Una historia mínima de Mayra Bottero Mayra Bottero debuta en la ficción, luego del documental "La lluvia es también no verte" (2015), sobre la tragedia de Cromañón, con una historia sobre la transformación de una sexagenaria mujer al descubrir que en casa de su padre vive una joven mujer que embarazada. Graciela (Stella Galazzi), una docente, separada de su pareja y sin hijos, está tramitando la jubilación, quiere vender su casa e irse lejos de la ciudad. Rodo (Carlos Rivkin), su octogenario padre, vive en un departamento y Graciela lo visita de vez en cuando, aunque se nota que la relación no es buena. Pero todo se pondrá peor cuando descubra que con él vive Sabrina (Valeria Correa), una joven mujer, embarazada, que estaba en la calle y sin recursos. La vida de Graciela dará un giro inesperado. Bottero construye un relato intimista de personajes solitarios que se encuentran para construir un mundo propio que los incluya. Seres vulnerables que hallan en el otre una razón para existir. La historia es mínima, sin artilugios, y la puesta en escena focaliza en la transformación de los personajes a partir del encuentro. No busca redimirlos sino humanizarlos, mostrarlos en todas sus facetas, con sus matices, contradicciones, virtudes y defectos. El trío protagónico es el corazón de una película que en ningún momento busca la sensiblería ni al golpe de efecto, pero que invita a la reflexión y genera preguntas. Una casa lejos (2021) le apunta directo al corazón individualista y mezquino de una sociedad incapaz de mirar más allá de sus propias narices, de pensar en el otre, de tener un gesto mínimo que puede llegar a cambiar una, dos o tres vidas.
REFUGIOS EN LA CIUDAD Una casa lejos es la segunda película de Mayra Bottero, pero la primera incursión en la ficción tras la dolorosa La lluvia es también no verte (2015), documental indispensable sobre la tragedia de Cromañón. Esta pequeña aclaración no es por añadir datos innecesarios de filmografías, sino para destacar que en su primer trabajo de ficción Bottero demuestra una lucidez estética que sorprende por su sensibilidad y solidez técnica. Una casa lejos es una película sobre la soledad y el desamparo, pero también una elegía que no se queda en el lamento, sino que deja una visión esperanzadora. Por otro lado, hay un trabajo notable del fallecido Carlos Rivkin y de Stella Gallazzi, dando relieve a personajes melancólicos desde cada gesto y mirada. El film nos pone en el lugar de Graciela (Stella Gallazzi), una maestra al borde de la jubilación que sueña con utilizar sus ahorros para retirarse a una casa rural. Este proceso melancólico, colmado por los recuerdos de alumnos que pasaron por las aulas y rincones del establecimiento, se ve interrumpido por la conflictiva relación con su padre. El foco del conflicto con Rodo (Carlos Rivkin) es el vínculo con una mujer joven, Sabrina (Valeria Correa), que parece convivir ocasionalmente con él. Estas presunciones levantan todo tipo de prejuicios en el edificio donde Rodo vive, además de llevar a Graciela a intervenir de todas las formas posibles para que no se vean. Sin embargo Sabrina, una mujer embarazada que vive desamparada y con una pareja ocasional, resultará en un nexo impensado entre los dos. El ojo de la directora y el guion nos acerca a los personajes y evita los juicios fáciles sobre sus personajes. La lucha solitaria de una madre soltera que vive al margen del sistema, una mujer en crisis por abandonar su vocación y los espacios que significaron su vida y un hombre en su etapa crepuscular buscando un motivo de vitalidad, son el foco sobre el cual se centra Bottero de forma sensible, dando una resolución emotiva que se ajusta al relato. Es importante decirlo: hay tanto drama con salidas forzadas, ya sea para subrayar un mensaje o ser condescendientes, que un film como Una casa lejos es un soplo de aire fresco. Bottero hace uso de los planos largos de forma eficiente y acompaña las contradicciones de los personajes en secuencias memorables: merece destacarse el plano inicial enmarcado de Rodo haciendo una cuna, que tiene un diálogo con otros planos como el corte de un árbol de la escuela donde trabaja Graciela, que también aparece enmarcado, contenido. La opresión e incomodidad de los personajes puede palpitarse y este desarrollo visual es importante porque se acopla al drama, al igual que la tensión palpable en los planos largos. La directora maneja el tempo de las secuencias con la misma delicadeza que el guion y es la razón de un desarrollo tan sólido. Una casa lejos es una propuesta indispensable en estos tiempos de distanciamiento social y soledad, incluso si la película no fue gestada con esa idea en mente. Esa luz al final del túnel para la gente que ha quedado sola puede resultar por momentos un cliché, pero si hablamos de cine se trata de una propuesta tan eficiente como conmovedora que invita a la reflexión.
