Malu Leicher es Lili, una niña alemana con un superpoder especial, el de hablar con los animales al mejor estilo de Dr. Dolittle (no por nada en la versión internacional de esta película alemana el titulo ha sido cambiado a "Little Miss Dolittle"). Como sucede en estos casos, el talento de la protagonista es un secreto familiar, y sólo sus padres saben que puede dialogar con todo tipo de animales. Pero este don oculto pronto entrará en acción cuando llegue el momento de rescatar a un elefantito que cayó en manos de traficantes de animales salvajes. La acción tarda un poco en arrancar en esta divertida película infantil que se apoya demasiado en el gag principal, que es ver a la protagonista hablando con perros, gatos, cerditos y, por supuesto, también con el elefantito ya mencionado. Pero cuando la trama se torna más coherente que el simple diálogo con animales el ritmo mejora y los gags arrecian, algunos bastante buenos. Hay que mencionar también que la película cuenta con una colorida dirección de arte, de estética altamente kitsch.
Christie Burke es una madre que acaba de dar a luz a dos gemelos, de los cuales sólo uno sobrevive. Pronto empieza a tener horribles visiones y empiezan a ocurrir cosas extrañas que la llevan a tener las sospechas más siniestras. El director canadiense Brandon Christensen utiliza con cierta astucia los miedos propios de la maternidad y, especialmente, hace buen uso de las posibilidades para un relato fantástico de la depresión post parto; por eso, en sus mejores momentos, "El demonio quiere a tu hijo" es un film de terror de bajo presupuesto con un nivel de tensión muy aceptable. Además, durante buena parte de la proyección (la película llega raspando a los 90 minutos), la progresión argumental está matizada con más de un buen par de sustos, algunos de los cuales están vinculados a las cámaras para cuidar a los bebés. Lamentablemente, el guión no está a la altura de la premisa, y la película va cayendo en pedazos mucho antes de alcanzar el bastante poco convincente desenlace. Eso sí, la actuación de la protagonista es muy buena y era digna para un film mejor que éste.
Reseña publicada en edición impresa.
Preocupante: el cine de arte copó las películas de zombies. O al menos esto es lo que se desprende de esta pequeña producción canadiense en la que su director, Robin Aubert, parece estar descubriendo cosas que todo fan de la primera "Night of the Living Dead" de George A. Romero de 1968 ya conoce. Por ejemplo, sin que se sepa la razón científica, muchos habitantes de un pueblo cercano a Quebec se han convertido en zombies famélicos a los que sólo se puede matar disparándoles o decapitándolos. El hermetismo, que era una parte esencial del film de Romero (y de sus posteriores secuelas), aquí es utilizado como una gran novedad, pero la lentitud de las viejas películas de muertos vivos surgía más que nada de la falta de presupuesto, aunque aquí el ritmo está afectado a propósito, como si se tratara de una de zombies a lo Antonioni. El director reúne, con paso parsimonioso, a varios sobrevivientes de la plaga zombie y recién a la hora de proyección junta su elenco coral y empieza a manejar más adecuadamente el ritmo. Los aficionados al género quizá se lleguen a exasperar un poco al principio, pero la película no está del todo mal, e inclusive tiene algunos detalles gore originales.
Antes que nada, hay que celebrar "Cada día" por marcar el regreso de uno de los primeros estudios realmente indie, Orion Pictures, el de éxitos de taquilla como "Robocop" o "Pelotón", que termi- nó en bancarrota a principios de los 90. Luego, más allá del tono de romance sobrenatural para el subestimado público teenager, la premisa de "Cada día" es formidable, y resulta evidente que David Levithan, escritor del best seller original, analizó los mejores cuentos, y guiones de los episodios de "Dimensión desconocida" o películas como "Pide al tiempo que vuelva", de Richard Matheson. El protagonista es "A", un ser espiritual, cuya alma reen- carna día tras día en el cuerpo de un hombre o mujer de su misma edad, que no viva muy lejos del último "cuerpo usurpado". Este ser, en realidad una versión romanticona de "El horla" de Guy De Maupas- sant, si bien produce la sensación de "posesión diabólica" en algunos de los afectados, se concentra en su amor casi imposible por una típica adolescente americana, a la que logra enamorar cuando se encuentra en el cuerpo de su atlético novio del colegio secundario. La primera mitad de "Cada día" promete algo brillante, pero cuando las cosas podrían ponerse intensas, el guión abrocha todo de la manera más liviana y convencional. También faltaría un mejor elenco, aunque entre los "usurpados" se destaca Lucas Jade Zumman, algo así como el Anthony Perkins del siglo XXI.
