Esta semana tenemos una nueva entrega de los mejores zombies que ha dado el cine de habla hispana con “[REC]³ El comienzo”. “Cuando pasas del dos al tres, abandonas el territorio de la secuela e inauguras el de la saga. Por ello tienes que ser respetuoso con el original y al mismo tiempo aportar algo novedoso”, dice el director Paco Plaza y eso es exactamente lo que veremos en esta tercera parte, ya que aquí el realizador le imprime una cuota mayor de humor negro a esta precuela que cuenta los orígenes de la infección. Además de ser un poco más divertida y bizarra que sus predecesoras, esta nueva película amplía un poco el universo [REC] y ofrece más respuestas en cuanto a la naturaleza religiosa del virus, pero siempre conservando la esencia que llevó a la saga a ser lo que es actualmente. Esta vez el escenario de la acción deja de ser aquel edificio donde transcurrieron los dos primeros filmes para situarnos en lo que debería ser una feliz boda y posterior fiesta de casamiento: Clara (Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín) están hechos el uno para el otro y piensan celebrar su unión acompañados de sus seres queridos, pero en el día más feliz de sus vidas se desatará el infierno. Desde un principio vemos los preparativos de la boda (formato cámara en mano) con unos personajes que resultan muy realistas y que nos recuerdan a cualquier casamiento en el que hemos estado. Todo es diversión hasta que vemos una herida fresca en la mano del tío de Koldo y todos sabemos lo que eso significa, pero la boda pasa rápido y nos dirigimos hacia el salón de fiestas, una imponente mansión rodeada de un enorme parque. Es allí donde en el momento menos esperado los familiares de los novios se convertirán en criaturas hambrientas de carne humana, arruinándoles un “poquito” la fiesta. Si bien en este cambio de escenario los espacios son más amplios, Plaza se las arregla muy bien para generar esa sensación de encierro y hasta de ahogo por los lugares adonde están confinados los personajes. Otros de los cambios positivos que experimenta [REC]³ viene acompañado de la parte técnica: para empezar les adelantamos que el formato cámara en mano (tan realista que hasta conserva la relación de aspecto), una de las características de los dos primeros filmes de la saga, solo dura los primeros 15 minutos de metraje para luego empalmar con el fílmico, que continuará durante el resto de la película. Otro elemento del cual carecía la saga hasta hoy (aunque no necesariamente signifique una carencia) era una buena banda de sonido y aquí remedian esa situación al incluir un cancionero clásico español con temas de: Tino Casal, La Unión y Seguridad Social, sin olvidarnos del que ambienta una de las escena más importantes del film, Gavilán o paloma de Pablo Abraira. En cuanto a las actuaciones todo el elenco brinda una sensación de realismo total y de humor cuando se lo requiere. Diego Martín, el novio de la historia, tiene muy buenos momentos con su personaje pero la bellísima Leticia Dolera en su papel de Clara es la que le da (motosierra en mano) el condimento necesario para que la historia funcione tan bien. Y es que el personaje de Dolera no está dispuesto a que nada ni nadie le arruine el día más feliz de su vida y hará lo imposible para sobrevivir a esta odisea junto con su esposo. También cabe destacar el increíble trabajo de maquillaje que utilizaron para crear a los zombies del film, un resultado que nada tiene que envidiarle a las grandes producciones de Hollywood. Es así que “[REC]³ El comienzo” (que lamentablemente aquí pierde el subtítulo original [Génesis], algo que también le hace perder la connotación religiosa del relato) es una muy buena película de zombies que a pesar del cambio de tono muchos amantes del Gore sabrán apreciar. Es cierto que quizá no sea tan terrorífica como las anteriores, pero compensa en otros aspectos y jamás pierde la esencia que la trajo hasta este punto.
