La Huésped es el ultimo filme basado en una novela de Stephenie Meyer, la autora de (gulp!) Twilight y todas sus secuelas. Decidida a crear otra vaca a la cual pueda seguir ordeñando, optó por trocar vampiros, hombres lobo y adolescentes calentorras por invasores extraterrestres... y más adolescentes cachondas. El problema es que aquí no funciona ni el escenario de ciencia ficción ni el romance adolescente, y lo único que nos queda son algunas actuaciones aisladas y algunos diálogos perdidos. El resto va de la ridiculez al divague, y prácticamente no hay ni un aspecto de peso que logre redimir a la historia como para que califique de potable. Lo mas curioso de todo esto es que reclutaron a un tipo del calibre de Andrew Niccol para semejante pavada. Niccol es un especialista en distopías y alegorías, un tipo que realiza desarrollos extremadamente elaborados e inteligentes a partir de premisas simples - en todo caso, Niccol es un purista que toma la esencia clásica de la ciencia ficción y la aplica en su máxima expresión: tomar el mundo tal como lo conocemos, alterar un factor importante y desarrollar un escenario hipotético en base a dicha modificación -. El tipo ha dado a luz cosas como In Time, Gattaca y el libreto de El Show de Truman. A mi juicio el problema con Niccol pasa por los defectos de construcción de sus relatos, sea que parte de una premisa totalmente absurda (In Time) o realiza un desarrollo tan complicado que bordea lo absurdo, amén de poner a personajes totalmente apáticos como héroes (Gattaca). No creo que Niccol sea el genio que todos proclaman, pero creo que está en la senda correcta y que un día el tipo puede despacharse con un clásico enorme que hasta ahora (según mi opinión) no ha engendrado. Que el nombre de Niccol figure aquí tiene más que ver con la cantidad obscena de dinero que le habrán ofrecido que con un interés genuino en la obra de Meyer. A final de cuentas, en Hollywood son todos mercenarios y hasta Orson Welles rodaba bazofias en su momento con tal de obtener fondos para financiar sus obras maestras. Mientras que otros directores de prestigio - léase Bill Condon - se han acercado a adaptar los libros de Stephenie Meyer y han superado la prueba con bastante éxito, La Huésped podría ser el zapato de cemento que hunda definitivamente la carrera de Niccol en el fondo del lago. Niccol no sólo dirige sino que también es el responsable del libreto, así que la culpa va por partida doble. La Huésped es un monumento a la incompetencia y a la ridiculez pero, si la historia es tonta, la culpa de Niccol pasa por haber sido incapaz de tamizarla y volverla potable, amén de que haber aplastado todo el segmento de romance adolescente, raison d'etre de cualquier novela de Stephenie Meyer. Mientras que Meyer pudo manejar con una mínima eficiencia las mitologías clásicas de vampiros y hombres lobos en Twilight (y las reinventó para el traste, pero al menos las reelaboró de alguna manera), está visto que Meyer desconoce en absoluto cómo crear un escenario de ciencia ficción mínimamente potable. Acá tenemos una raza alienígena que rápidamente ha invadido la Tierra y ha asimilado a la mayor parte de la humanidad - estableciéndose en sus cuerpos como si fueran parásitos, y quitándoles todo rezago de su antigua personalidad -; el problema es que todos estos E.Ts son unos bonachones de aquellos y se manejan en nuestro planeta utilizando nuestra anticuada tecnología. Es absurdo ver a los aliens (o humanos asimilados) utilizando supermercados para abastecerse, volando vetustos helicópteros o siquiera montando lujosos autos deportivos. Cuando Diane Krueger decide rastrear el paradero de Saoirse Ronan en el desierto, apela a una vulgar cuadrilla de búsqueda y se comunica con sendos celulares. Toda esta gente... ¿no tiene satélites espías, rayos lasers o naves espaciales?. ¿Cómo es que tienen que buscar en Google la foto de un paisaje en el desierto para saber a qué localidad pertenece?. Y lo más importante es: ¿cómo hizo toda esta manga de incompetentes del espacio exterior para invadirnos y absorber el 99% de los seres humanos del planeta?. ¿Tan inútiles somos los terrícolas?.
Iron Man 3 es un filme de sensaciones encontradas. Es espectacular y divertido, pero carece del filo de la primera película. Tiene un villano mucho más siniestro que Iron Man 2, pero también tiene su cuota de agujeros de lógica. Pero quizás el punto más discutible es que destroza y canibaliza la mitología de los villanos de la tira, obteniendo una historia bastante diferente - que es bastante buena en sus propios términos -, pero que sin dudas habrá despertado la ira de los fans del comic. En todo caso la pregunta del millón es si valía la pena cometer semejante sacrilegio para obtener este espectáculo, o si se hubieran obtenido los mismos (o mejores) resultados respetando a rajatabla la idiosincracia de algunos de los villanos principales de la historieta. Desde ya, tener a Robert Downey Jr en el centro de la escena siempre es divertido. Acá el guión parece más pulido respecto del resto de los personajes secundarios, los cuales tienen su momento de lucimiento - en especial la Pepper Potts de Gwyneth Paltrow, la que tiene el lujo de contar con un puñado de escenas gloriosas -, con lo cual esto comienza a funcionar como un ensamble de gente con muy buena quimica interna al estilo de Star Trek o, incluso, The Avengers. Pero, mientras que los caracteres son graciosos - a final de cuentas Shane "Arma Mortal" Black es un especialista en películas sobre compañeros -, la historia plantea algunos problemas serios de lógica. El primero es cómo manejar un universo en donde un poderoso terrorista mantiene en vilo a todos los Estados Unidos y los Vengadores / SHIELD brillan por su ausencia. En un momento Tony Stark anda semidesnudo por la nieve, sin un peso, sin armadura y apenas atina a una llamada telefónica. Pero en vez de llamar a Nick Fury (o alguno de sus amigotes), termina mandándole un mensaje de amor a su amigovia Pepper Potts. Seguramente debe haber recibido algún golpe en la cabeza en alguno de los combates, razón por lo cual padece una amnesia súbita - que le haya hecho olvidar el número de 0800 - SHIELD -... y excesivamente conveniente para el script. El otro punto es el plan del villano, el cual sólo desea crear caos para aprovechar la voleada y hacerse con el gobierno de la nación. El problema no es el objetivo final sino la instrumentación, que resulta rara. Si el villano ya tiene bajo su mando a un ejército de tipos mutantes - capaces de generar un calor infernal, regenerar sus miembros amputados y explotar como pequeñas bombas atómicas - todo el resto (poner a un impostor en cadena nacional, apoderarse de la armadura que maneja Don Cheadle, generar atentados por todos lados con soldados de operaciones "negras" reclutados como sicarios, etc) suena extremadamente rebuscado. Incluso la presencia de Rebecca Hall como una ex amante de Downey Jr. devenida en científica de dudosas intenciones deja más interrogantes que certezas. Es cierto que el personaje sirve de excusa para una caterva de pirotecnia verbal que disparan con gracia Hall, Downey Jr. y hasta Paltrow, pero todo esto pareciera ser una serie de complicaciones innecesarias generadas por el libreto para que estos personajes interesantes interactúen. O como la caída de Downey Jr. en Tennessee, en donde se ve obligado a establecer una improbable alianza con un chico de 10 años. Mientras que estos tipos se sacan chispas en jugosos diálogos, por otra parte la lógica de toda la situación - Stark metiéndose