Amigos inseparables Basada en una historia real, The Lady in the Van (2015), reposa su mirada en la particular relación entre una mujer (una impecable y soberbia interpretación de Maggie Smith) y un hombre (Alex Jennings), quienes verán como sus destinos se cruzan para complementarse y ayudarse mutuamente. La mujer de la furgoneta es Mary/Margareth (Maggie Smith), un ser que vive amenazado por su pasado y que desde los años sesenta habita el particular vehículo aceptando ayuda y asistencia de los vecinos de la localidad de Camden, Inglaterra. Un día el escritor Alan Bennet (Alex Jennings), recién llegado al vecindario, se topa con la misteriosa y silenciosa mujer, y al conocer la particularidad de su itinerante hogar, decide ayudarla sin medir las consecuencias. De a poco verá como inevitablemente se irán necesitando mutuamente para relacionarse con los demás hasta que Bennet le ofrece dejar el vehículo dentro de su casa. El realizador Nicholas Hytner va narrando la progresión de la historia de manera pausada tomándose el tiempo necesario para que podamos conocer en detalle la vida de cada uno, y al basarse la historia en un hecho verídico, se apoya en una cuidada reconstrucción de época que potencia el verosímil del relato. Un recurso más que interesante es la escisión, desde el guión y la puesta, de la personalidad de Bennet, presentado como escritor y como ser pensante que se relaciona con Mary/Margareth (también dividida) desde una dualidad que la tiene como objeto de estudio y como referente maternal. Así, si Bennet oculta su homosexualidad al resto del vecindario, inevitablemente no podrá hacérselo a la anciana ya que la misma, además de percibir el misterio con que éste rodea a todas sus amistades, conoce todos sus movimientos. Tanto Bennet como Mary/Margareth ocultan algo al resto pero entre ellos la potencia del vínculo será tan fuerte -con una amistad entrañable, sanadora, transformadora y reflexiva-que el lugar de cada uno en el mundo será un espacio por descubrir, a pesar del recelo hacia los demás.
La fábula sin abandonar el costumbrismo Tal vez la razón de peso por la cual The Lady in the Van (así, en inglés, sin traducción literal o libre) se estrena en nuestro país, distribuida directamente por la cadena de cines Village, sea la presencia de Maggie Smith, esa eminencia del cine británico descubierta por una nueva generación de seriéfilos gracias a la exitosa Downtown Abbey. Por lo demás, el film de Nicholas Hytner parece el run for cover de un realizador que, inactivo durante muchos años, supo disfrutar de las mieles del prestigio durante los años 90, con títulos como La locura del rey Jorge y Las brujas de Salem. Diseñado como un dueto entre la veterana Smith y Alex Jennings, el film narra la impensada relación, extendida durante más de quince años, que se establece entre una linyera de alcurnia y un dramaturgo ligeramente bohemio, aparentemente basada en hechos reales. Comenzando con los últimos coletazos del swinging London y finalizando en pleno thatcherismo, la historia recorre los encuentros y desencuentros de la “señora de la camioneta” y Alan Bennett, personaje de ficción de idéntica gracia al guionista de la película. Y no casualmente: la película se basa en sus propias memorias, las del famoso escritor inglés también llamado Alan Bennett. En realidad, los Bennett del film son dos: el relato divide al protagonista masculino en dos mitades, suerte de Jekyll y Hyde sin fracciones buenas ni malas, aunque alguno de ellos no se canse de repetir que uno vive y el otro simplemente escribe. La señora también podría ser dos personas en una: a pesar de que todos en el barrio la llaman Mary, otros saben que su nombre real es Margaret. Y que en sus recuerdos no confesados hay historias de claustros, obsesiones musicales y una educación que