Hiperestúpida. Esa es la mejor definición de la atroz opera prima de Dean Devlin, ex socio de fechorías de Roland Emmerich, y un tipo que está convencido que tiene talento. Y mientras que Emmerich es otro criminal suelto en Hollywood, al menos la mitad de las veces se da maña para crear cosas entretenidas o secuencias de acción potables. Pero Devlin es un mono con navaja; es el responsable de las peores líneas de Godzilla 1998, de las bromas fuera de lugar de Dia de la Independencia, de los faraones alienígenas de Stargate… y ahora se ha lanzado a imitar a su par alemán, sólo que con un bodrio que parece una película de Syfy obscenamente sobreproducida. Diálogos idiotas, malas actuaciones, respeto cero por las mas mínimas leyes de la física, y un argumento que amenaza volverse en una inintencional comedia camp pero termina siendo un largo y costosísimo bostezo que insulta la inteligencia de la audiencia cada vez que puede. ¿Se acuerdan de Gravedad (2013) – esa gran película donde Sandra Bullock quedaba atrapada en el espacio y los restos de la explosión de su transbordador circulan de manera imparable alrededor de la estratósfera, amenazando con pulverizarla cada tantos minutos -?. Eso se llama síndrome Kessler y en teoría indica que una explosión en el espacio puede generar tanta metralla autopropulsada que demoraría años en detenerse – haciendo imposible los viajes especiales durante muchas décadas -. Al parecer Devlin no vio Gravedad – ni siquiera leyó el libro gordo de Petete – y le importan tres pitos que la masiva estación espacial internacional explote por los aires o que los millones de restos lanzados como metralla al vacío no pulvericen el resto de la gigantesca red orbital que rodea a la Tierra y que sirve para controlar el clima. Digo: las estupideces científicas abundan y algunas son tan groseras que hasta un lego en Física es capaz de darse cuenta de ello. Toda la masiva red de satélites ha costado una ponchada de billones de dólares – ¿no era mas barato reconvertir las fábricas de todo el mundo en industrias limpias y hacer que todo la gente use coches eléctricos? – y ha sido diseñada por un solo hombre – Butler, pasado de botox, lo que lo hace ver como la versión irlandesa de Popeye -. Aún sabiendo que es un tipo indispensable, al flaco lo ponen a hacer las tareas mas arriesgadas – rescatar pedazos de satélites perdidos, lidiar con saboteadores armados hasta los dientes, esquivar letales brazos mecánicos salidos de control – y a nadie le importa un pepino. Incluso el muy estúpido se le ocurre poner un mecanismo de autodestrucción en la única herramienta que posee la humanidad para evitar que el planeta quede como un pollo rostizado. Y claro, el villano apreta el botón rojo… lo cual suena tremendamente idiota si uno piensa que el malvado no tiene otro planeta a donde escaparse, y que la Tierra va a quedar tan arruinada que aún cuando quede una sola ciudad en pie, la misma va a ser acosada por masivas tormentas fruto de las gigantescas inundaciones y cambios climáticos que los muy imbéciles han desatado sin pensar. La Guerra Fria, la Segunda Guerra Mundial, proyectos faraonicos argentinos... todo eso esta en HistoriaDeCulto, el portal sobre historia argentina y mundial del siglo XX. http://www.historiadeculto.com.ar Como todos los filmes de Devlin, los personajes reaccionan de la manera mas desubicada en las circunstancias mas cruciales (se acuerdan de Matthew Broderick preocupado por la idiota de su novia mientras Godzilla arrasaba medio Manhattan??). Acá el palurdo de turno es Jim Sturgess, el cual se ve como el hijo de Butler (no como su hermano) y se ríe o piensa en echarse un polvo antes de escuchar al pobre científico chino que acaba de decirle que hay una conspiración en ciernes para tomar el control de la red mundial de satélites que manipulan el clima del planeta. Las destrucciones planetarias abundan hasta aburrir, y los villanos son previsibles por una cuestión de ver los nombres importantes del cast que sobreviven a las catástrofes de turno. Oh, si, y el clímax es soberanamente estúpido. Geostorm debe de ser de las peliculas mas espantosas que yo haya visto en toda mi vida. De esos filmes que te indignan y te hacen preguntar en qué cacso estaban pensando los responsables de esto cuando lo escribieron… o quienes fueron los monos con chequera que le dieron la plata para concretarlo. Como decían un crítico de RottenTomatoes, Geostorm hace que Angeles y Demonios parezca una buena película… una comparación atroz que nunca pensé estar vivo para poder confirmarla.
Blade Runner (1982) es una piedra basal de la historia del cine fantástico. Presentó a Phillip K. Dick en sociedad, sentó las bases del cyberpunk, consolidó el estrellato de Ridley Scott y Harrison Ford, popularizó a Vangelis y creó una serie de momentos épicos que quedaron grabados en la memoria de toda una generación. Rutger Hauer destrozando la cabeza de su creador, Harrison Ford matando a Joanna Cassidy a través de una galería de espejos, la demencial Daryl Hannah despachando tipos a diestra y siniestra, y la cautivante imagen de Sean Young como la princesa artificial encerrada en su propio castillo y condenada a un destino perverso que no podía escapar. Fracaso en su momento, sólo el correr de los años (y la popularización del video hogareño) pudo rescatarla del olvido y hacerla acreeedora del puesto de privilegio que merece en la historia del cine. 35 años después nos llega esta secuela. Durante mucho tiempo se barajó la idea y Ridley Scott – que le agarró el viejazo y la desesperación por filmarse todo antes de morir, algo similar a lo que le ocurre a Clint Eastwood y Steven Spielberg en estos últimos tiempos – estuvo a punto de dirigirla. Considerando lo flojo que viene Scott – vean las últimas secuelas de Alien, si no -, lo mejor que pudo haberle pasado al proyecto es que quedara en manos de la nueva esperanza del cine fantástico, el genial Denis Villeneuve. El resultado final es sólido, inteligente, respetuoso y festejable, una secuela súper digna para un clásico inmortal, aunque quizás sea algo larga de más y carezca de esas memorables escenas de acción que Scott tan bien había cocinado en 1982. Acá los replicantes van por su segunda generación. Perfeccionados y humanizados, son completamente civilizados y si hay Blade Runners en este mundo, es para retirar los restos de generaciones viejas, los cuales siguen escondiéndose y fabricando recuerdos con los cuales consolarse. Pero hay un descubrimiento que sacude los cimientos de este mundo: el cadáver de una replicante ha sido hallado y, lo mas inquietante, tiene señales de haber dado a luz (en un parto cruento que terminó por costarle la vida). Y sí: es Rachel (el personaje de Sean Young del filme de 1982), así que el papá de la criatura debe ser Deckard (Harrison Ford). El tema es a dónde fue a parar el pibe, y