Han pasado unos largos siete años desde que Alexander Payne nos trajo esa entrañable película que fue “Entre copas” y con “Los descendientes” nos damos cuenta lo bueno que es ver su trabajo de nuevo en el cine. En esta vuelta, Payne se mete en el entorno de una familia y trata temas que en manos de otro director hubieran resultado pesados, sin embargo, resulta ser un film dulce sin ser empalagoso, dramático sin recurrir a golpes bajos, pero lo más importante es que crea un lazo emocional con el espectador por tocar un tema con el que cualquiera se puede identificar fácilmente. Clooney interpreta a Matt King, un padre ausente que debe hacerse cargo de sus dos hijas luego de que su esposa Elizabeth sufre un accidente y cae en coma. Matt se considera a sí mismo el “padre de repuesto”, ya que nunca tuvo una gran relación con sus hijas, pero al mismo tiempo ve el accidente de esposa como una oportunidad para empezar de nuevo y ser un mejor padre, aunque no será nada fácil. Recomponer la relación con Scottie (Amara Miller), de 10 años y Alexandra (Woodley), una adolescente de 17 serán su desafío más inmediato, sin embargo, Matt también tendrá que lidiar con la terrible noticia de que Elizabeth tenía un amante previo al accidente, mientras está en medio de una potencial venta de tierras que pertenecen a su familia. Aunque lo más interesante será ver como el engaño de su mujer está relacionado con todo lo anterior. Ante todo, Los descendientes es una película de contrastes: el paradisíaco paisaje de Hawai sirve de perfecta contraposición ante los problemas que sufre la familia King, gente que no es “inmune a la vida”, como dirá Clooney en uno de sus diálogos. Uno desde aquí quizás piensa que llevan una vida despreocupada y feliz pero Payne se encarga justamente de que algunas situaciones dramáticas ocurran en ese lugar perfecto, como una ironía, un guiño hacia la audiencia. En los papeles la película podría sonar muy sentimental (que hasta cierto punto lo es) pero al verla resulta tan compleja, con esa dosis equilibrada de drama y humor, que se nota que el director evitó ir de un extremo al otro para lograr una armonía entre esos elementos. Aquí Clooney brinda sin dudas una de las mejores actuaciones que dio en su carrera, con un personaje diferente a los que usualmente interpreta: Matt King es un hombre humilde que está dolido por la situación que el toca vivir y Clooney encarna toda su vulnerabilidad con verdadera maestría. De hecho, no creo que la película hubiera funcionado tan bien con otro actor. La joven Shailene Woodley también se luce como la hija mayor de la familia que debe superar el rencor hacia sus padres para ponerse a la altura de la situación que viven los King. Otra actriz a destacar es Judy Greer, quien tiene un papel pequeño pero importante para la historia. Más allá de ser una seria competidora para Mejor película en los Oscar, “Los descendientes” es una película emotiva que trata el tema familiar desde una perspectiva muy realista. Un film sobre las relaciones humanas y el perdón, algo que la familia siempre nos obliga a experimentar.
Esta semana tenemos un buen thriller que no solo entretiene sino que también cuenta con una historia intrigante. ¿Qué surge si mezclamos el ingenio de “El plan perfecto” de Spike Lee con el aislamiento de “Enlace mortal”, dirigida por Joel Schumacher? La respuesta es: una película como “Al borde del abismo”. El primer largometraje del director Asger Leth conjuga perfectamente el cine meramente comercial con una buena historia que, mediante un gran plan elaborado por sus protagonistas, mantiene en suspenso al espectador hasta el final. Un hombre se registra en el famoso Hotel Roosevelt de Nueva York, sube al último piso y se para en el borde de la cornisa. Pero esta persona no es un suicida, sino que el hecho de amenazar su propia vida es parte de un plan mayor que está en marcha desde que puso un pie en esa cornisa. Ese hombre es Nick Cassidy (Sam Worthington) y la delicada situación en que se encuentra llama la atención tanto de los transeúntes como de la prensa. Es así que Nick hace su primera demanda: no hablará con nadie que no sea Lydia Mercer (Elizabeth Banks), la negociadora del Departamento de Policía, quien tratará de persuadirlo para que deponga su actitud mientras que tiene una interna con su compañero (Edward Burns). Todo se pone aún más interesante cuando la Policía averigua que