AL CINE CON AMOR es una de las pocas películas de la historia dedicada a un crítico de cine. Y, seguramente, casi la única norteamericana (los franceses lo hacen de vez en cuando). Pero Roger Ebert se ganó ese lugar a fuerza de una serie de hechos que lo convirtieron en una celebridad en los Estados Unidos. Veterano crítico de cine del diario Sun-Times de Chicago, accedió a la fama primero gracias a un popular programa de televisión en el que repasaba y criticaba los estrenos junto a Gene Siskel, para luego acceder a otro tipo de notoriedad gracias a su larga lucha contra un cáncer que terminó venciéndolo en 2013. El realizador Steve James (HOOP DREAMS) comenzó a filmar a Ebert unos meses antes de su muerte con la intención de hacer un filme basado en su autobiografía, titulada como la película. LIFE ITSELF terminó estrenándose tras su muerte y se propone repasar, con la lectura en off de pasajes de la autobiografía como guía, los distintos momentos de la vida de Ebert: su familia, sus inicios en el periodismo, su etapa alcohólica, la fama lograda con la televisión, las peleas con su colega Siskel, su matrimonio con Chaz y su lucha contra la enfermedad. Su amor por las películas y su relación con los cineastas es un eje temático que recorre el filme de punta a punta, pero siempre en segundo plano. life-itself-roger-ebertEbert fue un personaje del periodismo de Chicago, esa vieja escuela de reporteros noctámbulos y alcohólicos, que por fuerza de las circunstancias, capacidad de trabajo y mucha inteligencia logró convertirse en una reconocida voz crítica en los años ’70 y ’80. A diferencia de personalidades más famosas en el ámbito específico de la crítica, como Pauline Kael y Andrew Sarris –los dos grandes rivales que marcaron a fuego esos años–, Ebert siempre se definió como un “populista”. Crítico de medio masivo, con un lenguaje cotidiano y amable, se destacó gracias a la fuerte empatía que sus textos generaban con los lectores. Fue, según quienes lo conocieron, un gran divulgador, alguien que logró que en millones de hogares se interesaran por películas y autores novedosos. La película está llena de testimonios de cineastas como Erroll Morris, Werner Herzog y Martin Scorsese, a los que una crítica o un gesto de Ebert les cambió la vida, o le ayudó a superar situaciones dificultosas, dejando en claro que se trataba de un personaje que, gracias a su fama televisiva, lograba hacer que películas ocultas llegaran a los cines y que cineastas en decadencia recuperaran su autoestima. Es probable que también haya sucedido lo opuesto, pero el filme no explora demasiado ese terreno más que para decir que Ebert sabía manejarse generalmente muy bien en esa delgada línea que separa la crítica de cine de la amistad que, en el caso de Ebert, fue desarrollando con muchos cineastas. life-itself-roger-ebert2La película no explora demasiado su visión del cine, más que para hacer referencia a algunos títulos y cineastas, o su rivalidad cada vez más amarga con Gene Siskel. En el mejor de los casos, James nos hará saber que una cierta simpatía de izquierda y una fuerte empatía con los desposeídos serían algunos de sus intereses políticos reflejados en sus textos. De su escritura sabremos que era claro y preciso, contundente pero a la vez simple, capaz de escribir en un lenguaje entendido por todos pero a la vez conceptualmente profundo. Sus textos no tendrán la brillantez de los de Kael –u otros contemporáneos–, pero supo hacer uso de su fama y su lugar para convertir a esos cineastas en grandes figuras. El filme de James tendrá un carácter más anecdótico, recorriendo su vida en un formato de amable retrato familiar, con decenas de entrevistas que lo pintan como un personaje querible aunque con sus complicaciones, como una larga etapa alcohólica que casi le arruinó la vida y la carrera. Escenas del programa de televisión permiten también analizar cómo funcionaba esa tensa relación entre dos críticos en un programa que en ese entonces se criticaba por banalizar el trabajo de la crítica de cine (su formato de “pulgares para arriba” y “pulgares para abajo” fueron el antecedente directo de nuestros puntajes), pero que hoy parece imposiblemente serio para un horario central de la televisión. life tselfOtro gran eje del filme es el del tratamiento de la