Vínculos afectivos "Una casa lejos, 2020 es la segunda película de Mayra Botero en la que deja entrever una gran sensibilidad con esta historia que conmueve de principio a fin." Graciela tiene todo resuelto para por fin retirarse lejos de la ciudad después de jubilarse. Pero descubre que su padre también tiene planes para el futuro, mantiene en secreto una extraña relación con una chica de la calle. Este será solo el primero de los descubrimientos que cambiarán la vida de Graciela para siempre. El film nos pone en la piel de Graciela, representada por la gran Stella Gallazi; es una maestra que pronto se jubila y sueña con utilizar sus ahorros para retirarse a una casa rural. Este cambio, llevado por los recuerdos de sus alumnos que pasaron por sus años, las aulas y cada recoveco del establecimiento, se ve interrumpido por la relación que tiene con su padre. Rodo, encarnado por el reciente fallecido Carlos Rivkin convive con una mujer joven llamada Sabrina, papel llevado a cabo por Valeria Correa. Como ocurre siempre, esta relación estaba cargada de prejuicios en el edificio en donde vive Rodo y paradójicamente será Sabrina, embarazada, la encargada de reconstruir ese vínculo aparentemente roto. Bottero crea un triángulo entre una madre soltera, una hija que se ve obligada a abandonar su vocación y quedar fuera del sistema y un hombre ya asentado en la vejez buscándole sentido a lo que le resta de vida. "La película resulta darnos un halo de esperanza y necesita ser vista en estos tiempos de pandemia y distanciamiento social ya que nos induce al replanteamiento de acciones cotidianas como así también a la reflexión." Clasificación: 8/10 FICHA TÉCNICA: Nombre original: "Una casa lejos" Duración: 77 min. Idioma: Español Color / DCP País: Argentina ELENCO Stella Galazzi Carlos Rivkin Valeria Correa Alicia Muxo
Familias ensambladas. Si desglosamos el título de este segundo opus de Mayra Botero (La lluvia es también no verte, El Espanto) tenemos por un lado la palabra casa, que representa entre muchas cosas un lugar donde refugiarse y encontrar contención del otro, y por otro lado la palabra lejos que en este caso más concentrado en lo lejano se puede asociar con las asimetrías entre los vínculos de las personas, así como la lejanía que conlleva el miedo a involucrarse con un desconocido. Por eso, y siempre partiendo de la base del punto de vista de la protagonista del relato, Graciela (Stella Galazzi), ya en su momento de retiro de la docencia y a cargo de un padre que vive solo en su departamento, pero que necesitaría por su avanzada edad estar acompañado, la presencia de una joven en situación de calle expone de buenas a primeras un conflicto en ciernes: la desconfianza sobre las intenciones de la chica respecto a la buena predisposición del anciano, quien la ayuda en todos los términos posibles (dinero, comida, casa) por empatizar con ella y su estado de carencia en la calle, a la vez de estar atada a una dinámica donde la salida puede significar riesgos y la cárcel. El enfrentamiento entre padre e hija remueve pase de facturas del pasado y alcanza decibeles que lejos de disminuir crecen minuto a minuto. Mientras tanto, Graciela transita su crisis personal, experimenta en carne propia la incertidumbre que conlleva terminar una etapa importante para encarar un nuevo rumbo donde el tiempo de ocio le gana a las horas del trabajo y aparecen otro tipo de fantasmas que la confrontan en la vorágine de tomar decisiones y resolver situaciones de extrema urgencia. Sin embargo, una serie de revelaciones que involucran directamente al padre con la muchacha de la calle opera como nexo invisible en esta trama social, que entre otras cosas bucea sobre la orfandad y la ausencia de un estado frente a sectores marginales por citar apenas la punta de un iceberg de gran tamaño y profundidad. No obstante, sin tensar al límite las cuerdas melodramáticas ni apelar al morbo de la representación de los clichés socioculturales, Mayra Botero también apuesta a esas historias que sacan de lo peor de un hecho cierto aspecto positivo, pero no cae jamás en el atajo de los relatos de segundas oportunidades habituales y falsos.