Nick es un ex agente que actualmente se encuentra prófugo. ¿Pero, por qué un fugitivo supuestamente culpable se expone de esa manera? Nadie sabe los motivos ulteriores detrás de su plan, pero Cassidy afirma que es inocente y está dispuesto a demostrarlo. Obviamente que el personaje de Worthington no podrá hacer todo solo, ya que contará con la ayuda de su hermano (Jamie Bell) y la novia de este (Genesis Rodríguez), quienes ejecutarán el plan mientras Nick acapara toda la atención. El relato propone un poco de vértigo con el protagonista parado en la cornisa mientras que los otros personajes le agregan la cuota de suspenso y hasta algo de humor a la historia. De hecho todo lo que pasa en el film podría considerarse un gran truco de magia, donde en una mano hay algo que distrae mientras que en la otra ocurre lo realmente importante. En cuanto a las interpretaciones, es bueno ver a Sam Worthington haciendo un papel diferente a lo que venía ofreciendo, ya que corría el riesgo de repetirse una y otra vez haciendo el mismo personaje con algunas pequeñas variaciones. Elizabeth Banks es otra que cumple una correcta actuación en el rol de una negociadora atormentada por su pasado, sin embargo, el más interesante de ver es Ed Harris, que interpreta a un millonario absolutamente despreciable que obviamente es el villano del film. En resumen, “Al borde del abismo” es una película que no solo cumple con el fin de entretener sino que también atrapa desde su historia gracias a un buen guión. Una buena opción para ver esta semana, salvo que sufran de vértigo.
Existe un consenso general en cuanto a que las remakes nunca pueden igualar o superar a los filmes originales y eso ocurre en el mejor de los casos, cuando no se las denosta simplemente por ser eso, remakes. En esto mucho tiene que ver el abuso que ha hecho Hollywood durante la última década y es comprensible, sin embargo, lo grave de esta situación es que películas como “La chica del dragón tatuado” puedan llegar a caer en la misma bolsa que el resto. Creo que una reversión de un film debe agregarle algo novedoso a lo ya visto y la increíble historia contada por David Fincher logra exactamente eso. La trama es oscura, intensa y atrapante, pero por sobre todo logra hacernos olvidar por completo que pasamos dos horas y media dentro de una sala de cine. La película arranca con todo mostrándonos una de las mejores secuencias de títulos que vi en mucho tiempo acompañada con un cover de Immigrant Song, de Led Zeppelin, para luego dar lugar a la historia. La reputación y credibilidad del periodista sueco Mikael Blomkvist (Daniel Craig) se ve afectada luego de perder un juicio por calumnias e injurias contra una gran compañía. Endeudado y en su peor momento profesional, Mikael recibe el llamado de Henrik Vanger (Christopher Plummer), el moribundo presidente del imperio Vagner, quien lo contrata bajo el falso pretexto de escribir sus memorias. Lo que Henrik pretende en realidad es que Mikael investigue la desaparición de su querida sobrina Harriet, que desapareció hace 40 años sin dejar rastro, y le ofrece una considerable suma de dinero para que encuentre al asesino. Mientras Mikael comienza a examinar el caso, vemos que en Estocolmo hace su aparición la brillante y peligrosa hacker Lisbeth Salander (Rooney Mara). Lisbeth y Mikael no tienen relación durante el primer acto salvo por el chequeo de antecedentes que realiza la hacker pedido por el abogado de Vanger. Es así que Mikael comienza a relacionarse con el despreciable grupo que compone la familia Vanger al mismo tiempo que Lisbeth debe lidiar con el sádico Nils Bjurman (Yorick van Wageningen), su nuevo guardián legal, con quien protagoniza una de las escenas más desagradables de la película. Recién en el segundo acto del film Mikael recluta a Lisbeth para que lo ayude a “atrapar a un asesino de mujeres”, algo a lo que ella no puede resistirse debido a su historial de abusos por parte de ciertos hombres en su vida. La violencia contra las mujeres es un subtexto omnipresente a través de la historia y encuentra en Lisbeth Salander a su mayor vengadora. Si bien Rooney Mara sufrió una transformación impresionante y su personaje utiliza cierta estética como piercings, ropa dark y un extraño corte, su sola presencia y arrolladora personalidad son los elementos que hacen que el personaje funcione, después de todo, ella es la heroína de la historia. Lisbeth es