enfermedad, con escenas bastante crudas y directas que dejarán en claro lo difícil que fueron sus últimos años y su extraordinaria y cotidiana lucha por trascender sus aflicciones, escribiendo y escribiendo aún cuando sus dolencias no le permitían ni hablar ni comer ni caminar. Su batalla contra la enfermedad (y su optimista libro a respecto) lo fueron transformando en otro tipo de celebridad, muy usual en la cultura norteamericana y más ligado a la “auto-ayuda”: el luchador incansable contra la muerte, el hombre que se sobrepone a las dificultades, el eterno optimista. Es una mirada más simple y hasta banalizada, si se quiere, pero en el contexto del filme es conmovedor verlo luchar hasta el final. AL CINE CON AMOR es un documental convencional en su estructura, informativo, limitado en su concepto de biografía oficial y elegía fresca de un delicioso personaje que acababa de morir cuando se completó la película. En un punto, analizarla cinematográficamente es casi un despropósito. Se trata de un homenaje fílmico a un crítico notable y a un ser humano a todas luces querible que le brindó su vida al cine y que logró, gracias a esa incansable tarea, que muchas personas lo amaran tanto como él. No es poco para una sola vida. (NOTA: Esta crítica fue publicada originalmente en julio pasado como un No-Estreno, título que uso para criticar películas que no llegan a los cines comerciales. Milagrosamente para una película de este tipo, el filme se estrena el jueves 26 en Argentina en salas)
SELMA no es una biografía sobre Martin Luther King. Es una película que analiza las políticas concretas del movimiento por los derechos sociales en los años ’60 en un momento histórico específico. Esta es la primera señal de inteligencia que posee el filme y que la distancia de muchos de los otros productos “oscarizables” que circulan en esta época del año. No intenta cubrir a la figura sino mostrar un momento clave no solo en su vida sino en la de la reivindicación de los derechos de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. En ese sentido, SELMA se parece más a LINCOLN, de Steven Spielberg, que a muchas de las películas contra las que compite en el Oscar este año. Y no me refiero, necesariamente, a que ambas trabajan sobre un tema de inclusión racial similar (en cierto punto uno hasta podría decir que SELMA es una especie de “secuela” de LINCOLN) y ponen a los derechos civiles en el centro de la escena. No. La comparo a esa excelente película porque ambas son, más que cualquier otra cosa, películas sobre la política, que entienden que los hechos que cambiaron la historia no son necesariamente episodios aislados o gestos heroicos (ésta los tiene, pero no de la manera esperada) sino la conjunción de un grupo de personas que toman decisiones estratégicas con la fe y la confianza de convertir esas políticas en realidad. SELMA-articleLargeMartin Luther King fue, sin duda, la cabeza visible de ese movimiento y uno de los principales impulsores de esa marcha de Selma a Montgomery –dos ciudades de Alabama no particularmente amables con los ciudadanos de raza negra, ni en el siglo XIX ni en los años ’60 y muy probablemente tampoco ahora– que, por la violencia que suscitó, terminó por convencer al gobierno norteamericano de darle la posibilidad a la población negra de registrarse para votar en las elecciones. Teóricamente, esa posibilidad estaba, pero los impedimentos y trampas para cumplir con ese registro eran tantas, que en la práctica muy pocos podían votar. King y sus distintos equipos de trabajo se suman a la decisión de un grupo de activistas de la zona para hacer una marcha no violenta (que terminaron siendo una serie de marchas) en 1965 para protestar por los impedimentos a esos derechos que eran constitucionales desde que el Acta de Derechos Civiles proclamada el año anterior había acabado, legalmente, con todo tipo de discriminación. Y SELMA es la historia de esos encuentros, debates, discusiones, controversiales decisiones estratégicas y maniobras políticas para conseguir el objetivo deseado. Incluyendo, claro, las marchas en cuestión. selma-anatomy-videoSixteenByNine540Si bien la familia de King (un excelente David Oyelowo, capturando a la perfección las inflecciones y la gravedad del personaje) es parte del filme –y se mencionan