamente – que las secuelas nunca son buenas. Sin embargo, a veces, ocurre la regla inversa; no es usual, rara vez se da, porque otro mito es que “lo que acaba mal termina mal”, pero hay sagas que mejoran considerablemente durante una secuela. Este año ya tuvimos el caso de Rápidos & Furiosos 6, y ahora llega a nuestra cartelera, tras un considerable retraso, Riddick, tercera entrega de las aventuras iniciadas con Pitch Black ¿Será Vin Diesel el secreto para esta fórmula?. Hablo desde lo particular, si bien aquella película del año 2000 tuvo y tiene muchos adeptos, y es cierto que colocó en el candelero a Diesel, siempre me pareció un film muy sobrestimado, con un argumento demasiado enrarecido, un entramado extraño en el avance, y un ritmo impropio a una película de acción. Menos se puede decir de su primer secuela, La Batalla de Riddick, que abandonaba el bajo presupuesto para traer una superproducción carente de carisma y sentido, ni siquiera los adeptos al primer film aceptaron esta suerte de "Duna" devaluada. Tal así, en mi caso, pensaba que una tercera entrega sólo podría empeorar las cosas, pues preso de los prejuicios; la realidad es todo lo contrario. Riddick, a secas, absorbe a pleno el espíritu clase B – aunque pueda tener un presupuesto que le haya permitido exhibirse en IMAX en los EE.UU., no aquí – y es ahí en donde gana, en considerarse un puro carrusel de entretenimiento sin más pretensiones. La película comienza con preludio de los hechos anteriores y nos ubica en la situación actual, a nuestro (anti) héroe Riddick (Vin Diesel) se lo considera muerto y es abandonado en un planeta inhóspito, o así parece. Pero como el – super – hombre tiene más energía que el conejo Duracell sobrevive, se repone y hasta enfrenta a unos bichos alienígenas con ganas de que nada quede con vida excepto ellos, es más, hasta adopta a una suerte de perro alien como mascota. Así transcurre casi la mitad del film, como un tour de force de supervivencia, pero luego, llega un grupo cazarecompensas al planeta, y él es la presa... que pronto se convertirá en cazador tratando de capturar la nave para regresar a su planeta de origen antes de que este sea destruido. El argumento desde el principio parece robado de alguna idea de Stuart Gordon o Albert Pyum, y lo mismo sucede desde lo estético. Su director David Twohy (el mismo de las tres entregas) parece haberle encontrado la vuelta a la fórmula, y es el exceso; Riddick es muy sangrienta, muy violenta, muy exagerada y absurda en cuanto a las situaciones, pero también es muy divertida, y mantiene un ritmo perfecto aún en la primera parte en que sólo es él contra bichos de CGI barato. Vin Diesel es un héroe querible, por más que Riddick es un asesino, acá es redimido, y festejamos todas las trampas que le pone a los cazarecompensas que, en realidad, son más malos que él. Hay algo raro en Diesel, logra que nos guste lo mal actor que es, una reivindicación perfecta de aquellas estrellas del cine de acción B de los ’80. Entre los malosos se destaca la estrafalaria figura de Jordi Molla el más malo de todos, y a la vez, por supuesto, el más gracioso.Con una fotografía oscura y derruida, hilos que se ven a propósito, y una edición simple, Riddick cumple un sueño que parece imposible, poder volver a ver en la gran pantalla aquellas producciones que durante la década de Reagan se enorgullecían de ser berretas. Talvez no sea el mejor exponente, no sea una gran película, pero con lo que tiene le alcanza para demostrar que no todo tiene que ser perfecto y cuidado para ser bueno, con ser muy divertido a veces alcanza. Puristas de la corrección, abstenerse.
