He aquí otra franquicia que se hunde por su propio peso. Para ser exactos ver Godzilla vs Kong te da la misma sensación de Mujer Maravilla 1984: un bolazo pretensioso que tiene algunos momentos buenos pero que jamás volveré a ver. Oh, si, los planos en Ultra HD de King Kong y Godzilla son geniales, las peleas en las ciudades infestadas de edificios de neón son mortales… pero, en el medio, un aburrimiento terrible. Hasta llega un punto en que querés que las batallas terminen y pase algo realmente interesante. Terminé bostezando y cabeceando sobre el final de la película simplemente porque unos geniales efectos especiales no son sustitutos de una buena historia. Al lado de esto Godzilla 2014 y Kong, la Isla Calavera (por lejos la mejor película del Monsterverse) son obras maestras. Acá está Tarzán como científico renegado, al cual le dan el poder de movilizar toda una flota de portaaviones y poner a su servicio billonarias instalaciones militares sin que alguien chiste. Rebecca Hall traduce los gestos de una piba sordomuda que puede comunicarse con Kong ya que el simio aprendió el lenguaje de señas. Honestamente esa ocurrencia no me parece una atrocidad; una atrocidad es, en cambio, el tema de de la Tierra Hueca donde estos tipos van a buscar una fuente de energía (!!!!!) capaz de destruir a Godzilla (que se ha vuelto loco) y, encima, todo ese viaje es muchísimo menos interesante de lo que debería debido a una saturación de efectos especiales. Ah!. Y que Kong es descendiente de una raza de primates inteligentes capaces de construir templos y armas. Verlo a Kong con la Stormbreaker de Thor darse murra con Godzilla… no sé si es digno de aplauso o una de las ocurrencias mas ridículas de la historia. La primera King Kong vs Godzilla de 1962 era una estupidez monumental, con terribles diálogos y gente en trajes de goma. Pero hay algo que tiene que ver con el sabor de lo vintage + el sabor del pastiche que supone el cine fantástico japonés que te permite tolerarla. Es posible que cuando uno ve el logo de la Toho, japoneses haciendo carotas y monstruos de goma pisando maquetas de cartón uno se ponga en onda de “esto ya lo vi, es un bolazo pero es entretenido”. En cambio cuando ponés a un montón de actores de calidad (con efectos especiales de la hostia) a recitar malos diálogos y teorías científicas inventadas por un pibe de cinco años, la reacción inevitable es poner los ojos en blanco y decir “que desastre que es esto; ¿no se les podía ocurrir algo mejor?”. Imitar el sicotrónico cine fantástico japonés metiéndole cientos de millones de dolares en producción no da resultado. Godzilla vs Kong quizás hubiera funcionado mas como una película de dos mangos de The Asylum, algo que te pone en el humor adecuado ya que lo que vas a ver es un bolazo sideral. Acá la gente se toma muy en serio las cosas, hay muchas volteretas de los personajes que no le interesan a nadie (Brian Tyree Henry es el peor ofensor de los sentidos con su paranoico conspirativo que habla a dos mil por hora; las escenas con Kyle Chandler podría haber desaparecido en el cuarto de edición y nadie lo hubiera extrañado; el pibe Tennison es increíblemente anodino; y gente con carisma como Billie Bobby Brown, Alexander Skarsgard y Rebecca Hall son devorados por una trama pasada de sandeces y bobadas siderales (hacer un agujero hacia el centro de la Tierra con el aliento atómico de Godzilla; ¿en serio?; ¿después los tipos se ven a través del túnel – que debe tener miles y miles de kilómetros de largo – como dos vecinas que se ven por encima de la medianera?). Ni siquiera el villano invitado te hace ruido. Nop, poco y nada de lo que hay en el filme funciona. Es posible que la próxima vez que veas Godzilla vs Kong sea para probar lo magnífica se ve tu nueva TV 8K de 85 pulgadas porque, visualmente, es un orgasmo. Pero el filme se va en cosas que no son interesantes, los personajes son anónimos y las peleas terminan por saturar. Ni aún con el hambre de ver cosas espectaculares que te da la pandemia (y que te hace abrazar con fruición cosas pasables o mas destacables como Greenland o La Liga de la Justicia de Zack Snyder) te permite darle un cheque en blanco a Godzilla vs Kong. Es un filme mediocre con millones de oportunidades y recursos para hacer las cosas interesantes (¿por qué no dejaron que toda la trama ocurriera en la superficie?; daba un filme mas breve y menos disperso) pero que no las hace, salvo darte unos planos visuales que son dignos de un aplauso de pie.
