Una nueva líder por proteger “Terminator: destino oculto” (Terminator: dark fate, 2019) es una película de ciencia ficción y acción dirigida por Tim Miller (Deadpool, 2016) y co-escrita por David S. Goyer, Justin Rhodes y Billy Ray. El filme constituye la sexta entrega dentro de la franquicia Terminator, sin embargo la historia funciona como secuela directa de “Terminator 2: el juicio final” (Terminator 2: judgment day, 1991), generando que la tercera, cuarta y quinta parte queden desechadas. En esta oportunidad, no solo James Cameron vuelve a estar en la producción sino que Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger retornan a sus icónicos papeles. El reparto se completa con Natalia Reyes, Mackenzie Davis (Black Mirror, Tully), Gabriel Luna, Diego Boneta (Luis Miguel: la serie), entre otros. Tres años después de que Sarah Connor (Linda Hamilton) impidió el levantamiento de la inteligencia artificial Skynet, un Terminator llega a Guatemala con un objetivo bien claro: acabar con John Connor. En México, veintidós años después, un Terminator modelo Rev-9, mucho más avanzado, se hace presente desde el futuro con la misión de exterminar a la joven Dani Ramos (Natalia Reyes). A su vez, también aterriza en México Grace (Mackenzie Davis), una humana mejorada que debe proteger a la próxima líder de la resistencia (Dani). En problemas por las enormes habilidades que presenta el Rev-9, Grace y Dani se encontrarán en la autopista con Sarah, la cual se dedica a matar malvados robots. Juntas, las tres mujeres se embarcarán en un viaje para cruzar la frontera y llegar a Texas. Allí Sarah buscará descubrir quién es la persona detrás de un número desconocido que le envía mensajes con las coordenadas exactas del paradero de cada Terminator para que ella tenga el propósito de exterminarlo. Haciendo de cuenta que “Terminator 3: la rebelión de las máquinas” (Terminator 3: rise of the machines, 2003), “Terminator: la salvación” (Terminator Salvation, 2009) y “Terminator Génesis” (Terminator Genisys, 2015) no existieron, esta nueva película llega para relanzar una saga que ya no daba para más. Apelando a la nostalgia de los dos primeros filmes, “Terminator: destino oculto” funciona y es entretenimiento pleno de principio a fin. Cargada de escenas de acción bien ejecutadas que incluyen persecuciones en vehículos, explosiones, helicópteros y hasta paracaídas, el filme tiene una trama que ya nos resulta familiar: en el nuevo futuro, Dani Reyes será la futura heroína de los humanos en vez de John Connor y, en vez de Skynet, la inteligencia artificial que destruirá todo lleva el nombre de Legion. A pesar de que el guión no cuenta con originalidad, el director consigue un ritmo trepidante que hace que el relato nunca decaiga. Con una Linda Hamilton más ruda que nunca y un Schwarzenegger que recuerda al Rambo de la última entrega, la película ahonda sobre si el destino está marcado o lo hacemos nosotros a medida que pasa el tiempo, además de que explora cómo una máquina puede llegar a desarrollar consciencia sobre su accionar al convivir con los humanos. Por otro lado, los nuevos personajes se adaptan muy bien a esta aventura. El villano de turno, interpretado por Gabriel Luna, verdaderamente parece invencible por tener la capacidad de despegarse de su anatomía de robot y ser dos cuerpos que actúan para un mismo fin (uno como máquina y otro con aspecto de humano). Mackenzie Davis sorprende por su manera de desenvolverse en una cinta de acción, dejando ganas de verla en más películas de este estilo. En cuanto a Natalia Reyes, no resulta creíble cómo su personaje entiende tan rápido la situación en la que está y se convierte en luchadora. Sin embargo, la actriz logra tener química con Hamilton y Davis, hecho primordial para que el espectador genere empatía de entrada y se involucre en la historia. Arriesgada con respecto a quién decidieron matar, divertida y completamente atrapante, “Terminator: destino oculto” nos recuerda por qué las primeras dos entregas nos gustaron tanto. Llena de poder femenino, la película se convierte en cine pochoclero del bueno que merece ser disfrutado en la pantalla grande.
