El ángel extermina en bar madrileño En su película anterior, "Mi gran noche", Álex de la Iglesia encerraba un montón de personas, incluyendo a Raphael, dentro de un estudio de televisión. Ahora decidió hacerlo con menos gente en un lugar más pequeño, uno de esos típicos barcitos de Madrid donde se bebe un carajillo o se come un pincho de tortilla al paso. Todo esto podría parecer simpático y pintoresco si no fuera porque "El bar" es una de las películas más terribles y oscuras de un director que ya de por sí no se especializa en entretenimientos familiares. De la Iglesia suele hacer comedias negras en las que todo es gracioso de principio a fin a pesar -o, en realidad, gracias- a sus detalles siniestros. "El bar" es una auténtica película de terror ya que en un punto es más horripilante que "El día de la bestia". También es un film más serio en lo que hace a las relaciones humanas, ya que la historia de ocho personas atrapadas por un episodio violento y enigmático que no terminan de entender es una trama pensada para sacar a relucir las mayores miserias de sus personajes. Como hay gente de todas las clases sociales, desde un pordiosero a un publicitario, es fácil para el espectador identificarse con ellos, aun cuando lleven a cabo todo tipo de barbaridades. Quizá éste sea el gran logro de una película que, además de estar muy bien actuada y filmada, tiene el sello de intensidad y diversión del cine de De la Iglesia.
Cuerpos fragmentados en película de horror no menos fragmentada En "El secreto tras la puerta" ("The Secret Beyond The Door", 1948), la obra maestra olvidada de Fritz Lang, el arquitecto Michael Redgrave necesitaba compulsivamente reconstruir habitaciones en las que habían tenido lugar crímenes famosos. El villano de esta moderna película de terror de bajo presupuesto, "Abattoir", tiene una compulsión parecida pero va aun mas lejos, ya que directamente compra las edificios donde se han cometido crímenes para llevarse la habitación o el lugar propiamente dicho donde se haya cometido el homicidio. Lastima que el director Daren Lynn Bousman, director de varios titulos de la serie de "El juego del miedo", da muchas vueltas para llegar a contar una historia que, por otro lado, sin dudas es bastante tirada de los pelos, y que para funcionar necesitaba una narración de pulso más firme. Por eso la película termina resultando muy fragmentada en partes desiguales, que incluyen un homicidio inicial, una investigación posterior sobre la habitación arrancada de una casa, la visita a un pueblo fantasma donde llevan todas las pistas, y la aparición del verdadero coleccionista de crímenes. A favor de "Abattoir" se puede mencionar la generosidad e imaginación de los detalles gore, algunos climas logrados, y no mucho más.
Superheroína bravía, pero no muy apta para romance Pensar en un superhéroe de historieta, ya sea Batman o Superman, es pensar en una serie de aventuras sobrenaturales en un ambiente urbano y relativamente contemporáneo, como el de Ciudad Gótica o Metrópolis. Por eso esta versión para cine de la popular Wonder Woman ofrece algo bastante novedoso: una superheroína que se desenvuelve en un contexto épico y de época. Según las historietas originales de DC Comics, Diana, más conocida como la Mujer Maravilla, vino de la isla de las Amazonas creada por el mismísimo Zeus y se encaminó a luchar contra los villanos alemanes, que en la vieja serie de TV protagonizada por Lynda Carter eran villanos nazis, y que en esta película se transforman en los esbirros del Kaiser de la Primera Guerra Mundial. Por eso, los mejores momentos de esta nueva "Wonder Woman" incluyen espectaculares combates de las amazonas armadas con flechas y espadas contra soldados alemanes con fusiles y ametralladoras, y hasta una gran escena con Diana liderando a los soldados franceses hacia la tierra de nadie en la guerra de trincheras. Estos climax épicos se intercalan con algunos divertidos gags referidos al choque cultural de la amazona en medio de Londres, y los interludios románticos entre la pareja protagónica formada por la heroína Gal Gadot y el espía inglés Chris Pine. Como la pareja no saca muchas chispas en lo romántico, y con más de dos horas y demasiados elementos distintos a reunir, la película se vuelve larga y despareja, más allá de sus cosas atractivas. Por ejemplo, la desfigurada y malísima científica alemana encarnada por Elena Enaya.
