Suspenso en una trama inteligente Hugh Jackman es un padre de familia cuyo credo es estar preparado para cualquier contingencia que pueda afectar a su familia. Cuando su pequeña hija es secuestrada junto a la de los vecinos en un fatídico Día de Acción de Gracias, no cree que la policía esté haciando lo sufciente y toma la peor decisión: raptar al deficiente mental que cree sospechoso del secuestro para torturarlo hasta que revele el paradero de las nenas. Jake Gyllenhaal es un detective orgulloso de nunca haber dejado un caso sin resolver. Ocupado en la investigación del secuetro de las nenas, busca toda pista posible, lo que lo lleva ante psicópatas no necesariamente involucrados con el asunto en cuestión. Tambien percibe el comportamiento extraño del padre de la nena secuestrada, lo que complica más la pesquisa. "La sospecha" es un policial tan oscuro que por momentos casi se convierte en un film de terror, pasando por supuesto también por el psycho-thriller. Pero lo interesante del estilo de director canadiense Denis Villeneuve es que no le interesa darle al espectador el tipo de climas que brindan alguna certeza de lo que va a suceder en esta endiablada película, que realmente no deja entrever sus vueltas de tuerca. Esto lo logra tomándose todo el tiempo del mundo para armar un guion que pueda desarrollar sus hilos con todo detalle -en este sentido hay que agradecer el trabajo del guionista Aaron Guzikowski-, sin caer en ningun tipo de clichés de los géneros que transita. Ota cualidad que llama la atención en el film es la capacidad de generar tensión durante das horas y media sin apelar a escenas de acción prácticamente no hay ninguna- ni tampovo a los recursos básicos del cine de suspenso. Es la trama la que va atrapando inevitablemente al espectador, sin dejar de mencionar las excelentes actuaciones de los dos muy creibles protagonistas, Jake Gyllenhaal y muy especialmente Hugh Jackman, que ofrece uno de los mejores papeles de su carrera. La música es tan ascética y minimalista como la formidable fotografía de Roger Deakins, un camarógrafo que sabe como oscurecer aun mas una historia siniestra como esta.
El caso Assange con tibieza y ambigüedad El director Bill Condon tiene en su haber la gran película biográfica, "Dioses y monstruos", una excelente y muy creativa recreación de los conflictos alrededor del genial pero olvidado director de clásicos del cine de terror como "Frankenstein" y "El hombre invisible", James Whale, "El quinto poder" en un punto también es un film biográfico, pero le falta esa perspectiva que da el paso del tiempo y que lograba que "Dioses y monstruos" fuera un gran film. Un asunto tan contemporáneo y aún no resuelto del todo como es el del fenómeno de Julian Assange y sus Wikileaks, filmado en este momento, provoca cierta sensación de oportunismo más que de interés genuino, y eso da como resultado un film tibio y ambiguo que no aporta demasiado sobre los acontecimientos a narrar, ni tampoco sobre el personaje. El guión se centra sobre todo en la relación entre Assange (Benedict Cumberbatch) y su socio alemán Daniel Domscheit-Berg (Daniel Bruhl) en el momento del año 2010 en el que Wikileaks estaba por dar a conocer su dossier sobre el accionar de las fuerzas armadas estadounidenses en Irak. En estos momentos previos la película funciona un poco como una variación del nuevo género sobre orígenes de genios de Internet al estilo de "La red social", pero con un toque de thriller conspirativo y temas políticos, que de haber sido filmado con más tensión, realmente hubieran hecho la diferencia. Hay algunos detalles en los que el director intenta buscar un lenguaje cinematográfico que se relacione con el mundo virtual, y lo logra cuando encuentra un recurso que ilustra los chats entre los dos protagonistas. Por otro lado, todos los rubros técnicos son de primer nivel. Uno de los problemas de "El quinto poder" es la insatisfactoria intepretación protagónica de Cumberbatch, absolutamente exterior y tan ambigua como la línea general del todo el film. En papeles secundarios hay actores que realmente aportan al film, en especial David Thewlis y Stanley Tucci, como un agente gubernamental cuyo accionar podria haber otorgado más intensidad de haber ocupado un lugar más importante en la historia.