en la casa del chico a prepo, la ausencia injustificada de sus padres, la misión del chico de conseguir dos toneladas de aparatos y herramientas para que Tony arme un pequeño arsenal y repare su armadura, etc, etc - está traídísima de los pelos. (alerta spoilers) Pero sin dudas el elemento más repelente para los fans es la reimaginación de El Mandarín, el cual es considerado el villano principal del comic, y que aquí ha sido reducido al papel de un simple impostor. En la historieta era un genio tan brillante como Stark, un hábil artista marcial que poseía diez anillos de procedencia alienígena - los cuales había obtenido de una nave extraterrestre estrellada en China - y los que les daban una serie de superpoderes. Pero acá... oh, Dios... es un actor drogón que está en la mala, que ha sido reclutado por Aldrich Killian, y que ahora vive intoxicado de sexo, estupefacientes y lujos carísimos. Mientras que la perfomance de Ben Kingsley es muy graciosa - yo diría que se roba cada escena en la que aparece -, por otra parte la reimaginación del personaje no deja de ser un brutal sacrilegio - es como decir que Lex Luthor era un actor a sueldo, o que el Joker sólo era un loquito con delirios de grandeza, manejado desde las sombras por otro tipo más siniestro y con los pies sobre la tierra -. Seguramente éste es un detalle menor para el gran público, esos que sólo conocen el personaje a través de los filmes de Downey Jr. y que aceptan todo con tal de que el show sea divertido y medianamente inteligente; pero, para los fans a ultranza del comic, esto les debe haber parecido una herejía monumental, con lo cual deben estar organizándose como hordas armadas con antorchas para ir a incendiar la casa de Shane Black y su coguionista Drew Pearce. Mientras que la re-concepción del Mandarín es discutible, al menos el villano principal Aldrich Killian destila maldad y amenaza, y eso es de agradecer. Siempre dije que el gran problema con los filmes basados en personajes de la Marvel es que carecen de villanos de estatura - nunca un Joker o un Ra's Al Ghul, por ejemplo -, pero al menos Killian es cuasi tan potable como el Dr. Octopus de Alfred Molina de Spiderman 2, el que - por lejos - es el malvado de la editorial que mejor ha sido retratado en la gran pantalla. (fin spoilers) Yo creo que Iron Man 3 es un gran show, y uno mejor que la segunda película, pero no llega a la estatura del filme original. El problema es que la primera entrega se sentía como un tecnothriller al estilo de los de Tom Clancy, sólo que con superhéroes como condimento. Acá las cosas amenazan tomar ese rumbo - el Mandarín está perfilado como una versión alternativa de Osama bin Laden -, pero nunca termina por explorar el tema, ni siquiera de manera superficial. En cambio prefiere irse por la tangente y mostrar una aventura con Robert Downey Jr. despojado casi todo el tiempo de su armadura. Sin dudas el show le pertenece al actor, pero la historia carece de las substancia que debiera, como si no se atreviera a meterse en algo tan serio como tener una agenda política. En todo caso su mayor pecado es restringirse a ser un producto pasatista, algo que logra con mucho éxito, aunque por ello resienta por momentos la lógica interna de su relato.
Oblivion es refrescante ciencia ficción de la buena. Sí, está Tom Cruise (que será un tipo medio loco y detestable en la vida real, pero sin dudas es un intérprete que elige con mucha inteligencia sus papeles y siempre es garantía de buen cine) y hay algunas balaceras, pero aquí la historia es mucho más densa de lo que el trailer aparenta. Esta es sci fi pensante y, por Dios, se trata de un buen ejemplar, aunque hay que admitir que tiene su cuota de problemas. El resultado final es muy satisfactorio, aún cuando los detallistas intentarán engolosinarse con las inconsistencias del relato. En sí, Oblivion es un relato esencialmente dickiano. Hablamos de la memoria, de confusión de identidades, de realidades alteradas, de sueños que no son tales sino que son recuerdos. Oh, sí, Phillip K. Dick se deleitaría con la mayoría de las vicisitudes del libreto, el cual está firmado por Joseph Kosinski, el mismo que dirigió Tron Legacy. Hay un fuerte sabor a sci fi setentosa en todo el asunto, filmes en donde el clima lo era todo y había que madurarlo a fuego lento. Y acá las cosas se toman su tiempo para comenzar a despegar. En sí, la primera parte es simple de entender. Tom Cruise vive con Andrea Riseborough (¿no había otra actriz más linda para el papel?) en un domo ubicado en lo alto de una montaña, sobre la superficie de una Tierra devastada por una antiquísima guerra ocurrida entre humanos y alienígenas. Tomás sale todas las mañanas a ver si algún robot de vigilancia se rompió, y Andrea lo guía desde su central. Ellos están en servicio, el cual está a punto de expirar en dos semanas; después de eso, abordarán la misión colonizadora a Titán, en donde la humanidad espera asentar sus reales y comenzar a reconstruir su historia desde cero. Las cosas se salen de control cuando una cápsula espacial aterriza en la zona que vigilan, tras lo cual Cruise va a investigar y descubre que su cargamento es un montón de seres humanos en estado de hibernación. Para colmo, uno de ellos es una chica con la cual Tom sueña todas las noches desde hace años. Los drones acuden al mismo tiempo al lugar y, en vez de proteger a los humanos, los confunden con enemigos y terminan masacrándolos. La bella sobreviviente - Olga Kurylenko, la ex chica Bond de Quantum of Solace - es rescatada por Tom, quien se la lleva para su base ante la fea mirada de su compañera / concubina, quien cree que las curvas de la refugiada le han calentado las hormonas a Tomasito o, bien, que el flaco planea hacer algún tipo de trifecta no muy santa. Pero Tom está atormentado por los recuerdos, porque sabe que hay un vínculo con la chica pero no logra descifrarlo. ¿Acaso la caja negra de la cápsula en donde venía la Kurylenko podrá aportar algún dato revelador sobre el nexo que los une?. Oblivion se toma su tiempo para llegar al nudo de la historia. La idea es tridimensionalizar los personajes, en especial el de Tom Cruise, el cual es un amante de la vida sana y natural - ha encontrado un pequeño fragmento de tierra impoluta cerca de un lago y ha montado su propio refugio, en donde cultiva plantas y escucha viejos discos de vinilo -, y quien comienza a cuestionarse la necesidad de abandonar todo ese pequeño paraíso para ir a colonizar un territorio desolado en la otra punta del sistema solar. La macana que el enfoque no resulta todo lo efectivo que debiera, especialmente cuando empiezan las revelaciones acerca de la relación que hay entre el protagonista y la Kurylenko. Quizás el problema pase por los flashbacks, los cuales fallan en establecer un vinculo sentimental entre el espectador y la pareja, posiblemente porque son repetitivos y les falta profundidad - Kosinski no es Peter Jackson o Quentin Tarantino, iluminados capaces de armar guiones que ilustren de manera emocional (y de cuerpo entero) a un personaje en apenas dos o tres frases -. Y cuando Morgan Freeman hace acto de presencia - comenzando a anudar los cabos sueltos que tiene Cruise, y presentándole una perspectiva radicalmente diferente del mundo que lo rodea -, el filme empieza a tropezar. (alerta: fuertes spoilers) Quizás el punto sea que, para el espectador entrenado, uno olfatea al toque de qué peliculas Oblivion ha tomado ideas prestadas para elaborar el segundo y tercer acto, las cuales van desde El Planeta de los Simios - "la verdad está en la zona prohibida" - hasta Moon y Día de la Independencia (de la cual hacia una copia flagrante de secuencias enteras), eso sin contar ciertas inconsistencias de lógica. ¿Acaso la persona es el ser de carne y hueso, el alma que lo contiene, o el conjunto de recuerdos que define su personalidad?. Oblivion no profundiza demasiado en el tema, y quizás trata el punto de manera demasiado expeditiva, cosa de darle un cierre rápido y relativamente optimista a todo el asunto. Por otra parte uno se hace preguntas obvias - ¿todo el plan de Morgan Freeman se reducía a provocar el encuentro entre Cruise y la Kurylenko?; ¿es por eso que recuperaron la sonda?