El director Juan Manuel Repetto nos lleva al mundo de una artista talentosa y singular. Eugenia Bekeris durante décadas se dedicó a mantener viva la memoria sobre los horrores del holocausto, buscando, dibujando a sus sobrevivientes, empujada por una propia y también misteriosa historia familiar. También fue dibujante de los juicios de lesa humanidad entre el 2010 y 2022, y trabajo en rescate de memoria con H.I.J.O.S y MAPUCHES. Una labor comprometida donde desplegó su compromiso y su enorme talento. Pero también en distintas oportunidades y en la actualidad necesito salir del horror y pasar a la luz, se dedico con igual pericia y belleza a retratar la naturaleza. Un muy interesante camino explicado por ella, su familia y no pocos expertos como Eduardo Stupía y José Martínez Suarez. Una vida de búsquedas personales, de descubrimientos, de secretos familiares y de la expresión de su arte hermanado con la belleza.
El género de ciencia ficción poco frecuentado en el cine argentino es el toma Axel Gaibisso , como director y guionista: un futuro distópico donde se concreta una fantasía que parece perfecta y luego se desmorona. La idea es que a través de teléfonos celulares especiales se puede detectar hechos criminales o accidentes, llegar al lugar, retroceder en el tiempo y evitar robos, asesinatos, choques, todo tipo de desgracias, desde pequeñas a fatales. Para eso la sociedad tiene un sistema de vigilancia súper estricta y un cuerpo de agentes especiales que más que el ojo de gran hermano, no el de los realities, son guardianes de lo que consideran una sociedad perfecta. Pero en ese entramado social están los disidentes que claman por su libertad y un asesino que se filtra en el sistema para demolerlo por dentro. Todo un desarrollo muy bien planteado, que en la realización peca de ser un tanto extenso y que a veces falla en temas de climas no elaborados que contrastan con las buenas escenas de acción.
Un delicado entramado de historias de tradición mapuche reflejadas en un ritmo distinto, en esplendoroso blanco y negro, y con una comprensión de una sabiduría que el mundo se empeña en no escuchar. Es una mirada poética a cinco relatos unidos por el modo de sentir y pensar de un pueblo originario frecuentemente hostilizado y victimizado. La necesidad de transmitir su conocimiento de un padre a un hijo, en un río donde en el que va el alma de su madre que murió hace poco. O la comunicación que logran desde una niña que regresa del colegio donde le enseñan una cultura distinta, a un músico que se especializó en Vivaldi o un locutor que por fin comprende, a una anciana que lucha por permanecer en la tierra que la vio nacer. Rodada en Wallmapu por dos años, en un territorio ancestral mapuche, Pablo Leónidas Nisenson logra captar ese espíritu sabio que tiene una a alianza entre humano y los elementos de la naturaleza, de tránsito y sabiduría, de respeto y unión. Conto con Juan Palomino, Luisa Cucumil, Beatriz Pichi Malen, Roberto Cayuqueo entre muchos otros comprometidos con lo que muestra y cuenta.
Esta película viene precedida por muchos elementos que la transforman en un verdadero fenómeno. Hecha con un presupuesto mínimo de 15.000 dólares, en la casa natal de su joven director Kyle Edward Ball, en su ópera prima. El filme ya lleva recaudado 140 veces su presupuesto y aquí va a tener un gran lanzamiento de la distribuidora especializada Terrorífico films. El hecho de que la película se haya filtrado en las redes y se transformó en fenómeno viral antes de la opinión de la crítica contribuyó a su fama. ¿Fue un golpe maestro de publicidad como ocurrió con el proyecto Blair Witch? Perdón la desconfianza. Pero como ocurrió con “Actividad Paranormal” donde el espectador estaba pendiente de una mantita que se movía sola, aquí la propuesta exige mucho de quien la mira. Es que el director no hace concesiones, se basó en lo que considera un tema recurrente de pesadillas infantiles: sentir que hay un monstruo en la casa y que uno está solo. Aquí se pone a prueba la paciencia, se oculta información, rostros, claridad y luz. Son cien minutos- extensos- de imágenes granuladas de calidad VHS pre-digital, y como fondo e imagen dibujos animados de los años 30. De ahí el título. Solo se ven los pies y las piernas de dos hermanitos vestidos con pijamas que se preguntan qué pasa en la casa, donde su padre no está, de su madre la nena no quiere hablar, y las escenas están iluminadas casi siempre por la luz del televisores encendidos o una linterna con ángulos de paredes, de techos, de sombras, de juguetes que se colocan en lugares distintos, de susurros y mínimas revelaciones. Una noche interminable donde el niño informa que las puertas y ventanas desaparecen. Nada sucede hasta que sucede. Tarda eso sí. Pueden pasar dos cosas, el que entra en el código sentirá lo siniestro que se agranda en el imaginario del espectador, el mal crece en esa casa. Pero también puede suceder que la irritación lo gane y sienta que todo es repetitivo y tedioso. Hay que ir y tener opinión propia. Personalmente entre en el juego y salí de él con facilidad.
