Si hay algo – o alguien – que casi aniquila los méritos de Milla 22, es Mark Wahlberg. Honestamente, no sé como es que consigue laburo. No tiene carisma, es petiso, no es siquiera un buen actor. El drama es que acá quisieron darle profundidad a su papel y le pusieron un desorden mental – no sabemos si es hiperactivo, esquizofrénico o bipolar -, y el tipo es detestable interpretándolo. Porque Marky Mark es una máquina de hablar bobadas y agredir a los tipos con los que trabaja, y no puede cerrar la maldita boca ni aún encubierto. Es un papel que haría dormido Vince Vaughn en sus viejas épocas (ahora no, que se está reinventando como actor serio), una maquina de disparar groserías que es tan gracioso como pasarle las uñas a un pizarrón. Honestamente, es el peor héroe que pudieron haber encontrado. Porque, salvando a Wahlberg, el resto de Milla 22 funciona muy bien. Es una especie de Misión Imposible de segunda mano, con equipo ultrasecreto llamado para misiones super peligrosas en donde el mundo está a punto de irse al diablo. Al principio tenemos una misión corta y super sangrienta que funciona como teaser (y muestra la eficiencia del equipo), y después saltamos al trama central, ubicada en una versión ficticia de Indonesia. Iko Uwais es un ex agente del gobierno local que tiene datos secretos sobre la localización de cinco paquetes con polvo radiactivo, capaces de aniquilar ciudades enteras como si fuera bombas atómicas sucias (no explotan, matan por contaminación). La condición de Iko es obtener el asilo en EE.UU, y a cambio de eso le dará a los agentes de inteligencia la clave para desencriptar un disco duro donde figuran los lugares donde están los cinco paquetes. El drama es 1) que los seudo Indonesios no quieren dejarlo salir del país y 2) hay un equipo secreto ruso monitoreando todo el operativo de escapatoria. Porque los tipos tienen que recorrer con Uwais las 22 millas infernales del título, que es la distancia entre la embajada americana y el aeropuerto donde, para colmo, el avión para la fuga solo puede estar estacionado no mas de diez minutos. Y el reloj corre… y los ejércitos de sicarios también. Las persecuciones en auto y las balaceras son una delicia, y el director Peter Berg sabe de lo que habla. Apostando a la calificación R (para adultos de 18 años), el tipo no escatima gore, en especial cuando Iko Uwais – tomando nota de sus épocas con Gareth Edwards y la saga de The Raid – bajaba monos a manos limpia y de la peor manera posible. Los operativos estadounidenses están ok, pero Uwais encandila cuando le llega el turno. Lástima que el estúpido de Wahlberg tiene que abrir la bocota para decir una estupidez tras otra. Como película de acción, Milla 22 es mas que potable. La secuencia en donde se refugian en un edificio de departamentos y deben salir a sangre y fuego es muy buena. Si hay peros – aparte de un Wahlberg pasado de rosca – es que Ronda Rousey está de adorno y no muestra sus talentos físicos. Y la otra es que el final anticipa una secuela… la que puede aparecer aún cuando apenas recaudó menos de 70 palos verdes (una miseria!) y solo costó 35. John Wick tuvo un comienzo similar, pero ahí el talento rebosaba por los cuatro costados y se volvió un ítem caliente en los videoclubes. Dudo que Milla 22 se convierta un objeto de culto como John Wick, pero no me desagradaría ver la secuela, al menos para que me termine de cerrar una parte (o toda) la historia.
