Cuadros en la oscuridad: Vivir en la periferia. Este film, escrito y dirigido por Paula Marcovitch, es una historia de amistades inesperadas. No importa donde nos encontremos en el mundo, hay algo que se repite en todos lados: la marginalidad. Es, obviamente, más pronunciada en algunos rincones del globo más que en otros. Pero incluso cuando no se ve (o peor, cuando no queremos verla), ella está ahí. Siempre presente, una realidad que nos gustaría que no existiera. Pero existe. Y es en ese mundo inimaginable para varios pero demasiado real para otros es que la historia en cuestión toma vida. En este caso, el foco recae sobre dos personas solitarias como mínimo. Ellos son Marcos, de 65 años, trabajador de una estación de servicio de día y pintor de noche, y Luis, un chico que, hasta donde podemos ver, no tiene más en la vida que un grupito de chicos. Estos dos personajes tan aparentemente dispares se conocen cuando Luis se mete a la casa de Marcos, aparentemente para robar, y en la oscuridad descubre las obras que el segundo ha ido creando a lo largo de su vida, y las cuales son muchas. El chico quizá no sabe nada de arte, pero el descubrimiento es suficiente para generar un interés por algo que, posiblemente, no había visto nunca antes. Es así como Luis empieza a frecuentar la casa de Marcos y como este, a principio a regañadientes, empieza a impartir un poquito de su sabiduría de vida y de arte al crío. Uno de los puntos más interesantes el film es sus diálogos casi nulos. Pasan casi quince minutos desde el comienzo del film hasta que escuchamos la primer palabra pronunciada por cualquiera en pantalla. Y es muy interesante de ver cómo, con muy pocas palabras, se cuenta esta historia. Es una cualidad poco vista que alguien pueda decir mucho hablando, literalmente, poco. Pero esta es una de esas ocasiones donde una imagen dice más que mil palabras. Aún con eso a su favor, ese primer trecho de historia se siente pesado y lento, ya que no sabemos qué esperar y, como primera impresión, nos encontramos de golpe intentando descifrar qué importancia tiene este señor que trabaja en una estación de servicio y parece no tener nada más que eso en la vida. El ritmo en general de la narrativa es fácil de calificar como pausado o lento. No es que no avance la historia, pero obviamente quien la cuenta no tiene apuro ni necesidad de lanzarle al espectador todos los hechos a la cara. La mayor parte del film se divide en dos locaciones principales: la case de Marcos y la ribera de un río donde Luis pasa el tiempo. No es que Luis está 100% sólo, tiene un grupo de chicos con los que pasa su tiempo. Pero es claro que, si hay algún adulto en su vida, no es alguien que le preste atención. Hay momentos que tomarán al espectador desprevenido, ya que involucran cosas que todos hemos escuchado nombrar pero rara vez se presencian o ponen en pantalla. Entre estas cosas incluyó la invasión de la casa de Marcos por parte de Luis casi al principio, los momentos donde Luis se droga con pegamento y la escena donde, luego de romper un frasco, se lastima la mano (esto último siendo más un acto consciente que un accidente). Luis es un chico que está, hasta dónde podemos ver, a la deriva en el mundo y sin ningún tipo de prospecto a futuro. Se deja en claro, por la cantidad de tiempo que pasa en el río o con Marcos, que la escuela no es una parte de su vida. Y es probablemente está falta de algo más que lo lleva a generar el lazo que logra con el pintor devenido en trabajador. Entre los dos, hablan de pintura y la vida. Marcos, en su forma le enseña algunas cosas a Luis, mientras mata un poco su soledad. Pero hay algo que plaga la forma en que se desarrolla esta historia y es la desesperanza que se percibe en la misma, reforzada desde todos los puntos que involucran la realización de un film: vestuario, locaciones, diálogos y hasta la música, la cual es nula a lo largo de la película y que solo aparece como acompañamiento de los créditos. Incluso me atrevería a apostar que ciertas tomas, sacadas de contexto, podrían confundirse con escenas de un film distópico. Aún con los pequeños momentos de alegría que les traen a ambos la presencia del otro en sus vidas, este es un film amargo pero con mucho mérito en el marco de la narrativa visual. Un punto de vista un poco distinto que en el día a día se tiende a relegar por ser demasiado amargo y demasiado real.