Las pesadillas de un oficinista ordinario Esta delirante comedia franco-belga es una de esas películas más raras que eficaces, aunque hay que reconocer que tiene sus momentos divertidos y es bastante entretenida. El planteo es gracioso, ya que el protagonista es un oficinista divorciado con dos hijos adolescentes que vive abrumado por dejar que, tanto en su vida personal como laboral, e inclusive hasta con sus vecinos, todos se aprovechen de él de distintas maneras. Pero eso que empieza por carriles más o menos normales, va derivando paulatinamente en una oreja cortada, dos escapados del manicomio asilados en su casa con un cajón de explosivos debajo de la cama y un ejército de ranas en el balcón. El director Dominik Moll, conocido por la extraña "Harry, un amigo que te quiere bien", da su visión casi alucinatoria sobre la vida cotidiana y aumenta la locura de a pequeñas dosis hasta llegar a un disparate total, y para que eso se sostenga se vale de las excelentes actuaciones de François Damiens y Vincent Macaigne como el oficinista abrumado y su compañero del trabajo respectivamente, luego internado en un psiquiátrico. "Estas ´Noticias...´ tal vez no sean del todo parejas, pero sin duda pueden hacer pasar un buen rato.
Notable policial finlandés Esta película es algo especial no sólo por lo original del tema, sino por la excelencia con la que está contada y filmada. El director finlandés Klaus Haro, que en 2003 fue ganador del festival de Berlín con su film "Elina", ahora demuestra un gran talento como narrador de una historia real sobre la vida en el régimen stalinista. La acción comienza a principios de la década de 1950 en un pequeño pueblo de Estonia, ex Unión Soviética, con un nuevo profesor de educación física de una escuela local. El protagonista, además de haber sido un famoso esgrimista en Leningrado, es un fugitivo de la policía secreta, pero termina arriesgando todo con tal de enseñar esgrima a un grupo de chicos que no se tiene ninguna fe. "El esgrimista" funciona como un singular drama político-deportivo, y es notable cómo el director maneja esta combinación sin descuidar el retrato del personaje central y de los chicos esgrimistas, tejiendo el clima sombrío y de paranoia propio del régimen de Stalin. Lo hace sin cargar las tintas del caso, y se luce especialmente en las escenas de un certamen nacional en el que los espadachines de pueblo compiten contra los campeones de Moscú. La película es pequeña, pero las imágenes y sobre todo el montaje son grandiosos.
Mala copia de una película exitosa Una de las mejores comedias negras protagonizadas por Bill Murray era "Hechizo del tiempo", sobre un reportero metido en un "loop" temporal que por algún motivo repite infinitamene el día más aburrido de su vida. Aquel film de Harold Ramis se llamaba en inglés "Groundhog Day", o sea "El dia de la marmota". Y este nuevo melodrama teenager sobre una chica que repite infinitamente un día trágico bien podria llamarse "El día de la marmotita". Es que los personajes creados por la escritora Lauren Oliver en su best seller para el mercado adolescente "Before I Fall" son tan típicos que podrían pasar por integrantes de un reality show del canal MTV si no fueran tan ñoños. En tal sentido, el principal problema que tiene esta novelita fantástica es que durante casi los primeros 45 minutos lo que sucede es tan obvio que la chica realmente llega a dar pena, pero por las razones equivocadas. Bill Murray sólo demoraba un par de actos para darse cuenta que podía acometer cualquier cosa demente, total no tendría consecuencias, pero a Zoey Deutch le lleva un rato bien largo. Por suerte en un momento lo advierte y el asunto se vuelve más entretenido, hasta llegar al final boy scout sobre las virtudes de ser bueno y, entre otras cosas, no hacer bullyng. Una película que sólo puede interesar a un reducido target de adolescentes.
Scott: regreso con gloria a “Alien” En 1979, "Alien, el octavo pasajero" revolucionó el cine fantástico al combinar la ciencia-ficción con el terror. Pero más allá del brillante trabajo de su director, Ridley Scott, el film era el concurso de muchos: los diseños del monstruo de H. R. Giger, las actuaciones de John Hurt y Sigourney Weaver, los productores y guionistas David Giler y Walter Hill, tal vez los auténticos factótums del proyecto y la saga que vino después, para la que convocaron a James Cameron. No por nada los dos personajes centrales de "Alien: Covenant" son dos androides llamados David y Walter, interpretados ambos por Michael Fassbender, quien al igual que todos están al servicio de un todopoderoso Ridley Scott, que volvió como un verdadero "auteur" del cine fantástico, imponiendo autohomenajes y caprichos que demuestren que si estos marcianos pueden seguir dándole millones a la Fox, es gracias a Él, su Creador. La trama, como la anterior "Prometeo" precuela no oficial con la que Scott volvió al espacio-, gira en torno a seres megalómanos que, para sentirse raza superior, necesitan crear vida a su gusto, ya sea humanoides o mutaciones extraterrestres. En los climax de egotrip, Scott hace que los dos androides gemelos debatan sobre Lord Byron y Mary Shelley, o que uno le obligue a tocar la flauta al otro (esto parece un chiste televisivo, pero es literal), además de agregar guiños a "Blade Runner". Pero el director de "Gladiador" también tuvo la astucia de filmar las más contundentes escenas con los aliens desde su película de 1979, inclusive superando a las masacres de los bichos de Cameron. Scott va creando tensión de a poco, pero ni bien la tripulación del Covenant pone un pie en lo que creen será un planeta paradisíaco, la pantalla se inunda de sangre. Además, el elaborado diseño de sonido hace que estas nuevas criaturas aterroricen al público aun cuando están fuera de cuadro. Si bien es cierto que hay más toques "autorales" de lo sensato, el terror cósmico golpea fuerte, aun en el mejor desenlace de la saga.
