Original film de terror La fiebre de películas de terror que siguió a la obra maestra de William Friedkin basada en la novela de William Peter Blatty, "El exorcista", generó algo que podríamos llamar horror religioso, mayormente católico, aunque las historias con sacerdotes y anticristos varios terminaron aplicándose a todos los credos. Scott Dickerson es un director y guionista especializado específicamente en este tipo de terror religioso, como se vio en su film más conocido, "El exorcismo de Emily Rose", que intentaba algo tan difícil como lograr combinar el género tribunalicio con una historia de posesión diabólica. Lo que pasa es que, más allá del talento superlativo de directores como Friedkin y otros, estas historias funcionan sobre todo cuando parten de un concepto básico y directo, lo que tiende naturalmente a hacer una película poco original o arriesgarse a intentar cosas nuevas sabiendo que terminan luciendo rebuscadas y ridículas. En "Líbranos del mal", Dickerson logra un punto intermedio para contar una historia de exorcismo con un planteo diferente, también basado en una historila real surgida de las memorias de un policía del Bronx. Eric Bana vuelve realmente intenso su personaje de un sargento durísimo e implacable a la hora de combatir el mal que hacen los hombres, pero totalmente incrédulo de cualquier inspiración demoníaca que alguien pueda atribuir a estas tremendas malas acciones que enfrenta a diario en su trabajo. Sólo que su rutina ya de por sí horrible, de golpe empieza a volverse más y más cruel e inexplicable cuando está claro que hay una especie de epidemia de gente que de forma totalmente abrupta comete los crímenes mas infernales, incluso contra sus propios hijos. Para enfrentar esta situación, el protagonista termina requiriendo la ayuda de un especialista, lo que nos lleva al personaje del cura experto en exorcismos del caso, sólo que con matices originales e interesantes que se vuelven creíbles gracias a la excelente interpretación de Edgar Ramirez El film empieza de manera contundente, con escenas realmente terroríficas e imágenes aterradoras llenas de ideas nuevas, como la antológica secuencia nocturna en un zoológico. Durante una hora logra asustar mezclando conceptos inteligentes con los típicos golpes de efecto del género muy bien aplicados para mantener el clima ominoso y la tensión. Lamentablemente, Dickerson no logra mantener el nivel hasta un final que se le va yendo poco a poco de las manos, pero que no impide recomendar el film a los fans del género.
Douglas y Keaton jerarquizan módica comedia romántica La chispa no puede durar para toda la vida, y esto no tiene nada que ver con el romance que los veteranos Michael Douglas y Diane Keaton van a encontrar sin mayores problemas en esta comedia romántica de la tercera edad, sino más bien con el talento de Rob Reiner. Es que el director que hizo reír a carcajadas al público con comedias como "Cuando Harry conoció a Sally" o "This is Spinal Tap", y que incluso supo aterrorizarlo con una brillante adaptación de Stephen King como "Misery", hace rato que no se juega demasiado en ninguno de sus proyectos y parece limitarse a darle al espectador más o menos lo que espera de películas como ésta, que parecen escritas y filmadas en piloto automático. De todos modos, hay que reconocer que el piloto automático de Reiner es bastante mejor que mucho de lo que se filma actualmente, sobre todo si cuenta con dos protagonistas del nivel de Douglas y Keaton. Aquí ambos son viudos y vecinos, no muy simpáticos uno con el otro en un principio, aunque como el espectador sospecha, las cosas se endulzarán con el paso de cada escena. El detonante para que este hombre de negocios interesado sólo en sus asuntos y esta viuda decidida a convertirse en cantante de jazz puedan intimar es la aparición del hijo drogadicto de Douglas con una nieta que su abuelo no conocía, pero que le deja a su cuidado de buenas a primeras. La nena, interpretada por Sterling Jerins (la hija de Brad Pitt en "Guerra mundial Z") no sólo provoca el previsible acercamiento romántico entre la pareja estelar, sino que además aporta algunas buenas situaciones cómicas que no por poco originales dejan de resultar divertidas. Por lo demás, la fotografía es muy buena, igual que la música, y tal vez la única sorpresa en la película sea el cameo del cantante de los Four Seasons, Frankie Valli.
