Con golpes, caídas, comida que se cae y algo de humor escatológico llega Fiesta de Navidad en la oficina, una comedia muy menor que no está a la altura de los clásicos que suelen reventar la taquilla en estas épocas. Clay (T.J. Miller, conocido comediante de TV en Estados Unidos) es un muy moderno y relajado jefe de una sucursal de la compañía que heredó de su padre. Su hermana Carol (interpretada por una cada vez más inexpresiva Jennifer Anniston) es su opuesto, expeditiva, ejecutiva y muy tirana. Carol se presenta un día en la oficina para decirle a su hermano que va a cerrar la sucursal por considerarla improductiva, y el, en su desesperación por mantener la fuente de trabajo de sus empleados, va a intentar conseguir una cuenta que le daría a la sucursal el prestigio y la plata necesarios para poder mantener la oficina a flote. Y entonces, con su socio Josh (Jason Bateman) deciden hacer la más grande fiesta de navidad que la compañía tuvo, para convencer al ejecutivo de la cuenta de que firme el contrato con ellos. Y por supuesto, todo se va a descontrolar… realmente el que pensó el argumento de esta película no tenía muchas ganas de escribir. Las situaciones son descabelladas, los diálogos pésimos, los chistes son todos mediocres… es realmente una película que atrasa mucho en lo que a comedias se refieren, con una estructura de resolución del conflicto no solamente muy básica, sino también extremadamente irrealista. Las actuaciones de algunos personajes son algo carismáticas (como Bateman, o la genial Kate McKinnon) pero en líneas generales nadie aporta nada, principalmente porque nadie escribió nada que aportar. La mayoría de las situaciones graciosas son, literalmente, golpes y caídas. Fiesta de navidad en la oficina es una extraña comedia en la cual las lógicas de la comedia adolescente se trasladan a gente de 40-50 años, y que, como era de suponer, no funciona para nada bien.
Como una novia sin sexo, tercer largometraje de Lucas Santa Ana. Como una novia sin sexo es un film iniciático que transcurre en un viejo camping donde tres amigos pasaron entrañables momentos de la adolescencia, pero que empieza de a poco a convertirse en un lugar más bien incomodo, a medida que los cambios de intereses propios del crecimiento y la maduración parecen alejarlos irremediablemente. Daniel, Santi y Adrián son tres amigos desde hace ya muchos años, que han compartido varias vacaciones en ese camping donde hoy se vuelven a encontrar para revivir los viejos ritos de la temprana juventud que se les está escapando de las manos. Repitiendo aquello a lo cual se habían acostumbrado años atrás, se internan en el laberintico campamento hasta encontrar su lugar habitual “El salón de la justicia” en donde arman la carpa en la cual pasaran las próximas tres semanas, tal como hicieron muchas veces en el pasado. Solo que ellos ya no son los mismos que eran, y las tensiones del crecimiento que los va alejando se vuelven cada vez más obvias. “el sexo arruina todo” le dice Adrián a Daniel apenas comenzada la película, y eso casi funciona como una sentencia. En el camping conocen a Juli, una chica muy liberada sexualmente que se interesa en Santiago casi de inmediato, desatando el conflicto en el cual Adri se siente dejado de lado, y Daniel, quien siente una clara atracción por Santi comienza a conflictuarse con sus nuevas emociones. En el frondoso e intrincado camping los espacios empiezan a parecer cada vez más cerrados para los personajes cuando Santi trae a Juli con carpa y todo a compartir ese espacio, otrora un lugar libre de “chicas”. La dinámica entre los actores, más allá de sus cualidades actorales es más que interesante. Daniel y Santiago sin siquiera decir una palabra muestran una cercanía que es tan obvia para el espectador como para Adrián, quien todo el tiempo se esfuerza para ser parte de la manada, pero que queda siempre de lado porque no puede haber lugar para “otro” mejor amigo. La química lograda en pantalla entre Javier De Pietro y Marcos Ribas es realmente palpable para el espectador. La música acompaña muy bien el relato, como un personaje más que no solo sirve para situarnos en la época, sino también para generar las mismas emociones contradictorias de los personajes. Sin ser un film extraordinario, Como una novia sin sexo logra contar con mucha honestidad el punto de quiebre que los chicos viven en este verano, y transmite al espectador esa emoción contradictoria de crecer y dejar atrás la sencilla vida sin responsabilidades que es la adolescencia.
