A Paulo Coelho le fue contada, por una joven llamada Verónica, las experiencias profesionales de su padre dentro de la psiquiatría. Decidió entonces adentrarse en el mundo de los establecimientos neuropsiquiátricos para conocer cómo transcurre la vida en ellos y luego, en el año 1998, publicó la novela “Verónika decide morir” a la que le dio un cierto toque teatral, que permite a los lectores componer en su mente a los personajes sólo desde la completa descripción que hace quien escribe sin dejarle lugar para imaginarlos de otra manera. Coelho conoce a la perfección esta técnica porque también es autor y director de teatro donde este recurso es una de las bases conceptuales para el armado de una puesta en escena. En el año 2009 la novela fue llevada por Emily Young al cine con guión de Roberta Hanley y Larry Gross, quienes la fijaron en el género del drama romántico alejándose un poco del mensaje testimonial del libro al poner mayor énfasis en la vida amorosa de la protagonista y mostrar levemente el ámbito de los lugares donde son internados los enfermos mentales. La historia cinematográfica conserva la estructura cronológica de la novela para contar lo que le sucede a Verónika, una mujer que no ha llegado a los 30 años, exitosa en su profesión, sin problemas de dinero pero a quien la rutina y una vida sin ningún tipo de emociones la llevan, rápidamente, a una fuerte depresión que hace crisis y provoca su decisión de suicidarse. Pero falla. A raíz de ese intento de eliminarse será internada en un establecimiento neuropsiquiátrico dirigido por el Dr. Igor, profesional que experimenta con una sustancia orgánica denominada Vitriolo, con la que intenta curar a los pacientes depresivos. El médico le comunica a Verónika que los fármacos que tomó al intentar quitarse la vida la afectaron orgánicamente y que morirá dentro de un plazo muy corto. En el lugar también está internado Edward, un joven que padece esquizofrenia desorganizada, es decir, que razona y acciona de manera normal pero tiene limitada emocionalmente su capacidad para hablar (alogia). Verónika que al tomar conocimiento de que su fin está próximo ha decidido hacer todo lo que se reprimía por imposiciones sociales entablará una relación sentimental con el muchacho. En esta obra cinematográfica al espectador le llega el mensaje de la necesidad de una contención afectiva-emocional para poder vivir, por lo que se trata en definitiva de una historia sensiblera y con un cierto optimismo hacia las posibilidades de curación de un trastorno psíquico. Sin embargo la desprolijidad del guión al presentar “lagunas” en la narración que desvirtúan lo profundo que se le quiere imprimir a la proyección de la consideración social hacia los enfermos mentales. Tal es así que se incluye cinematográficamente la metáfora de un relato que cuenta sobre un reino en el que el agua fue contaminada por una sustancia que volvió locos a todos los habitantes, pero las escenas pasan tan rápido que la mayoría de los espectadores no tiene demasiado tiempo para elaborar el mensaje de que los “locos” son los que hacen cosas diferentes a lo que la sociedad impone que deben hacer los “normales” y todo queda solamente en una pretensión de profundidad narrativa. Esta obra cinematográfica contiene momentos interesantes y las interpretaciones son correctas y parejas aunque ninguno de los roles son exigentes y los actores sólo construyeron sus interpretaciones desde los estereotipos. Se destaca la música incidental del compositor inglés Murray Gold.