Cuando la IMDB se llenó de comentarios negativos sobre Mujer Maravilla 1984, simplemente pensé que se trataba de otra campaña de haters. Bobitos fanatizados que creen que esto es otra rivalidad tipo Boca – River y que salían a defenestrar al equipo contrario; machistas; odiadores seriales de películas lideradas por mujeres y/u oleadas de gente desconforme con la tarifa de streaming de HBO Max donde actualmente emiten la película. El tema fue verla en vivo y darme cuenta de que la negatividad estaba justificada. WW 1984 es una película terrible donde las inspiradas escenas de acción y el carisma de Gal Gadot y Chris Pine no alcanzan a salvar al filme de la quema. Es demasiado larga, el plan del villano no se entiende y hay demasiados momentos que rayan en lo camp. Si Mujer Maravilla era la Superman (1978) del DCEU, entonces WW 1984 es su Superman IV: En Busca de la Paz: un descarrilamiento creativo que ni los buenos talentos de su protagonista logran redimirlo. El comienzo es malo. Se ve amateur y sobreactuado, y pareciera que Richard Lester fuera el director – no Patty Jenkins – porque todo está jugado para lo absurdo. No hay explicación alguna de por qué Diana ha decidido salir de su anonimato y hacer tareas fugaces de girl scout. Luego conoce a Kristen Wiig, nerd profesional que trabaja con ella en el museo. Todos la basurean y ella envidia a la morocha enorme que roba la mirada de todos los varones. Es una amistad absurda porque la Wiig es desesperadamente insulsa y solo hace migas con la Gadot porque ésta es tan generosa que es buena con cualquier chucho apaleado que se le cruza en el camino. Por ahí anda rondando Pedro Pascal haciendo morisquetas. Este debería ser el gran año de Pascal (la segunda temporada de El Mandaloriano, la de superhéroes infantiles con Robert Rodriguez, éste film) pero su perfomance acá es atroz. Es obvio que le dijeron que canalizara a Gene Hackman en Superman, pero su Maxwell Lord es un vendedor de autos usados sobrevalorado que tiene cero por ciento del carisma e inteligencia que tenía Hackman en la saga del chico de Kriptón (tampoco es que lo de Hackman fuera memorable; me quedo mil veces con la versión de Lex Luthor de Kevin Spacey). El tipo se topa con una piedra mágica que cumple deseos, él se convierte en la fuente de los deseos mismos y obtiene favores cada vez que le concede deseos a los otros con lo cual se vuelve mas y mas poderoso. Pero todo es absurdo. El tipo quiere apoderarse de todo el petróleo del planeta pero empieza a generar conflictos regionales en todos lados y al final deja al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial. ¿Y todo esto con qué motivo, maldita sea??. Mientras la Wiig le pide a Pascal ser mas sexy y feroz – y así empieza a mutar en Cheetah, una villana clásica de las tiras de la Mujer Maravilla -, la Gadot hace lo suyo y revive a Chris Pine. Aunque suene sacrílego el rol de Pine podría haberse podado olímpicamente y el filme se hubiera ahorrado una hora sin mellar el argumento que, de por sí, es innecesariamente rebuscado y escasamente interesante. Ni siquiera Jenkins logra clavar los colmillos como debe para satirizar a la década del 80 y todo queda en la tibieza. Y, lo que es peor, hay momentos en los que uno bosteza. A eso se suma poderes salidos de la galera que atentan contra el minimalismo y la lógica que tenía la amazona en el filme original: ¿Diana vuela? (algo que siempre odié de los comics y los dibujos animados); ¿puede convertir cualquier objeto en invisible?; ¿tiene una super armadura en su departamento que la robó del museo?. Al menos los usos creativos del lazo mágico son dignos de aplaudir aunque carezcan de toda lógica. Es cierto que no hay buenos villanos en el comic original – bah, uno está acostumbrado a la excelencia de Batman y su galería de renegados sicópatas -, y eso es algo que ocurre con la mayoría de los superhéroes conocidos, pero podían haber elegido a alguien mejor que Maxwell Lord o, al menos, escribirlo mejor. Acá es un delirante que empuja a todos al borde del abismo y uno no sabe muy bien el por qué. Al menos la Wiig tiene un motivo profundamente personal por el cual ponerse en el camino de Diana pero… ¿de que sirve ser poderosa, sexy y tener un abrigo de piel permanente si el rascacielos donde vive ha sido fundido por el calor de la radiación atómica fruto de la guerra termonuclear entre EE.UU. y la URSS?. Indulgente, incoherente y demasiado larga. Quizás es momento de que la Jenkins le pase la posta de la saga a otro director / directora. El salto de calidad entre original y secuela es enorme y honestamente no se por qué. ¿Se durmió la Jenkins en los laureles? ¿Geoff Johns se pasó de mambo con el script?. De nuevo el DCEU está en boca de todos y no precisamente por la buena calidad de su último producto; y, en los duros tiempos que corren, no se puede quemar el dinero con productos tan costosos como insatisfactorios como éste.
-¿Señor Paul W.S. Anderson? -Así es. -Acaban de llamar varios directores. Quieren que les devuelva sus ideas. -¿?. -Llamó Roland Emmerich y dijo que la idea de marines vs aliens en el desierto la estrenó él en Stargate. También llamó Byron Haskin, quejándose de lo parecido que es esto con Robinson Crusoe en Marte. En la misma línea están John Boorman con Infierno en el Pacífico y Wolfgang Petersen con Enemigo Mío sobre gente que no sabe comunicarse pero se amiga frente a una amenaza común. De Piratas del Caribe Will Turner le pidió que le regrese la idea de cómo abrir los goznes de un calabozo de barco pirata… ¡Ah!. Y que le regrese los barcos. Gore Verbinski se quejó y dijo que él ya hizo navegar galeones en la arena. También llamó Stephen King y protestó porque la idea de una torre lejana que controla un mundo hostil es suya. Del mismo modo Rob Bowman le pidió que le regrese los dragones (y las ideas de cómo matarlos) de El Reinado de Fuego. ¡Ah! Incluso usted se llamó a sí mismo! -¿?¿? -Sip… porque la idea del final abierto y todos luchando contra una amenaza gigantesca se la copió del final de Mortal Kombat. Odio la malaria. Odio que me retengan perlas como la última de James Bond, la despedida de Viuda Negra o siquiera la de Rápido y Furioso con el nardo de John Cena. En cambio, uno tiene que desayunarse estos bodrios, los requechos que nunca podrían haber hecho buenos números en la taquilla… con el plus – muy gracioso, por cierto – de que los zoquetes responsables de esto ni siquiera hicieron los deberes y metieron una frase ultra ofensiva super racista en el el libreto que ofendió a toda China y les cerró el mayor mercado cinematográfico del mundo, amén de ser el único en donde podían ser un fenómeno de taquilla ya que los asiáticos tienen un fetichismo incontrolable con los monstruos. Nop, señor, esta película viene mal parida y yo no soy quien para encargarme del parto. No la encuentro particularmente aburrida ni espantosa, simplemente mal ejecutada y sin energía. Digo: la idea es tan simple, estúpida y básica: ir del punto A al punto B y pelear con los