¿WTF le pasó a Shane Black?. El tipo ha escrito y dirigido cosas potables, excelentes o al menos defendibles; desde el libreto de Iron Man 3 hasta Mr. Kiss Kiss Bang Bang, sin contar la deliciosa The Nice Guys. Pero acá en El Depredador (considerando que Black estuvo en el nacimiento de la franquicia trabajando como actor en el primer filme) mete la pata en casi todo: en la acción, en el tono, en los personajes. La historia es un licuado de cosas que no cuaja, y si la película no es un total bodrio es gracias a un par de actores y un par de escenas decentes. Pero todo es excesivo y fuera de foco, como si fuera una película de Akiva Goldsman, el eterno amante de los clichés y las canchereadas. Yo no entiendo por qué no decidieron seguir con la línea de Predators, la cual era mas que potable. Los ejecutivos de los estudios son idiotas, le habrán notado demasiado sabor vintage – como cuando apareció Superman Returns, cuasi un calco de la original con la misma onda argumental y toda la musiquita, y aun cuando era una película mas que solida, todo el mundo la sintió como un fracaso; después así nos fue y, ya que clamamos un cambio, nos tuvimos que comer los bolazos de Zack Snyder en El Hombre de Acero & Cia, dejando que manoseara toda la mitología del último hijo de Kriptón y reescribiéndola como se le cantó el tuje -, y quisieron un brusco cambio de rumbo. Pero el resultado es espeluznante, casi se codea con Alien vs Depredador 2 en cuanto a cuál es la película mas horrible de la saga. Acá Black mete una tonelada de ideas que, no por originales signifique que sean adecuadas – depredadores en constante mejora genética que se anexan el ADN de sus mejores victimas para ser mejores cazadores (incluyendo ADN humano); dos facciones de depredadores en disputa, una tradicional y reaccionaria que viene a la Tierra a traer una armadura especial para que los humanos combatan de igual a igual con los súper depredadores de 3 metros de altura geneticamente mejorados – y las tira al ruedo con un montón de personajes que van de lo excéntrico a lo decididamente idiota. Hay un francotirador de operaciones encubiertas (Boyd Holbrook) que se topa con el depredador en la selva mientras intenta detener un operativo de un cartel de la droga; el tipo no sólo es un cínico egoísta sino que no le da bolilla a su familia, compuesta por su ex y su hijo autista (y, como está de moda ahora en Hollywood, el autismo es una especie de superpoder que te permite descifrar cualquier enigma del universo). Cuando se enfrenta con el alien, logra arrebatarle un par de cosas y las manda a su casa por FedEx… sin importarle si es radiactivo, peligroso o si incluye una bomba atómica que su pibe pueda activar. El oscuro operativo de una agencia secreta del gobierno (Sterling K. Brown, el único que se relame con su papel y tiene algunas excelentes lineas) quiere meterlo en el manicomio de veteranos para sacárselo de encima, tener las manos libres y rastrear lo que robó. Eso hace que Holbrook termine en un bus lleno de ex-combatientes a los que les falta un tornillo, los cuales terminarán convirtiéndose en un pelotón improvisado que estará a sus ordenes cuando llegue la hora de enfrentarse al súper depredador, el cual viene rastreando las piezas de equipo que el depredador renegado le ha robado. Lo que sigue es una bobada tras otra. No solo estos depredadores son absolutamente ineficientes y torpes a la hora de enfrentarse con los humanos (se dejan balear y ver, van por la fuerza bruta sin usar el arsenal que tienen encima), sino que Black pone una caterva de malos chistes en boca del grupo de lunáticos, los cuales los dicen en los momentos mas inoportunos de la película (los peores ofensores de los sentidos son Keegan Michael-Key y Thomas Jane, el que viene resucitando la carrera como actor de carácter y acá hace de un tipo con síndrome de Tourette, así que no tiene filtros para decir la primera guarrada que se le viene a la mente). Hay perros depredadores que se comportan como pichichos comunes (y te traen una ramita si se las tirás), y hay una científica de adorno, que amenaza con explicar las cosas pero termina siendo una soldado mas del grupo, disparando y diciendo one liners como si fuera Schwarzenegger. Porque quizás el mayor problema de El Depredador sea que hay toneladas de one liners, haciendo que estos tipos se vean como un grupo de cancheros que están todo el tiempo descolgados de la realidad y que dicen chistes aún en la peor de las masacres. Y si a esto le sumas lo caótico que están filmadas las escenas de acción, lo que tenés es una experiencia detestable con algún que otro momento aislado que resulta pasable o inspirado. El Depredador es el filme mas flojo de la serie oficial. Los personajes no convencen a nadie, los duelos son confusos y para nada excitantes, la historia pretende ser un festival de originalidad y termina sobrepasándote por su cantidad de disparates. Considerando lo poco que recaudó – y que Predators hizo mas dinero hace 8 años -, hubiera sido mejor continuar con la idea de Robert Rodriguez que dejar a Black con las manos libres para arruinar todo, y eso que la franquicia tiene un potencial enorme… siempre y cuando se tome en serio a sí misma, cosa que aquí no pasa. El gore y las toneladas de chistes (malos) no hacen necesariamente entretenida a una película y acá tenemos el ejemplo perfecto, en un filme que me resulta difícil de recomendar.