“Juegos del hambre” casi sólo para fans Según la película anterior y el libro de Suzanne Collins- se suponía que una vez que los jóvenes voluntarios para pelear en una justa a muerte lograban sobrevivir, no tendrían que participar más en los "Juegos del hambre" diseñados como distracción popular en un futuro totalitario. Pero en esta segunda entrega de la saga, esta sociedad futura se está volviendo aún más dictatorial y su opresión al pueblo es mucho más violenta, lo que convierte a la heroína Jennifer Lawrence en un peligro para el Estado, ya que su sola presencia agita a los revolucionarios. Por eso, tal como lo ve venir el espectador ya desde los primeros minutos del film, el Presidente personificado por Donald Sutherland cambia las reglas del juego y arma otra contienda destinada a liquidar a los héroes populares de la mejor manera posible. Así es como estos nuevos "Juegos del hambre" enfrentan a los sobrevivientes de todas las justas pasadas entre sí, hasta que sólo quede uno con vida. El clima revolucionario favorece un poco a esta "Los juegos del hambre: en llamas", sobre todo en el primer tercio de las casi dos horas y media de film, donde el director Francis Lawrence logra una interesante descripción de un futuro totalitario, en especial durante la gira "triunfal" de los protagonistas por las distintas regiones de lo que quedó de EE.UU. Lamentablemente, la película es exageradamente larga, teniendo en cuenta que hay que esperar una hora completa antes de que la trama desarrolle sus obvias vueltas de tuerca. El hecho de que esta vez no se enfrente solamente a adolescentes sino también a adultos incluso entre los "tributos" hay una anciana- ayuda a un tratamiento más adecuado de las partes más fuertes, evitando el sinsentido de la ultraviolencia light de la primera película. El resultado no está del todo mal, pero el principal problema es que la acción tarda tanto en llegar que para cuando empiezan de verdad los nuevos juegos, tal vez sólo los fans a muerte de la novela puedan seguir manteniendo el interés.
A la nueva “Thor” la sostiene la técnica Lo mejor del primer Thor, dirigido insólitamente por Keneth Branagh, era el contraste entre este hijo de Odin con su martillo todopoderoso y la gente común de aquí abajo en la Tierra, que lo veía destrozar todo con tal de defender al bien. El encuentro entre Thor y nuestro planeta provocaba una muy buena mezcla entre superacción y comedia de "pez fuera del agua". Pero en esta nueva Thor las cosas no son siempre tan divertidas, porque más allá de las diferencias argumentales, la elección de Inglaterra como sitio para la acción de las escenas terrícolas no ayuda demasiado, ya que entre la frialdad de la gente de Asgar y la británica, finalmente no quedan muchos matices.. Luego, la verdad es que dado el generosísimo presupuesto y el carisma del héroe nórdico de la Marvel sumado al de sus familiares, el padre Odin y el hermano malvado, Loki- el guión se toma demasiado tiempo antes de que el martillo comience a hacer estragos en distintos rincones del universo. La historia es totalmente delirante, con elfos negros y cosas raras de todo tipo, pero sirve para que, por una vez, Thor pueda unir fuerzas con el alocado Loki, ya que ambos deciden vengarse juntos de quienes atacaron a su madre. Chris Hemsworth hace perfecto su papel de dios del martillo, pero en cambio la interacción romántica con Natalie Portman es realmente muy poco picante, mientras que por otro lado, Anthony Hopkins se toma demasiado en serio su papel de Odin, lo que además implica que cada vez que aparece en su trono haya que aguantar largos diálogos altisonantes no especialmente interesantes. Claro que cuando la película explota, lo hace con todo, y si bien hay que esperar casi una hora para que las cosas se pongan realmente fuertes, vale la pena. Sobre todo, porque el 3D está concebido para que la ensalada de explosiones cósmicas, seres fantásticos, viajes interplanetarios y todo lo demás (incluyendo por supuesto el dichoso martillo) realmente provoquen un fuerte impacto en el espectador. El que roba cada escena es Tom Hiddleston, como el terrible Loki. Y el que aporta humor y talento al por mayor es Stellan Skarsgard en un personaje toalmente lunático que sirve para rellenar las partes no tan entretenidas de la película.
Scott en veta snob pero entretenida En un momento culminante de este drama policial de narcos mexicanos, la villana Cameron Diaz tiene sexo con el parabrisas de un auto deportivo. Esto da una idea de por qué, si bien "El abogado del crimen" no convence demasiado como film de gangsters, al menos no deja de tener sus detalles atractivos. En principio podría dar la sensación de que Ridley Scott intenta aplicar la fórmula de "American Gangster" al negocio de las drogas. Pero no, esto es más como si fuera cine de autor. Apelando a todo su snobismo, Scott esta vez hasta trata de demostrar que tiene más sangre latina que Oliver Stone con escenas testimoniales setentistas -manifestaciones incluidas-, y se toma todo el tiempo del mundo en diálogos poéticos, sensibles, filosóficos en los que los magnates del mundo narco reflexionan largamente sobre eso de que "Caminante, no hay camino...". Faltaría un homenaje a Facundo Cabral y el asunto estaría más completo, ya que lo que está claro es que, igual que el abogado protagónico, Scott no es de aquí ni de allá. Lo más flojo es que el abogado interpretado por Michael Fassbender es el personaje con menos gracia. El argumento original del escritor Cormac McCarthy (autor de "No country for old men", filmado por los hermanos Coen, y conocido aquí como "Sin lugar para los débiles", sólo para citar uno de sus libros más conocidos) tiene más puntos en común con las telenovelas mexicanas de ambiente ranchero que a veces amenizan las tardes de Canal 9. Brad Pitt es un vivo con sombrero blanco; Cameron Diaz es una archivillana peor que Joan Collins o Verónica Castro (ahí Scott se pasa de rosca, pero al menos no aburre). De todos modos, es una película de Ridley Scott, lo que implica que está notablemente bien filmada, aun en esta faceta snob. Hay una dirección de arte ultrakitsch que ayuda a que siempre haya algo interesante para observar, y, además, esta estética disparatada está muy bien equilibrada por una ascética fotografía del talentoso Dariusz Wolski. También hay dos o tres escenas de acción y violencia que merecen verse en pantalla grande (la mejor se la lleva Brad Pitt, y casi redime el precio de la entrada). Salvo el largo e innecesario prólogo, la película se sostiene durante dos horas. Pero dado el tema, y el talento involucrados incluyendo excelentes intérpretes como Bruno Ganz y Rosie Perez- da la sensación de que esto daba para mucho más.
