Portación de etnia El documental Saldaño, el sueño dorado, es el resultado de una investigación a cargo del periodista Raúl Viarruel, tras ocho años de seguir de cerca las instancias sobre el juicio y finalmente la condena al cordobés Víctor Saldaño, quien se encuentra actualmente en la prisión estatal de Texas a la espera en el Corredor de la muerte que se cumpla su sentencia. Este cordobés que llegó de manera ilegal a Estados Unidos, luego de un periplo por diferentes lugares, estuvo involucrado junto con otro inmigrante ilegal mexicano en un homicidio. Sin contar con un apoyo legal, cayó en manos de un defensor de oficio y, en el juicio y posteriores apelaciones siempre obtuvo un veredicto desfavorable y muy cuestionable, en términos jurídicos, aspecto que hizo de su caso algo singular en el sistema penal estadounidense y que derivó en la promulgación de la “Ley Saldaño”, la cual sintéticamente argumenta que no se puede utilizar como agravante, en una condena, la condición de raza u origen del acusado. Estos elementos, antes de aplicada la ley, fueron esgrimidos en contra del argentino y además se agregó, luego de pericias psicológicas, que Saldaño era peligroso por ser latino y loco. La cronología de los hechos en contraste con testimonios a cámara, sumada la filmación del interrogatorio policial en el que el acusado cordobés termina auto incriminándose por una manipulación psicológica de su interrogador, ocupa el centro del documental y deja abierta la pregunta sobre el destino de este argentino condenado a la pena máxima en el estado de Texas, como parte de un entramado político y un juego de intereses que van más allá del propio Víctor Saldaño y de los dos países en conflicto. Resultan válidos los aportes desde las entrevistas para conocer, por ejemplo, las instancias diplomáticas y la propia voz del acusado, en un deterioro psiquiátrico bastante agudo, producto de su confinamiento que refleja, sin lugar a dudas, las aristas más perversas de la política carcelaria en el estado de Texas.
Recuperar el sentido de la vida El documental de Raúl Viarruel indaga en el caso de Víctor Saldaño, único argentino condenado a muerte en Estados Unidos. Víctor Saldaño es un cordobés cuyo mayor deseo era conocer el mundo. Por eso emprendió un largo viaje que lo llevó desde Argentina hasta Estados Unidos, periplo que le demandó ingresar a diversos países de forma ilegal. El objetivo fue cumplido en parte, porque la historia no terminó bien; el viaje a Saldaño no le proveyó herramientas para una mejor calidad de vida, y un asesinato que cometió en 1995 terminó sellando a fuego su destino. Aún hoy vive en el “corredor de la muerte”, en Texas, producto de la condena que Viarruel expone y revisa en su documental. Este retrato apela a dos tiempos; el del pasado, gracias a una grabación facilitada de forma clandestina, en la que Saldaño –tras ser detenido- es interpelado por un policía. Grabación a la que se suma el testimonio de su madre, quien no bajó nunca los brazos y aún a la distancia trabajó por el bienestar de su hijo. El presente se enfoca en la batalla legal y diplomática que se ha librado para revisar el caso y promover una mejora en las condiciones de vida del hombre, en tanto condenado a la pena capital. Producto de ese accionar, se consiguió la aprobación de una ley que desestima las condiciones raciales y socioeconómicas cada vez que se debate la aplicación de una condena. Saldaño, el sueño dorado (2014) es la ópera prima de un periodista, y eso se nota en el devenir del relato. En principio, por la distribución de la información, ofrecida de forma clara y concisa al espectador. Pero el documental margina un tanto las cuestiones formales, dado que privilegia el contenido en detrimento de la forma, y no tendría por qué ser así. El centro neurálgico es el testimonio de Saldaño, que ingresa en una dialéctica por momentos distante con los otros testimonios. Entonces, entre los hechos del pasado y la necesidad de revisar la ley en el presente, hay una gran ausente: la mente del protagonista, que hoy en día está sumamente maltratada por las vejaciones a las que se la ha venido sometiendo. Ese aspecto, el más inasible y menos “programático” en términos de edición, es el que al realizador menos le interesa exponer, a juzgar por los resultados finales. Queda claro que Saldaño, el sueño dorado es un valioso trabajo, en tanto que expone un caso particular que genera un mayor interés por estas latitudes. Si bien hoy la pena de muerte es rechazada a escala global, todavía persiste en varios estados del mundo. No es llamativo que en Texas siga existiendo, más aun tratándose de uno de los espacios más conservadores de Estados Unidos. Viarruel entrega un trabajo en donde los testimonios se suceden de forma televisiva, si bien hay algunos hallazgos; el más conmovedor nos muestra la senda que, de puño y letra, trazó Saldaño, un mapa de cada uno de sus pasos hasta llegar al triste presente, que –paradójicamente- lleva tantísimos años.