¿qué pasa con el resto de patrullas que pulula en el resto del planeta? ¿después de 60 años de distancia ocurren todas estas coincidencias? -. Incluso la explicación final sobre las características del ejército invasor - conformado por un montón de caras conocidas (intento ser criptico lo más que puedo para no arruinar las sorpresas; después de todo... ¿qué hace usted leyendo estas líneas? ¿no leyó la advertencia en rojo de que había spoilers?). - deja su cuota de preguntas en el tintero. Porque, después de la invasión, ... ¿volvieron a poner a todos los especímenes dentro de un frasco y los archivaron? (fin spoilers) Aún con su narración algo lenta y su cuota de inconsistencias Oblivion se deja ver. Abunda en ideas, y tiene un enfoque fresco. Es cierto que al final empieza a tomar cosas prestadas de otros filmes, pero sigue siendo inteligente y mantiene su conducta, incluso arriesgándose a tomar un par de decisiones valientes a la hora del cierre. Lo que sí, sólo resulta recomendable a aquellos que tienen paciencia y piden un producto más cerebral que de costumbre. Porque, si bien no cataloga como gran ciencia ficción, al menos es sólida y prefiere las ideas a los efectos especiales.
Evil Dead es un clásico memorable. Fue el debut en el cine de Sam Raimi, Bruce Campbell y Rob Tappert, un trío de emprendedores que pronto terminarían por hacerse un nombre en el género del cine fantástico. Si uno examina detenidamente el fenómeno, verá que Evil Dead no tiene nada de extraordinario - lo único que hizo Raimi fue trasladar todo el gore y la carnicería del cine de terror italiano (léase Lucio Fulci) y transplantarlo al entonces púdico cine norteamericano -, pero sin dudas es una propuesta de horror sólida y contundente. Con la pública recomendación de Stephen King, el filme se convirtió un éxito de taquilla y terminaría por generar todo un fenómeno de culto a partir de su secuela, Noche Alucinante (1987) - que era una remake en clave de comedia de Evil Dead -, la que trajo al mundo la moderna interpretación de Ash Williams - héroe adorado si los hay, y el cual haría una pirueta más en el final de la saga con El Ejército de las Tinieblas (1992) -. Oh, si, todos veneramos a Ash y su palo de trueno pero, en el principio, todo se trataba de horror puro y duro. Y he aquí que 30 años después nos topamos con su remake, patrocinada por sus creadores originales. Considerando lo bastardeado que está el subgénero de las remakes, Evil Dead 2013 es poco menos que una obra maestra. Ojo, no cubre en absoluto terreno original ni hará el mismo estruendo que tuvo el filme de Sam Raimi de 1982, pero al menos es tremendamente efectiva y baraja bastante las cartas como para que no resulte previsible. A esto se suma el plus de estar dirigida por el uruguayo Fede Alvarez - ¡guau! -, el cual saltó a la fama luego de postear un video casero en YouTube en donde una horda robots gigantes invadían Montevideo. Tomado como entenado por el mismo Raimi, Alvarez recibió la doble misión de escribir y dirigir la remake, siendo fiel a las raíces a la vez que obteniendo suficiente aire como para crear su propia versión del tema. Es glorioso ver cuando la remake de un clásico está tratada con tanto respeto. A lo largo de todo el filme tenemos referencias de todo tipo a las entregas de la saga, sea la motosierra, una mano cortada, la escopeta de doble caño, e incluso el viejo Oldsmobile Delta 88 que manejaba Ash en la original Evil Dead - y, entre todo esto, se filtra un hermoso banderín aurinegro del club Peñarol de Montevideo; qué genio este Alvarez... -. Mientras que la premisa se mantiene - un grupo de tipos se va a pasar un fin de semana a una cabaña en el bosque y de pronto se topan con un libro maldito -, lo que varía es el desarrollo. Al menos ahora la excusa para ir a semejante tugurio es tener un lugar aislado en donde uno de ellos (Jane Levy, la adolescente cínica de la serie Suburgatory) pueda desintoxicarse tranquilo de las drogas. En todo esto entra a jugar las habilidades de script doctor de Diablo Cody, quien le da densidad a los personajes. Al menos no son los idiotas de siempre que se van de fiesta en medio de una ebullición hormonal sino que hay un trasfondo dramático que realmente los une. Como dato curioso - y para que la trama no sea tan previsible - éstos no son los mismos personajes de la original, sino que un puñado de caracteres que poseen ciertas similitudes. Por ejemplo, no está Ash (o un equivalente) aunque después veremos que queda algún loquillo con una mano menos y empuñando como un desquiciado una motosierra con los miembros que le quedan. Lo que sigue es historia conocida; uno de ellos comete la idiotez de leer un párrafo del libro maldito que descubren en el sótano, y termina invocando a un demonio que posee a una de las chicas, la cual pronto se transforma en un dolor en el trasero. A diferencia de Evil Dead 1982 - en donde todo era tan exagerado que daba risa en algunos momentos -, Posesión Infernal 2013 va en serio y se manda directo a la yugular. No sólo hay sangre y fluidos diversos, sino que hay una galería shockeante de mutilaciones, entre las que se incluye una cirugía facial sin anestesia - y que debe ser lo más impactante del filme - y amputaciones de todo tipo y color. El gore abunda y está filmado de manera efectiva, gracias a que Alvarez crea un clima apropiado. Oh sí, no hay nada nuevo - después de todo, el género ha producido miles de iteraciones del clásico de Raimi, sea Cabin Fever o La Cabaña en el Bosque, y el terreno está más que trillado - pero lo que hay surte efecto. Mientras que la primera hora es muy sólida, el filme empieza a perder fuerza cuando Alvarez decide salirse del camino para armar su propio climax. Es el único momento en que siento que hay demasiados efectismos, gente que reaparece de la nada, cambios radicales en ciertos personajes, y alguna que otra cosa traída de los pelos. Aparece "la abominación" - el demonio que estuvo intentando revivir todo ese tiempo - pero resulta extremadamente vulgar, y las cosas ya se exceden de sangrientas hasta el punto de entrar en el terreno de la autoparodia. Por otra parte las interpretaciones son muy buenas en general pero hay momentos en que la perfomance de Jane Levy - que carga sobre sus hombros el grueso de la película - pega sus patinazos y termina siendo involuntariamente cómica. Posesión Infernal 2013 es muy recomendable. Hay que verla con una mente abierta, no ir a la comparación textual de escena por escena con el original. Las ideas del filme de 1982 están aquí, sólo que presentadas de otra forma. Considerando lo fácil que es fracasar en el género del terror - cayendo en el cliché o reciclando lo antes visto -, el trabajo de Fede Alvarez es admirable: primero porque ha tratado con respeto este material de culto (con lo cual es fácil caer en el sacrilegio o la copia insípida), segundo, porque pudo exponer su visión de manera válida, y tercero, porque es uruguayo y saltó desde el fin del mundo a codearse con los grandes, y en gran forma. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/evil-dead-2013.html#sthash.MmaEbibF.dpuf