La cámara permanece en el umbral de una puerta abierta. Ese límite y la distancia desde donde se observa el interior, denota la discreción de una mirada que muestra, sin intromisión, la vida de tres seres solitarios y frágiles en busca de reconstruir quienes son. Una casa lejos, segundo largometraje de Mayra Bottero, luego del documental La lluvia es también no verte (2015), nos ofrece una historia de ficción que habla sobre los vínculos, el paso de los años, las carencias y cómo puede construirse una familia. Graciela (Stella Gallazzi) está a punto de jubilarse como profesora, tras una larga trayectoria en la comunidad educativa. Con sus ahorros desea irse a vivir a una casa cerca del río, lejos de la ciudad y comenzar de nuevo. Mientras transita el proceso de despedida y final de ciclo, deberá lidiar con la relación conflictiva que mantiene con su padre Rodo (Carlos Rivkin). Ya mayor y débil de salud, vive solo en su departamento al que invita a una joven llamada Sabrina (Valeria Correa), que vive en situación de calle y está embaraza. Esa relación, que oculta a su hija, pronto será descubierta al notar ciertos cambios en la casa. El conflicto saldrá a luz entre los vecinos del edificio y, ante ese panorama, Graciela ayuda a su padre, enfrenta a la joven y olvida sus deseos. Sin embargo, una nueva situación llevará a los tres a formar un vínculo tan impensado como necesario en esa etapa de sus vidas. Cada personaje carga con sus propios conflictos y carencias. Mientras Graciela intenta un nuevo rumbo en su vida, su padre lidia con la soledad en la vejez, hallando en Sabrina y en el bebé que está por nacer una motivación para sus días; al tiempo que la joven encuentra una muestra de solidaridad y refugio ante el desamparo que siempre vivió. Las debilidades que tienen en común, los volverá más solidarios, así lo demuestran sus actos y la mirada puesta en el otro, como una forma de completarse. La fluidez narrativa con la que se unen las acciones permite encadenar los hechos manteniendo la tensión dramática. Una tensión que encuentra el equilibro en algunas situaciones que descomprimen y le otorgan calidez: armar la cuna y el cuarto con juguetes; plantar un árbol que pertenecía al colegio; reencontrarse con ex alumnos; llevar a Sabrina a comer al bar. El realismo y la cercanía con la que Bottero transmite la historia, se refuerza con las destacadas interpretaciones de Stella Gallazi y del recientemente fallecido Carlos Rivkin. “Quisiera que la película sea para los y las espectadores un lugar de encuentro; señala su realizadora. Un encuentro con el placer de percibir un cuento, con el ritual del cine, y con la necesidad imperiosa de ser comunidad”. Con gran sensibilidad, Mayra Bottero rescata los pequeños actos que nos ayudan a reconstruirnos, dando lugar al valor de los afectos como a la construcción de la familia que vamos formando en el camino. Y en esa línea, hay puntos en común que también reivindica en su primer película. Sujeta al tiempo que transitamos, el contexto de la pandemia y la necesidad de potenciar los vínculos, también forman parte de la lectura que nos invita hacer Una casa Lejos. UNA CASA LEJOS Una casa lejos. Argentina, 2021. Dirección y guion: Mayra Bottero. Intérpretes: Stella Galazzi, Carlos Rivkin, Valeria Correa, Alicia Muxo. Fotografía: Martín Benchimol. Montaje: Valeria Racioppi. Dirección de Sonido: Sofía Straface. Música: Rocio Bottero, Axel Noguera, Juan Pablo Sosa. Duración: 77 minutos.
En el relato de cómo una hija decide tomar por presa a su padre, adulto, que tiene una sensibilidad diferente frente a una joven mujer a punto de ser madre, se construye un relato sobre diferencias, objetivos, y cómo la sociedad mira con malos ojos las decisiones que algunos toman por compasión y amor al prójimo.