Payasada gore sin ninguna otra pretensión Un grupo de estudiantes de cine filma un cortometraje de terror llamado "Noche Brava", mezcla de psychothriller con historia de casa embrujada. Pero cuando estaban preparando recién el making off del rodaje, un asesino misterioso mata de forma cruenta a dos de los participantes del proyecto. La policía, liderada por un detective de apellido Caligari, no tiene muchas pistas y libera a todo el equipo, que pese a lo sucedido, decide continuar con el asunto dado que alguien se olvida de cancelar el catering y están llenos de comida. Por supuesto, una vez retomado el rodaje, los crímenes continuarán. No se puede decir que "Making off sangriento Masacre en el set de filmación" sea mala, al menos no demuestra tener más pretensiones de ser otra cosa que una divertida payasada gore, lo que por momentos realmente consigue. Los diálogos y el estilo cómico son bastante tontos, aunque a veces resultan divertidos, sobre todo cuando parodian la cinefilia nerd de algunos estudiantes de cine. Por otro lado, la estética es realmente colorida, obviamente sobre todo en tonos rojizos, ya que el gore abunda alegremente, aunque luego del prólogo se hace esperar un poco, pero terminada la proyección nadie se va a quejar de que falte sangre. Por otra parte, en medio de un buen número de actuaciones tan amateurs como sus propios personajes, sobresale el siniestro protagonista, el legendario cantante punk Marcelo Pocavida (conocido por sus actos con bengalas en los shows de bandas como Star Losers, al punto de que ya fue objeto de un documental biográfico). Pocavida no necesita hacer mucho esfuerzo para lucir ominoso, y su presencia anima algunas atractivas escenas terroríficas, como cuando discute con la actriz protagónica su método actoral. Los hermanos Quintana pueden hacer cosas mejres si ponen un poco más de cuidado en el guión y algún rigor en los detalles.
Moroso policial que daba para un corto Algo que cuesta perdonarle a un largometraje que sólo dura 73 minutos, es que sea demasiado lento, más cuando cuenta una trama policial, género que requiere aunque sea un mínimo de ritmo y tensión. Esto es lo que sucede con "Marea baja", que demora unos 40 minutos en empezar a hacer que pasen las cosas que viene prometiendo desde la primera mitad, que más que nada, parece un largo prólogo. Germán De Silva es un el lacónico personaje protagónico, aparentemente fugitivo y refugiado en una isla perdida en el Delta, paso previo a su escape al Uruguay. Alojado en una especie de parador típico de la zona donde viven dos mujeres, este hombre evidentemente también anda buscando algún botín enterrado, lo que lo lleva a andar con una pala en medio de la vegetación. Otras veces, seguramente inspirado por la naturaleza que lo rodea, se inyecta drogas con una jeringuilla, lo que le provoca visiones de todos los insectos del lugar, en una serie de tomas de gatas peludas, hormigas y abejas dignas de Discovery Channel. Buñuel decía que cuando una película le salía un poco corta, siempre metía algún sueño. Aquí hay varios sueños, pero ninguno con la imaginería de Buñuel, aunque hay que reconocer que las imágenes del Delta siempre son atractivas y el director las aprovecha lo mejor que puede (a veces apelando a demasiados planos cámara en mano, lo que le da cierta desprolijidad al conjunto). El sonido es interesante al concentrarse en generar un clima agobiante, aunque a veces se le va la mano y los pajaritos y luciérnagas se vuelven insoportables e, incluso, cuando ya llega la atendible acción policial, los sonidos de la naturaleza suenan mucho más alto que los disparos de las pistolas. Sintetizando, como cortometraje "Marea baja" hubiera estado bien. Como largo, se queda demasiado corto.
