El original asustaba más y mejor "La noche del demonio" era una muy buena película de terror de James Wan, quien ya había lanzado la franquicia truculenta de "El juego del miedo" y este año mostró su mejor trabajo, la muy superior "El conjuro". Con "La noche del demonio 2", Wan muestra cómo puede arruinarse un film original por hacerlo interactuar con su secuela, totalmente innecesaria en términos narrativos pero evidentemente conveniente desde el punto de vista del negocio. Es que la primera película terminaba de manera redonda y convincente, y esta secuela que empieza a retomar las cosas desde aquel momento, sólo logra que el espectador recuerde la anterior perdiéndole el respeto. En el original, el pequeño Dalton era perseguido por un horrible espíritu del Más Allá, ya que el niño tenía el don de poder viajar a un curioso limbo entre nuestro mundo y el de los espíritus. Pero ahora el que es perseguido es el padre, un tipo de víctima de los espíritus mucho menos frágil y por lo tanto menos interesante. Por otro lado, la presencia de flashbacks y de absurdas imágenes de ese limbo fantástico no ayudan a mejorar este segundo film que, de todos modos, presenta algunas buenas imágenes sobrenaturales y, sobre todo, los sustos que el director sabe aplicar muy bien, aunque en esta ocasión están más aislados y muchas veces rodeados del golpe de efecto de la típica película de terror sin mucha imaginación.
Una espectacular odisea en el espacio "En el espacio, nadie puede escuchar tus gritos" afirmaba el slogan publicitario de "Alien, el octavo pasajero" Unos años más tarde, refiriéndose a una de sus secuelas, algún critico bromista retrucó. "en el espacio, nadie puede escuchar tus bostezos". Y dado que muchas superproducciones de ciencia ficción con astronautas enfrentando amenazas cósmicas tan ficticias como taquilleras pueden percibirse como aburridas, a los films realistas sobre la dura vida del astronauta nunca les quedó casi nada de espacio. Tan poco, que las contadas películas imprescindibles de este género cinematográfico aún indefinido e inclasificable, son dos dramas histórico-austronáuticos: la muy premiada "Apolo 13" de Ron Howard con Tom Hanks y Ed Harris y la menos recordada -y acá sólo estrenada en VHS- "The Right Stuff" de Philip Kauffman El único auténtico antecedente de "Gravedad" es un film de 1969, "Atrapados en el espacio" (Marooned), totalmente olvidado a pesar de haber sido dirigido por John Sturges, protagonizado por Gregory Peck y Gene Hackman, y haber ganado un Oscar a los efectos especiales. Pero "Gravedad" es un film absolutamente original en su tema sobre dos astronautas tratando de sobrevivir en el espacio cuando el trabajo de rutina que están haciendo en una estación espacial es interrumpido por una lluvia de fragmentos de satélites. También es un desafío técnico y actoral concebido para que la película luzca como nada visto antes. Más allá de algunas apariciones breves de gente con escafandra y voces como la de Ed Harris que hablan desde Houston, los únicos actores son Sandra Bullock y George Clooney, pero dada la complejidad técnica de la producción, sólo se filmaron sus rostros, y absolutamete todo lo demás fue generado digitalmente, logrando asombrosas imágenes totalmente creibles que hasta ahora sólo podría conocer un astronauta. Igual que aquel slogan publicitario de "Alien", Alfonso Cuarón comienza su film con un texto que explica la falta de sonidos que existe en el espacio, y por lo tanto la banda sonora es una de las más extrañas, complicadas y brillantes de la historia del cine, con un dramatismo inusitado entre las conversaciones entre gente aislada en la inmensidad, con silencios sólo rotos por el inteligente score musical de Steven Price que acompaña las caminatas espaciales y las increíbles visiones de nuestro planeta con sutiles notas ambient, y recién introduce cierta épica en los momentos finales de mayor emotividad. Cuarón cita visualmente muchos clásicos de ciencia-ficción, pero básicamente lo que vemos en "Gravedad" es tan original en lo estético como en el concepto de un film nada pretencioso, y en determinado punto logra que se lo vea no como una odisea cósmica, sino como una simple historia de supervivencia. El desafío que intento y resolvió asombrosamente bien el director sería imposible sin la pericia técnica y estética de uno de los grandes directores de fotografías modernos, el muy premiado Emmanuel Lubezki, que por este trabajo superlativo debería tener un Oscar asegurado. Por último, esta imperdible "Gravedad" tendrá pocos actores, pero sólo la mejor actuación en la carrera de Sandra Bullock justificaría el precio de la entrada.