monstruos que hay en el medio. ¿Qué tan horrible e inepta puede ser la ejecución?. Bue, la realidad es que los detalles te matan. La Jovovich sigue siendo bella, está mas veterana y morruda y está bien en las escenas de acción pero no se ve para nada convincente como una dura ranger en medio del desierto afgano. La escuadra que la acompaña – al igual que los piratas JoJoJo que van con Ron Perlman – parecen salidos de un catálogo de Vogue y lo que menos tienen pinta es de guerreros curtidos o de saber empuñar un arma. Pero creo que lo mas terrible son los 100 cortes por minuto que mete Anderson en lo que cree que es inyectar adrenalina en un relato mustio. La edición frenética le sirve para camuflar que su esposa no es tan hiper veloz como Tony Jaa (aunque lo parece) pero a la hora de pelear con los bichos gigantes la cosa aturde y se vuelve convulsiva… y lo dice alguien que normalmente no se queja de una edición esquizofrénica como ésta. Es como si ése fuera el único estilo de filmar de Anderson: mata todo, incluso lo que podría ser interesante. Entre la edición y el fuerte olor a pastiche los puntos bajan para Monster Hunter pero yo creo que podría haberse quedado en un solido entretenimiento serie B simplemente con otro director, sin tocar una coma del script, con otro tipo que haga ambiente misterioso y editara las escenas a un ritmo normal. Anderson se dispara en sus propios pies todo el tiempo ya que logra paisajes formidables… que solo pasan delante de tu ojo durante medio segundo porque ya cambió el plano. Ok, eso disfraza FX y escenarios digitales mediocres pero llega un momento que aturde. Del mismo modo, el filme se podría haber sostenido perfectamente con la Jovovich y Jaa en vez de meter a un gordo y sobreactuado Ron Perlman y al equipo de Fashion Police. Sip, es posible que esté muy quisquilloso últimamente pero también es cierto que mi paladar extraña cine de calidad. Gastar 90 minutos en esto y salir apenas entretenido es un desperdicio de tiempo y me deja con la panza vacía. Desde Jojo Rabbit hasta Stanley Kubrick, desde Otto Preminger hasta una de romanos con 500.000 extras en pantalla, hay toneladas de cintas de calidad que valen la pena descubrir (o redescubrir) antes que reiterar con un director mediocre. Sorry Paul – eres el nuevo Uwe Boll, ¿lo sabías? -, antes con las salas abiertas te podía dedicar un tiempo ya que la oferta de cintas de todo tipo abundaba: hoy en día preciso un bálsamo de gran cine (de ese que era totalmente original, emocionante e inolvidable!) para redescubrir por qué sigo enamorado del séptimo arte y, de paso, inyectarme un poco de energía en mis venas agotadas por la abrumadora desolación del paisaje que me rodea.
La ignorancia es nuestra munición… (y me siento acribillado por ella) (Para calificar algo, primero hay que entenderlo) Aún no termino de entender lo que acabo de ver y, lo que es peor, si me ha gustado o no. Si me guío por las perfomances, los efectos, la prolijidad técnica, Tenet es una muy buena película. Básicamente es una de James Bond donde el villano tiene una máquina del tiempo y con ella pretende destruir el mundo. Como el tipo es un traficante de armas ruso con una enfermedad terminal el flaco se ha vuelto un misántropo irremediable, algo que no va para nada bien con su personalidad violenta y sociopática. ¿Qué mejor que arrasar el mundo con un armagedón temporal cuando él se muera, atando el latido de su corazón a una máquina del juicio final?. Allí entra a jugar Tenet, una organización secreta privada dedicada a detener al villano. Y para ello recluta a un activo con futuro brillante, un talentoso (y anónimo) agente secreto que era de la CIA y que quiere entender qué es lo que pasó en el fallido último operativo que participó – donde un tipo, en vez de tirarle un balazo, chupó la bala impactada directamente al cañón de su pistola -. Hasta ahí, todo bien. Luego le explican que la máquina del tiempo que tiene el villano no es un simple DeLorean sino un aparato que altera la entropía de las cosas y las personas, en donde la acción se vuelve la reacción. Por ejemplo vos no disparás una bala, la estás atrapando con la pistola. Mmmm… acá las cosas se complican. ¿Si la atrapo… no es porque debería haberla disparado antes?. Teóricamente la máquina del villano al cambiar la entropía de la bala hace que ésta no precise haber sido disparada antes, basta llamarla con un miyi miyi como quien llama al gato y ahí entra a la recámara de la pistola. ¿No cuadra?. Nop, y a mí tampoco. Pero como dice la profenerd que está desasnando a John David Washington (y a nosotros) en un momento, “no intentes entenderlo y sigue adelante”, y yo le tomo la palabra. Y así podés disfrutar de Tenet durante una hora y media durante la cual las cosas ocurren de manera comprensible. Si, hay uno o dos momentos de esos con la entropía cambiada pero uno los deja pasar… bah, es que hasta ese momento el tema de la entropía me parecía una rebuscada sofisticación de Nolan (digo, ¿todo esto no puede funcionar como meros viajes en el tiempo a lo Marty McFly?), como es el caso del ataque de los operativos al depósito del aeropuerto de Oslo. Lo que ocurre es que el cambio de entropía da lugar a efectos visuales completamente inusuales como gente tragándose los escupitajos que lanzaron, ventanas rotas que se rearman, pedos que vuelven al cuerpo… El problema es a los 90 minutos donde Tenet empieza a jugar fuerte con el tema de la entropía cambiada que uno no había terminado de entender del todo y se convierte en un completo WTF durante la hora siguiente. Porque la cámara que cambia la entropía hace también de máquina del tiempo y los tipos pueden volver atrás varias horas… y si tu versión actual te ve, estás caminando y hablando para atrás (los yanquis no entendieron nada de esto y pensaron que era un grave problema de sonido: son tan brutos… ¡por eso nosotros leemos los subtítulos y entendemos todo!). Y ahí los tipos deciden volver a Oslo en barcos que van a la inversa, llevándose oxigeno de su dimensión normal porque en la invertida no podés respirar el de todos los días… y chocándose con sus dobles en versiones pasadas (PD: ¿y la gente normal que te ve caminando para atrás como Michael Jackson, no dice ni investiga nada?; ¿no les parece raro?). Insisto: ¿esto mismo no hubiera ocurrido igual viajando con el DeLorean y habiendo varias versiones iguales al mismo tiempo sin el quilombo de las balas que vuelven a la recámara, los autos destrozados que se arreglan y van en reversa… y la mar en coche?. Debo admitir que cuando el filme llega al clímax – con un enfrentamiento masivo de fuerzas del orden vs las del villano con la entropía bien y con la entropía revertida – yo ya me había perdido hace rato. No termino de entender la mecánica del juego de Nolan. Parte del problema es que Tenet está plagada de exposiciones – el drama personal de la Debicki con el sicópata de su marido, su amante y una falsificación de Goya; el rastreo de las balas modificadas a una traficante de armas india; el atentado