Imperdible comedia espacial Un mapache genéticamente modificado, una especie de mutación de árbol capaz de enfrentar a cualquiera en una pelea y que sólo sabe decir tres palabras, una chica verde ultraviolenta, un forzudo demasiado tatuado y sumamente vengativo, y un terrícola que escucha hits de los años 70 en su viejo Walkman son los encargados de salvar el universo en la nueva película de Marvel, esta vez superproducida como nunca por los estudios Disney. Pero, más allá de la producción, "Guardianes de la Galaxia" inicia una nueva etapa en cuanto a películas sobre los superhéroes de la famosa editorial de comics de Stan Lee (que por supuesto aparece en uno de sus típicos cameos). Es que probablemente ésta sea la mejor comedia espacial de todos los tiempos, con un nivel de eficacia en su humor delirante que, en medio de las carcajadas provocadas por las cataratas de gags imperdibles, el espectador casi ni podrá apreciar las increíbles imágenes cósmicas que podrían definirse como el resultado de imitar la estética de la ciencia ficción clase B y el comic psicodélico de la década de los 80, sólo que con un presupuesto multimillonario. De hecho, el director James Gunn empezó su carrera en los legendarios tiempos en los que la productora clase B (por no decir clase Z) Troma Inc hacía algún dinerillo produciendo la saga de personajes desquiciados como El Vengador Tóxico. Pero aquí hay mucho más talento que en las películas de Troma, y un temible despliegue de producción dispuesto para remedar imágenes que podrían parecerse a las de la película de animación "Heavy Metal" si no fuera porque "Guardianes de la galaxia", amén de los personajes digitales, es un film de "live action" con un elenco de lujo que incluye nombres coomo Benicio del Toro, John C. Reilly y hasta la mismísima Glenn Close.. La película empieza muy dramáticamente en nuestro planeta, con un chico escuchando en su walkman un casete que compila la "música fabulosa" grabada por su madre moribunda. En medio del drama, el chico es secuestrado por un OVNI, y luego la película sigue un cuarto de siglo más tarde, en un lejano rincón del cosmos, con un chatarrero del espacio, nuestro héroe Star Lord (Chris Pratt) pateando unas especies de ratas alienígenas, mientras escucha, en el mismo walkman de antes, un superhit de Redbone, (la única banda de rock piel roja de la historia del rock). La trama tiene todos los lugares comunes que necesita una comedia decidida a satirizar el género de una manera infinitamente superior a la semiolvidada "Spaceballs" de Mel Brooks. Porque la diferencia es que, tanto en el comic original como en esta brillante adaptación, la idea no es parodiar escenas de otras fuentes historietísticas o cinematográficas famosas, sino crear un universo propio que se burla de sí mismo. Y Gunn maneja este tipo de humor a la perfección, logrando secuencias magistrales de comicidad y superacción como una delirante e hilarante fuga de una cárcel espacial (todas las escenas carcelarias están entre lo mejor de esta gran película). Los gags son gloriosos y, como pocas veces en este tipo de comedias que mezclan el humor físico con los diálogos lunáticos, logra mantener el nivel casi sin parar durante las dos horas de proyección (y aunque parezca imposible, durante la primera hora de película no hay un solo chiste que no dé en el blanco). Por si faltaba algo, "Guardianes de la Galaxia" logra convertir a Vin Diesel en un gran actor: dándole la voz al árbol que sólo sabe decir "Yo Soy Grood". Las multiples inflexiones emotivas que consigue darle Diesel a estas tres palabras son casi ilimitadas. Y además, el dato que Diesel sea un tronco captura a la perfeccion el espíritu irónico de esta obra maestra de la comedia cósmica.
Noche “de purga” no apta para público sensible El año pasado, el director James DeMonaco alcanzó un primer plano cuando su película de bajísimo presupuesto "The Purge" (estrenada entre nosotros como "La noche de la expiación") se convirtió en un inesperado éxito de taquilla. La premisa no sólo era interesante sino también terriblemente fuerte y llena de acción y suspenso: en un futuro cercano, en Estados Unidos, durante una noche al año, la gente puede cometer cualquier delito sin tener que responder luego a la justicia por sus actos, incluyendo el homicidio. Se trata de un método para limitar la violencia y la inseguridad durante el resto del año, además de recomponer la economía con la venta masiva de armas y, sobre todo, de sofisticados métodos de seguridad para que los que salen esa noche a "desatar su bestia interior" no puedan entrar en las casas más fortificadas. Lo interesante del formato es que, además, puede generar una secuela como esta flamante "The Purge: Anarchy", sin que el espectador que no vio el film original tenga que seguir la historia anterior, ya que aquí los personajes son distintos y lo único que permanece casi igual es la celebración anual de la violencia en estos Estados Unidos distópicos. Pero de todos modos, además del mayor presupuesto, hay algunas innovaciones que vuelven aún más atractiva la premisa. Esta vez para aumentar la masacre también hay grupos de militares invadiendo los edificios de la clase baja, enfatizando la idea de que "la purga" intenta eliminar la pobreza a través de estos métodos cruentos (de hecho, desde la película anterior queda claro que los pobres son los que no tienen acceso a costosos métodos de seguridad). Por otro lado, ahora también aparece un grupo subversivo "anti purga" dispuesto a darle a los ricos un poco de su propia medicina. Y otra diferencia, lograda gracias al mayor despliegue de producción, es que mientras en el film anterior la acción se limitaba al interior de una de estas casas "seguras", ahora la trama lleva al espectador a las salvajes calles durante esa noche de masacres. El director y guionista hace converger tres historias diferentes en una de estas calles donde la muerte puede llegar desde cualquier lado y agrupa a sus protagonistas en una trama coherente y llena de sorpresas. "12 horas para sobrevivir" decididamente no es para espectadores sensibles, aunque es un poco menos cruenta que el film original, e incluso tiene un curioso mensaje humanista. Hay acción para todos los gustos, también logrados momentos de suspenso y, por sobre todo, interesantes retratos irónicos -que a veces se pasan un poco de grotescos- de la obsesión actual por las armas de gran parte de la población estadounidense.
