Una sociedad hipócrita “Guasón” (Joker, 2019) es un thriller psicológico dirigido y producido por Todd Phillips, que también se encargó de escribir el guión junto a Scott Silver. Basada en los personajes de DC Comics, la película está protagonizada por Joaquin Phoenix. Completan el reparto Frances Conroy, Robert De Niro, Zazie Beetz, Brett Cullen, Marc Maron, Shea Whigham, entre otros. El filme tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Venecia; allí obtuvo el León de Oro, máximo galardón del festival. Ciudad Gótica, 1981. Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) pasa sus días trabajando en las calles disfrazado de payaso y cuidando a Penny, su trastornada madre. Como Arthur sufre de una enfermedad mental caracterizada por producir una risa incontrolable en los momentos más inoportunos, la gente prefiere mantenerse lejos de él, lo que conlleva a que Fleck se sienta solo e ignorado. A pesar de que su vida va de mal a peor, un sueño específico mantiene una llama de esperanza dentro de Arthur: el transformarse en un comediante de stand-up. Sin embargo, diversos hechos violentos y descubrimientos sobre su pasado inevitablemente llevarán a que Arthur se convierta en el mayor criminal psicópata de la región. Transgresora, dura e impactante, “Guasón” resulta toda una rareza dentro del cine comercial de superhéroes ya que no se parece a ninguna película que hayamos visto antes. Todd Phillips, el cual sorprende teniendo en cuenta que la mayoría de su filmografía está compuesta por comedias, aquí realiza con maestría una exploración psicológica de un hombre marcado por el abandono, el bullying y las injusticias. De esta manera, la película contiene una gran crítica social y política que, gracias a su buen manejo, funciona a la perfección y consigue dejar pensando al espectador en lo mal que está el sistema en general (en este caso, por dar la espalda al individuo con problemas mentales). Ya estamos acostumbrados a que Joaquin Phoenix brinde gloriosas interpretaciones, no obstante lo que hace aquí realmente está en otro nivel. El actor se mete en un 100% dentro del dañado Arthur Fleck y, para lograrlo, tuvo que perder 20 kilos y generar una risa tan única como perturbadora. Desde su mirada, forma de moverse y manera de hablar, Phoenix construyó a un Arthur impredecible con el que por momentos resulta fácil empatizar, pero a la vez no deja de ser un hombre enfermo que incomoda como también genera tristeza y desazón. En cuanto a los aspectos técnicos, la música de la chelista islandesa Hildur Guðnadóttir, que también se encargó de la banda sonora de la miniserie “Chernobyl”, ocupa un rol fundamental al ayudar a crear esa atmósfera sombría y oscura que caracteriza a la obra. La fotografía apagada de Lawrence Sher está a la altura de las circunstancias y la iluminación es exquisita, en especial en una secuencia trepidante que ocurre dentro de un subte. Además, que la ciudad donde se desarrolla la trama esté repleta de basura, ratas y habitantes cansados de sus respectivas situaciones laborales funciona como reflejo de que, en cualquier momento, algo va a detonar y explotar violentamente. Arriesgada y brutal, “Guasón” despliega su máxima locura en su tercer acto, el cual no va a dejar indiferente a nadie. Con llamadas de atención hacia los empleadores que nunca se ponen del lado del trabajador, los terapeutas que en realidad no escuchan a sus pacientes y las personas que, en vez de respetar, prefieren burlarse y hostigar al prójimo solo por ser distinto, la película retrata de una manera muy convincente el origen del villano más despiadado de DC Comics.