incluyó el idioma francés. Mujer de la calle a la vieja usanza, vive en una van atiborrada de cajas, papeles y bolsas y en su pasado recóndito se adivina un hecho (o varios) que la llevaron a esa clase de vida, no tanto víctima de circunstancias económicas como partidaria de un estilo de vida a mitad de camino entre la excentricidad y la locura (religiosa y de otros tipos). El de Mary o Margaret Shepherd es un papel ciertamente atípico para la Smith, acostumbrada a una clase de roles más distinguidos que muchos, incluso, ven como la quintaesencia de lo british en versión femenina. Y la razón más valedera para acercarse a una película que recorre caminos previsibles con cierta gracia monótona. A partir del momento en el que la mujer se instala en la entrada del hogar de Bennett, la particular relación entre ambos desplaza cualquier clase de comentario social para cederle el trono a la comedia amable con tonos dramáticos. De hecho, no resulta difícil imaginar un spin off en forma de sitcom, cada semana una nueva entrega con variaciones sobre un mismo leitmotiv. Los chistes escatológicos podrán sorprender a más de un espectador, pero están a tono con una historia que pretende encaramarse en el terreno de la fábula sin abandonar el costumbrismo. Aunque, cerca del final, las lágrimas pretendan usurpar una parte del espacio. No hay sorpresas en The Lady in the Van, pero tampoco tropezones mayúsculos, y es en la benevolencia dispensada a propios y ajenos donde descansa en gran medida su corazón de parábola afectuosa y bien intencionada.
Maggie Smith llega con una gran actuación en el estreno de The lady in the van. The lady in the van esta basada en la historia real de la Señora Shepherd que estaciono su camioneta en la entrada de la casa de Alan Bennett y se quedó a vivir en ella durante 15 años. La fuerza de la película recae en el peculiar personaje que interpreta Maggie Smith y como nos tiene acostumbrados, no decepciona. Más allá de sus cualidades cómicas, la actriz también sabe transmitir de una manera sutil el dolor emocional y la desesperación que sufre su personaje en diferentes situaciones que se van desarrollando desde el comienzo de la película. Alex Jennings es quien se encarga de interpretar a Alan Bennet y, de forma muy acertada para esta película, lo vemos como una suerte de Jekyll y Hyde, el que “vive” y el que escribe. La química entre ambos es lo que mas fuerza le da al film. Todo comienza con un accidente y a medida que avanza The lady in the van vamos a ir descubriendo como esta señora, desaliñada, mal educada y muy inteligente, llego a vivir en su camioneta recluida y escapando a la mirada de la policía que pasa por la zona. The lady in the van es sincera, con mucho humor ingles y actuaciones que valen la pena disfrutar. Si lees la sinopsis y te gusta, no te va a decepcionar, por que es eso bien hecho, no esperes mas por que no lo habrá.
GENIAL MAGGIE SMITH Una película hecha a la medida del talento de Maggie Smith, ella es la que sostiene un relato muy especial sobre la obra de Alan Bennet, basada libremente en la vida real. Y solo una relación así puede ser construida en Inglaterra, con ese humor, esa manera distante pero también comprometida entre un escritor y una mujer que vive en una camioneta que estaciona en el acceso de la casa del autor. Una permanencia que se prolonga por 15 años, con un poco de asistencia social, el derecho al uso del baño y no poco afecto. Un misterio que habla de una concertista de piano, con el gusto por la música que la monjas se encargaron de cercenar y un accidente con un equívoco que la llevo a un psiquiátrico, la incomprensión, el hartazgo de su familia y la vida en la calle. Una mujer malhumorada e irónica y una sociedad, la inglesa, que se retrata sin piedad. Especialmente por la protagonista vaya a verla.
