Sólo para valorar mejor lo que indica el GPS Dado que los vampiros surgieron de la literatura irlandesa, gentileza de Sheridan Le Fanu y su obra maestra "Carmilla", se podría pensar que el incipiente cine de terror irlandés estaría a la altura de las circunstancias al tratar el género. Pero esta modestísima película de terror de bajo presupuesto no da en el blanco al contar las desventuras de una pareja que tendría que haber mirado con más cuidado su GPS. Es que lo que comienza como un amable paseo en auto por hermosos paisajes de la campiña irlandesa se va transformando en una pesadilla cuando el dúo de amantes -de los que sabemos poco y nada, salvo que él no piensa casarse- se va perdiendo en una zona pantanosa en medio de la nada, hasta que finalmente se les queda el vehículo en un camino lleno de barro. Con la menor originalidad posible, el director hace que las víctimas de lo que está por venir busquen alguna casa donde refugiarse, la que obviamente será bastante siniestra, y en este caso con intermitentes cortes de luz. Algo especialmente problemático dado que a la especie de Nosferatu suelto por ahí no le gusta que le apunten con luz en su feísimo rostro. La película tiene una linda fotografía nocturna, sobre todo en exteriores, y tiene un par de momentos de terror sobrenatural que lamentablemente son muy pocos como para justificar un resultado bastante flojo.
“Jack Reacher” se pone más serio, pero igual entretiene La primera "Jack Reacher" era una comedia negra disfrazada de cine de acción, fórmula que la distinguía de otros productos del género. Además, contaba con muy buenos actores de reparto, empezando por una curiosa actuación del director Werner Herzog como el villano principal. La nueva película de esta franquicia está a cargo de un muy buen director como Edward Zwick, que ya trabajó con Tom Cruise en el excelente drama histórico "El último samurai" Justamente el tema recurrente de las películas de Zwick, ya desde "Tiempos de gloria", es la historia y, lamentablemente, en "Jack Reacher", no hay ningún tipo de tema histórico. La trama esta vez se toma demasiado en serio a sí misma, y el personaje estelar, el vagabundo que dejó el ejército para ir por el mundo impartiendo justicia a su manera, se vuelve un héroe de acción mucho más convencional, igual que todo el film en su conjunto. Lo que no implica que deje de ser entretenido. Zwick filma más que bien y hay escenas de acción y suspenso de sobra, aunque en un contexto argumental más o menos previsible. La novedad es que Reacher reparte patadas a diestra y siniestra con una socia, nada menos que la misma oficial que ahora ocupa su oficina en la policía militar donde el protagonista se desenvolvía con el rango de mayor. Su aguerrida colega, que lo venía ayudando en alguna de sus cruzadas, estaba por ceder a su invitación romántica justo cuando la detienen por supuesto espionaje, algo que el héroe no puede creer. Pronto ambos son fugitivos de la ley y escapando de un superasesino designado por una empresa contratista de las fuerzas armadas. Y en el medio, a Reacher le aparece una supuesta hija adolescente, que gracias a la simpática interpretación de Danika Yarosh, está entre lo mejor de la película, igual que una violenta persecución en medio de un festejo de Halloween en las calles de Nueva Orleans.
Tan disparatada como el asalto real en el que se basa La historia real de uno de los mayores y más ridículos robos a un camión blindado en EE.UU. parece salida del programa de cable "Los videos más tontos del mundo", y justamente ésta es la gracia de esta descerebrada comedia policial, que se nutre principalmente del talento de Zach Galifianakis, que sin duda es el mayor motivo para ver esta película tan divertida como despareja. El actor de las tres "¿Qué pasó ayer?" es el empleado de una empresa de seguridad que se roba 17 millones de dólares de su propio camión de una manera absolutamente estúpida, básicamente porque se deja engatusar por una chica que le gusta demasiado, su compañera Kristen Wiig. Aunque en realidad el verdadero cerebro criminal es otro idiota que a la vez es un canalla interpretado con mucha gracia por un Owen Wilson mucho más desagradable que de costumbre. Todo un ejemplo de cómo la realidad supera a la ficción, al mismo tiempo, al tratar de seguir los hechos reales, el guión sufre abruptos giros argumentales que cambian los climas interrumpiendo el ritmo narrativo. De todos modos, los gags, cuando son buenos, hacen reír a lo grande, sobre todo durante la fuga mexicana del protagonista. Sin ser un gran film, "Locos dementes" puede hacer pasar un rato bastante divertido.