Pequeño western intergaláctico Por Rodrigo Seijas Creo que ya no es necesario explayarme mucho sobre qué pienso respecto a Vin Diesel. Ya me comí unos cuantos insultos por eso cuando escribí sobre Rápidos y furiosos 6. Basta con decir que me parece una estrella muy sobrevalorada. Pero aún así, Riddick es probablemente lo mejor que hizo en su carrera, lo cual, ojo, tampoco quiere decir que es una maravilla. El problema de Diesel en la mayoría de los casos es que no es consciente de sus limitaciones como actor y cree que puede ser un sostén para productos con ambiciones temáticas (Misión Babylonia, Un hombre diferente) o que pretenden instaurarse como referentes en su género (Rápidos y furiosos, XxX). Y la verdad es que no, al tipo no le da, no sólo porque no posee la presencia de, por ejemplo, alguien como Arnold Schwarzenegger (vale la pena ver la fallidísima Una niñera a prueba de balas y compararla con Un detective en el kinder), sino porque sus ideas creativas (es alguien que interviene mucho en la producción de su filmografía) son tan pretenciosas como limitadas. Lo demostraba La batalla de Riddick, un film que tomaba elementos de mucha ciencia ficción literaria y cinematográfica de distintas décadas para tratar de montar algo original, pero que no pasaba del rejunte y terminaba en la intrascendencia absoluta. Por suerte, con Riddick, Diesel (y su director/guionista David Twohy) parece darse cuenta de cuál es su piso y su techo, y también de su protagonista. Su Riddick no es un personaje para las grandes historias, no puede ser el héroe que salve a la humanidad, le da para salvarse a sí mismo y a un par de personas más, y eso no deja de ser importante. De ahí que este film descarte rápidamente toda la trama de su predecesora y se convierta casi inmediatamente en una especie de remake, con un poco más de recursos tecnológicos y un desarrollo de personajes bastante más pulido. Tenemos entonces a Riddick traicionado y condenado a quedar viviendo en solitario en un planeta totalmente desierto. Los primeros minutos que describen esta situación son realmente muy buenos: casi sin palabras, apostando a los climas, mostrando las técnicas de supervivencia del protagonista y cómo entabla amistad con un animal autóctono que se convierte en su mascota personal, en una especie de versión interplanetaria de Náufrago. Luego, a Riddick no le quedará otra que irse del planeta y para eso activa un llamado de emergencia que convocará a un grupo de cazarrecompensas liderado por un mercenario llamado Santana (Jordi Mollá, totalmente desbordado) y otro capitaneado por alguien conectado con su pasado. Allí el relato mutará hacia el western, no sólo por el paisaje, sino también por la construcción de los personajes, definidos más por las acciones que por las palabras. A pesar de que su historia es limitada y se le terminan notando unos veinte minutos de más, Riddick es una película coherente y apropiada para su protagonista, su actor principal y el público al que apunta. No rompe con ningún molde pero entrega lo que promete.
Nos habían dejado descansar nueve años. Cuando ya nos habíamos olvidado de la segunda parte, y porque no también de la primera, lo inevitable se hizo realidad. Los productores, pues convengamos que más que nunca éste es un filme pensado, pergeñado y diseñado por productores en busca de taquilla, haciendo pie sobre un personaje que se había agotado en la primera de la ahora una saga. Pero, a ser justos, la primera media hora de éste filme atrapa desde lo estético, el manejo de la luz, el color, el sonido, las acciones de nuestro héroe tratando de sobrevivir solo en un medio sumamente hostil y desconocido. Se lastima, corre, se cura, adiestra algo parecido a perros salvajes, en realidad tienen cuatro patas, orejas, cola, parecen perros, pero los quieren mostrar como pequeños monstruos con el único fin de enaltecer aún más la actuación del héroe. Luego de ese espacio temporal en que el personaje juega a ser un Robinson Crusoe de un futuro incierto, el casi impregnado como un titán, pero esto ya era sabido de las anteriores entregas, se debe enfrentar a sus verdaderos antagonistas. Un grupo de cazarecompensas, comandados por Santana, animado por Jordi Mollá quien desde su personaje y el carisma le agrega un toque de humor al filme, pues el resto de la construcción del relato, incluyendo todos los demás personajes, la transforman en un cliché de lugares comunes y relatos ya narrados. ¿De que va la historia? Riddick (Vin Diesel) es traicionado por su propia especie y dado por muerto en ese planeta desolado, lucha por la supervivencia contra depredadores alienígenas convirtiéndose en un ser más poderoso y peligroso que nunca. Pronto, algunos de los cazadores de recompensa de la galaxia lo irán a buscar, vivo o muerto, pero ellos no serán los únicos ya hay también un grupo comando que lo quiere vivo. Sin embargo los tendrá donde quiere, ya que él está preparado para perpetrar su venganza justo antes de regresar a su planeta de origen para salvarlo de la destrucción. Los amantes de la saga estarán conformes, pero sabemos que la conformidad no alcanza.
