AMOR DE ULTIMO MOMENTO A la Tierra le queda tres meses de vida. Un asteroide letal caerá inexorablemente y aniquilará todo. Y no hay salvadores a la vista que puedan atajarlo. Así que el pobre mundo se encamina hacia su final. Y la gente hace lo que puede… y lo que quiere. Es un buen punto de arranque. El ser humano recupera sus instintos básicos, se mueve sólo por impulsos. Nada está prohibido y nada consuela. Y es allí donde nacerá este romance entre un agente de seguro (otra buena labor de Steve Carell) y una inglesita medio tarambana que aparece sorpresivamente en su vida (la lindísima Keira Knightley). Y salen el camino en un viaje que es al mismo tiempo huida y esperanza: él quiere recuperar un amor de juventud que siempre le dio vueltas por la cabeza y ella quiere subirse a un avión para volver junto su familia. Los dos buscan ajustar cuentas con el pasado, pero al final se acabarán encontrando en este presente tan fugaz. Es un amor en tiempo de descuento que pide futuro, pero no hay. Una comedia amable, que se pone demasiado dulzona y pierde la fuerza y el interés del comienzo, pero que acaba siendo una viñeta romántica que reactualiza la vieja moraleja: si está por llegar lo peor, lo más recomendable es esperarlo al lado del ser querido.
Otra lucha, contra los recuerdos Película adulta, entrañable, interesante. Está construida desde la mirada de un chico de 12 años. Es casi autobiográfica, porque Avila es hijo de desaparecidos. Los padres son montoneros. Vuelven desde Brasil y Cuba para sumarse en 1979 a la operación “contraofensiva”, una aventura suicida. Alquilan una casita, hacen reuniones y sueñan con mejores tiempos, mientras toman nota de la matanza que le pisa los talones. El nene empieza la escuela, usa nombre falso, se hace pasar por cordobés. No es el que es y eso le cuesta. En el fondo, es una historia de amor donde cuentan más los afectos que la política. La mirada de ese chico le suma más incertidumbre a una militancia que aparece a ratos exaltada y a ratos cuestionada. La historia gira sobre la familia. No va más allá de lo que pasa en esa casa. También la abuela del nene aporta otra mirada. Les pide que se vayan porque aquí están matando a todos, que no tiene sentido sumar más dolor y desafiar lo imposible, que es una locura quedarse. El filme es inteligente, plantea sus dudas, homenajea a esos padres y también parece cuestionarlos. Tiene buenas actuaciones (lo mejor, Ernesto Alterio como el tío), diálogos ajustados y grandes momentos (la escena con la abuela). Se ve sólo lo que ve el nene, aunque el afuera no desaparece: el miedo, la desconfianza, los Falcon, los buchones. Es una mirada cambiante y siempre conmovedora. El recuerdo de un chico que evoca el coraje de sus padres pero también ensaya una puesta al día sobre el sentido de una lucha y de un destino que quitó mucho y le dio poco. Hacia el final, hay una escena clave: Juan invita a su amiguita a escaparse y le muestra que tiene dinero y ganas. Son dos nenes. Ese desafío es como un espejo que refleja los alcances de la lucha armada de esos años. “No te entiendo”, le dice ella, “yo tengo familia”. Y sin querer repite la advertencia de la abuela: “Es una locura”. Y se marcha para siempre.
COMPARTIR TODO Ben y Chon comparten todo: el negocio de la marihuana, sus ambiciones, el pasado en la universidad y sobre todo una rubia que les alegra los días y la noche. Dejaron atrás las aulas para probarse como productores de la merca. Y es tan buena la que hacen, que los narcos los invitan a compartir el negocio. Y ya se sabe, cuando los narcos invitan, es tan peligroso decir que sí como rechazarlos. Y una cosa lleva a la otra y al final el trío aprenderá que en el shopping de la falopa no es fácil poder conservar la cordura, la calma, la paz… y las rubias. El film nos trae al Oliver Stone de sus primeros tiempos. Su cine es vulgar y aguerrido, como siempre, pero la historia funciona, los personajes tienen carácter y el elenco no falla, aunque cae muchas veces en una innecesaria crueldad y el final suene muy forzado. Detrás de este espeso entramado de asesinos despiadados, billetes mal habidos y cocaína a discreción, aparece el elenco estable de los malvados de siempre: jerarcas implacables, alcahuetes traidores, traficantes poderosos y policías corruptos. Un lindo grupo humano.
Una buena comedia y dos grandes actores Llevan 31 años de casado y el fuego se ha apagado. Kay Y Arnold duermen en camas separadas, casi no hablan ni siquiera se pelean. Todo es repetido, distante, silencioso. Arnold es un tipo huraño, avinagrado, seco y protestón. Ella, en cambio, no se resiste a vivir así. ¿Se puede recuperar un matrimonio que entró en semejante declive?, pregunta. Y decide jugarse unas fichas a la esperanza. En Maine atiende un famoso terapeuta de pareja. Ella paga el viaje, Arnold se resiste, pero al final va, aunque descree no sólo de la terapia, también del profesional. Hasta duda si tiene sentido buscar lo que ya no existe. Ese es el punto de partida de esta buena comedia que habla del paso del tiempo, de los amores que se van quedando sin palabras, de los deseos, el tedio y las fantasías. La primera parte es impecable: con poco diálogo, con rostros y un par de detalles, David Frankel (elegante realizador de “El diablo viste a la moda) plantea el conflicto. Después, aparecen algunos lunares: está demasiado subrayado el carácter hosco de Arnold y muy desaprovechado Carell como el terapeuta, pero el film se sostiene más que nada en la manera clara y muy directa de abordar el conflicto y, sobre todo, en la faena de Meryl Streep y Tommy Lee Jones. Ella con su mirada le da ilusión, ganas y desolación a una mujer que se niega a aceptar mansamente tanta quietud y tanto aburrimiento; y Lee Jones le pone dolor a ese rostro gastado que vive la vida como una repetida serie de sucesos anodinos. En la terapia aparecen reproches, se abre una ventanita para que se puedan mirar, riñen y se van reconociendo. Había brasitas humeantes. ¿Se podrá avivar el fuego? Una comedia divertida, interesante y sensible.