sus problemas personales, más que nada a partir de los intentos del FBI de quebrar la pareja a partir de escuchas telefónicas que involucraban al Reverendo con amantes–, DuVernay pone el centro en las negociaciones, de la misma manera que Spielberg lo hacía en el filme citado (Nota: la familia de King es dueña de los derechos de los discursos del Reverendo y no los cedió por lo que los discursos que Oyelowo da son inventados por el guionista y muy creíbles). Veamos. Hay que tratar de manipular al presidente Lyndon B. Johnson, entonces se hará (algunos cuestionan la veracidad de esos hechos, pero no viene al caso ahora). Hay que poner en riesgo vidas de algunas personas enfrentándolas a la brutal policía de Alabama y algunos lo aceptarán. Habrá que aprovechar la máxima difusión que puede dar la televisación de esas marchas, y King y los suyos lo harán también. Se puede estar de acuerdo o no con sus decisiones –la película celebra a King, pero deja la puerta abierta a cuestionar algunas de sus elecciones–, pero SELMA las muestra desde el corazón, desde adentro, sin intentar convertir a su protagonista en un prócer. JPSELMA-articleLargeNo. King fue un líder político y las violentas marchas de Selma a Montgomery (fueron tres, ya verán los detalles, circunstancias y consecuencias de cada una) fueron calculados golpes de efecto para sacudir a la opinión pública y torcer decisiones presidenciales y, especialmente, de gobernadores sureños. Para llegar a eso, más que héroes se necesitó inteligencia política y es a eso a lo que va el filme. Es cierto que en algunos momentos le es inevitable caer en algunas situaciones dramáticas excesivas (algunas válidas, como la de un asesinato de un militante entre una y otra marcha; otras un tanto tramposas y cercanas al golpe bajo, como la que dio origen a la película de Spike Lee, 4 LITTLE GIRLS), pero lo central del filme permanece, su honestidad brutal a la luz de algunos hechos específicos. En SELMA no existen esas trampas narrativas de guión tan caras a Hollywood como poner a un “hombre blanco” de testigo y narrador. La épica que se construye a partir de lo que sucede en las marchas se siente honesta con los hechos y no una impostación o una glorificación típicamente cinematográfica. Son personajes con contradicciones (acaso los únicos pintados de manera unidimensional son los policías blancos que atacan a mansalva a todos los manifestantes negros, incluyendo mujeres y niños, pero no imagino que hayan sido muy distintos), especialmente King, alguien que era potencial víctima de una biografía banal y hagiográfica, pero que recibió una justa y honesta. La de un hombre inteligente y con un alto grado de manejo de la estrategia política que le permitió ser capaz de lidiar con los límites impuestos por la mayoría racista blanca. selmaEn ese y otros sentidos, SELMA es la LINCOLN de esta temporada: la película política que será pasada por alto a la hora de los premios (ya lo fue durante las nominaciones, con innecesario “mini-escándalo” incluido) porque no tiene la espectacularidad, la emoción, la falsedad o el prestigio buscado de muchas de las producciones que salen a la pelea por el muñeco dorado como si fuera lo único que dignifica y justifica su existencia cinematográfica. No importa, finalmente: la historia olvidará las nominaciones. Lo que importa es que SELMA es una de las mejores y más honestas películas hechas sobre la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos. Y eso no lo va a cambiar un Oscar más o uno menos…
Acaso lo de la “G” en lugar de González –como firma ahora sus películas para las confusiones de Googles e IMDBs– sea un gesto más importante de lo que parece en el cine y la carrera del director de AMORES PERROS. Uno podría pensar que es un “gesto” puramente comercial: para hacer su nombre más fácil de recordar, más corto, para que no ocupe la mitad de los carácteres de un tuit. Pero lo cierto es que también parecería haberle quitado “pomposidad” a su apellido, alivianado el nombre del que firma, como si se quitara algún peso de encima. Algo de eso sucede en BIRDMAN, su película más liviana, entretenida, amable y simpática en una carrera llena de drama, sufrimiento y miserias. De todos modos, G. no logra del todo quitarse el González: pese a su frescura y originalidad, los