Yo no sé si soy yo - que me estoy volviendo un exquisito o estoy entrando en un ancho de banda mental que me permite sintonizar las cosas de otra manera - pero últimamente me estoy topando con películas muy muy dispares, esas que tienen una escena formidable y otra realmente espantosa. Antes, yo veía filmes parejos que en algún momento de la trama se desbarrancaban - generalmente cerca del final -, pero al menos mantenían un promedio de calidad hasta que dejaban de funcionar. Hoy en día parecen filmes escritos por un comité - un autor toma una escena, otro toma otra - y el libreto resultante jamás es revisado de manera íntegra por alguno de los escribas participantes. Algo de eso ocurre con Mi Novio es un Zombie, una bizarra comedia romántica con muertos vivientes que tiene momentos muy dulces y momentos muy grises. No es que sean escenas abominables, pero son secuencias en las cuales se nota que el libretista no tenía ni idea de para dónde disparar para seguir avanzando con la trama. Que yo recuerde, la única comedia romántica (o especie de) que involucre muertos y humanos que haya visto debe haber sido la saga de Nekromantik, esa que glorificaba la necrofilia y que le debe haber dado vuelta el estómago a más de uno. Acá las cosas son un poco más civilizadas - en vez de cadáveres tenemos zombies, algunos menos podridos que otros - y son manejadas con mejor gusto que el filme de Jorg Buttgereit. Esta es una comedia romántica donde un zombie se enamora de una humana, algo así como una especie de versión de Twilight pero con muertos vivientes. Igual el libreto no se toma las cosas demasiado en serio, y mantiene las distancias entre zombies y humanos, por lo menos para que la cosa no entre en el terreno del mal gusto - no me imagino darle un beso a alguien que devora tripas humanas sin haberle dado por lo menos cinco minutos de cocción en una parrilla! -. Bien podría decirse que Mi Novio es un Zombie es una especie de Romeo y Julieta escrita por George A. Romero. El escenario apocalíptico es el de siempre - los zombies se apropiaron de todo el planeta, quedan unos pocos humanos resistiendo en una fortaleza inexpugnable -, y los muertos vivientes van a la caza de humanos para alimentarse. Arrancamos con el relato en primera persona de R - un zombie que se ha vuelto consciente y que, con limitaciones, vive una especie de rutina diaria deambulando todos los dias por el mismo aeropuerto, acumulando cosas que le hagan recordar su humanidad pasada, armando una especie de refugio - hogar en un avión abandonado, y manteniendo conversaciones basadas en gruñidos con el resto de sus compañeros de horda -, al cual le gusta devorar el cerebro de sus victimas para captar sus recuerdos y hacerse por un momento más humano. Curiosamente se lastra el seso del novio de la protagonista, y comienza a sentirse atraído por ella. La secuestra pero para protegerla, la ensucia con sangre zombie como para que el resto de los infestados no sospeche de ella (y la ataque) y la tiene en su refugio - avión, en donde la abriga, alimenta y hasta le pone discos. El por qué un zombie que camina arrastrándose y apenas balbucea es capaz de amuchar toneladas de discos románticos de la década del 80 (y cómo es que sabe operar un tocadiscos) es un misterio que el libreto jamás se toma el esfuerzo en explicar, así que hay que aceptarlo per sé. Los primeros defectos que uno encuentra con la premisa del filme es que el protagonista zombie - Nicholas Hoult, aquel pibe cara de nabo de About a Boy, que ahora se ha transformado en un adulto joven... con cara de nabo - es demasiado inteligente para su estado. El cómo empieza a evolucionar - a final de cuentas se enamora de la chica... y por ello su corazón vuelve a latir! - es un tema que el libreto no resuelve muy bien, ya que para lo que le sirve el zombie es un bobo y para otras cosas es demasiado vivo. Algo similar ocurre con el resto de sus amigos zombies - liderados por Rob Corddry -, que empiezan a enternecerse con el cariño que R le prodiga a Julie -. Los malos de turno quedan reservados a los huesudos, esos zombies pasados de putrefacción que carecen de piel y ojos, y viven en el estadío más salvaje y terminal de su condición infrahumana. A los huesudos no les gusta nada ver como estos tipos empiezan a humanizarse - les late más fuerte el corazón, comienzan a sangrar, sus cuerpos se entibian -, y los ven más como una nueva fuente de alimento que como sus primos evolucionados. De más está decir que el final implicará un enfrentamiento entre las tres partes - humanos, huesudos y zombies evolucionados - en una batalla de resolución incierta. Mientras que a primera vista la premisa de Mi Novio es un Zombie es una estupidez absoluta, al menos la ejecución resulta muchísimo mejor de lo esperado. No es un filme de terror sino una comedia romántica con toques de horror - sin llegar al filo de Shaun of the Dead -. La gran gracia de la película es la pareja central de Nicholas Hoult y Teresa Palmer, la que desborda de química y resultan ser excelentes actores. Hay momentos de comicidad, y hay momentos de ingenio, pero da la impresion que hay instantes en donde el libreto trampea sus propias reglas para avanzar con el tema del romance. Por ejemplo, el por qué R secuestra a la chica y cómo es que la mantiene encerrada en su refugio - aunque ella puede escapar en cualquier momento a bordo del BMW que usa R para escuchar música fuera de su "casa" -, o cómo es que Rob Corddry súbitamente sabe manejar un camión y salva a los protagonistas en el momento justo. Son secuencias en donde uno queda frunciendo el ceño, viendo como la lógica escapa por la ventana. En realidad Mi Novio es un Zombie termina siendo digerible cuando se la ve como una alegoría, sólo que la dirección de Jonathan Levine no sabe mandar las señales adecuadas al público. Desde que George Romero inventó el género, los muertos vivientes siempre han servido de metáforas, al menos en las películas más inteligentes y destacadas del género. Aquí la cosa pasa por el aislamiento social; R no deja de ser un tipo romántico chapado a la antigua (he ahí el tema de los discos viejos) y está harto de ser un solitario; por el otro lado, el resto debe pensar en sus propias necesidades (sean zombies o humanos) ya que el fin del mundo ha provocado escasez de recursos y ha incrementado el egoismo. Como dice un personaje en un momento "ahora que no hay Internet, no te puedo ilustrar lo que te pasa"; y como éste es un mundo sin internet, la gente vuelve a humanizarse. Las relaciones sociales vuelven a ser personales, la gente recupera el contacto humano, se revalorizan los valores fundamentales y esenciales. Esa es la única interpretación que, a mi juicio, calza con el relato y su marcha (de a ratos) forzada. Mi Novio es un Zombie es una película simpática. Lo mejor es la química de la pareja central, pero el resto del relato es desparejo. Como película de horror no funciona, y resulta tibia como comedia, pero es deliciosa como cinta romántica. El problema es que es dispar, con lo cual no triunfa en todos los objetivos que se propone lograr, y no estoy seguro de si el público adolescente al que apunta captará (o aceptará) la totalidad de la idea. Creo que es un esfuerzo diferente que queda a medio camino, y que termina por salir a flote gracias al talento y gracia de todos los involucrados en la empresa.
