Texto publicado en edición impresa.
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Todos lo sospechábamos, pero esta película lo confirma: Leatherface, también conocido como El loco de la motosierra en la serie de "The Texas Chainsaw Massacre", tuvo una infancia difícil. Justamente este film póstumo de Tobe Hooper (en papel de productor esta vez), creador del film original que en la década del 70 se convirtió en el film independiente más taquillero de la historia, empieza con un prólogo en el que el pequeño Jed recibe una motosierra para su cumpleaños, pero decepciona a toda a su familia cuando se niega a utilizarla contra un vecino que le trajeron para el festejo. Obviamente el resto del film se ocupa de explicar cómo este hermoso niño y luego amable adolescente a pesar de estar recluido en un asilo para jóvenes dementes- termina siendo el asesino serial que ha alimentado la taquilla mundial durante décadas. "Leatherface" es básicamente la historia de la fuga de ese asilo, con creativas y fuertes escenas de acción y horror, pero el guión en su conjunto no está a la altura de algunas escenas aisladas que justifican el film. Hay que destacar la desaforada actuación de la talentosa Lili Taylor como la madre de la criatura.
Dos chicas bastante tilingas recorren Europa dejando a su paso un derrotero de cadáveres, ya que la premisa de "Mi ex es un espía" es que la frivolidad femenina puede superar cualquier red de inteligencia internacional. Mila Kunis empieza el film muy triste, porque acaba de separarse de su novio, un tipo supuestamente angelical que tiene un trabajo rutinario, pero eso es hasta que aparece gente persiguiéndolo y ella recibe una estatuilla que él le pide que guarde como un tesoro y sólo entregue a la persona indicada. Así es como la protagonista y su descerebrada mejor amiga, Kate McKinnon, van escapando una y otra vez de espías y villanos extranjeros, algunos pintorescos como una asesina acróbata y sin amigas, detalle que hace que las odie especialmente. Hay muchas, tal vez demasiadas escenas de acción si se tiene en cuenta que esto, antes que nada, es una comedia (hay una persecución con motos que está, sin embargo, bien resuelta). Y algunos gags divertidos, aunque en el medio de material más mediano y previsible.
Las historias de los sobrevivientes a un naufragio, solos en medio del mar, ya se ha filmado muchas veces, y tal vez ésta sea la principal falla de la buena película del islandés Baltasar Kormakur, que emigró a Hollywood para hacer excelentes thrillers como "Contrabando". Aquí, a pesar de la inmensidad del océano, Kormakur se vuelve más intimista, ya que el truco para mantener el interés dramático es una narración no lineal que intercala escenas de la historia de amor entre los dos protagonistas con los angustiantes momentos de los más de 40 días de supervivencia a la deriva en un velero medio destruido. Shailene Woodley y Sam Claffin son los navegantes que se conocen en la Polinesia y, pocos meses después, aceptan el encargo de llevar un lujoso velero desde Tahití hasta San Diego en los Estados Unidos. Pero el cruce del Pacífico se complica cuando les aparece un tifón. Basada en una historia real, la película tiene imágenes atractivas y una creíble actuación de la protagonista, pero el aire a déjà vu no falta en la mayoría de las escenas.
Luego de ser nombrada ministra de salud del Gobierno británico, una mujer organiza una fiesta para celebrar el acontecimiento con sus seres queridos. Pero, tal como se ve en la primer toma de "The Party" de Sally Potter, con la funcionaria sosteniendo una pistola, distintas revelaciones se desencadenan en la fiesta. Filmada en un blanco y negro que logra algunas imágenes atractivas, Sally Potter urde una comedia de costumbres muy dialogada, casi al punto de lucir como teatro filmado, a pesar de que es un guión original de la directora de "Orlando" y "La lección de tango". Las situaciones se van volviendo más intensas a medida que las revelaciones se acumulan, incluyendo una enfermedad terminal y una pareja de lesbianas que, gracias a la inseminación artificial, esperan trillizos. A eso hay que agregarle una serie de infidelidades que se descubren a lo largo de los escasos 71 minutos de metraje. Las buenas actuaciones ayudan a disfrutar de esta reunión de gente civilizada, aunque el que realmente se luce es Bruno Ganz como un aromaterapeuta totalmente fuera de lugar en la fiesta de la ministra.