en la Opera; la explosión de una ciudad secreta en Rusia; la gente del futuro (!) que le mandó la máquina del tiempo por piezas a un sicópata del tiempo presente; los chichoneos entre la Debicki, Washington y Pattinson – … pero no de las exposiciones que el espectador realmente precisa como oxígeno en Marte. Entonces quedás perdido en la trama, con millones de diálogos banales disparados por hora y sin poder entender realmente como funciona todo esto, porque esto precisaba desesperadamente un tutorial para idiotas tal como la charla de Di Caprio con Ellen Page sobre las reglas del sueño en Inception. Entiendo la entropía inversa en las balas pero ¿en la gente?. ¿Fuego que se convierte en hielo?. ¿Tropas que llegan a un lugar y cuando desembarcan ya tienen heridos en camilla y van en retirada??. ¿WTF?. Es posible que uno descubra los secretos de Tenet en una segunda o tercera visión y que encuentre la brillantez del tema. No sé si me tomaría la molestia. La historia se entiende pero las escenas de acción con la entropía cambiada no; yo no sé si un tipo que muere con la explosión cambiada es por el explosivo o porque ha quedado atrapado en el cemento de la pared donde estaba que se ha reintegrado (la batalla final es caótica). Yo creo que la función de un director es la de traducir las reglas del universo que ha creado en términos simples para que cualquier espectador pueda entenderlo, y acá no se da la circunstancia. Me pasa algo parecido a Primer (2004), una pequeña película independiente que tiene una visión totalmente iconoclasta de los viajes en el tiempo, pero en donde la pedantería del director terminaba por arruinar la experiencia ya que el flaco se negaba a describir con claridad las reglas del juego: así uno terminaba con un fuerte dolor de cabeza y recurriendo a la Wikipedia y a gráficos explicativos creados por los fans para que el resto de nosotros pudiera entender cómo funciona el filme. No me reconozco como un idiota, he podido descifrar películas mucho mas crípticas que ésta pero lo de acá me supera. Yo creo que acá Nolan se ha pasado de rosca con su nerdismo y si bien todo esto puede ser brillante y perfectamente entendible y hasta aplaudible, precisaba al menos media hora mas de exposición (a nivel de kindergarden) para entender perfectamente todo. Tenet puede ser una genialidad y sin lugar a dudas es tremendamente original; pero, en lo que se refiere a exposición, es un filme muy mal dirigido. El espectador debe entender a la primera y el director debe asegurarse de eso por que, si no, es un juego en donde solo él se relame con su autocomplacencia ya que él es el único que entiende lo que pasa en pantalla.
Jóvenes Brujas (1996) es un filme que me gusta muchísimo. Hay grandes perfomances – Fairuza Balk llegó 15 años antes de que los superhéroes se pusieran de moda pero, si no, hubiera sido una genial Harley Quinn: salvaje, descontrolada, carismática a mas no poder -, una banda sonora de oro y un desarrollo que, aunque modesto en sus aspiraciones, era racional, escalado y prolijo. 25 años después llega esta suerte de secuela / reboot que, para los fans del original, bordea el insulto. El enlace con el original es muy muy débil – el tan ansiado cameo llega demasiado tarde y dudo de que alguien pretenda producir una secuela de esto como para expandir la historia -, las nuevas adiciones bordean lo estúpido y pareciera que es mas un panfleto Woke que un entretenimiento con aspiraciones comerciales. No es demasiado terrible pero tampoco termina por elevarte el pulso en algún momento. La historia es la misma: tres parias de secundaria buscan redención en la magia y, para completar el aquelarre, precisan la presencia de una cuarta bruja. Hay una recién llegada al pueblo, desencantada por la mudanza y porque su madre se ha juntado con uno de esos predicadores New Age que habla de Masculinidad Tóxica y un montón de otras pavadas. El tipo en cuestión es David Duchovny, terrible actor si los hay pero que se defiende en papeles estoicos y haciendo comedia. Pero acá se ve como el abuelo de Duchovny – cara inflada, pareciera un borracho con años de carrera – y pronto muestra la hilacha de ser un machista prepotente y dominante lleno de reglitas estúpidas. Cuando las pibas prueban sus dones, se transforman directamente en superpoderes nada creíbles –rayos!, pueden parar el tiempo! -, detalle que te hace crujir los dientes. Una de las mejores cosas que tenía The Craft era que los poderes de las brujas eran digeribles – ilusión, control de personas por magia, levitación – pero acá las chicas son pichonas de Doctor Strange y nada les está prohibido. Uno espera que surja la loca en el grupo – tipo Fairuza Balk – pero la candidata – Gideon Adlon, hija de Pamela Adlon – es super tibia y nunca termina por explotar. (alerta spoilers) Al contrario, el villano de turno es – sin demasiadas sorpresas – el padrastro en un giro demasiado traído de los pelos. (fin spoilers) El drama de todo esto es que termina volviéndose discursivo, poniendo a cuatro chicas que quieren reafirmar su lugar en el mundo versus el macho veterano chapado a la antigua, convencido de que la función de las mujeres es ser completamente sumisa a los deseos del hombre, lo cual termina convirtiendo el tercer acto del filme en un engendro. Yo no creo que se trate de un problema de ideologías – cualquier texto fantástico se puede convertir en una alegoría de temas profundos de la realidad – pero la exposición es de una torpeza y fanatismo militante que termina por volverse burdo e irritante. Yo abandoné Supergirl en la cuarta temporada porque el discurso sobre racismo y control migratorio – en clara discrepancia con las posturas públicas de Donald Trump, presidente en aquel momento – era alevoso y panfletario y terminaban por arruinar el valor de la serie como entretenimiento. Los personajes perdían su personalidad y se volvian marionetas del libretista que estaba encendido y deseoso por escupirle a Trump en la cara acerca de las atrocidades que pensaba… pero terminaba traicionando el espíritu de la serie y a la comunidad de fans que la soportaban… y acá ocurre lo mismo. Yo creo que las mismas ideas pueden exponerse de otra manera, mas profunda, pensante y menos arrebatada. Pero DC últimamente viene en esa onda – como la revelación reciente de que el hijo de Superman es bisexual o que uno de los Robins es gay – que es tan repentino como tosco y recarga las tintas en algo de lo que simplemente se esperaba que fuera un entretenimiento. Mas vale inventen desde cero un superhéroe LGBT antes que meter con calzador revelaciones forzadas en personajes ultra populares, lo cual termina indignando a la comunidad de seguidores. The Craft: Legacy, cuando opera en onda remake, es blanda; y cuando agrega cosas nuevas, bordea lo patético. No es una atrocidad pero, para los fans del filme original – entre los que me incluyo – bordea la afrenta. Y definitivamente perecerá en el olvido debido a su falta de respeto al espíritu de la película de culto que secueliza.