[REVIEW] El Sonido de los Tulipanes. El nuevo film protagonizado por Pablo Rago llega al cine y acá te contamos un poco de lo que te podés esperar. El nombre no es exactamente el más atractivo para esta historia pero, para nuestra sorpresa, no es lo peor del film. Quizá es una forma un poco brusca de empezar, así que será mejor ir paso por paso. El inicio es, en realidad, bastante prometedor. Tenemos una escena del crimen que se recorre con la cámara parte por parte antes de ampliar la toma y darnos un plano general del lugar donde ocurrió y se nos presenta al protagonista, Marcelo (Pablo Rago), quien está allí investigando un homicidio para el periódico en el que trabaja. Lo primero que desconcierta fue la elección de celular del personaje. Suena tonto, ¿no? ¿El celular? Sí, el celular. Porque es un modelo muy específico que se usaba hace como 20 años. Pero me dije: «será un descartable o habrá una razón de fondo» y lo dejé pasar, porque era una cosa mínima para centrarme apenas empezaba el film (resulta que la historia transcurre durante el año 2001, en medio de la crisis, pero a eso llegaremos más adelante). Pero a medida que avanzaba la historia, otras cosas más allá de la elección de telefonía móvil (y tecnología en general) fueron llamando nuestra atención. Y no exactamente para bien. Una de ellas es lo forzado que se sentía el diálogo en general. Esto es notorio principalmente con una escena donde el personaje de Rago se cruza con el de Roberto Carnaghi, que hace de su padre. Se da a entender que la relación entre ambos es tensa como mínimo, así que se lo atribuimos a eso. Pero no es el único. No importaba qué diálogo, todos se sienten igual de forzados. Y el efecto es enfatizado por el uso de vocabulario innecesariamente rebuscado. Como si las frases y conversaciones fueran sacados de un libro de hace cincuenta años, donde es todo propio, cuidado y desactualizado, lo cual generaba una sensación bastante bizarra de oír. Lo segundo es la trama base de la historia. Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, los clichés bien utilizados suelen resultar en buenas historias. Porque por algo son clichés: porque funcionan. Por el contrario, la situación actual es la opuesta. El cliché en cuestión es la típica «organización secreta y complot«. ¿Cuál es el principal problema? No parece haber un verdadero enemigo para la organización. Se da a entender que el padre de Marcelo Di Marco (Pablo Rago) les puede hacer frente, pero nunca se lo muestra como una amenaza en sí. En realidad, si hubieran dejado al viejo en paz, probablemente habría muerto de viejo y ellos no hubieran tenido problemas con los que lidiar. Tercero, las actuaciones en sí mismas no están a la altura (la cual de por sí no es mucha, considerando lo que hemos mencionado sobre la historia). Todo se siente falso y, en teoría, no debería ya que son actores profesionales. Particularmente, Calu Rivero como Carolina es difícil de ver. Esto es debido a que el personaje es casi innecesario y porque ella se siente como si estuviera pensando diez veces cada movimiento, incluso respirar. Y ni hablar de Bertolini, interpretado por Gerardo Romano, cuyo personaje parece salido de un film de Bond de los primeros, con monólogos y todo. Si hasta en un momento le dice a alguien algo similar a «si yo los hago esperar, esperan«. Aunque en su caso particular podemos debatir si el problema es la caracterización del personaje o el personaje en sí. Cuarto, y último, resulta que la película está ubicada temporalmente en el año 2001, durante la gran crisis que Argentina sufrió. El problema es que esto lo sabemos porque fuimos a buscar información extra sobre el film. Nunca se le da lugar en la historia, lo cual en restrospectiva, hubiera ayudado a entender algunos puntos. No significa que todos los aspectos del contexto tengan que estar detallados uno por uno, pero sí darle un marco claro al espectador, no solo celulares de hace casi 20 años. Al final del film, la historia en su totalidad se siente como un proyecto estudiantil: poco cuidado, tenso y casi amateur. Fue, simplemente, predecible y poco entretenida. Nunca dudás del curso que va a tomar la historia y, para eso, es mejor quedarse viendo alguna vieja favorita.
[REVIEW] Entre la razón y la locura. La colosal tarea de crear el primer diccionario de lengua inglesa toma vida en este film protagonizado por Mel Gibson y Sean Penn. Todos sabemos que cada idioma posee una cantidad inmensa de palabras, muchas incluso que ni conocemos. Pero si nos ponemos a pensar, alguien debe haberlas catalogado. Imaginen tomar todas las palabras del idioma castellano y recopilarlas, una por una, a mano, buscado sus etimologías y cambios a través de los años…todo ello sin la posibilidad de utilizar computadoras y/o internet. Esa es la historia que nos presentan aquí: como el diccionario del idioma inglés de Oxford (o The Oxford English Dictionary) tomó forma, quienes fueron sus responsables y quienes sus detractores. Y quienes literalmente dedicaron su vida a la tarea de definir todas las palabras de un idioma (que en esta caso, y hasta la última versión, posee 700.000 entradas). En Entre la Razón y la Locura, vemos como un autodidacta de las lenguas, James Murray (Mel Gibson), se pone a los hombros la inmesurable tarea de lograr lo que hasta el momento se cree imposible: compaginar todas las palabras del idioma inglés en un libro condensatorio. Lo importante es que tiene un plan: pedirle ayuda a toda persona lectora de habla inglesa a la que se le pueda alcanzar. Ellos deben buscar las palabras inusuales y darles una cita, ayudarlos a trazar la historia de la misma. Para sorpresa de todos, una persona en particular toma interés en esta tarea y pone todo su empeño en llevarla a cabo. Claro, esto se debe a que el Dr. William C. Minor (Sean Penn) está preso en un manicomio por homicidio. Debido a que mató a un inocente por confundirlo con alguien de su pasado. El film recorre no solo la creación de