En esta nueva entrega y en consonancia con sus antecesoras nos enfrenta con: alienígenas, monstruos, mucha acción y un protagonista que continua vigente. Esta es una de las tantas historias que continúan, en este caso para entender mejor la trama tenes que haber visto las anteriores. Riddick (Vin Diesel) fue traicionado por su propia especie y dado por muerto en un planeta desolado y mal herido debe luchar por su vida, evitando ser comido por los gigantes dingos descriptos como unos perros salvajes estas criaturas quieren matarlo, logra escapar, pero el peligro continua y debe luchar con un gigantesco crap-scorpion, todas son una especie de criaturas prehistóricas. En ese suelo inhóspito intenta sobrevivir y allí adopta un dingo (un perro salvaje) que lo cuida y a medida que va creciendo será su compañero de ruta. Deben soportar todo tipo de inclemencias del lugar y no tardan en llegar dos grupos: uno de cazadores despiadados dirigidos por Santana (Jordi Molla) y otra tripulación dirigida por el Capitán Boss Johns (Matt Nable), donde se encuentra Dahl (Katee Sackhoff); ellos quieren capturar a Riddick por diferentes razones. El director y guionista norteamericano David Twohy (58) ya dirigió las dos anteriores "Pitch Black" (2000) y continuó con "Las crónicas de Riddick" (2004). A Vin Diesel (46) el personaje le sienta a la perfección lo conoce de memoria, además nos ofrece físico musculoso, mirada profunda y luminosa, su cabeza afeitada y su voz profunda. Ideal para los seguidores de la saga. Los actores secundarios se destacan algunos más que otros (Jordi Molla, Matt Nable, Katee Sackhoff, Dave Bautista, Raoul Trujillo, entre otros). Es una película de acción y ciencia ficción bastante predecible, hay luchas, está llena de personajes. La fotografía, la banda sonora de Graeme Revell y el montaje ayuda mucho a la trama, muchos efectos especiales, bastante sangre y gore, ironías, humor, algo de sexo y desnudez, violencia intensa, carece de una historia coherente, igual entretiene. Ya se está preparando la próxima entrega.
RIDDICK nos trae al personaje emblemático de VIN DIESEL: Tras “Pitch black” y “Las crónicas de Riddick”, el pelado vuelve a interpretar al guerrero furiano. Traicionado por los suyos y dado por muerto en un planeta desolado, Riddick tendrá que luchar con la raza alienígena de depredadores más letal que jamás ha conocido. Como en las 2 anteriores entregas, el bajo presupuesto del filme beneficia a la estética general, sin planos generales ni grandilocuencia escénica, la cámara se posa de manera intimista en el universo personal del personaje principal. Las criaturas digitales no están del todo logradas, pero es parte del combo clase B que tanto gusta a los amantes del género. Pese a contar con algunos giros innecesarios en el guion, algunos diálogos imposibles y un final previsible, la película resulta entretenida, adrenalitica por momentos y con un encantador espíritu de cine de barrio.
El camino del héroe. Voy a suponer que la persona que decide ir a ver Riddick es un seguidor de la saga o que al menos ha visto las dos entregas live action anteriores. Si esto no fuera así no hay mucho que pueda encontrar en el film a menos que lo motive ver a Vin Diesel. Riddick es una película apuntada casi pura y exclusivamente al fanático y como tal busca por un lado volver a la esencia de lo que fue Pitch Black (2000), alejándose lo más posible de la épica fallida de La Batalla de Riddick (2004) y por otro lado explotar la estética del videojuego, plataforma en donde el universo del fugitivo intergaláctico se expandió y razón principal por la cual la primera entrega tomó mayor relevancia desde hace algunos años para convertirse casi en un film de culto. En Riddick, más allá de la glorificación hacia el personaje que le da nombre al film, no hay nada. El argumento en sí pudo haber sido sólo una escena de otra película ya que es bastante básico, sin embargo, esa poca pretensión de los realizadores y de Vin Diesel incluido le da fuerza a un personaje que el actor parece conocer a la perfección, dando la mejor actuación de los tres films. Un comienzo casi despojado de diálogos en donde vemos a Riddick (anteriormente coronado rey) convertirse en una bestia luchando por satisfacer sus necesidades más básicas, un empezar de nuevo desde varios casilleros más atrás que cuando lo conocimos por primera vez y entendiendo que su mayor error, el que casi le cuesta la vida, fue civilizarse. Ese tratamiento inicial en donde el personaje lucha por dominar una tierra hostil es muy cercano al del spaguetti western porque Richard B. Riddick está muy cerca de aquellos héroes circunstanciales ausentes de pasado. Algunos toques de comedia entre el solitario y su mascota dan paso a la llegada de dos grupos de cazarrecompensas (unos más buenos que los otros) y el Riddick presa va a convertirse en cazador. Cuando la cacería haya terminado van a quedar los personajes necesarios para el argumento y una vez más como en Pitch Black el héroe va a aliarse a los sobrevivientes para escapar de las criaturas que asolan el planeta. Un montaje poco feliz, mucho CGI, bichos que explotan, una secuencia de ascensión épica y una redención que finalmente vale más que la corona que recibió anteriormente para un héroe al que parece que vamos a ver una vez más en la pantalla grande. Una película que es consciente de su naturaleza de puro entretenimiento y sabe explotar ese aspecto.