Un crimen imposible “Punto muerto” (2018) es un thriller nacional dirigido y escrito por Daniel de la Vega (“Necrofobia”, “Ataúd blanco”). Protagonizado por Osmar Núñez, el reparto se completa con Luciano Cáceres, Rodrigo Guirao Díaz, Natalia Lobo, Diego Cremonesi, Daniel Miglioranza, Enrique Liporace, entre otros. Filmada en una casona de tres pisos semi abandonada que está ubicada en San Telmo, la película ganó en las categorías de Mejor Director – Mejor Actor – Mejor Guión – Mejor Música del Festival Buenos Aires Rojo Sangre. Ambientada en los años 50, la historia gira en torno a Luis Peñafiel (Osmar Núñez), un famoso escritor de novelas policiales que viaja en tren para dar una charla organizada por la dueña de un hotel, la cual es admiradora de éste. En el recorrido, Peñafiel le muestra su última novela a un crítico literario (Luciano Cáceres) que pareciera nunca tener una opinión positiva sobre sus libros. Al encuentro se une un joven que es gran admirador de Peñafiel y quiere aprender de él, por lo que también se dirige al hotel. Luego de la presentación con los lectores, Luis se verá involucrado en un crimen que tiene aspectos muy parecidos a los que escribió en su última novela y encima sucedieron en la habitación contigua. De esta manera, Peñafiel y el aspirante escritor deberán descifrar quién fue el astuto asesino. Con claras referencias a los relatos de Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Alfred Hitchcock y Edgar Allan Poe, “Punto muerto” desde su comienzo nos introduce en un tipo de cine que en la actualidad ya no se realiza. Con los créditos puestos en el inicio, una música súper estridente y una fotografía en blanco y negro, la película busca homenajear en cada escena a los clásicos policiales negros de los años 40 y 50. ¿Lo consigue? Sí, pero a la vez resulta inevitable darse cuenta que por querer aclamar a las películas de antaño, en esta producción se pierde de vista la construcción de un buen guión. Aunque el filme capta la atención del espectador a partir de las actuaciones (que son más teatrales que cinematográficas), la puesta en escena y el misterio central que gira alrededor de cómo el asesino pudo escaparse de una habitación con ventanas y puertas cerradas por dentro, pronto la trama se vuelve más rebuscada que convincente. Esto contradice a lo planteado en los primeros minutos del filme, ya que es el propio protagonista el que explica que la resolución de una novela policial debe ser tan simple como sorprendente. Sin tener mucha lógica ni sentido, y con un gato negro que funciona solo como easter egg ya que tranquilamente podría no aparecer y la película sería lo mismo, “Punto muerto” lucía prometedora pero termina convirtiéndose en una chance desperdiciada por construir un apasionante relato de género. Eso sí: volver a ver cine en blanco y negro en la pantalla grande resulta una experiencia gratificante.
El descenso a los infiernos “El reino de la corrupción” (El Reino, 2018) es un thriller dirigido y co-escrito por Rodrigo Sorogoyen (“Que Dios nos perdone”, 2016). Coproducido entre España y Francia, el filme está protagonizado por Antonio de la Torre (“La noche de 12 años”). Completan el reparto Nacho Fresneda, Laia Manzanares, Mónica López, Bárbara Lennie (“Una especie de familia”), Ana Wagener, Luis Zahera, Paco Revilla, entre otros. La película obtuvo siete premios Goya, entre ellos el de mejor director, guión original y actor protagonista. Además se presentó en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián y en la Sección World Contemporary Cinema del Festival Internacional de Toronto. La historia gira en torno a Manuel López Vidal (Antonio de la Torre), un vicesecretario que está listo para dar el salto a la política nacional. No obstante, se filtra información a los medios de comunicación sobre lavado de dinero y malversación de fondos por lo que, dentro de su partido, Manuel y su mejor amigo Paco (Nacho Fresneda) quedan manchados. Al ver que este último sale indemne del problema y que sus propios compañeros de partido rápidamente se transforman en enemigos que pretenden seguir sin él como si nada hubiera pasado, Manuel decidirá arremeter contra los demás políticos para dar cuenta a la población de que los culpables de la corrupción dentro del sistema español están por todos lados. Vertiginosa, frenética y estresante, la nueva película de Sorogoyen se destaca por su