Los trabajos de Mayra Bottero dentro de la industria audiovisual la encontraron como productora de títulos como “El Espanto”, la reciente “Memoria Fotográfica” y “La lluvia también es no verte”, de la que también fue directora. La madurez que pudo transmitir a lo largo de estos trabajos hace que el estreno de su primera película de ficción, “UNA CASA LEJOS”, despierte mayores expectativas. Graciela (Stella Gallazzi, una actriz de una vasta trayectoria teatral que tiene una excelente oportunidad para lucirse en este protagónico) es una profesora que ya cuenta con la edad suficiente para jubilarse y está atravesando ese momento que, si bien había sido ansiado para poder dar curso a ciertos proyectos que había planificado, ahora que ha llegado, le produce cierta inquietud y se siente invadida por la nostalgia de toda la historia vivida dentro del colegio. Por un lado, es el momento ideal para generar esa nueva vida, tratando de cumplir su sueño de retirarse a una casa rural, esa casa lejos que evoca el título del filme. Pero al mismo tiempo, una conflictiva relación con su padre hace que tenga que seguir muy presente y cerca suyo. El problema con Rodo, su padre (Carlos Rivkin fallecido recientemente, en su último trabajo para el cine), es que le oculta algo que ya se ha enterado inclusive por medio de los vecinos del edificio: mantiene una estrecha relación con una mujer mucho más joven que él, Sabrina (Valeria Correa –una de las actrices del grupo teatral Piel de Lava-), que alberga en su propio departamento. Esta situación irrita a Graciela ya que no logra saber si la joven saca provecho económico de su padre, tampoco conoce el verdadero vínculo que hay entre ellos y no puede precisar cuánta verdad hay en todo lo que dicen los vecinos del consorcio respecto de esa relación: y todo se complicará más aún cuando Graciela descubra que Sabrina está embarazada. Bottero, a través de un guion en apariencia simple y de estructura clásica, prescinde de cualquier artificio y entreteje hábilmente una historia de vínculos que se trazan a partir de las diferentes necesidades internas de cada uno de los personajes, con el común denominador de la soledad que los atraviesa, y la dirección que cada uno de ellos quiere darle a sus vidas. Los detalles de la historia se van develando poco a poco y al atractivo natural de una historia muy bien contada, se suma el enfoque que tiene Bottero hacia temas que no son frecuentemente tratados en el cine nacional. Así aparecen, entre otros, el vacío emocional a la hora de jubilarse, las decisiones que toma un hombre mayor muy opuestas a las que su hija desea y a lo que está socialmente esperado -otorgándole un infrecuente protagonismo dentro de la trama-, el hecho de que los hijos comiencen a hacerse cargo de sus padres y el enfoque de las vivencias de una madre soltera que vive completamente al margen del sistema, prácticamente en situación de calle. En “UNA CASA LEJOS” los personajes atravesarán momentos de toma de decisiones y la emocionalidad con la que se mueven, es mérito de un guion que evade los golpes bajos y los estereotipos y que se permite presentar las situaciones con el tiempo suficiente para que cada uno de los personajes vaya recorriendo un arco dramático que atrape e incluya en el proceso al propio espectador. Justamente en esas decisiones se pondrán en juego temáticas como la maternidad, el dinero, los límites morales, la vocación de solidaridad, la mirada (prejuiciosa) del afuera y fundamentalmente, la construcción de una idea de familia. El mérito de la pluma de Bottero y su ojo detrás de la cámara es que todo suceda con total espontaneidad y sin ningún tipo de sentencia ni juzgamiento de su parte, sólo expresando lo que surge naturalmente de cada personaje. Graciela hará un atravesamiento sumamente particular a medida que vayan descubra ciertos detalles de la relación de su padre con Sabrina, y sobre todo lo que esa joven despierte al poder mirarla de una forma completamente diferente a lo que manifestaban las primeras apariencias, cuando pueda correr el velo del prejuicio. Sutilmente, veremos cómo Graciela modifica no sólo su actitud, sino como va poniendo en acto su nueva mirada frente a lo que transita, y es precisamente ahí cuando Bottero aprovecha para dar un giro y comenzar a hablar(nos) de segundas oportunidades. Una mujer amarga y completamente en crisis con su padre y con su momento particular de fin de su camino laboral, un hombre que frente a los últimos momentos de su vida encuentra un proyecto y un motivo de impulso en ese vínculo con una desconocida y una nueva vida que trae Sabrina consigo frente a tanta marginalidad y la exclusión, forman un triángulo que en apariencia vive situaciones extremas y dramáticas pero el acento está puesto en la luminosidad y lo que Bottero rescata con una mirada de resiliencia que se abre