destellos de la pesada carga pseudo-existencialista de sus películas sigue presente, solo que bastante más contenida que en sus anteriores filmes. Digamos que BIRDMAN tiene también un tema, un elenco y un formato narrativo que son irresistibles y que tornan al menos los primeros 90 minutos de la película en un deleite constante y hasta sorprendente. La trama es más sencilla de lo que parece pero tiene ribetes amplísimos. Se centra en lo que sucede en los días previos al estreno en Broadway de una adaptación teatral de DE QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE AMOR, de Raymond Carver. Lo curioso del caso es que el protagonista es Riggan Thompson, un actor en decadencia que supo ser famoso como el “Birdman” del título, un superhéroe de la ficción de la época en la que no había tantos superhéroes como ahora y que no tiene ninguna reputación seria, mucho menos como actor y director de teatro. birdman1En el curso de esos días, en los ensayos y en los “previews” (funciones públicas de prueba a las que la gente puede ir pagando mitad de precio) Riggan tiene que convivir con los nervios y la presión de un estreno y un mundo para el que no está preparado, con las respectivas tensiones de los otros actores y el productor, con cambios de último momento que obligan a traer a un actor muy respetado de teatro pero también pedante e insoportable, con su hija recuperándose de una adicción a las drogas, su ex mujer y su “otro yo”, esa voz interior del superhéroe en cuestión que, como un diablillo en el hombro, le habla y trata de convencerlo de volver al cine de los efectos especiales y dejar estas “snobeadas” que no le importan a casi nadie. Y, como una situación surrealista extra, Riggan parece tener algún tipo de superpoder en la vida real… Lo primero a tener en cuenta es que Riggan es interpretado por Michael Keaton, un comediante que a fines de los ’80 se hizo famoso por encarnar a Batman en las dos primeras películas de la saga –las dirigidas por Tim Burton– y luego decidió no participar más y, de hecho, desapareció bastante del mapa. Eso, que hace que la película tenga un eje casi realista/documental, se complementa con la presencia de Edward Norton en el rol del actor talentoso, respetado e insoportable que trata de decirle a los directores lo que tienen que hacer (exactamente la fama que él mismo tiene). Naomi Watts, Zach Galifianakis y Emma Stone completan los roles principales de un elenco que se luce en cada una de las complicadas escenas. birdman3Lo segundo a tener en cuenta –y ahí viene lo de “complicadas”– es que BIRDMAN está filmada como si fuera un solo y continuo plano secuencia de dos horas. Más allá de alguna escena suelta al principio y al final, el extraordinario fotógrafo Emanuel “Chivo” Lubezki conduce la narración a través de los laberínticos pasillos del teatro de Broadway (y de la mente de Riggan) y sus calles de alrededor con una cámara flotante que sigue al protagonista en movimiento constante. Obviamente que hay varios trucos digitales que permiten sostener esa ilusión (solo unos pocos son evidentes), pero lo que genera ese modelo de puesta en escena es una energía permanente, un nervio y una vitalidad que son únicas. Y es eso también lo que hace notable la performance de los actores, sosteniendo sus dramas y situaciones personales en medio de un laberíntico y seguramente muy calculado mapa de movimientos. Temáticamente, la película apuesta por dos ejes centrales que se combinan: el drama personal de Riggan y una mirada más general a la industria del cine. El paso de Riggan/Keaton del cine al teatro, la sensación que hoy en Hollywood no se hace otra cosa que superproducciones sobre cómics, la discusión sobre la reputación del actor y su relación con el mundo del teatro y la relación de los artistas con la crítica son los temas, si se quiere, más generales que la película aborda. Temas que si bien son tópicos (algo que sucede también en MAPS TO THE STARS, donde muchos de los chistes están ligados a actores conocidos de hoy, chistes que tal vez pierdan sentido en la posible larga vida útil de la película) funcionan muy bien ya que la propia película se basa en un concepto de casting del mismo orden. birdman2Otra verdadera sorpresa –al menos para mí– es el guión, escrito por los argentinos Armando Bo