puesta en escena, la cual no da respiro ni un segundo. Con una cámara que en mayor medida se dedica a perseguir al protagonista de acá para allá y una banda sonora electrónica que sorprende para bien ya que el ritmo encaja a la perfección con el ambiente político opresivo, la cinta nos sumerge rápidamente en la vida de Manuel, la cual de un día para otro se convierte en un escenario de preocupaciones, nervios, peleas y gritos. A pesar de que desde un primer momento cuesta empatizar con Manuel porque estamos al tanto de su soberbia, ambición, prepotencia y acciones ilegales pasadas, el director logra que nos sea fácil comprender su enojo: el vicesecretario en un abrir y cerrar de ojos pasa a ser completamente descartado de su partido y no hay nadie en quien pueda confiar. El trayecto que recorre López Vidal para demostrar que ninguno es inocente como parece resulta un descenso a los infiernos marcado por la venganza y la indignación. Antonio de la Torre se luce en este personaje caracterizado por los nervios y las situaciones límite. La película cuenta con varias secuencias largas sumamente tensas donde el espectador siente que cualquier cosa puede llegar a suceder, en especial durante la segunda mitad de metraje. Gracias al buen trabajo de edición, un guión convincente y actuaciones a la altura, el filme, a pesar de ser una ficción, consigue dejar reflexionando sobre cuántos hechos fraudulentos o acciones realizadas por los propios intereses cometerán tanto los empresarios como los medios de comunicación día tras día. Con un final brutal, “El reino de la corrupción” se transforma en una muy buena película española que va a mil por hora y deja un llamado de atención hacia la mayoría de la población que se encuentra adormecida ante una maquinaria política que continúa estando marcada por los secretos y las ilegalidades.
Una lucha esperanzadora “Que sea ley” es un documental nacional dirigido, escrito y producido por Juan Solanas. Filmada durante ocho meses, la película fue proyectada en la selección oficial “Special Screening” del Festival de Cannes y también se presentó fuera de concurso en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián. El filme se centra en la lucha por el aborto legal en Argentina, teniendo en cuenta que en América latina 300 millones de personas gestantes no tienen derecho a interrumpir su embarazo por lo que recurren a hacerlo en la clandestinidad, poniendo en peligro sus vidas (muere al menos una mujer por día). La película muestra cómo a partir de la media sanción en Cámara de Diputados del Proyecto de Ley de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se generó una ola verde feminista que desde las calles exige ser escuchada para que el derecho a la salud pública se haga realidad. Sumamente conmovedora y honesta, “Que sea ley” impacta desde el comienzo por exponer la realidad a través de fuertísimos testimonios de sobrevivientes, militantes, diputados y familias que perdieron a un ser querido tanto por negligencia médica como por un Estado que estuvo y sigue estando ausente. A pesar de que la cinta tiene una clara postura tomada ya desde su título, el director tuvo la suficiente inteligencia de no caer en criticar a los que tienen una opinión diferente con respecto al aborto: las declaraciones de los autodenominados “pro vida” hablan por sí solas. Al retratar una época de cambio, la producción 100% auto financiada y gestionada de Solanas deja en evidencia desde los crudos relatos de mujeres de distintas provincias la violencia obstétrica que no es condenada y que va desde los malos tratos al paciente hasta el creerse superior por sobre el cuerpo del otro como para decidir dejarlo sufrir por horas y horas. Gracias a un montaje muy bien realizado, el filme logra generar una empatía genuina en la que el espectador atraviesa todo tipo de sensaciones: impotencia, bronca y tristeza pero también muchísima esperanza por las nuevas generaciones, que están despiertas y con más ganas que nunca por hacerse escuchar en las calles. Sin caer en el camino fácil para narrar esta situación política y social, “Que sea ley” muestra con maestría a una marea verde unida, fuerte e invencible que está dispuesta a hacerse valer y respetar. Auténtica y necesaria, la película invita a la reflexión sobre una temática que ya dejó de ser tabú hace bastante y que no se va a detener hasta ser abordada como corresponde.