dónde está Deckard. Y el obsesivo nuevo manufacturador de replicantes – un ultra zen Jared Leto, redimiéndose de su bochornoso Joker en Suicide Squad – está fascinado con la idea de un replicante biológicamente fértil… un especimen que quiere cortarlo en pedacitos y analizarlo en su mesa de quirófano. Blade Runner 2049 es un filme que demanda paciencia. Hay una fotografía excelente y geniales efectos especiales, pero acá la cosa va de thriller conversado, cuando no largos silencios para crear clima. La acción aparece de a ráfagas y está ok – como el duelo final, el cual podría haber estado muchísimo mejor en vez de ser tan mundano -, pero a Villeneuve le interesan las incógnitas y las cuestiones existenciales. ¿Acaso el destino de Ryan Gosling fue pre-trazado para encontrar a Harrison Ford en este momento?. ¿La existencia de un replicante fértil implica la revolución de los seres artificiales y el fin de la humanidad como raza dominante?. Y lo mas importante (alerta spoilers), ¿Es Gosling el hijo de Ford y Sean Young? (fin spoilers). Y mientras que todo es muy correcto e interesante mientras dura, hay cierta sensación de decepción cuando llega el climax. No sólo porque precisaba mas adrenalina sino porque va contra las expectativas. (alerta spoilers) Uno esperaba que Gosling cumpliera con su expectativa y fuera el hijo de Ford, el mesías que traería la revolución a este mundo saturado de replicantes esclavizados y polución ambiental. También esperaba ver a las masas ir con las antorchas hasta los cimientos de la antigua corporación Tyrrell y linchar al personaje de Leto, pero todo queda en un diletante. Está bien, pero me resulta demasiado tranquilo y chato (fin spoilers). Portal Datacraft: codigos postales, telefonos utiles, articulos de interes en tu revista digital Aún con ello, Blade Runner 2049 es una película notable. La gracia está en los detalles – la compañera virtual de Gosling, el abundante uso de hologramas para casi todo, los replicantes entrenados para cazar a otros replicantes, la cultura cosmopolita de este futuro alternativo – y en el gran clima que Villeneuve crea con un enorme talento. Porque si el original trataba sobre la tragedia de los seres artificiales, condenados a una vida tan corta como intensa, aquí el tema pasa por la simulación – virtual, de carne y hueso (como los replicantes) -, reduciendo a sus exponentes a meros objetos de placer / o herramientas de trabajo carentes de derechos. Porque, a final de cuentas, ¿acaso un replicante no es la mera imitación de un ser humano?. Quizás una de las cosas mas intrigantes del filme sea el embarazo de Rachel, el cual probaría (por descarte) que el personaje de Harrison Ford es humano. Recordemos que, varios de los cortes alternativos de la original Blade Runner, se barajaba la idea de que Deckard era un replicante con los recuerdos implantados. Blade Runner 2049 no tendrá la estatura memorable del original, pero es una secuela brillantemente concebida y soberbiamente ejecutada. Recomendadísima para los fans del original, y un nuevo acierto de Villeneuve, cuyos méritos hacen anticipar una futura adaptación de Dune hecha con gran altura.
Ingeniería argentina. Esa falacia tan arraigada en la prensa argenta que, si no hay un criollo involucrado, el 99% de los proyectos exitosos del mundo nunca hubieran despegado. Como ese cohete lanzado por la NASA, diseñado y armado por un equipo de 250.000 tipos… y el cual nunca habría dejado tierra de no ser por el único argento involucrado (que quizás no era siquiera ingeniero sino el tipo que limpìaba los baños). Algo de eso hay en megaéxito de la adaptación 2017 de la novela de Stephen King It. “Andy Muschietti, creador de It, el filme de horror mas taquillero de la historia”. Claro, como si King no hubiera aportado siquiera una coma, o no estuviera un groso como Cary Fukunaga detrás… Hay que decir la verdad, y es que Muschietti es muy bueno asustando. El tiempo dirá si el tipo está a la altura de James Wan, pero lo cierto es que Mamá era muy efectiva e It vale su peso en shocks: nunca ví una película de horror tan cargada de sobresaltos. Que haya recaudado una cantidad obscena de dinero no la hace la mejor pelicula de terror de la historia – ese podio le corresponde a El Exorcista -; el problema es que el villano es esencialmente arbitrario tanto en su naturaleza como en la manera de combatirlo. Era el problema de la miniserie de 1990 y es el problema de la película de ahora; el tema es que la cinta de Muschietti lo camufla tan formidablemente que uno nunca termina de cuestionarse de dónde salió este bicho. It es una película de refrigerador (diría Hitchcock) hecha con gran maestría para tapar sus debilidades de construcción y sus falencias de lógica (como el ridículo detalle de un chico de 10 años obsesionado con los desastres ocurridos en el pueblo en los últimos dos siglos, y que tiene empapelado las paredes de su dormitorio con semejante morbosidad; ¿ningún padre ha pensado que esa no es una afición sana para un pibe tan chico?; claro, como es una construcción del guión para ilustrar la leyenda al público neófito, uno debe tirar la lógica por la ventana y dejarse llevar por el relato). Portal Datacraft: codigos postales, telefonos utiles, articulos de interes en tu revista digital Hay muchos muchos shocks efectivos. Hay muy buenas actuaciones. Hay una gran camaradería, real, palpable, entre los actores infantiles. Bill Skarsgard es sumamente efectivo como el bicho de marras simplemente porque tiene sus momentos simpáticos e inofensivos – se siente como un muchacho grande jugando a ser payaso, y no como un adulto intimidante -. Pero creo que lo mejor de todo es que el horror no se reduce a Pennywise y su doble hilera de dientes. Aquí hay un montón de gente enferma, y un montón de momentos incómodos: desde padres abusadores de sus hijas hasta matones de colegio secundario capaces de cortar a un pibe en pedacitos (u orinarse encima cuando el sicópata del padre los atormenta de la peor manera posible). Sin Pennywise It podría haber funcionado perfectamente como drama (a lo Stand By Me, otro filme basado en un cuento de King construido de manera similar)… y como uno que incomoda al espectador de manera profunda. Como filme basado en un libro de Stephen King, It 2017 debe figurar entre las mejores adaptaciones por lejos. El tema es que éste es el capítulo 1 – autoconclusivo, satisfactorio – y nos queda un capítulo 2 donde todos estos pibes regresarán hechos unos cuarentones y listos para lidiar con Pennywise de una vez por todas. Ojalá Muschietti pueda sortear los problemas de la miniserie de 1990, en donde esa segunda mitad resultaba tremendamente floja. Como sea, It 2017 es un filme de terror hecho y derecho, desbordante de shocks y con un villano para aplaudir. Y sí, quizás no hubiera funcionado si no hubieran puesto un argentino al mando.
