De lo mejor que se hizo sobre Le Carré Desde "Alto Espionaje" (The Spy who came in from the cold) de Martin Ritt hasta la más reciente "El topo" (Tinker Tailor Soldier Spy) de Tomas Alfredson, los minuciosos y retorcidos detalles que vuelven atrapantes y complicadas las novelas de espías de John Le Carré han sido siempre un desafío al ser llevadas al cine. "El hombre mas buscado" no es sólo una de las mejores películas sobre Le Carré, es, además, una formidable despedida para un actor magistral como Philip Seymour Hoffman. El holandés Anton Corbijn, director de videos de U2 y Metallica y de la biopic de Ian Curtis, el cantante de Joy Division, aplica su estilo dark a una historia amarga que, de caer en otras manos, hubiera carecido del clima desolado y la visión entre escéptica y pesimista sobre el accionar de los expertos en inteligencia en el siglo XXI, cuando la Guerra Fría es algo del pasado remoto y el principal asunto a espiar es la lucha antiterrorista desatada luego del 11/9. Justamente, el eje de la trama es la difícil interacción y las diferentes estrategias y puntos de vista de las agencias europeas con sus colegas estadounidenses. El personaje de Philip Seymour Hoffman es un experimentado espía alemán radicado en Hamburgo, uno de los puertos principales por donde pueden entrar a Europa todo tipo de terroristas. Este desencantado antihéroe de una agencia que en lo formal es inexistente (no reconocida por su propio gobierno) es un espía a la antigua, un agente analógico que no tiene gadgets al estilo James Bond, y que organiza sus pesquisas desde una oficina rasposa típicamente burocrática. Su rutina es recorrer barrios bajos donde se gana la confianza de inmigrantes ilegales musulmanes a los que presiona para que cuenten todo lo que pasa en sus guetos árabes o marroquíes, o sostener un trago en antros noctámbulos donde siempre hay algún personaje que, aunque no tenga mucha idea, pueda aportar alguna pequeña pieza aislada de información que sirva para completar el gran puzzle que este espía tiene en la cabeza, mucho antes de que sus colegas de otras agencias con más influencia y presupuesto, tanto alemanas como, por supuesto, norteamericanas. La aparición de un sospechoso chechenio islámico, inmigrante ilegal, detenido y torturado en Rusia por pequeños atentados, que intenta conectarse con un banquero alemán, hace sonar la alarma en todas la agencias, pero el espía protagónico apuesta a utilizarlo para poner en evidencia a un gran líder islámico, supuestamente democrático y no violento, pero siempre vigilado por si acaso pueda financiar a algún grupo terrorista. La gran cualidad de esta adaptación producida por el mismo Le Carré, junto con sus dos hijos, es lograr ir completando el rompecabezas que el personaje de Hoffman apenas puede armar hipotéticamente en su cabeza, sin que el hermetismo ponga en riesgo la tensión y el suspenso creciente que, sobre la segunda parte del film, llega a niveles antológicos. Basta decir que el climax enervante que puede darle un ataque de ansiedad al espectador que haya seguido atentamente la historia se basa en el ruido de una lapicera al firmar un centenar de contratos, sabiendo que sólo uno podria terminar develando toda la intriga. "El hombre más buscado" está lejos de ser perfecta. La convención de ver a figuras famosas de Hollywood en personajes alemanes siempre puede hacer ruido, aun con el talento de Philip Seymour Hoffman o Willem Dafoe. Y una vez que el espectador acepta estos detalles, tiene que esforzarse sobre todo al principio- para seguir una historia narrada con toda la complejidad que merece, y que justamente es la gracia del asunto. Las locaciones de Hamburgo están elegidas y filmadas para lograr el realismo y la verosimilitud de este submundo de espías con muy poco glamour. Y el elenco logra que cada personaje juegue su papel adecuado en el rompecabezas, con Dafoe luciéndose como un banquero justificadamente cada vez más nervioso y paranoico, y sobre todo, con Philip Seymour Hoffman demostrando póstumamente su ductilidad para componer los más distintos personajes de manera tan eficaz como propia. Su performance es lo que hace que esta muy buena película sea algo para no perderse.