Una amistad inverosímil, pero aun así, simpática Una adolescente de Los Angeles va comprando porqueriís en ventas de garage y encuentra un termo que compra como jarrón, a pesar de que la anciana que lo tiene en venta afirma que es un termo y no un jarrón, además de aclararle que "no hay devoluciones". Cuando la chica quiere poner flores en su flamante jarrón, encuentra que está lleno de rollitos de cien dólares, por un total de casi diez mil. Luego de ir a hacerse las uñas y comprarle una bonita correa a su perrita Starlet. la chica sufre un ataque de culpa y le toca la puerta a la anciana para intentar devolverle el dinero, pero la señora le da un portazo en la cara repitiendo "no hay devoluciones". Esto bastaría para que la historia se ocupe solamente de cómo la chica se gasta esa pequeña fortuna con sus amigos drogadictos, pero como "Starlet" es una película de cine independiente, aquí lo que importa es la curiosa, por no decir totalmente inverosímil, relación entre una joven de la generación "ni ni" y una octogenaria sumamente antipática. Ni Dree Hemingway última revelación entre los descendientes del autor de "El viejo y el mar"- ni la venerable Besedka Johnson actúan demasiado bien, pero a su favor se puede decir que cumplen con creces el physique du rol requerido. Por otro lado, la película, si bien es un poco lenta, está muy bien filmada y cada tanto tiene imágenes realmente atractivas, apoyadas por un sólido soundtrack hip hop. Además, el film deja un gran consejo dicho por la anciana que, por supuesto, a medida que avanza el drama se va volviendo menos antipática: "Para llegar a mi edad, hay que desayunar muy pero muy bien y luego no comer nada hasta una ensalada en la cena".
Fenómenos totalmente agotados Esta secuela está armada con cierta originalidad, dividiendo la película en dos partes bien diferenciadas. Primero hay un cineasta que en medio del rodaje de una película de terror totalmente convencional cuyas secuencias de detrás de la cámara son lo más divertido de este film malo- obsesionado con los pormenores de la primera "Fenómenos paranormales", a la que considera un film snuff (es decir con muertes reales) al punto de que intenta localizar a algunos de los actores de esa producción o cualquier señal que le confirme las características de cine de exterminio. Luego está la parte típica de este género del "reality terror" con el cineasta y su equipo atrapados en el tétrico manicomio abandonado donde se filmó la primera película. La primera parte por original es más interesante, pero está tan estirada que cualquier gracia que pueda tener se va a esfumando a partir de que los minutos necesarios para contarla razonablemente se empiezan a prolongar hasta lo insoportable. La segunda parte, con las típicas cámaras que se mueven para todos lados menos hacia donde sucede la acción, es exasperante desde el vamos, y más allá de que incluye algunos momentos gore y alguna sorpresa del guión, es de lo peor en su tipo. Como esta clase de producciones son extremadamente baratas, a pesar del desastre que es esta segunda parte no se puede dudar de la próxima aparición de una "Fenomenos paranormales 3".