Un empleo deshonesto Así Habló El Cambista (2019) es una película dramática dirigida y co-escrita por Federico Veiroj. Coproducida entre Uruguay, Argentina y Alemania, la cinta está basada en la novela homónima de Juan Gruber. Rodada en Montevideo, el reparto se compone por Daniel Hendler, Dolores Fonzi, Luis Machín, Germán De Silva, Benjamín Vicuña (Los Padecientes), entre otros. El filme tendrá su estreno mundial en la sección Platform del Toronto International Film Festival, a la vez que formará parte de Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián y de la selección oficial del New York Film Festival. Entre los años 1956 y 1975 seremos testigos de la vida de Humberto Brause (Daniel Hendler), un señor que comienza siendo aprendiz del cambista Schweinsteiger (Luis Machín) para luego pasar a realizar él mismo operaciones cambiarias ilegales girando grandes sumas de dinero de políticos al exterior. Cada vez más metido en negocios turbios que incluyen extorsiones, Humberto tampoco será feliz en su matrimonio. Casado con Gudrun (Dolores Fonzi), la hija de su jefe con la que tiene dos hijos, la relación entre ellos se irá volviendo cada vez más absurda y materialista. Una reconstrucción de época a la altura de las circunstancias, música que ambienta muy bien cada escena y una voz en off puesta solo en los momentos necesarios son los tres aspectos positivos que tiene este filme lento, aburrido y soporífero. Así Habló El Cambista busca retratar la crisis de la mediana edad de un hombre cobarde que disfruta de obtener y gastar dinero. Al tener a un protagonista que se caracteriza por su apatía, codicia y deshonestidad, como espectador resulta difícil que la película se haga llevadera. De igual manera, el problema no está en que ningún personaje nos caiga bien, sino que se basa en que desde el guión no se plantea un conflicto central, por lo que parece que a medida que avanzan los minutos el filme no está yendo a ninguna parte. En vez de contar con un hilo conductor, la película es un rejunte de situaciones que casi no tienen desarrollo. Por ejemplo, que Humberto sospeche de haber contagiado de alguna enfermedad a su mujer, que en medio del tráfico en Argentina haya un tiroteo y muera una persona o la búsqueda de dinero por parte del protagonista dentro del saco de un cadáver. Desde el guión se decide no ahondar en este tipo de escenas, aparte de que tampoco se le da mucha profundidad a la temática de la corrupción o cómo es que Brause realiza su maligno trabajo. Por otro lado, que Dolores Fonzi en el comienzo del filme interprete a una joven estudiante de secundaria no resulta creíble por más maquillaje y uniforme acorde que se utilice. Que Gudrun hable sobre las notas de su boletín o el permiso de su padre para ir a un campamento escolar hubiese funcionado si la elección de la actriz fuera acertada. Es así como Así Habló El Cambista no logra mantener el interés por más correcta que sea su fotografía. Poco llevadera y con un guión que no convence, la nueva cinta de Veiroj pasará sin relevancia por la cartelera.