Un policial que se toma muy en serio "El gran golpe" empieza con un impresionante robo a un banco por una banda de sofisticados asaltantes enmascarados y armados hasta los dientes. La película tiene fuertes escenas de acción, pero en la medida que luego describe más asaltos a distintas sucursales del mismo banco, presidido por un oscuro magnate encarnado por Bruce Willis, va quedando claro que el guión tiene pretensiones de algo más que un policial. Y aquí esta el problema: la película quiere ser más de lo razonable, y va del film negro al de acción, al melodrama y el thriller conspirativo, para colmo mezclando demasiados personajes, casi todos policías o agentes del FBI o exmilitares, todos con pasados trágicos y motivaciones revanchistas con la idea de confundir al espectador acerca de la identidad del jefe de la banda. Por momentos hay una mezcla de géneros un poco híbrida, pero la película no deja de tener sus partes buenas, sobre todo en la primera mitad, llena de acción y suspenso, que luego repunta hacia el final. Hay que aclarar que no es la típica película con Bruce Willis, que actúa poco, y que en realidad el verdadero protagonista, como el agente del FBI a cargo de la investigación, es el eficaz Christopher Meloni.
Redundante nueva versión para el cine del Rey Arturo La leyenda del Rey Arturo, los Caballeros de la Mesa Redonda, la espada en la piedra y el mago barburdo han sido filmados demasiadas veces como para que tenga sentido seguir haciéndolo ad eternum, sobre todo si se tiene en cuenta que de las múltiples versiones, ya sean hollywoodenses o británicas, las pocas que han sobrevivido al paso del tiempo son la magnífica "Excalibur" de John Boorman, y la divertida película animada que marcó, en los 60, el final de los films de dibujos de los estudios Disney. Pero ahora Guy Ritchie también quiere empuñar la espada de Arturo y, tratando de hacer algo diferente, lo único que logra es armar un tremendo hibrido, sólo por momentos divertido, ya que el film se toma a sí mismo más en serio de lo que hace falta. Tal vez este detalle sea el más delirante, ya que entre los nuevos caballeros hay anacronismos como el conocimiento de artes marciales. Ritchie es un experto en cine urbano y, tal vez, lo más interesante de su film sea la visión de una extraña y populosa Londinium, que se disfruta al igual que algunos momentos épicos filmados con vistosos recursos visuales. En cambio, Charlie Hunnam es un Arturo plebeyo no muy convincente, a diferencia de Jude Law que compone un villano temible.
Lazos familiares peligrosos en un sutil drama francés Este pequeño drama franco-canadiense tiene la cualidad de plantear una historia distinta sobre los lazos familiares y lo hace a través de una trama que podría haber caído tanto en el policial como en el culebrón, pero a la que por suerte el director Philippe Loiret equilibra con sensatez para lograr un tono propio. Pierre Deladonchamps vive una vida tranquila en Paris cuando lo llaman desde Canada para decirle que su padre, a quien nunca conoció, y del que nunca supo absolutamente nada, ha muerto, y que pidió que le manden una encomienda desde Montreal Pero, luego de tamaña noticia, el "hijo de Jean" no espera el envío y directamente cruza el Atlántico para descubrir al mejor amigo de su padre, y que ante los acontecimientos su presencia no es grata ni cómoda, sobre todo para sus dos hermanos que no sabían nada de su existencia. Para colmo, el tal Jean murió de un supuesto ataque cardíaco a bordo de un bote, pero su cuerpo se hundió en un lago, y su ausencia genera lógicos problemas para la herencia. El argumento va filtrando de a poco varias sorpresas para concentrarse finalmente en la relación entre el protagonista y el amigo de su padre (un excelente Gabriel Arcand) y su familia. Sólidamente actuada, "El hijo de Jean" apunta a la emotividad sin abusar de los golpes bajos, lo que en estos casos es todo un logro.