Como odio cuando una gran película pifia el tiro de gracia en los cinco minutos finales. Como en la final de un mundial de futbol, donde el candidato está solo frente al arco, tiene un tiro limpio, uno contiene la respiración para gritar el gol con todos los pulmones… y el flaco la patea afuera. La sensación de frustración te apabulla. Eso es lo que pasa con Hotel Artemis, que arma el tercer acto con el desenlace que todos esperábamos… y después manda al garete la suerte de los personajes. No es redonda, no satisface y eso es algo terrible porque esta troupe de caracteres resulta fascinante. No, no es una versión futurista de un thriller tarantinesco, pero Drew Pearce (con méritos de guionista en Iron Man 3 y Misión Imposible: Nación Secreta) se le acerca bastante. Ciertamente lo primero que uno piensa es que Pearce “copió” (por decir una palabra amable) toda la idea del Hotel Continental de la saga de John Wick: un hotel convertido en zona franca para criminales de todo el mundo y regido por sus propias reglas. El Hotel Artemis, en ese sentido, se parece bastante salvo que, en vez de ser un cuartel que provee de todo a los maleantes alojados (desde armas hasta papeles falsos, amén de un par de noches de sueño en paz, sin riesgo de ser baleado por la competencia), es simplemente un hospital clandestino de alta tecnología exclusivo para criminales. Hay que ser socio y ello implica pagar rigurosamente la cuota mensual, estar registrado, dejar las armas afuera y respetar la regla número uno que es no matar a los otros matones hospedados. Como esto es el futuro, el hospital es operado por una sola persona (Jodie Foster con maquillaje y gestos de anciana), una enfermera cuya vida quedó arruinada por una tragedia personal y que posee como compañía a Everest (Dave Bautista, cada vez mas delicioso como actor) el que hace tanto de auxiliar como de personal de seguridad. En el Artemis confluyen toda una galería de criminales de alta gama y mala suerte: Sterling K. Brown como un ladrón al que le falló el golpe y la policía lo acribilló a tiros; una asesina a sueldo (Sofia Boutella, ya especializada en estos papeles de femme fatale) que tiene una agenda oculta; un traficante de armas bocón y provocador (Charlie Day, la peor elección de todo el casting) y el Rey Lobo (Jeff Goldblum, menos goldblumizado que de costumbre), que es el capo de toda la ciudad y es el que financia al Artemis así que tiene posición de privilegio para obtener un cuarto aunque el cupo esté lleno. El problema es que Brown tiene un tubo con 18 millones de dolares en diamantes que son del Rey Lobo, lo que automáticamente implica su sentencia de muerte. Para colmo la Foster tiene un arrebato de debilidad y decide asistir a una policía mal herida (Jenny Slate), la que era amiga de la infancia de su hijo pero cuya ayuda viola todas las reglas del Artemis habidas y por haber. Salvo Day, el cast es formidable. Como esto es el futuro, hay impresoras 3D que hacen tanto armas como hígados (pregunto: si imprime un arma… ¿también fabrica la pólvora que precisan los cartuchos para ser disparados?), monitores computarizados de alta complejidad y una tonelada de remedios de avanzada como para dopar a una tropilla de elefantes. El drama es que, en este escenario distópico, la ciudad de Los Angeles está bajo estado de sitio ya que la única empresa privada que maneja la provisión de agua potable subió radicalmente los precios y, ante la protesta masiva provocada por la medida, decidió cortar el suministro, generando una revuelta infernal que amenaza con tumbar a toda la ciudad (¿no les suena demasiado real y cercano?; ¿por qué norteamericanos y europeos compran fuentes de agua dulce en distintas partes del planeta incluyendo Argentina?. Ellos saben algo que nosotros no, dice mi conciencia conspirativa). El Artemis está rodeado por manifestantes y fuerzas privadas de choque, y definitivamente no es la noche mas tranquila considerando que dentro del hotel también se están cocinando cosas siniestras. AutosDeCulto, el portal sobre la historia de los autos Estos personajes se sacan chispas, ya sea la Boutella y Brown (que tienen un pasado en común), y Bautista con la Foster, la cual está encerrada desde hace 22 años en el penthouse del hotel y usa a Bautista como su cadete para conseguir provisiones. Para colmo la Foster tiene agorafobia, así que cualquier intento de poner un dedo fuera del edificio la paraliza. La acción es genial, los personajes son inteligentes y cuando aparece Goldblum las cosas se ponen espesas. También es cierto que algunas cosas salen de la nada o están cantadas, pero eso para mi no arruina una buena puesta en escena. El problema es que la batalla campal final está recortada y, cuando el humo se disipa y regresa la paz, el director / guionista Pearce no sabe qué corno hacer con los personajes así que los deja por ahí, sueltos, sin importarle mucho su suerte. Lo cual me parece un cachetazo al espectador, amén de robarle el momento orgásmico que venia esperando. Aun con su desprolijo tercer acto, Hotel Artemis me resulta recomendable y tiene toda la pasta de ser una película de culto en potencia: fue un fracaso en la taquilla, es sofisticada y tiene su cuota de momentos memorables. Habrá que ver lo que dice la gente (no la crítica, que siempre opina cualquier verdura y nunca analiza con ojos de fan) con el paso del tiempo y cuando salga en video. A mi juicio, merece una revaloración mayor que el magro 58% que le dieron en RottenTomatoes. Por ahora, la agendo entre mis peliculas favoritas.