(N. de R: Voy a tomarme el atrevimiento de clasificar a Mamá como cine fantástico argentino. Si bien ningún argento puso un peso para su producción, la idea es de un argentino y se basa en un corto hecho en Argentina. ¿Hace falta dar más explicaciones?) Latinoamérica parece ser el próximo semillero de directores de cine fantástico en el cual Hollywood abreva para buscar talento fresco. Pasó con la uruguaya La Casa Muda, pasó con el pasaje a Hollywood de Fede Alvarez y su remake de Evil Dead, y ahora pasa con el argentino Andrés (Andy) Muschietti. En el 2008 Muschietti filmó un minúsculo pero impactante corto de terror de tres minutos de duración, el cual pronto generó revuelo en los círculos especializados en donde era exhibido; y si bien Mamá no dejaba de ser un ejercicio de estilo, tenía lo suficiente para mostrar el talento subyaciente detrás de cámara. El que se fijó en ello fue Guillermo del Toro, el cual últimamente viene dando señales de querer armar su propia movida, armando una productora y reclutando cineastas noveles para ponerlos al frente de sus proyectos - como la remake de No le Tengas Miedo a la Oscuridad y el filme que ahora nos ocupa -. Del Toro le dió recursos y vía libre a Muschietti, el cual se despachó con un filme plagado de momentos espeluznantes e intensos, lo cual la convierte en uno de los mejores títulos de terror del último año; la macana con todo esto es que la premisa no logra sustentarse hasta el final y culmina con un climax tan forzado como insatisfactorio. La primera hora de Mamá es una brillante tour de force en donde Muschietti brilla como director y libretista. Un hombre pierde la chaveta y empieza a matar a todos sus seres queridos, dejando para el final el asesinato de sus hijas y su propio suicidio. En la fuga enloquecida que ha emprendido el destino termina por dejarlo en un paraje abandonado, en donde encuentra una casa derruida habitada por una entidad tan horrible como aterradora. Salvando a las niñas del desquicio de su propio padre, el fantasma cuida de las criaturas hasta que una expedición logra dar con ellas cinco años después. Lo que sigue, aunque es mucho más terrenal que el horrendo fantasma, no deja de ser estremecedor: las niñas han vivido en estado salvaje y el único modelo humano (si se le puede decir) que han tenido ha sido el espectro que las ha protegido. Es por ello que se mueven como arañas, reptando en la oscuridad y saltando arriba de los muebles casi sin hacer ruido. Hay un montón de momentos en los cuales la platea pega repingos en la butaca al ver cómo las chicas aparecen de la nada o se contorsionan de las maneras mas antinaturales posibles. Imaginen la caminata de araña de Linda Blair en la versión restaurada de El Exorcista y verán que aquí hay algo similar, sólo que multiplicado por diez. Como buena historia de fantasmas, los subtextos (o las explicaciones alternativas, más racionales y científicas) abundan. Quizás la entidad no existe como tal sino que la genera alguien profundamente perturbado, sea una de las niñas por el regreso a la civilización, o incluso la agria rockera que compone Jessica Chastain, la cual está negada a aceptar la nueva situación y todos los cambios que le impone a su antigua vida. Tal como en Zero Dark Thirty, Chastain compone a otra mujer castrada emocionalmente, la cual empieza a descubrir su humanidad - y su escondido instinto maternal - al ver como las niñas se desmoronan y no hay nadie que les tienda una mano. El crecimiento personal del personaje de Chastain es una de las mejores cosas que tiene el filme: ella no tiene espíritu de boy scout, no quiere ser madre, sólo le importa tener una vida intensa con su pareja, y a regañadientes acepta su deseo de hacerse cargo de las niñas. Basta que pase el tiempo para que descubra el horror que las aflije y comience a ablandar su corazón en un proceso gradual y lento. El desarrollo dramático se ve natural y realista, y es por ello que uno termina simpatizando con la otrora hosca protagonista. Quizás el aspecto mas estremecedor de Mamá sea que los niños operan en otro plano debido al carecer de la totalidad de referencias culturales que construyen la personalidad de un adulto. Ellos no discriminan, hablan sin limitaciones, y no le tienen miedo a las cosas que uno mentalmente ha construido como tabúes. En el caso de las dos pequeñas, han aceptado como natural que un ser horrendo los proteja, simplemente porque se han criado así y es el único mundo que conocen. Si tu papá es un hombre lobo, sos incapaz de cuestionar el hecho debido a que nadie te enseñó lo que era normal o lo que es correcto. Es por ello que resulta tan inquietante ver a las niñas jugando desprejuiciadamente con lo que parece ser un cadáver horrible flotando en el aire. El otro punto es que el ser las sigue a su nuevo hogar, irrumpiendo de manera furtiva en sus vidas... y provocando los sustos mas potentes que tiene reservada la película. Esa fabulosa escena en donde la más pequeña se pone a jugar con alguien en su cuarto - y después descubrimos que no es ni Jessica Chastain ni su hermana - es espeluznante. Uno tiene vistazos de que algo horrible - manos deformes, la chica flotando en el aire, cosas que vuelan - está teniendo lugar en el cuarto y nadie se ha enterado de ello. Mientras que Mamá comienza de una manera tremendamente brutal y efectiva, la macana es que termina por descarrilarse en el tercer acto; (alerta: spoilers) primero, porque empieza a mostrar en demasía al engendro - el cual se ve como un CGI mediocre - y, segundo, porque no sabe muy bien como darle un cierre a la historia. El problema de crear un monstruo no convencional es que uno también debe crear algún tipo de juego de reglas por el cual se guíe y pueda ser combatido; aquí piensan que con traerle el cadáver del bebé el hechizo se deshará, cosa que no ocurre; pero también es cierto que es totalmente arbitrario que el ente decida recrear su propio suicidio justo en ese momento, habiendo dispuesto de años de cuidado de las chicas para ejecutar la acción en otro instante mas tranquilo. ¿Por qué ejecutarlo ahora?. ¿Acaso se acerca el aniversario de algo? ¿O se trata simplemente de que se cumplieron los 90 minutos de metraje y hay que ponerle un broche - si o si - a la trama?. (fin spoilers). Yo creo que Mamá es un filme de terror pochoclero tremendamente efectivo hasta que llega al final. Me parece absurdo e injusto que la critica la haya defenestrado por ser "mas de lo mismo" - como un filme rutinario de fantasmas -, cuando la realidad demuestra que la cinta de Muschietti es muchísimo mas efectiva que el 99% del cine de horror producido en los últimos 10 años. Quizás Mamá no sea una obra maestra pero, cuando quiere asustarte, mas vale que tengas a mano un juego de calzoncillos de repuesto. Y, a final de cuentas, de eso se trata del cine de terror: filmes cuyo único propósito es disparar la adrenalina del espectador y hacerle olvidar de los bodrios que aquejan su vida, pasatismo puro para limpiar las amarguras del alma, lo cual es algo que Mamá cumple con talento e inteligencia... aunque termine quedando algo corta de combustible sobre el tramo de la recta final. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/mama.html#sthash.9FLSrax6.dpuf