un personaje muy fuerte, pero Mara también deja entrever su lado más vulnerable y hasta tierno con ciertos gestos y comentarios que no se vieron en la versión original. Daniel Craig también ofrece una sólida actuación con un Mikael Blomkvist que si bien no es tan llamativo como su compañera, a quien por momentos le cede cierto protagonismo. En cuanto a los roles secundarios el que sobresale es el gran Christopher Plummer, que como siempre ofrece una buena interpretación por más pequeño que sea su tiempo en pantalla. Por último, también cabe destacar la increíble banda de sonido compuesta por Trent Reznor and Atticus Ross, una música ambiental (y por momentos oscura) que persiste durante casi toda la película y por la que probablemente reciban una nominación al Oscar. Realmente pocas remakes pueden ostentar estar a la altura de las originales y La chica del dragón tatuado lo logra a fuerza de grandes interpretaciones, un gran director y una historia intensa. David Fincher le agrega su interesante mirada a una historia que muchos conocen y aún así consigue atraparnos, porque no importa si uno ya conoce el final, lo importante es como te lo cuenten.
George Clooney siempre fue un hombre comprometido tanto delante como detrás de cámaras y si en “Syriana” (2005) denunció los negociados turbios con el petróleo en este, su cuarto largometraje como director, vuelve a la carga pero contra el sistema político estadounidense. Sin embargo, “Secretos de Estado” no se trata tanto sobre la política en sí misma ni sobre los políticos, sino sobre como el sistema puede corromper hasta lo más profundo de un ser humano hasta volverlo irreconocible y hacerlo realizar actos que nunca hubiera hecho. Una historia atrapante y un elenco con el que cualquier director soñaría poder trabajar son solo algunos condimentos que hacen de esta película una de las mejores del año. Y eso que recién estamos empezando. El mundo de la política es muy traicionero y el secretario de prensa Stephen Meyers (Ryan Gosling) aprenderá una valiosa lección. El marco de la historia transcurre durante las elecciones primarias del partido Demócrata en Ohio, pero esta no es una elección menor ya que el ganador será quien represente al partido en las presidenciales. Pullman (Michael Mantell) y el gobernador Mike Morris (George Clooney) están en una competencia reñida cuando Tom Duffy (Paul Giamatti), en un intento por robarle el codiciado secretario de prensa a Morris, se reúne en secreto con Stephen para convencerlo de que se cambie de bando. Stephen es un joven idealista y cree firmemente que Morris cambiará el país para mejor, pero todo se complica cuando alguien se entera de su reunión con Duffy y Stephen se ve involucrado en un escándalo que amenaza con poner en riesgo las posibilidades de su candidato. A partir de allí sus ideales se pondrán a prueba y la historia se pondrá más interesante aún cuando la situación se vuelva personal para el personaje de Gosling. En “Secretos de Estado” cualquier semejanza con la realidad no es mera coincidencia, ya que Clooney no solo pinta muy bien el paisaje político y sus sucios manejos sino que también utiliza ciertas imágenes que son reconocibles para el público, como por ejemplo el famoso diseño que Obama utilizó en su campaña de 2008. Aunque, para ser justos, la historia jamás toma partido por una rama ideológica en especial sino que se dedica a contar la historia sin una bajada de línea específica y quizás por eso sea tan interesante. En cuanto a las actuaciones es difícil destacar a alguien cuando se tiene un elenco tan rico y talentoso, sin embargo, creo que Ryan Gosling aquí da un salto de calidad. Como actor, Gosling rinde tanto en una comedia liviana como en una película romántica o un drama como este, además, después de verlo en Drive (film que veremos más adelante) es un actor para tener en cuenta. Por otra parte, Clooney, Giamatti, Philip Seymour Hoffman y Marisa Tomei también demuestran porqué forman parte de la elite de Hollywood con actuaciones muy sólidas. “Secretos de Estado” es una película que atrapa de principio a fin, con una dirección perfecta y unos intérpretes de lujo que hacen de este film una gran historia digna de ver. También es casi seguro que la veamos compitiendo en varias categorías en los Oscar, ya que viene haciendo mucho ruido en las premiaciones en el exterior. Mi voto, sin duda alguna, va para Clooney y compañía.