Al llevar a cabo la versión cinematográfica de un best seller literario en el que la historia transcurre a lo largo de varias décadas, generalmente los realizadores hacen uso y abuso de los flashbacks, salvo que, como en el caso de Julian Jarrold, se posea una extensa trayectoria en telefilms episódicos que le han dado el training necesario para desarrollar la trama en formato televisivo, de inserciones temporales reiteradas para situar al espectador en el momento en que transcurre determinada escena sin darle demasiados indicios de cómo se desenvolverá la situación. Esta forma de trabajo, juega a favor de esta realización porque con la novela “Brideshead Revisited” de Evelyn Waugh el lector se ve obligado a retroceder en muchos de sus capítulos para encadenar las acciones siguientes, y por eso resulta acertado que para llevarla a la pantalla grande Andrew Davies y Jeremy Brock, los guionistas, eliminaran algunas situaciones y personajes superfluos en pos de lograr una narrativa cinematográfica más ágil. La historia trata sobre la vida de Charles Ryder, un muchacho inglés de la clase plebeya de la primera mitad del siglo XX con un gran vacío en su vida familiar, que logra ingresar a la Universidad de Oxford y allí conoce y se deslumbra con Sebastián Flyte el transgresor, para esa época, hijo de Lord Marchmain, con quien tendrá una ambigua y prohibida relación. Sebastián, en un intento de provocación hacia su madre, lo llevará a su hogar familiar la Mansión Brideshead y Charles quedará impresionado por el romántico poderío de los aristócratas y también por Julia Flyte, la hija de los dueños de casa y hermana de su amigo. A la vez descubrirá las miserias de esa disfuncional familia con dinero y sangre azul. A lo largo de los años muchas veces retornará a la Mansión, ya sea para disfrutarla a pesar de su bajo status social, para ayudar a resolver conflictos familiares de los Flyte o para fortalecer su amor por la bella Julia y hasta volverá en una ocasión empujado por la guerra. Esa inmensa casona, casi un palacio, no será nunca su hogar pero sí su lugar recurrente, el símbolo de la vida a la que hubiera querido acceder por derecho de nacimiento. El desarrollo cinematográfico tiene un ritmo adecuado como para que el espectador no se pierda en las múltiples situaciones, y sobre todo en el muestrario de sentimientos diversos y hasta contrapuestos que experimentan todos los personajes. En el elenco destaca la actuación de Emma Thompson como Lady Marchmain, con sus tonos medidos con precisión para interpretar a la aristócrata que por su educación hace prevalecer el sistema sobre el amor. Se luce también el actor Ben Whishaw como Sebastián Flyte con una composición basada en el estereotipo de un homosexual pero sin desbordes, algo muy acertado para la época en la que transcurre la historia. El protagonista, Charles Ryder, es interpretado por Matthew Goode de manera correcta, pero faltándole, quizá, el cambio de expresión y reacción que los años imprimen en las personas. Esta coproducción de EE.UU. y el Reino Unido del año 2008 tuvo un presupuesto de realización de veinte millones de euros.
"Plumíferos, Aventuras Voladoras" es un largometraje argentino de animación, el primero que se realizó en el mundo en computadora mediante software libre de código abierto. Se trata de un proyecto que comenzó a desarrollar Manos Digitales Animation Studio en el año 2005, y es la segunda realización como director de Daniel De Felippo “Los superagentes: nueva generación”, 2008). Con la novedosa tecnología usada se logró un resultado visual atractivo, con predominio de los colores pasteles que contrastan con los amarillos centelleantes sobre fondos ambientales fuera de foco, para incrementar la sensación de primer plano de los personajes que juegan la escena, y al utilizar como soporte los recursos de este programa blender de la computación se logra captar la atención de los niños espectadores. Los chicos siguen la historia sin dificultad, a pesar que el contenido argumental del filme resulta difuso al presentar varias subtramas aisladas que no confluyen en la trama central. Se narra la historia de Juan, un gorrión que quiere dejar de ser un pajarito común, y de Feifi, una canarita en cautiverio que desea ser libre. Sus insatisfechas existencias se cruzarán de modo casual y, acompañados por un grupo de amigos, vivirán ligeras aventuras en el afán de tener vidas diferentes de las que les tocaron en "mala suerte" (según ellos). Para lograrlo deberán sortear los escollos que les presentarán los depredadores, tanto animales como humanos, en medio de estallidos de color y de flashes musicales, tan heterogéneos como poco pegadizos, que salpican la acción con géneros tales como el tecno, el dance, el rock punk y la melodía italiana. Así, sin que la base de argumento se desarrolle por completo, remite por momentos a diferentes épocas de la animación, por ejemplo a los animé, dibujos japoneses de la década de los ´80, con la ambigüedad de esos "malos no malos" en el personaje de apertura reflejado en el gato Fredy (que tiene un casi homónimo de los años ´40), un depredador por naturaleza pero, sin embargo, castigado por seguir su instinto, aunque el castigo sea su torpeza, muy al estilo de su congénere Tom, que desde los años 50 es un indiscutible startoons. El