frente a lo nuevo. “UNA CASA LEJOS” cuenta además con un exquisito trío protagónico en el que Stella Gallazzi puede transitar diversas emociones y diferentes climas, del enojo a la esperanza, de la frustración a la emoción y es impactante ver cómo frente a nuestros ojos, Graciela se va modelando, va modificando su actitud y somos testigos de su cambio. La despedida de Rivkin de la pantalla grande es un trabajo lleno de fuerza, con momentos de picardía y con una gran presencia, acompañado por la química cómplice que genera con Valeria Correa y su Sabrina llena de rebeldía, de vulnerabilidad y de carencias. POR QUE SI: “A través de un guion en apariencia simple y de estructura clásica, prescinde de cualquier artificio y entreteje hábilmente una historia de vínculos que se trazan”
Revelándose como una pequeña gran historia que nos narra un vínculo familiar conflictivo entre padre e hija, “Una Casa Lejos” representa el debut de Mayra Bottero en el terreno ficcional, colocando la duda sobre la supuesta maldad inherente en el ser humano y nuestra siempre superadora capacidad de desconfiar de todo semejante, incluso sensibilizado el juicio de valor por el vínculo cercano. ¿Creeremos en las buenas intenciones de su protagonista principal? ¿O es que este hombre de la tercera edad persigue otras motivaciones sobre la joven a quien protege? En las relaciones interpersonales que narra y la motivación argumental central, favorece al resultado final del film el verosímil de una historia que se atañe a un realismo que no apela a ciertos relatos de dolor ya transitados por nuestro cine. Su autora nos deja en claro que la fuerza movilizadora de todo sentimiento genuinamente altruista resulta, a la postre, el principal motor de este ejercicio audiovisual. Un elenco de profesionales desconocidos al mainstream, provenientes del teatro independiente y la publicidad para TV, dan vida a esta inteligente formulación sobre el concepto de solidaridad, una fábula familiar hábil para trabajar el equilibrio dramático en la soledad intrínseca que habita a sus seres, así como la emoción exacerbada que requiere el melodrama, un género a veces subestimado pero siempre efectivo. El arco dramático de la historia escapa de los lugares comunes mientras nos visibiliza a personajes que dudan y se encuentran unos a otros; desnudando su esencia de íntegra nobleza. Solventada en la abundancia de diálogos y acompañada por una cámara que prefiere utilizar planos largos, “Una Casa Lejos” contrapone sueños de liberación y poco agradables descubrimientos a buenas intenciones ocultas y secretos planes que saldrán a la luz.
El título de la película resulta una especie de McGuffin hitchcockiano, un señuelo que impulsa a los personajes a ponerlos en acción y que brinda a la película su espíritu de búsqueda incansable. Aquella casa lejos es la que sueña Graciela (Stella Galazzi) luego de su retiro de la escuela, después de largos años de docencia. Mientras tanto mira ensimismada el retrato de Sarmiento colgado en una pared, un espejo extraño, que sobrevive indemne como un parche ante la falta de pintura. Pero también mira con devoción el árbol que defendió en sus tiempos adolescentes, escucha con emoción a una exalumna que viene a agradecerle su apoyo y enseñanzas, despide con tristeza y algo de liberación tantos años de entrega. Pero ese paraíso lejano a orillas del río en Colón se termina disipando cuando su padre resiste su propia despedida de la vida. Desde hace un tiempo Rodo (Carlos Rivkin) ha forjado una amistad con Sabrina (excelente Valeria Correa), una chica que vive en la calle. La presencia de Sabrina no solo altera los planes de Graciela y aleja aún más esa casa soñada que los mismos plazos de la jubilación, sino que replantea todo su itinerario presente, como un señuelo que dispersa prioridades y embarca a la narración en una aventura intempestiva. Mayra Bottero ofrece una película entrañable, de vitalidad crepuscular, y sus personajes, convertidos en espectadores de aquello que les pasa pese a sus propias decisiones, se revelan tan humanos como nosotros, en búsqueda de ese sueño por más lejano que sea.
