MISIÓN DIVINA A la nueva directora de la compañía le apasionan tanto los desafíos como imponer su autoridad frente a los jefes de cada departamento. Por eso mismo acomoda las palabras de Nicolás Lejeune, encargado de Demanche Música, y determina que el chiste sobre llenar el Olympia con un artista revelación en seis meses se torne el ticket de continuidad laboral del productor; de lo contrario deberá dejar el puesto. Ni la proliferación de aspirantes ni los videos online o cds enviados al estudio poseen el atractivo adecuado para volverse un producto eficaz, sino más bien un conjunto de apologías al sexo y a los miembros viriles desde diferentes ángulos. Frente a tal estado de turbación, la respuesta se presenta como un designio milagroso: crear una banda compuesta por un cura, un rabino y un imán para demostrar la tolerancia religiosa y social así como también reivindicar el lazo entre la sociedad y sus creencias. Dios los cría y ellos… trabaja los dos momentos que debe atravesar Nicolás junto a su asistente Sabrina para cumplir el objetivo. El primero enfocado en la búsqueda de los artistas a través de la investigación por la web, las escuchas de los materiales o las visitas a bares, iglesias y demás espacios para encontrar a los candidatos ideales, los pactos para que cada uno acceda, los contratos y los acercamientos iniciales entre los hombres y las religiones. El segundo profundiza el vínculo humano y musical de los cinco, la grabación de los videos clips plagados de clichés, la composición de temas y del hit coexistir (nombre del conjunto y título original de la película) y el contacto con el público. Es en este punto donde radica el mayor inconveniente del filme de Fabrice Eboué, quien también encarna a Nicolás. Las acciones, los gestos y los diálogos refuerzan su carácter previsible, conocido, monótono y con chistes recurrentes que ya no causan gracia como el cura que se aprovecha de los niños o los musulmanes que provocan atentados. Pero el mayor exabrupto es que los cinco personajes se convierten en caricaturas de sí mismos ya sea exaltando estereotipos de cada religión o, en el caso de Nicolás y Sabrina, desdibujándose en las perturbaciones personales de un hombre que perdió a su familia por un desliz o una mujer que se acuesta con cualquiera –incluso con aquellos que no le interesan– para no sentirse desdichada y sola. Si bien el director busca plantear una mirada esperanzada y de unidad en tiempos de violencia extrema y poca tolerancia, la película queda atorada en una exageración constante que evapora las buenas intenciones; una seguidilla de lugares comunes articulados con una canción pegadiza e historia de vida poco profundizadas como los únicos vestigios de la comedia y la idea diferente. Por Brenda Caletti @117Brenn
DUPLICACIÓN EXCITANTE _ Tengo miedo de curarme demasiado rápido. _ ¿Por qué? – le consulta Paul. _ Creo que deseo permanecer frágil. Tener un dolor y que usted permanezca fuerte. La confesión de Chloé durante la sesión terapéutica los inquieta por unos segundos y deben bajar la mirada incapaces de sostenerla. Lentamente, ambos se reconocen en esa complicidad y sonríen. Es el inicio del juego de seducción. La última película de François Ozon –basada libremente en la novela de Joyce Carol Oates– despliega grandes dosis de erotismo en un triángulo que distorsiona los límites entre el presente y lo onírico. Chloé fantasea con Paul cuando está con Louis y viceversa; con el primero mantiene relaciones contenidas salvo en un caso puntual, mientras que con el segundo explora deseos reprimidos. Como bien menciona Louis, los métodos usados por los gemelos difieren y, claramente, no sólo hace referencia al terreno del psicoanálisis. El coqueteo con el concepto de espejo encuentra explicaciones biológicas como el feto dominante que absorbe al más débil, un caso específico que parece repetirse en la actualidad y la reiteración de acciones y disposiciones en el espacio. La más sobresaliente es aquella en la que Chloé asiste, por primera vez, a los consultorios: las escaleras en caracol, el timbre, la sala de espera con un sillón, libros y la misma flor, su gesto de tomar un puñado de tierra y entrar en el cuarto. Los colores quiebran ese recorrido ya visto; cálidos en el estudio de Paul y fríos en el de Louis. Amante doble evoca el voyeurismo de la anterior En la casa (2012) a partir del lazo entre la mirada penetrante de Milo, el gato de