Pura diversión Tenemos a Bruce Willis con John Malcovich y Morgan Freeman... También a Helen Mirren y Brian Cox. Ah, ¿Quieren más? Ok, por la misma guita vienen incluidos Richard Dreyfuss y el veterano Ernest Borgnine. Bueno, y de yapa Karl Urban y Mary-Louis Parker. Todos se dan el gusto de hacer una película de acción, a puro tiro, lío y cosha golda, sin pretensión de historicismo alguno y con el simple deseo de entretener a la audiencia con sus dotes histriónicas al servicio del pasatismo más clásico. La trama no es nada del otro mundo. Una agente retirado de la CIA llamado Frank Moses (Willis) es perseguido por otros agentes que desean asesinarlo; en su huida se lleva a una mujer con la que ha estado flirteando telefónicamente, dado que ella ahora también está en peligro. En el camino Moses va contactando a viejos camaradas también retirados de la acción. Retirados, pero extremadamente peligrosos. Conspiraciones, enemigos que pasan a ser amigos y malos que no lo son tanto, son algunos de los ingredientes que matizados con bastante humor y miles de balas combinó Robert Schwentke para entregarnos un filme que vale sólo por su elenco, ya que sin ellos y su talento sería uno más del montón.
Un robo de película En 2007 asistimos al debut de Ben Affleck como director, y la impresión fue positiva por demás. "Desapareció una Noche" significó un debut auspicioso, el cual puso el listón muy en alto, y obviamente provocó que éste, su segundo largometraje, fuera observado con mucha atención. Desde ya podemos asegurar que "Atracción Peligrosa" -caprichosa traducción del título que no le hace ningún favor al filme- está lejos del nivel de su predecesora, pero alcanza a cumplir con lo justo para no ser denostada. En la ciudad de Boston todos comparten códigos mafiosos. Robar un banco es cosa de todos los días, los delincuentes planean robos como si fueran salidas al cine. La banda que comanda Doug (Affleck) tiene un especialista en cada rama necesaria: sistemas, manejo de vehículos, logística, y por supuesto hay uno que siempre está a punto de desquiciarse y provocar una masacre. Esto es un problema para Doug, ya que se jacta de hacer robos con mínima violencia y hasta con gestos de caballerosidad. El problema se llama Jimmy, a cargo de un brillante Jeremy Renner, quien merced a su carácter durante un atraco tiene un descuido que pone en peligro a la banda. Consecuencia de eso, Doug debe vigilar a la joven gerente de ese banco para evitar que los delate. Pero, como es de prever, la situación se volverá romance. Es imposible dejar de sentir que todo lo que se ven en pantalla ya fue visto antes. Sin embargo Affleck consigue entretener y llevar con buen pulso los momentos de acción. Las buenas actuaciones son registradas y potenciadas por tomas vertiginosas y un montaje que honra al género. Sin embargo, es en las escenas más calmas, donde el díalogo manda, y el tono se vuelve más intimista, donde el director abusa de las tomas y contratomas, se vuelve básico, impersonal. Si bien estamos ante un relato previsible y salpicado de historias antes contadas con mayor hondura, "The Town" ofrece entretenimiento de buena calidad, con actuaciones notables y destacable producción.
La CIA es buena... Bob Ho (Jackie Chan) es, en apariencia, un vendedor de lapiceras y vive en la casa de al lado de Gillian, quien la habita con sus tres hijos. Los dos están saliendo hace unos meses y están a punto de comprometerse, sólo que él no le cae bien a los hijos de ella. Bob en realidad es un espía de la CIA que se ve en problemas cuando Gillian debe hacer un viaje de urgencia dejándole los chicos a su cuidado. Entonces Bob debe organizarse para combatir a un peligroso ruso con ganas de dominar al mundo (Magnús Scheving, Sportacus de "Lazy Town"), y al mismo tiempo cuidar a los chicos y ganarse su cariño. Comedia que podría haber directo al DVD o estrenada en un canal infantil, pero que llega al cine para los chicos de entre 7 y 10 años que no se aburrirán pero tampoco saldrán muy emocionados. Los padres pueden entretenerse con las coreografías clásicas de Jackie Chan, más viejo y necesitado de dobles, sin sentir vergüenza ajena. Que no es poco.
