Rambo y Terminator juntos merecían otra cosa El prólogo realmente promete. Deja claro que la premisa de este "Escape imposible" es totalmente original: nunca se hizo una película sobre un experto en simular ser un convicto para demostrar las fallas de seguridad de las cárceles mas rigurosas. Luego, el argumento también sorprende con detalles totalmente imprevisibles. Y por si hace falta algo mas, la película presenta primero a Stallone y luego se las arregla para mantener el suspenso sobre la aparición de su inédito socio Schwarzenegger. Estos factores bastan por sí solos para mantener el interés, a pesar de que la película hace agua por todos lados. Se puede suponer que a lo largo de las décadas Rambo y Terminator (o si se quiere, Rocky y Conan) deben haber tenido propuestas mucho mejores para que acepten fimar juntos. Y no sólo mejores, sino más fastuosas. Cuesta creer que el presupuesto de "Escape imposible" sea apenas un quinto de algunas de las más malas y caras películas que estos dos veteranos héroes de acción filmaron por separado en sus buenos viejos tiempos. El director sueco Mikael Hafstrom -el de la excelente adaptación de Stephen King "1408"- parece más interesado en los aspectos fantásticos de esta historia sobre una cárcel totalitaria para prisioneros políticos sin proceso legal que en darle algún mínimo nivel de verosimilitud al asunto. De este modo, se pierde el suspenso, mientras que por otro lado la superacción tarda bastante en llegar. De todos modos, la química entre los dos pesos pesados es excelente y salva la película. Sin mencionar que por primera vez en su carrera, Schwarzenegger se anima a lanzar monólogos en su idioma natal. La mala jugada es tratar de hacer que Jesús sea un mal tipo. Como villano, Jim Caviezel, conocido como el protagonista de "La pasión de Cristo" de Mel Gibson, es espantoso.
A Carrie no le hacía falta otra resurrección La obra de Stephen King aún da lugar a más adaptaciones al cine. Por ejemplo, algunos de sus mejores libros, como "La danza de la muerte" y "La noche del vampiro", sólo recibieron tratamiento de telefilms o miniseries. Algunas de sus historias nunca fueron filmadas , y otras merecerían una adaptación. Pero lo que no deja duda es que si no hacía falta refilmar algo de King, era "Carrie". Es que la primera novela de King dio lugar a una infrecuente confluencia de talento en la visión del entonces nada famoso Brian De Palma con el libro del entonces tampoco muy famoso King, y de paso inmortalizó en grandes trabajos a Nancy Allen (la chica mala del colegio), John Travolta (su novio malisimo), Piper Laurie (la psicópata madre fanática religiosa de Carrie) y sobre todo, a Sissy Spacek, que en el papel titular ofrecía una de las máximas interpretaciones femeninas en la historia del cine fantástico. Sin el estilo de un autor como De Palma, otra "Carrie" tenía menos sentido que la remake de "Psicosis" de Gus Van Sant. Curiosamente, la talentosa Julianne Moore, quizá lo mejor de aquella remake del clásico de Hitchcock, también es la que más aporta ahora en el papel de Piper Laurie. La nueva madre de Carrie es la que consigue darle verdadera tensión y matices nuevos a esta remake innecesaria. Claro, al primer libro de Stephen King no hay con qué darle: inclusive una adaptación para marionetas o sombras chinescas que siguiera la historia de una chica poco feliz y con poderes paranormales terminaría atrapando a cualquier audiencia. Y esto es lo que pasa por momentos. Chloe Grace Moretz es una excelente actriz ("Kick Ass") y en algunas escenas logra transmitir los conflictos de la sometida Carrie. Dada su excepcional fuente literaria, "Carrie" se sostiene razonablemente aun para quien haya leído y visto el film Para algun espectador desprevenido, esta sería una película potable para ver en la TV, aunque no saldría del todo desconforme del cine. Lo peor de esta nueva "Carrie" es su capacidad de aniquilar todo interés por la novela y el film original. Lamentablemente la directora del olvidado film indie "Boys Don't Cry", Kimberly Peirce, no sólo no tiene estilo ni demasiada personalidad, sino que no sabe nada de los resortes básicos del genero fantástico. Por eso casi siempre falla por obvia o exagerada cada explosión telekinésica. Y lo imperdonable es la secuencia culminante del sangriento baile de graduación, donde Carrie desata su ira, esta vez como si hubiera estudiado "mimo y clown". Sissy Spacek lanzaba una mínima mirada (acentuada por un montaje formidable) para que explotara todo. Aquí la nueva Carrie adelanta cada ataque con movimientos grotescos casi copiados del Mickey del "Aprendiz de hechicero". El desenlace materno con Julianne Moore no es tan torpe, pero lo que apesta es el epílogo, nada menos que la escena que más alaridos arrancaba en los cines.