Si usted puede ponerse un disfraz y disparar parlamentos ridículos con formidable convicción, entonces usted es un actor de la hostia. Ingresar al género de superhéroes y jugarse el prestigio de su carrera en algo considerado infantil es una apuesta super arriesgada, pero Marvel le ha dado tal solidez a su universo cinemático que – lo que parecía un trabajo de baja calidad y mucho dinero – se ha transformado en oportunidades masivas de acceder al super estrellato. Digo: hoy vemos a muchísima gente tomando roles estelares en dramas de primer orden, cuando su filme previo fue ponerse una capa roja o un disfraz violeta y pelear contra un monstruo hecho por computadora. Del mismo modo, la excelencia del ambiente de trabajo ha dado lugar a combinaciones actorales de gran calidad – así como hemos visto a Mark Ruffalo y Robert Downey Jr en Zodiac, o Jeremy Renner y Amy Adams en Arrival, ahora tenemos a Hawkeye, Scarlett Witch y (como invitado especial) The Punisher en un thriller de altísimo calibre -. Quizás sea la inteligencia de Marvel, que arma opciones contractuales fuera de su universo y le permite a los actores obtener sus proyectos soñados a cambio de interpretar a sus superhéroes. Es una sospecha no confirmada y, viendo el desequilibrio del universo DC, no me extrañaría que no existiera semejante opción del otro lado del mostrador. Wind River es una película exquisita. Por lejos es la mejor perfomance de Jeremy Renner en toda su carrera; Renner – que siempre me pareció algo blando y sin mucho carisma, sólido como secundario pero nunca como protagónico – destila soledad, oscuridad y un tono lacónico que impregna toda su persona. Y la química con Elizabeth Olsen es impecable. No es una química romántica, sino la de socios en la urgencia, en donde el voluntarismo desenfrenado de uno queda compensado con la sobrada experiencia del otro. Sí, es una película de grandes actuaciones, plagada de detalles sutiles. El responsable de esto es Taylor Sheridan, el que ha dado a luz joyas como Sicario y Hell on High Water. A Sheridan le gustan los choques culturales y los parajes desolados, esos en donde las personas se guían por reglas distintas a las del resto de la civilización. La Olsen es la citadina que se ve obligada a meterse en un universo cuyo funcionamiento desconoce: el de las reservas indias y los parajes helados – tan hermosos como letales – en donde el peligro y el silencio pueden desbarrancar la salud mental de cualquiera. Es un paraje salvaje en donde resulta muy fácil morir por un descuido. La Olsen debe llegar al lugar porque allí han encontrado el cuerpo de una muchacha india, congelada hasta la muerte en la nieve de la montaña, seriamente lastimada y con claros signos de violación. Pero la agente del FBI es una burócrata recién salida de la academia y está allí solo para cumplir una formalidad – la de chequear la validez del homicidio para llamar a un equipo de expertos -. Lo que ocurre es que los tiempos no le dan – las tormentas constantes de la montaña están borrando todos los rastros, y se ve obligada a actuar en caliente con el escaso apoyo de las autoridades locales -. El único aliado parece ser el curtido rastreador que interpreta Jeremy Renner, el cual trabaja para la reserva forestal y cuyo trabajo principal es eliminar los depredadores que acosan la zona. Renner es quien ha encontrado el cuerpo de la chica y, lo que es peor, le revive el recuerdo de la muerte de su hija mayor en circunstancias similares. Empardado con el padre de la muchacha india en un pozo común de agonía, le ha jurado encontrar al responsable y hacer justicia… pero esto no es transmitido con un discurso rimbombante lleno de odio y furia, sino con un sutil gesto facial que le corresponde a aquellos que se conocen desde hace siglos y se entienden con la mirada. Y es en esa carga reprimida de dolor y sutil deseo de revancha que Renner hacer maravillas en pantalla. No, no va a encontrar al asesino de su hija – si es que hubo alguno -, pero resolver este caso le ayudará a cerrar muchas heridas (ecos de Tres Carteles Para Un Crimen resuenan en mi cabeza). Si la Olsen es una máquina desbocada de meter la pata con sus presunciones citadinas y razonamientos de laboratorio, Renner es una tromba reprimida que exuda inteligencia por todos sus poros. Es tan emocionante ver cuando el tipo abandona su disfraz de hombre quieto y deja salir su furia, que resulta digno de aplauso. El final es de una genialidad inigualable; Tarantino debe estar rojo de envidia al ver el stand off que Sharidan ha armado – y que lo resuelve de manera admirable -. Wind River es sin lugar a dudas una de las mejores películas del 2017. Tiene suspenso, personajes sensacionales y, cuando explota la acción, es formidable. Pero todo el circo no funcionaría sino fuera por Renner, el cual transmite todos los matices de su complejo interior con una claridad y sutileza que te deja pasmado.
Honestamente, no entiendo a los críticos. Le han perdonado la vida a cada bodrio rampante – desde espantosas aventuras para “jóvenes adultos” hasta las películas de Tyler Perry -, pero no pueden soportar una rutinaria comedia de acción bien hecha. Le han caído a palos a The Hitman’s Bodyguard sin detenerse a pensar si es un espectáculo sólido – el cual es, y en donde el público le ha dado su bendición con el Top 1 en el box office durante dos fines de semana seguidos… aunque, si bien es cierto, fueron los fines de semana mas flojos en recaudación de los últimos años -. Tendrá sus desprolijidades pero, que uno se divierte con Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds, es sin dudas innegable. Para los fans de Deadpool The Hitman’s Bodyguard es una excelente pieza de compañía. Claro, Reynolds acá la juega de tipo serio y es Sam Jackson el que pierde los cabales, puteando a 10.000 por hora como solo él puede hacer – ha convertido su motherf… en una marca registrada -. Hay situaciones bizarras, mucha acción filmada como los dioses – algo sorprendente pensando que ésta es una comedia de acción, en donde el hincapié está puesto en los chistes -, y un grupo de actores con una química impecable. Reynolds y Jackson se sacan chispas y funcionan de maravillas. Y sí, es probable que haya una secuela y yo estoy dispuesto a comprar desde ahora el ticket para verla. En sí The Hitman’s Bodyguard es una versión hipercafeinada de Midnight Run – aquella deliciosa comedia de acción de 1988 donde Robert De Niro debía llevar a un sufrido Charles Grodin para que atestiguara frente a sus antiguos jefes de la mafia -, sólo que aquí los roles están cambiados. El testigo es mas malo que la peste y el custodio, si bien es letal, no deja de ser un ingenuo lleno de mañas. Claro, el tipo era un guardaespaldas top hasta que le mataron a un cliente VIP, toda la comunidad dejó de creer en su eficiencia y, desde entonces, rasca las monedas del tarro, pasando de un Jaguar último modelo a manejar un Ford C-Max y llevando impresentables contadores cocainómanos ante las fuerzas policiales. Para colmo el flaco tiene su corazoncito puesto en una dura agente de Interpol – Elodie Yung, probando suerte en la gran pantalla luego de su gran debut en la segunda temporada del Daredevil de Netflix -, el cual lo trata para el c… pero él la sigue amando igual. Reynolds no es el único con mal de amores; Jackson se desvive por una latina con mal genio tan letal como él (Salma Hayek, robándole cámara a Jackson a la hora de putear a 10.000 por hora en tres lenguas diferentes), la cual está en la cárcel… aunque quizás por no mucho tiempo. The Hitman’s Bodyguard está plagada de momentos deliciosos fruto del roce de Reynolds y Jackson. Y, si hay algo que no funciona, es el personaje de Gary Oldman, el que parece pertenecer a otra película mucho mas seria. Ok, en una comedia como éstas hay que demostrar que el malo es malo y liquida gente – recuerden sino Arma Mortal 2 -, pero acá el dictador bielorruso de Oldman cae en un par de momentos de mal gusto, sea matando la familia de un tipo delante suyo – aunque las muertes ocurren fuera de cámara -, ordenando genocidios, enterrando cuerpos en fosas comunes o torturando al vendido Joaquim De Almeida de la peor manera posible. No importa la lógica de los hechos; The Hitman’s Bodyguard no está pensada para ser realista sino para ser una gozada hasta que termine. Claro, es un formato viejo de comedia de acción – que estuvo tan de moda en los 80 y los 90 – pero, para mí, sigue siendo deliciosamente efectivo. Jackson, Reynolds y sobre todo Hayek roban escenas como los dioses, y se sacan chispas en una comedia efectiva e inspirada, la que podrá seguir caminos trillados pero nunca deja de entretener.