Un documental que actualiza un caso que tomó estado público en nuestro país y el exterior. El caso del cordobés Víctor Hugo Saldaño, condenado a muerte en Texas, con dos juicios que cometen racismo y discriminación. Familiares, abogados, diplomáticos y la propia confesión del convicto.
Un argentino entre los “muertos que caminan” De 42 años al día de hoy, el cordobés Víctor Hugo Saldaño es el único ciudadano argentino condenado a muerte en el mundo. En espera de su ejecución o absolución en el tristemente célebre “corredor de la muerte” de una cárcel texana, su caso trascendió las fronteras, llegando hasta la OEA y el Vaticano y habiendo motivado una modificación legal que lleva su apellido. Saldaño, el sueño dorado ayuda a reinstalar el caso Saldaño en la consideración pública, intentando echar luz sobre la lógica que rige el sistema legal estadounidense, la pervivencia de la pena de muerte, el racismo hecho ley en ese país y, como marco de todo eso, la clase de pesadillas a las que el Sueño Americano suele dar lugar. Temas que, más que desarrollar, apunta al paso, dejándolos picando.“Los sistemas legales son producto de las creencias religiosas de cada país –afirma el penalista Raúl Vega, que lleva adelante la causa Saldaño–. En un país como Argentina, mayoritariamente católico, el sistema da lugar a la clemencia. En países protestantes como Estados Unidos, en cambio, el castigo a la infracción es esencial.” Muy joven, Víctor Hugo Saldaño partió de su casa sin despedirse de los suyos, recorriendo toda América a dedo y cruzando de modo ilegal la frontera estadounidense. Radicado en Texas, tras un intento de robo junto a un cómplice (a quien su madre presume como instigador) asesinó a un hombre de cinco tiros. Fue detenido y condenado a muerte, en un estado en el que el rigorismo protestante rige de modo inapelable (en ese momento el gobernador era George Bush, para más datos).Defendido por un abogado de oficio que ni siquiera hablaba su idioma, fue condenado a muerte. La intervención del consulado argentino dio pie a una primera apelación, basada en el racismo inherente a las leyes del estado de Texas. Un segundo juicio ratificó la condena. Ante el pedido de clemencia por parte de la OEA, el Vaticano y varias ONG, desde hace más de quince años la aplicación se mantiene en un limbo, con Saldaño preso, y perdiendo la razón, en una celdita de 2 x 2. Más que un documental de investigación, Saldaño, el sueño dorado es uno de información, basado sobre todo en testimonios de la madre y abogados del protagonista. Puesta en escena de modo primario, la ópera prima de Raúl Viarruel exhibe, como material de valor específicamente cinematográfico, fragmentos de grabaciones tomadas por la cámara de seguridad de la celda. En ellos puede asistirse al interrogatorio de un policía hispanohablante y la posterior declaración firmada por el incriminado. “No creo en Dios, creo en los dólares”, afirma un poco cauto Saldaño allí. A la hora de la condena, el testimonio de ese policía, aparentemente tan amigable, terminaría resultando la prueba clave.Un par de datos erizan los pelos. Uno es que el sistema legal texano, vigente sin modificaciones desde el siglo XIX, incluye la pregunta por la raza del detenido, considerándose de mayor peligrosidad a los no caucásicos. Ese es el punto que “The Saldaño Bill” eliminó. El otro lo cuenta el ex cónsul argentino en Estados Unidos, Horacio Wamba. Durante una de sus visitas a Saldaño en prisión, por los megáfonos se instó a los “muertos que caminan” (léase los condenados a muerte) a ponerse de pie. “It’s showtime”, dictaminó la voz. El show es cada una de las ejecuciones.