En medio de todos los poco inspirados estrenos de Halloween, llega desde Irlanda El canal del demonio, una película que transita el terror y el thriller, inspirando miedo, pero miedo del bueno. “Quien está listo para ver un fantasma?” pregunta David a una mas bien desinteresada audiencia adolescente que lo visita en la filmoteca donde trabaja. David y su espora compran una casa mientras esperan el nacimiento de su hijo. Cinco años después, metidos ya en la rutina del hogar, David descubre, como suele pasar en casi cualquier película de terror, que en su casa se cometió un horrible crimen. Las imágenes de ese crimen, que el encuentra en un viejo rollo de film en su trabajo, comienzan a hostigarlo al mismo tiempo que crecen sus sospechas sobre la infelicidad de su esposa y una posible infidelidad. Pero una noche, David es testigo de cómo el espectro del asesino, mata a su propia mujer, lo que lo llevará a una desesperada investigación que lo hará enfrentarse con sus peores temores. El canal del Demonio (una muy pobre traducción del título original “El canal”) propone un argumento que no parece sobresalir de los cánones usuales del cine de terror, pero que se eleva de la media porque construye a David como un personaje muy consistente. Sus miedos son claros pero no explícitos, sus dudas son las mismas del espectador y ninguno de los acontecimientos se resuelve tan burdamente como el cine norteamericano nos tiene acostumbrados. El director sabe generar los climas necesarios para que el espectador quede atrapado por la imagen y el sonido, y sin recurrir al golpe bajo del sobresalto, logra que uno quede expectante al borde de la butaca. Acompaña la genial actuación de Rupert Evans, quien construye al personaje de David siguiendo los lineamientos del cine de terror clásico, pero con el tono perfecto de actuación que logra que incluso en el desenlace del film, el verosímil sea completo, lo cual aumenta en el espectador la sensación de miedo y desesperación. Una joya en medio de un género vapuleado por producciones mediocres, El canal del Demonio es un film de género que no se apoya en el golpe de efecto sino que apela a cosas con la que cualquier espectador puede relacionarse, volviéndose una película muy efectiva y con un clima admirable.
Michael Moore vuelve al documental con ¿Qué invadimos ahora?. ¿Que invadimos ahora? es un tour de force que nos muestra el recorrido del director en su afán por investigar las mejores opciones para mejorar la calidad de vida de su país. Graciosa por momentos, emotiva por otros, no va a decepcionar a los seguidores del documentalista. En 2005, cuando George W Bush es re-electo como presidente de los Estados Unidos, Michael Moore declaró que su documental Fahrenheit 9/11 había fallado, y que iba a cambiar la forma de hacer películas, que su nuevo objetivo no era convencer a los Republicanos de que las cosas que votaban estaban mal, sino que a partir de ese momento, iba a “instruir al público norteamericano”. Y damos fe que lo está haciendo. Luego de películas como Sicko (2007) o Capitalismo: Una historia de amor (2009), Michael Moore se embarca sin ninguna excusa (sin ninguna real al menos) en un viaje por Europa para investigar que ideas del viejo continente puede adoptar Estados Unidos para volverse una mejor nación. En su viaje recorre las leyes de derecho laboral, la educación y la didáctica, el sistema carcelario, y otras cuantas realidades socio-políticas que seguramente dejaron más que sorprendidos a muchos de sus compatriotas, aunque algunas pierden mucha potencia en nuestro país como el descubrimiento del aguinaldo o la educación pública. La película es muy dinámica, clásico al estilo del director, pero a diferencia de sus predecesoras, la contundencia de algunos hechos realmente dejan una cierta emoción en el espectador, casi como si por primera vez el director dejase vislumbrar una luz al final del camino. Michael Moore parece haberse tomado muy en serio su labor como educador de masas y ¿Que invadimos ahora? es en ese sentido, su más logrado film. Más que interesante de mirar, muy divertida y reflexiva, ¿Que invadimos ahora? es, sin ser el mejor documental de Moore, su mejor intento de llevar cultura y conocimiento al país que tanto ama pero que tanto quiere cambiar.
