El cine de cómics le da, finalmente, la bienvenida a una esperada superheroína: Capitana Marvel. Con una película que no decepciona, Brie Larson entrega una historia entretenida pero sin grandes sobresaltos. ¿De qué se trata Capitana Marvel? Carol Danvers (Brie Larson) debe indagar en sus orígenes cuando la Tierra queda atrapada en medio de una guerra galáctica entre dos razas alienígenas, los skrulls y los kree. El momento de hacer un comentario sobre una nueva película de superhéroes, cuesta dejar de lado lo que viene con uno. El fan del cómic no verá “Capitana Marvel”, o cualquier otra, con los ojos del espectador común. En este sentido, me planto en la vereda del espectador común y lo que sigue es el comentario de quien no tiene especial debilidad por este tipo de cine. ¿Eso te hace pensar que la odié? Para nada. “Capitana Marvel” es ideal para quienes no estamos al tanto de todo este universo porque es, ante todo, una película de génesis, de surgimiento del personaje. La mayor parte de la historia transcurre en la Tierra, en 1995, lo que da pie a buenos gags y nostalgia por aquellos años pre-Instagram. Brie Larson está muy bien como esta chica superpoderosa, aunque el protagonismo se lo roban dos de sus compañeros de ruta: el gran Samuel L. Jackson y Goose, el gato que a partir de ahora todos vamos a amar. “Capitana Marvel” cumple desde lo visual sin ofrecer grandes sobresaltos: no es un peliculón, pero todo está en lugar y el resultado es positivo. Las nuevas dosis de girl power, por cierto, siempre son bienvenidas. Puntaje: 7/10 Título original: Captain Marvel Duración: 123 minutos País: Estados Unidos Año: 2019
Con bastante expectativa llega ‘Suspiria’, remake del clásico de 1977 dirigido por Dario Argento. Esta vez, es Luca Guadagnino quien toma la posta para recrear esta singular película de terror ambientada en Berlín, con Dakota Johnson como protagonista. ¿De qué se trata ‘Suspiria’? Susy (Dakota Johnson) es una joven estadounidense que viaja a Berlín para sumarse a una prestigiosa escuela de danza. El día de su llegada se entera que una de las bailarinas ha desaparecido. La academia a cargo de Madame Blanc (Tilda Swinton) empieza a dar señales de secretos ocultos. ¿Qué son esos bailes rituales que preparan? ¿Quiénes son las extrañas mujeres que dirigen la academia? El gran ballet se prepara para su estreno, a medida que el ambiente se torna más siniestro. Con que te vas a encontrar ‘Suspiria’ es RARA. Así, todo mayúsculas. Debo decir que no vi aun la película de 1977 por lo que las apreciaciones no incluirán comparaciones. Pero, en resumidas cuentas, ir a ver esta película de terror -aunque un terror sobrenatural poco convencional- implica estar abierto a la rareza. Guadagnino presenta una película de una poderosa impronta femenina y un ambiente enrarecido desde el minuto uno. Nada es natural. Incluso desde la dirección de fotografía se refuerza esta idea de estar viendo una película fuera de época. ¿Está bien? ¿Está mal? Cuestión de gustos. Volviendo sobre la palabra, resulta una rareza y eso algo de mérito tiene. Dakota Johnson está estupenda en el papel de esta bailarina que parece no darse cuenta que al raro pasa. Tilda Swinton, por otra parte, nunca falla. Además de rara, ‘Suspiria’ es tan solemne como es posible. No habrá un momento en que la tensión baje y se vive una constante espera. Estás ahí, tenso, a la espera de quién sabe qué. El final, hay que decirlo, no es apto para impresionables. Es, otra vez, tan raro y solemne como es posible. Lo mirarás con el ceño fruncido, con cara de qué-pasa-acá. También hay que decir que mantenerte en vilo durante 2 horas y media no es poca cosa. Retomar una historia original tiene su mérito y se agradece. Pero hay que estar preparado. ‘Suspiria’ es pura rareza y pura solemnidad, mezcladas y combinadas en un combo que pueden ser difícil de digerir. Solo para quien se atreva. Puntaje: 6/10 Duración: 152 minutos País: Estados Unidos / Italia Año: 2018