Chloé, y ella; una proyección que encuentra su clímax cuando el felino espía a la pareja haciendo el amor y la dueña se ve reflejada en dicha mirada. Incluso, el director redobla la apuesta gracias a la constante reconfiguración de la idea de la vigilancia: se trata de la ginecóloga que deja al descubierto la vagina palpitante al inicio del filme, de la madre ausente que persigue a la chica en sueños de muerte, en el gato, en la vecina inquietante, en el propio trabajo de la mujer en el museo y en los terapeutas. Los elementos como el pasaporte viejo, el auto, el prendedor con forma de gato, los espejos o el dolor de vientre por el cual la joven acude en primera instancia al consultorio completan el universo desdoblado, turbulento y excitante que Ozon plasma con cuidado estético y detalle. Mientras Chloé le cuenta su sueño a Paul, las miradas de ambos parecen superponerse, enfrentarse, volverse borrosas, multiplicarse. El vigor del contacto visual se replica en las diferentes posiciones de ambos cuando uno habla y el otro escucha. A final de cuentas, uno contiene al otro en el interior. Criaturas únicas y monstruosas. Por Brenda Caletti @117Brenn
TRADICIÓN RECONFIGURADA El cartel del telediario reza “para todos los italianos que quieran habitar el suelo americano” y la invitación resulta más que tentadora si se tiene en cuenta el hambre, la pobreza y la desocupación en el viejo continente ¿Cómo resistirse a la nueva oportunidad, al futuro prometedor? ¿Acaso importa que Argentina y Estados Unidos carezcan de ciertos alimentos tradicionales o que haya que reconfigurar las recetas con los elementos de aquellos países? No sólo parece no importar, sino que, incluso, se produce un nuevo efecto: la mixtura y apropiación. Estas respuestas gastronómicas son las que aborda Mercedes Córdova a través de un trabajo de doble articulación entre las corrientes migratorias y las transformaciones en las costumbres alimenticias, en donde ambas posturas sufren cambios identitarios que no hacen más que subrayar la imbricación de una en la otra y ofrecer como resultado esa integración cultural y culinaria que tanto comentan los testimonios. Para ello, se sostiene en el despliegue de miradas contrapuestas entre italianos en su país, en Argentina y en Estados Unidos. En el primer caso se percibe un vínculo intenso entre territorio y tradición aislando la idea de un único autor y, en su lugar, el pensamiento de pueblo como creador. En el segundo se remarca la esencia individualista nacional con algunos matices de genios inventores de recetas, con la salvedad de grupos en el interior que intentan celebrar numerosas fechas conjuntas como signo de identidad común. El último caso se compone de dos miradas opuestas. Por un lado, una mayor distancia respecto de las costumbres gastronómicos originarias y, por otro, la mostración de algunos objetos familiares que mantienen el lazo con el pasado. Por ejemplo, las fotos de los antepasados de una mujer o un hombre diciendo que la pizza es la misma en ambos lugares con la única diferencia de hornos: uno a leña y otro a gas. Respecto a este mismo punto, en E il cibo va, el viaje de la comida italiana se profundiza el concepto de imitación de lo italiano frente al uso de productos que no corresponden como el aceite de oliva y el queso parmigiano versus el parmesano (invento de los norteamericanos, según uno de los entrevistados). También se comenta la incorporación de carne en grandes cantidades como respuesta a la escasa variedad de verduras frente a la cantidad europea. El dato final no hace más que sellar el discurso de todo el documental y, al mismo tiempo, devolverle el tono más informativo del comienzo. Un viaje por distintas regiones, costumbres, gustos y apropiaciones con un eje común: la búsqueda de la propia identidad por sobre todas las cosas. Por Brenda Caletti @117Brenn