El libro maldito Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad (Scary Stories to Tell in the Dark, 2019) es una película de terror dirigida por André Øvredal (Trollhunter, La Morgue) y co-escrita por Dan y Kevin Hageman junto a Guillermo Del Toro, el cual también se desempeñó como productor. Coproducida entre Estados Unidos y Canadá, la cinta está basada en la serie homónima de libros para chicos del autor Alvin Schwartz. El reparto está compuesto por Zoe Margaret Colletti, Michael Garza, Gabriel Rush, Austin Zajur, Natalie Ganzhorn, Kathleen Pollard, Austin Abrams (Paper Towns, Euphoria), Dean Norris, Gil Bellows (La Casa de al lado), Lorraine Toussaint, entre otros. 1968, Mill Valley, Pensilvania. Con la llegada de Halloween, los jóvenes amigos Stella (Zoe Margaret Colletti), Auggie (Gabriel Rush) y Chuck (Austin Zajur) deciden hacerle una broma a Tommy (Austin Abrams), el bravucón de la escuela. Para esconderse del enojado Tommy y su pandilla, los chicos se meten dentro del auto de Ramón (Michael Garza) y entablan amistad. Luego de charlar, los cuatro deciden ir hacia la embrujada casa del pueblo, la cual actualmente está abandonada pero perteneció a la familia Bellows, dueños adinerados de una fábrica de papel. Al animarse a entrar allí, los adolescentes encuentran el libro de historias terroríficas escrito por Sarah Bellows. Stella conoce los mitos que existen alrededor de ese nombre, pero de igual manera decide llevarse el libro con ella. Desde ese momento, cada chico que estuvo ese día dentro de la casa embrujada sufrirá las peores pesadillas imaginables y los demás tendrán que buscar rápidamente la solución para detener esta tragedia. Noche de brujas, una oscura y temible casa, un auto cine, chicos que hacen bullying y un policía que no les cree a los protagonistas son solo algunos de los clichés que se hacen presentes en esta película. Sin embargo, lo que hace que Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad se destaque por sobre otras producciones de horror es el imponente libro de Sarah Bellows. Cada historia escrita ahí hizo que los chicos del pueblo vayan desapareciendo sin razón aparente, por lo que cuando el escrito vuelve a activarse el entretenimiento para el espectador está asegurado. A pesar de que nunca llegamos a conectar del todo con los personajes ya que tienen un trasfondo bastante acotado, son los diferentes monstruos los que hacen que la película mantenga el atractivo. Como era de esperarse, que Guillermo Del Toro haya estado involucrado en el filme era garantía suficiente para saber que el diseño de las criaturas sería impactante. El Jangly Man (cadáver en descomposición con la cara torcida), el espantapájaros Harold, la Dama Pálida, entre otros, resultan lo suficientemente asquerosos como para hacernos pasarla mal dentro de la sala de cine. Con un desenlace flojo ya que los guionistas parecen estar más preocupados en que exista una secuela en vez de cerrar al 100% esta trama, Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad será más disfrutada por los jóvenes que aún no vieron tantas películas del género. Aunque durante la segunda mitad el filme decaiga, cada secuencia donde los monstruos entran en escena se vuelve muy disfrutable de ver.
Hay un amigo en mí Un amigo abominable (Abominable, 2019) es una película animada de aventuras dirigida por Jill Culton y Todd Wilderman. Escrita por Culton, la nueva producción de DreamWorks cuenta con las voces originales de Chloe Bennet, Joseph Izzo, Tenzing Norgay Trainor, Albert Tsai, Sarah Paulson, Eddie Izzard, Michelle Wong, Tsai Chin, entre otros. Originalmente titulada Everest y estando en desarrollo desde el año 2010 dentro del estudio de animación, la película tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. La historia gira en torno a Yi (Chloe Bennet), una adolescente que vive con su madre y abuela en la gran ciudad de Shanghai, China. Debido al reciente fallecimiento de su padre, Yi prefiere estar fuera de casa y mantener su mente ocupada paseando perros, cuidando