Un síntoma de estos -malos- tiempos Las películas son un reflejo de la realidad y de las preocupaciones sociales, morales y políticas de los tiempos en las que se desarrollan. No es sorpresa que en la época Trump, muy abocada al sector más conservador de la sociedad estadounidense, con problemas raciales, violencia policial y la promoción de la tenencia de armas llegue a las salas Deseo de matar (2018) de Eli Roth (El lado peligroso del deseo) con Bruce Willis como protagonista principal de la remake de El Vengador Anónimo (1974). En Deseo de matar, Paul Kersey (Bruce Willis) es un cirujano que busca venganza luego de que su familia fuera atacada por unos asaltantes en su casa. Debido a la inacción de la policía para resolver el caso y dar con los maleantes, Kersey decide hacer justicia por mano propia transformándose en un vigilante que no parará hasta dar con los delincuentes mientras enfrenta a otros criminales y problemas que acechan las calles de Nueva York. Deseo de matar es una película que busca su justificación moral y ética desde el dolor, la venganza y la tragedia, -como vimos en grandes películas como John Wick– aunque su dirección está mal enfocada. Ni en su guión ni en la narrativa se logra desarrollar en consistencia esta tendencia, dejando sobre la mesa la defensa de los valores más característicos de la sociedad conservadora norteamericana. En épocas de conflicto y debate sobre gatillo fácil y la problemática por la justicia por mano propia, Deseo de matar se atribuye como faro para defender esta temática en una película irrisoria, ofensiva y hasta delirante, dejando en claro la toma de posición en poner la duda de si es el protagonista es un asesino o un “ángel guardián”. Esto resultó una ideología funcional tal vez al momento en que se estrenó la película original en 1974 con Charles Bronson, con un contexto distinto en cuanto a debates sociales y la defensa de los derechos humanos. Deseo de matar cumple con sus escenas de acción, suspenso y el manejo del clima por parte de su director en momentos claves de la película, sin embargo esto no llega a conformar ya que hay ciertos momentos cliché en especial hacia el desenlace. Bruce Willis continúa sin poder dar con un papel que lo revindique como actor, luego de películas de baja calidad como Secuestro en Venice (2017) y El gran golpe (2016). Deseo de matar funciona como un melodrama de un héroe que busca la justificación para darle valor a lo que hace, una adulación a Willis que sobrepasa los límites aceptables y es menos tolerante en una película con tan bajo sostén argumentativo.
El rey llegó para quedarse Tras los acontecimientos de Capitán América: Civil War (2016), T’Challa (Chadwick Boseman) vuelve a Wakanda -una nación africana avanzada tecnológicamente pero escondida del mundo– a heredar el trono. Sin embargo, viejos enemigos reaparecen para enfrentar al Rey y probar al mismo T’Challa si está listo de asumir la responsabilidad, mientras un conflicto interno pondrá en peligro a Wakanda y su relación con el resto del mundo. Después de jugarse con Tiaka Waititi y una versión muy diferente y peculiar de Thor con relación a mundo de los cómics (Thor: Ragnarok /2017), Pantera Negra (2018) es el último escalón de los Avengers para llegar a Infinity War (2018), el evento que agrupará a todos sus héroes marcando un antes y un después en el género superheroico. Sin embargo, mediante T’Challa y la mitología de su personaje como la de Wakanda se planta una de las mejores películas del MCU y tal vez la mejor que funciona como originaria para un personaje. Como director, Ryan Coogler (Creed) fue el candidato ideal para representar a la cultura afroamericana como también para trasladar los problemas sociales, raciales y políticos a los que se vieron sometidos a lo largo de toda su historia. Black Panther presenta una imponente puesta desde su sonido, imagen y dirección para disfrutar de Wakanda como de sus costumbres y ritos, mientras abre el debate sobre la inmigración, discriminación y