colibrí Pipo es un transgresor como los de los dibujos americanos de los `90, pero en versión atenuada. Esa informalidad de estilos animados hace, quizá, que el cierre de la situación central sea apresurado y hasta previsible. Sin embargo el perfil de cada personaje está delineado. Juan y Feifi, los protagonistas, reflejan la ansiedad de la juventud por los cambios rápidos; la murciélago Clarita evidencia que valores como la bondad y la solidaridad están contenidos en el alma y no en el aspecto físico; el colibrí Pipo es el clásico amigazo con el que siempre se puede contar; la paloma Libia representa la sensatez, la ubicación y la prudencia. Los personajes dibujados hablan, por lo tanto necesitaron, obviamente, de actores que les pusieran su voz. Se dice, entre los profesionales de la actuación, que el doblaje es un infierno donde se queman la mayoría de los actores, en “Plumíferos, aventuras voladoras” únicamente se salvan de las llamas Carla Peterson (Clarita), Luis Machín (Señor Puertas) y Mirta Wons (Libia), estos tres componen vocalmente a los personajes que animan y además los interpretan en sus parlamentos. Se destaca en esta tarea Wons, quien integra a su composición el carácter sin caer en el estereotipo. Los restantes intérpretes coloca su voz en correlación al dibujo que le tocó "hacer hablar", algo no del todo desacertado pero incompleto, y no muy difícil en esta época en que los software de grabación permiten reeditar y los sinfines con marcas son un recuerdo. Los diálogos son amenos y fluidos, por lo que los espectadores pueden seguirlos sin dificultad, y hasta se encuentran con frases muy conocidas que algunos famosos dijeron alguna vez por todos los noticieros. Esta realización está hablado en "castellano-argentino", estando en proyecto hacer una versión en "español-neutro" para su comercialización en el resto de América Latina. Más allá de las observaciones que se le pueden formular, entretiene a los pequeños espectadores. Recomendada para niños desde los tres hasta los diez años.
Esta realización épica cuenta la historia de Genghis Khan desde su niñez. Como a todo niño, los sucesos de esa etapa de su vida lo marcaron para siempre y justifican, en cierto modo, las acciones y decisiones del conquistador mongol cuando ya fue adulto. El guerrero Temüjin, tal su verdadero nombre, fue quien logró unificar a las dispersas tribus mongoles y formó un gran imperio con el que conquistó el norte de China y casi todos los reinos asiáticos además de parte de la Mesopotamia y Europa Oriental. En esta historia el espectador comprueba que la férrea voluntad de Temüjin se ve fortalecida por la similar personalidad de su esposa Börte, justamente el secuestro de ésta es la que provoca la reacción guerrera que comienza a gestar el imperio mongol. Esta obra es el séptimo trabajo cinematográfico del realizador ruso Sergei Bodrov y fue filmada en el año 2007 como producción de Kazajstán, Rusia, Mongolia y Alemania. El guión del mismo Bodrov acompañado por un equipo compuesto por otros cinco guionistas, respeta rigurosamente la historia del personaje central y si bien hace algunas ligeras referencia filosóficas en cuanto a que el derecho a gobernar un pueblo tiene un origen divino, no profundiza en este terreno abocándose, en la mayor parte de la proyección a mostrar magníficas escenas de batallas en las estepas asiáticas y mostrar la firme relación del protagonista con su esposa. También se desarrollan por completo subtramas que enriquecen la semblanza que se lleva el espectador del legendario conquistador al tocar temas como la envidia, la ambición desmedida, la traición y también la sólida amistad y el temple anímico. Es de destacar que se trata de una producción que fue nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera (2007) y que si bien contiene algunas reiteraciones que por momentos la hacen lenta, no está hecha con un sistema didáctico sino como una historia cinematográfica que debe atrapar al espectador, algo que sucede en la mayoría de los 126 minutos que dura la proyección. Además forma parte de la trilogía sobre Genghis Khan que Sergei Bodrov tiene preparada y cuya segunda entrega será “El gran Khan”, que ya finalizó su etapa de postproducción y tiene previsto su estreno para fines de este año. Quizá habría que señalar que a Bodrov se la pasó por alto que el personaje del traidor Targutai (encarnado por Amadu Mamadakov) no puede tener exactamente la misma fisonomía a lo largo de veinte años, y mucho menos en el seco clima estepario. Las interpretaciones son correctas, los roles están perfectamente definidos y cerrados desde el guión por lo tanto eso facilita las labores de los actores destacándose el trabajo realizado por Khulan Chuluun como Börte, la esposa del protagonista; aunque como la madre del mismo, la actriz Aliá muestra por momentos una gesticulación un poco europea poco acorde con la de una mujer mongol. El actor chino Sun Honglei en el rol del “hermano de sentimiento” Jamukha logra transmitir hábilmente los cambios anímicos que su personaje le exige. Y Tadanobu Asano, como Genghis Khan, apoya su labor en un phisique du rol muy adecuado. El espectador se entretiene y llega a conocer una parte de la historia internacional que no figura en los libros escolares argentinos con demasiada extensión.