Después del suceso inesperado de John Wick (2014) sus responsables – David Leitch y Chad Stahelski – decidieron tomar rumbos separados. Stahelski se quedó con la saga de Keanu Reeves y produjo la muy respetable John Wick 2 (2017), mientras que Leitch se quedó con este proyecto personal de Charlize Theron y la muy esperada secuela Deadpool 2. Y, como dijera en su momento, el talento de la franquicia de John Wick se fue de la mano de Leitch. Porque Stahelski será muy bueno editando, pero Leitch tiene un talento ilimitado en lo visual y en Atomic Blonde lo demuestra de sobra. Atomic Blonde no deja de ser un regurgitado de las viejas novelas de espionaje de John LeCarré y Len Deighton con dobles y triples traiciones, una KGB implacable, y fugas clandestinas a la luz de la luna sobre el filo del muro de Berlín (la trama figura en 1989); pero la parafernalia visual del director la vuelve compulsivamente mirable, y la Theron se entrega en pleno al papel. Ver a una rubia escultural ser masacrada a golpes mientras mata a toneladas de sicarios a mano limpia – y se la pasa tirando monos por la escalera en una secuencia digna de The Raid – resulta algo digno de una ovación masiva de pie. Sobre el final de la Guerra Fría la agente británica Lorraine Broughton (Theron) recibe la misión de ir a Berlín y recuperar un microfilm robado que contiene una lista masiva de agentes encubiertos diseminados por toda Europa… ya sean occidentales o soviéticos. El problema es que el mensajero fue asesinado y, para colmo, era un ex amante de la Theron, así que el operativo viene teñido de venganza. El problema es que la fachada de la Theron queda al descubierto desde el vamos, y soviéticos, franceses y americanos la empiezan a seguir para ver si ellos dan primero con el paradero de la lista. Para colmo su contacto en Berlín (un James MacAvoy sacadísimo, sobreactuando de manera gloriosa) no es el mejor apoyo del mundo; el tipo parece tener su propia agenda y la Theron es un estorbo en sus planes, así que no le importa un pepino si una bala de la KGB o de la CIA la liquida antes de cumplir con su objetivo. Por si fuera poco, hay un defector (un sufrido Eddie Marsan) que es el responsable de haber manufacturado la lista y la ha memorizado, así que hay dos cabos sueltos y la rubia deberá intentar obtener uno u otro antes que la oposición los aniquile o los venda al mejor postor. La gracia del postre es la Theron, que a la hora de destilar maldad es mandada a hacer. Los mejores héroes de acción que ha dado el cine son aquellos que tienen mirada de loco y la sudafricana es brillante en tal aspecto, mas cuando empieza a patear (y partir) cráneos. Toda la orgía sangrienta que impactaba en la primera John Wick está presente de regreso aquí, con la diferencia de que la Theron es mucho mas salvaje que Keanu Reeves: le puede sacar un ojo a un tipo con su zapato de taco aguja, o puede perforar 20 veces a un sicario con un destornillador, o fulminar a 10 flacos con una pistola sin balas. A lo John McClane la Theron queda destruidísima… pero como el conejito Duracell anda, anda y anda… y mata, mata y mata. Las coreografías de David Leitch son gloriosas. Encuadres novedosos, la formidable pelea en la escalera que parece una secuencia única (y en donde la Theron va limpiando de sicarios un edificio, piso por piso), las persecuciones de todo tipo y color. Si la trama es rutinaria al menos se permite un par de sorpresas y está sustentada por un excelente cast. Y si la Theron es excelente – es una mezcla de John Wick, James Bond, Jason Bourne y Furiosa, metido en un solo licuado -, el otro que roba pantalla es MacAvoy. Qué grande que es el escocés cuando se pasa de rosca. Oh, sí, la Theron patea en todas las canchas y se enrosca con Sofia Boutella en una escena de cama super explícita. Como Bond, la Boutella es una “Theron girl”, la chica de turno que sucumbe a los encantos del héroe (o, este caso, la heroína). Pero, en sí, es una subtrama que olímpicamente podría haberse omitido. Me da la impresión de que los productores de turno (en todos lados; ocurre en Hollywood, ocurre acá en la Argentina con las tiras nacionales) meten lesbianas en sus tramas a gusto y piacere sabiendo que eso sirve de enganche para el público masculino; un par de chichis dándose unos piquitos con algún que otro manotazo y los varones de la platea aplaudiendo (o prestándose a ver cualquier bodrio esperando a la secuencia de las nenas de turno besándose). No deja de ser un truco exploitation vilmente comercial; no es una situación natural dada por el libreto, o algo surgido de un drama existencial, sino metido con calzador para que el trailer provoque una sobredosis de baba en la audiencia masculina. Pero aún con esos condimentos innecesarios Atomic Blonde sigue siendo una gozada de punta a punta. Tiene acción, suspenso, sangre a rolete, y mucho humor negro provisto por Mr. MacAvoy en todo su esplendor. Si el talento de Leitch sigue así no sólo espero con ansia Deadpool 2 sino que me encantaría ver una secuela de Atómica, con la Theron destilando sensualidad y salvajismo en toda su furia y como sólo Leitch puede filmar.