Hora de poner en orden su vida “La carrera de Brittany” (Brittany runs a marathon, 2019) es una comedia dramática que constituye el debut en la dirección de Paul Downs Colaizzo, el cual también se ocupó del guión y fue uno de los productores ejecutivos. Inspirada en hechos reales, la película está protagonizada por Jillian Bell (The Master, 22 Jump Street). Completan el reparto Utkarsh Ambudkar, Alice Lee, Michaela Watkins, Micah Stock, Lil Rel Howery, Kate Arrington, Patch Darragh, Sarah Bolt, entre otros. Distribuida por Amazon Studios, la cinta tuvo su premiere mundial en el Festival de Cine de Sundance. La historia gira en torno a Brittany Forgler (Jillian Bell), una mujer de 28 años que trabaja en un teatro y comparte cuarto en Nueva York con Gretchen (Alice Lee), una joven a la que solo le interesa mantener su popularidad en Instagram. Brittany se la pasa de fiesta y casi siempre llega tarde a su empleo. Cuando realiza una visita al médico, éste le comunica que debe empezar a cuidarse ya que tiene su índice de masa corporal muy elevado. Decaída y triste con la imagen que le devuelve el espejo, y sin poder permitirse gastar tanto dinero en el gimnasio, Brittany se propone comenzar a correr por su cuenta. Al unirse a un grupo de corredores donde participa su vecina Catherine (Michaela Watkins) y conseguir un nuevo trabajo como cuidadora de una casa, Brittany conocerá nuevos amigos y se irá enamorando. Mientras tanto, su meta sigue firme: competir en la maratón de Nueva York. Diálogos sumamente banales, aspectos inverosímiles y una notoria falta de ideas conforman “La carrera de Brittany”, una película que desde el comienzo se siente hecha para la televisión y no para el cine. A pesar de contar con buenas intenciones sobre el creer en uno mismo, la autoestima, la importancia de tener amistades sanas y que no tiene por qué dar vergüenza el pedir ayuda, el filme no logra generar empatía y, como era de esperarse, se vuelve demasiado previsible, lo que hace que la cinta se sienta larga aunque solo dura 104 minutos. Catalogada como comedia, en casi ninguna escena la obra consigue hacer reír. Por el lado dramático, los únicos momentos que el filme funciona son cuando la protagonista recapacita sobre su vida comparándose con los demás, lo que hace que se sienta inmadura y fracasada. Con respecto a los personajes secundarios, éstos están demasiado estereotipados. La compañera de cuarto mega superficial, la vecina que tuvo problemas de adicción y ahora lucha por la custodia de sus hijos, el amigo corredor gay y la lista puede continuar… el guión es muy plano y unidimensional, por lo que no hay desarrollo de nada (tampoco está bien abordado qué es lo que sucedió con los padres de Brittany). En conclusión, “La carrera de Brittany” es otra de esas películas genéricas sobre la superación personal que deberían pasarse directamente por cable. Con tan poco contenido por mostrar, esta historia seguramente funcionaría mejor siendo un libro.
La familia más particular está de regreso “Zombieland: tiro de gracia” (Zombieland: double tap, 2019) es una película de comedia y acción que funciona como secuela de “Tierra de zombies” (Zombieland, 2009). Ruben Fleischer vuelve a estar a cargo de la dirección. En cuanto al guión esta vez, aparte de contar con Rhett Reese y Paul Wernick, se suma Dave Callaham. Como en la primera entrega, el filme está protagonizado por Woody Harrelson (Los juegos del hambre), Jesse Eisenberg (Café Society), Emma Stone (La la land) y Abigail Breslin (911: llamada mortal). El reparto se completa con Zoey Deutch (Si no despierto), Avan Jogia, Rosario Dawson, Thomas Middleditch, Luke Wilson, Victoria Hall, entre otros. Unos años después de los eventos ocurridos en el primer filme, los zombies que deambulan por todo el país norteamericano han evolucionado, diferenciándose en categorías en donde los más letales son más rápidos y difíciles de matar. Siempre preparados para sobrevivir, el grupo compuesto por el paranoico Columbus (Jesse Eisenberg), el amante de los tiros