Uno podría resumir a Oz, el Poderoso en tres sentencias: un gran director, un libreto apenas ok, un casting dispar. Aquí Sam Raimi abandona su habitual métier de superhéroes enmascarados y muertos vivientes, y se mete de lleno en el mundo de fantasía, recordándonos por qué es un director al cual amamos. Oz, El Poderoso debe ser el mejor filme de Raimi desde Spiderman 2, y es un regreso en gran forma al virtuosismo visual que lo caracteriza, amén de concretar un filme tremendamente respetuoso de la herencia que representa - a final de cuentas, ésta es una precuela de El Mago de Oz, ese clasicazo de 1939 con Judy Garland en el rol estelar -. El problema pasa por el resto de los componentes de la producción, que no son tan satisfactorios como la inspirada dirección del filme. Admito no haber visto nunca El Mago de Oz - a excepción de fragmentos con la Garland cantando Over the Rainbow (y otros temas) que aparecen en compilados de musicales como Esto es Hollywood! - ni alguna de sus bastardizadas adaptaciones posteriores (como El Mago con Michael Jackson!). Al menos ese desconocimiento me da el beneficio de tener una posición desangelada frente al tema, ya que he visto muchas criticas (hechas por los idiotas de siempre) que se han rasgado las vestiduras y han calificado a Raimi poco menos de hereje. No sé quien corno es el Hombre de Lata ni el León Parlante, o Dorothy y Totó (salvo que fuera ese horrible cantante de mediados de los años 80); por eso es que uno puede tomar a Oz, El Poderoso en sus propios términos. En sí, el mundo de Oz está recargado de magia ingenua. Hadas que silban y escupen agua en la cara de quienes las molestan, flores gigantes con pétalos de piedras preciosas, o brujas buenas flotando en enormes burbujas de jabón. Ciertamente es un cambio refrescante respecto de lo último que uno ha venido viendo en el género de la fantasía pero, por otra parte, toda esa blancura moral impide que la resolución de las asuntos entre los buenos y los malos resulten satisfactorias. Como dice Michelle Williams en un momento, "aquí no matamos a nadie... ni siquiera hacemos daño". El climax de Oz, El Poderoso es tan ingenuo e infantil que resulta decepcionante... pero allí reside uno de los problemas esenciales del libreto, el cual narra una historia tremendamente ñoña pero la pone a cargo de un personaje demasiado avispado - Oz no deja de ser un embaucador mujeriego y algo cínico, lo cual contrasta fuertemente con la ingenuidad que rebosa todo el reino y sus habitantes -, el cual te hace esperar una resolución más realista de todo el conflicto. Este Oz no es precisamente Jack Black suelto en un reino mágico, pero tampoco creo que haga juego con la blanca inocencia que tenían Judy Garland y sus amigos correteando por el interminable sendero de ladrillo amarillo. En sí la historia es tremendamente sencilla: un forastero cae a restaurar el equilibrio en un mundo lejano y desconocido. Como el tipo no se lleva por las reglas del lugar, su enfoque es totalmente fresco y puede ejecutar acciones que van reñidas con la moral de los pobladores locales. Hay dos millones de historias que siguen ese patrón - desde Flash Gordon hasta Buck Rogers en el Siglo XXI -, incluyendo el cliché de que el recién llegado es la versión encarnada de una antigua profecía. Lo que varía es el desarrollo intermedio, la manera en que el forastero se relaciona con los lugareños y emprende la tarea de reconstruir el balance perdido. Acá Oz es un cobarde y un embaucador, pero es el tipico caso del héroe renegado, ese tipo que termina por descubrir su valentía al final del viaje. El protagonista termina enganchado con el nuevo escenario no sólo por las promesas de fortuna y poder, sino porque encuentra versiones idealizadas de personas que conoció en el mundo terrenal del cual procede - con lo cual el reino mágico es una especie de reinterpretación lisérgica de la Tierra, ya sea porque el tipo está muerto y éste es el paraíso, o porque está inconsciente y esto es el fruto de su florida imaginación -. Aprende las reglas del lugar y las usa a su manera y, cuando quiere escapar, comprende que ha terminado por enamorarse de las cosas y personas que lo rodean. Mientras que la historia es muy llevadera y la puesta en escena es espectacular, lo que resulta más chocante son las elecciones de casting, las cuales - en la mitad de los casos - no terminan por resultar enteramente satisfactorias. James Franco es muy bueno como Oz, ya que mezcla simpatía y picardía (aunque el papel podría haber ido mejor en manos de Johnny Depp o Robert Downey Jr.). Y sin lugar a dudas la mejor elección del elenco es Rachel Weisz, la que es tan bella como provocadora y malvada. La Weisz es capaz de cargarse todo el filme sobre sus hombros y ello es lo que hace funcionar a la cinta; la macana es que sus contrapartes no son ni por asomo tan adecuadas como ella. Michelle Williams se ve muy desgastada - parece una divorciada llorona y pasada de Prozac - para hacer de princesa buena e ingenua, y Mila Kunis deja muchísimo que desear como Theodora. Carece de maldad interna y, cuando llega la hora de las transformaciones, es una villana completamente anónima. No es que la Williams y la Kunis sean malas actrices - por el contrario, creo que son finas intérpretes -, pero no son las adecuadas para sus respectivos papeles. Oz, El Poderoso es dispar. Visualmente es un orgasmo, la historia es pasable, y las perfomances van de lo muy bueno a lo blando. No es un clásico, pero es un filme de fantasía muy bueno en sus propios términos. Me resultó mucho mejor que la versión Burtoniana de Alicia en el País de las Maravillas - la cual intenta imitar, al menos en resultados de taquilla -, ya que tiene frescura y diversión; pero, por otro lado, sus personajes avispados contrastan con la ingenuidad de la historia que pretende contar. En todo caso uno deberá tomar al filme como lo que es, un compendio de escenas de las cuales algunas son más felices e inspiradas que otras.