Avioncitos simpáticos y estupenda animación Igual que el film original, ésta es una historia con un mensaje acerca de que todo es posible si se persevera, y que hasta los perdedores natos tienen siempre una oportunidad de volverse héroes. Como viene sucediendo últimamente en todas las producciones de Pixar y Disney, todo objeto inanimado ya sea juguetes, autos o en este caso aviones resultan perfectos para protagonizar una historia de animación digital, De hecho, ya los aviones de la película anterior parecían más que nada un subproducto de la franquicia de "Cars", y obviamente a esta secuela le pasa un poco lo mismo, aunque hay que reconocer que las escenas del rescate en el fuego casi un hallazgo de cine catástrofe animado- hacen la diferencia, luciendo por momentos increíblemente realistas y espectaculares en 3D. Dusty es el avioncito protagónico, que igual que varios de sus colegas que han sobrepasado su vida útil estan destinados a cuidar la seguridad de un parque nacional, por lo que no hacen más que soñar con épocas mejores. Eso, claro, hasta que llega el momento de demostrar que aún tienen lo que hace falta para actuar ante una emergencia. "Aviones 2: equipo de rescate" centra su fuerte en los personajes de los aviones , algunos realmente simpáticos (en la versión original cuentan con las voces de excelentes actores como Dane Cook, Ed Harris, Hal Holbrook, Wes Studi, Teri Hatcher, Stacy Keach y Cedric the Entertainer), pero dado que está dirigido a un público de chicos muy pequeños, los gags son realmente muy elementales y sin demasiada gracia para los espectadores adultos que acompañen a sus hijos. En cambio, el fuerte de la película está en todos los aspectos visuales, en los notables escenarios digitales del parque nacional y, sobre todo, en las ya mencionadas escenas del rescate que muestran como pocas todas las posibilidades del cine de animación digital.
Festín para los fans del cine fantástico En la saga original de "El planeta de los simios", luego de la primera película que protagonizaba Charlton Heston-, la mejor era la cuarta entrega, "La conquista del planeta de los simios", en la que el director J. Lee Thompson describía una cruenta rebelión de monos-esclavos destruyendo una sociedad humana totalitaria y de estética sumamente setentista. En esta segunda entrega de la segunda saga hay elementos de esa película mezclados con cosas de la quinta y última de la saga anterior, "La batalla del planeta de los simios", pero también nuevos detalles argumentales, como que una gripe simia diezmó casi totalmente a la raza humana. Así es que, cuando empieza el film, los simios que viven en el bosque cazando otros animales, saben montar a caballo y mantienen una existencia tranquila bajo el liderazgo del mono sabio César (interpretado digitalmente por Andy Serkis, experto en la materia que se ocupó de Golum en "El Señor de los anillos") creen estar solos en el mundo. Pero por supuesto siempre reaparecen los humanos, y siempre lo hacen con armas de fuego listas para ser disparadas. Es que los sobrevivientes de la ciudad de San Francisco necesitan arreglar una represa que se encuentra en territorio simio, aunque en realidad no tienen idea de la existencia de una sociedad de monos casi a las puertas de su ciudad. A diferencia de su pueblo, César conoció buenos seres humanos, y si bien desconfía de las personas en general, cree poder confiar en uno de los líderes de la colonia humana (Jason Clarke). Pero por más buena voluntad que puedan tener ambos humanistas, en las dos sociedades hay demasiado odio e intolerancia como para evitar que las cosas exploten. Obviamente ya desde el título local todo el argumento lleva a la confrontación entre simios y seres humanos. El guión está muy bien construido durante los momentos de tensión alrededor del arreglo de la represa, con un momento soberbio en el que César, haciendo una demostración de fuerza pero en son de paz, lleva sus tropas a la misma puerta de la colonia humana. Cuando la violencia finalmente explota, es cuando el director Matt Reeves se luce, ya que la guerra entre simios montados a caballo y armados con ametralladoras contra humanos no tan preparados para el combate está llena de detalles cruentos realmente imaginativos desde lo visual, como por ejemplo un plano secuencia desde la torreta de un tanque de guerra. Técnicamente superlativa, y con excelentes actuaciones (empezando por la del líder de los humanos, Gary Oldman, que como siempre quiere volarlo todo en pedazos) además de los notables efectos digitales que permiten la horda de monos, esta nueva entrega de "El planeta de los simios" tiene todo para el disfrute de los fans del cine fantástico. Quizá lo único que faltó fue un buen 3D, y no se entiende para qué obligar al espectador a tener anteojitos durante dos horas de película si el relieve casi ni se nota.