Jr. y Nicolás Giacobone, que parecen tener un conocimiento profundo del mundo y el vocabulario del teatro de Broadway y la industria de Hollywood. Si bien colaboraron ambos con un tercer guionista (Alexander Dinelaris, debutante como guionista pero autor y adaptador teatral de experiencia en Broadway) y con el propio G. (desde ahora Iñárritu será solo G. aquí), la línea narrativa y los diálogos son de una consistencia y un realismo excepcionales para tres personas que no vienen del riñón de la industria. En ese sentido me es difícil no comparar BIRDMAN con EL ULTIMO ELVIS, la opera prima de Bo Jr., también centrada en un artista algo deprimido, considerado de segunda (un imitador de Elvis, no más que eso), con problemas familiares irresueltos y con un sueño a cumplir: conocer Graceland. Más allá de las diferencias (de estilo, de ambición, de tono), es sorprendente la cantidad de puntos en común que hay entre los dos filmes. No olvidemos, además, que Bo y Giacobone vienen también de una complicada familia de artistas que han tenido sus idas y vueltas con el éxito, el fracaso, la crítica y la “mala reputación” artística… Hay dos ejes del filme que, para mí, no registran a la altura de los demás. Uno, si se quiere, es más personal. Otro, me lleva directamente a la zona más mística/metafísica/recargada del cine de G. cuando era “González”. El personal tiene que ver con la relación de la película con el mundo de la crítica. Un personaje importante en la trama es la crítica de The New York Times, a la que los responsables de la obra ven como la persona que decidirá si la pieza funcionará o no comercialmente cuando escriba su review. Y la mujer –que bebe cocktails y escribe en un anotador en un bar próximo al teatro– es una mujer amarga que ya ha decidido que Riggan no merece la pena y que no hay nada que ese actor mediocre pueda hacer bien. Si bien la situación luego pegará un giro, los diálogos entre Riggan y ella repiten los clichés más desagradables y banales de los artistas hacia los críticos: que son prejuiciosos, que no saben de lo que hablan, que en unas horas destruyen el trabajo y sacrificio de años. En ningún momento, claro, se toma en cuenta que ese trabajo, por más años que haya tomado hacerlo, puede ser horrible ya que se da por sentado que debe ser excepcional y que la crítica será incapaz de mirarlo con su miopía y prejuicios. Revelar más sería spoilear la resolución de esa situación, pero es una zona gris del filme que me resulta molesta. birdman5La otra, la “González”, también aparece con todo sobre el final haciendo que la energía y liviandad del filme (aún con las cosas “graves” que suceden hay un tono jovial durante gran parte del relato, algo rarísimo en el viejo Iñárritu) vaya desapareciendo dando paso al “levantamiento de pesas emocional” que el mexicano lleva como una pesada carga de 21 GRAMOS a esta parte. Deberán ver el filme para tener en claro a qué me refiero, pero es una pena que la película no logre mantener esa ligereza hasta el final. Si bien es cierto que la carga dramática de la trama va creciendo y pesando más y más en el momento del estreno, me da la impresión que ahí a la “G.” se le apareció el resto de “González” (“se le escapó la tortuga”, diríamos por aquí) y BIRDMAN saca a la luz la zona menos interesante del realizador. De todos lados, considerando la masacre ampulosa de su anterior BIUTIFUL –filme que me da escalofríos de disgusto al solo recordar el título– no puedo menos que celebrar este impresionante cambio de rumbo de Iñárritu que si bien no alcanza a dejar del todo atrás a su “otro yo” tortuoso y angustiado, al menos lo reviste de una capa de ligereza que es más que bienvenida. Obviamente que el otro gran mérito es el de Lubezki (que se apunta para su segundo Oscar tras GRAVEDAD), del ya comentado guión, de todo el elenco (mis respetos y admiración para la siempre luminosa Emma Stone, cuyos ojos y mirada levantan a cualquier muerto), de la notable decisión de musicalizar casi toda la película con un gran solo de batería de jazz (con sus distintos ritmos y movimientos muy acordes a los cambios tonales del filme) y de la siempre interesante aunque discutible mirada sobre el mundo del espectáculo y sobre el ego y los temores de los artistas. Los actores, especialmente, se sentirán muy identificados viendo este filme que, finalmente, habla de ellos y de ese momento en el que “poner toda la verdad sobre el escenario” significa mucho más que un derroche de técnica: es encontrar una verdad, allí, adelante de la gente, que acaso justifique toda su existencia.