Está visto que la pandemia del Coronavirus va a ser la excusa para la venta masiva de material mediocre por canales VOD, cosa que la gente comprará con desesperación en vista del embole generalizado, y convirtiendo en éxitos cosas que serían seguros fracasos si se estrenaran en salas de cine normales. Pasó con Trolls World Tour y pasa con Scoob!, la historia de origen de Scooby Doo, cuyo maquillaje digital no alcanza para camuflar las limitaciones creativas del libreto. Bah, la historia está ok pero… ¿no había nadie con dos dedos de frente para escribir diálogos pasables o aunque sea chistes medianamente graciosos?. Al lado de esto, los filmes del 2000 escritos por James Gunn parecen Shakespeare y le ganan por goleada en cuanto a comparación de ideas y gracia. ¿Cuál es el problema con Scooby?. Quizás la causa esté en sus genes. Hace mas de medio siglo que Hanna-Barbera no produce algo decente – digo, estos tipos son los responsables de Johnny Quest, Tom y Jerry, los Autos Locos, los Picapiedras, los Supersónicos! – y es porque el vacío creativo es gigantesco y feroz. Pareciera que el estudio careciera de ambiciones, de querer ser algo mas que un productor serial de tiras para televisión mediocremente animadas cuando, en una época, rebosaban de gracia e ideas originales. ¿Qué pachó?. ¿Se murieron los únicos dos tipos que escribían cosas geniales en el estudio?. ¿O la gracia solo pasaba por William Hanna y Joseph Barbera cuando controlaban directamente la cosa y, cuando crecieron como estudio, solo se dedicaron a contratar creativos mediocres?. Lo único que parecen interpretar es que, si hacen dibujos animados para niños, solo deben escribir ñoñerías… y se olvidan de que Tom y Jerry eran cartoons increíblemente salvajes para su época – los años 40 y 50 – y que de ellos la Warner tomó nota de ellos para crear sus Looney Tunes. Habiendo pasado por decenas de manos ahora el estudio pretende (!) hacer un Hanna-Barbera Shared Universe, con lo cual Scooby y su pandilla se ven involucrados con el Halcón Azul, el perro robot Dinamo, Pierre Nodoyuna y Patán, los cuales vienen de otras tiras animadas del estudio. Mientras que el Halcón Azul y Dinamo dan para una buena cargada a Batman y otros superhéroes recargados de gadgets (y por momentos el filme parece entenderlo y amenaza con convertirse en gracioso, poniendo al Halcón como un héroe incompetente y cambiando los roles con el perro robótico que usualmente es el que mete la pata), meter a Pierre Nodoyuna como un archivillano a lo Blofeld (o Gru) ya es demasiado. Jason Isaacs devora con gusto el rol pero no tiene margen para improvisar, y toda la historia termina siendo una enorme pavada con Deus Ex Machina a rolete como para que a ningún nene se le escape una lágrima en la sala de estar de su casa. En sí, ¡Scooby! no es tan terrible. Hay 5 o 7 chistes que aciertan y son buenos. El diseño es genial. Pero el resto son divagues que no van a ningún lado y las refriegas verbales entre los personajes se quedan realmente cortas de ser cómicas. Poner a Gina Rodriguez como una Velma latina ultra nerd podría dar resultados, igual que Zac Efron como Fred – Efron sabe de sobra hacer comedia! -, pero el libreto los castra con su mediocridad. Todo esto mismo hubiera resultado muy distinto con James Gunn como libretista, que haría los diálogos con doble sentido y le daría material a los adultos para disfrutar la historia con otra lectura sin perder de vista el respeto por la naturaleza de los personajes. Pero acá – que hay una tonelada de gente, 4 guionistas y 3 tipos escribiendo la historia – son incapaces de sincronizar a dónde quieren ir o cómo armar un chiste, y se relamen en sandeces que erran el blanco prácticamente todo el tiempo (¿por qué no escribieron cosas mas descontracturadas como el chiste de Ikea?). ¡Scooby! es definitivamente una película infantil y los chicos con edades de un dígito seguramente la apreciarán; pero es un desperdicio de recursos porque un poco mas de esfuerzo podría haber dado algo mas filoso, parodiando al género de superhéroes o generando secuencias mas excitantes y cómicas. Así como está es una ñoñada que zafa con lo justo y no te dan ganas de revisitarla nunca mas.