Mirada artística a maestro del kung fu Antes de dedicarse de lleno al más snob cine de "qualité pensado casi exclusivamente para el circuito de festivales de Occidente, Wong Kar-wai se destacó en la industria del cine de Hong Kong por darle genuinos matices autorales a films de género como los policiales negros "Days of Being Wild" y "As Tears Go By" o la épica de espadichines y artes marciales "Cenizas del tiempo" ("Ashes of time/Dung che saiduk"). En aquellos días Wong Kar-wai se preocupaba por la coherencia argumental y dramática, y no dependía tanto de la fotografía formidable de su eterno co-equiper australiano Christopher Doyle. Luego, ya convertido en el astro del cine de arte, la veta encontrada por este director consistió siempre en acentuar todo en el snobismo y los toques personales, dado que aparentemente de eso dependía su estrellato. Con "El arte de la guerra" el director chino favorito de quienes jamás verían un buen film chino da un paso en la dirección correcta, centrándose en la historia del maestro de kung fu que unificó dos vertientes distintas de las artes marciales, perfeccionándolas al punto de convertirse en el verdadero maestro del mismísimo Bruce Lee. "El arte de la guerra" tiene la capacidad de aburrir tanto a los dispuestos a soportar algo parecido a "Con ánimo de amar" como a aquellos que crean que en manos de Wong Kar-wai una historia verídica sobre la génesis del kung fu podria parecerse a "El tigre y el dragón". Como dijo Truffaut, "algunas películas son aburidas, incluyendo las mejores", y la verdad es que "El arte de la guerra" no tiene una sola imagen que baje de lo formidable (esto a pesar de que el director ya no cuenta con la fotografía de Doyle, suplantado por Philippe Le Sourd, el francés descubierto por Ridley Scott en "Un buen año"). Tony Leung sabe a la perfección cómo afinar las delirantes ideas de puesta en escena del director que lo dirigió en "Happy Together". Justamente, durante aquel rodaje en la Argentina se supone que Kar-wai concibió este proyecto, que curiosamente en algunos momentos perturba por la presencia de violines semitangueros inadecuados para un relato ambientado en la China de mediados del siglo pasado. Los detalles rigurosos sobre kung fu insisten en la importancia de las "64 manos", y los momentos snob, con los personajes hablando sin mirarse, pueden ser insoportables o graciosos según el ánimo de cada espectador. Lo que no cabe duda es que cada explosión de kung fu incluyendo una antológica escena amorosa- quita el aliento.
La importancia de un rival de respeto Las películas sobre carreras de autos no son muchas, pero cuando son buenas, son extraordinarias. Es un genero difícil, ya que a diferencia de otros ejemplos de cine sobre deportes, tomar en serio el asunto de las carreras de autos torna siempre a algún tipo de drama existencial. Los films de corredores pueden ser tan dvertidas como "Speedway" con Elvis y Nancy Sinatra. En cambio "Grand Prix" de John Frankenheimer o "Las 24 horas de Le Mans" de Lee Katzin (aunque el que manejaba todo era Steve McQueen) partían de una veta trágica tan angustiante que sólo lograban sostener gracias a sus magnificas cualidades dramáticas y visuales. El truco de Ron Howard en "Rush" consiste en empezar la historia enfocando los aspectos frívolos del asunto: el protagonista es un corredor que sólo concibe arriesgar su vida en cada circuito si dedica el resto de su tiempo al sexo, las drogas y el rock & roll, basando su filosofía en que dado que podria morir en cualquier momento, no debería desperdiciar un solo dia de su vida. La aparición de un obsesivo corredor austríaco, feo y antipático, implica que el astro de los autos de carrera encontró su némesis, un auténtico archirrival, como el Pierre Nodoyuna de los dibujos animados. Todo empieza muy divertido, y poco a poco, más lentamente que en cualquier otra película del género, se vuelve espeso y dramático, a la altura de la historia que cuenta. El hecho de que esté inspirada en hechos reales es el otro gran truco de Howard. El verdadero protagonista del film es Niki Lauda, campeón mundial de la Fórmula 1 que pese a haber sufrido un accidente prácticamente mortal, sólo 42 días después ya estaba listo para seguir compitiendo con el carilindo astro James Hunt. Howard retrata a cada uno de sus antihéroes como auténticos bastardos detestables, pero también se ocupa de dejarles algún momento de redención. A diferencia del clásico "Grand Prix" que se centraba primero en las carreras para luego interrumpir la tensión con una mirada a la vida personal de los corredores, Howard