“Somos una familia” (“Shoplifters”) llega a los cines argentinos a días de conocerse su nominación al Óscar 2019 como Mejor Película de Habla no Inglesa. Aunque sabemos que el premio quedará en manos de “Roma”, esta película japonesa ofrece una interesante historia, con buenos giros de guion y una realización que da gusto ver. ¿De qué se trata “Shoplifters”? Una pareja dedicada a hacer pequeños robos junto a su hijo, encuentra a una niña maltratada por sus padres. Deciden acogerla en su caótica casa, mientras viven el día a día, escapando de sus propios secretos. La lúcida ambigüedad “Somos una familia” no es una vorágine de emociones, pero en su sencillez, en el encanto del microrrelato está su valor. Esta familia japonesa que nos presenta el director Hirokazu Koreeda es el lado B de todo aquello que asociamos con el mundo nipón: la prolijidad, la pulcritud, el orden, el desarrollo. Detrás de todo eso está esta familia, familia de margen, asentada en el límite de la ley. Es en esta lúcida ambigüedad que la película destaca ya no solo como un interesante retrato de anécdotas familiares, sino también como un cuestionamiento al espectador. Puede tener un ritmo menor, pero su encanto lo compensa. Inteligente, ingeniosa, con buenos giros argumentales, “Somos una familia” es una buena propuesta para disfrutar del cine japonés. Puntaje: 7.5/10 Título original: Shoplifters Duración: 121 minutos País: Japón Año: 2018
Plantear una nueva película de Mary Poppins era atrevido. Ha pasado medio siglo desde el estreno del clásico musical y… ¿cómo traer la historia a nuevas generaciones? ‘El Regreso de Mary Poppins’ se presenta como una secuela tardía, aunque bien podía plantearse como una remake enmascarada o un simple reboot con guiños al pasado. En todo caso, el resultado no termina de convencer. ¿De qué se trata ‘El Regreso de Mary Poppins’? El argumento se mantiene fiel a la historia original, situándose 25 años después. Cuando la familia Banks está en problemas y a punto de perder su casa, aparece Mary Poppins (Emily Blunt) para poner las cosas en orden. Los tres hijos de Michael descubrirán un mundo mágico de canciones y fantasía junto a la niñera mágica y el farolero (Lin-Manuel Miranda). Mientras Michael (Ben Whishaw) y Jane Banks (Emily Mortimer) intentan solucionar su problema financiero, recordarán su infancia y las increíbles aventuras que vivieron junto a Mary Poppins. En el camino, se cruzarán con el banquero Wilkins (Colin Firth) y los más peculiares personajes. Mucha azúcar, poco sabor Hay dos posibles escenarios cuando vas a ver ‘El Regreso de Mary Poppins’: que hayas visto la original o que no. Y creo que eso hace la diferencia. Habiendo visto la película protagonizada por Julie Andrews y Dick Van Dyke en 1964, esta secuela parece quedarse en las buenas intenciones. Es impactante desde lo visual y no se le puede recriminar nada en ese sentido. Es deslumbrante y mágica, no se pierde en nuevas tecnologías sino que mantiene el espíritu de la primera, con la por entonces innovadora mezcla de actores y dibujos animados que entregan el mejor segmento de la película. Las aventuras de los niños, Mary Poppins y Jack en el fantástico mundo escondido en un jarrón no podría ser mejor. Mientras que allí consigue su mejor secuencia, hay algunas fallas que recuerdan que las comparaciones son odiosas. Pero, la verdad, es una cuestión de rubros. Visualmente aprobada con muy bien diez. La falencia pasa por otro lado. Algo que, sin embargo, tal vez no se perciba si ‘El Regreso de Mary Poppins’ es el primer paso al mundo del personaje. Hay algo que hizo de la primera película lo que es: las canciones. Cincuenta años más tarde, aún tarareamos “Chim – chimenea”, “Con un poco de azúcar” y, por supuesto, la frenética “Supercalifragilisticoespialidoso”. Canciones diferentes entre sí con un característica en común: pegadizas como hit de verano. ‘El Regreso de Mary Poppins’ llena la película de música pero sin lograr que una destaque. Es más como una gran banda sonora dividida en secuencias, en lugar de canciones con identidad propia. Tal vez “The cover is not the book” sea la que más logra quedar, o al menos eso me pasó a mí. En este ímpetu por cargar la película de información musical, se pierde un poco la