Inquietos por el tiempo, los cánones y el prejuicio. Crítica de “Una casa lejos” La directora Mayra Bottero revisa y repasa las condiciones que impone la sociedad sobre el envejecimiento Florencia Fico Hace 2 horas 0 10 El filme “Una casa lejos” de Mayra Bottero describe en la cinta dramática los avatares de distintas franjas etarias en las cuales, Bottero inscribe la soledad, el abandono y la segregación social en diversos contextos económicos y ciudadanos. Por. Florencia Fico. UNA CASA LEJOS” : CINE ARGENTINO INDEPENDIENTE – Novedad Cultural El argumento de la película “Una casa lejos” se basa en la figura de Graciela(Stella Gallazzi) quien está a punto de retirarse e irse fuera de la ciudad luego de jubilada. Aunque se entera que su papá “Rodo”(Carlos Rivkin) posee ideas para el futuro, tiene un raro vínculo con Sabrina (Valeria Correa) una jóven de la calle. Esto es el principio de una serie de acontecimientos que transformarán el destino de Graciela. La marginalidad y la vejez hacen foco en el filme Una casa lejos La dirección de Mayra Bottero siempre tan anclada la realidad social como lo hizo en: “La lluvia es también no verte”, continúa su rasgo documental. Pero en éste caso elabora un filme ficcional donde el drama es el puntapié inicial, para recoger diversas crisis personales, de los personajes y de la comunidad argentina. Bottero conecta realismo crítico y costumbrista con toques de humor y sensibilidad los vínculos parentales y comunales. Cines Argentinos | La web de cine más visitada de Argentina El guion de Mayra Bottero cuenta con una narrativa emotiva donde los diálogos irradian múltiples visiones del abandono, la soledad, frustraciones y desilusiones. El texto acompaña al personaje de “Rodo” el vocero de una generación “la tercera edad”, aquella que se torna una manera de volver a empezar con otros proyectos o retomar los viejos con mejor puntería, ayudar al otro a la vez de necesitar asistencia para el mismo, construir lo no elaborado, resolver lo inconcluso. Una casa lejos – Funcinema Mediante el protagónico de Graciela en sus líneas aparece el principio de su retiro de la docencia y con ello su jubilación lo que ya vive su padre Rodo. Sin embargo Graciela aún sigue en la “mediana edad” y continúa con las preocupaciones y responsabilidades que ella trae: el pago de deudas, el hacerse cargo de su padre que más bien parece un hijo, asumir ese rol materno – paterno con su papá es para ella prioridad, la tensión que supone romper con las jerarquías de familia en los mandatos patriarcales y las ganas de iniciar un camino nuevo, en Graciela está continuamente en su pensamiento. La quebrada vinculación que tiene con su padre es tangible cuando recibe constantes desplantes de él y le falta el respeto, aunque comprende la situación de la salud de su padre es ya deficitaria. Crítica de "Una casa lejos", una historia mínima de Mayra Bottero A través del personaje de Sabrina una chica sin techo que vive a escondidas con Rodo se despliegan una ola de interrogantes. Su embarazo y el apoyo de Rodo se ven teñidos de las observaciones de Graciela y los vecinos de su departamento que la estigmatizan, discriminan y la amenazan reiteradamente. La paternidad de su futuro hijo está en duda, su hogar también, su mundo es la incertidumbre total y el desamparo la persigue. Las denuncias pronto le llegan ya sea por aprovecharse del padre de Gabriela o los vecinos que la toman como una persona peligrosa. Su relación con Rodo llega al punto de ser paternal y eso a Graciela la desubica y la enfurece. Y hasta remueve los sentimientos de su maternidad impedida y reprimida. Una casa lejos: entrañable historia sobre sueños personales y cambios de planes - LA NACION El elenco está compuesto por la actriz Stella Gallazzi en la piel de Graciela, la artista le da un porte contestatario, auténtico, fuerte y emocional. El actor Carlos Rivkin como Rodo brinda a su papel un carácter enternecedor, inquietante y bravo. La actriz Valeria Correa interpreta a Sabrina de forma visceral, combativa, arremetedora e impulsiva. La artista Alicia Muxo como la mejor amiga de Graciela le aporta comicidad y desparpajo a su composición. Crítica de "Una casa lejos", una historia mínima de Mayra Bottero | EscribiendoCine
¿Se aprende algo de las tragedias en la Argentina? (La lluvia es también no verte) Graciela (Stela Galazzi) es docente a la espera de su jubilación. Rodo, su padre casi octogenario (Carlos Rivkin†), es bastante resolutivo aunque ella lo trata como si fuera su mamá. En medio de esa rutina planteada con travellings de avance y retroceso, contrasta el vínculo entre él y Sabrina (Valeria Correa), una mujer que lo visita cada tanto y vive en las calles aledañas a su apartamento. Graciela cree que son pareja y Limón / Lucía, la recién nacida de Sabrina, es hija de ambos. No hay etiquetas para esta dinámica y tal vez por ello la decisión de la cámara en mano acierta en tales escenas. Ya desde el inicio la propuesta audiovisual de Una casa lejos (2021) nos advirtió que algo siempre está fuera de alcance. Esto lo anuncia el efecto sonoro del tren en movimiento sobre las vías con la imagen todavía en negro. Y tal indicio de carencia será reiterado en varias ocasiones como cuando Graciela descuelga el retrato de Domingo Faustino Sarmiento en la oficina donde trabaja y se interesa por el rectángulo sin pintar desde hace tantas décadas. El plano general segundos después sugiere que esta profesora siempre tendrá en su cabeza lo faltante no solo en una institución educativa, también en su vida personal. Ese tipo de