lo que es uno de los diccionarios más importantes del mundo, sino también la relación de dos hombres que, probablemente, no se hubieran conocido de otra forma. A todo esto hay que sumarle la relación que se irá desarrollando entre Minor y su psicólogo (Stephen Dillane), entre Minor y la viuda de su víctima (Natalie Dormer) e incluso entre Dormer, Murray y Eddie Marsan, quien hace de Muncie, el guardia en jefe del manicomio. Es esta suma de relaciones las que hacen al film interesante. Minor, cuando está lúcido, es tan inteligente como pocos y se gana el respeto de los guardias al salvarle la vida a un joven que queda atrapado bajo una reja. Ni siquiera la viuda puede, una vez que lo conoce, odiarlo. Principalmente, porque el hombre está consciente de que se equivocó de persona y nunca se considera injustamente tratado porque, según sus propias palabras, el mató a un hombre. Como toda gran empresa de la historia, la creación del diccionario de Oxford tuvo también sus interesados y sus detractores y, obviamente, aquellos que querían poner sus intereses económicos sobre los de los intelectuales. Y son estos los que llevarán a Murray a dudar de su capacidad y de su alianza con Minor. Pero al final del día, ambos hombres descubren en su fortuito una persona similar en intereses y en objetivos, alguien con quien compartir las pasiones intelectuales que a veces no son comprendidas por todos. Y es esta unión la que, eventualmente, le traerá a ambos más de los que nunca imaginaron, además de un gran diccionario. La historia es la gran estrella del film, incluso contando los actores que la interpretan, ya que logra que algo tan inocuo y aparentemente aburrido como la creación de un diccionario sea interesante. Peca un poco de lenta de a momentos, pero solo de a momentos. Y además está acompañada por una selección de locaciones espectaculares, como suelen proveer las películas de época inglesas. Entre la Razón y la Locura nos trae una historia que demuestra lo volátil que puede ser la condición humana y lo inesperado de la misma, que nos puede traer amigos y más en los momentos más oscuros y de los rincones menos esperados.
Pagliacci: Una Oda al Circo. En este documental, viajamos al backstage de un arte un poco olvidado pero aún vigente y con mucho que ofrecer. Todos en algún momento hemos ido al circo o, por lo menos, a una función circense. Y, más que seguro, lo hemos hecho como niños y nuestros recuerdos de la función son probablemente vagos. Pero el circo perdura, como otras formas de arte que el mundo considera pasadas de moda, y es aún tan vigente como la primera vez que un acto circense se puso en marcha. En Pagliacci, hacemos un pequeño recorrido por el detrás de escena de la puesta de la obra homónima. Allí se nos presentan actores, actrices, malabaristas, músicos, trapecistas, acróbatas y, sobre todo, payasos; esa raza tan particular de personas que te conmueven y hacen llorar de risa en la misma oración si les das la oportunidad. Tras la muerte de su compañero Domingos Montagner, Fernando Cavarozzi empieza la construcción de una nueva versión de Pagliacci por primera vez sin su compañero pero con nuevos amigos que los talleres circenses impartidos por Fernando Paz y Filipe Bregantim le han ayudado a encontrar. Eso es lo que este film nos presenta en su totalidad. El desarrollo de principio a fin de una nueva obra teatral y circense y todo lo que su puesta en escena conlleva: desde ensayos y vestuario a viajes y armado de la carpa. Desde los detalles más mínimos a los más grandes, el circo es un arte que demanda pero que devuelve en igual medida. El circo es, como los protagonistas de ese arte dicen, pasión. Es adrenalina y viajes. Es poner en escena cosas que quizá deban hacerte llorar y lograr con ellos sacarte una carcajada para que, al fin, logres dejarlas atrás. Es una compleja yuxtaposición de caras, nombres, historias con el único fin de alegrarte la vida un poquito, aunque sea por unas horas, pero que te dejan con una calma felicidad por mucho más tiempo. La historia nos muestra el arduo trabajo que una puesta en escena toma y te pone en evidencia lo complejo que es el circo detrás de escena comparado con lo ágil, simple y, a veces, hasta improvisado que puede parecer al espectador poco acostumbrado a esta forma de arte. Y son varios los testimonios que se reúnen en esta oportunidad para mostrarnos el otro lado de la vida circense, la cual no es como muchos creen y a la vez sí: es viajes, nuevos lugares, movimiento, trabajo arduo y mucho ensayo. Pero en las palabras de los payasos mismos que opinan sobre su arte, ellos no son pobrecitos por ello. Ellos son bendecidos por la oportunidad de vivir sus vidas de esta forma y poder poner en escena algo que los hace orgullos y los apasiona porque, “Si fuera malo, ya me habría ido. De bobo solo tengo la cara, nada más”. El circo se ha ido adaptando, como todo, al paso del tiempo y a los cambios. Lidia con el concepto del payaso de fiesta y con la pérdida del payaso que hacía temblar a los más serios (léase políticos) al decir las verdades que muchos preferían ocultas. Pero el payaso sobrevive y vive. Sigue en el escenario, en el picadero. Es una tradición casi familiar, porque vemos a los más pequeños ya tomando parte de algunos actos a lo largo de la narración de este documental. Es una historia pasional la que vemos aquí. Casi una historia de amor entre los payasos y la institución que es el circo. Es impresionante lo que los directores logran contarnos en una hora, porque la historia es mucho y los que nos muestran también sin saturar al espectador pero dándole una buena dosis de lo que este grupo de personas alucinantes trae a escena de forma diaria para entretener y perdurar más allá del olvido que parecería que el mundo actual quiere meterlos. Pero la realidad que nos muestran es que el circo, el arte circense en su mejor expresión, vive y vivirá siempre que, como ellos mismos dicen, esté dispuesto a subir al escenario.