política de manera muy consistente pero natural. Wakanda, un oasis tecnológico debido a ser la única nación en el mundo en poseer vibranium, el metal más invulnerable del mundo, se encuentra oculta del resto de los países por temor a ser invadida y colonizada por extranjeros, como así ocurrió con sus hermanas naciones a lo largo de la historia. Madura por su contenido político, diversidad y reflexión al exponer los conflictos étnicos como raciales que padecieron a lo largo de su historia las personas de color, Black Panther es un paso diferente, comprometido y contundente en comparación de las demás películas de la franquicia. El traslado de las viñas a la pantalla para representar tanto a su soberano, T’Challa como a la nación que encabeza cuajó a la perfección con la idea de Coogler. En Pantera negra el humor es importante pero no relevante para desarrollar la cinta, algo que Marvel Studios trasladó a gran parte de sus personajes aunque éstos no tengan esa característica específica en su personalidad (Thor, Doctor Strange). Tanto en los guiones de Joe Robert Cole, como en el del propio Coogler, la película presenta una narración intensa y entretenida entre la acción y la reflexión social y cultural en sus 134 minutos de duración. En los diálogos de sus personajes se encuentra tal vez lo mejor que produjo el estudio hasta ahora, con críticas políticas y culturales a la sociedad estadounidense apuntando al pasado y a la más reciente actualidad (Te están hablando a vos, Trump). Black Panther envuelve al espectador en un viaje frenético sobre su esencia y personajes a la par de crear una estética única: en lo visual y sonoro, Black Panther es el film más representativo del estudio en una clara declaración de objetivos. La fotografía de Rachel Morrison lleva a recorrer y entender las costumbres de la nación soberana de Wakanda mientras que por otro lado, expone la realidad del ghetto de las personas de color en los Estados Unidos, con la presión social e inseguridad como temas rutilantes. Con el aparto sonoro por parte de Ludwig Göransson, el país de T’Challa también habla con voz propia y nunca deja de bailar ni de invitar al espectador a que sea parte de este lugar. Por otro lado, la película también contiene canciones originales producidas por el rapero Kendrick Lamar y Top Dawg creando así “Black Panther: The Album”, un disco con melodías de la película y otras inspiradas en ella con más de 100.000 unidades vendidas y a punto de llegar al número de 1 de Billbord. Chadwick Boseman emprende el camino del héroe tratando de soportar la presión de estar a la altura de sus antepasados pero sin cometer los errores que hoy en día acechan su puerta. Siendo Pantera Negra, el rey y guardián absoluto de Wakanda, Boseman encara con T’Challa un camino de aprendizaje, dudas y reflexiones sobre la forma de gobernar y la responsabilidad que conlleva, dotándolo de un carisma esencial en la personalidad en su personaje. Otro punto fundamental en Black Panther es la elección de un cast a la altura de los mejores del estudio: personalidades vigentes y de primer nivel como Lupita Nyong’o, Michael B. Jordan, Andy Serkis, Martin Freeman, Angela Bassett, Forest Whitaker y Danai Gurira que llevan a otro nivel a las producciones de Marvel. Sin embargo, el papel de Michael B. Jordan (Creed) -el actor fetiche de Coogler– es de los más completos generando un antagonista a la altura del personaje principal. En la piel de Erik Killmonger, Jordan manifiesta un personaje complejo y aquejado por el sufrimiento y dolor que sufrió en su pasado, preocupado por las personas que representa tanto en los suburbios de Estados Unidos como así también por la inacción de Wakanda para comprometerse internacionalmente. Pantera negra (2018) es una película comprometida y audaz con el mensaje que busca trasladar, desde la dirección, el guion y sus personajes. Un equilibrio narrativo, visual e ideológico no tan consistente en películas del género pero sí necesario para lo que tiende a representar.