cambia la estrategia, empezando por mostrar los conflictos personales durante el primer tercio del film, para luego apretar el acelerador más y más hacia los detalles del insensato campeonato de Fórmula 1 de 1976, competencia con reglas tan delirantes que permitían que un tipo desfigurado y casi dado por muerto pudiera subirse a su Ferrari e incluso volver a correr en condiciones climáticamente imposibles, igual o peor que las que provocaron su accidente. Una vez arreglados los contratos por los sponsors y los derechos de transmisión de la TV mundial, ninguna escudería quería detener semejante negocio. El estilo de drama histórico ya aplicado por Howard a "Apolo 13" se potencia aquí con el énfasis en la rivalidad entre los dos corredores. "Rush" es un drama existencialista fatídico y oscuro, pero luminoso en su idea de la necesidad de tener a mano un rival digno de respeto.También describe la Formula 1 de los años '70 como una especie de obsesión autodestructiva: en un punto Lauda, recién casado, en medio de la más fabulosa luna de miel, se detiene a pensar que "la felicidad es un problema, te hace pensar que tenes algo que perder". La película termina centrándose en la asombrosa historia real de Lauda, y una vez que se vuelve temible en tensión y rápida hasta el vértigo, simplemente atornilla al espectador a su butaca y no le da un minuto de paz. Tiene algún punto débil, como el comportamiento excesivamente redundante del desmadrado Hunt (Chris Hemsworth, el super héroe "Thor", luce casi demasiado contemporáneo), además de cierta simplicidad en la descripción del background que determina la obsesión de los protagonistas. Pero nada de eso importa una vez que Howard lleva al espectador al vértigo de la Fórmula 1, y la actuación del "bastardo sin gloria" Daniel Bruhl como Niki Lauda es memorable (igual que la de muchos personajes secundarios, como Pierfrancesco Favino como el corredor Clay Regazzoni, determinado a humanizar a Lauda). El montaje y el diseño de sonido son excepcionales, y la fotografia se ocupa de que en momentos culminantes los pilotos estén a punto de competir en un verdadero circuito infernal. Un detalle curioso: Carlos Reutemann, el pilto que convocó Ferrari tras el accidente de Lauda, no sólo no sale segundo, sino que tampoco se lo ve aunque sea mencionado varias veces a lo largo de la película. Parece que no es posible hacver un clásico de carreras de autos sin un argentino, dado que en "Grand Prix", junto a Ives Montand y Toshiro Mifune, tambien aparecía Fangio interpretándose a si mismo.
Chicas ricas que roban con tristeza Al comienzo de la nueva película de Sofia Coppola se avisa que el guión está basado en una historia real. Es un detalle muy importante ya que, si no, todo el asunto resultaría inverosímil. Pero, aun con esa advertencia, el tratamiento que le da la directora de "Las vírgenes sucidas" no ayuda a la credibilidad. "Adoro la fama" es el retrato de unas chicas ricas de un colegio para expulsados californianos que, con la ayuda de su amigo gay, pasan de envidiar a las ricas y famosas con todos sus lujos y glamour a directamente meterse en sus vidas. O mejor dicho, en sus casas, lo que hacen cuando se enteran de que tienen un evento en otra ciudad, averiguando sus direcciones por internet, disfrutando de sus lujosas mansiones, y robándole prendas de marca, joyas o incluso, una vez que los hechos se van intensificando, importantes sumas de dinero, relojes y cuadros valiosos. La historia empieza cuando Katie Chang e Israel Broussard se conocen en la escuela secundaria para chicos expulsados de otros institutos. Él fue expulsado por faltas de asistencia, ella por llevar a la escuela sustancias prohibidas. Pronto los nuevos mejores amigos estan consumiendo drogas y entrando a distintas casa, empezando por las de Paris Hilton y Megan Fox, y el asunto es tan fenomenal que pronto están invitando a otras amigas a que los acompañen. La directora no intenta darle tensión a este policial adolescente, sino más bien regodearse en el éxtasis de sus personajes por sentirse parte por un momento de la vida de ricos y famosos, para lo que detiene la acción en las fiestas de felicidad y abusos químicos luego de cada pequeño o a veces no tan pequeño raid delictivo. En el medio, también corta la acción con entrevistas a los protagonistas, recurso increíblemente anticuado para una cineasta que pasa por ultramoderna. Como la historia es atractiva, la película se salva, sobre todo cuando luego de los repetitivos atracos los adolescentes son atrapados y, de algún modo, logran alcanzar la fama que tanto deseaban.