Las actuaciones son el fuerte de un extraño policial Este es el típico film que intriga por raro y sin dudas luce original, pero que no termina de resultar realmente eficaz. Se trata de un policial algo metafísico sobre uin tipo solitario que comienza a trabajar como sereno de una típica fábrica de los suburbios bonaerenses, y que una vez mezclado en un homicidio, se dedica a ocuparse casi de golpe de una familia que quizá sea la suya, empezando por un padre con demencia senil. Los climas elegidos por el director de la comedia policial "Extraños en la noche" por momentos están más cercanos al fantástico que al policial, y ante el hermetismo general, lo que no deja duda es que el espectador siempre tiene algo interesante que ver, desde la excelente fotografía de Sol Lopatin, y el muy buen montaje especialmente en las logradas escenas de acción y violencia- y la adecuada música. De todas maneras, el fuerte de la película son las actuaciones, ya que Joaquín Furriel sostiene su enigmático personaje a base de talento, y de un gran esfuerzo de composición, entendiendo lo complejo de aparecer como protagonista casi absoluto durante la mayoría de las escenas del film. Y en el elenco también se destaca Alejandro Urdapilleta como el padre que con su senilidad ayuda a permitir la confusión en la que se basa la trama. El trabajo de Urdapilleta es excelente, aunque el peso de la película recae en Furriel. Sin duda es uno de los motivos para ver un film con varias cualidades aunque finalmente con resultados más extraños que realmente buenos.
Otra Lluvia de hamburguesas que los chicos disfrutarán Si la primera película -un enorme éxito comercial que recaudó unos 250 millones de dólares- podía entenderse como una parodia animada de las películas sobre desastres naturales o cine catástrofe, esta secuela se aparta un poco del original y convierte la premisa en una parodia de films de terror, que en este caso incluye comidas mutantes, algo asi como una demostración que no hay que jugar con la comida.. Como pasa tantas veces en estos casos, la trama armada para retomar los mismos personajes- empezando por el responsable principal del caos, Flint) no es tan atractiva como la del original. En este caso, Flint y sus amigos deben salir de su hogar en la isla donde provocaron el caos en la primera película, pero luego deben regresar cuando la máquina de hacer llover comida de antes se demuestra activa en la estratósfera con consecuencias apocalípticas. Estas nuevas consecuencias obviamente son lo mejor de una película rica en cosas que puedan parecer que son arrojadas desde la pantalla a los ojos del espectador, lo que el público infantil disfrutará especialmente con las distintas variantes de comida mutante monstruosa, como las arañas con patas de papas fritas y otras bellezas por el estilo que quizá puedan aturdir un tanto al público adulto acompañante. La estética de la película es atractiva en sus variantes multicolores, e igual que en el film anterior da la sensación de que todo se apreciaría mejor con las voces originales de Bill Hadder y James Caan.