Riddick es el tercer capítulo de la saga iniciada por Pitch Black (2000) y seguida por Las Crónicas de Riddick (2004). En sí, resulta algo decepcionante ver que - después de 9 años de espera - uno termina viendo un reciclado menos inspirado de Pitch Black. Aún así, aquí hay el 70% de una excelente película, la cual termina siendo degradada por una serie de excesos y pifias de diverso tipo. Y a pesar de todo ello sigo quedándome con Vin Diesel, ya que su letal asesino furiano es el mejor personaje que uno ha visto en los últimos tiempos. Honestamente, no sé por qué a la gente no le gustó Las Crónicas de Riddick - en donde el personaje se veía envuelto en una fascinante opera espacial propia de un folletín -; el filme tenía sus fallas pero poseía una condenada originalidad, y mandaba al personaje por un carril completamente diferente. Acá han vuelto a ponerlo en un planeta desértico rodeado de bichos terribles, con el agravante que los escorpiones mutantes de ahora no impresionan tanto como las esqueléticas aves mutantes de Pitch Black. Mientras que el enfrentamiento con los depredadores del lugar está apenas ok, lo que resulta formidable es ver a Riddick sobreviviendo y - especialmente - tendiéndole una trampa a sus perseguidores. Aquí el tipo arranca en mal estado, con una pierna rota, y sin agua ni comida en un planeta desértico; pero como el protagonista es más un depredador que un hombre, termina siendo letal aún con sus manos desnudas como única arma. Es Riddick convertido en la versión cool de Robinson Crusoe, lo cual tiene sus aciertos y sus pifias; mientras que los inventos y las ocurrencias del protagonista son geniales, los efectos especiales dejan que desear, en especial los bichos creados vía CGI. Hay un ridículo perro mutante, y están los escorpiones del barro, que son más aparatosos que espeluznantes. En donde el filme despega es cuando Riddick se recupera y se da maña para hacerse de una vía para escapar del planeta. Encuentra un refugio de supervivencia, y hace llamar a todos los cazarrecompensas que andan por el cuadrante. Y cuando llegan dos naves, los intima para que dejen una y se escapen en la otra... a menos que quieran ver su sangre manchando la arena que tapiza el planeta. Toda esa parte es formidable - es Riddick en acción, matando a la gente con movimientos copados, y sobrepasando en inteligencia a sus oponentes -, aunque hay algunas exageraciones que resultan demasiado, incluso para el mismo Vin Diesel: como cuando liquida a un tipo, barajando en el aire un machete con su pie (!) y lanzándolo con tanta potencia que le rebana la cabeza por la mitad. Es un momento tan ridículo y prepotente que uno no puede dejar de reírse. Más allá de la trama reciclada y de los CGIs mediocres, creo que el problema del filme pasa por la adoración por Riddick que tienen Vin Diesel y el director / guionista David Twohy. Riddick ya no es un individuo amoral e inquietante, sino que es un héroe oscuro que mata gente de la manera más cool posible. Sin dudas el personaje desborda carisma - y Diesel se siente como pez en el agua cuando lo encarna -, pero aquí los momentos de endiosarlo terminan resultando en escenas cuasi bochornosas. Sin dudas los grandes personajes del cine tienen sus momentos de lucimiento - como la clásica persecución del camión nazi en Los Cazadores del Arca Perdida, en donde Indiana Jones despachaba él solito a todo un pelotón de soldados alemanes -, pero se precisa cierto control y talento para no caer en la tontería. Aquí Twohy no logra esa flexibilidad de la credibildad sino que la rompe un par de veces, lo cual es gracioso pero no de la manera que debería ser - uno se ríe del protagonista, no con él -. Aún así, como la exageración no es una constante, Diesel y Twohy vuelven al redil después de unos segundos de disparate y logran encausar el filme... por lo menos hasta que se les ocurre despacharse con otro exceso. Sin dudas Vin Diesel nació para el personaje; lo suyo es carisma puro, y su perfomance es un placer culpable. Sin embargo el resto del cast es harina de otro costal; Katee Sackhoff (Galáctica) tiene sus momentos de lucimiento, pero está en segundo plano; Dave Bautista es muy efectivo como lacónico secundario... pero la perfomance de Jordi Molla bordea lo terrible. Fanfarronea demasiado y es incapaz de dar la marca con lo que debería ser un cazarrecompensas curtido; lo mismo pasa con el mercenario jovencito que se la pasa rezando, que es más un adorno que otra cosa. Aún con sus defectos - el final es más flojo que lo esperado - Riddick es muy disfrutable; cuando funciona, lo hace con una intensidad envidiable, y ver a Vin Diesel en acción en el papel que lo llevara a la fama es sin dudas una gozada; pero, por otra parte, es un filme mucho menos pulido de lo que debería haber sido, considerando que pasaron 9 años pergueñándolo. Está la puerta abierta para una cuarta parte, pero dudo que la veamos materializada ya que - por algún capricho del destino - las entregas de la saga no son todo lo taquilleras que debería... aún cuando cuentan con uno de los mejores personajes de la historia del cine. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/riddick.html#sthash.qU1h2iqE.dpuf