Al mal trago, paso rápido… Uno sabe que una comedia de acción está en problemas cuando las persecuciones te sacan mas sonrisas que todas las monerías que hacen los protagonistas (y que te pretenden vender como comedia). Es lo que ocurre con Mi Ex es un Espía, terrible traducción para El Espía que me Abandonó (literal y que se parece al titulo del filme de Roger Moore de 1977, lástima que hoy nadie se acuerda de un filme de James Bond de hace 40 años). Uno ya sabe que la gracia que tenía Mila Kunis la perdió por el camino hace rato, pero que ni siquiera una fuerza de la naturaleza tan salvaje y graciosa como Kate McKinnon pueda resucitar el muerto muestra la impericia de Susanna Fogel como libretista y directora. Sí, son lo tiempos del girl power y la diversidad en Hollywood – y todo el verso que quieras -, pero precisás un experto en comedias para hacer una de acción que sea cómica, y acá la Fogel no le pega ni en el travesaño. Ciertamente las escenas de acción son impresionantes y es lo que salva a la película de la quema. Justin Theroux – ex mister Anniston – puede ser un serio candidato a 007, aunque un gran director de stunts puede hacer que cualquiera (incluso yo) parezca que pelea brutalmente a lo Jason Bourne. Hay un rubio – Sam Heughan, un escocés que si se pone las pilas puede anotarse en la lista de reemplazos de Daniel Craig en un par de años – que pelea como los dioses, y una villana rusa que asesina de 500 maneras posibles. El drama con esto es que las protagonistas son dos idiotas obsesionadas con sus propias vidas que no terminan por caerle en gracia a nadie de la platea. Están tan absortas en sus propias razonamientos que son ajenas al peligro que les rodea, o razonan pavadas mientras esquivan balazos de pura casualidad. No sólo la historia es previsible, sino que los supuestos gags no terminan por arrancarte ni una sonrisa. Para colmo el libreto insiste en darle cuerda libre a la McKinnon y es mas lo que pifia que lo que acierta en dos toneladas de improvisaciones y sobreactuaciones. Mi Ex es un Espía me hace acordar a la remake de Yo Soy Espía, en donde Betty Thomas no podía ni manejar la acción ni los chistes y arruinaba la resucitación de una venerada serie vintage. La Fogel no es tan inepta – la acción es espectacular – pero las risas brillan por su ausencia.
(Advertencia: esta crítica está plagada de términos gráficos, porque así es la naturaleza del filme reseñado) Graciosa y chocante. Dos calificativos mas que adecuados para The Happytime Murders, la subversiva comedia del hijo de Jim Henson que se atreve a llevar al mundo de marionetas – creado por su padre – al extremo mas adulto que puede permitir el cine mainstream. Porque acá tenemos muñecos masturbándose y eyaculando como si fuera un chorro de crema inagotable; orgías de peluches y encuentros interraciales entre marionetas y humanos (sean del mismo sexo o no). La grosería abunda y, aunque buena parte de los dardos dan en el blanco, otros te resultan shockeantes. La imagen de la vaca siendo masturbada a ocho manos por un pulpo, y la visión de los peluches siendo destrozados a escopetazos tiene un impacto mucho mas fuerte de lo que uno piensa… y eso que hablamos de muñecos imitando el mundo de los adultos. Honestamente me resulta difícil calificar a The Happytime Murders. Acá hay un par de ideas inspiradas – como en ¿Quién Engañó a Roger Rabbit?, figuras de entretenimiento infantil (en el filme de Robert Zemeckis, dibujos animados; acá, marionetas) tienen vida propia, con la diferencia que los de Henson se portan como adultos, están plagados de vicios y conviven con los humanos y, aunque suelen ser estrellas del cine y la televisión, no dejan de ser figuras despreciadas, perseguidas y castigadas, debiendo vivir en guetos o convivir con otras minorías (Phil Philips, el protagonista, tiene su oficina en el Barrio Chino); el subtexto sobre racismo salta a la vista – pero cuando Henson se va a los extremos, no termina de hacerme feliz. Se dispara a lo burdo y chocante, y eso que uno no es un puritano. La historia en sí no es un alarde de originalidad; es otro de esos reciclados de los policiales negros, donde los miembros de un antiguo programa de televisión (que ahora es un gran éxito en la sindicación, años después de ser cancelado) empiezan a ser asesinados uno por uno, y un muñeco ex-policia (devenido detective privado) termina involucrándose accidentalmente en el caso, más cuando su hermano actor termina siendo masacrado en el jacuzzi de su casa destrozado por una jauría de perros. Quizás ése sea un ejemplo bastante claro de los dilemas de The Happytime Murders, el por qué tiene que ser tan explícita en una escena que – en un filme con humanos – debería pertenecer a una película de terror serie Z. Ver al muñeco siendo desmembrado mientras está a los gritos de dolor y horror dista mucho de ser una secuencia graciosa. PortalColectivo, tu guia de colectivos urbanos en