Tallahassee (Woody Harrelson) y las hermanas Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin) decide instalarse a vivir en la abandonada pero aún lujosa Casa Blanca. Sin embargo, las mujeres empiezan a sentir que ese no es el lugar en el que se quieren quedar. Por un lado, Wichita recibe una propuesta inesperada que la asusta y, por el otro, Little Rock está cansada de la sobreprotección que ejerce Tallahassee, el cual actúa como si fuera su padre y aún la trata como a una niña. Al irse de allí solo dejando una nota de despedida bastante seca, Columbus y Tallahassee deberán rebuscárselas solos… no por mucho tiempo ya que en un centro comercial se toparán con Madison (Zoey Deutch), una joven fanática del color rosa que logró sobrevivir gracias a estar encerrada dentro de un freezer. Cuando Wichita reaparece y explica que su hermana menor se escapó con Berkeley (Avan Jogia), un músico hippie, los cuatro emprenderán viaje para hallarla cuanto antes ya que el peligro está a la vuelta de la esquina. Diez años atrás Ruben Fleischer tenía su debut cinematográfico con “Tierra de zombies” (Zombieland), una comedia post-apocalíptica que fue muy bien aceptada tanto por la crítica como por la audiencia. Como sucede con la mayoría de producciones, debido al éxito comercial se decidió armar una segunda parte. Con el mismo director y guionistas, esta secuela logra salir bien parada en gran parte porque tiene muy en claro dos cosas: no se toma en serio a sí misma y solo busca entretener. De esta manera la película funciona, otorgándonos variadas escenas súper graciosas en donde la dinámica de los personajes está intacta y el espectador llega a sentir que los años no pasaron con respecto a la primera entrega. Llena de referencias a la cultura pop, que van desde Tolkien y Elvis Presley hasta “The walking dead” y “Terminator”, esta nueva aventura logra tener más acción y ritmo narrativo aunque lo que menos importa aquí es la historia. Por otro lado, todos los elementos que nos gustaban del anterior filme siguen estando presentes, ya sea la lista de reglas que tiene Columbus para continuar con vida, la mejor muerte zombie del siglo, el odio de Tallahassee a determinado coche, el temor a los payasos y hasta incluso Bill Murray. Los nuevos personajes se acoplan a la trama sin problemas, destacándose Zoey Deutch que, a pesar de tener que ponerse en la piel de una joven hueca y con tono de voz insoportable, se la banca y logra sacar más de una carcajada. Alocada e irreverente pero aún manteniendo el concepto de la familia y la unión, “Zombieland: tiro de gracia” se convierte en una digna secuela ya que llega a su objetivo: hacer que el espectador disfrute viendo a estos personajes de vuelta en la pantalla, dejándose llevar por sus acciones sin tener que pensar demasiado durante hora y cuarenta.
La complicada unión de los dos reinos “Maléfica: Dueña del Mal” (Maleficent: Mistress of Evil, 2019) es una película fantástica de aventuras que constituye la secuela de “Maléfica” (Maleficent, 2014). Dirigida por Joachim Rønning y co-escrita por Linda Woolverton, Noah Harpster y Micah Fitzerman-Blue, la producción de Disney vuelve a estar protagonizada por Angelina Jolie. Completan el reparto Elle Fanning, Michelle Pfeiffer, Sam Riley, Harris Dickinson (Mentes poderosas), Robert Lindsay, Chiwetel Ejiofor, Juno Temple, entre otros. Cinco años después de los eventos ocurridos en el primer filme, Aurora (Elle Fanning) continúa reinando con mucha responsabilidad el Páramo en donde coexisten las hadas con diversas criaturas de la naturaleza. Una mañana, para su sorpresa, el príncipe Phillip (Harris Dickinson) se presenta y le propone matrimonio. Aurora acepta sin dudarlo. Feliz y entusiasmada, la joven deberá asistir a una cena organizada por Ingrith (Michelle Pfeiffer), reina de Ulstead y madre de Phillip. Ingrith también quiere conocer a Maléfica (Angelina Jolie), hada oscura que se ocupó de criar a Aurora. Aunque el rey John (Robert Lindsay) ve esta unión como el inicio de paz entre dos reinos