plano se repite en el cierre de la obra, cuando ella al aire libre ve fuera de campo. Esto puede sugerir que al menos los espectadores conseguimos junto al personaje un plano lleno de sentido a pesar de aquello faltante. Así Mayra Bottero quiere mantenerse a medio camino entre los problemas sociales y las complicidades comunitarias. La realizadora de esta obra que estrena hoy en salas comentó hace unos días en una entrevista el frecuente desprestigio hacia el melodrama, género donde ella ubica su obra. Si tomamos la reflexión del escritor mexicano Carlos Monsiváis al respecto*, cabe también considerar la pregunta del sociólogo Jesús Martín-Barbero “hasta qué punto el éxito del melodrama en estos países [latinoamericanos] habla del fracaso de unas instituciones políticas […] incapaces de asumir su densidad cultural?”. Para Mayra la respuesta al menos ficcional de ese fracaso puede ser la solidaridad entre los personajes. Ella le da relevancia a la complicidad social como lo hizo en su obra anterior La lluvia también es verte (2016) en torno a la tragedia en el local República Cromañón donde murieron 194 personas en 2004. Allí ella y su equipo reconstruían el accidente a partir de los testimonios de supervivientes y la voluntad de justicia y superación de agrupaciones ciudadanas. Ahora en su segunda obra podemos decir que Bottero replantea las preocupaciones sociales de los protagonistas a través de lo simbólico del plano y cierta estilización actoral. Las diferencias de ambas películas estarían en las decisiones técnicas de los montajes realizados por Valeria Racioppi quien aquí además hace un cameo como enfermera de guardia. Allá los cortes y los testimonios marcaban el sentido, aquí lo hacen los planos y lo no dicho. Aquellas actitudes solidarias que protagonizaron un cambio social en su ópera prima y en la historia reciente del país; pueden verse aquí en Rodo, y también con Graciela y Silvia (Alicia Muxo), su amiga del colegio y compañera de trabajo. Cierta rigidez del elenco en la manera de decir sus líneas distrae lo cálido de sus gestos. Pero la puesta en escena resignifica esos detalles para también hacernos sentir que si bien hay presentes temas sociales, lo relevante es la ilusión de circunstancias amistosas o personales para tantear esa casa lejana a la que Graciela quiere mudarse. Al final a ella le bastará la sensación de hogar presente entre quienes la acompañan sin necesidad de un afecto sexual. Otro ejemplo concreto de tal expectativa de casa está en el diseño de arte como la figura azul del globo aerostático en el buzo de Graciela cuando carga a Limón, la recién nacida de Sabrina. En la toma siguiente, su hija duerme con la cabeza apoyada en un cojín estampado con globos coloridos. En conclusión, no es casual que tanto en esta obra como la anterior, Mayra grabe a sus personajes en varias escenas delante de rejas, como si se sobrepusieran a las limitaciones sociales a pesar de tanta desolación institucional. En ese sentido Rodo se presenta aquí como el ser más solidario, a pesar de sus muchas torpezas como padre. Es él quien acompaña y apoya a Sabrina en su vida de calle. Y es él quien hace un cuarto para una niña que no es su hija ni nieta. Probablemente sea él el personaje más solitario de la obra lo que hace más amargo y significativo el hecho de que Rivkin, también activo en su vida profesional, no haya podido ver terminada esta película. Hay carencias imposibles de subsanar.
Un film valioso, escrito y dirigido por Mayra Botero, que marca temas inusuales y grandes actuaciones. Es el último trabajo del gran actor Carlos Rivkin, acompañado por Stella Lazzi, Valeria Corre y gran elenco, que plantea el mundo de los adultos mayores. Los que recién entran en una jubilación como la maestra de esta ficción que sueñan con la casa del título, a distancia de la capital, cerca de un rio, en contacto con la naturaleza. Y una realidad, el cuidado de su padre, que le impide ese sueño. Pero ese padre es un hombre que se reinventa una rebeldía, se solidario con una chica de la calle y soñar con armar una familia, un nieto que la vida no le dio. Interesante y original planteo que pone a prueba a los personajes enfrentados con una realidad “fuera de libreto” que se opone al orden establecido, a lo que indican los demás con su dedo acusador. Buenos climas, escenas muy logradas, y una mirada crítica sobre lo que somos y lo que finalmente seremos capaces de ser.
La historia de la película pretende ser un retrato testigo de la formación de una manada: un grupo de seres solitarios y frágiles que se encuentran en la vida y se hacen familia. El peligro por la salud de los adultos mayores, los impedimentos que las mujeres enfrentamos cotidianamente para realizar nuestros deseos o el abandono de la infancia, son temáticas muy actuales y que tejen cada gesto narrativo de Una casa lejos.