Al fin, cine "Enterrado" no tiene la pretensión de ser original. No lo es. Su director, el español Rodrigo Cortés, lo sabe. Lo importante es ser creativo. Eso marca la diferencia. Desde el comienzo, en los créditos iniciales, el homenaje y reconocimiento a Hitchcock -y a Saul Bass, diseñador de los títulos más emblemáticos del director- deja todo en claro y da paso a un hora y media que es de lo mejor que se ha visto en mucho tiempo en pantalla. Porque Cortes es capaz de hacer cine. Crear climas, generar tensión, lograr que el espectador esté expectante en su butaca. Cuenta con el talento de un Ryan Reynolds que logra plasmar con claridad los estados por los que pasa su personaje Paul Conroy: sorpresa, pavor, enojo, esperanza, y casi todo el abanico de emociones por lo que puede atravesar un individuo que se descubre adentro de un cajón, enterrado sin saber en dónde ni por qué. Sólo tiene un encendedor y un teléfono móvil en el que recibe instrucciones de su captor y por medio del cual intenta conseguir ayuda, pero en cambio recibe la incompetencia de un sistema que no reconoce ningún valor humano. Es destacable como los enemigos de Conroy, porque descubrirán que no es sólo uno, son desplegados por un guión que con inteligencia plantea conflictos que van más allá de la obvia situación del protagonista, y con un humor que hasta el final destilará sadismo puro. Sirva este filme como ejemplo de cómo es posible contar una historia con eficacia, sacando provecho de las limitaciones y con un presupuesto ínfimo en comparación con tanto mamotreto interminable que debemos padecer semana tras semana. No se la pierdan.
Plata amarga El mundo ha cambiado desde los ochentas, pero la codicia y la vileza siguen haciendo estragos en aquellos seres donde habitan. Gordon Gekko (Michael Douglas) pasó varios años en prisión por delitos económicos que hoy parecen juegos de niños. En realidad a Gekko lo condenaron por demás para dar una señal, usarlo de ejemplo ante el sistema. Él lo sabe, y lo único que espera es tomar venganza. Por eso la aparición de Jake, un joven ambicioso y además pareja de su hija, le viene como anillo al dedo para recuperar el lugar que nunca debió haber perdido. El cineasta Oliver Stone se aprovecha de la reciente crisis financiera mundial, producto de la llamada "burbuja inmobiliaria", para poner a sus personajes en juego y darles un contexto realista desde el cual lanzar críticas al sistema. Algunas parrafadas del guión serán ininteligibles para el público neófito en materia financiera, pero el planteo cinematográfico donde los malos son bien señalados por el director y los bandos se marcan claramente, salvan la situación y hacen que la película tome los cauces clásicos de Hollywood. Stone elige un montaje expresivo, que remite a otras épocas donde los fundidos y las imágenes superpuestas daban agilidad al relato, y consigue su objetivo al conseguir que las poco más de dos horas de metraje sean entretenidas, aunque no rebosen originalidad. Michael Douglas vuelve a ofrecer la mirada de un Gekko ambicioso e impredecible, que encuentra en el joven Shia La Boeuf un buen contrapunto. En el elenco sobresalen las actuaciones de Frank Langella como el mentor de Jake, Josh Brolin que asume con comodidad el rol de nuevo villano del mercado y el veterano Elli Wallach, a quien Stone se permite además homenajear cada vez que suena el móvil de Jake y se escucha como ringtone la melodía compuesta por Ennio Morricone para "El Malo, El Bueno y El Feo". Hay sorpresas como el cameo del propio Stone y la participación de un viejo conocido de "Wall Street" de 1987. Por lo demás, no estamos ante una maravilla pero sí ante un filme de buena factura, en el que se privilegia sobre el final un discurso moral que tal vez no sea el buscado por los fans de la primera película.