Muerto el rey, viva el rey En Todo el dinero del mundo (2018), Ridley Scott recrea en la gran pantalla el secuestro de John Paul Getty III en Italia durante 1973 y cómo su madre hizo lo imposible para que su abuelo, Paul Getty Sr., considerado uno de los hombres más ricos del mundo, se hiciese cargo del pago del rescate. Scott se aleja de la ciencia ficción de films como Alien: Covenant (2017) para sumergirse en un drama y un thriller cargado de tensión. A pesar de la polémica que provocó la sustitución de Kevin Spacey (House of Cards) -debido adenuncias de acoso- por Christopher Plummer (The Exception), el film obliga al espectador a olvidarse de ese detalle gracias al constante llamado de atención que genera en sus espectadores. A medida que se desarrolla el film, se empiezan a concebir las distintas capas de la personalidad del Sr. Getty y cómo fue que logró su fortuna, en manipulaciones utilizando su poder económico como factor determinante. Todo el dinero del mundo retrata las ambiciones por el dinero y el poder que genera en las personas y que tan difícil es desprenderse de él, a pesar de estar en juego algo tan relevante como una vida. Ridley Scott repliega su repertorio mediante una gran narrativa cinematográfica, dinámica que no baja la intensidad en sus 132 minutos de duración. Acompañado por un buen guión por parte de David Scarpa, la película no genera grandes impactos argumentativos pero sí lleva a la reflexión y tensión en cada una de sus escenas. Más allá de las buenas actuaciones de Michelle Williams (El gran showman) y Mark Wahlberg (Guerra de papás 2), el factor determinante es Christopher Plummer, quien apareció como rueda de auxilio ante los inconvenientes con Spacey y terminó por realizar una de las mejores performances de su carrera, logrando una nominación al Oscar como Mejor actor de reparto. Plummer es el centro de la película, el antagonista y villano esencial que termina de mostrar todas sus facetas cuando los créditos ya aparecen en pantalla. Soberbio, egoísta e indescifrable, la actitud de Plummer como Getty nunca permanece estable entre el amor-odio que genera con el espectador. Todo el dinero del mundo (2018), dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Michelle Williams, Mark Wahlberg, Christopher Plummer es un film basado en hechos reales donde la avaricia, el control y poder sobre los demás utilizando el dinero serán los factores determinantes para resolver el secuestro John Paul Getty III, el nieto del hombre más rico -y avaro- de esos tiempos.
Demasiado loco para ser bueno Lance Walters (Timothy Omundson) es un abogado divorciado que decide irse a vivir con su hijo y su nueva novia a una casa de ensueño en un bosque situado en las montañas. Sin embargo, allí descubrirá que para construir su hogar deberá cortar un árbol en el que vive un pájaro carpintero, con él empezará una guerra para decidir quién se quedará con el lugar. Alex Zamm es un director especialista en producir películas para toda la familia como Un chihuahua de Beverly Hills 2 (2011) y Hada por accidente 2 (2012) entre muchas otras más, aunque ninguna de ellas haya obtenido buenas repercusiones desde la crítica. Sin embargo, Zamm fue el encargado de llevar a la pantalla la película live-action del dibujo animado creado por Walter Lantz y diseñado por Ben Hardawa a finales de los años treinta. El pájaro carpintero, un animal hiperquinético, extrovertido y desinhibido, abruma a los visitante con bromas, chistes y gags para que no profanen su hogar, proponiendo de manera muy sutil y superficial la defensa de los animales y el medio ambiente. ¿Superficial? Sí, porque más adelante accede a cambio de un soborno alimenticio, aceptando el daño al lugar donde vive sin medir las consecuencias ecológicas. El pájaro loco es una película familiar, sencilla y con personajes que bordean -o sobrepasan en la mayoría de los casos- la estupidez: en sus acciones, diálogos y reproches entre ellos. Los estereotipos y clichés se cumplen de principio a fin sin la posibilidad de indagar de una forma más profunda en las motivaciones y personalidades de los personajes. El argumento no presenta ninguna vuelta de tuerca que genera impacto o ya que cuenta con un argumento lineal y carente de contenido y matices. En la dirección por resaltar al emblemático personaje, Zamm no coordina de manera fluida y natural los planos para resaltar la personalidad abrumadora del ave. Sin embargo, el único aliciente original – y no tanto- destacado es el recurso de romper la cuarta pared e integrar al público a las locuras y ocurrencias del carpintero. Allí es donde ocurren los grandes chistes, las acotaciones y complicidad del personaje con el público, apoyado con diálogos muy ocurrentes y eficaces. La animación y coordinación de los actores junto al CGI para recrear al pájaro no es la mejor, ya que en varias ocasiones se percibe falta de detalles a pulir o un tiempo más de post-producción para solventar dichos problemas. Por otra parte, tal vez ésto no fue tomado en cuenta debido a que se dirige a un público infantil, que no toma demasiado reparo en estas cuestiones mientras se logre su principal función: entretener y divertir. Basándose en esas acciones, El pájaro loco cumple su cometido aunque exponiendo un producto de baja calidad argumental, actoral y mínimamente aceptable en su guión.