Mucho sexo en medio de una trama confusa A pesar del título, éste no es un film de licantropía, sino más bien de personalidad múltiple. De todos modos hay escenas con mordidas y, sobre todo, actitudes y situaciones sexuales bastante bestiales. Justamente, el fuerte de "Mujer lobo", más allá de su trama fantástica, es el erotismo fuerte y por momentos totamente descabellado y retorcido. Casi se podría afirmar que aquí hay más escenas de sexo que en la más tórrida película clásica de Armando Bo, lo que tiene cierta lógica si se tiene en cuenta que de algún modo, en lugar de una sola protagonista, hay tres. Las tres mujeres (Luján Ariza, Mónica Lairana y Guadalupe Docampo) conviven en una misma persona, y aunque el espectador puede ver sus distintas apariencias físicas las tres, por cierto, muy atractivas-, para los demás personajes la diferencia no parece ser evidente. Una de las chicas es una especie de seductora y asesina serial al estilo "viuda negra", mientras otra es una ninfómana y la tercera tiene una actitud más tímida y hasta arisca, eso hasta que se enamora. La que actúa como "viuda negra" es la que genera una trama policial, ya que comete el error de seducir a un detective que aparentemente está detrás de su pista. Pero si bien las múltiples situaciones sexuales mantienen el interés, sobre todo durante la primera mitad del film, tanto lo que tiene que ver con lo detectivesco y con lo sobrenatural se vuelve más confuso e incoherente. Al menos hacia el final el guión logra cerrar razonablemente los hilos argumentales aunque siempre dentro del más profundo hermetismo general, que por momentos no ayuda mucho. Por otro lado, "Mujer lobo" está bien filmada (en blanco y negro, con un atractivo toque de color hacia el final al estilo "La ley de la calle" de Coppola) y en general bien actuada, con una sólida banda sonora de estilo rockero.
El paisaje protagoniza atractivo western criollo En "Shane, el desconocido", el director Georg Stevens convertíia a Alan Ladd en una especie de cowboy caído del cielo para equilibrar una situación injusta. En un momente este cowboy-angel se batía a duelo con un ominoso Jack Palance demoníaco. La fórmula, con sus elementos sobrenaturales más marcados, también fue utilizada por Clint Eastwood. Pablo Fendrik, director de "El Asaltante" parece anotarse en ese tipo de western con toques esotéricos, sólo que tiene la originalidad de situarlo en tiempos contemporáneos y en un ambiente totalmente distinto como el de la selva misionera. Un convincente Gael García Bernal es el misterioso desconocido que aparece para balancear la situación injusta, cuya víctima (en una gran actuación) es Alice Braga, acosada por unos mafiosos decididos a quitarle sus tierras. En la época del cine digital lo que más y mejor llama la atención de "El ardor" es que se trata de una producción casi totalmente filmada en exteriores, y la esencia de la película es capturar el paisaje donde transcurre la acción. Más allá de que las escenas de violencia tienen clima, están bien filmadas e incluso por momentos alcanzan verdadera espectacularidad, lo que hay para destacar por sobre todo es el uso de paisaje como auténtico protagonista. La fotografía de Julián Apezteguia logra imágenes brillantes, sacándole el máximo provecho a cada elemento selvático que pueda ser utilizado a favor del impacto visual (y obviamente también del drama y la acción). Con respecto al guión, la verdad es que el ritmo no siempre acompaña las imágenes, y por otro lado las derivaciones políticamente correctas de la historia a veces se vuelven un tanto redundantes, por ejemplo el subtexto ecológico. Pero a pesar de estos detalles, sólo el uso del paisaje, el formato de western contemporáneo y autóctono, las buenas actuaciones y las sólidas y a veces imaginativas escenas de acción bastan para recomendar "El ardor".