Para ubicarnos, es la época de la guerra fría, en una Unión Soviética con una policía secreta que tiene la costumbre de armar acusaciones falsas ( en la jerga es el título) contra aquellos de quienes quiere desprenderse. Aquí, en Moscú, un funcionario de la Alianza Francesa presenta un programa cultural de danza homo erótica que no es del agrado del militar que lo “protegía”. De un día para el otro es acusado de poseer pornografía infantil, encarcelado, trasladado a un pueblo en la mitad de Siberia. Además su mujer que se va del país con su niña, declara en su contra. Asi planteado este thriller presenta una historia apretada, tensa, melodramática que atrapa al espectador para no soltarlo hasta el final. Una intriga con ecos de casos reales en épocas en que se habla de la anexión de Crimea y de las posiciones de occidente que son criticadas sin piedad. La “evidencia fabricada” es tan sin salida que al protagonista, asistido por un abogado que hace lo que puede, solo le queda escapar y lo hace de una manera muy ingeniosa. Esta buena intriga policíaca, con momentos carcelarios al límite, impunidad aceitada y situaciones asfixiantes navega un hombre solo, un antihéroe que sacará de la nada lo que haga falta. Gilles Lellouche es el protagonista que le da a su protagónico todo el espesor de sus angustias y debilidades. Con la dirección de Jérome Salle que escribió el guion con Caryl Ferey se construye un devenir sólido y disfrutable. Cuando el mundo nos enfrenta a la maldad metódica y nos rebelamos desde la debilidad.
Una comedia con momentos de acción violenta que vale por la onda y el esfuerzo de dos actrices: Tony Colette y Mónica Bellucci. En la historia armada por Michael Feldman y Debbie Jhoo, una madre de familia, ejecutiva de una industria farmacéutica no la está pasando bien: la subvaloran en su trabajo, su hijo adolescente se va de su hogar, pescó a su marido siéndole infiel en su propia casa. Además lleva tres años sin sexo. Por eso cuando desde Italia recibe la noticia de la muerte de su abuelo, y el pedido de viaje urgente acepta el traslado. Apenas llega se da cuenta que heredó manejar a una familia de mafiosos, que tiene como concejera a una bella mujer, y que otra familia lo único que quiere es matarla. Así se suceden escenas graciosas de equívocos con luchas, tiroteos y mucha violencia. Un coctel raro y forzado al extremo por la directora Catherine Hardwicke ( Crepúsculo).Un entretenimiento con momentos graciosos y un esfuerzo sobrehumano de Tony Collette para ponerle garra a cada escena. Mónica Bellucci se luce por presencia y cierto distanciamiento y divertimento que transmite su personaje. La película vale por sobre todo por el trabajo de ellas.