Con una mezcla de thriller y cine de terror, llega Ecuación, los malditos de Dios, un film que retoma algunas viejas ideas y las vuelca en una trama corta con buen clima pero un tanto previsible. Hermes Vanth es un doctor que empieza a verse rodeado de diferentes hechos trágicos que terminan en muerte. Y cuando estos se suceden, siempre en la escena, Hermes ve a un hombre, un viejo que lo observa. Mientras él va tratando de hilar cabos, presencia la muerte de su novia Ana. Y nuevamente en esa situación, el viejo se hace presente. Desesperado y enojado, Hermes se lanza a una investigación sobre este enigmático personaje que lo llevara a antiguas leyendas que provienen de los tiempos de la escritura del antiguo testamento, pero a medida que más investiga, más cerca de él parece encontrarse esta figura siniestra. Aunque la trama podría parecer interesante e innovadora, el film tiene desde el principio la tendencia a volverse un producto más bien enlatado, siguiendo fórmulas que lo hacen más una serie de televisión que una película. El comienzo se desenvuelve demasiado rápido creando un clima catastrófico que no termina de generar en el espectador un anclaje tal como para que la intriga se dispare. Las actuaciones son buenas (aunque a Carlos Echevarria se lo ha visto mucho mejor dirigido), pero son las áreas técnicas donde Ecuación, los malditos de Dios sobresale por su buen clima. Tanto el arte como el sonido están al servicio de contar más de lo que la trama nos ofrece y sobre esos silencios, paredes y símbolos religiosos el espectador se compenetra más con los problemas del personaje. La historia es más bien predecible y poco queda para que el espectador descubra a medida que el personaje va desenvolviendo la trama, que tiene muchas reminiscencias a libros como El código Da Vinci y demasiados puntos en común con películas como Moebius, que todavía sigue siendo considerada uno de los más importantes thrillers de la nueva generación de cine argentino. Ecuación, los malditos de Dios es una película que se deja ver, pero que queda en el medio entre el cine de terror que puede interesar a algún público y un thriller genérico que no sobresale, un film que mirándose sin muchas pretensiones se puede disfrutar.
El tercer largometraje de Alejandro Chomski, Maldito seas Waterfall, llega a los cines. Cuando el cine argentino parece haber perdido la capacidad para asombrar, se estrena la película Maldito seas Waterfall, que lejos de tener potencial para volverse un clásico, se las arregla para darle una nueva mirada al cine contemplativo “de personajes” que tan de moda supo estar hace no muchos años en nuestra cartelera. Roque Waterfall es un bohemio en el más amplio significado de la palabra. Quedo huérfano hace ya muchos años y habiendo heredado un departamento de sus padres, vive sin trabajar de lo que la renta le provee. Su vida gira alrededor del Club Atlanta, su supermercado, el mendigo que cruza todos los días, un ex combatiente de Malvinas con el que charla de filosofía, y su mejor amigo, quien entre porro y porro sueña con lograr la autonomía económica de Roque. La vida de Waterfall transcurre sin penas ni gloria hasta que se cruza por la vida con un productor que lo convoca para filmarlo en un documental, en el cual se busca retratar al auténtico sujeto contracultural que, aparentemente, Roque encarna. Martín Piroyansky encarna a Roque Waterfall, y lo hace muy bien. Alejado de sus personajes anteriores, Waterfall es desagradable, pedante, y transmite con todo su accionar la verdadera esencia de un ser humano absolutamente vacío. Ni siquiera su pasión por el club de futbol justamente apodado “El Bohemio” es enfervorizada. Maldito seas Waterfall- vision del cine Maldito seas Waterfall- vision del cine Es interesante la mirada que sobre el cae, Waterfall es el personaje que critica a la sociedad sin prestarle atención, al mismo tiempo que es el personaje sobre el cual el espectador emite juicio permanentemente. Su relación con Carla, su exageradamente cheta vecina, su auto destartalado pero que aun así no lo deja nunca a pie, hasta su pijama es claramente suyo. El resto del elenco es desparejo, Luis Machin y Germán Antonio De Silva aun en papeles muy chiquitos están impecables, pero Juana Schindler como su partenaire esta demasiado exagerada para el tono actoral del resto. El director Alejandro Chomski se da hasta el lujo de burlarse a sí mismo, en ese documental homónimo que no solo se filma, sino que se estrena y con un éxito inaudito, vanagloriando al mismo tiempo que lo critica, al ensalzamiento de este personaje que revierte valor artístico en contraposición al poco valor social que representa. Rara por donde se la mire, perdida entre lo bizarro y lo contemplativo, Maldito seas Waterfall es una película nacional que puede gustar a un público muy reducido, pero que no tiene un enganche real para la cartelera cinematográfica.