Maggie Smith ennoblece todo lo que toca Gloucester Crescent es una callecita curva, de pocas cuadras, cerca del mercado callejero de Camden Town, en Londres. Ahí vivía, cuando ya era cuarentón, el escritor Alan Bennett. Y ahí, frente a su casa, un día estacionó su vieja camioneta una vieja impresentable. Estacionó y se quedó a vivir. Era una homeless. Gruñona, para colmo. Y de una dignidad muy british. Luego, como los muchachones habían tomado de punto la camioneta, Bennett le ofreció estacionar de noche en un rincón de su propiedad. Y la vieja se agarró del codo. Quince años, nada menos, hasta 1989. De la trabajosa, curiosa, no siempre piadosa, pero muchas veces instructiva e inspiradora relación del escritor con su extraña inquilina a lo largo de tanto tiempo habría de surgir un librillo de memorias editado en castellano como "La señora del furgón" (2004) y "La dama de la camioneta" (Anagrama, 2009). También, una exitosa obra de teatro en 1999, y una versión radial en 2009, ambas protagonizadas por Maggie Smith. A quien corresponde llamar por su título nobiliario: Dame Maggie Smith. Hubiera sido lógico hacer la versión cinematográfica en el 2019, pero Bennett y Smith prefirieron adelantarse un poco. Ambos ya pasan los 80 años. La película tiene la gracia y la suspicacia del libro, que entremezcla anécdotas a veces chirriantes, observaciones sociales con y sin cargos de conciencia, recuerdos de una época histórica (los coletazos del Estado de bienestar en retirada), varios toques sentimentales y, lógicamente, el retrato de una mujer con síndrome de Diógenes, en este caso una inglesa típica del siglo XX mejorada, casi diríamos embellecida, por la grata interpretación de doña Maggie. Actriz formidable, ella ennoblece casi todo lo que toca. En la dirección, Nicholas Hytner, que ya había hecho dupla con Bennett en "La locura del rey Jorge", "The History Boys" (aquí directo en video como "Haciendo historia") y varios programas del "National Theatre Live". En el personaje del escritor, el actor Alex Jennings. Y en bicicleta a modo de cameo, el propio Alan Bennett. Una lástima que esta película se haya estrenado sin aviso suficiente.
Sensaciones encontradas produce el estreno en nuestro país de The lady in the van. Por un lado, resulta saludable que un complejo multipantalla como Village destine en su grilla un apartado al cine de autor. El problema es que la película de Nicholas Hynter únicamente podrá verse en la sede de Recoleta. Una pena, ya que este emotivo film merece mayor espacio en la cartelera.
El desamparo. A veces el rótulo “comedia dramática” puede resultar un tanto engañoso y/ o desencadenar confusiones por la simple disposición sintáctica de los términos: de hecho, la primera palabra suele inducir una interpretación específica por parte de los espectadores, marcando su preeminencia por sobre la segunda y así repercutiendo en los prejuicios de turno. Una película como The Lady in the Van (2015) literalmente pone patas para arriba este malentendido y hasta se divierte atizándolo -a lo largo del desarrollo narrativo- al jugar con un tono que nunca se decide del todo entre el humor negro y la tragedia lisa y llana, esa que trabaja el dolor del pasado desde un presente vinculado a una eterna expiación. El film que nos ocupa es un retrato del costado más ciclotímico e impredecible de la tercera edad, un periplo que va más allá del cliché del “viejo gruñón” que desautoriza a toda la humanidad. El propio Alan Bennett, un afamado dramaturgo y guionista del Reino Unido, adapta para la pantalla grande sus memorias y en especial esos 15 años que vivió junto a la señora del título, Mary Shepherd (Maggie Smith), una homeless que antaño intentó convertirse en monja y que terminó habitando una camioneta destartalada luego de atropellar a un joven motociclista. Bennett (interpretado por un excelente Alex Jennings) pasa de ser testigo de la precaria situación de la anciana a compadecerse cada vez más, hasta que un día le ofrece estacionar el vehículo en el garage de su hogar. El guión examina con franqueza y aplomo una pluralidad de tópicos como la idiosincrasia inglesa, la convivencia entre vecinos, el proceso de creación artística, la dependencia para