Foto Estudio Luisita: La retratista de la farandula argentina. El estudio fotográfico Luisita uno de los históricos de Buenos Aires en sus años de gloria vio pasar por sus puertas incontables estrellas de la farándula argentina… El teatro de revista vivió su época dorada hace ya mucho tiempo. Pero en lo que alguna vez fue el Foto Estudio Luisita, los recuerdos de esa época perduran con una claridad que impone y con unas imágenes únicas. El estudio de la fotógrafa Luisita Escarria, oriunda de Bogotá, es uno de los más emblemáticos de Buenos Aires. En él se fotografiaron famosos desde la década de los 60 a la de los 80 que incluyeron nombres como Moria Casan, Susana Giménez y Amelita Vargas entre muchos otros. En su departamento de la calle Corrientes aún viven ella junto a sus hermanas Graciela y Rosa Escarria, además de sus mascotas, quienes saben robar cámara como pocos. Los directores, Sol Miraglia y Hugo Manso, interactúan con las tres hermanas solteras que protagonizan este documental, donde hacemos un recorrido en profundidad por la vida y los recuerdos de quien pudo ver de cerca, y con un ojo crítico inimitable, a algunos de los grandes nombres de la farándula local. En este anecdótico lugar, Luisita era la fotógrafa que muchos decían tenía un ojo particular y que lograba fotos antes no vistas de sus modelos; sacándolos de la necesidad de posar y lograr que se relajen. En su objetivo, la asistía Chela, quien era la iluminadora y la ayudaba con la post-producción. Al principio del film, vemos tanto a Luisita como a Sol recorrer el hogar de la fotógrafa y recuperar, una a una, cajas y cajas de fotos que son un tesoro de archivo. Incluso, en un momento, se separan algunas de las fotos más emblemáticas que se llevaron a cabo allí y, solo esas pocas, ocupan una sala entera. En una nostálgica recolección de los hechos, Luisita, Chela y Rosa nos cuentan lo que fueron esos años locos donde veían el mundo pasar a través de la lente de una cámara. Desde anécdotas, que van de su llegada a Buenos Aires a la primera foto tomada por Luisita, a momentos un tanto amargos (como la vez que, al ser premiada, unos fotógrafos se negaron a tomar su foto), la vida que este estudio congeló en algunas imágenes es impresionante. El documental no solo nos cuenta la historia que pasó, sino la que se llevó a cabo mientras se filmaba. Esta parte nos muestra como se puso en marcha y se llevó a cabo una muestra en el Centro Cultural San Martín sobre la obra fotográfica de la artista. Y su reencuentro con algunas de las estrellas que ella fotografió en los inicios de sus carreras. Uno de los elementos más memorables de como se compaginó este film es la inclusión de la obra de Luisita. Particularmente, a como se buscó resaltar sus fotos de forma tal que tuvieran el lugar que se merecen en esta historia pero sin robar el foco de la misma. En Foto Estudio Luisita, la historia manda: desde como su madre puso un estudio fotográfico luego del fallecimiento de su marido a la primer foto que Luisita misma contó que le dio vergüenza tomar y al primer llamado que las hermanas recibieron de parte del Maipo para fotografiar a algunas de sus estrellas. A través de fotos, relatos y testimonios varios podemos hacernos una clara idea de la generación que este estudio retrató. Y las técnicas que se usaban entonces, porque si hay algo de lo que estas hermanas están orgullosas, es de los trabajos que lograron. Y ver de primera mano como lo hicieron es algo que nos lleva a apreciar aún más los talentos de la era analógica: superposiciones, ediciones y más cosas que se hacían a mano y con una paciencia y cariño que poco se ven hoy en día. Y como declaran las hermanas mismas, el avance de la tecnología fue en buena parte los que las sacó del negocio de la fotografía al final. Pero lo que lograron generó un archivo que probablemente no tenga igual y que nos muestra imágenes de una época que muchos quizá olvidaron.