Stephen King: vendedor serial de pescado podrido. El tipo vende libros del tamaño de un bloque de cemento por millones, pero hace décadas que no escribe algo decente. Sus primeros libros eran excitantes – Carrie, It, el cuento La Niebla, Salem’s Lot – pero, pasada su época de oro, comenzó a reciclarse de manera salvaje, extensa y cada vez mas aburrida. Y cuando King se mete a hacer ciencia ficción, Dios me libre y me guarde. ¿Se acuerdan de esa estupidez monumental que era The Running Man – un reciclado de La Décima Victima con muchísimo menos talento y efectos especiales baratos – ? . Ahora es el turno de The Dark Tower, una saga que ha disparado una tonelada de libros escritos a lo largo de 20 años y que los fans del autor han pujado a gritos para que llegue a adaptarse a la pantalla grande. Pero si La Torre Oscura se trata de esto… por Dios, qué licuado de sanata. King ha afanado ideas a medio mundo – desde La Tierra Media de El Señor de los Anillos a el pistolero sin nombre de La Trilogía del Dolar de Sergio Leone – pero nada de esto pega con moco. El gran drama con The Dark Tower es que nunca se siente como un universo creíble: la gente vive en condiciones paupérrimas pero tiene fuentes de energía y tecnología futurista, el pistolero es un justiciero capaz de hacer proezas ridículas pero no sabemos si tiene algún super poder (¿por qué diantres el villano no lo revienta de una buena vez?), el tipo usa armas del lejano oeste pero forjadas con el acero de la espada Excalibur (la espada mágica del Rey Arturo!), hay una torre arbitrariamente ubicada en medio de esta Tierra Media trucha, en donde divide el bien y el mal y la cual sólo puede ser destruida con la energía que poseen los niños… demasiada estupidez metida en una sola bolsa. Cuando Tolkien escribió el universo de la Tierra Media lo pobló de criaturas coherentes basadas en leyendas y figuras mágicas, y pintó a las figuras malignas de manera realmente sencilla: querían el anillo para doblegar a todos los seres vivos. Acá el Hombre de Negro (que ridículamente se llama Walter; ¿en serio?) quiere matar a todo lo que respira para atraer demonios de otra dimensión, a los cuales regiría. ¿Cómo está tan seguro de que dominaría unos bichos que nunca vió?. ¿Si el tipo tiene tanto poder, no sería mucho mas feliz esclavizando a los pobres diablos que sobreviven en un mundo devastado y casi sin recursos?. Si el filme se salva de la muerte por lapidación es porque Idris Elba y Matthew McConaughey hacen maravillas con sus personajes, y los momentos de acción son bastante decentes. Idris Elba es tan badass que es estratosféricamente ridículo y, aún así, completamente festejable: recarga viejas Colt tirando los cargadores al aire o rotándolas sobre su cinturón cargado de balas; le pega al ojo de una hormiga a 500 metros y hasta puede hacer carambolas con las balas. Mientras McConaughey rebosa tanta clase como veneno, y es un villano de primera línea; es una lástima que estos dos personajes tan apasionantes queden enroscados en una historia estúpida, llena de supuestos y clisés del chosen uán que te terminan pudriendo. Hubiera sido mucho mas interesante volar la historia del pibe, y reducir todo a un enfrentamiento entre el pistolero y el hombre de negro. La Torre Oscura zafa como entretenimiento pochoclero porque los actores principales rebosan carisma y dicen con pasión los chirriantes diálogos que King les ha escrito; pero no es una buena película, ni siquiera una que te entusiasme como para clamar por una secuela. King podrá ser un gran narrador en el papel pero, cuando resumís sus historias en 10 lineas, te das cuenta que se tratan de disparates sin pies ni cabeza y ello queda en evidencia en La Torre Oscura, la cual no entusiasma ni a fans ni a neófitos de la obra de King.
Los rusos ganaron la Segunda Guerra Mundial (al menos en Europa). Los libros de historia se empeñarán en vender otra cosa, mas equilibrada y pluralista, con el tema de una alianza multinacional que atacó a la Alemania Nazi desde tres frentes – el occidental, abierto luego del Dia D; el de la “panza de la bestia” en Italia y los Alpes y que golpeaba a los germanos desde el Sur; y el masivo frente ruso donde los soviéticos aplastaban casi sin resistencia a los alemanes hasta llegar a Berlín en Abril de 1945 -, pero sólo los soviéticos pudieron levantarse solitos de las cenizas, frenar a los nazis a las puertas de su capital, modernizar en secreto su ejército y reconstruirlo de manera masiva, y crear la fuerza armada mas moderna y letal de la época – superando incluso a la maquinaria de guerra germana que se consideraba de avanzada -. Si la victoria rusa fue empañada por algo, sin dudas fue por el salvajismo del contraataque, la sed de sangre que llevó a los soviéticos a masacrar poblaciones civiles germanas casi con la misma saña que los alemanes habían aplicado apenas un puñado de años antes. Violaciones, ejecuciones, el abandono a su suerte de las milicias nacionales (como el ejército polaco) para luego invadir y construir los que sería el bloque de naciones del Pacto de Varsovia. Oh, sí, los rusos se quedaron con todo, con todo aquello que Hitler deseaba y construyeron un poder tan formidable que hubiera puesto rojo de envidia al mismo führer. Y mientras los rusos aplastaban cabezas nazis en el este, en occidente la cosa iba de sangre y sacrificio, en donde cada kilómetro debía ser conquistado a fuerza del despliegue de cientos de miles de hombres débilmente armados en un campo minado hasta el último centímetro. Es por ello que el Dia D podrá haber presentado a Winston Churchill como uno de los padres de la victoria, pero lo cierto es que el primer ministro inglés estaba aterrado hasta los huesos. El desembarco masivo en Normandía le traía las pesadillas de la derrota en Dunkirk – sufrida por los ingleses tan solo 4 años antes – y la cual no terminó en una masacre gigantesca simplemente porque el destino no lo quiso. Dunkirk es la crónica de dicha derrota. Cuando los ingleses estaban solos – junto con los franceses – enfrentando al ejército mas moderno y mortífero del mundo, y decidieron hacer un acto solidario de valentía mandando a casi medio millón de soldados al continente… sólo para que fueran perseguidos y tiroteados hasta esta desolada playa en el norte de Francia. Un suplicio que duró casi diez días en donde 400.000 ingleses debieron agolparse en la arena, esperando una masiva flota de evacuación que nunca llegaba y donde la amenaza de irrupción del ejército nazi (y el seguro exterminio) parecía tan inminente como inevitable. Para ilustrar la historia el meister Christopher Nolan decide usar tres hilos narrativos: el de un adinerado (Mark Rylance) que toma su yate y sale a buscar por su cuenta soldados en