magia. El film entretiene, es cierto, pero no permite que sus estrellas se luzcan, otra razón por la que la primera fue lo que fue. Emily Blunt está estupenda como Mary Poppins, pero da la sensación que podría haber brillado mucho más si la hubieran dejado. O si entre canción y canción se pudiera respirar (ojo, que conste que me encantan los musicales). Tiene unos momentos -segundos- en que su chispa como actriz se luce, pero quedan ganas de más. Lin-Manuel Miranda está comprobado como un talentoso absoluto, pero tampoco hay margen para su completo lucimiento. Y hay que decir- no es spoiler porque está en los créditos iniciales- que ni siquiera Meryl Streep en su papel secundario logra aportar demasiado. No porque la secuencia esté mal o no entretenga, pero hay algo de falta de sorpresa, o de sabor a poco que resulta inevitable. Nostalgia, época y guiños Sí vale destacar que hay guiños a la original, incluyendo un esperado cameo al final. Eso será el mayor deleite de los nostálgicos. ‘El Regreso de Mary Poppins’ mantiene absolutamente intacta la ingenuidad de la primera, siendo un film familiar en cada segundo, casi nadando a contracorriente, para bien o para mal. ¿Cómo verán los niños pequeños del siglo XXI la magia de Mary Poppins? Ojalá que abiertos a descubrir un mundo fantástico y diferente. La película no se actualiza y eso puede ser un arma de doble filo. Para los nostálgicos adultos será algo encantador… ¿y para el resto? ‘El Regreso de Mary Poppins’ tiene en contra el legado y unas expectativas enormes. Entretiene y deslumbra, pero aturde en su prisa por tirar todo al asador. Puntaje: 6/10 Título original: Mary Poppins Returns Duración: 130 minutos País: Estados Unidos Año: 2018
M. Night Shyamalan volvió a sus mejores tiempos con el estreno de “Fragmentado” en 2016. La llegada de “Glass” se presenta como el cierre de una trilogía que nunca se planteó como tal, iniciada por “El protegido” (2000), pero que de algún modo cobró sentido. ¿Hace falta ver las películas anteriores para entender “Glass”? Primera pregunta. No. Pero alcanza con que sepas dos cosas: el personaje de Bruce Willis es irrompible (Unbreakable) y el de James McAvoy tiene 24 personalidades diferentes (Split – dividido). Eso era lo que yo recordaba de las primeras dos películas y alcanza para entender. El resto, M. Night Shyamalan se encarga de recordarlo o explicarlo. ¿De qué se trata “Glass”? David Dunn (Bruce Willis) es un vengador anónimo que se vale de ser irrompible para hacer justicia. El secuestro de un grupo de adolescentes lo lleva a buscar al responsable. Tras su encuentro con el culpable, Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un joven con 24 personalidades, ambos son enviados a un psiquiátrico. La Dra. Staple (Sarah Paulson) los tratará por un aparente trastorno que les hace creer que son superhumanos. En el mismo lugar, David y Kevin se encontrarán con Elijah Price (Samuel L. Jackson), un asesino experto en cómics con una inteligencia superlativa. ¿Superhéroes? ¿Cómics? No, es Shyamalan Antes de ver la película, me llamó la atención que se esperara “Glass” como si se tratara de una película de superhéroes. Es cierto que puede leerse así: tenemos tres protagonistas con una suerte de poderes extraordinarios. ¡Pero es M. Night Shyamalan! Eso significa que esto no es Batman, Superman o Avengers. “Glass” es una película sobre la psicología humana con guiños al mundo del cómic. El director entrega una película astuta, por momentos solemne, pero también con varios gags. No se trata tanto de un enfrentamiento de súperhéroes, que los hay, sino del verdadero conflicto: ¿son superhumanos o solo personas con delirios de grandeza? Esa es la pregunta y Shyamalan desarrolla el tema con buen tino. “Glass” es, también, una película original y eso vale oro. El director ahonda en la psiquis de la personajes, en su génesis, planteando una mirada inteligente sin caer en el golpe de efecto. El desenlace es, hay que decirlo, un tanto dilatado, pero también atrevido en términos de narrativa hollywoodense. Por otro lado, hay que destacar el estupendo trabajo del elenco. Imposible