La crueldad a pleno Lo primero que llama la atención en esta película es la atractiva caracterización de John Travolta de ex combatiente serbio que, lógicamente, habla en inglés con un fuerte acento centroeuropeo. Travolta logra, contra lo que se podría esperar, que su composición no sea nada divertida, sino que logre el dramatismo y la crueldad del caso. Es que "Tiempo de caza" es cine de la crueldad a pleno, con dos ex combatientes de la guerra de Bosnia que se encuentran en tiempo presente y juegan a una extraña guerra privada. Los dos protagonistas casi excluyentes del film son Travolta y un más convencional Robert De Niro, que no hace otra cosa que simplemente otra variante de los personajes duros que tantas veces se le ha visto hacer con todo su talento. Sólo que esta vez es De Niro el que recibe su "Cabo de miedo" en la forma de ese en principio aparentemente amistoso serbio que le arregla el auto en medio del bosque donde vive, cuando trataba de ir a comprar medicamentos para los dolores de las viejas heridas de combate. Pero pronto quedan en evidencia las verdaderas intenciones del extraño y comienza una batalla de hombre a hombre en la que ambos actores parecen jugar a ver quién puede ser más sádico que el otro. Ahí es donde el film deja de ser algo que podría definirse como un drama de acción para directamente convertirse en algo parecido a una película de terror, ya que el nivel de crueldad es tan imaginativo como inusitado. Las cosas que se hacen estos dos parece salidas de los dibujitos del gato y el ratón que mira Bart Simpson, y realmente, el director Mark Steven Johnson, conocido por buenas adaptaciones de comics como "Daredevil" y "Ghost Rider, logra darle verosimilitud a las cosas más tremendas e impensables, incluyendo las torturas más creativas. Cada tanto uno de los personajes está a merced del otro, y el guión se las arregla para que la situación se invierta sin darle tiempo de reacción ni al contrincante ni al espectador. Para que esto sea posible no sólo bastan los dos excelentes actores, sino también muy sólidos rubros técnicos que ayudan a mostrar adecuadamente las cosas más delirantes de narrar. Por eso la película se sostiene muy bien, para quien tenga estómago y para quien se banque el desenlace humanista un tanto extemporáneo luego de que haya corrido tanta sangre.
Hay un alien en mi dormitorio Hay marcianos buenísimos y simpáticos como el de E.T. y los de "Encuentros cercanos del tercer tipo", y luego hay monstruos horribles y peligrosos como, sin ir más lejos, Alien o Depredador. Pero en un plano que para muchos creyentes es más realista, hay extraterrestres verdaderamente ominosos, a los que llaman los Grises. Son esas criaturas que eligen una persona o una familia común y corriente para realizarles implantes, estudiarlos, dominar sus acciones y, muchas veces, directamente terminar secuestrando a uno de sus integrantes. Desde su posición de experto en efectos especiales de Tim Burton y Steven Spielberg, Scott Stewart ha dado vida a todo tipo de seres sobrenaturales, marcianos incluidos, pero en esta película como director y, además, guionista se centró en esas experiencias más de entrecasa que son tan aterradoras como para que no haya más que un puñado de films de bajo presupuesto sobre el tema. Lo hace bien y muy seriamente. "Los elegidos" empieza muy de a poco mostrando los problemas y conflictos normales de una familia tipo, y poco a poco va introduciendo elementos perturbadores que obviamente son de índole totalmente foránea. Uno de las cualidades del guión es que aunque el espectador intuya de qué viene la cosa, la acción no lo revela antes del tiempo y la cantidad de evidencia que requieren sus protagonistas para poder convencerse de que lo que les está sucediendo no tiene nada que ver con algo terrestre. Por eso si bien todo el principio puede parecer un poco frío y no especialmente intenso, ya hacia la mitad de la proyección, "Los elegidos" empieza a dar miedo en serio, y de ahí hasta el final no para de acumular escenas temibles. Dentro de su bajo costo, está muy bien filmada, con efectos muy bien resueltos mostrando lo justo para, sobre todo, insinuar- y muy sólidas actuaciones de todo el elenco, empezando por los dos chicos de la familia, principales víctimas de estos horribles Grises, y muy especialmente el veterano J.K. Simmons en el papel del experto en aliens encargado de darle las malas noticias a la familia, y si se quiere, tambien al espectador, dado que por momentos todo el asunto está jugado como un drama realista y no como una de ciencia ficción.
