Un festival de sustos. Si la primera causó sensación, con muy poco y la saga cosechó adeptos incondicionales, esta cuarta entrega tiene sobresaltos desde un comienzo y así continúa, aunque la trama no se sostenga y tenga como finalidad la sucesión de mieditos: cuchillos que vuelan, cuerpos que se elevan, niñito casi ahogado, niñito poseído. Sólo para adictos al género.
Es la ópera prima de Marcela Balza, autora del guion también, que cuenta con actores excepcionales. Si bien la trama tiene vacilaciones, comienza de una manera, se sostiene de otra, se reitera, a veces pierde el rumbo. Sin embargo, ver en acción a Marilú Marini con Érica Rivas como una madre y una hija siempre al borde de la insatisfacción, capaces de todo por sobrevivir, ardientes de deseo, merece un capítulo aparte. Todo el elenco brilla, Rafael Spregelburd, Andrea Pietra, y siguen los nombres.
Blas Eloy Martínez es el notable director de una película singular: la vida de un notificador judicial, generalmente portador de graves noticias de algún proceso en la Justicia. El protagonista (Ignacio Toselli) pierde su vida en ese laberinto burocrático que por propia experiencia tan bien conoce el director. Un destino de soledad y alienación que atrapa al espectador.
Otro documental argentino que pone el acento en iluminar el tema de la adopción, con testimonios reales y otros realizados por actores. Las madres que abandonan a sus hijos, los mitos sobre el instinto maternal, el sentimiento de madres del corazón, hijos abandonados y adoptados. Un importante aporte.
El documental de Lisandro Gonzalez Ursi y Diego Carabelli, que realizaron un minucioso trabajo con las familias que vivían en el predio “la lechería” hasta que fueron desalojadas y lo que ocurrió con ellos.
La tercera película como director de Ben Afleck (“Desapareció una noche”, “Atracción peligrosa”) que lo posiciona como un talentoso realizador. Aquí también como protagonista. Recrea la hazaña del agente de la Cia Tony Mendez, para salvar a seis estadounidenses que logran escapar de la toma de la embajada de su país en Irán. Un plan delirante, pretender que son canadienses que filmarán una película de ciencia ficción. Para eso, presentan el proyecto en Hollywood y luego llega el rescate. Vibrante, entretenida, bien realizada, con el sólo pecado de un exceso de patriotismo y se empeña en dejar la Cia con la mejor imagen. Eso no empaña la calidad del film.
El cine de Wes Anderson tiene sus propias reglas, un armado perfecto, recordemos “Los excéntricos Tenenbaum”, “La vida acuática”, “Tres son multitud”. En este film todo parece encerrado en un perfecto mundo de cartón, con grandes actores que actúan como muñecos vacíos en ese mecanismo de relojería. Todos menos dos adolescentes que descubren el amor, el deseo, la rebeldía. Redonda, solo aparentemente candorosa, disfrutable. Con Bruce Willis, Frances McDomand, Edward Norton, Bill Murray, Tilda Swinton, los adultos que actúan de telón de fondo de tanta pasión nueva.
Rian Johnson es un director y guionista que homenajea muy buenas peliculas de ciencia ficcion “(Blade Runner”,”Terminator”, “Señales”). El resultado es un thriller de acción que se mete con el pasado, el presente y el futuro, con mafiosos y asesinos a sueldo, con saltos en el tiempo. Para espectadores atentos y gustosos del género fantástico y de acción. Se lucen Joseph Gordon Levitt, Bruce Willis y Emily Blunt.
Tiene un buen comienzo, un durante prometedor y un final un tanto decepcionante. Una contraposición con seres con poderes psíquicos investigados por serios científicos empeñados en una cruzada contra los fraudulentos. Especialmente contra uno, que parece realmente dotado y que cuenta con una enorme popularidad. El papel de Leo Sbaraglia es corto pero intenso. Muy bien Robert De Niro. Tanta tensión merecía una conclusión más trabajada.
Sombría, brutal, violenta, como el cómic que le dio origen: un mundo hipercontrolado por guardianes capaces de ejecutar sin dudar sus propias sentencias sumarias. Luchan contra una organización que maneja el tráfico de drogas y es tan poderosa como el Estado. Una chica con poderes psíquicos le pone una cuota misteriosa. Fanáticos del género, de parabienes. Los demás, abstenerse.