Hacer lo correcto puede ser problemático, o al menos eso parece querer decir este thriller, segunda película como director de Dean Devlin, habitual productor de las catástrofes épicas de Ronald Emmerich. Luego de la superproducción futurista "Geotormenta", Devlin se dejó llevar esta vez por un tipo de emoción más intimista, con un psicópata persiguiendo a dos ladrones de poca monta que se cruzaron en su camino. El asunto no deja de tener su lado intrigante y original. El valet de autos de un carísimo restaurante le entrega el auto a su socio; delincuente que a través del GPS va a la casa del cliente y roba lo que mejor luzca y pueda tener a mano durante el breve lapso que les permite la cena de la víctima. Sólo que un mal día aparece un tipo de aspecto raro, con un llamativo auto deportivo italiano, que en su casa tiene algo muy tremendo que ocultar. David Tenant es uno de esos psicópatas pasados de rosca pero, a su modo, entretiene en este thriller con demasiadas incongruencias pero con ritmo y buena dosis de sustos y truculencias varias.
"Esta comedia negra puede funcionar o no según cómo le caiga al espectador una siniestra parodia de los personajes que alegraron su niñez. Nos referimos a los muñecos creados por Jim Henson en programas y películas de culto como "EL show de los Muppets" o "Plaza Sésamo", que en esta comedia son vilipendiados a más no poder por el hijo del creador de tanta magia marionetística, Brian Henson. "The Happytime Murders" imagina un universo paralelo donde los seres humanos y los muñecos tipo "Sesame Street" conviven con la mayor naturalidad, aunque es a una policía humana, interpretada por Melissa McCarthy, la que tiene que investigar quién está matando a las marionetas de un antiguo y famoso programa. El humor negro y sobre todo la parodia de los Muppets es lo que en principio toma por sorpresa al espectador y lo hace reír o, como se dijo antes, tal vez indignar, eso depende del temperamento de cada uno--, pero lo cierto es que luego de la sorpresa inicial la película se queda un poco corta en gags y en desarrollo argumental, aunque lo cierto es que los chistes buenos bien justifican la entrada.
Desde "Día de entrenamiento", Denzel Washington y el director Antoine Fuqua vienen formando un gran equipo que ha dado lugar a excelentes películas como la remake de "Los 7 Magnificos" o la taquillera "El justiciero". Justamente el éxito de esa película provocó que Washington encare por primera vez una secuela, y no por nada esta segunda parte es superior al original en varios sentidos, empezando por la profundización del carácter de samurai moderno del protagonista, un exagente del Gobierno ahora dedicado a "ecualizar" las injusticias que observa a su alrededor. "El justiciero 2" está estructurada en tres partes bien definidas, y la primera, en la que se describe la vida solitaria del personaje central y sus explosivos ataques a tipos horribles que, sin su intervención, se habrían salido con la suya, es de lo mejor del film. Por otro lado, la última media hora, con su tremendo enfrentamiento contra agentes del Gobierno tan aguerridos y expertos como él, en medio de una tempestad, está destinada a ser considerada un clásico del cine de acción moderno. En el medio, "El justiciero 2" se convierte en un intrincado e inteligente film de espías y conspiraciones que saca al personaje del retrato surgido de la serie de TV en la década de los '80 en la que se basan ésta y la anterior película. Es una variación inteligente sobre un personaje que, tal vez, vuelva a aparecer en una nueva secuela.
¡Ya no las hacen así! Antes de mandar a los multiplex de todo el planeta algún megabodrio, hay un montón de filtros dedicados específicamente a evitarnos el placer de disfrutar este tipo de engendros fallidos, que pueden resultar mucho mas divertidos que tantas producciones mediocres, olvidables y supuestamente un poco más dignas. A favor de "The Meg" se puede decir: esto es un autentico megabodrio, y sus intermitentes idioteces argumentales mezcladas con imagenes impresionantes bien valen el precio de la entrada al cine. "The Meg" empieza como una especie de "El abismo" de James Cameron, sigue como si nadie se acordara de "Tiburón" de Steven Spielberg, e inclusive continúa manteniendo el centro de atención en la problemática de los personajes mas insulsos y obvios posibles. Dado que el "Meg" megalodón- de marras es un pantagruélico escualo prehistórico capaz de armar desastres al mejor estilo Godzilla, el guión se queda bastante corto a la hora de que el tiburón gigante del titulo haga de las suyas. Lo peor probablemente sean las interminables dos horas de duración, en general con las cosas mas enfocadas en el supuesto interés humano y no en las potenciales catástrofes provocadas por el monstruo en cuestión.