El sueño americano es irresistible, incluso para gente de todo el mundo. Pero cuando el cordobés Víctor Hugo Saldaño viajó a los Estados Unidos en 1989, comenzó a padecer un calvario: en 1995 fue detenido en Texas por robo y asesinato de un lugareño. Texas es una ciudad que no se caracteriza por ser indulgente con los criminales, y menos si provienen de tierras sudamericanas y no tienen pasaporte ni recursos lo suficientemente fuertes como para pelear por su libertad. De hecho, Saldaño es el único argentino condenado a pena de muerte. En Saldaño: El Sueño Dorado, el periodista Raúl Villarruel no se queda en el registro de un hecho policial que involucra a un argentino en latitudes extranjeras: presenta a un hombre que pasó de victimario de un ciudadano a víctima de la aplicación de la ley por parte del estado más férreo y puritano del país más poderoso y conservador. Saldaño es la prueba de cómo cuestiones raciales influyeron para que el veredicto fuera más cruel (al parecer, la condición de negro o de latino son grandes motivos de mayor peligrosidad futura que si uno fuera blanco), lo que motivó la nulidad de la primera sentencia y la protesta de organizaciones que luchan por los derechos humanos y la creación de la Ley Saldaño, que impide la condena por cuestiones raciales. Claro que estos logros no impidieron que siga tras las rejas en el Corredor de la Muerte, y en un estado mental cada vez más deteriorado. El director recurre a testimonios de la madre de Víctor, del apoderado legal, más abogados (contó con uno distinto para cada juicio), el ex cónsul argentino en Houston y el Grupo Saldaño, de la Cancillería Argentina. A través de los testimonios, conoceremos el principio de la aventura de Saldaño en las tierras del Tío Sam, sus ambiciones de conocer otras latitudes, su no-despedida de la familia, los primeros años en Norteamérica (llegó recorriendo casi cada punto de América Latina, y de manera ilegal), y cómo su periplo lo llevó a involucrarse en los barrios bajos texanos, donde supuestamente cometió el asesinato del que se lo acusa. Y, sobre todo, se adentra en los pormenores de los juicios, con la abundancia de relatos de procedimientos legales que -de todas maneras- no resultan herméticos ni sólo para entendidos. Por supuesto, el material más jugoso consiste en grabaciones de Saldaño estando prisionero, durante interrogatorios, donde relata qué es lo que sucedió realmente y también detalles que permiten conocer sus creencias y su punto de vista sobre todo lo que lo rodea. Saldaño: El Sueño Dorado es un documental que no emite juicios de valor y que, mediante la figura de Víctor, denuncia las oscuridades e imperfecciones del sistema judicial estadounidense, sobre todo de Texas.
Argentine Victor Saldaño left the city of Córdoba as a young man in 1989 and took a long journey across Latin America, which lasted until 1995 when he arrived in the US. He had long wanted to see the whole wide world, and so it seemed his desire was to be fulfilled. After a brief stay in New York doing odd jobs, he moved to Dallas with Jorge Chávez, a Mexican friend of his with whom he got hooked on drugs and crime. Following some heavy partying, on November 25, 1995, Saldaño and Chávez kidnapped 46-year-old US citizen Paul Ray King with the intention of robbing him. But as King resisted the assault, Saldaño killed him with three shots to the chest and one to the head. Saldaño has stood trial twice since then. With enough evidence against him, he pleaded guilty in both occasions, and was sentenced to capital punishment in both trials. He was first given the death penalty because, as a Hispanic, he was regarded as very likely to commit another crime in the future — that is, according to the legislation of Texas, which was later on modified. In the second trial that took place after 12 years of inhumane imprisonment on death row, as Saldaño’s mental state was bordering psychosis, he was nonetheless considered a sane adult, eligible for the death penalty and not an asylum. From a legal standpoint, this is a case with the right charges and the right conviction, no doubt about that. But it has been alleged that he’s been wrongly sentenced to the death penalty because of racial and discrimination issues. As he couldn’t afford experienced lawyers, he was initially granted a poor defence by the State. As of today, Saldaño awaits execution. Raúl Villaruel’s documentary Saldaño, el sueño dorado (Saldaño, The Golden Dream) provides a very basic panorama of the entire affair, with testimonies from Saldaño’s mother, his US and Argentine lawyers who took the case at different stages, Argentine government officials and other legal experts. It also includes footage from the police interrogation of Saldaño the night he committed the crime. So if you want to be informed in broad strokes, you will be. Yet from a cinematic standpoint, Villaruel’s film is very flat and poorly conceived. A series of talking heads alone don’t make for good cinema, lack of subtext and few insights into potential layers as well as telling details render it obvious and formulaic, and a didactic stance towards viewers doesn’t allow them to reflect upon the material. And while the formal values — cinematography, sound design, editing — are not a total mess, they are merely correct, at best. And yes, the documentary does raise uneasy queries about injustice in a legal system and the inhumanity of the death penalty, but it’s been done before many times and in much better shape. As it is, many of the particulars of this case, including a full portrayal of Victor Saldaño, the man, are left unexplored.