Los fenómenos literarios son así, especialmente para los que nos quedamos fuera de ellos. Aparece un libro o una serie de libros (últimamente casi todos son series), se convierten en un material de lectura obligada en ciertos sectores dependiendo el tipo de material y se crean expectativas que muchas veces superan lo que el libro en cuestión en realidad tiene para ofrecer. Es cierto que nadie dijo que CINCUENTA SOMBRAS DE GREY fuera una obra maestra de la literatura ni mucho menos, pero se habían creado las “condiciones” como para esperar, al menos, un filme con alto contenido erótico, sexual, bordeando los límites del cine comercial. Y, finalmente, cuando uno termina acercándose a la adaptación cinematográfica de esos libros la primera sensación que se tiene, salvo rarísimas excepciones, es: “¿Esto era todo?” Con CINCUENTA SOMBRAS... pasa eso: no es un filme muy malo ni ridículo ni impresentable. Es un filme menor, un poco tonto, más bien ñoño y lo más llamativo de todo, bastante aburrido. Insisto, no leí el libro pero imagino que debe tener elementos al menos más shockeantes que justifiquen tamaño éxito. De ser solo por lo que se ve aquí, no hay mucha tela para cortar… 50sombrasLa película de Sam Taylor-Johnson luce de principio a fin como un comercial de Dior y parece más interesada en los vestuarios, casas, autos y otros deleites de la vida del multimillonario Christian Grey que en otra cosa. En medio de todo eso, ya saben, hay un cuarto (el “playroom”) en el que el muchacho guarda algunos elementos que sirven para los más variados juegos sexuales, los únicos que pueden excitarlo, ya que no logra sostener una relación romántica como “la gente común”, tal como le exige Anastasia, su joven conquista. Grey es un millonario al que la chica lo entrevista reemplazando a la periodista que originalmente iba a hacer la nota. Su inexperiencia y su timidez terminan cayéndole simpáticas al empresario (o eso parece ya que Jamie Dornan lucirá muy bien pero su rostro no tiene mucha más movilidad que sus pectorales y es difícil suponer si le pasa algo o si está pensando si no dejó el gas prendido en alguna de sus casas) y allí empezarán a tener una relación que avanza de una manera bastante particular. 50shadesEl, dijimos, tiene dificultades para sostener un romance convencional por algunos problemillas psicológicos y ella es una chica bastante inocente que se va metiendo en un mundo que le queda un poco grande: el de un multimillonario apasionado por la dominación y el S&M. Dakota Johnson es lo mejor de la película, dándole a Anastasia una combinación de inocencia, curiosidad y humor que saca al filme de su costado más moroso. Son algunas reacciones de ella las que logran que el asunto no se vuelva un largo comercial softcore de dos horas de duración con sábanas de seda, cámaras lentas varias y algunas sogas y cadenas. O un video largo de Beyoncé, que aporta varias canciones a la banda sonora, acaso lo mejor que tiene la película. CINCUENTA SOMBRAS DE GREY está hecha de una manera cuidada y prolija, y por momentos uno desearía que explorara una zona algo más trash del mundo que dice mostrar. Casi sería preferible una mala película erótica que una prolija y aburrida historia que difícilmente excite a alguien que ha leído alguna Playboy en su vida. Lo curioso es que mientras la cultura erótica online crece y crece, su representación cinematográfica se vuelve cada vez más convencional y hasta pacata. La película no erotiza ni asusta, no transmite la sensación de peligro (sabemos que Grey preferiría no tener que despeinarse por nada) ni de sensualidad, con todos los planos medidos y cuidados a la manera de un actualizado Hollywood de los años ’30. fifty-shades-of-grey-berlin-film-festivalNo hay gran misterio, finalmente, en CINCUENTA SOMBRAS DE GREY. El “misterio” podría ser, acaso, como una historia tan simple y hasta banal se convirtió en un suceso literario de dimensiones históricas. Imagino que algunas escenas del libro no están en la película (no, la del tampón no está) y entiendo que la lógica de la saga es hacer una franquicia aceptable para personas que tal vez nunca irían a ver películas un poco más osadas. En los ’70 este tipo de debates los generaban películas bastante radicales como EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS. En los ’80 estaba NUEVE SEMANAS Y MEDIA, que no era ni por lejos una gran película pero al menos generaba algunas fantasías eróticas. Nadie esperaba que Hollywood llegara a los extremos de un Nagisa Oshima, pero esta película me hizo extrañar a Adrian Lyne…