Lino Pujía realizó su segundo largometraje con un formato muy especial que puede dar lugar a confusiones, en cuanto a su género, si se va a la proyección con el prejuicio de que se verá un documental, porque no lo es. Tampoco es un documental ficcionado ni un falso documental. Pujía, lo considera una “ficción documentada”, y por eso junto a Nicolás Carreras y Sebastián Carreras escribió un guión de situaciones a partir de una idea que genera un mensaje que, más que nada, es una crítica al sistema lleno de dificultades, que deben enfrentar los artistas plásticos y también los escultores para lograr exponer sus obras en una galería de arte. Pero le restó el drama y le sumó mucho humor. De esta manera logró una comedia con un estilo muy particular, todo lo que sucede en la trama es ficción, aunque basada en una realidad. Porque en la vida real Lino Pujía es el hijo de un ilustre escultor y orfebre, Antonio Pujía, quien desde que nació vivió sumergido en el ambiente del arte y conoce de cerca las dificultades que su padre ha enfrentado para poder exponer. Precisamente la anécdota parte de la depresión que le causa al artista, Pujía padre, comprobar que sus anhelos de exposición de sus obras siempre encuentran problemas alejados del arte pero que hay que resolver. Al verlo en esa situación toda su familia emprenderá la tarea de lograr que la exposición se realice. Así comienzan a desfilar por la pantalla Antonio Pujía, el padre del realizador; Susana Nicolai, la madre; Sandro, el hermano; el mismo cineasta en su papel de hijo; Marta, la empleada de la familia, y también amigos y parientes. Todos interpretándose a ellos mismos, así que de ninguna manera puede evaluarse su trabajo como el de los “no actores” que se utilizan mucho en el Nuevo Cine Argentino. Todos siguen un guión que les marca situaciones pero no los parlamentos, por lo tanto los diálogos entre los personajes han sido improvisados, de manera natural, a medida que se filmaba. Y resultan graciosos precisamente por ser espontáneos. Quizá Lino Pujía da por sentado que a su película la verá, en su mayoría, un público que conoce el negocio del arte y por eso se ven en pantalla saltos de situación que pueden desconcertar momentáneamente al espectador que no conoce los entretelones de una exposición, pero cuando salga del cine ya los conocerá y ese es el mayor valor de esta simpática comedia que divierte y se disfruta todo el tiempo. Además de comprobar que una familia “unita” siempre es fuerte para enfrentar las adversidades, no hay que olvidar que el escultor es italiano, aunque su carrera se desarrolló en la Argentina.