Un thriller psicológico nunca viene mal, sobre todo cuando es uno como La hora del crimen, un film italiano alejado de ciertas fórmulas preconcebidas hollywoodenses. La película es la ópera prima de Giuseppe Capotondi, que viene del ámbito de los videos musicales y la publicidad, y para ser su primer trabajo resulta muy interesante. Lo mejor del film, aparte de las interpretaciones de los protagonistas, está en la forma de contar la historia, que mantiene en suspenso al espectador hasta último momento, donde todo cierra perfectamente. La protagonista casi absoluta de la historia es Sonia (Ksenia Rappoport), una mucama que trabaja en un hotel y conoce a Guido (Filippo Timi), un ex policía devenido en guardia de seguridad. Guido, viudo hace ya algunos años, frecuenta regularmente un lugar de citas rápidas donde se encuentra por primera vez con Sonia. A partir de ese momento la atracción entre ambos es evidente y comienzan una relación rápidamente, tanto que Guido decide llevarla a su lugar de trabajo, una mansión apacible en medio del campo donde se supone nadie los molestaría. Pero ambos serán víctimas de un robo en la mansión, donde Guido termina muerto y Sonia, en coma durante varios días. Sonia recobra la conciencia luego de un tiempo y se entera de lo ocurrido. De ahí en adelante la pena por la muerte de Guido y hasta cierta culpa convertirán la vida de Sonia en un martirio: visiones, voces y sonidos de sus últimos momentos con Guido volverán para acecharla y hacer que dude de lo que es real y lo que no. Todos esos “fantasmas” hacen que durante cierto tramo la película se transforme en algo surrealista y genere mucha intriga en el espectador. Aquí nada es lo que parece y conforme se desarrolla la película el mayor interrogante será averiguar quién es Sonia en realidad. Capotondi, mediante supuestos flashbacks y demás recursos, va dejando pequeñas pistas como partes de un rompecabezas que debe armar el público y muy de a poco va construyendo, capa a capa, la intriga y el suspenso hasta revelar la verdad de lo que pasó aquella tarde en la mansión. A nivel actuaciones, la dupla protagonista de Rappoport/ Timi lleva adelante la historia de la mejor manera y entre los actores secundarios se destaca Michele Di Mauro (Dante), un policía implacable que investiga el robo a la mansión. En resumen, La hora del crimen es un thriller interesante que se mantiene atractivo para el espectador hasta que empiezan los títulos, en gran parte gracias a un guión inteligente y buenos intérpretes. Una buena opción en cartelera para los amantes del género.