Un melodrama que hay que evitar a toda costa Este sí es un melodramon a evitar a toda costa. Basada en una novela de Gayle Forman, una chica en estado de coma luego de un accidente queda en una especie de limbo en el que inspecciona los detalles de su vida mientras decide si quiere seguir en la tierra o dejarse llevar por la famosa luz brillante que conduce al Más Allá. La chica en cuestión es Chloe Grace Moretz (la heroína de las dos "Kick Ass", donde se lucía mucho mejor que aquí) y el problema es que los detalles de su vida son una pesadilla para el espectador. Ella toca el cello desde pequeña, a pesar de que sus padres, y también su novio, son rockeros, lo que lleva a una serie de situaciones dramáticas totalmente insípidas donde sólo falta la frase "somos de mundos diferentes", aunque en la patética narración en off a cargo de la propia protagonista comatosa abundan hasta el hartazgo frases de seudo sabiduría capaces de sonrojar al mismísimo José Narosky. Pero más allá del insulso drama y el edulcorado romance, lo peor de "Si me quedo" es la falta de cohesión entre el racconto y el recurso de tener durante casi toda la película una especie de fantasmita de la protagonista deambulando por todos lados, pero especialmente por los pasillos del sanatorio donde está internada. Es que se supone que los espectros y otras apariciones surgen de la muerte de una persona y no de un estado de coma, y el argumento no se hace cargo de buscar una coherencia que vuelva digerible esta situación sobrenatural (por ejemplo, sería posible pensar que en el mismo sanatorio debe haber más personas en estado de coma, por lo que podría haber más fantasmitas que compartan sus experiencias con la pobre chica, cuyas desgracias aumentan a cada minuto de metraje). Lamentablemente, la película también recurre a todos los lugares comunes de la música clásica en el cine, y aporta un puñado de horribles canciones de pop/rock. Además, el director hasta se las arregló para que el venerable Stacy Keach actúe mal.
Péplum a la vieja usanza Este año, Renny Harlin filmó "La leyenda de Hércules", con Kellan Lutz, respetando todas las normas mitológicas del héroe con fuerza sobrehumana. Ahora, apenas unos meses después, Brett Ratner hace una película con una visión totalmente humanizada del hijo de Zeus. En esta "Hércules", Dwayne Johnson es un ser humano común y corriente salvo por el hecho de que es grandote y musculoso- que se aprovecha de las leyendas acerca de sus doce trabajos para ser temido por sus enemigos y ganar más fácilmente sus batallas. Además, no pelea solo, sino que tiene una pequeña banda de mercenarios que lo ayuda a parecer más invencible de lo que realmente es. Pero, más allá de estos detalles, esta película no es otra cosa que un péplum a la vieja usanza, sólo que con el énfasis puesto sobre todo en lo épico, ya que toda la estructura narrativa del guión gira alrededor de dos batallas realmente espectaculares. Especialmente la primera, donde Hércules y un ejército de campesinos entrenado mal y rápido se enfrenta a una horda de horribles tipos pintados de verde (aquí el uso de los carruajes griegos se vuelve intensivo y fundamental). Luego la trama es bastante minimalista, y tiene que ver con Hércules y su pandilla contratados por la hija del rey de Tracia para vencer a un malvado enemigo que quema todo a su paso asesinando víctimas inocentes. Dado que el rey en cuestión está interpretado por John Hurt un punto alto de este film, sin duda- el grandulón de Hércules debería haberse dado cuenta de que en esa lucha supuestamente justa hay algo que no suena del todo bien. En todo caso, la película tiene buen ritmo, buen humor y las suficientes escenas de acción realmente espectaculares como para que ningún fan del género se pueda quejar. Y además de Hurt, también hay un par de buenas actuaciones de Rufus Sewell y Joseph Fiennes en personajes secundarios.
Elemental como dibujito del cable Sólo algún chico muy chiquito aún no conquistado por las bondades de los juegos on line podría disfrutar de esta película de animación digital realmente elemental, surgida de un estudio de animación surcoreano. La historia es bastante estrambótica, más digna de algún episodio de dibujitos del cable que de un largometraje: unos niños viajan millones de años atrás en el tiempo por culpa de un extraño huevo de dinosaurio, que provoca que cuando llegan a la prehistoria sean adoptados y protegidos por un tiranosaurio Rex. Como para no asustar a los pequeños espectadores este dinosaurio tiene colores alegres y ayuda a los protagonistas en sus intentos por ver cómo regresar a su época, odisea que no deja de tener sus peligros, con algunas criaturas más ominosas que el tiranosaurio protagónico. El estilo de animación es, por decirlo de alguna manera, muy digital y no precisamente en el sentido más atractivo del término, aunque los paisajes y la amplia paleta de colores siempre tienen algo más atractivo que los personajes centrales para mostrar. Con todo, "Dinosaurios" tiene sus momentos, entre los cuales se puede destacar un vertiginoso viaje en un río prehistórico plagado de rápidos. El doblaje al castellano, más allá de lo indispensable que resulta dada la edad del público al que está destinado, es bastante poco soportable, y hace que el espectador adulto desee haberse encontrado con la versión original con las voces de Melanie Griffith y Rob Schneider.