la playa francesa; el de un temerario piloto (Tom Hardy) que debe proteger a toda costa la evacuación (aún cuando ello pueda costarle la vida); y el de un recluta (Fionn Whitehead), que intenta por todos los medios subirse / colarse a un barco para abandonar el infierno al cual está condenado. El problema es que estas historias utilizan un ritmo cronológico diferente, el cual es un recurso narrativo discutible y distrayente. Por ejemplo, la historia de Whitehead es la mas larga, porque el pibe hace una semana que está varado en la playa; lo de Rylance dura una hora y lo de Hardy transcurre a lo largo de un día… y los tres hilos no van siempre ordenados. Si bien Nolan pone unos carteles al principio del filme, uno no se percata del despiole cronológico hasta 45 minutos después de iniciada la cinta, en donde nos topamos con Cillian Murphy, un inglés flotando en el mar que es recogido por Rylance… y que cinco minutos después aparece en la playa de Dunkirk, seco, y cruzándose con la historia de Whitehead. O los combates de Hardy, cuyos episodios aparecen en las otras dos historias pero completamente fuera de orden. Es mareante ver como la historia avanza y retrocede, y regresa a donde estaba antes sin dar explicaciones; y si bien esto es usado por Nolan para sincronizar los momentos mas emocionantes en el final – el rescate de Rylance; el último combate de Hardy; el acercamiento de Whitehead al último buque de rescate -, no deja de ser cuestionable. No sé si era tan imposible hacer una narración lineal sobresaliente sin caer en estas excentricidades que solo afectan la efectividad de la obra. Ciertamente no es la típica película de guerra. No esperen ver a Tom Hanks o Tom Cruise haciendo proezas, cruzando con una sonrisa el fuego de las lineas enemigas o matando a mil nazis con una bala. Es un drama de sobrevivencia que a veces va bastante lento, y que sólo se activa cuando el enemigo (silencioso, invisible, anónimo) revienta buques y muelles con una facilidad pasmosa. La gente desesperada abandonando los naufragios como ratas, el esfuerzo de maquinas y pilotos al límite, el estar congelados en un purgatorio esperando una muerte segura (y recibiendo artillería y balazos en los momentos menos esperados), y las reacciones bizarras que produce la guerra en las mentes mas estables. Todo esto se matiza con los formidables combates aéreos de Tom Hardy, filmados como los dioses, pero es mas un compilado de viñetas de la guerra que una historia formal habitada por personajes tridimensionales. Hasta los créditos finales no sabremos los nombres de estos personajes, ni tampoco conoceremos sus antecedentes o su personalidad. Sólo los veremos reaccionar ante el peligro, la muerte y la violencia, un detalle que le da inmediatez y veracidad pero también crea distancia emocional entre estos individuos y el público. Dunkirk es un buen filme de guerra, pero me hubiera gustado una estructura narrativa mas tradicional. Nolan innova, emociona, es un maestro a la hora de conmover al espectador, pero también lo confunde contando la historia de manera nada ortodoxa. En todo caso es un filme que rompe el molde y obtiene la mayoría de sus objetivos, lástima que sus métodos le impiden alcanzar el éxito absoluto, al menos desde mi punto de vista.
En los papeles Spiderman: De Regreso a Casa es una fantástica película pochoclera. Está llena de acción y humor, hay un excelente protagonista - quizás el mejor actor que se haya calzado el traje de Arañita - y un gran villano, y no hay ni un momento aburrido en todo el filme. Sin embargo hay algo que se ha perdido en todo este despliegue, y quizás sea el corazón. Por mas brillante que sea la puesta en escena Spiderman: Homecoming no logra eclipsar a Spiderman 2 - la cual considero que es una de las mejores películas de superhéroes de la historia -. Desde ya, es mucho mejor que las últimas tres películas del Hombre Araña, pero no logra sintonizar lo que hacía memorable a los dos primeros filmes de Sam Raimi, ya sea la genial partitura de Danny Elfman, el melodrama amoroso de Peter Parker con Mary Jane, la gloriosa dualidad entre el bien y el mal del Doctor Octopus, las batallas campales en las alturas, el sentido épico que Raimi le daba al personaje - ¿se acuerdan de cuando los ciudadanos neoyorkinos defendían a Spidey del Doctor Octopus en aquella memorable escena del tren? -, y ese tono dramático de que "con un gran poder viene una gran responsabilidad". Quizás todo esto lo encontremos en la secuela planeada para el 2019, en donde los responsables de esto hayan perdido los nervios del debut y estén dispuestos a expandir su visión del personaje con mas calma y profundidad... el punto justo de maduración que el público y los fans del superhéroe están esperando. Honestamente los filmes protagonizados por Andrew Garfield nunca me parecieron malos, aunque sí dispares. Muchas buenas ideas unidas con un grado de cohesión discutible. Aún con ello cada entrega del segundo reboot del enmascarado recaudó la nada despreciable cantidad de 700 millones de verdes en taquilla, lo cual está lejos de ser considerado un fracaso. El por qué abortaron la saga a mitad de camino es un misterio, aunque asumo que la Marvel le debe haber metido una presión infernal a la Sony como para que le cediera la tutela compartida del personaje y el control creativo de la franquicia. Después de todo los derechos de Arañita fueron cedidos antes que el MCU existiera y, en vista del rotundo éxito que tuvieron los filmes manufacturados directamente por Marvel a partir del 2008, es obvio que les debe haber parecido un sacrilegio que debían enmendar de manera urgente - algo similar hubiera pasado si la DC / Warner hubiera franquiciado a Superman o Batman a otro estudio, y hubieran estado llorando esa decisión desde el mismo momento en que la tomaron -. El primer problema que tiene Spiderman: Homecoming es la desesperada urgencia de demostrar el ADN oficial del MCU. Entiéndanme: nunca me pareció demasiado lógico que un adolescente de clase media, genio en química y tecnología, fuera un sastre maestro capaz de hacer un disfraz sofisticado. El que Tony Stark provea el traje oficial a Arañita me parece una decisión mucho mas coherente... aunque el problema de esto es que el disfraz viene infestado de tecnología - drones espía con forma de araña, computadora a bordo con inteligencia artificial, GPS y conexión a la base de datos de los Vengadores; tejido inteligente que puede iluminarse, calefaccionar al huésped, activar paracaídas y opciones de vuelo, etc -, lo que convierte a Peter Parker en una especie de Ironman adolescente. No solo hay demasiados gadgets que distraen la atención sobre el personaje, sino que aniquila la capacidad como detective del superhéroe, esa