A esta altura cuesta darle giros nuevos a la saga cinematográfica de "Misión: Imposible", que comenzó Brian De Palma el siglo pasado. En esta sexta entrega hay dos elementos que podrían marcar algún atisbo de novedad: uno es la idea de que la acción prevalezca por sobre lo demás, y la otra son los detalles que marcan cierta tendencia a la falibilidad del espía estelar, Tom Cruise. Justamente, como indica el título original, la trama surge de una misión que no sale bien al principio de las largas pero nutridas casi dos horas y media de proyección. Hay un demente que cree que, para lograr la paz, debe haber antes una gran destrucción, y desde luego nuestros héroes deben evitar que eso suceda. Para lograrlo destruirán todo a su paso por ciudades como Londres y París, donde hay dos vertiginosas persecuciones bien filmadas. La acción no da tregua, y hay todo tipo de medios de transporte y locaciones urbanas o paisajísticas; también un excelente clímax en la nieve donde tirotearse, perseguirse o trenzarse a patada limpia. Tom Cruise parece cada vez más decidido a convertirse en un moderno Douglas Fairbanks, e intenta hacer él mismo sus propias escenas de riesgo, que justamente están diseñadas para dar la idea de que el héroe, después de todo, no es otra cosa que un ser humano y puede errar un salto, o ser atropellado cuando corre en moto. Esta conjunción redunda en una buena película de intensa acción, con un guión bastante desdibujado, lo que en casos como este tal vez sea lo de menos.
Este film sobre el atentado a la AMIA es desparejo pero tiene tres grandes puntos a su favor. Para empezar, luego de tantas décadas de ver cada mes de julio por TV el mismo material de noticieros y los actos donde al final el tema es si va o no la presidenta o el presidente, "Ikigai, la sonrisa de Gardel" le da al espectador la oportunidad de recordar ese miserable atentado criminal aún sin justicia de un modo muy original, que incluso puede arrancar varias sonrisas entre la angustia y la bronca. Por otro lado esta película de Ricardo Piterbarg parte de una gran idea. Ikigai es una expresión japonesa que, tal como cuenta un tintorero, significa "volver a vivir", y la artista Mirta Regina Satz, utiliza esa idea para combinarla con su mural de distintos "Gardeles" sonrientes hecho con los mismos escombros de la AMIA. El asunto es que entre el diálogo con el japonés y la idea del tango , el espectador se mete en testimonios que no tienen que ver directamente con el atentado, pero que obviamente está en el trasfondo y sorprende de otra manera a través de las distintas entrevistas. El tercer punto atractivo es la banda sonora tanguera, sin desperdicio. Eso si, las intervenciones de Mirta Regina Satz por momentos son excesivas, y en medio de testimonios sustanciosos hay otros que se van por las ramas. Hay un buen trabajo de edición y sobre todo, un tema que jamás tiene que dejar de interesarnos.
Lo mejor que se puede decir de este extraño film es que muestra, de una manera bastante amena, los detalles pintorescos del folklore en los que cree firmemente la población de un pequeño pueblo escondido en la provincia de Buenos Aires, El Dorado. Desde las prácticas típicas del curanderismo para el empacho, o las frotaciones que se pueden hacer con un sapo para el dolor de muelas hasta el más grave mal al que se refiere el título, el espanto, especie de histeria que, como dicen estos pueblerinos, sólo suele darse en mujeres, y que nadie sabe curar, salvo el misterioso y hosco Jorge, un curandero de aspecto siniestro. Todas las prácticas van siendo explicadas y en algunos casos también mostradas. Durante la primera media hora "El espanto" funciona bastante bien ya que sus descripciones son insólitas y a veces graciosas, además de que el ritmo narrativo es ágil y el asunto genera interés. Pero a medida que avanza la proyección el tema se dispersa, las entrevistas empiezan a cambiar de tópicos y toda la película se desenfoca. Por otro lado no se entiende del todo bien el objetivo de los codirectores, aunque con un poco de optimismo podría explicarse este proyecto como un curioso ejercicio herzogiano, claro que sin Wener Herzog. Atrapará a los interesados en el folklore del campo argentino.
Este es el debut como director del guionista de "El orfanato", y aunque guarda un estilo similar digamos que hay terror con niños involucrados- la verdad es que ésta es superior. "Secretos ocultos" además es muy interesante como ejemplo de producción española filmada en inglés para el mercado internacional, que recuerda a los intentos del talentoso Bigas Luna con títulos como "Anguish" y "Reborn", films de culto que sin embargo no tuvieron la repercusión que merecían. El film comienza con una madre y sus hijos llegando a un caserón en Estados Unidos en el que cambiarán su nombre por Marrowbone para alejarse de un oscuro y conflictivo pasado en Inglaterra. Pero la madre está enferma y muere, y los chicos quedan al cuidado del hermano mayor, que los presiona para vivir aislados del pueblo, donde el sólo tiene relación con un abogado y con una chica que conoció de una manera pintoresca cuando llegaron a la casona. Pronto la chica se va dando cuenta que a estos hermanos les pasan cosas raras, y el espectador va viviendo situaciones terroríficas que los afecta hasta llegar a un descenlace que tiene de todo. Este tremendo melodrama de terror tiene algo de "Psicosis", de films de fantasmas y logra dar los giros inesperados a tiempo para que el público se sorprenda. Para lograrlo tal vez se demora en escenas que no son tan interesantes, insertadas en medio de muchas secuencias que siítienen un suspenso y un terror apabullante. En el medio de todo esto hay también imágenes hermosísimas muy logradas por este guionista que demuestra ser también muy buen director.