Nuevos bañeros con algunos chispazos de humor elemental El fenómeno de los "Bañeros más locos del mundo" permite que el público se divierta en el cine viendo los disparates de las mismas figuras que lo divierten por televisión. Uno de los misterios más grandes es que el primer film de la saga, que data de 1987, haya vuelto a ser un éxito de taquilla el año pasado en versión restaurada digitalmente y en 3D de las saga. Con ese antecedente, no queda dudas del buen ojo de los productores al continuar con la serie mezclando esta vez al venerable Emilio Disi con un elenco de una nueva generación televisiva, especialmente del riñón de Tinelli y del programa cómico "Peligro sin codificar". Más allá de este buen ojo en lo comercial, la verdad es que "Bañeros 4: los rompeolas" es un simulacro de película con momentos simpáticos de comedia que casi la terminan por redimir. El argumento es apenas una anécdota minimalista, con un villano decidido a destruir todo lo que se interponga en su construcción de edificios, poniendo en riesgo la playa de los bañeros que está ubicada al lado de un acuario (lo que da lugar a muy bonitas escenas con delfines amaestrados). Uno de los aportes más importantes del film son las presencias sexies de beldades como Karina Jelinek (una de las bañeras, discreta en malla enteriza), y la más atrevida Luciana Salazar. Entre lo más destacable están las escenas con dos buenos imitadores como Fátima Florez y Freddy Villareal, y algunos momentos de humor elemental pero efectivo con Disi, Pachu Peña y Pablo Granados. La realización también es bastante minimalista, pero al menos está llena de explosiones digitales.
Oferta de Tornatore difícil de rechazar El arte y el misterio se combinan en este original thriller que tiene como gran cualidad potenciar al máximo el talento de un gran actor como Geoffrey Rush, que brilla como nunca en un rol protagónico casi absoluto (a pesar de que el elenco es más que bueno, incluyendo la presencia de Donald Sutherland). Rush interpreta a un astro de las subastas de valiosos objetos de arte europeos cuya vida personal es tan solitaria como su talento único para conocer mejor que nadie el valor de cualquier pieza, ya sea cuadro u obra de arte, con un don especial para diferenciar falsificaciones lo que le permite practicar pequeñas picardías que redundan en una privadísima colección de arte que guarda en un cuarto secreto de su fastuoso pero solitario hogar. Su clandestina colección sólo incluye retratos femeninos, todo un harén privado que suplanta su capacidad de relacionarse con el sexo opuesto. Esto hasta que una misteriosa mujer con una fobia improbable le pide que se ocupe de subastar todas las obras de arte y muebles antiguos que abundan en la villa heredada de sus padres. La trama imaginada por el propio Tornatore es de lo más compleja, empezando por el detalle surrealista de que la protagonista no se anima a salir de su cuarto, y durante buena parte del film es virtualmente invisible. En un momento todo se empieza a centrar en la imposible relación entre el maduro subastador y la fóbica heredera, y la verdad es que sólo la capacidad del director y guionista y su actor protagonista podrían hacerse cargo de sostener semejante conjuncion de detalles insensatos manteniendo la intriga y el humor para que el interés no decaiga. En el último tercio del film, cuando la bella heredera (Sylvia Hoeks) sale a la luz, son los propios socios del subastador (es decir los personajes del joven Jim Sturgess y Sutherland) los que comienzan a indicarle tanto al protagonista como al espectador por dónde va a culminar todo el asunto, que finalmente se muestra más sencillo y pedestre de lo que se podía pensar cuando se empezaba a plantear la trama. El gran esfuerzo de Tornatore por dotar a un asunto no tan fuera de lo común de un envoltorio lujoso y un planteo original realmente funciona, mientras se disfruta de una gran película que quizá pierda puntos al ser analizada al salir del cine. En todo caso, las imágenes acompañadas por la música de Morricone, el sentido del humor, los detalles raros de todo tipo y, sobre todo, la imperdible actuación de Rush, bastan para recomendar este film como una oferta difícil de rechazar.