No se metan con Riddick Traicionado y abandonado a su suerte en un planeta desértico, lleno de bichos espantosos, Riddick emprende la batalla diaria por la supervivencia. El arribo de una banda de cazadores de recompensas puede cambiar por completo las cosas. Vin Diesel es un agradecido de Riddick, personaje que abordó en una película de clase B a fines del siglo pasado y derivó en una franquicia que abarca desde filmes a videojuegos. Le debía este regreso a la pantalla, y qué mejor que emprenderlo con el mismo director de las entregas anteriores: David Twohy, el que mejor conoce al indestructible antihéroe capaz de ver de noche y de enfrentarse a monstruos de toda clase sin que le tiemble el pulso. Ni Riddick ni Vin Diesel son expresivos. No estamos aquí para eso. La historia nos lleva al planeta en el que Riddick es abandonado por orden de Vaako (brevísima aparición de Karl Urban). ¿No está servido en bandeja el próximo capítulo? ¿O no va a vengarse Riddick de quien lo traicionó? Las cosas se animan con el arribo de dos naves. Una transporta a los cazarrecompensas que van por la cabeza de Riddick. La otra encierra una porción de su pasado. Una perlita: la banda de cazadores son todos de origen español. Santana, el líder, es interpretado por el catalán Jordi Mollà. En ese mundo árido e inhóspito hay criaturas horribles al acecho. A la fuerza, Riddick aprenderá a enfrentarlas. Y en algún caso, a domesticarlas. Eso sí: para sus enemigos no hay tregua. La historia es extremadamente simple y la película, demasiado larga. Los actores economizan gestos. De los diálogos -y de la voz en off de Riddick- no hay mucho que esperar. No obstante, estas desventuras de Vin Diesel, bien lejos de los autos rápidos y furiosos, funcionan en la medida que hace su trabajo callado y con la máxima eficacia. A un tipo capaz de oponerse a un gigantesco bicho asesino con un palo en la mano no queda otra que respetarlo.
Redondeando la trilogía con altura A esta en primer lugar le voy a dar crédito por haber sido una remada increíble del dolape Vin Diesel. Nadie quería ponerle la guita para hacer la peli o le ponían miles de condiciones, asique Diesel decidió mejor financiarla de su bolsillo y hacerse cargo del éxito o fracaso del producto. Con un presupuesto de $38 millones de dólares y una recaudación mundial de más del doble, el pelado se le puede reír un rato a sus detractores y decirles "In your face!". Pasando puntualmente al film, es un buen entretenimiento de aventuras y acción que de cierta manera vuelve a las raíces centrándose en la historia de supervivencia de Riddick en un planeta hostil, muy hostil. Mercenarios despiadados se suman a las amenazas monstruosas que habitan el planeta donde fue desterrado nuestro héroe tras ser engañado por los necrotratantes. Recordemos que en la última entrega, "Las crónicas de Riddick", el furiano quedaba al frente del ejército necrotratante tras tomar el trono por la fuerza y de cierta manera, por accidente. En esta tercera entrega de la saga poco veremos sobre estos personajes oscuros, que aparecen sólo al principio como recurso introductorio a lo que está por sufrir el protagonista. En un balance general el producto es atractivo, entretiene y le da la sensación al espectador de estar viviendo la aventura con el furiano. En mi opinión, esto es suficiente como para catalogarla al menos como pasable. Si a esto le sumamos un buen trabajo de efectos visuales, un guión aceptable, actores ásperos recibiendo trompadas de Diesel y una relación de amistad entre el Hombre y el mejor amigo del Hombre (una especie de doberman hiena), el paquete cierra bien y se configura como una buena opción para los que gustan de las ciencia ficción y las pelis en clave de aventura. A los que no les gusta este tipo género en particular, no van a disfrutarla, no porque sea mala, sino porque se ajusta bastante al tipo de producto que uno catalogaría como sci-fi y fantasía. Los fans de la franquicia seguro se sentirán satisfechos y sedientos de más aventuras de Riddick en el futuro.