La aventura no tiene edad Abraham, a sus 88 años, emprende un último viaje para cumplir la promesa que un día le hizo a un viejo amigo que lo salvó de la muerte en Polonia hace más de siete décadas en pleno holocausto. El último traje (2017) de Pablo Solarz (Juntos para siempre) está protagonizada por Miguel Ángel Solá, Ángela Molina, Martín Piroyansky y Natalia Verbeke. El último traje es una historia que se enfoca en las historias de aquellos judíos que fueron torturados por el holocauso y lograron escapar hacia otros rumbos para salvarse y empezar de nuevo. Aquí, Miguel Ángel Solá cumple de manera rutilante con la personificación de Abraham, una persona mayor con mucho carácter, perspicacia pero también muy emocional. Sientiéndose un estorbo para su familia, Abraham emprende una aventura a Europa para encontrar al amigo que lo salvó durante el holocausto en el final de la ocupación Nazi. A medida que la aventura se desarrolla por la intervención de otros personajes, parte de la historia de Abraham empieza a tomar consistencia y comprensión en torno a su personalidad. Enfocado y sostenido por el caracter de Solá, El último traje narra una historia sólida y comprometida apoyada por los demás personajes que ayudan a brillar al actor principal. Por otro lado, las distintas locaciones europeas presentan un escenario pintoresco y a la vez muy emotivo debido al recuerdo y la emoción que envuelven a Abraham con su juventud. En este último viaje, la película emprende una aventura dotada de prejuicios, cuestionamientos, reflexiones y compresión. En El último traje, Pablo Solar concreta una buena perfomance como realizador desde la dirección como en el guion, en un producto muy auténtico que ya desde el comienzo, en su prólogo, expone de forma intensa las miserias familiares. A pesar del tono dramático, el film tiene momentos jocosos de la mano del propio Solá, asimilando de manera más natural a su personaje con el peso que lleva sobre los hombros hace varias décadas. Sin embargo, pese a su corta duración de 86 minutos, el film en algunos momentos pierde fluidez y atención aunque logra retomarlo gracias a Solá. Aunque la película cae en puestas en escenas y diálogos más teatrales que cinematográficos, El último traje es un film entrañable y sensible gracias al gran trabajo técnico propuesto por Solarz, y la interpretación llevada a cabo a la perfección por Solá, sostén y amplitud de la película.