promocion programa de sueldos Sistema Isis - click aqui promocion programa de sueldos Sistema Isis - click aqui Hitchcock (2012) El 2012 parece ser el año de los homenajes a Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso. Primero tuvimos La Chica, un telefilme producido por la HBO y que trataba la obsesión enfermiza del director hacia Tippi Hedren durante el rodaje de Los Pájaros y Marnie - y el cual hemos comentado en la presente edición - y, por último, la película que ahora nos ocupa, dirigida por Sacha Gervasi. En sí, Hitchcock no es exactamente lo que se dice un filme redondo ya que intenta tratar demasiados temas y no todos ellos están desarrollados con el mismo nivel de profundidad, pero la cantidad hace a la variedad y - entre las escenas logradas y las grandes perfomances - uno termina por obviar las desprolijidades narrativas. Hitchcock es un filme bastante nerd. A uno le tiene que gustar el cine, debe saber algo sobre este glorioso gordito inglés que dirigía como los dioses y, especialmente, debe haber visto Psicosis - a final de cuentas, ésta no es una biografía del director sino el racconto de los entretelones por los cuales debió pasar durante un año y medio para que pudiera rodar el filme que hoy todos consideramos como un clásico -. En cuanto al estilo narrativo elegido, el filme bien podría ser considerado como la versión políticamente correcta de Ed Wood - con interludios fantasiosos, algo de drama intimista, y bastante de homenaje - , sólo que con una figura central más talentosa y con menos personajes bizarros a su alrededor... aunque Hitchcock posee ciertamente una faceta oscura y mórbida que el filme de Sacha Gervasi apenas se atreve a insinuar - y que resulta mucho más explícita en La Chica, el telefilme de HBO con Toby Jones en el rol del director, y que lo pinta como un perverso acosador serial de rubias -. Incluso me animaría a decir que éste era un filme ideal para Tim Burton, ya que el Hitchcock de Anthony Hopkins tiene la oportunidad de adentrarse en una serie de metaficciones, comentando aspectos de su vida personal como si fueran las presentaciones típicas que hacía para su serie Alfred Hitchcock Presenta, amén de su gusto patente por la truculencia. Esa sí que hubiera sido una versión notable de esta misma historia. Hitchcock está dividida en tres subtramas: el rodaje de Psicosis, la obsesión de Hitch con el asesino Ed Gein, y el supuesto romance que mantenía su esposa con un guionista del staff del director. En cuanto a los entretelones de la filmación y producción de Psicosis los aspectos principales se mantienen - el endeudamiento personal para financiar el proyecto con su propio bolsillo; la pelea con los estudios y con la censura; el armado de una campaña de publicidad tan ingeniosa como efectiva (prohibiéndole la entrada a la gente después de iniciada la proyección, y poniendo guardias de seguridad en la salida de los cines para que la gente se escape corriendo ante el horror de la clásica escena de la ducha) -, pero otros están omitidos, como el discutido montaje de la escena del baño de Janet Leigh (cuya autoría ha sido disputada por Saul Bass), o las pruebas que hizo Hitch con el muñeco putrefacto que hace las veces de madre de Norman Bates (y que testeó numerosas veces con las actrices, aunque aquí el detalle aparece en una única escena). Eso está ok. Lo que no está tan bien logrado es la subtrama en donde Hitch tiene alucinaciones sobre Ed Gein, en donde el asesino comienza a darle bizarros consejos sobre vida personal, o lo invita a presenciar algunos de sus crímenes - en uno de los cuales la víctima parece ser su esposa Alma -. El filme no sabe muy bien qué hacer con esa historia, y sólo sirve para exponer - de algún modo - el voyeurismo de Hitchcock, aunque en esta ocasión en un tono morboso - como testigo presencial del accionar de un asesino demente -. Pero donde el filme realiza su mayor apuesta, es en el análisis de la vida personal de Hitchcock durante la intensa temporada que duró el rodaje. Esta es la crónica de un matrimonio desgastado por el paso de los años, en donde el estallido de una crisis sirve para redescubrir que aún hay fuego entre ambas partes. Las mejores bazas están en la pirotecnica verbal entre Hitch y su esposa Alma, una mujer de armas tomar y que destila inteligencia por todos sus poros. Ciertamente la perfomance de Anthony Hopkins como Hitchcock es buena (aunque sigue sin sonarme natural y, quizás, esté un poco mejor Toby Jones como el director en La Chica), pero la que se roba cada una de las escenas es Helen Mirren. Lo suyo es una perfomance cantada para el Oscar, en especial la formidable diatriba que le da a su marido cuando éste se anima a acusarla de tener un affaire. La Mirren no sólo desborda sensualidad a pesar de sus años, sino que exuda sagacidad, pasión y una honestidad brutal, la cual resulta sumamente letal cuando la reelabora a través de toda su cultura y sapiencia. Sus discursos son latigazos de excepcional efectividad, los que incluso llegan a desequilibrar a alguien tan brillante como el mismo Hitchcock. Es posible que Hitchcock no sea más que un drama personal soberbiamente hecho, salpicado con detalles cinéfilos y algo grotescos sobre lo que ha sido el filme de terror más efectivo de todos los tiempos. La atención del espectador no está en la anécdota sobre Psicosis - que es interesante, sin duda, y que tiene un climax glorioso cuando Hitch tiene la oportunidad de escuchar las reacciones del público detrás de la puerta del cine, anticipándolas como si fuera un director de orquesta - sino en las chispas que se sacan entre el cineasta y su esposa, en donde el amor subyace bajo las arrugas, la formalidad y el exceso de peso. Aún así, la historia intenta dar pantallazos de otros aspectos intrigantes de su vida personal - como la obsesión enfermiza del director por sus protagonistas femeninas -, pero le tiene tanto respeto al artista que decide sugerir y obviar antes de regodearse con lo morboso del tema. Todo esto transforma a Hitchcock en una experiencia placentera, en donde los pros terminan por ganarle a las contras por goleada.