no hablar de la gran labor -casi un ejercicio actoral de alto rendimiento- que vuelve a hacer James McAvoy como este hombre de 24 personalidades, con sus cambios de voz, de actitud, de postura, de todo, como lo hizo en “Fragmentado” ¿Ni un premio por eso? En fin… Mientras que “El protegido” era la película sobre el hombre irrompible y “Fragmentado” la del hombre dividido, “Glass” viene a ser la del hombre frágil con huesos de vidrio, razón por la que el personaje de Samuel L. Jackson termina siendo clave en esta historia. Porque esta es la película del Sr. Glass, aunque sea casi un papel secundario. Conclusión sobre “Glass” Como película destinada a generar amores y odios, “Glass” es inteligente y distinta, con ciertos momentos dilatados que le juegan en contra. ¿Vale la pena? Si. Puntaje: 7.5/10 Duración: 129 minutos País: Estados Unidos Año: 2019
Colosal, lúcida, intensa. Como Queen, así es Bohemian Rhapsody. Desbordante de energía, musical hasta la médula, carente de morbo innecesario, ver esta esperada película sobre la vida de Freddie Mercury es una de esas experiencias que pasan muy cada tanto, cuando todo se alinea. Normalmente acá escribiría una sinopsis y opinaría mal-bien-esto-me-ha-parecido, pero Bohemian Rhapsody no me lo permite. Porque no fue solo ver una película, fue mucho más. Salí del cine con un nudo en la garganta, como sobrepasada por lo que había acabado de ver. Poco más de dos horas de las mejores canciones de la historia, llevadas adelante por actores inspiradísimos (y parecidísimos) haciendo el papel de sus vidas, para narrar un guion que cuenta justo lo que debe. Ahí donde se esperada el morbo de la vida íntima de Freddie Mercury, alcanzó la puerta de un baño público, alcanzó una toma en una discoteca con él abriéndose paso entre decenas de hombres al ritmo de “Crazy little thing called love”. ¿Hace falta más? No. Para eso están todo el resto de las películas y series. Freddie y Bohemian Rhapsody van más allá. También alcanza una mesa con polvo blanco para hablar de adicciones, sin necesidad de rebajar al ídolo y mostrarlo de forma cruda en sus miserias para que entendamos que tuvo que lidiar con eso. ¿Hace falta más? Tampoco. Las películas biográficas o basadas en hechos reales tienen el desafío de contar algo más y llegar a destino de una forma suficientemente buena como para tenernos comiendo de su mano aun cuando sabemos cómo termina. En este caso, la clave es el detrás de escena de la creación de las canciones. Perdón, de LAS canciones. A veces parece que todo es frivolidad y vacío. En tiempos de efectos especiales, de filtros, de letras que no dicen nada y de melodías confusas, cuando es estrella quien muestra todo sin decir nada, ahí, abriéndose paso entre el fango, aparece el diamante dispuesto a brillar. Y ahí estamos nosotros, que vamos a una sala a que nos cuenten una historia, mirando encantados cómo se gestó la música que musicaliza nuestras vidas. Sí, porque esa es la diferencia: Bohemian Rhapsody es una película sobre música. Y no olvidemos el humor. Si después de ver Bohemian Rhapsody, escuchás la parte de “Galileo, Galileo” sin recordar una gallina, algo falló. El humor se repite una y otra vez, regalándonos grandes momentos de comedia en una película que pensábamos que era la sórdida biografía de un ídolo que murió joven de una enfermedad espantosa. Y ahí estamos, riendo con los agudos de Roger Taylor (Ben Hardy). O aplaudiendo junto a Brian May (Gwilym Lee), John Deacon (Joseph Mazzello) y las esposas de todos. También ahí estamos, una hora más tarde, celebrando el Live Aid, con un nudo en la garganta, porque sabemos el final que la película no muestra. Bohemian Rhapsody es una película que no falla en nada. Rami Malek se entrega en cada músculo y en cada diente para que nos lo creamos de principio a fin. Y lo hacemos y lo aplaudimos como si del mismísimo Freddie Mercury se tratara, aunque sabemos que no, pero se nota que ha dejado todo para hacérnoslo creer por dos horas. Firmamos, felices, ese acuerdo tácito. Bien hecho, Rami. Con la sensación de haber recibido una muestra gratis de lo que jamás sucederá de nuevo, la película se vive como un pequeño recital de Queen. La oscuridad y la gente ayudan. No lo es, pero un poquito se siente. Después llegará el ritual obligado: volver a descubrir canciones sabiendo un poco más, poniendo la lista de reproducción en modo eterno. Puntaje: 10/10 Duración: 134 minutos País: Reino Unido / Estados Unidos Año: 2018