Divierte, pero falta la locura de los Farrelly Cameron Diaz y Jason Segel son una feliz pareja con chicos que extraña la pasión de otrora, ya que en realidad son otro de esos matrimonios que prácticamente nunca tienen sexo. La idea de grabarse cuando retomen sus hábitos carnales les está dando vuelta hace tiempo, y una tablet con una excelente cámara da el pie a que el asunto se consume. Lamentablemente, lo que no saben es que en el dispositivo móvil hay una nueva aplicación que hace que el video esté on line y sea enviado a todos aquellos a los que la pareja les envió imágenes. Esta comedia sexual demuestra cierta intención de Cameron Diaz de apuntar al estilo del gran éxito "Loco por Mary", pero acá falta la locura de los hermanos Farrelly, y a Jake Kasdan le falta algo de personalidad como director. Aunque, no se puede negar que hay algunos gags muy divertidos en medio de un guión muy previsibile y lleno de situaciones que con tal de esquivar algunos de los temas esenciales (o esencialmente sexuales) que plantea el argumento se va por las ramas con situaciones bastante tiradas de los pelos relacionadas con los intentos de la pareja estelar de recuperar su video erótico. El hecho de que el personaje de Cameron Diaz tenga un blog sobre la maternidad perfecta,que está a punto de ser comprado por una tradicional y muy conservadora marca de juguetes y productos infantiles, ayuda a dar algunos toques irónicos sobre la hipocresía y la doble moral, especialmente en una gran escena -sin duda la mejor de esta comedia-, en la que la pareja aparece en la mensión del CEO de la firma en cuestión, interpretado por Rob Lowe, ya todo un experto en componer personajes secundarios para este tipo de historias. Jack Black también tiene un pequeño y muy divertido papel como dueño de una empresa de porno en internet, pero lo que hay que reconocer es que la que lleva adelante toda la película es la protagonista. "Nuestro video prohibido" hace reír aunque se queda un poco corta. Seguramente parecerá mucho más contundente cuando se la vea en el cable.
La nueva “Indestructibles” tiene la acción y la diversión justas A los cinco minutos de película, explota un tren. Veinte minutos más tarde, explota un puerto entero. Los primeros tres actos de las nuevas andanzas del equipo de mercenarios maduros liderado por Stallone vienen recargados con toda la acción necesaria para justificar otra secuela del inesperado éxito en el que el actor de "Rocky" empezó a juntar a los héroes musculosos típicamente ochentistas. Y justamente esta nueva yunta es de lo mejor, ya que aprovecha especialmente bien a los nuevos indestructibles Wesley Snipes, Antonio Banderas, Harrison Ford y Mel Gibson, quien como el villano funciona bastante bien entrando en el juego que propone la saga de mezclar los chistes autorreferenciales relacionados con cada astro invitado. Por otro lado, el argumento es divertido, ya que el asunto es que a Stallone se le están destruyendo los indestructibles, por lo que todo empieza con la liberación del ex coequiper Wesley Snipes encarcelado desde hace años en una prisión africana, que casi queda de paso del destino de la misión, para recuperar una bomba nuclear en la costa de Somalia (en la vida real, el viejo camarada de Stallone en "Demolition Man" estaba desaparecido desde hace un par de años, encarcelado por evadir impuestos, detalle que también es aprovechado con humor). Pero ante los resultados adversos en la formidable escena portuaria (el uso intensivo de containers como escenografía está magistralmente apovechado por el director Patrick Hughes y la cámara del talentoso Peter Menzies Jr) Stallone decide jubilar a su equipo original y dedicarse a un casting de jóvenes descerebrados hasta lo kamikaze. Estas escenas, si bien tienen sus buenos pasos de comedia, ralentan un poco el vertiginoso ritmo original, ya que van presentando uno a uno a los chicos nuevos, Kelsey Grammer, Victor Ortiz, Glen Powell, Kellan Lutz y a la que mejor de estos reclutas, la experta en artes marciales Ronda Rousey, toda una revelación, con algo del kitsch de las semiolvidadas películas ochentistas de la karateca Cynthia Rothrock. Por supuesto, jóvenes y veteranos terminarán uniendo fuerzas para combatir al ejército personal del criminal de guerra que interpreta Mel Gibsoncon bastante humor negro pero menos maldad de lo esperable; de hecho, esta película es muy violenta, pero tiene menos gore que las otras dos. La sorpresa es la aparición realmente divertida de Antonio Banderas como un ex legionario que se quedó sin guerras donde pelear, y de un Harrison Ford (reemplazando al contratista de la CIA Bruce Willis, que enojó a Stallone por pedir un dineral para participar en este film), que realmente parecer divertirse a lo grande bombardeando tanques desde un helicóptero mientras pone las mismas caras y hace el mismo tipo de chistes del legendario Han Solo de "Star Wars". Obviamente no se le puede pedir a "Los indestructibles 3" cosas que no pretende ofrecer, pero como divertimento de superacción no sólo no defrauda, sino que incluye algunas escenas impactantes para ver más de una vez.