El dibujante Jim Davis, de 64 años, creció en una granja de Indiana, EE.UU., donde había 25 gatos, así que durante toda su infancia tuvo oportunidad de observar las particularidades de carácter que estos felinos tienen y que los hacen diferentes a casi todos los otros animales. Son perezosos y pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, individualmente tienen preferencias alimenticias por lo tanto no comen "cualquier cosa", son absolutamente independientes, juguetones pero con fobias y odios marcados hacia objetos, personas u otros animales y si bien conviven con los humanos nunca puede decirse que están domesticados. Davis a comienzos de los años ´70 publicó en periódicos locales su primera tira comic titulada “Gnorm Gnat” y en 1978, basándose en los felinos que lo acompañaran de niño, creó el personaje de un gato al que llamó Garfield cuyas historietas se publicaron inmediatamente en más de 40 periódicos de alcance nacional, y tuvo un vertiginoso crecimiento hasta llegar, en la actualidad, a estar en 2.500 publicaciones diarias de casi todo el mundo con traducciones a 26 idiomas y una media estimada de 250.000 lectores por día. Este personaje también llegó a la televisión con "Garfield y sus amigos" y "El show de Garfield", donde se mantiene desde hace muchos años como el soporte top de la grilla de la señal internacional Cartoon Network. También se han publicado libros con sus historietas y ahora llega a los cines el tercer largometraje de este singular, simpático y reflexivo dibujo. Garfield es un gato de color marrón claro casi naranja, la más ordinaria de las cruzas felinas, vive y reina en la casa de su dueño Jon, a quien manipula sin ningún escrúpulo, tiene un estancado noviazgo con la gata Arlene, mantiene una excelente relación con el ingenuo perrito Odie con quien comparte a su amo porque puede manipularlo como a aquél y lo utiliza según sus conveniencias. Es un ser perezoso, ladino e intrigante, un glotón a quien no le importa tener panza si puede deleitarse al comer descontroladamente antidietéticas pastas y con tal de estar tranquilo no le interesa competir con nadie. Es, en definitiva, todo lo contrario del "modelo americano" y sus reflexiones y parlamentos son dardos contra un sistema social que cataloga a la mayoría de lo que puede disfrutarse de la vida como no conveniente o directamente pecaminoso. Garfield toma sin remordimientos lo bueno del vivir y descarta lo que puede hacerlo sufrir. Evade tomar decisiones y sólo lo hace cuando situaciones extremas no le dejan otra alternativa. Este personaje de comic tan sutil como agudo contestatario de las pautas que rigen a la sociedad de los EE.UU., fue creado por Jim Davis 11 años antes que Fox lanzara a Los Simpson con el mismo mensaje subliminal. La trama de ésta, la tercera realización cinematográfica, no lo tiene en el eje central de la historia porque esta vez el guionista ha preferido que los personajes que lo rodean tengan su propio, aunque simultáneo, protagonismo y sobre todo para que el mensaje de que no todos los avances tecnológicos pueden resultar beneficiosos para la humanidad quede absolutamente claro. De esta manera todo comienza en el lejano Planeta de Tontolandia, un mundo que sin embargo también está cercano, allí el insípido emperador Joy soporta indiferente la presentación del Desmodulador Molecular, un arma con la que se puede modificar la estructura de las personas (en este caso obviamente dibujos), objetos y plantas, hasta que la llegada de la bella y seductora pero malvada Vetviks, que quiere ser la dueña de todo el universo, hace que el monarca centre su atención en ella y le permita acceder al arma con la que podrá esclavizar a todo el mundo. Garzooka, un gato muy parecido físicamente a Garfield, pero con características de personalidad totalmente opuestas, encabezará la resistencia contra la ambiciosa Vetviks y llegará hasta el Mundo de las Historietas para que todos los amiguitos del gato perezoso le ayuden en su misión, y les proveerá de un elixir que los convierte a todos en superhéroes. Es que, hasta el ser más insignificante también puede luchar y vencer para reestablecer la primacía de los buenos sentimientos Toda la trama se desarrolla con explosiones de color, personajes que vuelan y que con el sistema visual 3D se salen de la pantalla y "rozan" la cabeza de los espectadores que tienen sus anteojos especiales colocados. Los niños se mantienen atentos, de vez en cuando se escucha en la sala alguna carcajada, la historia tiene sus detalles que los pequeños espectadores no quieren perderse. En las pantallas argentinas se proyecta la versión doblada al español neutro, de fácil comprensión para nuestros niños habituados a los doblajes televisivos realizados con ese instrumento idiomático. Esta realización de dibujos animados resulta entretenida para todos los niños aunque es más comprensible en su mensaje para los que ya alcanzaron los 8 años de edad y han transitado por dos años de escuela primaria.