Bridget Jones vuelve con un bebé y media hora desopilante Pasan los años, pero algunas cosas no cambian para Bridget Jones; por ejemplo, festejar su cumpleaños numero 43 sola en su casa,y bastante borracha. Eso le sirve de señal de que necesita un poco de acción luego de demasiado tiempo de celibato, pero el resultado es demasiada acción. Luego del encuentro con un completo desconocido en un festival de rock y del reencuentro con un antiguo novio en un bautismo, Bridge descubre que está embarazada, sin saber cuál de los dos galanes es el padre. La primera media hora de "El bebé de Bridget Jones" es fabulosamente divertida, con una catarata de gags buenísimos uno tras otro, y en general bastante audaces dado el tono argumental necesario para que Bridget vuelva a las andadas. Además, está el velorio del personaje que hacía Hugh Grant en el primer film, que da lugar a chistes sin desperdicio. Pero esta tercera parte de la taquillera "El diario de Bridget Jones" no logra seguir esa intensidad cómica y se va apagando a medida que crece la panza de la protagonista. Lo que en realidad es entendible debido a que necesariamente el embarazo y el nacimiento de un bebé es un asunto más tierno. Esto no impide que la película siga siendo discretamente graciosa, y siempre muy bien actuada por Renee Zellweger y los posibles papás Colin Firth y Patrick Dempsey. Ahora, la que se luce es Emma Thompson como la doctora de Bridget que tiene que arreglarse para tratar a cada uno del dúo de progenitores como si fuera el auténtico padre.
Los espectros se demoran demasiado En el prólogo de "The canal", Rupert Evans le explica a un grupo de escolares que les va a proyectar films de fines del siglo XIX, con gente que está muerta hace rato, por lo que podrían ser considerados fantasmas. El protagonista, un archivista de films primitivos, descubre que el chiste se le vuelve en contra cuando le llegan a su cinemateca varios films policiales de 1902 en los que se ve su propia casa como escena de un crimen. A partir de ese descubrimiento, el archivista empieza a tener horribles pesadillas y peores alucinaciones, siempre alrededor de su casa y de las aguas del canal hidráulico alrededor del cual se cometieron muchos crímenes a lo largo de las décadas. Esta producción irlandesa está bien filmada y parte de una buena idea, pero su principal problema es que se toma demasiado en serio una historia que, con distintas variantes, se ha visto muchas veces. Por otro lado, el ritmo es bastante moroso, y sólo de vez en cuando aparece alguna escena terrorífica realmente eficaz. Recién hacia los ultimos veinte minutos finales se elabora debidamente la relación entre el cine y los espectros, pero para ese momento casi es demasiado tarde.
La Resistencia antinazi como pocas veces se vio El director Sean Ellis se pone a la altura de maestros como Jean Pierre Melville o Andrzej Wajda, de los pocos que contaron historias de Resistencia con minuciosidad histórica, apropiado tono oscuro y violencia sin épica. Hay centenares de películas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero, por algún motivo, sobre las distintas Resistencias hay muy pocas. Este fenómeno puede obedecer a lo terrible que suelen ser estas historias más llenas de crueldad y traición que de épica espectacular o gloria. Por eso algunas de las mejores películas sobre la Resistencia se cuentan entre los mejores trabajos de maestros como Jean Pierre Melville o Andrzej Wajda. Pero la gran historia antinazi aún no había sido contada, y es justamente la que ocupa a este film formidable basado en los hechos reales relacionados con el atentado contra el general de la SS Reinhard Heydrich, más conocido como "el carnicero de Praga". En realidad sí hubo una versión previa, el excelente film de propaganda bélica de 1943 "Hitler's Madman", con dirección de Douglas Sirk y un brillante John Carradine como el criminal que concibió la solución final. Pero era una película de propaganda totalmente distorsionada, mientras que "Anthropoid" (por el nombre clave "Operación Antropoide") es una visión realmente rigurosa de cómo un puñado de miembros de la Resistencia checa lograron la muerte del oficial nazi de mayor rango durante toda la guerra. Jamie Dornan y Cillian Murphy son los dos checos devueltos por Londres a su tierra, un país diezmado por los nazis, donde la Resistencia local no tiene ni una radio para comunicarse con los aliados (una manera de decir, ya que en 1938 Inglaterra y Francia dejaron Checoslovaquia en manos de Hitler por el infame tratado de Munich). El director, productor y guionista Sean Ellis divide la película en dos mitades: una dedicada a la misión imposible de matar a Heydrich, la opresiva vida en la Praga ocupada y los pormenores del atentado. La intensidad del drama y el suspenso de esta parte, sin embargo, no se compara con la segunda mitad del film, que narra la misión mucho mas imposible de tratar de huir de Praga en medio de las represalias nazis. "Anthropoid" tiene todo lo que tiene que tener este temible subgénero del cine bélico, incluyendo un increíble ojo para la minuciosidad histórica, el apropiado tono oscuro, la violencia sin épica y algunas excelentes actuaciones, como las de Murphy y su camarada Tobey Jones, que aporta su particular rostro a un cerebral luchador antinazi. Ni hay que aclarar que la película es terriblemente fuerte y dramática, tal como debe ser.