internet: recorrido de lineas de Capital Federal, Gran Buenos Aires y principales ciudades del interior de Argentina Es posible que el mayor drama del filme sea que pretende ser subversivo (algo que no me parece mal en absoluto), pero en un vehículo de 40 millones de dólares dotado de estrellas reconocidas y distribuido en el circuito mainstream. Cuando Peter Jackson hizo Meet the Feebles (un filme que tiene muchísimos puntos en común con la cinta de Brian Henson), sabía que era lo suficientemente atroz como para no poder ser exhibida en un cine normal, quedando relegada al circuito grindhouse y el redescubrimiento en los estantes de los videoclubes. Fritz el Gato salió en una época en donde Hollywood coqueteaba con la pornografía, y la idea de hacer una película de dibujos animados con contenido adulto sonaba revolucionaria. Pero Brian Henson no va por el circuito indie, y así es como se topa con la muralla de la crítica conservadora norteamericana, amén del repudio masivo del público. No es que la gente no esté preparada para el filme (estamos en el nuevo milenio, hemos dejado de ser pacatos y hasta la pornografía ha pasado a ser un producto de consumo masivo); es que la película, cuando decide irse de mambo, lo hace mal y de manera tan shockeante que no es para cualquiera. The Happytime Murders es un filme que clama a gritos ser objeto de culto; pero aunque cumpla las condiciones (fue un fracaso de taquilla y tiene una temática tan original como heterodoxa), es demasiado dispar para entrar en la categoría. Muchos chistes calzan (y Melissa McCarthy vuelve a probar que es una actriz incombustible, dotada de una gracia enorme no sólo para sobrevivir esto sino para darle los únicos chispazos de comicidad el filme), pero hay serios problemas de tono en unas cuantas escenas (sobre todo, las de los asesinatos y las de sexo), y la historia no es redonda. No me parece justo que el muñeco detective derrote al villano porque es como si esquivara la deuda karmática que le corresponde. En todo caso es un filme bizarro que con el tiempo encontrará su público… o terminará archivado en el rincón mas oscuro del videoclub cercano a su casa.
[¿Melissa Leo tiene algún tipo de fantasía masoquista?. Porque ésta debe ser la tercera película que veo en donde la c… a palos re-mal…] Cosas buenas y cosas malas se pueden decir de El Justiciero 2, la secuela de la versión para la pantalla grande de The Equalizer – esa serie ochentosa con Alfred Woodward haciendo de espía retirado devenido en justiciero barrial -. La primera es que aprendieron a filmar una película de acción de manera excitante y sin que Denzel Washington se vea como como un geronte gordo y de trasero grande que se mueve a dos por hora. Ahora sus peleas son creíbles y su letalidad es incuestionable. La segunda es que el gore empapa la pantalla, y eso también me pone contento. Pero, por contra el filme es lento como el demonio, con una parva de subtramas innecesarias – el sobreviviente del Holocausto que desea recuperar el cuadro de su hermana; el chico negro que pinta para Denzel pero es tentado por las pandillas -, y se toma su buena hora inicial para llegar al centro de la trama… la cual tampoco se entiende mucho. Esta gente mata para no dejar cabos sueltos. Pero si no hubieran llamado nunca a la Leo, ni ella ni su esposo Bill Pullman ni Denzel serían cabos sueltos. Mal día para tomar decisiones equivocadas y ofender al diablo. En lo personal, aún con sus problemas El Justiciero 2 me resulta mucho mejor película que la primera. Pero ya no se tratan de arreglitos barriales como pasaba en la serie, sino que Robert Mc Call es perseguido por su pasado – como operativo implacable de la CIA, cuya muerte simulada le permitió vivir en secreto todos estos años – y ahora debe enfrentarse con una banda de sicarios enquistados en la agencia. Cuando a la Leo la hacen boleta, Denzel sale de las sombras a convertir el planeta en tierra arrasada y hacer salir a los enemigos de sus madrigueras. Y es astuto, anticipando cada movida de los villanos con ingenio y letales consecuencias. Lamentablemente el otro drama que tiene el filme es su previsibilidad; invocando la Ley de Preservación de Caracteres (y la de Nombres Famosos en el Cast) uno puede saber quién es el villano sin viajar a Bruselas y sin chequear ni una gota de sangre en la escena del crimen. Al menos el final – que tiene mucho de duelo western en un pueblo fantasma, sólo que está ubicado en una isla y en medio de un huracán – engolosina las cosas de gran manera. Denzel se ha rehabilitado para mí como héroe de acción – sí, era bueno en la remake de Los 7 Magnificos, pero acá hablamos de combate cuerpo a cuerpo a lo Jason Bourne -, y The Equalizer 2 me resulta sólida, disfrutable y recomendable… aún cuando la primera hora sea un letargo que sólo te despierta fugazmente cuando Denzel debe rebanar malos tipos en menos de sus cronometrados treinta segundos de combate.