Si antes era Enero (pleno invierno estadounidense) la época en donde los estudios se deshacían de los filmes con mala prensa y a los cuales no les tenían fe, ahora ha pasado a ser las cadenas de streaming el método de descarte de producciones fallidas. Tal es el caso de Artemis Fowl, una superproducción que la Disney viene pateando su estreno desde hace un año y que terminó por estrenar en Disney + sin pena ni gloria a principios de Junio de este año. Ciertamente el filme no es tan horrible como dicen que es (pareciera que el hobby de la gente encerrada por la pandemia es atacar con salvaje alevosía a cuanta película mediocre se les ponga en el camino), pero no deja de ser una cinta con problemas. El por qué este barco se hunde – con Kenneth Branagh a la cabeza, aunque como director a sueldo y y sin input artístico en el libreto final – no es un misterio, pero no deja de mostrar las limitaciones de los ejecutivos hollywoodenses que solo compran franquicias en bases a estadísticas de ventas y después producen monstruos como éste sin ser incapaces de entender la esencia de la obra que adquirieron, modificando el relato por completo y alienando a todo tipo de público – el que desconoce la obra y el que es fanático de la misma -. Artemis Fowl llega tarde a la moda de las franquicias de fantasía – Harry Potter expiró hace rato y todos sus imitadores han perecido en el camino -, y es incapaz de reconocer las limitaciones del formato elegido. En este tipo de fantasías modernas hay mundos extremadamente complejos que precisan largos tiempos narrativos para que el espectador pueda digerir la mitología y, de paso, poder darle oxigeno al desarrollo de los personajes que nos guiarán por el resto de la aventura. Es por eso que estos bolazos sofisticados calzan mejor en el formato de miniserie que en el de una apurada producción limitada a solo 90 minutos de exposición, que es el problema fundamental que afectó a Lemony Snicket, ShadowHunters o The Golden Compass, obras que distan mucho de ser Shakespeare pero que encontraron su punto justo de coherencia y entretenimiento al ser convertidas en miniseries por las cadenas de streaming. Debo admitir que se nota el esfuerzo de Branagh en ir lento y hacer todo esto comprensible – el filme se toma la primera hora para explicar por qué los Fowl tienen fama de ladrones de guante blanco, por qué están aparentemente en guerra con el mágico (y secreto) mundo de las hadas, desarrollar el mundo de las mismas (que viven en una especie de Wakanda subterráneo plagada de alta tecnología que funciona a costa de magia) y llevar esto a un choque que desate el nudo dramático de la historia -, lástima que el libreto es un horror y, cuando llega a un punto de coherencia y cierta excitación, decide apretar el acelerador y mandar 500 toneladas de fruta en cinco minutos. Esto es particularmente destacable en el rol de Josh Gad, relator de la historia, cuya trama se vuelve imposible de seguir en los últimos diez minutos de la película. Sin conocer la obra original diría que Artemis Fowl zafaba bastante hasta la media hora final donde se dispara mal. Es obvio que esto precisaba convertirse en una miniserie porque dos libros condensados en un solo script con 94 minutos de metraje es compactar demasiado, pero el otro motivo de ultraje (y la razón principal por la cual el filme recibió críticas atroces) es que la correctitud politica de Disney obligó a los libretistas a meterle cambios a la obra, los cuales alienaron a los fans de los libros originales. En las novelas Artemis Fowl es un genio criminal adolescente que pone trampas de todo tipo a hadas y duendes para quitarles su oro y restaurar la extinta fortuna familiar. Sus exploits deleitaban al lector y el personaje, con el correr de los libros, pasaba de villano a reticente antihéroe que debía ayudar a sus victimas en otro tipo de causas. Acá el script cambia radicalmente la esencia del caracter, convirtiéndolo en el tipico héroe de aventura de Fantasia 101, genio incomprendido que ayuda a una causa noble obligado por una falsa acusación a su padre. Es cierto que, cuando Artemis trama a lo Lex Luthor para obligar a las hadas a revelar sus secretos y obtener lo que precisa para negociar con el secuestrador de su padre, el filme brilla y especialmente en el asedio de las fuerzas del mundo mágico a la mansión Fowl, pero el resto de las subtramas no están bien desarrolladas y uno no entiende por que este grupo de gente se termina convirtiendo en el equivalente de un equipo de Misión Imposible en versión fantástica. ¿Por qué Josh Gad le cuenta tanto a los humanos sobre el mundo mágico y Fowl?. Pura fanfarronada incomprensible del script, que pensaba que estaba construyendo algo épico. Yo creo que en algún momento vendrá la miniserie de Artemis Fowl la cual le hará justicia al personaje y a la narrativa. Así como está, esto es apurado e insatisfactorio. El cast es sólido, el guión no (también… se lo encargaron a un par de tipos que escribieron cosas indie o la atroz Johnny English) y queda como un montón de dinero quemado sin una clara brújula creativa que hiciera esto entretenido y respetara la esencia de la historia y de los personajes.
En los setentas las series se hacían como chorizos: tomaban una formula y le aplicaban infinitas variaciones. Estaban las de parejas de policías (Las Calles de San Francisco, Starsky & Hutch), las de detectives desenfadados (Columbo, The Rockford Files, McCloud), las de equipos de policías / detectives privados (SWAT, Los Angeles de Charlie)… y los de episodios, que contenían cerca de tres historias por capítulo. Si se trataba de romance el combo perfecto era The Love Boat (1977 – 1987) con parejas cruzándose a bordo de un crucero durante una escapada de fin de semana a México. Y, como no había originalidad en el mundo del espectáculo (ni en ese entonces, ni ahora), al productor de The Love Boat, Aaron Spelling, se le ocurrió hacer el mismo formato… pero en una isla donde se te cumplían los sueños y el anfitrión era tan poderoso como misterioso. En la época de oro de la televisión basura La Isla de la Fantasía debutó en 1977 y se quedó en las pantallas hasta 1984. Nadie se acordará de siquiera algún capítulo de la serie pero la magnética presencia de Ricardo Montalbán como Mister Roarke – el enigmático anfitrión de la isla que le concede fantasías a todos sus huéspedes… con consecuencias indeseadas o no – y Hervé Villechaize como su inquieto sidekick Tattoo se transformaron en imágenes que quedaron grabadas en la retina de mas de una generación de seguidores del programa. 