Un impecable thriller político Tercer filme de Ben Affleck. Se basó en hechos reales que parecen imaginados por un exagerado guionista: hay que rescatar a seis norteamericanos que se refugiaron en la Embajada de Canadá en Teherán. Estamos en 1979, en plena revolución. Un especialista tiene una idea: hacerse pasar por un director de cine canadiense para poder sacarlos como integrantes del equipo de rodaje. No es fácil. Hay que armar todo a la perfección y darle a la mentira el aspecto de una verdad que no genere desconfianza. Por eso el cine y la política se mezclan. Porque se parecen: hay estrellas, hay intrigas e importan más los resultados que la gente. El filme es atrapante, nervioso, intenso, un thriller político de estilo clásico que se ocupa del suceso, del retrato de cada personaje, de las dudas que plantea el desafío. Y que deja ver que al menos una vez la realidad necesitó de la ficción para lograr por una vez su humanitario cometido. Tiene ritmo, mucha tensión, suspenso y hasta sabrosas pinceladas de humor. El filme puede pecar de algún exagerado clima patriotero, pero el comienzo y el final, con testimonios reales, ponen las cosas en su lugar: en el cierre, las imágenes documentales le dan carnet de legitimidad al relato; y en el comienzo, el prólogo con noticieros de la época revisa con implacable elocuencia la responsabilidad de Estados Unidos en una crisis que lo tuvo -otra vez- como víctima y victimario. Un gran filme que empieza con una revuelta y termina con un abrazo.
CUENTO NAVIDEÑO Pintaba para ser una comedia lacrimógena sobre la afirmación espiritual y la lucha contra la muerte. Pero por suerte no lo es. En el centro está un adolescente con un cáncer terminal. Desde allí contará lo que pasa a su alrededor. Manolo (Diego Peretti) es un jefe de familia que empieza a ver cosas raras cuando su hogar empieza a caer. El hombre somatiza: se la aparece una mujer gorda justo cuando su señora se escapa con otro; y no tiene paz ni en el trabajo ni con sus hijos. Y la salvación llegará desde ese adolescente que no puede salvarse. Con un poco de fe, solidaridad y ganas de ver el más allá de las cosas, su vida al borde de la Navidad encontrará al fin la paz: los hijos serán más buenos, la señora dejará a su amante, los demás sumarán risas y bondades y colorín colorado. Con todo eso y un tono de comedia y algunos momentos simpáticos y personajes extraídos de un cuento infantil, el filme alcanza a sostenerse.
MATANZAS PREVENTIVAS La idea no es del todo original, pero al menos es interesante: en el futuro del futuro, los indeseables son enviados al pasado para que se los liquide antes de que empiecen a molestar. Limpieza preventiva, que le dicen. Estamos en el 2042 junto a una tropa de matadores que reciben condenados del 2072. Todo funciona como quiere el poder de turno. Pero hay una conspiración (también en el futuro las habrá) y después de varias vueltas el asesino del 2042 se enterará que ese viajero del futuro que debe eliminar, es nada menos que él mismo, por supuesto, más viejo y pelado. A la manera de un espejo deformado, se encontrará no sólo con su imagen envejecida sino también con la posibilidad de ir revisando juntos un vínculo que uno de ellos conoce y el otro va construyendo. Y habrá pases de facturas. El filme se inspira en varias fuentes, pero sale airoso porque el interés no decae, las escenas de acción están bien resueltas, el amor y la soledad juegan su parte y siempre importa ver las reacciones de alguien que tiene por delante y a tiro de escopeta nada menos que su destino.