La primera señal de que algo anda realmente mal con una franquicia es cuando la secuela se demora un siglo en ver la luz. Si un filme tiene éxito, es necesario armar una continuación en dos años o menos como para mantener viva la llama que encendió la película original; pero si se demoran seis años, los fans del primer filme ya se han olvidado siquiera de qué se trataba. La primera Silent Hill era una sólida película de terror, pero no una que haya despertado pasiones a nivel popular como para, siquiera, hacer el esfuerzo de re-verla antes de presenciar la secuela y entender de qué cacso trataba toda la trama. Si la historia de la original era complicada, era necesario hacer un pasteurizado resumen para poner en autos a todos los sufridos fanáticos del cine de terror que adquirieron entradas para ver la parte dos. Como Terror en Silent Hill 2: la Revelación omite cualquier intento mínimo de explicación que sirva para refrescar lo que ha ocurrido entre un film y otro, lo que ocurre es sencillamente el abismo: un vacío enorme en donde la gente se siente totalmente extraviada y se limita a ver, con absoluta indiferencia, como una avalancha de bizarros monstruos pretenden devorarse a la sufrida protagonista. Terror en Silent Hill 2: la Revelación es un filme mal escrito y mal dirigido. Es frustrante y, lo que es peor, carece de efectividad a la hora de los sustos. Empieza a vomitar datos inconexos y, como carece de clima (o uno está tan enojado por la falta de información coherente que sirva para entender qué es lo que ocurre) cada secuencia de destripamiento resulta totalmente superficial y fútil. La primera Silent Hill no era precisamente Matrix - algo de culto que los fans vieron 20 veces intentando descifrarla y que terminaron por aprender de memoria - sino un filme pasatista muy logrado. Pero aquí en menos de cinco minutos tenemos a una enfermera sin ojos y con brazos con forma de cuchillos intentando desollar a Adelaide Clemens - la que parece la versión quinceañera de Michelle Williams, aunque con el 5% de su talento actoral -. Los ataques de las criaturas son aquí y allá, totalmente carentes de lógica y parecen tener lugar sólo cuando el libreto precisa inyectarle algo de ritmo a la trama. Después hay una avalancha de personajes anodinos que aparecen / mueren / son torturados por el camino, cosa de justificar el baño de sangre que precisa la cinta para ser calificada "como una de terror".
Duro de Matar: Un Buen Dia Para Morir es la quinta entrega de la venerada saga que comenzara en 1988 y redefiniera por completo el género del cine de acción. Pero Duro de Matar 5 no es ni por asomo el mejor capítulo de la franquicia: la historia tiene agujeros grandes como estadios de futbol, y la durabilidad de John McClane es tan excesiva que parece haberse convertido en una especie de ciborg indestructible a lo Terminator. Pero aún con todos sus grandes problemas, Duro de Matar: Un Buen Dia Para Morir tiene una energía envidiable y algunas escenas de acción tan ridículas como excitantes. No es un buen filme, pero sí es uno entretenido. Ciertamente el público norteamericano le dió la espalda, en gran parte gracias al apedreo generalizado de la crítica. El primer defecto grave del filme es que John McClane se siente más como un secundario que como protagonista de su propia película. Es cierto que Bruce Willis está viejo (casi en sus 60 años), pero el tipo está mucho más fresco que Schwarzenegger y Stallone juntos, amén de que posee mucho más carisma. También resulta entendible el deseo de fabricarle un sucesor - en la figura de su hijo, encarnado por Jai Courtney, el cual es bastante bueno en el papel y posee algo de los genes cínicos del viejo John -; pero quizás el quid de la cuestión resida en el deseo de trasladar la acción a Rusia - escenario novedoso y exótico para el cine norteamericano, aún cuando ya pasaron casi 30 años desde la caida del comunismo -. Como John no conoce un choto de ruso, está empardado con el más fresco, experimentado y astuto Jack (John Jr), el cual se maneja como pez en el agua en las calles moscovitas. Eso hace que Jack siempre vaya un paso por delante de John, y que John haga las veces de comic relief, sólo que armado hasta los dientes. El escenario ruso fuerza mucho la credibilidad de las cosas. Como no hay contactos ni amigos en Rusia, la historia debe ser simplificada al máximo - Jack y John van a dos o tres lugares a perseguir a los malos, sitios entre los cuales se incluye el escenario del climax -. Esto también reduce el número de personajes, lo que también complica el giro sorpresivo habitual que poseen las entregas de la saga - una revelación sobre las verdaderas intenciones del villano o algún traidor escondido en donde uno menos lo espera -, el cual aquí resulta extremadamente traído de los pelos. Uno termina por rechinar los dientes cuando se descubre la verdad de la milanesa, y termina encogiéndose de hombres mientras dice "oh, sí... claro...". Mientras que la historia deja mucho que desear - ¿por qué no liquidar a Komarov desde el vamos?; ¿por qué todos los malos desconocen la palabra "sutil", y vuelan edificios enteros por los aires, o los arrasan desde helicópteros fuertemente artillados... todo esto en medio de Moscú, y sin que intervenga ni la policía ni siquiera la fuerza aérea?; ¿cómo es que los chechenos van a los bares cargados de ametralladoras, municiones y granadas... justo las necesarias para que John y Jack puedan enfrentarse al ejército de villanos en el minuto final? -, la acción está rodada como los dioses. No es la acción propia de Duro de Matar - en donde John siempre llegaba con las últimas fuerzas a liquidar a los malos y las cosas funcionaban por un pelito de suerte -, sino más la de Michael Bay de sus últimos filmes; hablamos de secuencias gloriosamente ridículas, en donde la física, la biología, la medicina (y la lógica) no existen en este universo. Camiones artillados que arrasan decenas de autos como si fueran galletitas, tipos cayendo por un tubo desde un edificio de 20 pisos de altura y saliendo con dos o tres rasguños, o individuos montándose a balazos en el pleno centro de Chernobyl, en donde la radiación se encuentra a niveles estratosféricos. Eso sin contar un salto de 200 metros desde la cola de un helicóptero en picada, montaje que es tan espectacular como absurdo. Aún cuando sea la entrega más floja (en terminos de lógica e historia) de la saga, Duro de Matar: Un Buen Dia Para Morir no deja de ser divertida. Hay que verla sin pretensiones - sin esperar un gran villano como Hans Gruber, o un despliegue de inteligencia como la correría en Central Park de la tercera entrega, ni una persecución desesperante siquiera como el climax con el caza de la versión 4.0 -, y dejarse llevar por su despliegue descerebrado. Quizás haya llegado el momento de jubilar a John McClane (o quizás de rebootearlo con alguien más fresco), pero - a riesgo de sonar sacrílego - yo me sigo divirtiendo con el viejo Bruce, el cual tiene más pasta que 10 héroes de acción (de ahora) juntos, aún cuando funcione al 15% de su capacidad.