Los buenos efectos y los actores sostienen la futurista “Elysium” A mediados del siglo XXII está todo mal. La redistribución de la riqueza jamás ha tenido lugar, y el planeta luce como una gran villa miseria. Para colmo la contaminación enferma mortalmente a casi toda la población, especialmente a los chicos. Pero los ricos no tienen problema, ya que viven en las alturas del espacio, en una especie de country cósmico donde no sólo se dan todos los lujos sino que también poseen sofisticados aparatos que los curan instantáneamente de todo mal que hayan adquirido en el planeta. Esta estación espacial se llama Elysium y, obviamente, todos los miserables habitantes quieren lograr viajar ahí, aunque sea para curar a sus hijos. Este es el planteo del nuevo film del sudafricano Neil Blomkamp, conocido por su película de ciencia ficción de bajo presupuesto "Distrito 9", que tenía el don de armar una historia fantástica con elementos del presente. Con mayor presupuesto, acá la intención es más o menos la misma, pero la premisa argumental es menos original y su desarrollo menos elaborado. Matt Damon es un ex convicto que trata de mantener un trabajo espantoso hasta que lo someten a radiación negligentemente, y no le queda otra que volver al crimen si quiere lograr un pasaje clandestino a ese paraíso sideral donde podrá curar su mal. Y Jodie Foster es la malísima jefa de seguridad del lugar que da su título al film, dispuesta a comandar un golpe de estado con tal de poder aplicar su política de mano dura. Las escenas melodramáticas se mezclan con flashbacks insípidos y furiosas escenas de acción muy bien filmadas (los efectos especiales también son de primer nivel) y en este panorama de futurismo tercermundista, el que más parece divertirse es el parapolicial Sharlto Copley, que protagoniza algunas de las mejores escenas del film. Las buenas actuaciones de casi todo el elenco ayudan a mantener el nivel, aunque la que está muy desaprovechada es Jodie Foster.
Sobre la violencia con los recursos adecuados En el año 2022, en EE.UU., la festividad más importante ya no es el 4 de Julio, ni el Día de Acción de Gracias, ni el Superbowl. Los buenos deseos ya no se expresan diciendo "Feliz Nochebuena", y en cambio se acostumbra decir "Que tengas una noche segura". Es que una noche al año todo el mundo puede matar a su prójimo sin que eso implique cometer ningún delito. Ese extraño feriado más terrorífico que Halloween se llama "La Purga" y se supone no sólo sirve como catarsis colectiva para expresar la ultraviolencia propia del american way of life, sino también para potenciar la economía a través de la venta de armas y sistemas de seguridad, por lo visto más redituables que los regalos navideños, el consumo de pavos y los disfraces y golosinas de las efemérides más populares de tiempos pasados. Por otro lado, algunos sospechan que La Purga sirve para que los sectores de clase baja que no tienen medios para protegerse encerrándose en sus casas con sofisticados sistemas de seguridad puedan ser diezmados por los de mayor poder adquisitivo. El director y guionista James DeMonaco es un gran fan de John Carpenter, lo que se vio cuando escribió la competente remake de "Asalto al Precinto 13", film esencial del director de "Noche de brujas", que también es una notable influencia en "La noche de la expiación". Este es un film de bajo presupuesto que, al no poder narrar la historia de masacres masivas que propone el audaz planteo argumental, sintetiza todo el asunto en la lujosa casa del vendedor de sistemas de seguridad Ethan Hawke, cuyo hijo da asilo a una víctima de La Purga poniendo en peligro a toda su familia. Este es uno de los principales problemas de la película, que sin embargo logró el cometido de los primeros films de Carpenter: con un presupuesto de 3 millones de dólares, ya lleva recaudados más de 60 millones sólo en EE.UU. El film es interesante por ser uno de los pocos que gira en torno a la violencia que explota permanentemente en las matanzas que todos conocemos. SI bien la idea es más potente que su ejecución, "La noche de la expiación", de todos modos, es un film realmente fuerte con momentos de terrible violencia y suspenso. Ya se está preparando una secuela donde seguramente DeMonaco podrá plasmar su idea con el despliegue de violencia masiva indispensable del caso.