Sentenciado a muerte Documento más que documental sobre un hecho policial, el trabajo de Raúl Viarruel, su ópera prima, contempla un sinuoso registro pesadillesco, el de Víctor Hugo Saldaño, quien hace dos décadas cometió un crimen en Estados Unidos. El Paraíso Dorado para Saldaño, joven argentino por ese entonces, cerró sus puertas hasta hoy en la cárcel de Texas, donde permanece a la espera de quien sabe qué decisiones de otros. Proceso judicial, batallas legales, abogados, jueces y una persona sentenciada a muerte dos veces, ya sin sus facultades mentales intactas, que entiende poco y nada lo que le dicen y que aguarda que alguien le extienda una mano y lo saque del horror. En ese punto, su madre Lidia es la voz principal del documento, narrando cada uno de los pasos que dio hasta ahora para sacar a su hijo de prisión. Alrededor de ella, hombres de leyes y funcionarios, con argumentos diferentes, exhibidos por el documento de manera avasallante y poco atractiva desde el punto de vista narrativo. "El cine está lleno de abogados y jueces", dijo Godard hace 30 años ante una avalancha de películas que transcurrían en juzgados. Bastante razón tenía por entonces aunque Saldaño. El sueño dorado bucea en las contradicciones de leguleyos estadounidenses, en su mirada racista y en la posibilidad –obvia– de que si se es pobre o marginal resultará muy difícil que puedas salir de una cárcel. En ese punto, el documento opone ciertos testimonios bastante obvios a la inquietud que provoca ver al encarcelado registrado por las borrosas imágenes que transmiten las cámaras de seguridad.
Contra la pena capital El joven cordobés Víctor Hugo Saldaño se lanzó a recorrer el mundo y finalmente llegó a los Estados Unidos. Su sueño americano pronto derivó en pesadilla. Allí, en 1995, asesinó a un ciudadano de ese país y fue condenado a muerte en dos juicios dominados por la falta de garantías, el racismo y la discriminación. Gracias a la intervención de diversas organizaciones internacionales y del consulado argentino en Houston, Saldaño -que sigue recluido en el tenebroso Corredor de la Muerte en condiciones infrahumanas y con un creciente deterioro físico y mental- aún no fue ejecutado y hasta se lograron cambios en la rígida y anquilosada legislación del estado de Texas. Éste es el atroz y conmovedor caso que Viarruel reconstruye con un esquema básico (testimonio a cámara de abogados, familiares y funcionarios) y con las reveladoras imágenes del interrogatorio policial al que Saldaño fue sometido apenas capturado con una confesión que resultó la clave para su posterior condena. Sin grandes hallazgos artísticos, se trata de todas maneras de un documental revelador y que sirve para disparar la polémica sobre la pena capital.