De Niro,de toro salvaje a entrenador Treinta y seis años después de su hit con Martin Scorsese, el actor vuelve a protagonizar otro film de boxeo pero, naturalmente, ahora como el veterano segundo de “Mano de Piedra”. Luego de "Toro salvaje" de Scorsese, la carrera de Robert De Niro siempre estará vinculada de algún modo con el boxeo. No por nada se enfrentó al mismísimo Sylvester Stallone en "Ajuste de cuentas" y, del mismo modo, se entiende que ahora en "Manos de piedra" tenga un papel protagónico aunque sólo como entrenador del boxeador panameño Roberto "Mano de piedra" Durán, interpretado por Edgar Ramírez. Pero en un punto el énfasis en el personaje del entrenador Ray Arcel, que maneja la carrera de un hito del box, tiene sentido ya que muchas de las escenas más interesantes y logradas de "Manos de piedra" transcurren fuera del ring, y se refieren tanto al negocio del box como a la evolución histórica de Panamá, sin olvidar, por supuesto, los crudos detalles biográficos sobre Roberto Durán. La película tiene atractivos, empezando por el enfrentamiento de Durán con su archirrival Sugar Ray Leonard (lograda composición de Usher Ray), pero lamentablemente no logra ganar por knock out debido no sólo al no dedicarle suficiente tiempo de las casi dos horas de metraje a lo que debería ser más importante, es decir las peleas en si mismas bien filmadas, pero no muy imaginativas-, sino sobre todo a un guión fluctuante que no conduce bien el ritmo narrativo y enfoca y abandona personajes secundarios durante todo el film. Justamente hay un muy buen elenco con nombres como el de John Turturro y Rubel Blades que, si bien aportan su talento al film, podrían estar más aprovechados. Por otro lado, las actuaciones de De Niro y Ramírez son muy convincentes, y la película está llena de imágenes dignas de verse, sobre todo en lo que tiene que ver con las secuencias panameñas y la ambientación de época, en la que participó intensivamente el mismo equipo de artistas de efectos especiales de "El secreto de sus ojos".
Sólido thriller con detalles originales y gran elenco Tras una primera mitad narrada con suma originalidad, el film se vuelve más convencional y con bruscos cambios de clima, pero sin por eso perder eficacia. Ben Affleck es el contador del título, un personaje extraño que superó una infancia difícil por sufrir una variación de autismo y a un padre militar especialista en operaciones psicológicas secretas, convirtiéndose en un genio de las matemáticas al servicio de las peores organizaciones mafiosas y terroristas, y a la vez un experto en artes marciales y hábil francotirador. "El contador" es un sólido thriller que durante una primera mitad es de lo más original que se haya visto en el género, dado que el director Gavin O'Connor va contando los pormenores biográficos del protagonista a través de flashbacks, mientras avanza con el presente del personaje, que tiene como conexión con sus clientes una enigmática voz femenina en el teléfono. La trama se va develando de a poco, y para cuando el contador acepta supervisar una anomalía en las cuentas de una empresa de tecnología, los federales ya se están acercando a su rastro. Luego de mantener el suspenso y aportar bastante humor en la descripción del excéntrico protagonista, la película se vuelve más convencional, aunque no por eso menos eficaz, en su segunda mitad, en la que tanto él como la contadora Anna Kendrick de la empresa que tenia que auditar son perseguidos por sicarios. A partir de ese momento, lo que hay que contar es más que nada la pila de mercenarios muertos por todas partes. El punto flojo del film es que, entre tantos flashbacks y personajes secundarios, hay abruptos cambios de clima y las más de dos horas de metraje se vuelven un tanto excesivas. Pero el personaje y la actuación de Aflleck son un gran atractivo para un thriller con muchos detalles originales y un gran elenco, empezando por el talentoso John Lithgow componiendo un villano especialmente creíble.