niños o sacando la basura en restaurantes. Cuando la joven descubra a un enorme yeti blanco en la azotea de su hogar, el cual se escapó de un laboratorio y está siendo buscado por todos lados, la humana se pondrá como objetivo acompañar a la criatura al lugar donde pertenece y habita su respectiva familia: la cima del monte Everest. Junto a sus vecinos Jin (Tenzing Norgay Trainor) y Peng (Albert Tsai), Yi emprenderá un arriesgado viaje marcado por la magia, la amistad y el redescubrimiento interior. Luego de El hijo de Piegrande (The son of Bigfoot, 2017), Pie pequeño (Smallfoot, 2018) y la reciente producción de Laika Sr. Link (Missing Link, 2019), que continúa en cartelera, llega otra película infantil con temática sobre yetis. Aunque desde las imágenes promocionales y desde la trama la película pueda parecer muy trillada, por suerte Un amigo abominable tiene los suficientes elementos para destacarse y ser disfrutada tanto por chicos como por grandes. Dirigido por una mujer, lo cual no es tan común en la animación, el film resulta una bocanada de aire fresco por su ambientación, sus personajes y la decisión de arriesgarse a contar una historia que no busca únicamente entretener. A nivel visual se puede notar el homenaje hacia la cultura china, que va desde los alimentos típicos de allí tales como los dumplings hasta el diseño de Shanghai, una zona urbana llena de edificios luminosos. Aparte, la película cuenta con paisajes asiáticos bellísimos que incluyen prados llenos de flores, ríos y montañas nevadas. En cuanto a la protagonista, Yi se hace querer desde el inicio gracias a que la directora y guionista se preocupó en darle un trasfondo con el que es muy fácil sentirse identificado. A la adolescente le cuesta expresar sus sentimientos a sus seres queridos, ella está en un proceso de duelo en donde conocer a Everest (nombre que le da al yeti) termina salvándola. A través de una armoniosa música de violín que logra hacer sentir bien tanto a la joven como al espectador, se nota que la cinta fue un proyecto muy personal de la directora, la cual puso mucho de su corazón para que esta historia llegara a la pantalla grande. Por otro lado, el peludo compañero de Yi es todo lo contrario al adjetivo con el que se lo describe en el título del film. Con un diseño cuidado al máximo detalle ya sea desde su pelaje, la forma de sus dientes sobresalidos, los grandes ojos celestes y los orificios de la nariz, Everest es tan tierno, adorable y bonito que también dan ganas de tenerlo como amigo. Además, el yeti tiene una capacidad tan extraordinaria como mágica: él puede manipular para bien a la naturaleza (por ejemplo, puede hacer que crezcan muchos frutos o flores). Esta conexión única le da a la película la cuota original y fantasiosa que le faltaba para escapar de los clichés. Linda tanto visualmente como desde su contenido, Un amigo abominable se convierte en una opción espléndida para ser disfrutada por toda la familia ya que tiene la combinación perfecta de aventura, drama y comedia. Con personajes entrañables, la película de Jill Culton cuenta con un desenlace hermoso que da cierre a una trama caracterizada por las buenas moralejas.
Una vida penosa El Jilguero (The Goldfinch, 2019) es una película dramática dirigida por John Crowley (Brooklyn) y escrita por Peter Straughan. Basada en la novela homónima de la autora Donna Tartt, la cual ganó el Premio Pulitzer en 2014, la cinta cuenta con un reparto compuesto por Oakes Fegley (Mi Amigo El Dragón), Ansel Elgort (Bajo la Misma Estrella), Jeffrey Wright (Los Juegos del Hambre: En Llamas), Finn Wolfhard (Stranger Things), Nicole Kidman, Luke Wilson, Sarah Paulson (American Horror Story), Ashleigh Cummings, Aimee Laurence, Willa Fitzgerald, Aneurin Barnard, entre otros. La historia gira en torno a Theo Decker (Oakes Fegley), un chico de 13 años que pierde a su madre debido a un atentado en el Museo Metropolitano de Arte. Desde ese momento de shock, Theo pasa a convivir con la familia de su compañero de escuela Andy (Ryan Foust), ya