La Misma Sangre: Los secretos serán la perdición. El nuevo film de Miguel Cohan nos lleva más allá de la pantalla que una familia pone frente al mundo. Cada familia es un mundo. Esa es una de las frases más conocidas y una de las cuales no logra expresar la compleja realidad que hay detrás de ella. ¿Quién no se ha encontrado en la posición de juzgar a alguien solo para que se le recuerde que no conoce todo los que ocurre en la vida de dicha persona? En La Misma Sangre, ese es el punto de partida de esta historia familiar. Y son los hijos mismos quienes no tienen idea de lo que ocurre tras puertas cerradas entre sus padres, quienes ante sus ojos llevan 35 años de éxito matrimonial. La base de esta historia es el matrimonio de Elías (Oscar Martinez) y Adriana (Paulina García), el cual es perfecto, visto desde afuera. Pero una noche, luego de una aparentemente pacífica cena familiar, la accidental muerte de Adriana deja a todos conmocionados. El problema es que Santiago (Diego Velázquez), esposo de Carla (Dolores Fonzi), la hija mayor de matrimonio, tiene algunas dudas. Pero se debate consigo mismo ya que, más allá de haber escuchado a los dos pelear y haber encontrado parte del collar de Adriana lejos de donde falleció, no tiene nada concreto. Aún así, la duda es contagiosa y los hechos rara vez son tan simples como uno se los imagina. En este film escrito por Ana y Miguel Cohan, la tensión está a la orden del día. No tanto un thriller, sino más bien un juego de 20 preguntas sin respuestas claras y con más dudas que certezas, la historia logra mantenerte atado a la silla de principio a fin. Las mentiras y las relaciones son el plato fuerte de esta historia. El matrimonio como el centro de las mentiras: ¿qué le contás a tus hijos? ¿A tus nietos? La vergüenza como la raíz de las mentiras genera en esta familia algo más que una incomodidad pasajera. Los lleva al borde y los empuja al otro lado de la locura. Ese momento donde parece que alguien más se apodera de tu cuerpo y las acciones que siguen se sienten como las de alguien más. La trama es compleja pero no confusa. Y Oscar Martínez sabe como traer a la vida a un padre amoroso pero perturbado, quien obviamente siente las presiones de proveer a su familia y quien no consigue aceptar la realidad que lo rodea honestamente. Se repite una y otra vez que una vez que logre el próximo negocio, la próxima entrega, el próximo contrato. Y esa ingenuidad (o quizá negación) es la condena al final. Paulina García, por su parte, nos demuestra el otro lado de un matrimonio fallido: cansancio, frustración, enojo. Ella es la que ya lo aceptó, la que está en pareja, la que quiere avanzar y es una vez más demorada por la negación y las malas decisiones de él. Por último, tenemos Diego Velázquez que, en su rol de yerno, se debate entre contar lo que cree (que a veces duda de cuanta verdad hay en lo que presiente) y preservar su familia, la imagen que ellos tienen de su suegro y el recuerdo de la relación de ellos en los ojos de su hijo. Todo esto mientras Elías le inspira desconfianza, por no decir miedo, sin decir una palabra al respecto. Contrariamente, el personaje de Dolores Fonzi el cual no ve nada de lo que su marido sí y quien, en su pena, se indigna con él por hablar mal de su padre cuando este quiere confirmar si vio lo que cree que vio con ella. Pero quien, a pesar de negar y renegar de las implicaciones de su marido, termina admitiendo a sí misma que hay más detrás de la muerte de su madre de lo que su padre le contó. Al final del día, nadie es quien cree ser. Nadie es quien los demás creen que es. Y las mentiras gestan rencor, desconfianza y errores irreparables que les cuestan a todos mucho más de lo que valen.