con las figuras de autoridad, la pedantería de la burguesía intelectual y el desamparo/ abandono que padecen muchos adultos mayores. No cabe duda que el otro gran responsable del pulso tragicómico de base es el director de la película, Nicholas Hytner, conocido sobre todo por Las Brujas de Salem (The Crucible, 1996) y La Locura del Rey Jorge (The Madness of King George, 1994), esta última también basada en una puesta teatral de Bennett: el realizador aprovecha el talento de una Smith que se luce al componer a una mujer que salta entre la demencia y la cordura, poniendo siempre a prueba la paciencia de Bennett; quien a su vez está descontento consigo mismo y cuenta con una personalidad esquizofrénica, dividida en su “yo literario” (el que escribe y juzga todo a la distancia) y el “yo cotidiano” (en otras palabras, el que lucha con el sustrato del devenir mundano). Quizás el mérito más importante de la octogenaria actriz pase por administrar sutilmente la línea que separa a la simpatía de la exasperación más altisonante. Ahora bien, a pesar de que el guión exprime con eficacia las distintas intersecciones entre el altruismo y la culpa, sin olvidar esa segunda mitad que compensa los baches de una primera parte algo estéril, resulta obvio que por momentos la lógica ambivalente de la propuesta le termina jugando un poco en contra debido a que lo hecho en la comarca dramática supera progresivamente a lo alcanzado en su homóloga cómica, un esquema que por suerte encuentra su atenuante en la dialéctica de los espejos (a la partición psicológica de Bennett se suma la presencia de su atribulada madre, hoy en la piel de Gwen Taylor, un contrapunto familiar -y ya completamente enajenado- de Shepherd). The Lady in the Van es una obra correcta y luminosa, no obstante hubiese sido deseable que se profundice el análisis del rol castrador de la Iglesia Católica y la desidia del Estado durante tantos años de indigencia…
Cine inglés de pura cepa. El realizador Nicholas Hytner realiza, después de La Locura del Rey Jorge (The Madness of King George, 1994) y Haciendo Historia (The History Boys, 2006), su tercera adaptación de una obra de Alan Bennett. En The Lady in the Van, Hytner toma un relato autobiográfico del escritor y dramaturgo para hablarnos de su particular relación con la Señorita Shepherd (Maggie Smith). La película abre con un accidente en la ruta y una persecución, y -elipsis mediante- nos encontramos luego en una apacible calle de Londres, a la que llega una camioneta con aquella mujer del siniestro ocurrido tiempo atrás. Margaret Shepherd vive dentro del destartalado cacharro estacionado en la calle, una homeless sin un destino aparente, quien solo sale para utilizar el baño de la casa de su “vecino” Alan y realizar algunas compras. La relación entre ellos es extraña y tiene códigos propios. Él le deja estacionar la camioneta en su casa cuando le ponen una multa por mal estacionamiento y refunfuñando la ayuda a trasladarse cuando ella le pide que empuje su silla de ruedas o la camioneta. Los dos son seres huraños, parcos y rara vez dejan salir sus sentimientos: ella vive con culpa y miedo a ser identificada por la policía, cita a Dios, reza y se persigna cada dos por tres. Y ambos son, a su manera, fabuladores. Él la observa desde su ventana y se cuestiona el hacer algo por ella mientras roba momentos y vivencias para escribir un libro. The Lady in the Van es una película de personajes sostenida por excelentes actores y hecha sobre todo a la medida de una actriz como Maggie Smith, quien con más de ochenta años aún sigue insuflándole vitalidad a un personaje dramático que despierta la empatía y simpatía del espectador. Desaliñada, maloliente, hosca, Margaret conserva su dignidad y aplomo (maravilloso el breve momento en el ascensor de la ambulancia). La trama se resiente promediando el metraje y pierde un poco el interés por reiterativa, sin aportar más datos que podrían enriquecer la historia. Pero así y todo, vale la pena acercarse al cine para ver a la gran Maggie Smith con un personaje que perdurará seguramente en la memoria de aquellos que disfruten de su arte. Alex Jennings, como el atribulado Alan Bennett, ofrece una actuación a la altura.