Armadas, peligrosas y divertidas Sandra Bullock nos lleva de nuevo a la repetida fórmula de películas de parejas de policías de los 80 al mejor estilo de "Infierno rojo" de Walter Hill, pero esta vez con una vuelta de tuerca feminista y un tema central sobre la intolerancia y la diversidad. La protagonizan una agente neoyorquina del FBI intachable y atildada y detestada por sus compañeros hombres- teniendo que trabajar con una desagradable agente de policía de Boston ultraviolenta con todo el aspecto del estereotipo de la lesbiana gorda y guarra, aunque uno de los trucos de la película es que las apariencias engañan. Justamente algunos de los mejores gags de esta furibunda comedia tiene que ver con las apariencias y los cambios de look de las dos protagonistas que, como siempre sucede en estos casos, al principio no se aguantan pero de a poco van desarrollando un vínculo. Hay mucho humor negro y momentos de violencia sorprendentes, además de diálogos que quien entienda inglés descubrirá que incluyen lo que debe ser todo un récord Guinness sobre cantidad de insultos pronunciados por un personaje femenino (algunos sumamente creativos que, por supuesto, no aparecen traducidos debidamente en los subtítulos). También ésta debe ser la única película en incluir escenas tan espantosamente contundentes como un interrogatorio en el que una de las policías juega a la ruleta rusa apuntando a la bragueta del sospechoso. La actuación de Melissa McCarthy justifica por sí sola esta película llena de gags realmente eficaces y tambien de buenos momentos de acción policial, aunque también un poco despareja y un poco más larga de lo que hacia falta. Las excelentes actuaciones secundarias y la música funky de los Isley Brothers terminan de hacerla muy recomendable.
Dragon Ball que disfrutarán hasta los no creyentes Tal vez dentro de miles de años algún arqueólogo descubra fragmentos de los distintos Dragon Balls del comic, la TV y el cine y los descifre como algún tipo de mitología ancestral o narración religiosa similar al "Popol Vuh", "La Iliada", o "Quién se ha llevado mi queso". En todo caso, en este mismo 2013 nadie puede dejar de reconocer que la franquicia de los distintos Dragon Balls, Vegetas, Gokus y demás hitos surgidos de la delirante e insondable imaginería nipona, a esta altura constituyen una verdadera mitología moderna. Y como toda mitología, es casi palabra santa para sus seguidores y una pesadilla incomprensible para los no creyentes. Pesadilla doble si se considera que en este caso los no creyentes son los adultos que deben abonar todo tipo de productos para sus niños fans de Dragon Ball, al que encima detestan el triple que cualquier producción animada más standard producida en Occidente. Pero lo que nadie puede negar es que, amado u odiado, Dragon Ball hace mucho llegó para quedarse. Y luego de tres lustros vuelve en pantalla grande con una historia mitológica como pocas, algo que queda claro desde la "Batalla de los Dioses". La idea es que en el universo niponamente alocado de Dragon Ball hay un Dios de la Creación, pero también un Dios de la Destrucción, y curiosamente este último es el que les parece más interesante a los brillantes creativos detrás de este nuevo Dragon Ball. Este Dios de la Creación en un felino humanoide que luego de una siesta de 39 años desayuna como los dioses y le pregunta a su irónica asistente qué posible destrucción podría resultar divertida para una divinidad que no encuentra ningún rival a la altura de sus superpoderes. Como no hay ninguna, el Dios gato se las arregla para recordar un sueño premonitorio -que ni él mismo se cree- que incluye la posible superación de los poderes de Goku y sus amigos. Asi es que el Dios Gato funcional para todo apocalipsis galáctico aparece en la Tierra nada menos que en el cumpleaños de la bella y frívola Bulma, para ver si ahí puede encontrar a uno de estos nuevos modelos de dioses guerreros, sabiendo que caso contrario su visita a ese ínfimo planeta no tendrá más interés que otra de sus rutinarias destrucciones cósmicas. Considerando que para un neófito todo Dragon Ball fue siempre un misterio inentendible, llama la atención que lo mejor de este nuevo film sea una trama que combina la acción y el humor de un modo único, capaz de fascinar al mismo tiempo a los fans de la saga como a cualquier espectador desprevenido que no podrá dejar de divertirse a lo grande viendo la paciencia del Dios de la destrucción a ver si le traen otro Dios para armar una pelea en medio del cumpleaños de una señora rica que no quiere decir su edad. En un momento culminante, al Dios Gato le niegan un flancito, y se enoja tanto como para destruir el planeta. Sin perder el estilo de animación japonesa medio berreta y televisiva, las imágenes son asombrosas en su despliegue de colores, y sobre todo, en encuadre y montaje que acompañan con astucia los cambios de climas de una historia que puede pasar de un bingo familiar al apocalipsis en cuestion de segundos. El doblaje al castellano está a cargo de los tradicionales Mario Castañeda y René García, y si esta película de animación japonesa puede parecer buenísima a los no fans, para los seguidores de la infinita saga de los Dragon Balls, esto debe ser lo más parecido al néctar de los dioses que puedan encontrar en los próximos días en un multiplex.