Apuesta Maestra (2017) está basada en la historia de Molly Bloom (Jessica Chastain), una joven carismática que empezó a organizar las partidas de póker clandestinas más exclusivas e importantes de los Estados Unidos. Apuesta Maestra se desarrolla con un ritmo vertiginoso, audaz y desafiante que no se detiene ni un segundo gracias al carisma de Jessica Chastain así como también por la agilidad del guión. Con mucha ironía y una rápida acidez, los diálogos movilizan la narración además de contener información que en algunos pasos se pierde si el espectador no está concentrado o atento a lo que ocurre en pantalla. Ya desde su prólogo, Apuesta Maestra muestra sus cartas para desenvolver sus intenciones e intensidad y así también la adrenalina con la cual la protagonista desarrolla su vida. Apuesta Maestra es el debut cinematográfico de Aaron Sorkin, quien anteriormente estuvo detrás de la exitosa serie de televisión The Newsroom (2012-2014). A pesar de caer en la utilización de un hecho real para producir un film, Sorkin con Apuesta Maestra llevó esta tendencia a otro nivel posicionando a Chastain como una imagen rutilante e imponente en pantalla. La actriz absorve toda la atención con una actuación soberbia y brillante encarnando a la joven Molly Bloom. Cada acto en la vida de Molly tiene una consecuencia que le llevará a tomar partido de las decisiones más importantes en su vida, posicionándose como una mujer fuerte, decidida y protagónica aunque comparta pantalla con figuras importantes masculinas como Idris Elba (La torre oscura /2017) y Kevin Costner (Figuras ocultas /2016). En este caso, no se podría imaginar a Apuesta Maestra si Chastain no estuviese en el papel de Molly o tal vez difícilmente sea el mismo resultado. A pesar de que Chastain acapara todas las luces en la sala, tanto Elba como Costner alcanzan la sintonía que promueve la actriz con grandes actuaciones para ambos. Aunque parezcan un poco excesivos los 141 que tiene de duración, Apuesta Maestra es un thriller que nunca disminuye la intensidad ni el entretenimiento para que el espectador baje la guardia o llegue a aburrirse. Son más de dos horas en las cuales Jessica Chastain se impone en la pantalla con una actuación soberbia en la película basada en el libro Molly’s Game. Una película que no para nunca en su vértigo por mostrar como la élite y el juego clandestino se mezclan en un cóctel explosivo. Por Alan Schenone
México lindo animado El sueño de Miguel por convertirse en una etstrella de la música va de contramano con la posición de su familia, que la prohíbe a toda costa. En su afán por alcanzar su sueño, Miguel visita la “Tierra de los Muertos” para descubrir más sobre sí mismo como también sobre su legado familiar. La dupla creativa de Lee Unkrich y Adrián Molina presentan a Coco (2017) como un viaje por la tradición, el amor por la música, el legado y la familia. Bajo estas características, México sirve como un escenario pintoresco para desarrollar un film entretenido, emocionante y con muchos matices. En su narración, Coco nunca pierde impulso y su argumento va mutando y cambiando a medida que también lo hacen los personajes. En esta perspectiva, Coco revierta las dudas, afirmaciones y complejos de Miguel mientras poco a poco descubre más las motivaciones y trasfondo de cada uno de los protagonistas. A simple vista, lineales y superficiales pero que en realidad ocultan una historia por detrás de lo levemente visible que nutre al argumento y desarrolla el film de forma más eficaz y fluida. Tanto el carisma de Miguel como el de Héctor están a la altura del gran trato por respetar las tradiciones mexicanas y expresar la celebración del “Día de los muertos” de manera ejemplar al mundo. En esta originalidad de Coco por brindarle otro valor e importancia a los antepasados, recrea un ambiente llena de texturas, colores e imágenes diferentes a lo que ya se vio anteriormente. Otro valor aparte es la música de Michael Giacchino (UP), el motor que mueve a la película y que va cobrando otro color según en qué momento se encuentre el film y así su significado. Por otro lado, Remember me, el tema principal de la película, fue compuesto por Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, el dúo ganador de un Oscar por la canción Let It Go de Frozen (2013). Los giros argumentales y una resolución conmovedora, personal y muy íntima cumplen con un desenlace a la altura de lo mejor de Pixar. La cercanía y el amor por la familia, la música emociona hasta las lágrimas en Coco sin utilizar golpes bajos ni un sentimentalismo carente de fundamentos. El fin de Coco es desarrollar estos sentimientos en cada diálogo, gesto y canción que llega a su clímax en los momentos finales para dotar de otro color a cada momento y escena. Coco (2017), ganadora como Mejor film de animación de los Globos de Oro es una historia imperdible para dejarse llevar por la música, sus escenarios y personajes pintorescos como también por una trama que no da respiro y deja hasta los últimos momentos mucho hilos -y pañuelos- para utilizar.