Adrián Caetano luego de cuatro años sin rodar, presenta esta realización de bajo presupuesto con la que intenta un cine de cámara. Pocos actores, locaciones reales pero ajustadas a la historia, vestuario acorde a la clase social de los personajes y un argumento intimista. La trama cuenta la mirada de Mariana, de 12 años, sobre las extrañas circunstancias que vive con sus padres separados sentimentalmente pero convivientes a raíz de problemas económicos por los que atraviesan. Ella tiene, quizá como consecuencia de esa situación, problemas de conducta y de aprendizaje, lo que provoca que sus progenitores tengan que concurrir con frecuencia a citaciones que les hacen las maestras y psicopedagogas de la niña. A esos conflictos se suma que el padre es un hombre golpeador y su madre no termina de resignarse a su tarea de empleada doméstica. Al comenzar la historia pareciera que se concentrará en las fantasías de la niña que mira un tanto desconcertada el mundo en el que viven los adultos y en el que lógicamente está sumergida, pero Caetano no mantiene ese hilo narrativo sino que se dispersa, vuelve a retomarlo y vuelve a dispersarse. Al promediar la proyección el espectador, ante esta situación, también se dispersa. Las subtramas toman, por momentos, más fuerza que la historia principal, pero quedan cerradas a medias, sin la necesaria profundidad que requiere el tomar esos agudos casos sociales. Caetano siempre había dirigido bien a sus actores. En un elenco muy desparejo Milagros Caetano logra su personaje como la niña que observa; pero se destaca Natalia Oreiro, como su madre, definitivamente alejada de sus clisés televisivos con un crecimiento actoral muy notable. En tanto que Mónica Ayos completa a medias su personaje que no es diferente a lo que se le ha visto hacer como actriz. Lautaro Delgado, con una excelente trayectoria actoral en el teatro off porteño y con valiosísimos trabajos en ese medio, no logra componer ni desde lo físico ni lo expresivo al hombre que atraviesa una mala época provocada por ser un hombre violento. En sus pocas apariciones en pantalla Violeta Urtizberea sobractúa la mayor parte del tiempo. Esta vez cuesta reconocer al realizador que es uno de los referentes del Nuevo Cine Argentino. Muy alejado de su estilo narrativo con el que se lució en “Pizza, birra, faso” (1997) o en “Crónica de una fuga” (2006).
Las remakes cinematográficas implican al escribir el guión, si no se tiene la intención de dejar la impronta social de una época, el tener la capacidad de mantener la vigencia de todos sus personajes, y sobre todo la de las situaciones de la obra original, algo que, por lo que se ve en pantalla, le resultó difícil a la guionista Allison Burnett cuando tuvo que reescribir las historias de los jóvenes que ingresan llenos de ilusiones a las escuelas de arte estadounidenses. El guión tiene escenas que resultan algo confusas, ligeras y poco elaboradas. Seguramente, esas marcaciones escénicas fueron las que dificultaron la puesta del realizador Kevin Tancharoen para lograr un trabajo fluido y ameno además de no poder situarlo en un espacio de tiempo definido, aunque Burnett separó la trama principal en cuatro temporalidades, las que abarcan los años de estudio para facilitar la forma de mostrar la evolución de vida de los personajes, aunque éstos resultan anticuados en sus reacciones.. En el tercer milenio treinta años después de la primera versión, encontramos jóvenes con otras estructuras sociales, habituados a acceder a la ayuda psicopedagógica y con una impresionante carga de información desde la llegada de internet a los hogares, además de tener la capacidad de intercambiar ideas en forma permanente mediante los teléfonos portables (o celulares como los llamamos en la Argentina), lo que implica una forma diferente de arrastrar su propia historia y encarar lo que la vida les presenta. El realizador tuvo que dirigir a actores cuyos physique du rol están alejados de la imagen de los adolescentes, porque tienen una apariencia cercana a los treinta años de edad, quitándoles la frescura y espontaneidad de los jóvenes que todavía muy cerca de la pubertad descubren lo arduo que resulta integrarse a una sociedad que aún mantiene ciertos prejuicios respecto a la profesión de los artistas, y en proyección a todos los que deciden ganarse la vida con lo que les gusta hacer. La trama oscila entre mostrar superficialmente los conflictos personales de los alumnos y profesores o darle fuerza a los cuadros musicales, casi todos integrados a la continuidad de los sucesos. Pero la música de Mark Isham no impacta, y el espectador sólo se lleva el recuerdo de las dos canciones de la primera versión que están insertadas en esta remake. Aunque el remix de la canción “Fama” puede resultar un poco lento. Las subtramas no cerradas de esta obra cinematográfica seguramente serán con lo que los espectadores se identifiquen, sobre todo los estudiantes de artes escénicas, porque es sabido que en la vida de un artista todo comienza después que se terminó de aprender la profesión, si es que alguna vez se termina de hacerlo. Esta recreación puede resultar atractiva a quienes quieren ser famosos rápidamente y a los amantes de las obras musicales.