Viviré con tu recuerdo, tercer largometraje de Sergio Wolf. Más de 10 años pasaron desde que se estrenó en los cines Yo no sé qué me han hecho tus ojos y Sergio Wolf revisita su relación con ese magnífico documental, en la película Viviré con tu recuerdo, en donde el realizador deja de lado a Ada Falcón e intenta mirarse a sí mismo. El rodaje de Yo no sé… ya termino, la película ya se estrenó, y muchos años después, el recuerdo del film reaparece en Sergio Wolf, uno de los codirectores del exitoso documental. Y ese recuerdo viene a través de una cinta de audio que se perdió, y que imposibilito que la primera entrevista que le realizaron a Ada Falcón pueda ser incluida en la película. Así, desde la ausencia del sonido, el director emprende un camino para intentar reconstruir aquello que se perdió, aquella primera y más espontanea entrevista que el público nunca pudo ver, y de la cual el no guarda tantos recuerdos como querría. Aunque al principio la propuesta del film resulta poco atrayente comparada con la de su predecesora, Wolf logra muy rápido que Viviré con tu recuerdo tome vuelo propio. El vacío generado por el silencio se vuelve estructural para él, para el espectador y de a poco cada vez más lejano, para el fragmento de fílmico en el cual el rostro de la cantante evoca sus recuerdos y los calla al mismo tiempo. Sobre la mitad de la película, la obsesión del director por llenar el vacío se vuelve finalmente, en el protagonista principal. Él habla sobre la imagen de Ada, intenta descubrir lo que dice, y cuanto más cerca está de su objetivo, más lejano lo siente. Con maestría, la cámara se detiene sobre cada uno de los momentos en los cuales los personajes intentan dilucidar los diálogos, a veces con el film de fondo, a veces sin siquiera mostrar los rostros y otras (las mejores) sin siquiera enfocar la película, logrando llenar el vacío privando al espectador de toda posible relación directa con el film. Con la misma aparente casualidad con la que el vacío se hace un lugar en el corazón de la trama, Viviré con tu recuerdo encuentra su propio camino alejado por un lado de Yo no sé qué me han hecho tus ojos, pero sin nunca perder de vista que la ausencia es el motor que dispara ambos relatos. Más interesante como ensayo filosófico que como documental de investigación, Viviré con tu recuerdo es casi exquisita, definitivamente imperdible para todo aquel que pretenda del cine más que un mero entretenimiento.
Querido Papá de Yuval Delshad llega a los cines y promete mucho. Querido Papá es una pequeña gran película en la cual las tradiciones y las relaciones familiares se observan desde la intimidad de un pequeño emprendimiento familiar, con grandes actuaciones y un guion muy interesante, aporta una nueva visión de un conflicto que parece atravesar a todas las sociedades. Moti es un chico Israelí de familia de inmigrantes Iraníes que vive en la casa que su abuelo construyo, junto con una granja de pavos. Su padre se hizo cargo hace ya algunos años de la granja y quiere instruir a Moti en el trabajo con los animales. Pero Moti tiene otros planes. Con habilidades extraordinarias para la construcción, Moti quiere ser ingeniero. Su padre, al mismo tiempo que es juzgado por el abuelo por no poder impartir su autoridad, intenta por todos los medios convencer a Moti de aceptar un futuro en la prospera granja familiar. La relación padre-hijo encuentra en Querido Papá una nueva forma de ser retratada, al cruzar tres generaciones de hombres en una sociedad patriarcal donde el punto de colisión no es la relación con las mujeres sino la fuerte relación de dominación y poder ejercida por el abuelo a sus hijos y por consiguiente a su nieto. La tensión de la familia a medida que se pierden las costumbres patriarcales tiene su correlato en la situación Iraní en Israel, y el abuelo mira desesperado como sus tradiciones desaparecen, al mismo tiempo que intenta forzarlas en su hijo y nieto por medio de un poder y autoridad que ya no existen más. Si bien todos los actores en la película son excelentes, sobresale la de Asher Avrahami, el debutante chico que encarna a Moti. Sin caer en exageraciones ni el diálogo sobre explicativo (lo cual es un gran mérito del guion de Yuval Delshad, también director del film) Asher logra encontrar en Moti un motivo de rebelión, pero no uno cualquiera, Moti quiere ser libre, esa misma libertad que su abuelo ve negada en un país que poco tiene para ofrecerle a un Iraní. Definitivamente, Querido Papá es una película que solo puede ser definida como exquisita. Profunda sin ser avasallante, potente y medida al mismo tiempo, y sobre todo, muy humana en su forma de contar una situación que si bien ya se vio en cine muchas veces, pocas se mostró de una forma tan realista e íntima.