Más preocupación por los paisajes que por el suspenso Un estudiante brillante pero pobre sigue la mala senda familiar, el juego, y termina en Costa Rica trabajando para un magnate de las apuestas internacionales. La pelicula empieza prometedora, con Justin Timberlake apostando un monton de dinero para poder pagar su universidad, perdiendo en lo que, luego descubre, fue un juego con trampa, para colmo on line, y viajando al tercer mundo para enfrentarse al responsable de esa trampa. Allí termina siendo contratado por Ben Affleck, todopoderoso rey de las apuestas perseguido en vano por el FBI, que no tiene jurisdicción en Costa Rica. Y lo increíble del film a esta altura es que con todo este material no logre generar mayor tensión, y por momentos parezca que lo que más ocupó al director hayan sido los bonitos paisajes centroamericanos. Ben Affleck hizo una película parecida, "The Boiler Room" que funcionaba mucho mejor, mientras que esta histora de un aprendiz de brujo que cree que puede superar a su maestro carece de los resortes básicos que hacen que un film noir funcione razonablemente bien. A su favor se puede decir que todo el asunto es original, y que por lo tanto mantiene el interés del espectador más allá de sus evidentes fallas como policial. Tambien hay pintoresquismos atractivos propios de una locación tan poco común como Costa Rica, y algunas buenas actuaciones secundarias, empezando por la del siempre eficaz John Heard. Por su parte Justin Timberlake hace lo mejor que puede con su papel, mientras que Ben Aflleck se dedica casi por completo a la sobreactuación villanesca.
Riddick en aventura menos pretenciosa y más entretenida Lo bueno de esta nueva entrada a la saga del desventurado convicto interplanetario prófugo, Riddick, es que se despreocupa al máximo de la saga anterior para intentar algo parecido a un western de ciencia ficción/fantasía heroica y cualquier otra variante. Lo mejor es la larga introducción en la que Vin Diesel debe adaptarse a un planeta sumamente hostil, al mejor estilo "Robinson Crusoe en Marte", sólo que enfrentado a una fauna monstruosa a niveles espantosos. Lo que de todos modos no impide adiestrar alguna fiera como mascota digna de un buen homenaje a "Mad Max 2". Claro que luego el prófugo cósmico se ocupará de llamar la atención de los mas sádicos cazadores de recompensas intergalácticos, y de asesinos más formales y uniformados, por supuesto relacionados con las películas previas ("La batalla de Riddick", "Las crónicas de Riddick"). Lo malo es que una trama tan absurda como la que logra que el protagonista pueda interactuar entre sus perseguidores y los monstruos de ese planeta sin nombre sea tomada tan en serio durante casi dos horas. Los excelentes efectos especiales y la actuación del terrible cazador de recompensas Jordi Molla ayudan al conjunto, igual que varias escenas aisladas, a veces bastante inconexas. En este sentido, además del largo prólogo, la extensa secuencia sobre el conflicto con un armario es uno de los momentos culminantes de este delirio menos pretencioso y más divertido que los films anteriores.
Realismo, gran virtud de “Capitán Phillips” La odisea de un barco mercante atacado por piratas somalíes es algo demasiado presente y contemporáneo como para convertirlo en un thriller común y corriente o, mucho menos, una típica película de acción hollywoodense. Paul Greengrass es un director con el don del realismo. Las secuencias en las que unas lanchas miserables intentan tomar por asalto un buque enorme, simplemente no se parecen a nada visto en ninguna peíícula. Cada situación relativa al buque está filmada con la máxima minuciosidad, especialmente al principio, cuando no pasa nada grave y todo es rutina. El nivel de tensión que logra Greengrass cuando sí pasa algo grave es tan feroz como extraño. Es que lo que nos falta saber es qué es lo que realmente motiva a esos piratas modernos para enfrentarse a, si hiciera falta, la flota estadounidense. "Capitán Phillips" puede verse como un thriller de secuestro, original por la locación en el mar. También puede entenderse -sobre todo por lo que tiene que ver con el anunciadísimo desenlace-, como otra de las películas de propaganda de la era Obama, (más parecida a la de Kathryn Bigelow sobre la caza de Bin Laden que a las de ficticios atentados contra la Casa Blanca). Pero Greengrass, aun sin mucha ayuda del guión, logra dejar al espectador pensando sobre esos raquíticos piratas somalíes liderados por un gran actor: Barkhad Abdi. El detalle inusual de los diálogos en somalí entre los piratas da un toque más de realismo al film.