CUESTIÓN DE ¿NORMALIDAD? Now I’m running and I can’t stop anywhere I go I think about it everyday and night I can’t let go Man, I’m never the same We were shot gun lovers I was shot gun running away So come a little closer There was something I could tell ya You were such a rollercoaster And a killer queen you are Bleachers- Rollercoaster Ni bien comienza Yo soy Simón, el protagonista describe su vida y entorno como algo normal apoyándose en breves escenas que remarcan dichas palabras repetidas dos veces en pocos minutos: padres comprensivos aún casados, hermana menor que ensaya recetas con ellos para convertirse en chef, un lazo inmejorable entre los cuatro, amigos confiables (incluso Abby, la joven que conoció hace pocos meses), una casa grande y una habitación con un espacio especial para la cama king size que la envuelve en una atmósfera única gracias a las paredes cubiertas con pintura para tiza repletas de mensajes, canciones, recordatorios, palabras y más canciones. Ese mundo perfectamente articulado –contenido, incluso– se tensiona cuando el joven mira por la ventana al hombre que corta el cesped. “Soy normal como vos pero tengo un gran secreto”. De esta manera, la última película de Greg Berlanti propone dos ejes temáticos bastante contrapuestos. El primero tiene que ver con la dificultades que experimenta Simón no sólo para exteriorizar su preferencia sexual, sino también para reconocerse en ella. Para esto, el director se vale de dos estrategias que articulan el presente con el mundo de la imaginación: el blog institucional con noticias y chismes al que acceden alumnos, docentes y directivos y las idealizaciones sobre la posible identidad de Blue, quien dejó un mail tras declararse homosexual. Incluso, bailan I wanna dance with somebody de Whitney Houston con remeras de colores emulando los filmes musicales de los 70 y 80. El segundo plantea una mirada estereotipada y hasta naif respecto a esta supuesta normalidad. Debido al monólogo del comienzo, la pregunta que surge inevitablemente es ¿qué significa ser normal? ¿Cuáles son los parámetros del director para establecer que una familia raramente tan unida en los tiempos actuales responde a esta lógica? ¿O por qué tener un secreto implica un corrimiento de la regularidad? El colegio se exhibe como lugar repleto de modelos fijados: chicas populares que imitan poses sumergidas en los celulares, los deportistas, el directivo que busca establecer contacto con los adolescentes o las fiestas en las casas. Yo soy Simón sondea vías para retratar el descubrimiento de uno mismo, el vínculo de uno con los demás, la libertad para conversar y sentirse a gusto, la confidencialidad y el peso de no saber cómo expresar el conflicto interno hacia los seres queridos. A veces sólo se necesita “saber ver y escuchar” y Simón parece saberlo en exceso. Su nombre lo confirma. Por Brenda Caletti @117Brenn
ETERNIZAR LOS RITOS El camarín de una estrella. Despliegue de maquillajes, perfumes, cremas, brochas, ruleros y dos objetos de gran valor como el collar con forma de corazón y una cigarrera grabada. Ella se mira en el espejo con bombillas de luz mientras esparce por su cara los diferentes productos y hace una serie de muecas y gesticulaciones para descontracturar la boca y las cuerdas vocales. Gloria mantiene el antiguo rito de un pasado exitoso pero fugaz; sin embargo, en plena preparación una punzada le recuerda el motivo por el que dejó de sentirse plena. Y ese dolor vuelve reforzado como última advertencia para conseguir aquello que más anhela. La última película de Paul McGuigan, basada en una historia real, propone una oscilación constante entre los años 1979 y 1981 en Liverpool que construye el primer encuentro entre la ganadora del Oscar Gloria Grahame y el joven Peter Turner pues son vecinos, la consolidación de la pareja y la actualidad de ambos: ella olvidada y con una enfermedad en aumento; él con un papel en una obra teatral. Además, el director intercala el viaje a Estados Unidos, donde Peter conoce a la madre y hermana de Gloria. A diferencia de numerosas películas, en Las estrellas de cine nunca mueren la diferencia de edad no es objeto de cuestionamiento entre ellos, en las familias o a nivel social; por el contrario, el vínculo se conforma de manera natural, sincera y de a poco. De hecho, los padres de Peter están encantados con Gloria no sólo por su calidad actoral, sino también como ser humano. La forma en la que se plantea el lazo entre ambos tiene ciertas reminiscencias con Volver a empezar (Souvenir en su título original) de Bavo Defurne. En este caso, se trataba de una cantante de Eurovisión que quedó en el olvido por un concurso y trabaja en una fábrica alimenticia con una vida rutinaria y un joven que le encuentra un parecido a Laura, su nombre artístico. Ambos filmes exhiben a mujeres que supieron conquistar la fama por un período breve y que se redescubren gracias a la mirada de un hombre menor mediante un amor libre. También, las protagonistas guardan un secreto