que su padre lo abandonó ni bien nació. Sin embargo, cuando el joven ya se está adaptando a vivir con los Barbour, su alcohólico progenitor reaparece con su novia Xandra (Sarah Paulson) y se lo lleva a vivir con ellos a una zona desierta de Las Vegas. Aún manteniendo escondido el cuadro de “El Jilguero” (Theo se lo llevó bajo instrucciones de un herido luego de la explosión en el museo), el relato continuará alrededor de qué es lo que pasó con Decker ocho años después. Con una imponente fotografía del ganador del Óscar Roger Deakins, El Jilguero lamentablemente resulta una terrible decepción. Aunque la cinta cuenta con buenas actuaciones por parte de Oakes Fegley y Finn Wolfhard, la estructura narrativa y el guión fallan al 100%, logrando que las dos horas y media de duración se vuelvan tediosas por no poder transmitir en el espectador ni un ápice de emoción. Aunque la preadolescencia del protagonista consigue captar el interés por los trágicos momentos con los que tuvo que lidiar, la película nunca consigue definir su tonalidad. En vez de profundizar sobre la culpa, el miedo, la soledad o el enamoramiento a partir de un suceso atroz, el director prefiere dejar todo eso de lado para continuar mostrando la triste vida de Theo. De esta manera llegamos a la conclusión de que este tipo de historia que supo funcionar como novela, no era la indicada para ser adaptada a la pantalla grande. Por otro lado, justo cuando se empieza a creer que Ansel Elgort no tendrá una gran participación, el filme avanza ocho años después para mostrarnos la vida de adulto de Theo. Aún más colmada de golpes bajos, el tercer acto de la película, donde surge un conflicto que parece sacado de la galera y nada tiene que ver con lo planteado anteriormente, termina catapultando todo al fracaso. Con diálogos poco creíbles, sin un mensaje claro y, por sobre todo, incapaz de conmover, El Jilguero sorprende para mal teniendo en cuenta que su director hizo la maravillosa Brooklyn (2015). Si la penosa vida de Theo te llama la atención, seguramente el libro es mejor opción que este largometraje.
El abandono y sus consecuencias Ad Astra: Hacia Las Estrellas (Ad Astra, 2019) es una película dramática de ciencia ficción dirigida, co-escrita y producida por James Gray (Sueños de Libertad, 2013). Protagonizada por Brad Pitt, que también fue uno de los productores, el reparto se completa con Tommy Lee Jones, Donald Sutherland, Ruth Negga (Loving), Liv Tyler, Anne McDaniels, Sean Blakemore, John Ortiz, entre otros. La cinta tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Venecia. En un futuro cercano, la Tierra recibe una reacción antimateria descontrolada (en forma de tormentas eléctricas) que puede poner en un enorme peligro a todo el Sistema Solar. Con este panorama poco alentador se nos presenta a Roy McBride (Brad Pitt), un astronauta que nunca supo qué es lo que sucedió con su padre Clifford (Tommy Lee Jones), un pionero en las misiones al espacio. Hace 20 años, Clifford fue el encargado de liderar el Proyecto Lima, el cual tenía el objetivo de hallar vida inteligente en otros planetas. Sin embargo, la nave nunca regresó, por lo que desde la empresa SpaceCom se decidió dar por muertos a los astronautas que formaban parte del proyecto. La esperanza vuelve a Roy cuando se le comunica que su padre, desde Neptuno, puede ser el responsable de las alteraciones que está sufriendo la Tierra. Seleccionado para intentar establecer contacto con Clifford, Roy se embarcará en un viaje hasta Marte que lo cambiará por completo. La nueva cinta de James Gray desde el exterior puede verse como una épica aventura espacial llena de acción y suspenso, lo que no deja de ser cierto pero, en mayor medida, Ad Astra se alza como un drama familiar intimista. A fuego lento la película nos sumerge, a través de una voz en off súper necesaria, en la psiquis de Roy, un hombre al que el abandono de su padre lo marcó. Solitario, serio y abrumado internamente, la forma de ser de Roy se asemeja bastante al Neil Armstrong de Ryan Gosling en