36 años después de su cancelación viene esta remake en clave de terror… la cual no es una extrapolación demasiado disparatada si uno analiza la premisa en profundidad. En la serie original Montalbán era un moralista… y a veces, para darle una lección a algún anfitrión no muy santo, terminaba doblando la vara y generando situaciones mucho mas oscuras. Eran contadas con los dedos de una mano en los 152 episodios que transitaron por la serie, pero la posibilidad estaba. Y el que entendió esto a la perfección fue Barry Sonnenfeld, el que hizo una serie remake en 1998 que no solo ponía de cabeza el concepto de la ñoña serie sino que le agregaba su propia mitología. Las agencias de turismo que reclutaban huéspedes para la isla parecían portales a otras dimensiones, Mister Roarke era mucho mas siniestro, el equipo de la isla tenía características fantásticas y uno podía asumir que hasta Roarke era una especie de Próspero todopoderoso atrapado en su isla maldita. Malcolm McDowell fue la inspirada elección para encarnar a Mr. Roarke en esta única temporada que duró la remake. Uno podría asumir que Jeff Wadlow – el mismo que hizo Kick-Ass 2, pero que viene en picada con cosas como Truth or Dare y Memorias de un Asesino Internacional, amén del horrible libreto de Bloodshot – podría haber tomado algunas notas de la remake de Somnefeld, sacándole el humor negro y haciéndola mas oscura, e incluso entrando en los terrenos de la nueva Westworld con una atracción turística plena de secretos y a punto de salirse de control… pero no. La dirección es horrible desde el vamos – casi parece una película de cable, con cero interés en crear algún tipo de clima -, y el casting (a excepción de Maggie Q, que es la única que puede actuar del grupo) es horrendo. Michael Peña es un nombre en alza en estos momentos debido al MCU (y tendrá un pasado como actor serio), pero es chato y vulgar como Mister Roarke. Para ese rol precisaban a un latino (o, en su defecto, a un inglés como McDowell) que sobreactúe con clase, pero se ve que el presupuesto no alcanzaba para contratar a Antonio Banderas (“WELCOME… to the Issla of the Fantassy…!”), el cual es el heredero natural de Ricardo Montalbán en su lugar en el cine. Peña habla mucho, anda sin saco, se mete en todas las fantasías, parece que tuviera un escarbadientes en los labios… es mas el plomero de la cuadra que un tipo que irradie clase y misterio. Tampoco ayuda que los huéspedes sean anodinos (Jimmy Yang y Ryan Hansen, haciendo doblete con Like a Boss, como los insufribles fiesteros involucrados sin querer con un cartel narco; la pintarrajeada Lucy Hale como la chica que viene en busca de venganza de la bully que le hizo la vida imposible en el colegio; el nulo Austin Stowell como el tipo que quiere vivir una fantasía de acción) o que sus historias lo sean (Maggie Q, que quiere anular su rechazo a un candidato que hizo en el pasado… y ahora se descubre casada, con una familia y con una hija de cinco años de un día para el otro), o que hayan colados que pretenden meter misterio (Michael Rooker, sin bañarse durante varios días), saltando de una fantasía a la otra. Sonnenfeld será un mal director pero es un buen productor y sabía cómo hacer una versión oscura de La Isla de la Fantasía. Wadlow no tiene ni idea. No sabe si hacer algo tipo La Dimensión Desconocida o una de terror pero… ¿terror de qué tipo?. ¿Dioses / demonios condenados a una isla?. ¿Asesinos seriales destrozando víctimas a lo Saw para cumplir la fantasía de los huéspedes?. ¿Zombies mutantes que proliferan por toda la isla, aunque no tengan nada que ver con la fantasía de turno?. Las cosas se ponen cada vez mas inconsistentes a medida que avanza el relato – las fantasías de los huéspedes se cruzan… o el mismo huésped está en tres fantasías distintas como un personaje diferente – y, mientras tanto, la idea de los zombies que largan moco negro por los ojos empeora las cosas (en el mal sentido para los espectadores, que esperaban algo de susto y coherencia del filme). El libreto es malo pero la dirección es peor y lo único que uno obtiene es indignación a medida que se acerca el final del relato debido a las espantosas ocurrencias del libreto – cada vez que los protagonistas abren la boca, dicen cosas cada vez mas rebuscadas; es como si un tipo hubiera empezado el libreto, vino otro, lo miró, le arrancó algunas hojas y empezó a escribir su propio final porque las vueltas de tuerca del clímax son tan traidísimas de los pelos (e incompatibles con la historia previa) que son propias de la peor etapa de M. Night Shyamalan -. La Isla de la Fantasía concebida desde la óptica del terror no es una mala idea; pero ésta no es la versión que la materializa de la manera correcta. Lo peor de todo es que Jason Blum – productor de la película… y de la mayoría de los filmes de terror que pululan hoy en día – ganó lo suficiente con esto (7 millones de presupuesto, 47 de recaudación) como para garantizar una secuela… algo que ninguno de nosotros desea.
En Bloodshot está la simiente de una muy buena película de ciencia ficción. Temas como humanos mejorados y recuerdos implantados (a lo Philip K. Dick) que, combinados, podrían dar a un thriller apasionante plagado de paranoia y conspiraciones. El problema es que el filme precisa 45 minutos de su tiempo para llegar a dicho punto y transformarse en interesante. Antes de eso es un pastiche mediocre, dirigido sin pasión, como si fuera una peli de acción de los años 80 protagonizada por Schwarzenegger… y sin ser uno de sus mejores filmes (¿recuerdan Triple Identidad o Carrera Contra la Muerte?). Y después de eso mejora bastante, lástima que la chatura de las perfomances y los malos efectos especiales arruinan la experiencia. Bloodshot se basa en un superhéroe de la Valiant Comics creado en 1992. La Valiant es una editorial fundada por un ex director de Marvel y un abogado inversionista en 1989, los cuales hicieron una oferta por la marca del sello rojo y se quedaron con las ganas (con lo cual decidieron crear su propia factoría de comics). Los tipos reclutaron a un montón de ex empleados de Marvel, generando comics originales o dibujando marcas licenciadas – como la de Turok, Cazador de Dinosaurios, un comic formidable que llegué a leerlo en Uruguay en su edición original de Western Publishing antes que lo transformaran en cualquier cosa -. Les fue bien, les fue mal, se fundieron, renacieron, fueron vendidos, se volvieron a fundir y recién lograron estabilidad en el 2005 cuando un grupo de emprendedores adquirió la firma de las manos de Acclaim Entertainment. Los tipos se establecieron como una sólida tercera vía en el mercado dominado por DC y Marvel, e incluso le disputaron mano a mano el top de ventas cuando DC se despachó con la opereta de La Muerte de Superman en 1992, el cual se vendió por toneladas. De entre todo su staff Bloodshot es uno de sus personajes mas populares. El principal problema de Bloodshot (como film) es Vin Diesel, que actúa como productor del filme. Como para que no queden dudas de que se trata de un filme de Vin Diesel el tipo se rasga la ropa, queda en musculosa blanca, maneja autos vintage, anda en lugares exóticos y siempre tiene una mina en bolas en algún lado. Es hartante ver como una estrella se encasilla en su nicho – el de fans de Vin Diesel – para darles lo que