diferentes, la estratega Ingrith durante la velada tendrá otras intenciones malévolas para acabar con los que no son de su especie. En el año 2014 conocimos a una de las villanas más emblemáticas de Disney desde otra perspectiva. Al contar la historia desde su punto de vista, pudimos ver que Maléfica no era un ser maligno y odioso como creíamos gracias al filme animado de “La bella durmiente” (Sleeping Beauty, 1959), sino que esta hada con poderes inigualables tenía motivos de sobra para expresar su enfado y disgusto. Maléfica cometió errores, pero se arrepintió y no hubo amor más poderoso que el que le dio a Aurora, siendo éste (y no el del príncipe) el que terminó salvando a la princesa del hechizo del sueño eterno. Teniendo en cuenta que esa película cerraba de manera ideal un cuento que ya conocíamos pero con la originalidad suficiente para demostrar que no todo es lo que parece, ya se intuía que “Maléfica: Dueña del Mal” iba a ser una secuela totalmente innecesaria. Y estábamos en lo cierto. Aquí ya no contamos con Brenton Thwaites (El dador de recuerdos) como el príncipe Phillip, pero el cambio de actor no resulta tan grave ya que este personaje era sumamente secundario en la primera parte. Lo que molesta de esta nueva aventura pasa más por el lado de la falta de ideas y de un guión bastante pobre que no da lugar al desarrollo de las diferentes problemáticas. Con dos horas de metraje, la película no está bien estructurada y por momentos puede llegar a cansar, en especial porque lo más atractivo de la obra pasa por su protagonista, la cual cuenta con menor tiempo en pantalla. Angelina Jolie sigue siendo la Maléfica perfecta: con sus ojos penetrantes, sus comentarios irónicos y sus imponentes cuernos, la hada oscura más temida es un deleite para el espectador. La verdadera “dueña del mal” del título no es ella sino la madre del príncipe Phillip, por lo que verdaderamente no se entiende para qué nos quisieron hacer creer que ahora Maléfica sí sería ruin. Por otro lado, Elle Fanning vuelve a darnos a una Aurora risueña, adorable y positiva. Sin embargo el adjetivo que mejor la define en esta ocasión es el de ingenua. Un poco de inocencia (como en la primera película) está bien e incluso sirve para lograr empatizar con el personaje, sin embargo aquí Aurora es tan ilusa que llega a dar ganas de abofetearla y hacerla caer en la realidad. Lo mismo sucede con el príncipe Phillip, que no hace nada memorable durante toda la película y tarda añares en darse cuenta quién es el verdadero enemigo. Con respecto a Michelle Pffeifer, su Ingrith recuerda bastante a lo que hicieron con Cersei Lannister (Lena Headey) en la última temporada de “Juego de Tronos” (Game of thrones, 2011-2019). La reina es una de esas malas malísimas que tiene sus ideas y objetivos bien claros, sin embargo desde la dirección más que mostrarla en acción se prefiere enfocarla en primer plano desde el balcón del castillo, contemplando la guerra que ella misma originó. Cuando Ingrith expresa los motivos de su odio a los que no son humanos como ella, éstos no son profundizados como se debe por lo que uno se queda con la sensación de que la soberana es vil porque sí. Enfocados en ser mucho más grandilocuentes en cuanto a las batallas épicas y los escenarios, el exceso de CGI se nota en casi todo momento. No obstante la película logra ser entretenida a pesar de su previsibilidad y flojo guión. Las tres hadas madrinas de Aurora siguen teniendo líneas de diálogo patéticas pero la mayoría de las otras criaturas consiguen causar ternura. El mensaje de unión, convivencia y respeto a pesar de las diferencias resulta una buena moraleja para los tiempos que corren. A pesar de contar con muy pocos momentos entre Aurora y Maléfica, éstos son suficientes para demostrar que la relación de madre e hija construida sigue intacta, siendo de lo mejor que nos otorga esta secuela. Con más errores que aciertos, “Maléfica: Dueña del Mal” no logra superar ni por asomo a su predecesora pero se deja ver si no se tienen muchas pretensiones.