sensación de estar batallando en soledad contra adultos mas poderosos y con una capacidad tecnológica ampliamente superior. El Hombre Araña de los comics era un superhéroe artesanal que enmendaba con aguja e hilo sus trajes, no un Robocop volador avalado por una tonelada de tecnología. Por otra parte, si bien los contrapuntos de Peter con Happy Hogan y Tony Stark son deliciosos, por el otro lado resultan asfixiantes: pareciera que el personaje es incapaz de tener vuelo propio y debe pasarse reportando a base cada vez que rescata a un gato atrapado en un árbol. Por si esto no fuera suficiente, el otro problema inicial que tiene el filme es un exceso de nerviosismo, la desesperada necesidad de agradar a propios y extraños con toneladas de humor, acción y fan service. Peter habla demasiado, le proveyeron un amigote que es demasiado charlatán, hay demasiado drama de escuela secundaria, el tema musical del cartoon de 1968 flota por ahí para demostrar que son respetuosos del personaje... hay un desborde de cosas cool que termina aplastando al caracter. En cambio, del pasado de Peter no sabemos nada; las escenas con tía May son escasas, no hay referencias a tío Ben o al drama de la ausencia de sus padres. Ok, Marisa Tomei es demasiado hot para ser tía May - para colmo aparece en top en dos o tres escenas - pero, por otro lado, es mucho mas lógico que la cuñada de tu padre sea una mujer de 40 o 50 y tantos que una geronte que bordea los 70. Si tenés 14 años, ¿a qué edad te tuvo tu madre? ¿A los 55 como para tener una cuñada de la misma edad?. Por suerte todos estos dramas del debut desaparecen en el segundo acto, que es cuando Happy Hogan y Tony Stark hacen mutis por el foro y Peter gana oxígeno como personaje y como superhéroe. Y es donde las cosas se ponen realmente interesantes. Primero, porque podemos conocer mejor al villano. Para mí Michael Keaton siempre ha hecho de Michael Keaton - un tipo acelerado que piensa a mil por hora y es capaz de disparar chistes y frases cínicas con la misma velocidad -, pero acá está realmente muy bien. Su Adrian Toomes tiene muchas facetas, y es una lástima que el libreto decida darle mas bola al teledrama de Peter / Tony Stark que a profundizar la dualidad del villano, un tipo de clase obrera endeudado hasta el cuello que decide hacer fortuna robando tecnología alienígena - recuperada de los restos de la batalla de Nueva York luego del climax de Los Vengadores - y que es un ejemplar padre de familia. El cómo este laburante se volvió un tipo capaz de matar sin miramientos es un misterio que el libreto decide omitir, haciendo trampa al meter un lapsus de 8 años entre el origen y el actual estado criminal de Toomes. Por otra parte, el guión tampoco explica cómo este tipo - rodeado de obreros - ha logrado montar una sofisticada fábrica de armas ilegales de última tecnología, o cómo nadie se ha enterado de que hay armas Chitauri circulando en la calle en las manos de los criminales mas peligrosos. De todos modos ver a Keaton y su banda en acción es notable, y más cuando el ex-Batman decide mostrar su lado tierno... en una escena que es tan sorprendente como shockeante (y que debe ser una de las mejores del filme). Ahora Spidey ha ganado un amigote de viaje, un pibe que - en un principio - amenaza con ser el Jar Jar Binks del universo Marvel hasta que el libreto decide sacarle la cafeína y convertirlo en alguien mas moderado y útil. Jacob Batalon logra ganar sus pies en el segundo acto, y hace de uan especie de Q con acné, proveyendo algunos de los momentos mas graciosos de la pelicula (es el único que sabe que Peter es el Hombre Araña) pero su debut en la cinta resulta molesto. Es el problema con los personajes charlatanes, que revelan demasiado y distraen la atención del público si no están hechos con cierta altura. Como corresponde a un filme de la factoría Marvel / Disney, ahora tenemos un elenco multirracial. Hay arabes, hindúes, morenos, afro americanos - una deliciosa Zendaya en un rol menor que se roba todas sus escenas y que parece la versión morena de Ally Sheedy de The Breakfast Club -, todos en roles potables. El interés amoroso de Peter no es Mary Jane - todavía no entró a cuadro.. bah, no sabemos (!) - sino una morena re-alta que lo vuelve loco en la secundaria. Mas allá de sus proezas Peter no deja de ser un adolescente dominado por las hormonas, con lo cual él y su obeso amigo se la pasan metiendo la pata a la hora de querer acercarse a sus pares del sexo opuesto; pero el deber manda, lo cual termina arruinando las citas del sufrido Arañita, en donde apresar villanos es mas imperioso que aprovechar la oportunidad de dar su primer beso. Un detalle curioso es que esta versión de Peter Parker no está tan fogueada como la de las entregas anteriores. El tipo aún no se acostumbró a las alturas y, a la hora de quedar sepultado bajo toneladas de escombros, le agarra claustrofobia. También es un Spiderman mas sufrido, ya que no todos los barrios que debe atravesar (para perseguir a los villanos) tienen los imprescindibles rascacielos que necesita para columpiarse. Verlo perseguir a una camioneta por una zona de chalets es hilarante ya que debe saltar de techo en techo, volar sobre piscinas y alambradas, comerse postes de luz y esquivar perros mientas hace la persecución prácticamente a pie. Oh, sí, este Hombre Araña es diferente a todo lo antes visto. Si Spiderman: Homecoming funciona de maravillas, en gran parte es gracias a la espléndida perfomance de Tom Holland como protagonista. El flaco tiene un rango enorme y, en los momentos serios, el tipo demuestra tener un palpable lado oscuro - honestamente, no me extrañaría verlo como James Bond de acá a 15 / 20 años -. Es un delicioso nerd histérico e inseguro pero también destila un carisma formidable a la hora de lucirse como superhéroe. Por lejos es el mejor actor que se ha calzado el traje, y anticipa un futuro genial para el personaje. Si Spiderman: Homecoming no es el mejor filme sobre el Hombre Araña, al menos se acerca mucho al primer puesto en el podio. Lo que precisa Spidey es soledad para poder desarrollar sus propios dramas y su mitología. Es posible que el personaje de Zendaya sea la versión morena de Mary Jane, pero resulta imposible anticiparlo en este momento. Precisamos mas de tia May - de su tutela para cómo acercarse a las chicas, de su conflicto con el triste pasado que lo ha unido con Peter -, y menos de gadgets, Vengadores y amenazas siderales. Y si Michael Keaton regresa a la palestra, pagaría con gusto para verlo. Aún con sus deslices y su entusiasmo excesivo Spiderman: Homecoming divierte a lo grande, y promete un futuro venturoso para el personaje... el cual puede ser épico si está desarrollado con la madurez que promete.