Sutil como un martillo. También es cierto que gran parte del drama por el cual no funciona Megalodón es que existen toneladas de películas idiotas sobre tiburones (salve Steven Spielberg que estás en los cielos…) que los criminales de SyFy y The Asylum se encargaron de vomitar en los últimos años y arruinaron el género. Lo único decente que ha aparecido – desde el estreno de Tiburón en 1975 hasta la fecha – ha sido su segunda parte y The Shallows, que van de potable a lo notable. Pero si metés un tiburón grande como Godzilla en un playito, la sutileza se va al garete, y lo que obtenés es una especie de kaiju eiga – con elenco internacional incluido – armado en USA y listo para seducir al gran público asiático. Para colmo le enchufaron un director super mediocre como Jon Turteltaub (Tesoro Nacional), un tipo que te arma un filme como un videoclip de la MTV – puros cortes rápidos, cero suspenso -, lo cual termina de matar todas las pretensiones posibles de obtener un filme decente. Si hay un factor desquiciante en todo esto, es enterarse de que Megalodón está basada en una novela de éxito (con varias secuelas) que se publicó en 1997. Vale decir, los tipos se apañaron en cocinar esto durante 21 años para terminar arruinándolo. Los personajes son clichés, la mitad del cast es incapaz de actuar, el romance interracial de Jason Stathan y Bingbing Li no se concreta, el suspenso brilla por su ausencia, la gente se sacrifica en las fauces del mega tiburón como si tomaran una aspirina, y los submarinos van a velocidad luz como si fueran X-Wings. Nada de esto se ve realista. Mucho menos cuando cuerean a un bicho y aparece la pareja. Si todo esto se vuelve tolerable es gracias a Rainn Wilson; el tipo, con su habitual cinismo, es por lejos lo mejor del filme. Los mejores latiguillos le pertenecen (¿qué? ¿nadie vió acá “La Semana del Tiburón“?) y hasta le pasan cosas muy graciosas. Si Turteltaub hubiera optado por la vena cómica de Wilson – convirtiendo a esto en una versión gigante de Piraña 3D -, la película hubiera sido muchísimo mas divertida. Pero no, se lo toman todo muy a pecho, matan montones de gente, ves personas llorando, y ves gente intentando mover músculos faciales que le son desconocidos para intentar mostrarse compungidos, lo cual termina dando un resultado patético (sino vean cuando Statham intenta darle las condolencias a Bingbing Li). Es posible que, con el riesgo calculado del box office chino, esta mediocridad se gane el derecho a una secuela; pero lo cierto es que dicha posibilidad no me excita en absoluto. Todo es tan artificial y traído de los pelos que uno termina por soltarle la rienda a mitad de camino. La acción va de elaborada a lo rebuscada, todo va demasiado rápido y el bicho no impresiona. Había que darle espacio a lo Godzilla para que el monstruo se luzca y deje mostrar su enormidad en todo su esplendor… pero acá, cuando amenaza eso, el plano dura menos de dos segundos y la cámara pasa inmediatamente a otra cosa. Un desperdicio de plata y tiempo en algo que podía ser divertido y que solo termina teniendo gusto a comida recalentada.
[Batman y Superman pelean en su propio filme] Batman: ¿Cuál es el nombre de tu madre? Superman: ¡Marta! Batman: [llorando] ¡El de la mía también! [Se abrazan] Batman: Espera… ¿cuál es el nombre de tu padre? Superman (desconcertado): ¿Jonathan? Batman: ¡Mi padre se llamaba Thomas! [Y siguen peleando] Todo empezó con “Ironman apesta”. Claro, la gente se murió de risa por lo inesperado de la referencia – la contraseña maestra de la Baticueva en Lego Batman: La Película -, y pronto la referencias cruzadas – acerca de Marvel en series y películas DC – comenzó a hacerse cada vez mas popular. En el Arrowverse no se cansan de referenciar al Increible Hulk, el Hombre Araña y hasta en la última de Constantine el detective de lo oculto admite que no tiene los mismos superpoderes que Benedict Cumberbatch. Es difícil traducir qué significa esto, si la DC se saca el sombrero frente al arrollador éxito de la Marvel, si es un guiño entre rivales que llevan una relación amistosa, o si están desesperados porque la Marvel le repita la jugada. Al menos en Los Increibles 2 mencionan a cierto billonario de oscura actividad nocturna cuya mansión es arrendada a los Parr. Si uno menciona esto es porque Teen Titans Go! To The Movies está plagada de chistes sobre Marvel, incluyendo hasta un cameo de Stan Lee (!!!). Imitan el viejo logo de los estudios Marvel (cuando pasaban las hojas de las historietas), mencionan a Deadpool e incluso en un momento hablan de robarle catering al set de rodaje de El Hombre Araña… el cual se filmaría en los estudios Warner (!!). Todo esto sirve para mostrar el desenfado que tiene Jóvenes Titanes en Acción!: La Película. En sí, es como una versión animada y apta todo público de Deadpool. El filme no