Esta semana tenemos el estreno de Amanecer, una de las películas más esperadas del año por el público adolescente, con hordas de chicas dispuestas a expresar con toda elocuencia a qué “team” pertenecen. La saga Crepúsculo es un fenómeno que no se puede explicar, como tampoco se entiende como tanta gente va a ver Actividad paranormal o Rápido y furioso, son cosas que suceden y no vale la pena buscarle una explicación. Obviamente estoy muy lejos de ser un fan de la saga pero al mismo tiempo debo reconocer que, ya sea por la llegada de Bill Condon (Soñadoras) a la silla de director o por la disolución del triángulo amoroso, esta última entrega mejoró considerablemente con respecto a las anteriores. Narrativamente hablando, la historia se reanuda en el mismo punto donde termina Eclipse, con los preparativos para la boda de Edward y Bella y si no fuera por los primeros 25 minutos, donde muestran escena tras escena de un amor idílico e inverosímil no apto para diabéticos, la película hubiera mejorado mucho más todavía. De hecho, también mejoró en el aspecto de no tener a Taylor Lautner en cuero repetidas veces, ya que solo sucede una vez al principio del film. En resumen, el triángulo amoroso ya no existe más debido al casamiento y tenemos a Jacob vestido la mayor parte del tiempo. Luego de la boda, Edward y Bella se van de luna de miel a la paradisíaca Isla Esme, cerca de Río de Janeiro para finalmente consumar su amor. Después de unos días de estar juntos en un lugar perfecto para la ocasión, Bella descubre que está embarazada, lo que desencadenará una cadena de eventos que pondrá a todos en peligro. Mientras tanto Bella luchará con varias complicaciones que le conlleva su embarazo y entre todos, en especial el Dr. Carlisle Cullen (Peter Facinelli), tratarán de buscar una manera de mejorar la salud de Bella. Además, nuevamente Edward y Jacob unirán fuerzas y pondrán sus diferencias a un lado por el bien y la salud de la mujer que aman. Técnicamente hablando, la película está bien filmada y se notó la mano de Condon detrás de cámara, además de que el desarrollo de los personajes y la forma de contar la historia es mejor de lo que se vio anteriormente. Por otro lado, el CGI de las transformaciones de los hombres lobo también parece haber mejorado. En cuanto a las actuaciones no hay mucho para destacar, excepto que sigo pensando que Kristen Stewart puede dar más de lo que hace actualmente y que, en mí opinión, el actor más interesante de toda la saga, Michael Sheen (Aro), aparece brevemente en solo una escena. Amanecer es de lo mejorcito que tuvo la saga hasta el momento, pero recién tendremos una mejor idea cuando termine de cerrar el epílogo en noviembre del año próximo. Por último, les recordamos no irse apenas empiezan los títulos ya que hay una escena extra que adelanta un poco lo que pasará en la segunda parte.
Ya se sabe que con Pedro Almodóvar detrás de cámaras uno nunca se puede estar demasiado cómodo, ni tampoco permanecer indiferente a lo que nos muestra en pantalla. Podrán gustarles sus películas en mayor o menor medida, pero si hay algo seguro es que eso que verán será diferente a todo. La piel que habito es la primera colaboración del director con Antonio Banderas en 21 años luego de Átame y déjenme decirles que la dupla volvió a lo grande, con un film impecablemente ejecutado que va construyendo la historia lentamente hasta volarnos la cabeza con un giro de trama tan perverso como shockeante, que uno tarda el resto de la película en asimilarlo. Impactante, bizarra, cruda y brillantemente actuada, la última película de Almodóvar es más aterradora que cualquier entrega de El juego del miedo por una única y simple razón: es espeluznantemente real. “Nuestro rostro nos identifica, nos distingue de los demás”, esas son las primeras palabras del cirujano plástico Robert Ledgard (Antonio banderas), quien obsesionado luego de que su esposa muriera a causa de graves quemaduras, ha inventado un nuevo tipo de piel más resistente que lo natural. Para este nuevo descubrimiento hizo falta un conejillo de indias llamado Vera (la bellísima Elena Anaya), quien reside hace seis años en contra de su voluntad en la mansión “El cigarral”, propiedad de Ledgard. A pesar de que la experimentación en humanos está prohibida por la ley, para el Doctor Ledgard los escrúpulos nunca representaron un problema ya que pone su obsesión por encima de todo. Es por eso que vemos a Vera en un traje ajustado que es como una segunda piel, aparentemente acostumbrada al cautiverio. ¿Pero, quién es? ¿Cómo llegó allí? Y la pregunta más importante: ¿por qué ni siquiera intenta escapar? Vera es un interrogante en