Travel & Living con su anfitriona Julia Roberts En esta edición viajaremos desde Nueva York hasta Roma, en Italia, para luego ir a la India y finalmente recalar en Bali, Indonesia, donde nuestra anfitriona pondrá en práctica todo lo aprendido en sus viajes anteriores. En Roma la veremos practicando su italiano, comer pizza y pedir un café entre una multitud, para luego hallarla entregada en cuerpo y espíritu a la meditación en India. Nuestra anfitriona conocerá en cada lugar a alguien a quien ayudar y de quien aprender para ayudarse a sí misma. Antes de iniciar la travesía ya había conocido a un viejo y desdentado curandero que le predijo los que sucedería en el futuro, divorcio incluido. De allí surge este viaje en el cual Liz, tal el nombre que adopta Julia en el filme, buscará su yo interior, sin problemas de dinero a la vista y con todo a su favor, casi como en un cuento de hadas. Es poco probable que el espectador tolere las casi dos horas y media que dura esta película sin la tentación de dormirse o de abandonar la sala. Julia Roberts carga con un personaje tan vulgar y representativo de lo que una mujer "cosmo" debe ser, que por momentos es imposible no desear verla atacada por un ejército escapado de "300". Tediosos planos propios del catálogo visual de una agencia de turismo, unidos por un conflicto mínimo, actuado con la mayor dignidad posible por parte de un elenco de notables actores como lo son Richard Jenkins, Javier Bardem o Billy Crudup, quienes hacen lo que pueden dentro de un bodrio que hasta se permite desperdiciar al joven James Franco, con un personaje insulso, intrascendente, insultante. Un rosario de frases y situaciones que compiten por el galardón a la más cursi, dignas de un suplemento de la peor revista femenina que imaginen, son exhibidas obscenamente por un director que no tiene idea de lo que significa "elipsis".
Revise la programación de su sistema de cable La nueva estrellita de la comedia pasatista estadounidense se llama Katherine Heigl y esta vez intepreta a Jen, una desamorada mujer, quien con la intención de dejar atrás un desplante amoroso, viaja con sus padres a Niza para pasar unas vacaciones y olvidar. Una vez instalada en el hotel conoce a Spencer, a cargo de un Ashton Kutcher que no termina de acertar con un proyecto decente y que ahora está en la piel de un asesino profesional que se enamora a primera vista de ella, decide dejar su oficio y emprender una nueva vida en pareja. Pero las cosas no son tan simples en el mundo de los asesinos a sueldo. Luego de tres años, Jen ignora el pasado de su marido y de pronto se ve en medio de una balacera descomunal porque el vecindario quiere eliminar a Spencer. ¿Por qué una película como ésta se estrena en los cines argentinos? No tenemos la respuesta. Carece de los méritos necesarios para que alguien gaste dinero por algo que puede ver en tv y mejor hecho. Porque la fórmula es remanida, el guión previsible, falto de gracia y nadie en el elenco hace el esfuerzo mínimo como para ganarse los pesos que cuesta una entrada.
La supremacía de Jolie Angelina Jolie cuenta con el beneplácito de la industria que le permite protagonizar al estilo Cruise o Willis, conseguir que el público se refiera a la película como "la de la jolie" en lugar de mencionar su título y posicionarla como una heroína de acción. En "Agente Salt" es una espía de la CIA, indolente, precisa, mortal. Al mejor estilo Bond, el filme comienza con el final de una misión donde Salt fue brutalmente torturada, aunque sin heridas graves o incapacinates a la vista. La historia salta dos años hacia adelante, con la espía felizmente casada y afianzada en su oficina, cuando una tarde, luego de cumplir su horario, un caso imprevisto se presenta y todo cambia. Un espía ruso se presenta para denunciar que un "topo" está en la CIA dispuesto a cometer un magnicidio. La sospechosa no es otra que Salt, quien huye y da lugar a una persecución que inevitablemente remite a la trilogía de Jason Bourne. Espionaje y contra-espionaje, traiciones y vueltas de tuerca previsibles son los ingredientes que ofrece esta película que cuenta con un buen elenco donde se destaca Liev Schreiber, en el rol del jefe de Salt. El ritmo es incesante, la acción constante y el metraje óptimo, aunque justamente por todo esto el final resulte abrupto y la secuela obviamente servida. "Agente Salt" es anacrónica en el conflicto; rusos contra estadounidenses es una pelea antigua y por momentos el guión parece tomado de alguna vieja serie televisiva, sin embargo entretiene, que no es poco. Jolie se da el gusto de saltar de camión en camión, armar explosivos con matafuegos y artículos de limpieza, correr descalza por Washington como un John McClane con falda y nunca fallar en lo que se propone. Habrá más.