Ni comedia ni romántica Cuando uno se presta a ver una comedia romántica, sabe que van a pasar ciertas cosas: una pareja destina a ser feliz encuentra un par de obstáculos en el camino, entra en crisis y finalmente de reconcilia. Algunas ingeniosas excepciones han logrado variantes, como «La boda de mi mejor amigo» o «Begin again», por ejemplo. Aferrarse a las reglas del género está perfecto y eso no tiene nada que ver con el resultado. «Locamente millonarios» se presenta como una comedia romántica cuya diferencia es algo que en Hollywood no pasa nunca: todos sus protagonistas son asiáticos. Pero ante la promesa de ver «Mi gran casamiento asiático», la película no es más que un conglomerado de clichés que ni siquiera coquetea con lo cursi. ¿De qué se trata ‘Locamente millonarios’? Rachel Chu (Constance Wu) es una profesora de economía neoyorkina de origen chino que está en pareja con Nick Young (Henry Golding), un atractivo millonario oriundo de Singapur. Al ser él elegido como padrino de una boda, ambos viajan a Singapur, donde ella descubrirá que la familia de su novio es una de las más ricas de Asia, y que su suegra, además, la ve con malos ojos. Ni comedia ni romántica Es cierto: me cuesta ver comedias románticas, pero también hay algunas que me sé de memoria. Tras un paso bastante triunfal por la temporada de premios, decidí ver «Locamente millonarios». Esperaba algunos buenos gags, algunos momentos románticos ingeniosos… pero nunca pasó. Como si pareciera que la excusa de hacer una película con actores asiáticos bastara para satisfacer al público en busca de algo diferente, el film no termina de dar más que una buena cantidad de escenas en escenarios espectaculares. Panorámicas modernísimas de Singapur, casas de lujo desbordante, una boda por todo lo alto… lo demás no importa. La protagonista se enfrenta a una suegra que no la aprueba, él se rencuentra con su familia, hay lágrimas y redención. Hay de todo, menos guion. Solo Awkwafina, quien interpreta a la amiga de la protagonista, logra ofrecer momentos graciosos. Lo demás, no es más un paseo simplista por el lujo y la excentricidad de asiáticos millonarios. Tirando por la borda la oportunidad de hacer una buena comedia romántica que vaya más allá de un conglomerado de clichés, «Locamente millonarios» no es más que cotillón. Eso sí, del más caro. Puntaje: 4/10 Título original: Crazy Rich Asians Duración: 121 minutos País: Estados Unidos Año: 2018
Sinfonía agridulce. Cuarta versión de ‘Nace una estrella’, esta historia de amor y fama que sigue demostrando ser inoxidable. Bradley Cooper debuta con el pie derecho en la dirección de la mano de una Lady Gaga estupenda. Adaptada a los tiempos que corren, ya será este clásico propio de una nueva generación. De qué se trata ‘Nace una estrella’ Ally (Lady Gaga) trabaja en un restaurante y sueña con ser cantante. Jackson (Bradley Cooper) es un rock star que lidia con sus propios demonios y adicciones. Una noche, ambos se conocen en el bar donde ella canta, cambiando para siempre sus destinos. El ascenso y la caída transitan por carriles opuestos, al tiempo que la maquinaria marketinera musical queda expuesta en primer plano. Una remake con la mística intacta Bradley Cooper debuta como director en esta película que también protagoniza y qué bien le sale todo. ‘Nace una estrella’ se va a ver con la sensación de que es algo especial. No es otra película más, no es olvidable. Primero, porque es la cuarta versión de una historia que en sus últimas dos remakes protagonizaron Judy Garland y Barbra Streisand. O sea, estamos hablando de gente que de tan grossa no tiene nadie por encima. Y ahí va Lady Gaga a intentar mantener viva esta mística. ¿Saben qué? Lo logra. No porque sea como ellas -eso lo dirá el