Cuando Hollywood tiene plata, puede incluso hacer películas clase B lujosas y llenas de efectos especiales. Esta nueva aparición del tipo superfuerte que puede ver en la oscuridad (personaje de culto en otras latitudes creados por el simpático paquetón de Vin Diesel) aquí se enfrenta a cazadores de recompensas y monstruos enormes. No hay gran cosa más que el delirio visual que, de todos modos, está bastante contenido. Pero no aburre, y hasta sus personajes se nos hacen interesantes. Un poco, ojo, no vaya a creer...
Un antihéroe del cine bizarro La tercera entrega de Riddick, personaje que se toma el tiempo para aparecer (la primera, Pitch Black, es de 2000, y su secuela, Las crónicas de Riddick, llegó cuatro años más tarde), confirma las virtudes y falencias del villano intergaláctico. Hay algo atractivo en la idea de Riddick, especie de Flash Gordon punk que pelea solo contra el mundo (en este caso, la galaxia), pero a su ciencia ficción clase B, bizarra con las mejores intenciones, no cuaja mucho el estilo bombástico con que se define cada historia. En Riddick, el ex convicto interpretado por Vin Diesel es expulsado a un planeta hostil; al despertar, lo asedian hienas gigantes y escorpiones del tamaño de Alien, a los que despedaza con su familiar humor grotesco. Después, es el turno de un escuadrón de mercenarios, tan temerosos del humanoide como del inhóspito planeta, que se revela una trampa mortal para los visitantes. Pese a un final predecible y abrumador, en la primera parte gana la entrega de Diesel, que deja todo como si en los decorados tuviera un gimnasio. Gutural y áspero, un Rambo de visión infrarroja, Riddick es la mejor creación de Vin Diesel, que con guiños al peplun y la aventura fantástica revive un estilo clásico de cine. Los nostálgicos de Sábados de súper acción quedarán encantados.
SIEMPRE IGUAL “Riddick: Rule the Dark” o por su nombre en castellano “domina la oscuridad”, es la tercera película de la saga que no aporta nada nuevo a la historia ya conocida. ¿La fórmula? El antihéroe, que como un asesino fugitivo logra siempre sobrevivir ante los desafiantes peligros que enfrenta. Tanto sus enemigos y caza recompensas como los depredadores aliens nunca terminan de acabar con él aunque, al parecer, siempre simula estar muerto. Más allá de ser una película de 119 minutos que no aburre, que puede ser disfrutada sin haber visto las dos anteriores y que en Estados Unidos tuvo un primer fin de semana posterior al estreno de rotundo éxito (recaudando cerca de 20 millones de dólares), el film del director David Twohy – único director de la saga – es más de lo que ya se ha visto en Pitch Black (2000) y en Las crónicas de Riddick (2004). riddick-rule-the-dark En este caso, el protagonista primero trata de sobrevivir a los aliens, que como en el primer largometraje aparecen en mayor cantidad cuando la claridad del día desaparece por uno u otro motivo y con los cuales está conviviendo en soledad después de haber sido traicionado y abandonado allí. Luego debe emitir un mensaje de emergencia, para que alguien baje al planeta en el que se encuentra y así tener una forma de escapar, encontrándose así con Johns – el padre de aquel con el que se enfrentara en la primera película de la saga – y una serie de caza recompensas con los cuales tiene que lidiar. Una película de ciencia ficción más que está bien para pasar el rato, es entretenida visualmente por los efectos y la constante acción que implica pero que repite lo que ya se ha visto. Con Vin Diesel cuya actuación en el rol protagónico está bien llevada a cabo, sin ser destacada ni requerir de mucho esfuerzo, bien acompañada por el resto del elenco y dejando una misma pregunta: ¿Volverá Riddick otra vez?