Crudo retrato de un desalmado asesino real Michael Shannon es el actor perfecto para interpretar a uno de los más temibles asesinos por encargo en la historia del crimen organizado, al que llamabam "The iceman" (el hombre de hielo) no sólo por su frialdad inhumana, sino también por la costumbre de congelar los cadáveres de algunas de sus víctimas para confundir a la policía y a los expertos forenses. Lo interesante del guión basado en sucesos reales es la perspectiva que ofrece sobre la vida familiar de un asesino profesional cuya esposa comparte toda su vida con él sin sospechar la verdadera naturaleza de su trabajo. La película toma al personaje a mediados de la década de 1960 y lo acompaña durante dos décadas más de crímenes de todo tipo. Al principio, el protagonista es un empleado en el laboratorio de un estudio de películas porno para la mafia, lo que no le impide liquidar a alguien por motivos personales, como una venganza por un comentario molesto durante una partida de billar. Pero un atraso en la entrega de las películas lo pone en contacto con un temible e iracundo jefe mafioso interpretado por Ray Liotta, que rápidamente intuye las cualidades de este hombre para el homicidio y lo pone a trabajar como killer luego de hacerle una pequeña prueba: debe matar porque sí a un linyera que le acaba de pedir una moneda. Con el paso de los años las maneras de matar se van volviendo más sofisticadas, y aquí es donde aparece otro espeluznante personaje de la historia, un heladero asesino que esconde cuerpos congelados en el mismo camión donde reparte golosinas a los niños. Mr Freeze, el heladero asesino pronto se asocia con The Iceman para cometer asesinatos de manera más segura y protegerse mutuamente de los mafiosos italianos, ya que ellos por su ascendencia polaca e irlandesa no son en realidad parte de la Cosa Nostra. El trabajo actoral de Chris Evans ("Capitán América") es absolutamente increíble, y es uno de los motivos para ver este crudísimo policial negro que también cuenta con una sobria interpretación de Winona Ryder como la esposa el asesino protagónico.
Lúcida mirada sobre la pesadilla de un joven La vida de pesadilla de un adolescente tímido se acentúa cuando su madre y su flamante novio lo llevan de vacaciones a una ciudad balnearia especialmente deprimente. El novio de la madre es un auténtico bastardo, y casi todo personaje que pulula por el lugar esté listo para aportar su granito de cal a la situación infernal. Pero tal vez gracias a que sea el único que no perturba a los demás, y a que su rictus permanente pone en evidencia un mundo interior, el chico termina atrayendo buenas vibraciones, sobre todo de extraños. Huyendo lo más lejos posible de la casa veraniega en una bicicleta color rosa modelo Barbie, al menos consigue colarse en un patético parque acuático. Sin lograr pasar inadvertido, termina cayéndole bien a uno de los "losers" que administran el lugar no modificado desde 1983. Pero el peor parque acuático de la peor playa puede ser un Shangri-La para un atormentado chico de 14 años. La premisa se parece un poco a la de "Adventureland" de Greg Mottola. Pero "Un camino hacia mí tiene a su favor un tono más moderado, que no vacila en caer en el más ríspido melodrama familiar cuando no hay modo de que la trama vaya en otra direccion, ni tampoco intentan subir el tono a audacias que no tengan realmente que ver con el punto de vista del adolescente. Uno de los puntos fuertes es el estilo fluido y nada pretencioso impuesto por los codirectores Faxon y Rash, apoyados en una estética ascética, exacta para la historia a narrar, lograda por la fotografía de nada menos que John Bailey (de los mejores films de Paul Schrader y Lawrence Kasdan). Pero lo mejor de todo son algunas actuaciones, sobre todo la del joven Liam James, y muy especialmente la de Sam Rockwell como el encargado de extraer todo atisbo de felicidad posible a su oscura existencia. El trabajo de Rockwell es imperdible, y es lo hará que esta sea una de esas películas que uno volverá a ver inevitablemente cada vez que se la descubra haciendo zapping. Todo no se puede, y en elenco el nivel no es parejo, curiosamente fallando por poco creibles y sobreactuados los nombres más famosos, como la madre a cargo de Toni Colette, y su desagradable novio, demasiado obvio, pero que al menos le da a Steve Carell la oportunidad de interpretar a un auténtico hijo de perra.
Bellas fotos y chamanes "Olvídame" propone un mundo fantástico no sólo por los hechos sobrenaturales que describe, ni tampoco debido a que toda la historia esté contada por un hechicero indígena, sino tambien porque cada detalle del arte no tiene nada que ver con el realismo. Los autos son estilizados igual que las situaciones en las que se encuentran los protagonistas. Esos autos vintage, la alucinante escenografía (con una mansión que es uno de los hallazgos del film) no tienen nada del mundo real, mientras los tours para promover el espiritismo del personaje de Gonzalo Echeverría o las sesiones de fotografías bondage al estilo Betty Page del personaje de Antonella Costa tambien resultan irreales y disparatados. El espiritista también se dedica a seducir y asesinar mujeres que encuentra en esos tours lo que es toda una alerta sobre el flagelo de las sectas- y ella es una stripter autodestructiva con una insostenible y cruenta relación con un gangster que no deja de maltratarla. Lamentablemente la trama se desarrolla con demasiada lentitud como para poder generar real interés, aunque una vez que la película se concentra en los extraños rituales espiritistas y chamánicos, el film se vuelve más intenso. Sin duda este es el fuerte de una película con muy buenas imágenes, producto de un diseño de arte excepcional, pero con errático foco en los aspectos dramáticos.