Luis Barone, quien no pudo estrenar, hasta ahora, a su quinta y excelente realización “El tigre escondido” (2003), que sólo fue proyectada para un sector de la crítica especializada porque en su elenco figura el actor y bailarín Omar Chabán, llega ahora, casi el mismo día de su cumpleaños, con su sexta obra cinematográfica, en el género de la comedia fantástica en coproduccción argentino-española basada en la historieta de Juan Sasturain y con la que ganó el Concurso del Bicentenario que fuera convocado por el INCAA La historia, con una fuerte impronta bizarra, cuenta cómo Rubén Martínez, que ha tenido un día en el que todo le ha salido mal, entra a los míticos baños de la estación de trenes de Constitución sin preocuparse demasiado porque total, ya no tiene nada para perder. Pero sorpresivamente se le aparecerá un etéreo personaje sin nada de angelical que en una vertiginosa escena de “anunciación” le revelará que ha sido elegido “divinamente” para transformarse en el héroe con poderes especiales. Zenitram (Martínez al revés), que hasta puede volar, siempre y cuando tome la energía que tiene latente en sus genitales, donde pareciera estar el poder de los argentinos. De ahí en más al primer héroe volador argentino, se le dará vuelta, además del apellido toda su vida, de ciudadano casi marginal pasará a ser una personalidad buscada por el mismísimo Presidente de la Nación, por poderosos empresarios extranjeros, por una mujer en la que él está realmente interesado. Será idolatrado por las masas populares argentinas y contenido a medias por sus amigos y su reducida familia. A todo les conviene de una manera u otra estar cerca de este personaje con semejantes poderes como para arreglarles a ellos, de manera perfecta, la vida. En el guión (escrito por Barone, Juan Sasturain y Jesús de la Vega, con la asistencia de Liliana Escliarr), la ironía está presente a lo largo de toda la trama. Si bien están ambientadas en el 2025 la vigencia de las situaciones juega a favor de los gags que se suceden a lo largo de toda la proyección, el espectador se divierte con escenas que quizá él mismo vivió ese mismo día en la vida real, el metamensaje de que nunca nada cambiará para los argentinos es contundente, pero con el ritmo de la comedia resulta mucho menos doloroso. El protagonista vuela, pero no es un dibujo animado, por lo tanto los efectos especiales fueron indispensables y están presentes a lo largo de toda la historia, aunque la factura técnica no se destaca precisamente en el montaje. El elenco fue producto de un buen casting, todos los actores dan el physique du rol adecuado, lo que les facilitó la tarea a la hora de actuar sin esforzarse por componer. Juan Minujín como el protagonista tiene y aprovecha la oportunidad para desplegar todos sus recursos como actor y logra al clásico argentino que toma con naturalidad y cierta torpeza el cambio de rumbo de su vida. Luis Luque, en el personaje del periodista que siente que a él también le ha llegado su golpe de suerte, transmite esa dicotomía tan argentina de pregonar el bien pero no siempre optar por él. También se lucen Daniel Fanego como el Presidente Orozco (¿uno de los monos de la famosa canción?) y Jordi Mollá en su rol de un inescrupuloso empresario español. Llama la atención por su particular figura y acento el actor cubano Steven Bauer a quien hemos visto en “Traffic” (2000), “Scarface” (1983) y en muchas otras producciones incluidas sus participaciones en la serie televisiva “La ley y el orden”. En pequeños roles, casi paneos, se ve a José María Muscari, Edda Bustamante y Sandra Ballesteros. Si bien se trata de una coproducción, esta es una obra con un contenido argumental netamente argentino. El Presidente busca un mediático que no sea discutido por las masas, el empresario español no quiere que se conozca que su único interés es recaudar una importantísima cantidad de dinero mediante la explotación de un recurso que no le pertenece. Zenitram es el clásico habitante de Buenos Aires, convencido de que se lo ha elegido por ser el mejor, por lo tanto su necedad se prolongará hasta que la realidad lo golpee cruelmente. La conclusión sería que los argentinos no podemos o “no debemos” volar y quizá sea una de las cosas a favor de los habitantes del país de los cuatro climas que por siete años, a principios del siglo XX, fue el granero del mundo.