Esta es en una historia real que le sucedió al escritor inglés Alan Bennett (interpretado por Alex Jennings, “La reina”). La misteriosa señorita Shepherd vive en su furgoneta estacionada en las calles de Londres justo en la puerta de la casa de este escritor, todos los vecinos de la cuadra la ayudan y este hombre con el tiempo la deja ingresar con el vehículo en su jardín. Ellos a pesar de sus diferencias se parecen, son huraños, solitarios, existe cierta complicidad y a pesar que por momentos discuten se aprecian. Tiene un poco de crítica social, mostrando aquellos que tienen ciertos prejuicios con las personas sin techo. Contiene toques de comedia pero también tiene momentos dramáticos. Los protagonistas están geniales y Smith a sus 81 años todavía sigue dando clases de actuación. Los actores secundarios: Jim Broadbent y Deborah Findlay, están algo desaprovechados. La película no logra sostenerse, se vuelve algo repetitiva, falla la subtrama y quedan algunas situaciones sin explicar, resultando un film que no termina por definirse. Igual es muy entretenida y el espectador está atento a su desenlace.
Hay actrices que si bien nunca tuvieron ese protagónico que las ponga en boca de todos, tienen un currículum riquísimo en roles de reparto o protagónicos en films que no trascendieron a la masividad. Este es el caso de la inglesa Maggie Smith, una verdadera dama de la actuación, una actriz multifacética a quien pueden tener desde la Minerva de Harry Potter a la Constance de Gosford Park pasando por la Duquesa de York de Ricardo III, la Señora Medlock de El Jardín Secreto, la Hermana Superiora de Cambio de Hábito, o sí Violet Craley de la serie de TV Downton Abbey. Smith goza del conocimiento general de ser una buena actriz, y ese es el centro de The Lady In The Van, que esta semana Village Cines trae a nuestra cartelera casi sin aviso para su complejo en el Recoleta Mall. Basada muy libremente en un personaje real, la Señora Shepherd (Smith) que un buen día, de la nada, llega con su furgoneta a la casa del escritor Alan Bennett (Alex Jennings); literalmente estaciona sobre su patio. La mujer, osca, gruñona, no muy amable, pero en el fondo simpática, insiste con el favor de quedarse momentáneamente allí. Ese momentánea” terminará convirtiéndose en una estadía de años; y en una relación de tire y afloje permanente con la figura del escritor. El guión, escrito por el propio Alan Bennett destila cariño por el personaje de esta mujer; esto también se traduce en la dirección de Nicholas Hytner quien constantemente recaerá en Shepherd/Smith para resolver las escenas. Hytner es de esos realizadores que uno podría considerar eclécticos, el hombre puede pasar de Las Locuras del Rey George y Las Brujas de Salem a El Objeto de mi Afecto sin mayores dificultades. Esto también lo caracteriza como alguien que no deja una huella muy firme en sus trabajos, algo que en Lady in the van termina siendo fundamental. Bennett, quien debe haber sentido real cariño por el personaje real se encarga de dotar al personaje de todas las características para que la actriz pueda lucirse. Shepherd es estrafalaria, verborrágica y ocurrente. También tiene un buen corazón, como todos en esta película que plantea una de esas sociedades idílicas (y algo irreales) llenas de buenas intenciones. Hay algún esbozo desde el guión por incluir algún elemento intelectual, esto se trasluce en las escenas en las que el propio Bennett desdobla su imagen a modo de separar su intelecto en varias partes. Es en estos momentos en donde la falta de inspiración de Hytner se hace más notoria, presentando estas escenas sin ningún agregado desde la imagen, pasando perfectamente como si fuesen personajes gemelos más que las mismas personalidades de uno mismo. Una correcta ambientación de época, una interpretación que se come al resto (tanto Jennings como el resto del elenco quedan deslucidos), y momentos que combinan lo tierno con lo risueño, son lo mejor de esta película que peca de no darle el peso necesario a una historia que en definitiva queda chica. Nadie duda que Maggie Smith es merecedora de un gran papel que la ubique sobre el tapete, quizás la popularidad de Dowtown Abbey es lo que la llevó este protagónico. Lady in the Van no será esa película, termina siendo un film amable, para un público sin mayores pretnciones, intrascendente, apenas correcto, y que a semejante actriz le queda decididamente chico.