esperan en vez de ponerse al servicio de la historia. La primera mitad es tan rutinaria – las mismas rutinas de marine de Call of Duty con Diesel abatiendo terroristas en Medio Oriente; el tipo canchereando con su esposa; incluso cuando es muerto y revivido, el tipo no se la cree y se ríe desubicadamente de cualquier cosa – y uno sospecha lo peor especialmente cuando ve a Toby Kebbell como villano. Kebbell tiene un prontuario largo como mufa en cualquier película que participe desde la blandísima Los 4 Fantásticos en adelante (el otro con el que se saca chispas es Jai Courtney que prácticamente arruina todo filme donde participa). Por suerte lo de Kebbell es un susto pasajero y la excusa para ver de lo que realmente trata Bloodshot. Es allí donde se nota el segundo problema, que es darle a un director novato el manejo de semejante producción – Dave Wilson, que viene del nicho de los videojuegos y dirigió un capítulo de Love, Death & Robots (el de las peleas ilegales con monstruos) -. Todo eso tiene un tufillo a Spawn (el filme) que mata, con gente embelesada en exprimir los dolares de presupuesto para sacar mas secuencias de FX y dándole cero bola a la trama y las perfomances. Las peleas son genéricas, el momento de las revelaciones deberían ser shockeantes y no lo son, e incluso un personaje tan atroz y anodino como el genio hacker que encarna Lamorne Morris termina por apoderarse de la pantalla para nuestra desgracia y sufrimiento. Incluso el cambio de bando de algún que otro personaje no está desarrollado como corresponde y pasa a ser un mero Deus Ex Machina. Pero si algunas escenas son buenas, el otro problema por el cual Bloodshot no te llega es que el personaje es tan superpoderoso que no hay kriptonita que lo detenga, con lo cual es lo mas aburrido que hay (incluso al final le arreglan el tema de la energía de los robotitos para que Diesel no se quede sin batería cuando tiene una refriega importante) . Básicamente es un dios semi humano / semi robot con conexión gratis a Internet de por vida, y sin arma en la Tierra que lo puede detener… con lo cual no puede haber situación dramática posible que se pueda construir con él. En muchos aspectos se parece a Robocop – agente de la ley muerto, revivido y con la memoria borrada, deseo de venganza hacia sus asesinos, conectividad a bases de datos de vigilancia, capacidad de sobrepasar su programación interna – con la diferencia de que a la parte humana de Robocop las balas lo lastimaban. Acá Diesel es tan imparable que ni un ejército de engendros mejorados (encabezado por Sam Heugan y cia) puede hacerle siquiera un rasguño; y el final es un absurdo total hasta el punto que pareciera que el guión fuera escrito por un grupo de adolescentes enamorados del personaje y que quieren hacerlo mas fuerte que Superman (y eso que son tipos de prestigio, responsables de cosas inteligentes como Arrival, Bird Box, Kick Ass 2 entre otros títulos). El flagelo del Coronavirus – que diezmó la taquilla norteamericana en los últimos dos meses – no es excusa para el fracaso de Bloodshot. Cuando tuvieron la posibilidad de contratar a alguno de los genios de John Wick como director – Chad Stahelski y David Leitch – decidieron ahorrar plata entregando el proyecto a un novato que terminó siendo sobrepasado por el ego de Diesel… y acá están los resultados. Al menos Stahelski y Leitch lo hubieran convertido esto en algo mucho mas excitante; así como está le pone el clavo final al ataúd de alguna franquicia posible basada en propiedades de Valiant Comics… a menos que se gasten unos mangos, contraten talento verdadero y no dejen que estrellas ególatras acaparen el centro de la producción para sí mismas.
Wow. No, no es el filme mas coherente del mundo pero, para lo que uno vive en este momento, es lo que recetó el doctor. Guy Ritchie aka “el Tarantino inglés” vuelve a las andadas con una de mafiosos british. La novedad es que importa a Matthew McConaughey y lo rodea con un cast británico de lujo. Con dialogo chispeante y rítmico, mucha puteada creativa, personajes bizarros y muertes inesperadas The Gentlemen es el show del momento. Te sorprende, te hace reír y quedás shockeado con alguna que otra muerte sorpresiva. Pero The Gentlemen no es lo mejor de Ritchie y la cuestión pasa por el libreto. Mete muchos vericuetos raros, en el tercer acto aparecen personajes salidos de la nada (sobre todo cuando el filme amenaza con terminar al estilo de The Long Good Friday, clasicazo de los 80’s) y los Deus Ex Machina abundan. Eso no quita que uno le perdone la vida porque la película entretiene y un montón. Mientras que McConaughey rebosa de machismo texano, lo que sorprende es el cast de secundarios, muchos de los cuales están en roles against type y devoran la pantalla con gusto. Por ejemplo el eterno pasmado Charlie Hunnam, que acá hace de la cerebral mano derecha de McConaughey y tiene su cuota de momentos para lucirse (aunque la escena en donde van a rescatar a la adolescente drogadicta se hace eterna con sus discursos); Henry Golding, dejando de lado por un momento su rol de galán romántico y demostrando que puede ser tan retorcido y malo como él quiere; un lascivo Jeremy Strong; pero los platos fuertes pasan por Michelle Dockery (¿quién dijo que las mujeres de Downton Abbey no pueden putear y ser sexys?) y, especialmente, Collin Farrell y Hugh Grant. Mientras que lo de Farrell es super peculiar – es un entrenador de box que rehabilita a adolescentes descarriados con su particular filosofía de vida y, para no desatar la ira de McConaughey por un moco que se mandaron, termina enrolándolos como matones, todo lo contrario a sus nobles intenciones altruistas! -, la parte del león le toca a Grant, un reportero sucio, amoral, pansexual – el tipo no duda en tirarle indirectas a Hunnam, a su jefe o a quien sea con tal de tener un poco de acción -, quien intenta chantajear a McConaughey vía su secretario Hunnam, y termina armando un voice over tan colorido y creativo que termina siendo lo mejor de la película. No solo al describir a la gente y su accionar – el tipo sabe de todo y sabe de una conspiración para arruinarle el negocio de plantaciones de marihuana a McConaughey -, sino que emplea métodos super creativos para explicar las etapas de su chantaje, como una filmación secreta en donde no hay audio (aunque él si puede leer los labios) y Grant le inventa el doblaje… de la manera mas ridícula posible. Lo de Grant es fenomenal. Con mucho ritmo, humor, una tonelada de tomas super originales – marca registrada de Ritchie -, acción a raudales y excelentes perfomances, The Gentlemen es un sólido entretenimiento (entrar a profundizar la trama es arruinar la sorpresa de los diálogos chispeantes). No, no es un clásico ni se acerca a lo mejor de Ritchie – como Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes – pero te divertís como loco durante un buen rato… aunque la historia termine haciendo agua cuando se acerca a la meta.