Piña, patada, emoción, sonrisas. Una protagonista que rebosa de personalidad e ideales. Qué glorioso toparse con un comic filmado como corresponde. Es posible que Mujer Maravilla no esté a la estatura del Superman de Richard Donner o de los filmes de Batman de Christopher Nolan & Tim Burton pero, rayos, es por lejos lo mejor que ha ofrecido la DC en muchísimo tiempo. La gracia del filme reside en las mujeres responsables del mismo. Gal Gadot, bella, carismática y rabiosa; Patty Jenkins, directora de talento olvidada por Hollywood y rescatada en el momento justo. Claro, hoy todos alaban a la Jenkins - la gran salvadora del Universo Cinemático DC en el momento en que se asomaba al abismo -, pero nadie se acuerda que, hasta hace dos días, no le ofrecía trabajo ni el loro. La Jenkins tuvo que remar durante 14 años - luego de su sensacional Monster (2003) - para que alguien le diera la oportunidad de rodar otra película. En el medio, claro, tuvo que comer y pagar el alquiler, y una cineasta de su calibre terminó condenada a rodar toneladas de enlatados televisivos para ganarse el sustento. Una prueba cabal, escalofriante e indignante, de la mentalidad machista imperante en las altas cúpulas de los estudios de Hollywood. Pero Wonder Woman es su regreso con toda la furia y, salvo una injusticia monumental, es imprescindible que la Jenkins regrese a las grandes ligas. Sorteándose toda la oscuridad de Burton y Nolan (y el fallido dramatismo de Snyder), la Jenkins ha regresado a la fuente primigenia que es el Superman de Richard Donner de 1978. ¿Por qué admiramos a un héroe?. He aquí la respuesta, simple e inteligente: porque es interesante, idealista, carismático y defiende al débil aún cuando tenga todas las bazas en su contra. Diana de Themyscira es una defensora a ultranza de la paz y de la vida humana, una extranjera que ve con curiosidad y humor las costumbres humanas, y que no duda en saltar frente a las balas a la hora de defender a un inocente. Y cuando semejante personaje entra en acción - ya convertida en una fuerza de la naturaleza, imparable, decidida -, resulta épico. La sensacional escena en donde la Gadot se cansa de la guerra de trincheras - la cual ha llevado la muerte y la inanición a los refugiados que están en su territorio - y salta a la "tierra de nadie" para pulverizar las lineas germanas es sencillamente gloriosa. Es la simpleza del razonamiento lineal: si los heridos están aquí y la comida y las medicinas están allá, ¿por qué no sacar los obstáculos - léase, miles de soldados germanos - y tomarlos directamente?. No es efectismo hueco sino heroísmo admirable al mejor estilo Christopher Reeve, con la diferencia de que la Gadot destila ferocidad. Al mejor estilo Hulk, la mina arremete y tira abajo edificios enteros con una convicción admirable. Una increible elección de casting para un increíble personaje. Ciertamente hay muchas decisiones inspiradas en Wonder Woman; una de ellas es setear la acción en la inusual época de la Primera Guerra Mundial - algo nunca visto siquiera en el comic -. Como el Capitán América, la Mujer Maravilla es una heroina patriótica de la Segunda Guerra Mundial - nacida de la inspiración de William Moulton Marston en 1941 -, una defensora de los valores americanos que pretende derrotar a los villanos con la justicia, la paz, el amor y la verdad. Claro, todo esto suena a una cursilería terrible pero era algo que Moulton Marston estaba convencido hasta la médula - su pensamiento y su vida es algo digno de una película de por sí mismo -, y lo cual convertía a Wonder Woman en un comic apetecible para el público femenino. Con las ventas en alza de manera sostenida, la Mujer Maravilla pronto se convirtió en un ícono de la DC, ubicándose al lado de Batman y Superman como uno de los personajes mas populares de la editorial. Pero, al igual que la tortuosa carrera artística de Patty Jenkins, la calidad y popularidad de Wonder Woman no le alcanzaron como para que alguien le diera un voto de confianza y produjera una adaptación del personaje fuera del mundo del comic sino hasta décadas después de su creación. El primero que se animó fue William Dozier en un fallido piloto de TV en donde la heroína era tomada para la broma - claro, Dozier quería repetir la fórmula del megaéxito que había obtenido con Batman (1966) -. Luego vino un rarísimo telefilme en 1974, en donde la amazona era una especie de figura pública - nada de identidades ocultas - que trabajaba para el gobierno cazando espias. Entre el bizarro vestido de Cathy Lee Crosby y el inusual manoseo de la mitología del personaje, lo cierto es que tampoco prosperó. En el 2011 cocinaron otro engendro con Adrianne Palicki, la cual funcionaba como una especie de agente corporativa (Themyscira era una empresa que la patrocinaba!!) que trabajaba para el gobierno. De todos estos experimentos el único que funcionó - y aún resulta memorable - fue la serie con Linda Carter de 1975 - 1979, tremendamente respetuosa de la esencia del personaje y con la mezcla justa de aventuras y humor camp. Ahora la princesa amazona ha obtenido la representación digna que tanto le fue demorada. No es un filme equilibrado - las piruetas físicas de las amazonas resultan demasiado exageradas (algo así como un ejército de Legolas pasadas de cafeina); el climax termina cediendo a las presiones de Snyder para meter una orgía de efectos especiales; el villano es blando y olvidable - pero, durante el 90% del viaje, funciona de maravillas. Ya sea la quimica entre la Gadot y Chris Pine - reducido a segundo banana, y saliendo con dignidad del triste rol de "objeto romántico masculino" -, las peripecias de la amazona en el mundo moderno, y el descubrimiento de los absurdos de la supuesta civilización humana, la cual esconde mas barbarie y miseria de lo que uno piensa. En sí, Wonder Woman funciona como una mezcla de Thor y Capitán América pasada de estrógenos. El tono vintage se agradece, el desarrollo lento y maduro también. Es mas que probable que la película seduzca hasta los fans mas acérrimos de la Marvel, ya que tiene todos los condimentos que hacen funcionar tan bien a los productos del estudio del logo rojo. Quizás algunos secundarios no están bien explotados - como la doctora Veneno o el trio de torpes aventureros que acompaña a los héroes - pero otros son muy satisfactorios, sea el feroz cameo de Robin Wright o la dignidad que aporta una sorprendentemente efectiva Connie Nielsen. Es una lástima que, por una imperativa de marketing, deseen desembarcar a la Mujer Maravilla en la época presente en los proximos capítulos de la saga. El escenario de la Primera Guerra Mundial es tan inusual como fascinante, pero los ejecutivos del estudio deben creer que nadie quiere ver dramas de época. Salvo detalles aqui y allá Mujer Maravilla es una fantástica película, un deleite para el fan comiquero que ve - al fin - una adaptación respetuosa de uno de los personajes mas importantes del panteón DC... un logro que, espero, inspire al resto de los directores reclutados por DC / Warner Brothers para que obtengan versiones tan logradas, fieles y emocionantes de sus personajes como la que Patty Jenkins ha logrado materializar aquí.