“Es una historia casi real”, es la frase que aparece al inicio de esta película basada en la novela del dramaturgo inglés Alan Bennet del mismo nombre, quien cuenta como la excéntrica señorita Mary Sheperd estacionó su furgoneta junto a la casa del propio Bennet y se quedó a vivir allí durante quince años. En el film el personaje de Bennett describe a la Srta. Sheperd como “alguien incidental que se quedó más de lo esperado”. El film comienza en 1970 cuando la señorita Sheperd recorre un camino rural en la furgoneta, atropella a alguien, y es perseguida por un policía al que logra evadir. Poco después llega hasta la zona de Camden Town en Londres y se estaciona en una calle, pero no se queda siempre en el mismo lugar sino que cada tanto mueve el vehículo para volver a estacionarse frente a una casa distinta. Algunos vecinos empiezan a mostrar signos de incomodidad frente a esta situación debido al aspecto desalineado de la mujer, que huele mal y parece una pordiosera, a pesar de que por su manera de hablar se nota que es una persona instruída, pero se comporta de modo muy extraño, tiene mal carácter y no se sabe muy bien por que le molesta la música, aunque por otro lado es muy religiosa ya que va a la iglesia a confesarse a menudo y reza mucho. Para todos los residentes de la cuadra Mary resulta una persona intrigante que los lleva a preguntarse ¿por qué una mujer educada vive de esa manera? Una vez que la señorita Sheperd ha pasado por casi todas las casas de la cuadra se instala frente a la de Alan Bennett, un dramaturgo que tiene una obra teatral en el West End londinense y está escribiendo algo más. Con Alan la Srta. Sheperd se siente más a gusto que con otros vecinos, con él conversa de tanto en tanto aunque no deja de mostrar su mal genio y el pobre hombre a veces se exaspera y termina quejándose con él mismo por no atreverse a discutir con ella. Esto se debe a que en el film el personaje de Bennett se desdobla en dos físicamente idénticos: el que permanece en la casa escribiendo y el que sale a hacer su vida fuera de ella; el espectador los podrá ver conversando entre ellos como quien habla consigo mismo. Por otro lado aparece la relación de Alan con su madre, quien vive sola, tiene una edad casi similar a la de Mary Sheperd, pero se va deteriorando poco a poco hasta terminar internada en un geriátrico, mientras que la anciana vagabunda sigue con la misma actitud de siempre y acaba instalándose en la entrada de su casa junto al jardín, luego de que la ley estuviera a punto de echarla de la calle por estar mal estacionada. Muchas veces Alan compara a las dos mujeres aunque luego se retracta diciendo que no se parecen en nada, maquinaciones suyas que podrían deberse a la manera en que se relaciona con ambas. Además de los vecinos de Bennett se sumarán otros dos personajes: una asistente social, y un hombre misterioso que llega buscando a la anciana preguntando por Margaret, ¿quién es él?, ¿qué hace allí?… habrá que ver. Una historia humana y emotiva de principio a fin, con toques de humor ácido, y drama. Protagonizada por la gran actríz británica Maggie Smith, quien brinda una actuación memorable y aunténtica, y que fuera nominada por este rol al Globo de Oro como Mejor Actríz Protagónica en Comedia o Musical y también a los premios BAFTA 2016 como Mejor Actríz Protagónica, y que ganó el Evening Standard British Film Awards 2016 como Mejor Actríz. El otro protagonista es Alex Jennings que personifica a Alan Bennett, muy correcto también en su interpretación. Completan el elenco: Dominic Cooper, James Corden, Jim Broadbent, Francés de la Tour, Gwen Taylor, y Dermot Crowley. El guión fue escrito por el propio Alan Bennet y el film fue dirigido por Nicholas Hytner. Se destaca también la banda sonora compuesta por George Fenton que fue nominada a un International Film Music Critics Award (IFMCA) en 2015, a la cual se agrega el Concierto para Piano N°1 de Federico Chopin.