UN OSITO MOLESTO Mal gusto, chapucerías, payasadas. Otra historia irreverente, zafada y sin gracia que retrata (¡una vez mas!) el mundo tonto y extravagante de un treintañero que se niega a crecer y prefiere seguir divirtiéndose con su osito en lugar de empezar a jugar con su linda y tenaz noviecita. Chistes de estudiantina, humor escatológico, situaciones imposibles, personajes tontos, gags repetidos.
GENTE SUFRIDA Es una historia coral, de esas con varios personajes y varias historias que a veces se cruzan. Pero el género exige sutilezas, fino poder de observación, un guión concentrado. Aquí el talento y el rigor, escasean. La idea de sumar historias forzando algún punto en común, no sirve. Las criaturas del siempre efectista Meirelles son seres casi derrotados que pasean sus amores penosos por Viena, Paris, Londres. Engaños, rechazos, escapadas, casualidades: un padre que busca a una hija, una novia que quedó sola, un chofer con odio, una esposa con ganas de probar, un odontólogo medio lenteja, un matrimonio en crisis. Por lo menos Rachel Weisz se las ingenia para hacer valer su talento en este melodrama pocos sustancioso, algo artificial y bastante inflado.
PORTERO DE RIESGO Un portero de doble vida. El tipo vive obsesionado con una linda vecinita del quinto. De día atiende el edificio. Pero de noche se olvida del consorcio y da rienda suelta a sus perversas fantasías. La historia al comienzo funciona: es oscura, austera, misteriosa, pero después se repite, se torna forzada, incluso suena muy efectista la presencia de esa inquietante nenita (¡otra más!), que será la dueña de esos secretos inconfesables y que le agrega una falsa subtrama a un film con mucha truculencia y poco ingenio, que promete ser sugerente, pero sólo es retorcido.
Chicos en peligro y gente rara Es una de esas películas de acción que necesitan apenas un pretexto argumental para poder desplegar un desfile interminable de puñetazos, balazos y persecuciones. En el centro está una nena china capaz de recordar para siempre una cifra de treinta dígitos, la combinación clave para llegar a una caja fuerte repleta de billetes. La mafia china la protege y los rusos la persiguen. Ella escapa y conocerá a un vagabundo que está de vuelta de todo y que decide salvarla cuando ve que los asesinos de su esposa andan detrás de la memoriosa. Y bueno, lo de siempre: ellos dos, huyendo por todo New York, perseguidos por los rusos, los chinos, la policía corrupta y un poder político que hace la vista gorda. Nada nuevo, pero bien servido. Jason Statham está muy bien. Y el filme tiene suspenso, espectacularidad, corridas y salvadas sobre la hora. Un filme de género que no decepciona
OTRO NENE EN APUROS Retorno de Mel Gibson, un actor que sufre mucho en las películas, pero más en la vida real. Aquí anda a los tumbos en una cárcel-pueblo mexicano. Una comarca donde da miedo hasta dormir la siesta. Allí se topará con un nene de 10 años que cuando sea grande deberá morir para trasplantarle su hígado al mafioso del lugar. Panorama desolador para Mel: sobrevivir, esquivar mafias, salvar al nene y jugarse unas fichitas a manos de la mami del nene. Opera prima de un portorriqueño (de padres argentinos) que tiene mano firme para dirigir esta película vertiginosa, taimada, cruel. Pero los personajes están bien dibujados y la acción no decae en esta violenta historia que habla de redenciones y de segundas oportunidades.
AUDACIAS Artificiosa y calculada incursión en el alma femenina a partir de un tema que prometía más: una periodista, buena señora y buena madre, inicia una investigación para conocer el submundo de esas estudiantes que se prostituyen para costear sus estudios. El film no omite escenas audaces, pero son apenas golpes de efecto alejados del tono general de un texto que no profundiza ninguno los muchos temas que aborda: ¿qué es una mujer, casada, qué es la prostitución, cómo buscar el placer, qué lugar tiene la sexualidad, que necesitan ellos? Los testimonios que va recogiendo, la buena señora la harán replantear dudas y fantasías. Tiene un matrimonio sin gracia, hijos que no le hacen caso. Esas chicas le enseñarán que sus clientes son maridos hastiados, como el de ella. Por eso, al final decidirá ser como ellas. Quiere recuperar en casa tanto terreno perdido. El tema, daba. Pero el libro es superficial, la actuación desganada y las audacias expositivas sólo sirven para que una directora sin gracia se disfrace de artista audaz.