Hay otra realidad que no se deja ver “No debes negar la realidad que no puedes explicar”. Lo dice un personaje, pero le cabe a más de uno con poder. El que habla es un científico con problemas de presupuesto que confronta con un par de colegas que se dedica a desenmascarar mentalistas magos, curanderos y cuánto personaje desafíe los límites de lo racional. Desde allí el filme comienza un largo batallar entre la fe y la razón, el positivismo y el relativismo, lo normal y lo paranormal, los misterios y los misteriosos. Y atrapa ese juego de cajas chinas y suspenso. Este par de científicos descreído desbarata mucho adivino trucho, pero hay algo que no los deja estar tranquilos del todo, un más allá que cada tanto da señales que la realidad no se agota en la razón y que hay una zona donde lo inexplicable se abre paso. La lucha crece cuando regresa a los escenarios un parapsicólogo que dobla cucharas, cura enfermos, juega con la telepatía y desafía a los científicos. Un tema interesante, bien manejado, con un impecable tratamiento visual que tiene más de un logro a la hora de plantear el asunto. Pero de a poco el suspenso va dejando lugar al thriller, los personajes se desatan y todo empieza a caer a partir de una rebuscada pelea en un baño. El desenlace, insólito y grotesco, sólo sirve para que el director firme la paz entre estos dos polos opuestos. Y para que confirmemos que hay otra realidad más allá de lo que nos cuentan
OTRA CACERIA Que Hollywood apuesta a lo seguro, de eso nadie duda. La pobreza de libros ha obligado a las imparables secuelas. Esta es la segunda parte de un filme que no aportó nada nuevo, pero que tuvo los condimentos que exige el género: acción, espectacularidad, suspenso, crueldades. Como la cosa funcionó, Luc Besson, antes dedicado a menesteres menos comerciales, insistió y logró recaudar más que la primera parte.”Cacería implacable 2” recorre caminos conocidos: los familiares de los muertos de la primera parte, buscan venganza. Y no sólo quieren secuestrar a la hija del agente de la CIA, también buscan matarlo a él y a su esposa. Estamos en Estambul, donde todo parece más difícil. Lo mejor es que la anécdota es básica pero directa, sin saltos de tiempo ni confusiones ni poderes ocultos: malos contra buenos y que se arreglen como puedan Al final se encuentra el agente y el vengador. Pero ninguno muere. Lo que anticipa que se viene una tercera cacería.
LO QUE MATA, SALVA Jerónimo necesita curarse. Es un adolescente con dificultades. Es ansioso, toma psicofármacos, es solitario y tímido. Y va a pasar unos días a la sierra con su padre, que tiene esperanzas que este encuentro sirva para mejorarlos (hay mucha distancia entre ellos). En la primera noche en la cabaña, lo pica una araña. Y ya nada será igual. En el Hospital lo curan, pero la cosa es más grave. Unos lugareños le avisan: es una picadura mortal, si no lográs que otra araña te pique, morirás. Y entonces hay que salir a buscar una araña. Un doble viaje de iniciación que promete horror o salvación y que redondea el dibujo existencial de un chico con poca confianza en los otros, temeroso y desconfiado, que le cree más a los desconocidos que a su padre y que en esa fuga aprenderá que vida y muerte están tan cerca que una misma araña -como el amor por ejemplo- pueden llevarte al abismo o pueden salvarte. El filme juega con los contrastes (el baquiano quiere curarlo, pero también lo ataca; la chica lo besa, pero sólo a su picadura; el padre aprenderá que ir el encuentro de un hijo extraviado es una empresa difícil). Es una película minimalista, sutil y monótona, inteligente y reiterativa.
EL AMOR ES CARO Oslo le presta su escenario a otro policial que viene de un lugar donde el crimen parece ser el mejor antídoto para escapar del frío y la monotonía. Esta vez se trata de un hombre que roba por amor: su compañera es tan linda que el tipo sólo delinque para poder darle todos los gustos. Amor costoso, que le dicen. El selecciona ejecutivos pero en sus ratos libres roba cuadros. Todo va bien, pero un día la cosa se complica. Y allí empezará la cosa. Suspenso, sospechas, pistas falsas, persecuciones y una señora que, como todas las lindas, sin querer presiona. Lo de siempre, envuelto en un armado distante, a veces absurdo, pero con algunas ideas que sostienen el interés. El film pivotea sobre el dinero. Es lo que da seguridad, altura (su hermosa compañera le lleva diez centímetros) seguridad, aplomo. El señorito roba los originales pero deja una copia. Como para subrayar el espíritu de una época cada vez más confundida entre lo legítimo y lo falso. ¿Ella lo ama? ¿O es sólo la copia de una pasión oportunista? El tono cínico y sobrador del personaje acaba contagiando de idas y vueltas a este thriller elegante, negro y rebuscado.