Madre coraje “Rosita” (2018) es una película dramática nacional dirigida y escrita por Verónica Chen (Agua, Mujer conejo). Filmada en Olivos, la cinta cuenta con el protagonismo de Sofía Brito (La omisión). Completan el reparto Marcos Montes, Javier Drolas, Dulce Wagner, Luciano Cáceres, Mariana Chaud, Joaquín Rapalini, Felipe Dratler, Noemí Frenkel, Verónica Hassan, entre otros. El filme estuvo en Competencia Latinoamericana dentro del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La historia gira en torno a Lola (Sofía Brito), una joven madre de tres hijos que trabaja en un salón de belleza. A pesar de no tener una buena relación con su padre Omar (Marcos Montes), a Lola no le queda otra que aceptar vivir en su casa ya que el dinero no le alcanza. Una noche, al regresar de trabajar, Lola se encuentra con un panorama preocupante: sus dos nenes están jugando a la PlayStation solos y no hay rastros ni de Omar ni de Rosita (Dulce Wagner), su hija más chica. Teniendo en cuenta los antecedentes penales de su padre y unas revelaciones impactantes sobre a qué se dedicaba éste en su pueblo natal, más las noticias televisivas horrorosas del día, Lola llegará a creer que el enemigo estaba más cerca de lo que creía. En un principio como un thriller psicológico para luego pasar a un drama familiar donde se refleja, por sobre todo, la falta de comunicación y la miseria que puede existir en las relaciones humanas, la nueva película de Verónica Chen se caracteriza por mantener en vilo al espectador. Y es que, al igual que Lola, no es muy difícil maquinarse y llegar a pensar lo peor sobre dónde está Rosita. Sin embargo, y aunque desde la sinopsis no lo parezca, el filme no tarda demasiado en que madre e hija se reencuentren. Lo que verdaderamente inquieta y nos mantendrá con dudas durante todo el metraje se basa en saber qué es lo que pasó con la niña en esas largas horas nocturnas que estuvo fuera de casa, ya que los argumentos de su abuelo no resultan convincentes. Dentro de un ambiente hogareño para nada armonioso, el filme expone, sin juzgar en ningún momento, las diferentes maneras de afrontar la maternidad. En este caso, la protagonista tuvo tres hijos, cada uno de distinto padre, y actualmente está de novia con otra persona. En esa casa que no se siente suya, Lola debe imponerse para tomar las decisiones sobre sus niños. La paranoia y los prejuicios están presentes hasta el desenlace, que puede llegar a ser decepcionante para muchos pero que sin lugar a dudas deja pensando bastante después de terminados los créditos. En cuanto a las actuaciones, Sofía Brito es la película. En “La Omisión” (2018), otro bien logrado drama que iba sobre el rol de la mujer, Brito ya había demostrado no tenerle miedo al protagónico. Aquí pasa lo mismo, siendo totalmente magnética para la cámara y consiguiendo empatizar desde el comienzo. Por otro lado, Marcos Montes también hace un gran trabajo como su problemático padre Omar, en especial porque siempre que está en escena genera intranquilidad. Sus reacciones violentas, el tono de su voz y el control que ejerce por sobre Lola nos llevan a pensar que, definitivamente, hay algo en ese hombre que no cierra. Con un buen guión e interpretaciones naturales por parte de los niños, “Rosita” resulta una película sobre vínculos más que atrapante. A pesar del abuso de flashbacks sobre el final, el filme es lo suficientemente original para sobresalir por sobre otras producciones nacionales.
Nervios por doquier “¿Dónde estás, Bernadette?” (Where’d you go, Bernadette, 2019) es una comedia dramática dirigida y co-escrita por Richard Linklater, reconocido por la trilogía romántica Antes (1995, 2004 y 2013) y el coming of age Boyhood (2014). Basada en la novela homónima de Maria Semple, la cual fue publicada en 2012, la película está protagonizada por Cate Blanchett. Completan el reparto Emma Nelson, Billy Crudup, Kristen Wiig, Judy Greer, Laurence Fishburne, Troian Bellisario (Pretty Little Liars), Zoe Chao, entre otros. La historia gira en torno a Bernadette Fox (Cate Blanchett), una arquitecta muy creativa y prestigiosa que dejó de lado su trabajo por padecer agorafobia. Madre de la adolescente Bee (Emma Nelson) y esposa de Elgin Branch (Billy Crudup), trabajador de Microsoft, Bernadette no soporta sociabilizar ni siquiera para hacer las compras del hogar, por lo que cuenta con un asistente virtual llamado Manjula que le organiza prácticamente toda su vida. Próxima a ingresar a un internado, Bee finalmente decide cuál es el regalo que quiere por sus buenas calificaciones en la secundaria: un viaje familiar a la Antártida. Sin embargo, antes de esa travesía, Bernadette desaparece de la casa. Más que una película de misterio, la nueva obra de Linklater es un estudio de Bernadette Fox, un personaje principal tan complejo como fascinante. Verborrágica, caótica y maníaca, Bernadette es una artista que perdió la conexión con su arte. Luego de cuatro abortos espontáneos antes de lograr tener a Bee, la arquitecta pasó a casi ni salir de su hogar por el simple hecho de no querer escuchar a las personas que se la pasan hablando sobre banalidades. En este sentido, Cate Blanchett logra una gran representación de lo que conlleva tener un trastorno de ansiedad. Siempre preocupada y muy medicada, Bernadette pasa a ser una mujer incomprendida hasta por su propio marido, con el que perdió la sintonía hace mucho. A pesar de todo su sufrimiento interno, no se puede negar que Fox también es sensible y adora a su hija, con la cual tiene una bella relación en la que ella la considera su mayor tesoro. Como nos tiene acostumbrados Linklater, la película está compuesta por escenas larguísimas donde los diálogos son el principal atractivo. Aunque en ciertas ocasiones esto no está bien logrado, en especial cuando se pasa a mostrar los trabajos previos de Bernadette sumergiéndonos en videos explicativos de Internet, el filme cuenta con varios momentos cómicos, como también dramáticos, que sí llegan a buen puerto. A pesar de lo descabellado que se siente todo lo relacionado al viaje a la Antártida o lo superficiales y cliché que son Audrey (Kristen Wiig) y Soo-Lin (Zoe Chao), madres de los compañeros de escuela de Bee, “¿Dónde estás, Bernadette?” vale la pena y hasta puede llegar a emocionar gracias a la gran interpretación de Blanchett,. Al fin y al cabo, como lo dice en la propia película, Bernadette es una persona que, si no se pone a trabajar cuanto antes, va a ser carcomida por sus pensamientos, aspecto con el que es muy fácil sentirse identificado.