La fuerza que equilibró una saga Star Wars Episodio VIII: Los Últimos Jedi presenta a la Primera Orden bajo el mando del Líder Supremo Snoke (Andy serkis) y Kylo Ren (Adam Driver) acorralando al último foco de la Resistencia liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). Junto al piloto Poe Dameron (Oscar Isaac), Finn (John Boyega) y toda la tropa rebelde, deberán planificar un plan para escapar del acecho antes que sea demasiado tarde. Por otro lado, Rey (Daisy Ridley) comienza a descubrir los caminos de La Fuerza y cuál es su lugar en esta historia mientras Luke Skywalker (Mark Hamill) deberá resolver sus conflictos internos para ayudarla. Después de dos años de espera tras El despertar de la fuerza (2015), una nueva película de la saga creada por George Lucas en 1977 llega a los cines con mucha expectativa e ilusión de parte tanto de los fanáticos como de la crítica. Después de un buen primer paso comandado por Abrams en el comienzo de esta nueva trilogía, llegó el turno de Rian Johnson (Looper ) de continuar la historia de manera original y diferente, algo que se le criticó a Episode VII por ser un reflejo narrativo constante de Una Nueva Esperanza. Bajo esta premisa, Johnson cargó con la responsabilidad de otorgarle una profundidad y otro matiz a los personajes nuevos de esta trilogía como así también posicionar de manera certera a los clásicos y todo lo que representan, tanto para el universo ficticio del film como para los fanáticos. “Esto no resultará como pretendes” (This is not going to go the way you think) es una frase que emplea Luke que sirve para desentrañar a Los Últimos Jedi. Rian Johnson realizó una historia muy lejana en la composición en las que se implementaron las diferentes películas de la franquicia. Desde su paleta de colores, la composición simétrica en los planos y el enfoque por desarrollar los conflictos internos de sus protagonistas se haya el ojo y pluma de Johnson, director y guionista del film. Desde su perspectiva, el director logró reinventar términos, pensamientos y doctrinas que se presentaron 40 años atrás en Star Wars: más ingenuas, extremas y con menos matices. En base a esto, Johnson emplea una reflexión franca e inteligente sobre los principios y perjuicios que están en foco de la filosofía de la saga sobre el bien, el mal, el lado luminoso y el lado oscuro. Un costado diferente, que pone en duda lo que cada película de la saga impulsó desde sus inicios. Esa inquietud, autocrítica en sus personajes hace que Los Últimos Jedi algo único y renovador para una franquicia que lleva cuatro décadas impartiendo el mismo pensamiento. Desde lo narrativo, Johnson emplea un camino divertido y con mucho humor mientras la trama se desarrolla a paso firme y sin inconvenientes. En sí, la historia se desenvuelve en pocos escenarios y bajo una misma sintonía –el acecho y el límite de la destrucción de la Primera Orden ante la Resistencia– mientras que los héroes hacen su parte para impedirlo. Lo importante en Los Últimos Jedi no es el qué, sino el cómo. Desde allí, Johnson otorga a Daisy Ridley y Adam Driver un contexto de privilegio para experimentar y desarrollar la disputa que aquejan a sus personajes, tan similares y cercanos como diferentes a la vez. Ellos junto a Mark Hamill llevan al film a otra escala cada uno en su búsqueda por encontrar respuestas. Después de 30 años, Hamill emprendió una actuación notable para mostrar al maestro Jedi, -protagonista de toda esta historia bajo el linaje Skywalker- atormentado por sus decisiones y falencias, mientras critica y descalifica lo que años atrás defendió con vehemencia. Con respecto a Carrie Fisher, quien falleció el 26 de diciembre 2016 habiendo filmado en su totalidad episodio VIII, tuvo una participación menor en pantalla, algo diferente a lo que se decía en el momento de su realización, donde la relevancia de su personaje sería mucho más importante que en el anterior film. Debido a su pérdida y la restructuración de la historia que concluirá en Episodio IX, tal vez se optó por mostrar menos en pantalla a Leia. En los 150 minutos de duración, Los Últimos Jedi nunca deja en velo al espectador ni pierde intensidad, a pesar de la cantidad de personajes e historias que se desarrollan en pantalla ni el dramatismo que acompaña al film en su resolución. Acompañado por el mítico John Williams en el sonido como es habitual en la saga, Los Últimos Jedi aborda los conflictos internos y como los personajes lidian con sus fracasos a través de las dicotomías que conllevan para decidir su futuro o quiénes quieren ser. A su vez, son las bases para empezar a construir una nueva historia bajo los cimientos propuestos por Johnson y su propia percepción del universo Star Wars, dejando atrás el pasado para construir un nuevo futuro.