Para los amantes del policial el nombre de Philip Marlowe permanece en nuestra memoria. El detective creado por el talentoso de Raymond Chandler a lo largo de muchas de sus novelas (El sueño eterno, Un Largo Adiós, Adiós muñeca). Ya con vida propia aparece en novelas como la de Osvaldo Soriano o la escrita por John Banville (The black eyed blond, a Philip Marlowe novel) en que se basa esta película. Con guión de William Manahan, la historia tiene todos esos ingredientes que pertenecen al género, una rubia millonaria que busca a su amante y que al contratar al, detective no cuenta la verdad, una madre ex estrella de Hollywood, un malvado dueño de un club, otro dirigiendo un estudio y mucha mentira, machismo, desprecio y racismo. Ambiente de millonarios y vividores, personajes sórdidos y víctimas. Los rubros de dirección de arte, fotografía, vestuarios son magníficos. Y también los actores, en especial Jessica Lange, Diane Kruger como la mujer fatal y un tanto grande para el rol, pero solido y bien plantado Liam Neeson en su película número 100. Pero a pesar de todo eso, el film dirigido por Neil Jordan que es un homenaje al cine negro, no tiene ritmo, le falta energía. Eso no quiere decir que no sea entretenido, pero a la vez irregular en su realización. Quizás con más ingenio y entusiasmo podría haber fluido mejor. Pero igual vale la pena verla.
Dirigida por Julio Midú y Fabio Junco que juntos escribieron el guión, la película pone su mirada en la revelación del amor reprimido. La historia de la relación de dos hombres que pertenecen a dos clases sociales distintas, pero que de niños nunca notaron esa diferencia. Crecieron como mejores compañeros y aprendieron a ignorar lo demás. Un amor resistente que ya no pueden disimular ante el deseo. Aunque uno sea el heredero de la tierra y el otro el hijo del peón. Le toca una época de transiciones y renaceres como son los ochenta en nuestro país, pero en un ambiente rural donde las tradiciones y homofobias tiene un peso mayor que en los centros urbanos. Una oda a las valentías individuales, a las decisiones límites y también a un romanticismo bien entendido y elevado. Con Mariano Martinez y Rodrigo Girao, y las actuaciones especiales de Luis Brandoni y Norma Argentina.
Es la historia de un amor que sobrevivió las ausencias, las distancias, el paso del tiempo, las conveniencias. Una relación de tres protagonistas entrañables que vivieron épocas de fama y tienen un presente con solo ecos de esa gloria. Dos de ellos se complotan para hacer regresar a un tercero que se fue a España y armó allá una familia. Cuando se reúnen comienza un camino de secretos que deberán ser contados, de sentimientos ocultos y otros que salen a la luz con apenas una mirada, intactos a pesar de todo. La historia muy bien pensada es la de un viaje de sinceramiento, uno real, otro interior. Los tres manejan un lenguaje de otro tiempo pero no es una caricatura, sino tejido de palabras que fueron cayendo en desuso, reemplazadas, olvidadas. Tres magníficos actores como Darío Grandinetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale que se conocen y transmiten como ninguno esa intimidad emotiva, esa intensidad de sentimientos que casi no se pueden disimular. Es un placer verlos interactuar, un lujo de talentos. Algo que la directora y guionista Marina Seresesky aprovecho tan bien, para mostrarlos en ambientes barrocos o exteriores despojados, en un argumento redondo. Ni la pareja de baile demuestra sus virtudes ni el músico toca el bandoneón pero es como si los viéramos en esos pasos de amores perdidos y encontrados, en esa melodías del alma.
Con guión y dirección de Yohan Manca, en su opera prima, la historia sencilla y emotiva enlaza el destino de un adolescente de 14 años con padre ausente y madre en estado de coma, que cuidan con sus hermanos mayores, y sus sueños de futuro. Todos conviven en una vivienda social. Ambientada en una playa del sur de Francia la historia une las dudas de crecimiento del protagonista con la interna familiar de mandatos del hermano mayor, un segundo musculoso que se prostituye y un tercero que vende drogas. El chico que esquiva golpes y policías escucha a Pavarotti, ama La Traviata y recuerda que su padre conquistó a su madre cantándole operas. Por casualidad ingresa a la clase de una cantante lírica y descubre un nuevo mundo. Y su propio potencial. Una manera de mostrar sin golpes bajos ni costumbrismos que la cultura es cuestión de aprenderla, de insistir y comenzar a disfrutar aunque el mundo se oponga. Tierna, emotiva, descriptiva de las clases sociales y prejuicios, muestro un pequeño entorno social, muestra el mundo.