Un hombre perdido en sí mismo “Pistolero” (2019) es una película dramática nacional con aires de western que está dirigida, escrita y producida por Nicolás Galvagno. Protagonizada por Lautaro Delgado Tymruk (Gilda, no me arrepiento de este amor), el filme fue filmado durante cuatro semanas en el departamento de Lavalle, Mendoza. Presentado en BAFICI, completan el reparto Diego Cremonesi (Monzón), Sergio “Maravilla” Martínez, María Abadi y Juan Palomino. Ambientada en la época de los 60, dictadura de Juan Carlos Onganía en Argentina, la historia sigue a Isidoro Mendoza (Lautaro Delgado Tymruk), un hombre que actúa como un Robin Hood moderno junto a su compañero Tano (Diego Cremonesi) y su hermano Claudio (Sergio Martínez), el cual está recién salido de prisión. A través de un raid delictivo en el interior rural, el grupo se dedica a robar negocios y casas para luego repartir las ganancias al pueblo. Sin embargo, Isidoro no está conforme con la situación en la que se encuentra. Cuando aparece Sofía (María Abadi), una maestra que llegó de Buenos Aires, Isidoro comienza una relación con ella que lo mantendrá con los pies sobre la tierra. No obstante, Maidana (Juan Palomino), policía del lugar, no se dará por vencido hasta dar con estos criminales. Inspirada en la vida de los hermanos chaqueños Isidro y Claudio Velázquez, asaltantes que se convirtieron en un mito que perdura hasta la actualidad por su capacidad de esquivar las balas, este filme más que uno de acción se trata de un drama existencialista contemplativo que en varias circunstancias carece del ritmo necesario para mantener atrapado al espectador. Esto sucede en mayor medida debido a que es difícil captar qué es lo que pasa por la mente del protagonista. Callado y pensativo, es claro que Isidoro no está contento con la vida que lleva y que siente algún tipo de tormento sobre su pasado. Sin embargo, desde el guión no se nos da la información suficiente como para lograr empatizar con él, aparte de que nunca se lo muestra repartiendo el botín a los más necesitados. Con planos secuencias inmersivos y actuaciones de personas de la zona (no actores) tanto en el principio como en el final, el cual es bastante simbólico, la película cuenta con escenas de tiros muy bien realizadas y encuadres estáticos visualmente bellos. La relación que van construyendo Isidoro y Sofía es otro de los puntos a favor del filme, ya que el director prefiere enfocarse más en las acciones que en las palabras, mostrándonos cómo es el tacto en la pareja mientras que él le lava el cabello o cómo son sus miradas. A pesar de que le sobran varios minutos, “Pistolero” consigue dar un buen retrato de esa época donde la libertad no existía por estar bajo un gobierno de facto. Si el pueblo hubiese tenido un rol mayor dentro de la trama o si se hubiese explorado más sobre el pasado familiar de Isidoro y cómo pasó a vivir en la marginalidad, la película podría haber tenido mejores resultados.