tiempo- sino porque es su (casi) debut cinematográfico en un rol que no podría caberle mejor. La química entre Lady Gaga y Bradley Cooper no podría funcionar mejor, sobre todo en la primera mitad de la película. Todo el proceso en que se conocen y empiezan a trabajar juntos fluye y dan ganas de volver a eso, una y otra vez. Cuando esa magia se rompe, también hay algo en “Nace una estrella” que parece perder encanto. Quizás se hace un poco larga hacia el final, ante la necesidad de ahondar en cuestiones del mercado musical. Y está bien. Porque, si viste alguna vez los Grammys, los premios MTV y demás, habrás visto que la industria musical estadounidense tiende a sobrevalorar el hit del momento y ponerse de pie ante el famoso de turno. Es solo el tiempo -la Historia- la que coloca en un lugar destacado a quien traspasa ese fervor momentáneo, la trampa del éxito fácil y plástico, para cantar con su propia voz. Y esto la película lo dice. Y está bueno que lo diga, porque no es tan habitual que el mundo del entretenimiento -sobre todo, el musical- se cuestione a sí mismo. ¿Nace un clásico? Con un relato intenso, ‘Nace una estrella’ parece destinada a ser, otra vez, el clásico de una generación. Una película sobre la música que no es un musical, para los que huyen del género. Es, finalmente, una historia de amor. Pero también es el retrato de ese ascenso a la fama (o de victoria personal) que parece intrínseco a la condición humana. Por eso los clásicos son clásicos y trascienden generaciones. Porque, en el fondo, todos queremos lo mismo. Como los grandes artistas, ‘Nace una estrella’ no será perfecta, pero tiene lo necesario para trascender. Puntaje: 8/10 Título original: A star is born Duración: 134 minutos País: Estados Unidos Año: 2018
Tras la exitosa realización de “Gilda, no me arrepiento de este amor”, la directora Lorena Muñoz estrena ‘El Potro, Lo mejor del amor’, en la que vuelve a retratar a una de las máximas figuras de la música popular argentina. El film, que pese a tener título será conocido como la película de Rodrigo, se mete en los inicios del cordobés. La vida de Rodrigo Bueno, en el cine Normalmente comenzaría la crítica comentando de qué se trata la película, pero a veces hay que hacer excepciones. Cualquier persona que tenga más de 25 años sabe quién fue Rodrigo, incluso si los gustos musicales estaban a las antípodas del cuarteto. ‘El Potro, Lo mejor del amor’ relata los inicios del ídolo en Córdoba y cómo la llegada de la fama complica su vida personal. La película de Rodrigo – es sobre Rodrigo, pero permítanme escribirlo como se habla- no deja de contarnos la historia que ya conocemos, pero con una dosis de crudeza adicional. O de humanidad. El elenco de El Potro, lo mejor del amor Es sorprendente lo que hace Rodrigo Romero, que no solo se parece al personaje que interpreta en nombre y acento. En pantalla, es tan Rodrigo que impresiona. Y este es el mayor logro de la película, porque sobre él- que encima no es actor profesional- recae todo el peso. Está calcado en aspecto, en acento, en la forma de mirar y de bailar. Esto no es menor cuando se trata de alguien que tenemos TAN grabado en la retina. El resto del elenco acompaña muy bien, aunque con otras libertades. Florencia Peña hace un gran trabajo, nos ayuda a comprender a esta madre, Beatriz Olave, casi tan famosa como el hijo. Fernán Mirás interpreta a “El Oso”, en la realidad el representante José Luis Gozalo, que nada tiene que ver desde lo físico, pero que es excelente como personaje. Daniel Aráoz nos hace descubrir al padre del cantante, una figura no muy conocida para el gran público. Malena Sánchez vuelve a destacar con una impecable interpretación de Patricia Pacheco, la madre del hijo de Rodrigo. El elenco se completa con una eficiente Jimena Barón haciendo de Marixa (Balli), uno de los grandes amores del protagonista. La película de Rodrigo: ¿qué esperar? Es imposible ver esta película e intentar hacer un comentario dejando de lado que Lorena Muñoz viene de dirigir ‘Gilda’. Ambas sobre historias reales, con ídolos populares que mueren de forma trágica en el esplendor de