Un canto a la mediocridad Freddy (Adrián Suar) tiene 41 años, se mantiene muy bien, vive la vida loca, de noche a noche y de boliche en boliche. Prueba de su buen estado físico, y del chamuyo intacto, es que todas las noches se lleva a la niña más linda, de la mitad de su edad. Trabaja para la empresa familiar, un par de horas por día, convencido de que eso y su labia es suficiente para organizar el negocio. Además, junto a su hermano, está en un proyecto inmmobiliario que le exige la utilización de su carisma al máximo. Mal no le va a Freddy. Hasta que por obra y gracia de los guionistas perezosos se le aparece en un boliche, en plena ciudad de Buenos Aires, una chica llamada Aylin (Florencia Bertotti)proveniente de El Bolsón que anda buscando a su padre. La chica en cuestión tiene 23 años y dificilmente esté buscando a alguien de las características físicas de Freddy, que no aparenta la edad que tiene. Pero el cine es así, y ella arremete con su decisión de invitarlo a hacerse un ADN. Esta película no guarda ningún secreto para el espectador, ya que desde su promoción se sabe que efectivamente Freddy no sólo es el padre de la chica, sino que esta además está embarazada. Es decir, el hombre pasará a ser padre y abuelo. Lo peor que le espera a Freddy no es eso, sino su entorno; que le grita que debe cambiar su vida, asumir sus canas, dejarse de joder. Y Freddy baja la cabeza y se deja llevar por aquellos que miran el documento antes que a sí mismos. Adrián Suar actúa consciente de sus limitaciones y su mérito está en sacar provecho de ellas, el papel está hecho a su medida y encuentra en Bertotti a una buena partenaire. Claudia Fontán, por su parte, interpreta a una peluquera colorista que repite los modos que la actriz ya desplegó hartamente en televisión. Filmada sin riesgo alguno, de fotografía neutra, casi publicitaria, con un guión pensado para agradar al medio pelo, esta película se pasa de rosca y queda atrasada al tiempo en que se vive. Un Suar exageradamente encanecido sobre el final es la muestra más clara del peor mensaje empaquetado en el filme: El de ser prisionero de la mirada de los otros, en lugar de hacerse cargo del sentir de uno mismo.
Una que sepamos todos "Pájaros Volando" funciona a fuerza de guiños, en la complicidad con el público. Que uno de los momentos más desopilantes sea el que tiene al político Antonio Cafiero como protagonista no hace más que confirmar eso. Los cameos de Miguel Cantilo, el "Ruso" Verea o Miguel Zavaleta, entre otros, sirven para establecer familiaridad y sorprender, dos puntos a tener en cuenta cuando de hacer una comedia se trata. Pero la trama se estira demasiado, va más allá de lo aconsejable para el género y al terminar, ante un remate poco digno para tamaño esfuerzo, queda la sensación de que algo bueno se diluyó hacia el final; se escurre como arena entre los dedos la chance de salir del cine con una carcajada. A cambio, el estribillo de la canción final durará un rato en nuestros oidos; aquella que décadas atrás fue un hit, mediocre, de una ni siquiera mediocre banda de rock formada por dos primos llamada "Dientes de Limón". José (Diego Capusotto) ahora trabaja en una remisería y sigue tocando. Es un típico perdedor de barrio, cuarentón y sin futuro. Miguel (Luis Luque) hace tiempo se radicó en Córdoba y vive de la venta de artesanías y gracias a los crédulos que van a las sierras en busca de ovnis. Los extraños sucesos que se viven en su pueblo hacen que Miguel viaje a Buenos Aires para convencer a José de unirse a él en un viaje cósmico. El director Néstor Montalbano vuelve a reunir a la pareja de "Soy tu Aventura" y hace funcionar una vez más la química entre Capusotto y Luque. El veterano Juan Carlos Mesa hace de cada participación suya un momento memorable que sirve, dicho sea de paso, como reivindicación y llamado de atención para tener en cuenta a nuestros artistas, aunque pasen los treinta. El filme es puro delirio, del bueno, con efectos especiales muy berretas que ayudan a completar el chiste, y que sirve para posicionar a Diego Capusotto como el capo cómico que ya es, aunque por decisión personal prefiera mantenerse lejos de lo masivo y sólo accesible a un público fiel y bien determinado.