Un catálogo de boberías Un puñado de gags de humor ultrabobo no bastan para poder recomendar una película, pero a favor de "Son como niños 2" se puede decir que los hay, empezando por el que abre la película, con un ciervo orinando sobre un desprevenido Adam Sandler. El comediante tuvo tiempos mejores, y lo mismo se puede decir del excelente elenco que participa en esta floja comedia. En especial, Chris Rock y Kevin James podrían aspirar a mejores producciones para lucir su talento, ya que en cambio desde hace un tiempo Sandler cayó en esta especie de limbo de las comedias apenas visibles. En este caso, la mínima excusa para el desarrollo de los gags son el regreso de una familia a su pueblo natal, donde las cosas ya no son exactamente como eran, y el precipicio por el que se arrojaban al agua en la adolescencia ahora de golpe parece más alto. La anécdota es mas bien minimalista y, en cambio, los gags vienen al por mayor, aunque lamentablemente, si bien el nivel general es zonzo, no todos son eficaces, y por eso esta es una de esas comedias que sólo pueden hacer reír a medias incluso al público mejor predispuesto. La buena banda sonora y la producción ayudan que el todo no sea insoportable.
Basado en un comic de Dark Horse, esta película podría definirse como una mezcla entre "Hombres de negro", "Ghost" y "Los cazafantasmas", con Ryan Reynolds como un policía no demasiado limpio que muere asesinado por su compañero Kevin Bacon, y en vez de ir directamente al infierno merece una oportunidad sirviendo con el cuerpo de "Policías del más allá que se ocupan de combatir los espectros delincuentes que quieren seguir cometiendo sus fechorías entre los vivos. La tarea no es fácil y junto a su nuevo compañero y maestro Jeff Bridges,el protagonista debe tratar de adaptarse a esta nueva existencia de ultratumba mientras intenta revelar el plan criminal del hombre que lo mató y que ahora acecha a su esposa. Por supuesto, lo más divertido del film son los coloridos efectos especiales paa retratar los delincuentes espectrales, y las técnicas increíbles que usan estos policías para sacarlos de su disfraz de seres humanos comunes y corrientes. Pero lo mejor, sin duda, es Jeff Bridges componiendo un indescriptible cowboy de ultratumba que debe acostumbrarse a que el resto de los mortales lo vea como una apetitosa rubia (a Reynolds, en cambio, lo perciban como un anciano chino). Todo no se puede, y más allá de los estupendos efectos especiales y algunas espectaculares escenas de acción, las subtramas con el villano Kevin Bacon y su plan para que los muertos vuelvan a caminar sobre la tierra lucen bastante similares a los de otras películas. Pero, al menos, este "Policía del más allá dura unos sintéticos 96 minutos y siempre tiene un gag visual a mano para entretener al espectador, aunque por momentos parezca que el que más se divierte es Bridges, que inclusive tiene la oportunidad de cantar tanto durante el film como en los créditos del final.