sus carreras. Los paralelismos no dejan de sorprender. Las películas, al igual que sus vidas, tienen puntos de fuerte conexión y otras distancias enormes. La directora repite temática y fórmula: se nota que está filmada por la misma mirada. ¿Eso es bueno? ¿Es malo? Normalmente se diría que eso es marca de autor. Y no digo que no lo sea. Tal vez, al ser la historia también muy parecida, hay una ligera sensación a fórmula repetida. Pero no lo malinterpretes: esto no es malo. ‘El Potro: Lo mejor del amor’ es una película de gran factura técnica, muy bien contada, con mucha humanidad. Muñoz, así como lo hizo con Gilda, rompe ese vidrio que separa al ídolo del público y lo atraviesa con la cámara, aportando mucho realismo. Aquí no habrá quizás esa, llamémosle, elegancia de Gilda. Esa sutileza. Pero tal vez porque el protagonista es otro, una figura donde la pasión, el caos y el aturdimiento fueron clave. Así es la película de Rodrigo: brutal, veloz y llena de música. Esa música que triunfó donde no se suponía que lo hiciera e hizo bailar hasta a sus detractores. Puntaje: 7.5/10 Duración: 122 minutos País: Argentina Año: 2018
Un nuevo thriller argentino llega a los cines. Se trata de Acusada, un film de suspenso de sólido elenco pero relato desparejo. ¿De qué se trata Acusada? Dolores Dreier (Lali Espósito) está acusada de matar a Camila, su mejor amiga. Luego de que ambas tuvieran una pelea, las sospechas apuntan a Dolores. A dos años del crimen, toda la atención de los medios está puesta en este caso policial. Con la ayuda de su familia, Dolores intentará demostrar que es inocente. ¿Lo es? Acusada: ¿basada en hechos reales? Al leer el argumento de Acusada, lo primero que viene a la cabeza es el famoso caso de Lucila Frend. Sin embargo, la película no dice en ningún momento que esté basada en esta historia. Dejando de lado esta duda sobre la evidente inspiración, hablemos de lo que te trajo hasta aquí: ¿qué onda Acusada? El director Gonzalo Tobal plantea el argumento perfecto para un thriller: tenemos una sospechosa y queremos saber qué paso. El tránsito hacia la respuesta de esta incógnita, sin embargo, está lejos de ser el imaginado. No porque haya giros sorprendentes, sino por la forma en que se cuenta. Hay que reconocer que la casi ausencia de flashbacks es un acierto. Usarlos una y otra vez hubiera sido lo obvio, lo ya visto. Sin embargo, esto termina volviéndose en contra por la carencia de información. Lo bueno y lo débil La cámara se centra en una Lali Espósito hermética e indescifrable. Todo el tiempo es ella, acusada, en tiempo presente. El resto gira a su alrededor, acompañando el drama con todo los sentimiento que ella reprime. Leonardo Sbaraglia está estupendo como el padre ambiguo, visceral, dramático. Inés Estévez los acompaña, aportando dramatismo. Las actuaciones del elenco están impecables. Pero el punto débil de la película no pasa por ellos, sino por cierta lentitud en el ritmo. Esta cámara ensimismada en Lali Espósito, focalizando todo el tiempo en ella, termina generando cierto agobio. Es cierto: tal vez esa sea la intención. Aún así, el relato finge que avanza, pero la mayor parte del tiempo no hace más que moverse sobre sí mismo. El camino hacia la sentencia no nos permite descubrir qué pasó, qué no pasó o qué podría haber pasado. Las declaraciones y acciones de los personajes no dan pistas. Su situación procesal -y en consecuencia personal- no se complica ni se soluciona hasta que no hay veredicto. Solo al final esto repunta, en la escena de laentrevista televisiva. Esto hace que el conflicto no avance hacia ningún lado y solo esperemos saber qué pasó. ALERTA DE SPOILER. Si, encima, esto nunca llega, o llega demasiado débil… no se nos resuelve nada. El final nos queda trunco. FIN DEL SPOILER. Dicho esto, entonces, hay que ver la película de otra manera. No es un thriller sobre la resolución de un crimen (lo que suponemos que vamos a ver) sino un drama sobre la espera. Y no, no es lo mismo. Acá es cuando las expectativas juegan en contra y dejan sabor agridulce. Puntaje: 6/10 Duración: 108 minutos País: Argentina / México Año: 2018