tiene demasiado argumento propio sino que es una catarata de referencias comiqueras, pop y cinematográficas como si la revista MAD hubiera vomitado una parodia de todo el género de superhéroes. Si bien es cierto que a veces hay demasiados chistes (y algunos se notan que los metieron con calzador, esforzándose desesperadamente para que esto se convierta en un filme de culto), uno termina por perdonarle la vida porque la diversión le gana a la coherencia. En un momento Batman y Superman se amigan porque sus respectivas madres se llaman Martha… pero cuando se enteran que el padre de uno es Jonathan y el otro Thomas, vuelven inmediatamente a los bifes. O la idea de Batimovil: la película. O la de Baticinturón: la película. O la idea de Alfred: la película (lo mas espantoso de todo que esto ultimo es que se va a concretar y van a hacer Alfred: la serie). Ciertamente las pocas veces que quise ver la serie de Teen Titans Go! me pareció insufrible y muy pasada de rosca, bien para el público infantil. Pero acá le bajan un cambio y le meten toneladas de referencias pop para deleite de los adultos. ¿Dónde mas veríamos a Nick Cage haciendo el demoradísimo papel de Superman? ¿O a su hijo Kal-El Cage (!!) haciendo de joven Bruce Wayne?. La película es un descrebre completo y uno la disfruta de principio al final, pero le falta sentimiento. Sí, la historia de Robin – eterno sidekick de Batman, nunca con brillo ni película propia – y su amistad con el resto de los titanes está ok, pero la catarata de chistes ahoga las posibilidades de hacer algo mas con estos personajes. Jóvenes Titanes en Acción!: La Película no le llega a los talones de Lego Batman, – donde sí había mucho sentimiento y una historia interesante de fondo (amén de reírse de casi todos los géneros cinematográficos posibles) – sino que se parece a una versión superheroica de Airplane!, donde se mofan de Marvel, las pifias de las películas de Snyder, los clisés del género de superhéroes y hasta del mostacho de Henry Cavill, el cual aparece en algunos posters con el traje de Superman puesto. Oh, sí, esta gente no deja titere con cabeza, incluso cuando es de su propia tropa. Jóvenes Titanes en Acción!: La Película es superrecomendable, pero no esperen mas que una tonelada de chistes nerd con un argumento superliviano. Para los fans es una gozada y para los chicos una fiesta, pero el resto de la gente seguramente la odiará por ser hiperkinética y por tener toneladas de chistes que resultarán cripticos para los que no son entendidos del género.
Como pasó con la saga de Rápido y Furioso, las películas de la franquicia de Misión Imposible se han puesto mejores con cada nueva entrega. Es cierto que Rápido y Furioso es un descerebre brillante, pero las de Misión Imposible muestran un trabajo arduo de producción y una creatividad de alto vuelto tanto en el libreto como en la puesta en escena. Tom Cruise será insufrible como persona, pero es un astro con mayúsculas, el supremo profesional. No sólo ha revitalizado la franquicia sino que la ha llevado mas allá del límite, cada vez mas ingeniosa y excitante, amada por el público y la crítica, y cada vez mas taquillera. Misión Imposible: Fallout es otro capítulo brillante de la saga: hay traiciones, una trama complicada pero entendible, sorpresas por doquier, acción a full y mucha tensión. Quizás la novedad es que esta entrega es algo mas oscura y tiene un poco de menos humor, sirviendo como secuela literal a Rogue Nation – expandiendo el concepto de El Sindicato, esa especie de Spectre creado para la franquicia, y que tiene sus orígenes en la serie televisiva de los 60 – y trayendo su propia caterva de sorpresas. Quizás el mayor problema que tiene Misión Imposible: Fallout es el trailer, el cual fue confeccionado por un enemigo, y revela toneladas de sorpresas que la película tenía reservadas para shockear al espectador. Sí, el malo en este caso es Henry Cavill – el cual se lo nota mucho mas cómodo en el papel de despiadado asesino que como alienígena todopoderoso salvador de la humanidad (y no, no hablamos de Jesús!) -, el cual debe ser la decisión de casting mas dispar de la historia. Poner a esta mole de músculos de casi 1.90 de altura contra el enano de Cruise (el tipo es mas bajo que yo, mide 1.70) suena ridículo, y el director McQuarrie debe hacer todo tipo de trucos y montajes raros para no dejar en evidencia que Superman le saca mas de una cabeza a Tomás Crucero. Eso sin considerar que, como es el villano / traidor / sicario de turno, en algún momento se van a ir a las manos y la diferencia física es tremenda (¿alguien se acuerda de una película de Patrick Swayze llamada El Duro, donde el tipo pelea – al principio del filme -con un par de pueblerinos enormes y ahí vemos que a Swayze lo agarran del cogote y queda flotando con las patitas al aire, dándonos