que las aisla y torna solitarias y los padres de los hombres son admiradores de las estrellas. Tal vez, en Las estrellas de cine nunca mueren el vínculo entre la familia del joven y la persona famosa es más amable, cariñoso e íntimo. Más allá de la historia romántica, la película evoca la nostalgia de una época de esplendor de la industria cinematográfica y de la variedad de sus artistas. Un pequeño gesto para homenajear a una figura que dio que hablar durante las décadas del 40 y del 50, se coronó con el premio mayor y siguió trabajando en teatro, cine y televisión hasta el final. El cine reforzando su capacidad de perpetuar e inmortalizarse. Por Brenda Caletti @117Brenn
EXIGENCIAS DEL RELATO “Al leer una historia habitamos en ella –comienza la voz en off–. Lo que más le gustaba a Florence era dar paseos para reflexionar sobre las emociones que había sentido”. Es innegable que los primeros minutos de La librería coquetean con ciertas semejanzas entre filme y libro basadas en dos grandes aspectos: por un lado, el tono (onmisciente) de la narradora y los recitados de las cartas del Sr. Brundish a cámara, un constante intercambio entre la volatilidad de la palabra hablada y cierto modo de escritura que interpela al lector en su vínculo con el relato; por otro, un despliegue de escenarios naturales perdidos, casas fantasmagóricas, encuentros pintorescos, un pueblo peculiar y la caracterización cuidada de cada uno de los habitantes de Hardborough en una suerte de pasaje descriptivo de los detalles literarios hacia las imágenes y gestos en la gran pantalla. El universo creado por la española Isabel Coixet y basado en la novela homónima de Penélope Fitzgerald, que aparece como guiño en venta, se enmarca en un ambiente delicado, atractivo, con un halo romántico y personajes singulares que oscilan entre aquellos que parecen agotados en vida o sin incentivo y quienes intentan realizar sus deseos sin importar la dificultad que esto conlleve. Ambas posturas se plantean de forma medida, correcta y con pequeños matices que buscan quebrar los esquemas de previsibilidad. Por otra parte, no hay ningún mensaje estereotipado ni moraleja sobre el amor por la lectura o los beneficios que ésta pueda producir en el individuo. Por el contrario, la protagonista acepta que se trata de un pueblo poco interesado por los libros –con la excepción del recluido Sr. Brundish– y compra Old House para vencer ese desafío y cumplir su sueño. Más allá de esto, la película presenta un gran inconveniente que radica en la construcción contradictoria de Florence. Si bien numerosos personajes remarcan su coraje y pasión por los libros y hasta ella misma le comenta al Sr. Brundish que seguriá en Old House a pesar de las intenciones de Violet Gamart de convertir el espacio en un centro de artes, dicha valentía es inexistente. No sólo la mujer no posee actitudes que demuestren ese rasgo, sino que confía reiteradas veces en gente que sabe que quiere perjudicarla volviéndola exasperadamente ingenua. Para una persona ávida de lectura, con gran inteligencia e ímpetu para llevar a cabo un proyecto sola se torna intolerable semejante liviandad a la hora de constituir su temple y la forma de dejarse tratar por los demás. Esto mismo se subraya estéticamente cuando los diferentes personajes aparecen como enmarcados en pinturas dando cierre a la suerte de complot. El final no hace más que reforzar la manera en que cada uno de ellos habitó su propia historia puesto que no sólo se trata de la disyuntiva entre aquellos que parecen agotados en vida y los que intentan realizar sus deseos sin importar la dificultad que esto conlleve, sino de quienes se alejan de ambas posturas para empezar a conocerse a sí mismos y elegir qué relato experimentar. Por Brenda Caletti @117Brenn