sí misma, una pregunta cuya respuesta Almodóvar irá develando sutilmente y con maestría. Todo este misterio se acrecienta cuando nos enteramos que el rostro de Vera es igual al de la esposa de Ledgard y que además la cautiva desarrolló una especie de síndrome de Estocolmo al enamorarse de su captor. Luego de tomarse un buen tiempo para introducirnos a los personajes, la historia nos remite seis años atrás y nos muestra algunas de las causas de porqué Robert se convirtió en un monstruo al vengar la muerte de su hija. Este flashback no solo es la respuesta a todo sino que lentamente va jugando con el público, dándole pequeñas pistas que conducirán a una aterradora conclusión. Esta conclusión quizá podrá resultar previsible para algunos pero resulta tan descabellada que muy pocos se atreverán siquiera a pensarla, un giro de trama que dará que hablar durante mucho tiempo tal como pasara con aquel de Sexto sentido. Aquí Almodóvar utiliza la piel como metáfora de lo que nos protege, nos define y nos da identidad, esa identidad que Vera luchará por no perder, mientras que Robert lucha con su enfermiza obsesión. Esto sumado a la utilización de los constantes espacios cerrados genera una atmósfera asfixiante como el tono de la historia. Además, las interpretaciones del dúo protagónico son perfectas cuanto menos: Banderas compone un personaje complejo y con muchos matices, pero la que se destaca es Elena Anaya con el papel más difícil del film, una mujer en apariencia sumisa pero que es una sobreviviente nata que hará lo que sea para recuperar su libertad. La piel que habito es uno de los filmes del año gracias a una narración perfecta a la que no le hace falta demasiado diálogo para trasmitir lo que sienten sus personajes. Almodóvar enciende una mecha que se va consumiendo lentamente hasta hacer implosión en el momento justo y de la mejor manera. Una película que dura más de lo que se puede ver en pantalla, ya que los espectadores estarán digiriéndola mucho tiempo después de que salgan de la sala.
“Asesinos de Elite” rescata ese espíritu que tuvieron los filmes de acción de la década del 80 con los que crecimos muchos de nosotros. De la misma manera que “Los indestructibles” lo hiciera en su momento, el film apela a una gran dosis de testosterona mezclada con tiros y buenas escenas de acción. Además, esta no es la típica película de Jason Statham donde se exageran ciertas cuestiones que la hacen poco creíble, ya que la historia no es pura acción sino que también apuesta a una trama con intrigas y manejos políticos que le añaden un plus al film y lo destacan del resto. Ambientada a principios de los 80, la secuencia inicial nos muestra a Danny (Jason Statham) que luego de un operativo donde algo sale mal decide dejar atrás sus días de asesino por encargo y se retira del negocio. Pero el retiro será breve, ya que cuando Danny se entera que su amigo Hunter (Robert De Niro) termina secuestrado por un Jeque de Omán deberá volver al ruedo para salvarlo. El trato es simple: encontrar y asesinar a los ejecutores de sus tres hijos y hacer que confiesen su culpabilidad. El tema es que los asesinos son ex miembros de la SAS, las fuerzas especiales británicas, y para llegar a ellos Danny deberá reunir a sus antiguos compañeros. “Asesinos de Elite” está basada en el libro “Feather Men”, una historia que generó mucha controversia dentro del gobierno inglés cuando se lanzó allá por 1991. Además, toda historia necesita un villano y aquí encontraron uno muy bueno en Clive Owen, un implacable agente que intentará detener los asesinatos de Statham y compañía. Por otro lado y salvando las distancias, la premisa en esencia se parece a “Munich” de Steven Spielberg, donde un grupo de espías iban eliminando uno a uno a los asesinos responsables, en este caso, de la muerte de unos atletas judíos años atrás. Además, las secuencias de acción son crudas y están tan bien logradas al punto de que a uno le duele ver ciertas cosas. En cuanto a las actuaciones el más destacado es Clive Owen, al que vemos en el inusual papel de un villano que no se rinde ante nada hasta lograr su objetivo. Dominic Purcell (Blade Trinity) es un buen relevo cómico haciéndose cargo de un personaje excéntrico y con una personalidad bastante volátil. Sin embargo, lamentablemente se puede ver muy poco de Robert De Niro en pantalla, al cual me hubiera gustado ver en acción un poco más. En pocas palabras, “Asesinos de Elite” resulta entretenida durante las casi dos horas de metraje y además de tener mucha acción también se sostiene gracias a una subtrama que mantiene la atención del espectador. Una buena opción en cartelera para esta semana.