La calle es su lugar. La dualidad marca el rumbo de esta producción británica, donde la soberbia actuación de Maggie Smith (Profesora Mcgonaggal en la saga Harry Potter) cumple con creces el valor de la entrada. No así los recursos trillados que el experimentado Nicholas Hytner (Las locuras del rey Jorge, 1994) emplea para desarrollar esta comedia con toques de melodrama, que tiene por contexto la época de Margareth Tatcher en sus estertores políticos y la particular relación entre una anciana vagabunda y un escritor inglés.
POINTS: 5 “Mary, as you call her, is a bigoted, blinkered, cantankerous, devious, unforgiving, self-serving, rank, rude, car-mad cow”, says British playwright Alan Bennett (Alex Jennings) about Mary, a.k.a. Margaret Shepherd, an oddball homeless old woman whom Bennet became friends with in the 1970’s prior to letting her temporarily park her Bedford yellow van in his Camden home driveway. She ended up staying there for 15 years. Described by Bennet as “mostly true”, her singular tale was adapted from his memoir into The Lady in the Van, a play starring Maggie Smith back in 1999. Such a play has now become a film of the same name directed by Nicholas Hytner (The Madness of King George, The History Boys) with, of course, Maggie Smith playing the lead. Among other things, Miss Sheperd is a very well educated woman; she was a talented pupil of a famed pianist (she even played Chopin at a concert), drove an ambulance during the blackout, was a non-conformist novice who never became a nun, became an intern committed to a mental asylum by her next of kin, and was also an unfortunate party in a car accident that marked her for life. There’s much more to the life of this unusual character, but should you see The Lady in the Van, then you’ll find out all about her. The question is whether the film is actually as gripping as its title character. I’m afraid it’s not. Which is not to say it’s a total mess. For starters, you have Maggie Smith’s finely calibrated performance. We all know this actress does wonders practically under all circumstances. She’s the only merit of the lame My Old Lady, the weak Keeping Mum, or the lousy Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood — among other flops. As for the other features she starred in, you have the outstanding Gosford Park, the affable Murder By Death, the likable Death on the Nile and Evil Under the Sun, the posh A Room With a View, some engaging outings in the Harry Potter series, the giddy Exotic Hotel Marigold, and needless to say, the successful TV series Downtown Abbey. In The Lady in the Van, she gives Miss Sheperd some unexpected nuances, prevents her from becoming too likable for her own good, infuses her with a believable dose of suffering for her doings, and almost never goes overboard. She turns her into an aggressive and weak creature at once, a woman with a dark past, an uncertain present and no future at all. However, it too often feels like she’s silently struggling against Bennet’s writing and Hytner’s coaching to render a more sugarcoated, less complex character. There’s seldom a streak of meanness or disdain in her, not a shadow of resentment or madness (the fact that she defecated in the driveway doesn’t necessarily equal ugliness since that is treated with convenient humour). And there’s an undercurrent of sadness and loss in Miss Shepherd’s otherwise perky nature that’s never quite fully explored. For that matter, Bennet and Hytner merely scratch the surface of many of the themes they address. Hence, great dramatic potential is sadly buried. Then there’s the sentimental, corny edge that invades the film from time to time in a very blunt manner. As when she is with her wheelchair at full speed, arms open to the wind, Bennet running after her, and both of them laughing as they celebrate life — or something like that. Or the insufferable, ever present musical score punctuating meaningful moments. And the trick of having Bennet divided into two selves, the writer and the man, seen in the same room talking about art and life is less than original and unnecessarily contrived. By the way, their dialogue is meant to be inspired, with lines such as: “I learned there is no such thing as marking time, and that time marks you”, and let’s be frank, that’s not inspired at all. It’s just hollow. On the other hand, there are times when the dialogue is not meant to be enlightening and so it’s actually effective and credible: “Alan Bennett: ‘I bought you these.’ Miss Shepherd: ‘Flowers? What do I want with flowers? They... They only die. I’ve got enough on my plate without flowers.’” To some viewers, The Lady in the Van will do the trick for it’s safe and sound and makes the most, even with its mistakes, of Maggie Smith’s performance. To more discerning viewers, it just won’t for it’s far from being the real thing. And it shows. production notes The Lady in the Van (UK, 2015) Directed by Nicholas Hytner. Written by Alan Bennett. With Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Frances De La Tour, Roger Allam, Deborah Findlay. Production: BBC Films, TriStar Productions. Director of photography: Andrew Dunn. Production designer: John Beard.Editor: Tariq Anwar. Costume designer: Natalie Ward. Composer: George Fenton. Running time: 103 minutes.