Una comedia para pasarla bien Tiene soltura, gracia y simpatía. Otra disfrutable comedia nacional. Es un canto a la amistad, que cruza sobre el tiempo, los fracasos, las traiciones. La vida de cuatro chicos unidos por los juegos y la música. Ya grandes, les cuesta madurar. Vienen de una infancia con mucha indiferencia, violencia y abandono. Y llegan a la madurez cinchando con ese pasado de frustraciones y sabores amargos. Son inseguros, obsesivos, pero también ansiosos y entrañables. No quieren compromisos. Les sobran planes pero les cuesta pisar la tierra. Los sueños han quedado lejos (buena escena la del video), la vida los pone a prueba, pero es la amistad lo que los sostiene y le da sentido a estas existencias tan dubitativas. Y enfrente están ellas: más seguras, más decididas, más despiertas, pero menos sinceras y más interesadas. La escribió la dirigió Gabriel Nesci, el autor de “Todos contra Juan”, una mini serie que fue como un bálsamo de espontaneidad en medio de una tevé tan estereotipada. Su paso al cine merece saludarse. El filme tiene fallas, claro: es algo exagerada la diferencia entre ellas; suena muy forzado el rechazo del músico ante la linda colombiana. Pero tiene humor, apuntes sabrosos, buenos diálogos, logradas actuaciones (el mejor trabajo en cine de Fernando Mirás), personajes creíbles, sensibilidad y una nostalgia que no empalaga.
Cuando la vida sube al escenario Lo mejor es su vitalidad, su energía interior, su irreverencia. Hay películas hechas con ganas. Y eso se nota. Y ésta es una de ellas. Es el relato de una gira artística de un elenco de ex vedettes que viene desde Estados Unidos junto a Joachin, su manager. Detrás de la cámara está Mathieu Amalric, que es también el actor protagónico, un artista que en la primera escena ya transmite el ánimo de todo el filme: la mezcla de celebración y melancolía que deja ver el retrato de un derrotado que busca en esa gira un lugar para poder anclar en su inestable mundo: arrastra un hogar deshecho, mujeres que quedaron en el camino, dos hijos que atraen y molestan. El filme retrata las idas y vueltas de un ser gastado y apasionado que lleva por las ciudades francesas un espectáculo decadente, triste y desafiante. La vida de este Joachin es tan endeble y tan provisional como su espectáculo, un montaje donde nadie sabe quién manda y cómo sigue. Su meta es París, la ciudad que opera como el símbolo de un destino que siempre se añora y siempre se aleja y que le termina enseñando a Joachin que jamás llegará a su casa, porque su hogar ya no está más en el mapa de su vida y lo único que le queda es seguir andando para no arribar jamás a ninguna parte. Un filme sostenido por la mano sensible de un realizador que le confiere humanidad y vitalidad a cada plano y que rinde un homenaje a la imperfección, a esos cuerpos gastados y descuidados, a esa paternidad tambaleante, a esa troupe de vedettes que rinde culto a la libertad creativa. El filme también celebra el paso del tiempo, la necesidad de no rendirse y sobre todo el fuego inacabado de esos artistas que jamás se podrán retirar porque su disfraz es su verdadero rostro y su único hogar es el escenario. Como dijo la inolvidable María Elena Walsh: “Hoy como ayer/necesitamos olvido y el placer/de ver a los artistas/esos ilusionistas/ que hacen el mundo desaparecer”.
¿El amor esta hecho de imaginación? ¿O es al revés? Algo de esto le pasa a este escritor joven y consagrado que crea la mujer de sus sueños en el papel. Con un poco de magia (el amor lo presupone) logrará que ese ser no sólo se corporice sino que desde la escritura él pueda ir moldeándolo a su antojo. Desde el puro romanticismo el film juega con la idea de esos enamorados que buscan empecinadamente que la chica de sus sueños no dé sorpresas, que sienta y haga lo que él desea. Y la película transita sin tropiezos en los confines del amor posesivo y el amor loco. Ellos son tan distintos que se necesitan: él es tímido, lento, y ella es una chica fresca y radiante. Y su amor crece a la par de ese libro que acompaña la historia y la corrige. Y que muestra las oscilaciones de una pasión que a ratos los exalta y a ratos los derrumba. Y está el afuera (simbolizado por un hermano), que no entiende nunca lo que pasa dentro de ese amor. Interesante, despareja, pero al menos con ideas y búsqueda. La escribió y la protagoniza Zoe Kazan, nieta del gran Elia. Al final, la película vuelve al punto de partida. Es que en el amor -nos dice- siempre se está recomenzando.