Salchichas audaces (y sólo para adultos) La ánimación digital, lejos de la inocencia de “Toy Story” o “La era de hielo”, acomete un film muy divertido pero con situaciones no aptas para menores La animación digital necesitaba una comedia negra y políticamente incorrecta como "La fiesta de las salchichas", que saca al género del esquema típico de "Toy Story" o "La era del hielo" para jugar en la tradición de films de animación contracultural como "Fritz el gato" o "Heavy Metal". Es que esta película no sólo es divertidísima sino que sorprende con sus irreverentes chistes sexuales con alimentos, escenas alucinógenas y humor demente de todo tipo, ya desde el concepto básico, que resulta genialmente descabellado. El universo de "La fiesta de las salchichas" es básicamente un supermercado en el que todos los alimentos y demás productos sueñan con ir al Gran Más Allá, el paraíso que los espera cuando un cliente los mete en su carrito y los lleva al exterior, donde según sus creencias los esperan placeres infinitos. El protagonista es una salchicha que desde su paquete sueña con el amor con su vecina pan de panchos, exclamando cosas como "parecemos hechos el uno para el otro", mientras esperan ansiosos ser recogidos por alguna diosa/ama de casa que los ubique en el mismo carrito. Pero también hay quienes dudan de esa religión del Gran Más Allá, como una mostaza que asegura que salió al exterior y descubrió con horror que sólo serán devorados por esos monstruos a los que consideran dioses. El argumento es la crónica de la confirmación de esta herejía, tanto a través de pesquisas en el amplio supermercado como en el exterior, donde el horror queda expuesto cuando una papa es pelada sádicamente y arrojada a una olla de agua hirviendo. La película tiene gags gloriosos de principio a fin, y potencia al concepto al máximo a medida que la salchicha protagónica avanza por desconocidos pasillos del super para dar con la locura nocturna de la góndola de las bebidas alcohólicas, o la sabiduría de los inmortales, es decir los alimentos no perecederos. Visualmente audaz e imaginativa y técnicamente muy sólida, "La fiesta de las salchichas" cuenta además con el enorme talento de actores como Seth Rogen, Jonah Hill, James Franco, Edward Norton y Salma Hayek, que interpreta a una tortilla lógicamente lesbiana. Sólo hay que aclarar que éste no es un dibujito para chicos, sino una gran comedia negra para adolescentes y adultos.
Algunas escenas sueltas y el gran Roberto Carnaghi Este pretencioso drama fantástico incluye momentos maravillosos, empezando por ver cómo un actor realmente talentoso puede brindarle auténtica vida a la línea de diálogo más demente. Éste es el caso de Roberto Carnaghi diciendo cosas como "¡Eres el Heraldo rebelde!". Es que a la manera de películas como "Pi", de Darren Aronofsky, inventa una retorcidísima trama que junta la religión y sus misterios con las matemáticas, aunque en este caso los números dan bastante en rojo. Carlos Echevarría es un médico que de golpe se da cuenta de que a su alrededor los pacientes mueren como moscas, e incluso si sale a dar unas vueltas seguro algún peatón cae a sus pies víctima de un accidente. El protagonista cree que hay un anciano siniestro presente cada vez que muere alguien cerca suyo, y se obsesiona por encontrarlo. Búsqueda que lo lleva a un manicomio para hablar con una matemática demente -muy parecida a Violencia Rivas, el personaje de Capusotto-, al cura interpretado por Carnaghi, y a un sabio excéntrico (Eduardo Ruderman) que parece salido de los comics de Tintín. El argumento es insostenible, pero pese a todo hay varias escenas aisladas que funcionan por sí mismas de modo independiente, y que no dejan de ser interesantes.