El Primer Hombre en la Luna (First Man, 2018). Luego de su misterioso y atractivo Cliff Booth en Había Una Vez en… Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019), Brad Pitt logra lucirse aún más en este rol gracias a la capacidad que tiene de expresar sus emociones sin casi emitir palabras. Por otro lado, la fotografía y el uso del sonido son más que espectaculares. La Luna, los diferentes planetas con sus respectivos anillos, las estrellas y las naves están tan bien diseñados que la película si o sí debe ser vista en pantalla grande. Tanto la música como los silencios funcionan a la perfección para que la experiencia cinematográfica sea fructífera: en los momentos de acción la tensión se mantiene y cuando existen secuencias que van más por el lado del thriller, que la banda sonora baje los decibeles resulta todo un acierto. Aunque el personaje de Liv Tyler, esposa del protagonista, esté totalmente desperdiciado y otros secundarios no tengan un cierre (simplemente no aparecen más y no se sabe qué pasó con ellos), Ad Astra: Hacia Las Estrellas consigue dejar reflexionando al espectador sobre el egoísmo del ser humano, el capitalismo, los conflictos internos que se traspasan de padres a hijos y la importancia de centrarse en lo que verdaderamente importa. Arriesgada y alucinante visualmente, el filme tiene varias posibilidades de ser nominado en los próximos Óscars.
Un hombre que vive a su manera Iniciales SG es una comedia negra dirigida y escrita por la libanesa Rania Attieh y el estadounidense Daniel García. Protagonizada por Diego Peretti y Julianne Nicholson (Yo Soy Tonya), el reparto se completa con Francisco Lumerman, Julián Kracov, Walter Jacob y Malena Sánchez (Re Loca). La cinta tuvo su debut en el Festival Internacional de Tribeca. Ambientada en Buenos Aires, durante la Copa del Mundo de 2014, la historia se centra en Sergio Garcés (Diego Peretti), un fanático de la Selección Argentina de Fútbol que es un firme creyente en las cábalas, al punto de que si al equipo le va mal, la racha de mala suerte también repercute en su vida. A Sergio sus amigos lo llaman “Francés”, ya que cuando era joven él grabó un disco de covers en castellano del cantante Serge Gainsbourg. Alcohólico y bastante solitario, Garcés participa como extra de varias películas, sin embargo su sueño consiste en ser actor. Al conocer a Jane (Julianne Nicholson), una programadora de cine estadounidense que está allí por un viaje de negocios, Sergio comenzará un romance particular donde involucrará a la mujer en un crimen que él no deseó cometer. Si hay una palabra para definir al cuarto filme de Attieh y García es la de intrascendente. A pesar de contar con una duración corta (93 minutos), la película carece del ritmo necesario para mantener atrapado al espectador, tornándose sumamente larga teniendo en cuenta que casi nada relevante sucede en la vida de este hombre que se cree canchero pero en realidad es un fracasado. Con una voz en off de Daniel Fanego, la cual está bien utilizada, el relato no tiene razón de ser más que el de meternos en el aburrido día a día de Sergio, un hombre que se la pasa mirando televisión en calzoncillos, fumando o protagonizando alguna que otra película porno. Aunque algunas de las situaciones bizarras que vive el protagonista logran causar gracia y otros momentos surrealistas llaman la atención por su buena construcción, Iniciales SG cuenta con más errores que aciertos. En cuanto al guión, en un par de ocasiones la película da la sensación de que va a acabar pero no lo hace, lo que nos lleva a pensar que los escritores no tenían muy en claro cómo continuar esta historia. Además, el asesinato de un joven dealer, vecino de Sergio, llega muy tarde en la trama y, aunque por lo menos nos saca del letargo, no consigue tener un buen desarrollo. No hay mucho más para decir sobre Iniciales SG, un filme distinto y raro pero no por eso recomendable. A pesar de contar con buenas actuaciones, la película hace agua por todos lados y está destinada al olvido ni bien termina.