Un argentino condenado Cuidada lectura de un caso testigo de racismo judicial: el argentino condenado a muerte en los EE.UU. Un cordobés condenado a muerte por asesinato en los Estados Unidos en 1995 es el origen de Saldaño. El sueño dorado, documental de Raúl Viarruel. Su caso, que conmovió a la opinión pública, es el de un joven que huyó del desempleo, que recaló en los Estados Unidos y terminó matando a sangre fría. “Fin de la historia”, escribió el mismo Víctor Hugo Saldaño. Y principio de otra, común a muchos hispanos y negros en el país del norte, un proceso judicial que exuda racismo, discriminación, que lo condenó dos veces a la pena de muerte y que mantiene a Saldaño desde hace 20 años en el inhumano corredor de la muerte en Texas. Tal vez sea exagerado el simbolismo negativo de esos planos de la Estatua de la Libertad en contraste con el presidio. Pero no hay una defensa de Saldaño ni un ataque velado a la pena de muerte, aunque el espectador sacará conclusiones. Tampoco hay una historia de vida, quizá adrede. De Saldaño sólo sabemos, a través de Lidia Guerrero, su madre, que de niño le gustaba viajar, que tal vez tenga un hijo en Brasil, que fue hallado culpable por el secuestro y homicidio de Paul King y que lleva 20 años esperando. No hay un retrato humano. “¿Creés en Dios?”, preguntó un policía ni bien lo arrestaron. “Creo en los dólares”, respondió. Varios casos en uno. Batalla social, desigual, con tonada hispana y cordobesa.
Muerto vivo caminando El caso de Víctor Hugo Saldaño, único argentino condenado a muerte en Estados Unidos, que se encuentra esperando sentencia en el “corredor de la muerte” desde hace veinte años, movilizó masivamente tanto a la opinión pública como a expertos en materia jurídica internacional. El asunto no está en la inocencia o no de Saldaño, sino más bien en desnudar cómo el sistema texano lo llevó animosamente a la sentencia de muerte bajo motivos raciales y económicos que no permiten la defensa del condenado. A raíz de ello, este documental de Raúl Viarruel indaga en el caso a partir de testimonios idóneos y apelando a la fuerza sentimental del vínculo con sus seres queridos. El resultado es efectivo aunque por momentos desprolijo en la construcción del relato, a menudo perdiéndose la figura de Saldaño en pos de rescatar las brechas y características del sistema judicial que lo llevó a la sentencia. La crónica policial nos cuenta que en 1995 el cordobés Saldaño, junto a su amigo mexicano Jorge Chávez, ingresan a un negocio en las afueras de Dallas y encañonan a un vendedor informático de 46 años, Paul Ray King, metiéndose luego en un bosque cercano. La maniobra tiene como consecuencia la muerte de King por cinco balazos y el robo de todo el dinero que tenía consigo. Tras ser detenidos, reciben la condena por homicidio, pero a diferencia de Saldaño, Chavéz llega a un acuerdo con la fiscalía que deposita toda la culpa de quien apretó el gatillo -nunca se supo fehacientemente- sobre el cordobés, obteniendo la cadena perpetua en lugar de la condena de muerte. Y aquí comienza el calvario tras las reiteradas apelaciones de los abogados ante la condena, principalmente aludiendo a que fue el carácter racista del proceso lo que llevó a que Saldaño fuera condenado a muerte, consiguiendo la nulidad de la sentencia. Pero luego, en 2004, sería condenado nuevamente, terminando en el “corredor de la muerte”, desde donde espera su condena, que es aplazada por las apelaciones reiteradas de sus abogados. Apartándonos un poco de la historia que ha cobrado relevancia pública, el documental se centra en los primeros minutos en la figura de Saldaño, desde su búsqueda como viajero y lo que lo lleva a Estados Unidos, hasta alguna descripción de su personalidad a través de sus seres queridos. Los documentos y las fuentes no alcanzan a terminar de develar una personalidad que por momentos resulta enigmática si no se tiene conocimiento del caso con más detenimiento, principalmente porque rápidamente Viarruel hace foco en aquellas figuras judiciales que pueden aportar datos sobre la naturaleza del sistema punitivo norteamericano, el racismo que sobrevuela sobre la noción de “peligrosidad futura” -un elemento clave para ser condenado a muerte- e interpretaciones sobre la naturaleza del texano y la forma en que se enorgullece de la implacabilidad del sistema respecto a la pena de muerte. La cuestión es que la figura central se pierde rápidamente y no termina de configurarse un mapa de lo que le pasa, lo que siente y sus perspectivas. En su lugar, tenemos un estudio del caso que por momentos lleva a detenerse en elementos que no aportan a la historia troncal del documental. Por otro lado, también hay testimonios que aportan una gran riqueza a las nociones que se pueden tener sobre la pena de muerte, el proceso y cómo esto ha impactado en Saldaño, siendo clave la figura del cónsul argentino en Houston, Horacio Wamba. Analizando otros aspectos, el documental se presenta desprolijo en la edición, siendo esto particularmente notable en algunas de las entrevistas (la del mismo Wamba tiene un corte brusco y muy notorio). En todo caso, su conclusión permite desarrollar la idea a pesar de perderse por momentos y concluir con una imagen que tiene que ver más con lo emblemático que representa la Estatua de la Libertad que con la travesía personal de Saldaño.