Alan Bennett es el autor de muchas historias que llegaron a la TV y el teatro, pero la que describió en The Lady in the Van la vivió en carne propia cuando aceptó que una mujer indigente estacionara su camioneta frente a su casa durante quince años. Con la casa a cuestas Alan Bennet ya era relativamente conocido por su carrera como actor y autor de numerosas obras tanto de teatro como de televisión cuando a finales de los sesenta se instaló en su nueva vivienda de Londres, donde para entonces ella también era un personaje conocido en el barrio. A pesar de que los vecinos sabían poco y nada de su vida anterior, la consideraban casi parte del paisaje o una forma de atenuar su culpa burguesa, por lo que simplemente la observaban mudando caprichosamente la camioneta donde vivía frente a las distintas viviendas, como repartiéndose el deber de soportar su apestosa y nada amigable presencia. Pero aunque los vecinos más cercanos la toleraban, para otros era blanco de ataques y burlas, algo que distraía mucho a Alan mientras intentaba escribir frente a la ventana cuando ella eligió la casa frente a la suya para instalarse. Autoconvenciéndose de que perdería menos tiempo defendiéndola si tuviera un lugar mas protegido donde estacionarse y que en pocas semanas seguiría su camino hacia otro lugar, la invitó a instalar la vivienda móvil en su cochera sin esperar que las semanas se convertirían en años ni que la antipática mujer se convertiría en una parte importante de su vida. Liberal, intelectual y culposo Alan Bennet ha declarado varias veces que su decisión de permitir a miss Shepherd instalarse en su entrada fue menos filantrópica de lo que parece y que si nunca hizo nada para echarla fue más por pereza que benevolencia, algo que se ve reflejado en la película aunque su versión ficticia también deje entrever otros motivos mas personales para acercarse a la mujer, a la vez que en conversaciones consigo mismo y algunos de sus particulares vecinos realiza varias sutiles críticas a como trata a los menos privilegiados la sociedad burguesa de la que se reconoce parte. Al igual que la vida de Alan Bennett, The Lady in the Van es una historia conocida en Inglaterra que comenzó como una obra de teatro que fue adaptada luego para la radio antes de llegar a la pantalla. Las primeras dos veces Maggie Smith también ocupó el rol protagónico y recibió premios por su trabajo, por lo que no sorprende que su interpretación sea el punto más alto de la película pero sí llama la atención que con tanta práctica el guión no logre establecer una historia con ritmo interesante mas allá de una secuencia de extrañas anécdotas contadas por un testigo con experiencia en embellecer la realidad. Mientras las reflexiones de Alan y sus intercambios con miss Shepherd logran captar temporalmente la atención con la mezcla de drama y comedia ácida clásica del cine inglés, los continuos intentos de establecer misterios sobre el pasado de la mujer y del por qué vive de esa manera cuando se intuye que podría estar en otra situación fallan continuamente y hasta pareciera que no supieran resolverlos cuando tienen que dar un desenlace a una historia que nunca fue realmente a ningún lado. Conclusión Quizás sea necesario tener incorporada la historia y sus personajes como algo del saber popular para apreciarla, pero The Lady in the Van pasa desapercibida en casi todo lo que intenta, sin generar mucha empatía con sus personajes ni brindando una buena historia.