Suspenso que viene del frío, de Noruega. Un ladrón de arte, una bella pareja que tiene una galería de arte, cuentas en rojo, equilibrio difícil de financias y una trampa mortal. La trama se da vuelta como un guante y mantiene en vilo al espectador, con muertes, persecuciones y tiros. Vale.
Una vez más, la hermosa Milla Jovovich, ajustadita y letal contra esa corporación que siembra virus, produce muertos vivientes y reproduce ciudades y clones por doquier, además de monstruos temibles. Estética de videojuego y la protagonista con aliadas, en una apuesta hasta feminista…
Pinta como de aparecidos y fantasmas pero resulta ser de discriminación y un protagonista perturbado por un hecho trágico en su adolescencia. Arrevesada pero entretenida, con dos buenas actrices como Jennifer Lawrence (“Los juegos del hambre”) y Elizabeth Shue (“Adios en las Vegas”). Engancha al espectador y lo sobresalta.
Una comedia por momentos melancólica, inevitablemente romántica, de cuatro amigos ya grandes, panzones y ojerosos que se resisten al paso del tiempo, que sueñan lo mismo que hace 20 años. De ese patetismo, y de buenos diálogos, situaciones delirantes, con más lenguaje televisivo que cinematográfico, el film es logrado por momentos. Se deja ver y se disimulan ciertos desniveles actorales, algunas situaciones muy vistas y otras realmente creativas.
Ese enorme actor que es Mathieu Almaric (La escafandra y la mariosa, villano del 007,) aquí nos presenta su tercera película como director, y se reservó el protagónico atractivo. Es un hombre fracasado que recorre ciudades de Francia con su elenco de chicas norteamericanas del neoburlesque, mujeres voluptuosas, fellinescas. Él las cuida y trata de esconder su pasado aunque su destino sea inevitable. Disfrutable e inteligente.
Otra comedia con elemento fantastico.Un escritor joven y exitoso esta bloqueado y de su imaginación nace la mujer perfecta, que él puede modificar a su antojo cuando tiene vuelo propio, será alegre hasta el cansancio, apegada hasta el agotamiento, nunca independiente. Fantasía masculina hecha realidad que se transforma en pesadilla, con romántico final, buenos actores y simpáticos diálogos.
Ya desde el principio se presenta como una comedia melancólica, de final del mundo anunciado. Pero ahí, con todo en contra está ese hombre abandonado que dedicaba a seguros y esa vecina alocada y romántica, para ponerle sabor y matices a una historia que gana por los protagonistas. Un inspirado Steve Carell y una Keira Knightley llena de gracia.
Pinta como una más de terror de casa poseída por demonios que le hacen la vida imposible a sus moradores. En este caso hay una vuelta de tuerca interesante que saca a la película de la rutina de tantos argumentos parecidos y efectistas. Los amantes de susto lo sabrán apreciar.
Benjamín Ávila en su ópera prima, con una historia que se nutre de sus propios recuerdos, pero que modificó en la ficción, ambientada en los años de plomo cuando los montoneros deciden regresar en la llamada contraofrensiva. El protagonista es un preadolescente que aprende a vivir con otra identidad, con su madre que puede empuñar un arma o cambiar los pañales de su hermanita. Un chico que festeja cumpleaños equivocados, que ve la llegada de su abuela con los ojos vendados, y que a pesar de todo vive con intensidad su primer amor. Una película redonda, la historia tiene momentos de animación bien logrados. Permite que el espectador vea todos los puntos de vista. Hay que verla.
Una historia con dudas de fe de un joven sacerdote, envuelto en una realidad que lo excede, y dos sacerdotes que quieren utilizarlos, con la tentación y el fanatismo, la muerte y la necesidad de pruebas. Un poco larga y errática, roza la profundidad y pierde efecto. Muy bien Juan Minujim y Osvaldo Bonet