Cuando hay una polémica en Europa sobre si Stieg Larsson fue en realidad el autor de las novelas que componen la trilogía denominada Millennium, llega a las pantallas argentinas la versión cinematográfica de la segunda historia de la saga con las vicisitudes que afrontan, en su extraña relación, el periodista Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander, El título que le dio Larsson a esta segunda entrega en idioma sueco puede traducirse al español literal y acertadamente como “La chica que jugó con fuego”, pero en el mundo hispano ha sido traducida comercialmente como “La chica que soñaba con un fósforo y un bidón de gasolina”. Afortunadamente en la Argentina se la conoce como “Millennium 2”, que aprovecha la repercusión mundial que tuvieron los libros de Stieg Larsson publicados después de su muerte y es, además, el nombre de la revista en cuya oficina de redacción el personaje central desarrolla su actividad periodística. Esta vez la trama argumental se centra más en el personaje de Lisbeth Salander, quien vuelve a Suecia luego de haber viajado alrededor del mundo con el dinero que le “confiscara” al sádico Wennerström. Con su habitual carácter antisocial sólo se reencuentra con Mimmi, su amiga y amante, y no se comunica con Mikael Blomkvist, quien trabaja en esos momentos en la próxima edición de un libro que denunciará la sórdida vinculación entre policías y traficantes de mujeres para hacerlas trabajar como prostitutas. El periodista y la hacker volverán a encontrarse cuando Lisbeth se venga de su tutor legal, el abogado Bjiurman. A partir de allí la historia toma un rumbo bien diferente a la primera entrega de la saga porque esta vez Mikael, en su investigación, descubrirá los traumas que condicionan la vida de la muchacha. El desarrollo de esta obra cinematográfica contiene muchísima acción, escenas de luchas con reminiscencias orientales y del boxeo occidental, efectos especiales de muy buena factura y un ritmo que se mantiene uniforme a lo largo de toda la proyección. El realizador Daniel Alfredson logró que la narrativa no sea densa, aunque el espectador debe estar atento, sobre todo si no vio la primera entrega, pero ninguna escena es distendida, por lo tanto esto provoca que la platea no pierda la atención. En la dirección de actores se ha hecho hincapié en la composición a partir de los condicionamientos de la imagen que el autor describe en sus libros, que confesó escribía por placer y puede por eso, deducirse que el personaje del periodista es en realidad el “alter ego” de Larsson y fue captado a la perfección por el actor Michael Nyqvist para interpretarlo. Difícil es la construcción de un personaje como el de Lisbeth, encerrada en un mundo donde sus heridas psíquicas nunca cicatrizaron, que mancilla su cuerpo con piercings y tatuajes como medio para poder individualizarse, la actriz Noomi Rapace trabajó la paradoja de la “no expresión” para transmitir todo lo que le sucede a la muchacha en su interior, no en vano este trabajo le ha valido ser considerada una de las mejores actrices europeas. También es destacable el trabajo de Lena Endre como Erika, la socia y amante de Mikael, al componer a la clásica mujer que opta con naturalidad por todo lo que la vida le ofrece para disfrutar y acepta lo malo que pueda ocurrirle como consecuencia de sus elecciones sin culpar a nadie. Alfredson trabaja en estos momentos sobre la tercera entrega de la saga aunque ya se anunció en Hollywood que para 2011 se estrenará la versión cinematográfica estadounidense que condensará las tres historias. Este thriller con subtramas de otros géneros es recomendable para los amantes del suspenso y la acción.