La directora Mayra Bottero (el documental La lluvia es también no verte) encuentra, desde la primera imagen, formas bellas, y poderosas, de contar una historia conmovedora. Es la imagen de un hombre mayor que sostiene, con esfuerzo, las piezas de una cuna desarmada sobre sus hombros, visto a través de un tren que pasa por delante. Como si la ciudad le pasara por encima. Es Rodo, un abuelo, como dicta la cursilería, aunque ni es abuelo ni está cerca de ese estereotipo. Lo interpreta Carlos Rivkin, que acaba de morir, en marzo, en una despedida del cine a la altura de su entrega y talento. Su personaje brama por una libertad que siente amenazada por las intromisiones de su hija Graciela, maestra a punto de jubilarse, que no sabe cómo cuidarlo. ¿Cuidarlo de qué? De su amistad con una chica en situación de calle que lo visita cada tanto. La chica, Sabrina, le hace compañía, como una hija a un padre, o más bien como una simple amiga, y le roba la plata que encuentra (lo que a él no parece importarle). Graciela, por su parte, sueña con una casa lejos, pero no le queda otra que ocuparse de su padre. La primera parte de Una casa lejos tiene una gran tensión dramática, de esas en las que todos los personajes parecen tener razón. El viejo que reivindica el derecho a vincularse con quien quiere, la hija harta pero preocupada, la chica, que está embarazada: punto de quiebre narrativo y disparador para un segundo tramo que mejor ver que contar. Bottero mantiene el pulso bien arriba, así como la capacidad para mirar a estos personajes —todo sucede en pocos espacios, en buena parte, en el departamento de Rodo— que no quieren agradar a nadie ni “caretear” afectos que no sienten, aunque sea lo que marca el deber ser. Es notable que esa franqueza, esa honestidad para observar a un padre putear a una hija, ya grande, que quiere ayudarlo, (porque no tiene otra o acaso porque no tiene a otros) se dé la mano aquí con una emoción natural. De las que brotan, crecen, y quedan por efecto de lo que vemos, sin ayuda de música ni necesidad de subrayados. El elenco tiene, además de a Rivkin y Correa, el motor de una composición fantástica de Stella Gallazzi. Como esa Graciela, parecida a muchas maestras “veteranas” y un poco agrias que conocemos, que acaso esconde a una mujer con unas ganas de vivir de esas que embellecen. A la espera de que algo las despierte. Una casa lejos va solo en salas. Vayan.
Un anciano solitario entabla una relación con una joven mujer embarazada y le da cobijo en su hogar despertando las dudas y sospechas de su hija. Estreno en salas. Una historia familiar, generacional y social se cuenta en UNA CASA LEJOS, la opera prima de ficción de Bottero (directora del documental LA LLUVIA ES TAMBIEN NO VERTE), que se centra en las experiencias de tres personajes muy distintos entre sí y con relaciones interpersonales también muy diferentes. La protagonista es Graciela (Stella Galazzi), una mujer que trabaja como docente y cuyo sueño, tras jubilarse, es irse a vivir –como dice el título– lejos de la ciudad y de su caos cotidiano. Está separada, no tiene hijos y la única relación que mantiene es con su padre, Rodo (Carlos Rivkin), un hombre muy mayor y con algunos problemas de salud, con el que no se lleva del todo bien. En algún punto, la supervivencia de ese hombre pareciera ser un impedimento para ese cambio de vida. Pero la situación de volverá todavía más enrarecida cuando descubra que el padre le está dando cobijo, en su casa, a una tal Sabrina (Valeria Correa), una chica embarazada que vive prácticamente en la calle y que está sin dinero y rodeada de problemas. Para Graciela la situación es doblemente frustrante, ya que además de complicarle los planes, ella sospecha que la chica se está aprovechando de su anciano progenitor. Y, a su manera, se dedicará a tratar de frustrar esa relación, enredándose finalmente más de lo que imaginaba en la suerte de ambos, especialmente en los vaivenes personales de la chica y su embarazo. UNA CASA LEJOS cuenta una historia de tres personas que se sienten solas, que de alguna u otra manera han sido abandonados o han ido abandonando a los otros –por la edad o por la situación económica–, y que se encuentran en un momento de sus vidas en que esas soledades terminan chocándose, con los reparos iniciales que eso usualmente genera. Se trata de un relato pequeño, sincero y humanista, bien interpretado por su trío protagónico y con una puesta en escena justa y sencilla. Es una historia que quizás no sorprenda demasiado en su desarrollo pero que presenta una serie de situaciones muy reconocibles y que propone un recorrido que va de la obsesión personal hacia la solidaridad y la empatía por el otro, temáticas que en estos tiempos se sienten más urgentes que nunca.