La Jerusalem Argentina: Un pequeño viaje en el tiempo. En Santa Fe, un pueblo cumple 125 años de historia. Con una población muy orgullosa de su herencia, La Jerusalem Argentina nos da un pequeño vistazo de lo que es la vida en este idílico pueblo del centro de esa provincia. Moisés Ville fue fundada por una colonia de judíos rusos que escapaban y llegaron a Argentina el 12 de agosto de 1889. Perseguidos, buscaron refugio lejos de sus hogares y así es como se ubicaron en lo que hoy es este pintoresco pueblo a 320km de Rosario. El film que nos presentan Iván Cherjovsky y Melina Serber es un documental sobre la memoria que este pueblo mantiene y la historia que lo puso en el mapa. Poco a poco, nos llevan a recorrer un poco de la historia local, la cual incluye a sus habitantes tanto como a sus iconos sociales, y nos muestro las bondades de la vida de pueblo. No hay demasiada historia en sí en este documental. Haca más bien un viaje en el tiempo donde se puede ver los orígenes de este pequeño pueblo (que hasta 2010 solo tenía 2200 aproximadamente) y ver las cosas que los hicieron únicos. Como lo es el hecho de haber sido la primera colonia judía de Argentina o las cuatro sinagogas que el pueblo tuvo en algún momento. Ahora, con más de 125 años encima, Mosés Ville es un pintoresco pueblo con mucho que contar. Visualmente, parece estar congelado en el tiempo. Pero no en el modo en el que uno piensa “che, como se vino abajo“. No. Es claro el ojo del director acá; porque a pesar de mostrar alguna que otra cosa o lugar que ha visto mejores días, el pueblo como un todo te lo muestra alegre, cuidado y muy querido. Lo mismo ocurre cuando te van llevando uno por uno por los habitantes de este lugar. Ellos, también, tienen el paso del tiempo encima pero lo llevan con orgullo y con esa dignidad que te hace pensar “espero llegar así a esa edad“. Como suele ocurrir en todos los pueblos, es clave en este la influencia religiosa y es un punto focal en como presentan tanto a la sociedad como a la gente que la compone. Y según las palabras de sus propios habitantes, ha variado el porcentaje de judíos en Moisés Ville pero no se ha perdido la historia que ellos generaron. Sinagoga, teatro, museo, el primer cementerio judío de la Argentina (según el testimonio de esta historia). El documental que nos traen Cherjovsky y Serber sabe pasear por el pueblo y mostrar lo mejor de este ahora y antes. Pero así como desborda historia, tanto la película como el pueblo desbordan vida. Sí, han sufrido como tantos pueblos del interior, la partida de los más jóvenes en favor de ciudades. Pero son muchos los que permanecen y celebran, así como se ve en las imágenes de la Fiesta de La Integración Cultural del pueblo (que tuvo lugar en 2014). Ahí podemos observar baile, canto, certámenes de belleza y más. A pesar de que, como documental, de a momentos la narrativa es un poco no narrativa y pierde cierto ritmo, el producto final logra dejar al espectador con una sensación de descubrimiento. Una nueva joya dentro de Argentina que no sabíamos (o quizá no recordábamos) que estaba pero que es tan bella como siempre. Es quizá lo más destacable el cariño que demuestran los testimoniales por su hogar y sus vecinos. Lo cual se muestra de forma menos planeada pero más orgánica; se siente como que fluye naturalmente desde los testigos, aparentemente sin guionar. Moisés Ville, un pueblo donde se lucha contra el olvido y se atesoran los recuerdos de años que se han ido pero que forjaron lo que son ahora.
Spider-Man: Un Nuevo Universo… que no te podés perder. Las expectativas vienen altas para el nuevo film del arácnido desde su anuncio y, más adelante, sus primeras imágenes y trailers. Pero, ¿es todo lo que promete? Sí, lo es. Spider-Man es probablemente uno de los personajes más queridos dentro del Universo Marvel y uno de los que tiene la mayor variedad de personajes (ya sean amigos o villanos). En esta ocasión, nos encontramos con muchos de esos personajes, todos juntos, y el resultado es alucinante. Pero, vayamos un paso a la vez. Primero, el trailer. Últimamente, hay una tendencia a tener trailers que te muestran lo mejor de la película y te cuentan casi la historia entera. Para mi muy grata sorpresa, ese no fue el caso. Si bien nos muestran a los arácnidos que se sumaran a Miles y Peter, ese es el único “spoiler” (por así decirlo) del avance. Segundo, la animación es alucinante. El detalle de la ciudad en los fondos, en los edificios y vehículos, en los personajes mismos es tal que, si alguna vez visitaste Nueva York y Brooklyn, te va a hacer sentir que estás ahí de vuelta. Además, el estilo mete detalles de cómic en la animación 3D sin que parezca forzado o quede mal. ¿A qué me refiero con detalles? Hay momentos donde se nota con claridad el pintado puntilloso del cómic impreso que queda muy bien y la inclusión de burbujas de dialogo aquí y allá cuando Miles está debatiendo algo. Tercero, y probablemente la más importante, la historia. Como mencioné cuando hablé del trailer, lo único importante que nos cuenta es que vamos a lidiar con más de un Spider-Man. A medida que avanza, vamos a ir entendiendo más sobre el mundo en el que vive Miles y por qué los otros fueron traídos desde sus realidades a esta. La historia busca darnos un pequeño vistazo en las vidas de todos los arácnidos y lo hace, en cada caso particular, en menos de 30 segundos sin hacerlo pesado. La introducción de cada versión es casi un gag continuo que ya esperás pero que te da ese extra de información que andas necesitando. Miles Morales es, para variar, un personaje con un núcleo familiar completo. Y al principio del film, lo vemos lidiar con el descubrimiento de que tiene poderes. Pero hasta ese momento, es probablemente el adolescente más normal que nos presenta este mundo fantástico y superpoderoso que es el Spider Verse. Cabe aclarar que por normal nos referimos a torpe, relajado, medio enojado con sus padres pero amándolos igual y despistado sobre como relacionarse con el sexo opuesto. Peter Parker en este film viene en dos versiones: la del mundo de Miles y la de uno de los otros universos. Y acá les hago un gran ¡SPOILER ALERT! porque voy con un par de detalles (que a pesar de que para mí son obvios, no