Un reencuentro impensado “El pasado que nos une” (After the wedding, 2019) es una película dramática dirigida y escrita por Bart Freundlich. Remake del filme danés homónimo estrenado en 2006 y dirigido por Susanne Bier, el reparto incluye a Michelle Williams, Julianne Moore, Billy Crudup, Abby Quinn, Alex Esola, Vir Pachisia, Greta Quispe, entre otros. La cinta tuvo se premiere mundial en el Festival de Cine de Sundance. La historia se centra en Isabel (Michelle Williams), una mujer pacífica que maneja un orfanato en la India y prácticamente crió a Jai (Vir Pachisia), un niño que fue encontrado en la carretera. Al dar hogar a cada vez más chicos, el establecimiento necesita mayor financiación para la educación, alimentos y medicamentos. Desde Nueva York, la empresaria Theresa (Julianne Moore) se comunica con Isabel con el objetivo de ofrecerle millones para que el orfanato pueda salir adelante. Sin embargo, existe una condición: que Isabel viaje hasta Estados Unidos para poder acordar la transacción en persona. Aunque al principio Isabel está renuente por dejar a su comunidad, el pensar en la gran cantidad de dinero por un bien mayor termina convenciéndola para emprender el vuelo. Al conocer a la exitosa Theresa, ésta terminará invitándola a la boda de su hija Grace (Abby Quinn). En la celebración, al ver entre la multitud al marido de Theresa, Isabel deberá enfrentarse a un pasado que ya creía enterrado para siempre. Mentiras, intenciones ocultas, secretos y un acuerdo no cumplido son algunos de los aspectos que componen a este dramón de relaciones familiares típico para ver un domingo a la tarde por la televisión de cable. Y es que a pesar de que en un comienzo el filme mantiene intrigado al espectador, que busca saber por qué a la protagonista le sorprende tanto ver al marido de la empresaria, pronto las revelaciones se vuelven muy poco emocionantes por culpa de un guión demasiado plano e insulso. Lejos de emocionar como pretende, la película sale airosa únicamente por la actuación principal y la iluminada fotografía. A Michelle Williams los roles dramáticos le calzan a la perfección y esta no es la excepción. A pesar de que ciertos detalles del pasado de su personaje no están bien explorados, Williams es la que mantiene a flote un filme que luego de sus giros narrativos se transforma en algo bastante básico y olvidable. En cuanto a Julianne Moore, en muchas ocasiones se siente como que la historia debería haber estado contada desde su perspectiva. Al ver los hechos desde el punto de vista de Isabel, la situación que atraviesa Theresa no está abordada de la mejor manera. Con un final que deja gusto a poco, “El pasado que nos une” se convierte en otra de las tantas remakes sumamente innecesarias que, más que para cine, están diseñadas para la televisión. Seguramente el material original sea mejor opción si se quiere ver una historia sobre relaciones personales.
En búsqueda de su hermano pequeño “Playmobil: La Película” (Playmobil: The Movie, 2019) es un filme animado de comedia y aventuras que constituye el debut en la dirección de Lino DiSalvo. Coproducido entre Francia, Alemania y Estados Unidos, el guión estuvo a cargo de Blaise Hemingway, Greg Erb y Jason Oremland. La cinta cuenta con las actuaciones de Anya Taylor-Joy (La bruja, Fragmentado) y Gabriel Bateman (Cuando las luces se apagan). Además, las voces de los juguetes de plástico son puestas por Jim Gaffigan, Daniel Radcliffe, Adam Lambert, Meghan Trainor, Maddie Taylor, Dan Navarro, entre otros. La historia gira en torno a Marla (Anya Taylor-Joy), una adolescente de 18 años que sueña con viajar y conocer nuevos países. Sin embargo, esa misma noche la joven recibe una triste noticia: sus padres murieron en un accidente automovilístico. Cuatro años después, Marla ya no es la chica que solía ser. A cargo del hogar y responsable de su hermanito Charlie (Gabriel Bateman), lejos quedaron sus fantasías de explorar el mundo. Cuando Charlie se escapa de su habitación para conocer la exhibición playmobil de un museo, Marla deberá apurarse para hallarlo. Sin embargo, una vez que lo encuentra y se genera una discusión, los dos serán absorbidos por una luz de un faro hacia el universo de los muñequitos. Ahora transformado en un vikingo rubio con barba y tatuajes, Charlie será capturado por unos piratas que trabajan para Maximus (Adam Lambert), regente supremo de Constantinopolis. Uniéndose a Del (Jim Gaffigan), un vendedor de fardos de heno mágico que vive en un food truck, Marla deberá ponerse otra vez manos a la obra para dar con el paradero de Charlie cuanto antes. Con momentos musicales esporádicos y un 3D casi inexistente, esta nueva propuesta infantil inevitablemente nos hará recordar a las películas de Lego. A excepción de éstas, Playmobil no cuenta con un guión que contenga chistes ingeniosos o una trama original, por lo que para los más grandes la cinta puede tornarse híper previsible y demasiado cargada de personajes secundarios. Un hada madrina, una especie de pulpo malvada llamada Glicerina, un agente secreto apuesto, cowboys, dragones, dinosaurios, piratas… la lista puede seguir y seguir, quedando claro que esta producción tiene la intención clara de mostrar los diferentes modelos de juguetes que hay dentro de esta marca para que después los chicos quieran tenerlos a todos. No obstante, la película entretiene lo suficiente gracias a la simpatía de la protagonista y de su compañero de aventuras, el cual descubre que su verdadera pasión es cocinar. A pesar de que las voces en español dejan bastante que desear por ser extremadamente chillonas, “Playmobil: La Película” logra dejar buenos mensajes sobre el creer en uno mismo y reconectar con los seres que amamos. Si tienen niños en la familia, el filme resulta una buena opción para pasar el rato y embarcarse dentro del vasto mundo de estos juguetes.