Este jueves llega el estreno de Saldaño, el sueño dorado de Raúl Viarruel, documental que retrata el caso de Victor Saldaño, quien cometió un crimen en 1995 y continua su maltrato en el corredor de la muerte de Texas hasta hoy en día. Soñando recorrer el mundo, el argentino Víctor Hugo Saldaño se marcha de su casa y emprende un azaroso viaje hacia Estados Unidos. Allí comete un crimen en 1995 y es sentenciado a muerte dos veces, en un inédito proceso judicial plagado de racismo y discriminación, que lo mantiene recluido hasta hoy en el tenebroso Corredor de la muerte en Texas. Mientras tanto, a su alrededor se libra una feroz batalla judicial y política por salvarle la vida. El documental cuenta a partir de testimonios e imágenes de archivo el caso de Victor Saldaño, el único argentino condenado a muerte en Estados Unidos. Y lo significante del caso no solo recae en eso; sino en la injusticia y los procesos penitenciarios en un estado como Texas. El film nunca toma partido y solo marca los hechos, apoyados por las cámaras de seguridad que registran los momentos en que Saldaño es detenido; pero si presenta la crueldad y discriminación racial; de una política de estado tan ajena a latinoamerica o el resto del mundo. Saldaño, el sueño dorado se estrena en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635) a las 16:30 y 20:30.
Hace unos días tuve la oportunidad de entrevistar al director de "Saldaño", Raul Viarruel (pueden leer la nota en el sitio) y una cosa que él subrayaba sobre este documental, es que este caso, es único en el mundo. Más allá de una cuestión de valores (en definitiva, hay dos discusiones que atraviesan la cuestión, la pena de muerte y la discriminación por raza), es importante acceder a este documental porque la vida de Víctor Hugo Saldaño, puede perderse, pronto, de no prosperar una postergación de su sentencia. Para los que no están familiarizados con el tema, Saldaño cometió un crimen en compañía hace muchos años. Fue condenado en una situación que se nutrió de varios errores procedimentales, en un condado donde la pena de muerte sigue en vigencia, y donde no se le respetaron garantías mínimas al acusado. Porque si algo deja en claro el documental de Viarruel, es que no le quita a Saldaño, su responsabilidad por lo sucedido (eso puede verse en la secuencia del interrogatorio que le hace la policía), sino que abre el espectro para preguntarse que cosas se hicieron mal y porqué. Seguramente, esto parecerá innecesario, es decir... Un inmigrante latino (sudamericano) que comete un crimen, es mucho más fácil de condenar y ejecutar que un WASP (blanco anglosajón), cosa que no es justa y no debe permitirse. En la investigación que desarrolla Viarruel (periodista cordobés que se interesó por el tema y se animó a un periplo particular), hay mucho tema legal y trasfondo político. No sólo es la lucha de la madre de Víctor Hugo, Lidia y de abogados y diplomáticos, la que conmueve y afecta, sino el absoluto desparpajo con el que se condenó a Saldaño sin darle posibilidad a defenderse. Y eso empeora cuando te enterás que quien cometió el crimen con él, hizo un trato con la justicia y escapó a la pena de muerte. "Saldaño, el sueño dorado" es un doc de forma, honesto y directo. Despliega recursos simples para contar una historia excepcional, que aún no ha terminado. Su difusión ayuda a que muchos latinos (y argentinos) tomen contacto con una cruda realidad y sepan cómo en algunos estados del gran país del norte, ser del sur se paga caro.
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