Se hizo justicia Luego de los trágicos sucesos ocurridos en Batman Vs Superman (2016), Bruce Wayne (Ben Affleck) deberá reclutar un equipo para hacer frente a una amenaza que atemoriza a toda la tierra. Junto a su nueva aliada, Diana Prince (Gal Gadot), se unirán a su fila un grupo de metahumanos con habilidades únicas: Aquaman (Jason Momoa), Cyborg (Ray Fisher) y Flash (Ezra Miller) para tratar de cambiar el destino del planeta. Después de traspiés como Batman vs Superman y Suicide Squad (2017) pero con la buena recepción y producción de Wonder Woman (2017), el Universo Extendido de DC emprendía su momento definitivo para probar si estaba a la altura de la historia de sus héroes con sus adaptaciones en el cine. Motivamos por diferenciarse del productor Marvel cómico, humorístico y funcional, el director Zack Snyder optó por imponer un ambiente más espeso, dramático y oscuro para esta versión fílmica de los héroes de Dc Comics, aunque en su realización no obtuvo los mejores resultados con sus anteriores películas. Liga de la Justicia es una película simple, lineal y que tiene un solo objetivo en mente: presentar de forma fluida, carismática y natural al equipo que vio su primera aparición en The Brave and the Bold № 28 de 1960. Desde este lugar, Liga de la Justicia funciona debido a la gran caracterización de Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher, Henry Cavill para codificar la esencia y presencia de sus personajes en el tiempo que aparecen en pantalla. Liga de la Justicia no emprende un desarrollo superlativo de cada uno de ellos ni en profundidad, pero sí deja entrever de manera satisfactoria sus personalidades, conflictos y complicidades. Alejada un poco del dramatismo ya visto en BvS, Liga de la Justicia cuenta con muchas situaciones cómicas, diálogos bien definidos y aprovechados, la gran mayoría, por parte de Miller y su Flash inexperto y más relajado. No es menor el dato que el último tramo de la película fue dirigido por Joss Whedon (The Avengers – 2014) debido a un problema personal importante de Snyder. Tanto la paleta de colores como ciertas escenas de la película fueron modificados por Whedon en este afán por alejarse de la oscura impuesta por el director de BvS, pero a ciencia cierta se desconoce hasta qué punto interfirió con la noción del director principal. En una estructura narrativa lineal y muy simple, Justice League no innova, presenta desafíos nuevos o sale de los lugares comunes: todo es una excusa para reunir al grupo de héroes, a veces con situaciones demasiados ingenuas, descuidas o evidentes para que esto ocurra. Tal vez sea vea un poco descuidado el uso reiterativo del CGI y presente varios problemas a lo largo del film. Sin embargo, Liga de la Justicia entretiene gracias a sus grandes escenas de acción y el carisma de cada uno de sus personajes. Con los focos puestos en Ben Affleck como cabeza de grupo e imagen tanto del equipo como del DCEU, el brillo de la película está sin lugar a dudas en Wonder Woman. Gal Gadot brilla por luz propia por encima de sus demás compañeros, encaminándose –ya desde su película en solitario- como lo mejor de este universo y la línea a seguir en cuanto a la composición de su personaje. Wonder Woman es la líder natural, el superhéroe definitivo bajo una interpretación ideal por parte de Gadot. En este punto, el villano Steppenwolf (Ciaran Hinds) no trascendió para ser un némesis importante para La Liga, con motivaciones superficiales y pocos construidos para implementar otro grado de empatía o funcionalidad en pantalla. Liga de la Justicia es una película con muchos fallos en la dirección y en el guion, más cercano a lo común sin aportar nada nuevo a los films del género. Por otro lado, es un buen paso hacia adelante y firme en el desarrollo del DCEU, con una gran presencia de sus personajes y en su conexión como grupo que, en definitiva, es lo que el público espera.