La muerte se acerca “Rambo: Last Blood” (2019) es una película de acción que constituye la quinta entrega dentro de la saga Rambo, iniciada en 1982. Dirigida por Adrian Grunberg, la cinta vuelve a contar con Sylvester Stallone en la piel del ex veterano de Vietnam y experto en guerrilla John Rambo. Además, Stallone ideó la historia junto a Dan Gordon y co-escribió el guión con Matthew Cirulnick. Completan el reparto Yvette Monreal, Adriana Barraza, Paz Vega, Óscar Jaenada (Luis Miguel, la serie), Sergio Peris-Mencheta, Fenessa Pineda, entre otros. Años después de los hechos ocurridos en Birmania, Rambo (Sylvester Stallone) encontró en Arizona una familia a la cual pertenecer. Ésta está compuesta por María (Adriana Barraza) y su nieta Gabriela (Yvette Monreal), joven que está próxima a comenzar la universidad. Cuando Gabriela se entera que su amiga Gizelle (Fenessa Pineda) descubrió el paradero de su padre biológico en México, ella desacatará lo que le dice su abuela y viajará en su búsqueda para obtener respuestas de por qué este hombre decidió abandonarla una vez que su madre murió. Aunque Gabriela se dirige a México esperanzada, su estadía allí no será para nada placentera ya que tendrá la mala fortuna de ser capturada por un cartel de droga y prostitución. Al notar que la muchacha nunca regresó a su hogar, John Rambo se pondrá en marcha para acabar con los proxenetas mexicanos, en especial con Víctor (Óscar Jaenada) y Hugo Martínez (Sergio Peris-Mencheta), líderes del negocio. Después de las películas de Rambo estrenadas en 1982, 1985, 1988 y 2008, finalmente estamos ante la última misión de este héroe de guerra que fue entrenado para ignorar el dolor y con un único objetivo: matar al enemigo. La situación es simple: para los que les haya gustado las anteriores entregas, Last Blood les resultará la más floja de la saga; para los que desconozcan de las aventuras pasadas de Rambo, la cinta de Adrian Grunberg será una opción entretenida a pesar de sus variados clichés y diálogos acartonados. Y es que parece que la originalidad en cuanto a la historia se perdió completamente en esta producción que recuerda mucho a “Búsqueda implacable” (Taken, 2008). Metódica y estereotipada, la película se siente como algo que ya vimos. Sin embargo, hacia la mitad del filme ocurre un hecho inesperado que desencadena en un tercer acto caracterizado por la venganza de nuestro protagonista. Así es como la entrada al cine se hace valer, dándonos escenas gore donde Stallone hace uso de su inteligencia para planear las muertes más violentas que harán retorcerse en el asiento a más de uno. A excepción del protagonista, el resto del reparto no logra destacarse ya que cada personaje que aparece en pantalla está allí para cumplir una función determinada y nada más, lo que deriva en que casi ninguno tenga un grado de profundidad relevante. Por otro lado, resulta un punto a favor que se muestre que Rambo no es una persona invencible sino que, como cualquier otro, puede recibir severas golpizas y terminar inmovilizado por días. A pesar de no contar con un guión convincente que genere una trama atrapante como las películas previas, “Rambo: Last Blood” se deja ver y se disfruta por el simple hecho de ver una última vez a Stallone en este icónico rol. Genérica en la mayor parte de su metraje, no hay dudas de que ver a Rambo matar a crueles personas siempre funciona.