cuenta que es mas chiquito que mi abuelita?). Por suerte McQuarrie hace milagros con la fotografía. La novedad de la entrega es que Ethan Hunt está decidido a no matar inocentes y a no perder miembros leales del equipo, lo cual condiciona de manera crucial cada una de sus decisiones. Prácticamente la misión no existiría si Hunt – en un intercambio clandestino en Berlín, realizado al principio del filme – no hubiera cedido a las demandas de los terroristas, hubiera dejado morir a Ving Rhames y se hubiera escapado con el plutonio que querían los anarquistas para hacer tres bombas atómicas – pequeñas pero lo suficientemente dañinas si son detonadas en el lugar correcto -. Cada vez que los villanos salen con un plan sangriento, Hunt debe ingeniárselas para que no mueran agentes del orden y civiles… aunque ello implique quedar en evidencia con los sicarios y ponerse automáticamente en su mira. Mientras tanto está de regreso Ilsa Faust, la cual es un factor desequilibrante en una misión que ya de por sí es demasiado complicada, ya que la agente británica tiene su propia agenda y va contra los objetivos de Hunt. Ciertamente hay un par de escenas que son previsibles o están sacadas de otras películas – el montaje del falso hospital es algo que vimos en la primera entrega de la saga; el rescate en la caída libre del salto HALO parece copiado de Moonraker -, pero el resto está hecho con mucho nervio y mucha originalidad. El escape de Cruise en moto por las calles de París es genial – y es Cruise en persona manejando -, lo mismo que una persecución por los techos en Londres. Y, lo mejor, son los repentinos cambios de viento en la misión, en donde los amigos pasan a enemigos con un simple chasquido de dedos ante la aparición de pruebas falsas que alteran toda la historia que Hunt pretende vender. Misión Imposible: Fallout es otro hito de la saga. No sé si es la mejor – mi favorita sigue siendo Protocolo Fantasma -, pero entra cómodamente entre las tres candidatas finalistas a mejor entrega de la serie. Quizás es demasiado larga – y por su intensidad, puede ser agotador vivir dos horas y media de correrías sin parar -, pero brilla en todos los aspectos. La franquicia está mas vital que nunca y Cruise es un capo en todo sentido – como estrella y productor -, con lo cual tiene pasta para ser Ethan Hunt todo el tiempo que desee, algo por lo cual estoy agradecido. PD: lo de la secuencia al principio… ¿fue una bomba atómica o un chasquido de los dedos de Thanos?
La plata manda. Por eso es que en Hollywood, cuando una película autoconclusiva recauda bien, se ven obligados a sacar secuelas de la galera. Acá hablamos de Mamma Mia – basada en una obra de teatro que estuvo cocinándose durante años en base a las canciones mas populares del grupo sueco ABBA y que fuera llevada al cine en el 2008 -, a la cual tuvieron que inventarle una continuación directamente escrita para la pantalla grande. Y si bien ABBA es genial, tampoco son Los Beatles que tienen toneladas y toneladas de éxitos: el 95% de lo mas conocido ya los presentaron hace 10 años y ahora lo que le quedan son los “hitos” de segunda clase, con buenas letras pero que son cero pegadizos. Como usar solo ese material seria el beso de la muerte para una producción tan cara y cuidada, es inevitable el reciclado aunque sea en nuevas versiones. El personaje de Meryl Streep no está, se murió, chin pún, pero flota su espíritu en el ambiente. Ahora su hija, Amanda Seyfried, reinaugura el hotel, invita a todos los del primer filme y, mientras tanto, se entera que está embarazada. Curioso paralelo con la historia de su madre, que fundó el hotel (desde las cenizas) cuando la estaba esperando a ella. Lo que sigue es un ida y vuelta entre el presente de la Seyfried y el flashback de la Streep joven, el cual funciona como los dioses gracias a la gracia infinita de Lily James. No se ve como una impostora o imitadora, es directamente otra entidad llena de chispa (junto a los clones jóvenes de Julie Walters y esa fuerza de la naturaleza que es Christine Baranski), y su sonrisa y calidez inundan la pantalla contando cómo conoció a sus tres pretendientes y cómo quedó en la dulce espera mientras se enamoraba para siempre de Grecia. Hay bolazos en los cuales uno es cómplice porque la recompensa es grande, y Mamma Mia 2 es uno de esos casos. ¿Canciones repetidas? Sí. ¿Historias que no cierran mucho?. Desde ya. ¿Alegría en abundancia?. Claro que sí. Como pasaba con las secuelas de Ocean’s Eleven, uno quiere pasar mas tiempo con estos personajes, y hay varios goles de media cancha entre chistes, perfomances, y situaciones a pura emoción. ¿Si vale la pena verla?. Si usted amó la primera, la secuela lo dejará muy satisfecho aun sabiendo que no esta a su altura. Y si usted no quiso saber ni pío de la original… ¿qué hace leyendo éstas lineas?.