quiero que se enojen). A lo que voy es que, el Peter Parker del mundo de Miles está casado con MJ, aún tiene a su tía viva y tiene 26 años. Pero este es el Spider-Man que muere. Luego, el del otro universo, llega con todos los pesares que la vida le tiró encima, ya que en su mundo, la tía May murió, MJ lo dejó y él se dejó estar. El primero, lleno de fe en el mundo, le promete enseñarle como ser Spider-Man. El segundo, desganado y bajoneado, no quiere saber nada del tema pero no le queda de otra. Ambos dos (Miles y Peter desganado) tienen mucho que aprender y lo conseguirán trabajando juntos (especialmente mientras escapan de Olivia Octavius, mejor conocida como Doc Ock). Parte del encanto del film estará dado por las relaciones que Miles irá desarrollando a lo largo del mismo y las que perderá en el proceso (sí, parece que para ser un arácnido, perder a alguien cercano es obligatorio). Los desafíos llegaran de todos lados y de muchas formas: hacer nuevos amigos, descifrar sus poderes, lidiar con sus padres, lidiar con la nueva escuela, el compañero de cuarto, etc. Es un torbellino que no para. De principio a fin, no podés dejar de prestar atención porque, cocodrilo que se duerme es cartera. Pero el viaje vale la pena. Es uno de los mejores films de Spider-Man de los últimos tiempos e, incluso, me atrevería a llamarlo el mejor. Sin contar las auto referencias que hace a los films live-action que la precedieron (a algunos de forma más directa que a otros). Puedo seguir diciendo lo lindo de todo, porque hay elogios para rato. Ya sea que hable de la historia, la animación, la música, los personajes o lo que sea, este film no tiene desperdicio. Spider-Man: un nuevo universo es la película para ver. PD: Quédense hasta el final de los créditos.
Wifi Ralph: Una clase sobre amistad. Lo nuevo de Disney regresa con los entrañables personajes de Ralph El Demoledor (Wreck It Ralph) seis años después, pero con aún mucho que aprender. En Ralph El Demoledor, vemos a un personaje agobiado por los uno consideraría su naturaleza intrínseca: ser malvado. El mundo lo ve como un villano y lo trata como tal, haciéndolo sentir aislado y solo. Al final, tanto Ralph como el resto de los personajes logra comprender que, a veces, la gente es más que su trabajo, más que un título y más de lo que se ve a simple vista. Ahora, varios años después, Ralph (John C. Reilly) tiene una mejor amiga en Vanellope (Sarah Silverman) y el mundo es mucho más alegre y divertido. Pero todo puede estar por acabar cuando el juego de Vanellope se rompe y la pieza es demasiado cara en contraste con lo que el juego gana en el Arcade. La historia nos presenta algunas novedades al principio del juego. Primero, Vaenllope está aburrida con sus pistas; segundo, su juego se rompe; tercero, el arcade se actualiza y pone internet. Con esta conjugación de factores, tenemos un dúo de amigos que deciden adentrarse en el extraño y bizarro mundo de la Internet para salvar el juego de Vanellope y, por extensión, el hogar de todos los personajes de ese juego. Así, el film ocurre principalmente en el misterioso mundo que es Internet para todos nosotros. Sí, misterioso, porque a pesar de que lo usamos a diario, muy pocos de nosotros entendemos como funciona en realidad. Y la representación que hacen del mismo es muy interesante. Como se ve en el trailer, se la presenta como una ciudad gigante, donde cada sitio web es un edificio y cada usuario está representado por un pequeño avatar que se ve como nosotros. Los links generan mini-vehículos que te llevan a donde quieras ir y los ad-blockers tienen forma de guardaespaldas. Es una colorida, pero a mi parecer bastante clara, explicación del formato básico que la rige. Los conflictos vienen en olas, porque no es el mismo problema estirado para cubrir el largo de la película. No, no es ese el caso. El primer problema es encontrar la pieza para el juego. El siguiente, es conseguir el dinero para comprarla. De la mano de este, se meten en un juego para conseguir un objeto raro que les dará lo suficiente para lograrlo. Luego de fallar en ese intento, lo que sigue es obtener los suficientes likes en un video (o varios en ese caso) para ganar efectivo en un sitio estilo Youtube. Y así sucesivamente, porque ese no es el final del camino. A nivel historia, lo interesante es el foco que se pone en la amistad entre Ralph y Vanellope. Se parte, al principio, de la idea de que ambos tienen el mismo sueño: la constancia de sus juegos. Jugar todo el día y a la noche pasarlo como quieran en su universo del arcade. Pero pronto vemos a una Vanellope que quiere más del mundo y que, una vez que entra a Internet y, específicamente, a un juego de carreras online al estilo GTA, se da cuenta de que quiere más. El conflicto recae entonces en la inhabilidad de Ralph de aceptar que ellos no quieren lo mismo y que, quizá, ella no vaya a volver al videojuego ahora mismo. La actitud celosa y posesiva de Ralph y la realización de que sus actos lo hacen un mal amigo es buena parte del desarrollo de personajes que hace de este film interesante. La otra mitad es el crecimiento de Vanellope, que con la ayuda de Shank (Gal Gadot), empieza a llegar a una aceptación sobre sus deseos. También su encuentro con las princesas tiene un efecto desencadenante en el descubrimiento de esta niña sobre sus deseos reales (y su canción). Sin contar que, por una vez, se les da a las princesas algo que los fans les han dado hace tiempo: ropa actual y libertad más allá de sus historias. Ellas tienen su momento de heroínas sin la participación de sus contrapartes masculinas y lo hacen con estilo. Lo único que de a momentos le juega en contra al film es su largo, que a veces se hace notar, pero que se equilibran bastante con la presencia de escena se acción divertidas y el ya mencionado cambio constante de objetivos a cumplir. Wifi Ralph lleva a los personajes al siguiente nivel, mostrándonos crecimiento y desarrollo y trayendo un mensaje que a veces pasas desapercibidos mientras crecemos: que alguien sea nuestro mejor amigo, no quiere decir que quiera exactamente lo mismo que nosotros. Esa es la moraleja que Ralph nos enseña en esta ocasión. Y es un mensaje que, a veces, hasta los adultos olvidamos.