(RE) CONOCERSE “Siempre se empieza de cero. Arriésguense”, insta Olivia, docente del curso y novelista, para que los jóvenes se animen a escribir unas líneas. Más allá del incentivo diegético que se amolda a la gran cantidad de subtemas, microrelatos y hasta guiños trazados por Laurent Cantet, parecería que el mismo director se propone estimular al público en una suerte de rastreo y reconocimiento del complejo trabajo en capas del filme. En un primer acercamiento, el foco se encuentra en el despliegue de las dos historias paralelas: por un lado, las reuniones y debates del taller de escritura; por otro, la vida cotidiana de Antoine, uno de los chicos que asiste al espacio. El director contrapone los polos colectivo/individual y público/privado para reforzar las emociones, las dudas, las ideologías y las búsquedas de los personajes. De esta forma, los relatos encuentran puntos de conflicto y de intercambio entre sí a tal punto que debatir cómo aparece el cuerpo o qué es lo que ve el asesino de la futura obra policial se equipara al contenido virtual consumido por Antoine como videojuegos, discursos políticos o propagandas para alistarse en el ejército. Además, ambos utilizan algún nexo acuático como sostén ya sea el astillero, el puerto o un yate –como lugar del crimen– o el mar –como sitio de relax del joven–. Esta gran capa habilita el análisis de otros aspectos de El Atelier que tienen que ver con la exhibición de conflictos políticos, sociales y culturales de la actualidad francesa puesto que los temas que aborda el grupo juvenil exceden a lo puramente ficcional. Allí se plasma el terrorismo, la inmigración, el material que circula en las redes, la violencia, el legado histórico y la renovada lucha entre la izquierda y la derecha desde la mirada de las nuevas generaciones y de la multicuralidad ya que en el curso hay chicos con ascendencia árabe, negra y blanca e, incluso, se evidencia cierta discriminación por parte de ellos hacia la docente cuando dicen que tiene un acento parisino y no le entienden cuando habla. Por último, la película plantea el contexto del país y europeo – uno de los videos menciona la pérdida de la identidad del continente y de sus tradiciones debido a la apertura de fronteras y al mestizaje– desde lo puramente cinematográfico. No es casual que el sitio elegido sea la Ciotat, donde se registró el famoso corto de los hermanos Lumiére La llegada de un tren a la estación de la Ciotat replicado en numerosas obras o la inclusión de un fragmento que emula La salida de la fábrica Lumiére en Lyon –considerada la primer producción de la historia del cine– en versión renovada porque se muestra una moto en lugar de la bicicleta. También juega con fragmentos de diferentes texturas audiovisuales, el voyeurismo y con la ya obsoleta oposición entre documental y ficción trabajada desde la escritura versus la vida cotidiana o los registros caseros. Cantet, entonces, estimula tanto a los personajes como a los espectadores en la búsqueda de la identidad, la pertenencia y los límites no sólo para determinar las singularidades, sino también al ser social impregnado en la historia. Sólo es necesario dar el primer paso. Por Brenda Caletti @117Brenn
EL BARRIO DEL TESORO Durante una tormenta, las filtraciones del techo empiezan a mojar el libro que su abuelo le había regalado. Enseguida, Manu seca la cubierta de papel madera y se percata de que hay algo debajo. Luego de rasgar el envoltorio, el secreto se visibiliza: es el mapa de un tesoro. ¿Un juego? ¿Una posibilidad? ¿Una suerte de legado familiar? El anciano, luego de un derrame cerebral, no puede comunicarse con el nieto y el protagonista no sabe qué hacer con semejante descubrimiento. Por este motivo, le cuenta todo a Fito y, finalmente, ambos amigos se contactan con un interesado para emprender la aventura. La dupla Juan Carlos Maneglia-Tana Schémbori trabaja su nueva película desde la articualción de dos aspectos: por un lado, el componente folclórico fuertemente centrado en las leyendas de plata yvyguy (escondida) difundidas tras la Guerra de la Triple Alianza y en la idea de maleficio para quienes tengan fines ruines con el botín. La primera escena plasma ambas cuestiones cuando uno de los hombres toma el cofre y mata al compañero con un golpe de pala mientras que aún estaba dentro del pozo. El final también se inscribe en la misma lógica revalidando el carácter de relato oral. Por otro, la inclusión de la contemporaneidad desde el barrio de Chacarita asediado por las inundaciones y las constantes mudanzas de los pobladores debido a las crecidas del río y las lluvias, así como también por la exhibición de diferentes sectores sociales representados en los canillitas, los empleados y miembros de la embajada, la escuela y las calles. De esta forma, los directores combinan pasado y presente dotando a Los buscadores de identidad nacional, latinoamericana y elementos cómicos, de aventuras y fantásticos. A diferencia de 7 cajas, hay mayor cantidad de planos generales y también cenitales, que son utilizados para mostrar el barrio como un gran mapa en sí mismo desdoblado del papel segmentado de Manu. Abundan escenas de velocidad y tensión combinadas con otras más pausadas que juegan con los ritmos del relato. Pero está, igual que en el filme anterior, el dinero como motor de los personajes y de sus entrecruzamientos. “Esto muestra el lugar exacto donde se enterraron 60 piedras de esmeralda y una cruz de oro”, les comenta Don Elio revisando el mapa. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar los tres para encontrar el tesoro? ¿Y quienes buscan el dinero para su propio beneficio? A final de cuentas, la aventura invita a realizar locuras para conocer los propios límites, sobre todo, si se fundan en leyendas del siglo XIX. Por Brenda Caletti @117Brenn
LEJANA INTIMIDAD Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era se construye a modo de diario íntimo a través de la recopilación de sensaciones, recuerdos, anécdotas, frases, sonidos, gustos, experiencias y canciones; recortes que transforman lo personal en algo público y a la primera persona en alguien ajeno. Es que la supuesta autora del diario aparece en cámara como si estuviera distante y sólo se manifiesta cuando está mediada por las canciones que interpreta, por las preguntas a la abuela fuera de cuadro y por la lejanía de un baile. Guillermina Pico exhibe como motivos recurrentes cuatro elementos a lo largo de la película: la naturaleza –sobre todo a través de los caballos–, el camino/la ruta, la música y las frases. Tanto el camino como la música involucran a terceros y hasta una escena los fusiona, aquella en la que oyen Escucha tu corazón de Laura Pausini; mientras que de las frases surge el título del film. Si bien la modalidad de diario íntimo es muy libre y permite el juego, y el trabajo, de los elementos de forma detallada, simbólica y hasta azarosa, en Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era se diluye la posible conexión de lo que se muestra, le falta ese condimento que termina de aunar lo que se ve en la pantalla. Pico muestra cierta búsqueda o contraste en la oscilación entre lo familiar y lo natural, pero queda apacible, poco notorio y, al igual que la supuesta autora, distante y ajena. Por Brenda Caletti @117Brenn
REVELAR EL ENCANTO “El punto es comprender dónde se rompió la unión”, asegura la psicóloga y en pocos minutos se establece la problemática del primer largometraje de Simone Godano. Porque si bien se remarca la necesidad de comprender al otro, ponerse en su lugar y escucharlo, el eje de la disfuncionalidad del matrimonio radica en que ambos desconocen cómo llegaron a esa situación, en qué momento se focalizaron tanto en sí mismos que desatendieron el lazo de pareja o cuándo dejaron de ver lo bueno del compañero. No es casual que los flashes esporádicos que Andrea y Sofi perciben contrapongan noticias alegres de uno y el desinterés del otro. Con algunas reminiscencias a Hay una chica en mi cuerpo o Un viernes de locos, Mujer y Marido retoma la idea de transferencia pero con un leve giro: no se trata del intercambio de personalidades, sino del pasaje de determinados recuerdos y el bloqueo de otros haciéndoles creer que se encuentran en el cuerpo del otro. Esto no quita que se vuelva bastante predecible y se utilicen demasiados clichés como los movimientos de manos o las posturas para personificar al sexo contrario, aunque también incluye aspectos como la sorpresa del padre/madre por el poco peso del hijo a la hora de alzarlo o la escena íntima de ambos redescubriéndose en el cuerpo y sensaciones del otro. Además, la película juega con las dos vías posibles por las que podría ocurrir este suceso: el componente mágico enmarcado en el hijo haciendo un truco con la varita y el científico, gracias al proyecto de investigación de Andrea que permite registrar y decodificar las ondas cerebrales para ver los pensamientos de los pacientes con dificultades en la comunicación verbal. De hecho, esta premisa funciona como metáfora del vínculo marital y esa no-comunicación (luego excesiva por las protestas para terminar la prueba doméstica) es la que lleva a Charlie, la máquina, a explotar. En una contemporaneidad donde se prioriza lo individual por sobre lo colectivo, Godano intenta volver a la esencia de uno mismo para revitalizar el nexo con el otro y, de esa forma, reencontrarse con aquello que los atrajo por primera vez con ayuda de la ciencia y, por qué no, de un poco de fantasía. Por Brenda Caletti @117Brenn