En un año donde el cine de animación trajo más promesas que guiones, llega Cigüeñas, una historia fresca, con mucho ritmo y mucho trasfondo que va a entretener y emocionar a chicos y grandes al mismo tiempo que transmite un hermoso mensaje de familia. Junior es una cigüeña que trabaja para una compañía que hace años “entregaba” bebes pero que cambio el rubro para dedicarse a la entrega de encomiendas, un negocio mucho más lucrativo y menos comprometido desde lo emocional. El superior de Junior le informa que será ascendido a jefe próximamente, pero que antes tiene que despedir a Tulip, una niña humana que quedo sin entregar hace 18 años pero de la cual la empresa ya no es responsable por haber alcanzado ella su mayoría de edad. La trama se complica cuando Junior en lugar de despedirla, la encierra nada más y nada menos que en el lugar donde llegaban hace años las cartas de pedidos de bebes. Ahí es donde entra en juego Nate, un niño que deseoso de tener un hermanito, escribe la carta a escondidas de sus padres y la envía. Dicha correspondencia es recibida entonces por Tulip quien produce al bebe y entonces se tienen que embarcar con Junior en una aventura en la cual hay que entregar urgentemente a la hermanita de Nate antes que todo este asunto salga a la luz. ¿Compleja la trama de Cigüeñas? Parece, pero los chicos no se pierden, está muy bien explicado todo y los personajes son carismáticos, logrando así que la concentración de la audiencia sea la ideal. Y no solo es la trama lo interesante, todo lo que se habla en la subtrama tiene mucha profundidad también. Las nuevas familias, los cambios de la sociedad, la falta de vínculos… Y una de las mejores cosas que tiene esta película es donde justamente, están fallando la mayoría de las otras: los personajes secundarios. Los lobos, los padres de Nate, y hasta el desubicado Jasper, están perfectos. El doblaje al español es muy prolijo, lo cual también le agrega mucho a la actuación del elenco dibujado. Cigüeñas es una película hermosa, que va a dejar contentos a todos los miembros de la familia, con un excelente guion, una estética muy cuidada y personajes interesantes que emocionan, y que al mismo tiempo da lugar a la reflexión sobre el estado de la familia actual.
Mezcla de comedia romántica, thriller y película de acción, llega Nerve, una revisión del género para las nuevas generaciones, donde lo tecnológico es protagonista. Apenas abrir los ojos lo primero que hace Vee (Emma Roberts) es prender su computadora, conectarse a su celular y hablar con su mejor amiga quien le cuenta de la nueva sensación de internet, un juego llamado Nerve en el cual los protagonistas tienen retos pagos por realizar diferentes actos, a medida que van ganando más y más popularidad. Vee está acostumbrada a vivir bajo la sombra de Sydney hasta que finalmente decide que es suficiente, ¿y que mejor forma de dejar de mirar la vida pasar y comenzar a vivirla que transformarse en un jugador más de Nerve? . Y es en su primer reto donde va a conocer a Ian (Dave Franco) con quien armara un equipo que parece imparable. El problema es que a medida que la noche avanza, los retos se van complejizando, desenmascarando una trama más compleja de la que Vee esperaba encontrar. Nerve es un film que revive la idea de películas anteriores como The game (David Fincher, 1997) o Criaturas salvajes (Wild Things, John McNaughton, 1998), un cine en el cual la trama se va reformulando a medida que la intriga avanza, dejando entrever nueva información mientras los protagonistas van develando el misterio, aunque en este caso la realidad es que la trama no es tan grande ni compleja y funcionan más los momentos de romance o pelea entre amigas que el misterio en sí. En este aspecto también es una lástima que los actores no estén preparados para poder darle un poco más de credibilidad a la historia. Hay toda una generación de chicos hoy día que están entrando a una adolescencia en la cual la tecnología abarca todo su espectro social, y para ellos está dirigida esta película. Juzgarla desde la óptica cinéfila carece de toda importancia porque la realidad es que pocas películas logran captar como Nerve el universo absolutamente críptico de la vida social en las redes, y la realidad es que estos nuevos espectadores no están tan acostumbrados a este tipo de films, con lo cual el producto final es más que valido para ellos. Sin buenas actuaciones, sin buenos climas y sin demasiado cuidado por lo estético, Nerve sirve como lo que es, una película para adolescentes que centran su vida alrededor de la tecnología y sus amistades y que seguramente encontraran el film atrapante más allá de lo que generaciones anteriores pueden llegar a opinar.