Con 20 minutos menos sería una gran comedia La adicción al sexo sigue sin ser un tema muy común en el cine, y el mayor mérito de "Gracias por compartir" es abordarlo desde un punto de vista lo bastante humorístico como para volverlo fácilmente asimilable por el público. Mark Ruffalo, en otra de sus buenas actuaciones, es el adicto al sexo que luego de años de recuperación es empujado por su consejero Tim Robbins a que vuelva a intentar alguna cita romántica. La elegida es Gwyneth Paltrow. Su personaje no tiene adicción pero sí una fobia: es fóbica a los adictos ya que su novio anterior era alcohólico, y saber de la adicción al sexo del protagonista la lleva a negarle su oportunidad al galán. Eso en principipio, porque luego le da una nueva chance para probarse a ella misma que es "una persona profundamente sexual" en una escena algo disparatada con bailes sensuales y lingerie erótica. A Stuart Blumberg, guionista de películas como "Los chicos están bien" y la serie "MadTV", convertido ahora en director, le cuesta mantener el tono en su opera prima, igual que el foco en los personajes centrales y cuáles son los conflictos principales de la película. Se desconcentra y el film empieza a tener menos gags, a volverse menos divertido y a resultar excesivamente largo. De hecho, unos veinte minutos menos no le hubiera venido nada mal. Con todo, los momentos en los que sí logra enfocar bien el tema son interesantes y dan lugar a gags originales y entretenidos, igual que el personaje de Tim Robbins, que casi vuelve la película totalmente recomendable. Otro detalle interesante es la presencia de la cantante Pink en una curiosa y breve aparición actoral.
Vale como experimento de estilo, falla como policial Aquí tenemos un producto original que cuenta un asalto con toma de rehenes. Lamentablemente el detalle que hace que esta película sea original también es lo que la arruina como película y tal vez sólo la justifica como extraño experimento de estilo. Es que "Tiro de gracia" está contada a través de las múltiples cámaras de seguridad de la única locación del film, lo que resulta totalmente cansador y no ayuda a que la historia se desarrolle fluidamente. El cine, como lenguaje narrativo, depende de la capacidad de contar una historia en planos. El plano general sirve para establecer una situación, el plano americano para describir un personaje y un primer plano se puede usar para resaltar un detalle o una acción. En esta película, sobre todo al principio, abundan lógicamente los planos generales propios de la típica cámara de seguridad que uno ve en la cajas cuando va a un supermercado. Obviamente, esto no ayuda para meter al espectador dentro de la historia, y aun cuando a medida que avanza la acción el director intenta falsear esos planos tratando de llegar a planos medios, esto tampoco luce creíble, y el resultado es algo permanentemente frío y distante, más allá del asunto policial que se pretende narrar a través del recurso en cuestión. Una pena, dado que el tema, de candente actualidad, sobre un chico de clase muy baja, totalmente resentido y dispuesto a todo al realizar un sangriento asalto, daba para mucho más, y hubiera tenido mayor efecto con un formato más adecuado.