Vergara: Un amargado que quiere ser padre. En este film, los papeles se dan vuelta y es un hombre el que siente la necesidad de ser papá cuando está llegando a los 40. ¿Qué pasa cuando llega la urgencia de ser padres? Obviamente, no es algo que a todos nos ocurra, especialmente hoy en día. Pero es algo que a todos nos dicen que nos va a pasar. En este caso, Marcelo Vergara (Jorge Sesán) está llegando a los cuarenta y está en medio de una crisis: lo dejó su novia, es un paria en el mundo de la radio y no tiene trabajo. Además, se la pasa poniendo distancia entre el y todos a su alrededor. El problema: él quiere hijos. Pero el hecho de que con Natalia, su novia anterior, no hubieran concebido ni por accidente (dado que, y cito, “no se cuidaban”) lo hace pensar que quizá haya algún problema ahí. Ese es nuestro punto de partida. Un hombre adulto que vuelve loco a todo el mundo, y que a la vez quiere lo que más de uno considera la mayor responsabilidad que puede haber. Y para colmo no tiene trabajo. La historia lo sigue a lo largo de un camino donde él tiene que darse cuenta de que su actitud es la razón por la cual se ha ido quedando solo. El único que lo banca es Juan Pablo (Lautaro Borghi) y hasta el le dice que la corte, ya que Marcelo se peleó hasta con su esposa. Es un viaje de auto descubrimiento; porque los cambios que necesita lograr para obtener lo que busca no son nada que pueda conseguir si él no es consciente de sus propios obstáculos, los cuales se ha ido imponiendo el mismo. A lo largo de su viaje, se va a ir encontrando con topes del día a día que le van a ir demostrando a él y al resto que le falta madurar; a la vez, la gente que va entrando a su vida es la que lo ayudará a ver que el problema no son tanto los otros (aunque no sean del todo libres de culpa) pero sí él. Hay momentos claves a lo largo del film, simples, de quietud, dónde podemos apreciar sus diferencias con el mundo a través del simple juego de cámaras. Como cuando está con la familia y los 3 hombres (su hermano y el novio de su madre, además de él) no consiguen entablar conversación. Es en estos silencios donde vemos que hay más de un lazo para reconstruir. La mayor disruptiva, de todas formas, será Laura (María Cecilia Ferrero). Productora de la radio donde trabaja Juan Pablo y la que lo debe sacar del aire a Marcelo cuando el otro lo invita, es la novia que lo hará reflexionar más. Y también será el detonante que lo haga pensar “bueh, de verdad el problema soy yo“. El film tiene, dentro de todo, un tono bastante relajado. No busca grandes aires de disruptividad. Tiene los pies bien puestos en la tierra, tanto Vergara como el film en general y sus aspiraciones ocurren dentro de un marco del día a día que es bastante fácil de entender. Acá no hay grandes aspiraciones de un amor eterno ni nada similar. Sino la necesidad de encontrar a alguien que se encuentre en la misma página que él para compartir la responsabilidad máxima que es un hijo. No hablamos de una película romántica. Sino una que, al final, autoreflexiona que llegados a cierta edad, lo importante no es que la otra persona sea la correcta, sino que la otra persona quiera lo que vos. Una nota un toque cínica, para mi gusto personal, pero que puede resonar con más de uno y hacer pensar a varios más. Dentro de todo, un film entretenido que no intenta dárselas de arte conceptual y tiene una historia clara que contar. Quizá podría haber explicado un poco más la historia detrás de la situación inicial de Marcelo Vergara, pero logra darse a entender que el personaje, con su actitud, quemó varios puentes que ahora deberá reconstruir. Y es interesante verlo lidiar con sus demonios mientras lo hace.