La tercera fue la vencida En Thor: Ragnarok el hijo de Odín buscará la manera de detener el Ragnarok: la profecía que predice la destrucción de Azgard y toda su civilización, en esta ocasión, causada por Hela (Cate Blanchett). Bajo la dirección de Taika Waititi (Hunt for the Wilderpeople), Thor llega a su película definitiva bajo un manto de humor, entretenimiento y una mirada irónica sobre sí mismo y los films superheroicos. Como Winter Soldier (2014) marcó un antes y un después a la hora de presentar a un personaje como el Captain America, Ragnarok se posiciona como la película definitiva en su trilogía para definir la personalidad del héroe como también el contexto con el cual se desarrolla. Thor: Ragnarok es de por sí una película muy alejada a lo ya visto del personaje como también de los Avengers principales. Taika Waititi entendió las incongruencias y dificultades de llevar a la pantalla a un personaje como el Dios del Trueno, desde su vocabulario poco propenso para la época actual como su carácter mitológico. Su adaptación, tal vez forzosa para coincidir y estar en sintonía con films como Iron Man (2008) o Hulk (2008), provocaban no alcanzar a mostrar la mejor faceta del personaje. En Ragnarok, el humor de Waititi aparece y sobrevuela en cada escena y en los diálogos entre los protagonistas, rápidos, astutos y no tan permeables y digeribles para todo el público, como así fue el caso en The Avengers (2012). Thor: Ragnarok es una comedia superheróica que se ríe de escenas, momentos y lugares comunes del cine de este género y hasta de sí mismo, pero sin llegar a burlarse como así ocurre en Deadpool (2016). Thor: Ragnarok se desarrolla bajo un pulso filme sin bajar los decibeles, con una duración óptima de 130 minutos. Tanto su aparato visual como sonoro hace mella de los viejos videojuegos de los 80s como también a Tron: Legacy (2010). La música original de Mark Mothersbaugh lleva el film a otro nivel, entendiendo a la perfección el clima propuesto desde la dirección por Waititi y Javier Aguirresarobe en la fotografía, en una amplía paleta de colores claros, fluorescentes e impactantes. Sin embargo, aunque tenga mucho de comedia y se empeñe en desarrollar un camino bajo el humor y la acción, Thor presenta el capítulo más dramático de su historia. A pesar de disimular por los constantes chistes e ironías, los hechos en Ragnarok emprenden un camino de ida sin retorno para cada uno de los personajes y sus acciones. La tragedia, el destino y el inevitable camino del héroe presentarán un contexto poco utilizado por el género para presentar otro desenlace para la película. En esta vía, Chris Hemsworth encontró el equilibrio perfecto de este héroe nórdico y el universo Marvel, demostrando que tan bien le sienta la comedia y el humor, en este caso, tan irónico y particular de Waititi que hace recordar a Casa Vampiro (2014). En el cuidado de cada uno de los personajes Waititi también marcó la diferencia en Ragnarok: Hela (Cate Blanchett), -quien representa a Muerte, amante de Thanos en los cómics- se presenta como la antagonista sin límites, carcomida por la venganza y con un acérrimo pedido al trono y destrucción de Asgard. Blanchett conforma una villana cruel, despiadada e indestructible y ambiciosa de poder. A su vez, Tom Hiddleston y Mark Ruffalo siguen la línea propuesta por el director para exponer una posición crítica desde el humor y la sátira sobre sus propios personajes. El cast, compuesto por Anthony Hopkins, Benedict Cumberbatch y Idris Elba entre otros, funcionan a la perfección para dejar en claro lo que representa cada uno de sus personajes. Tal vez Thor: Ragnarok (2017) no sea del agrado popular por su grado de humor despreocupado e hilarante y no tan fácil de apreciar para todo público -como desarrolló en una formula funcional Marvel– pero genera una estética narrativa, visual y sonora única y diferente a las demás, en un film entretenido que no deja respiro entre la acción y las risas.