Se nota que estamos en temporada de estrenos del Oscar cuando uno debe escribir crítica tras crítica de biografías de personalidades célebres o de importantes hechos históricos. En cierto sentido, buena parte de la lógica de los premios continúa siendo tal como era en los años ’30: prestigiosas y anodinas películas siguen acaparando estatuillas y nominaciones como entonces lo hacían títulos hoy olvidados como LA VIDA DE EMILIO ZOLA, entre otros. El Oscar, se sabe, no es barómetro de calidad de nada pero a veces llama la atención lo poco que han cambiado ciertas cosas casi 80 años después. Hay todo tipo de películas biográficas y no es el género en sí el que hay que culpar, sino ciertas formas de acercarse a él. Este año hay muchas (SELMA, por ejemplo, es un buen modelo de una aproximación más moderna, política y puntual de un hecho que marca la vida de un hombre), pero LA TEORIA DEL TODO es, acaso, la que más se acerca a la versión anticuada y ya decadente del género. Una película que intenta cubrir la vida entera de un hombre célebre y que lo hace sin ahondar prácticamente en nada y apoyándose en los lugares comunes más previsibles. No solo de las biopics sino de la propia vida del personaje. theory1-articleLargeSi jamás entendieron o supieron muy bien a qué ha dedicado su carrera Stephen Hawking difícilmente vayan a enterarse viendo esta película. No es que se trate de un tema demasiado fácil de explicar o dramatizar, pero James Marsh no hace demasiados esfuerzos para que podamos vislumbrar algo de sus complejas y hasta contradictorias teorías sobre el origen del universo o la idea del tiempo, la relación entre la teoría de la relatividad y la física cuántica, ni hablar de las singularidades espacio-temporales. Si quieren conocer algo más del tema, preferiblemente busquen online el documental de Erroll Morris A BRIEF HISTORY OF TIME, llamado como el libro que transformó a Hawking en una celebridad. Aquí lo que hay es una serie de personas que dibujan fórmulas largas en pizarrones, hacen dibujos en una mesa con espuma de cerveza y solo les falta decir “Eureka!” Es cierto que la vida de Hawking propone un material rico por el lado humano. Todos conocemos su severa enfermedad física y es casi obvio que una película sobre su figura debe tomar ese dato como central, fundamental acaso. Lo que sucede es que el filme no parece tener más objetivos que contar la historia de la enfermedad progresiva de Hawking, el “milagro” de que haya podido seguir vivo y lúcido pese a tener un diagnóstico inicial que le daba solo dos años de vida y la figura que posibilitó, en buena medida, todo eso: su esposa. Por si no lo sabían, claro, la película se basa en una biografía escrita por la ahora ex mujer del científico (la segunda que escribió en realidad, ya que la primera aparentemente no era muy amable con él, heridas que el tiempo o los llamados de Hollywood habrán ayudado a curar) y aprobada por ambos. THEORY-articleLargeLa película hace eje en el momento en el que el joven Hawking se enamora y empieza a enfermarse, en pleno paso por la Universidad. Ese doble eje seguirá siendo central en toda la película que recorre varias décadas de su vida: los avances de la enfermedad y las complicaciones de la relación, siempre dejando en segundo plano la tarea concreta por la que Hawking es hoy famoso, ya que, más allá de las discusiones que existen sobre la relevancia de su trabajo –muchos críticos suyos dicen que no descubrió nada importante y que su fama se debe más que nada a su condición física– es eso lo que lo ha catapultado a la fama. ¿O no? LA TEORIA DEL TODO tiene la prolijidad, la limpieza y pulcritud de un libro de cuentos infantiles. Si bien no es preciso que el filme sea gráfico para mostrar las dificultades cotidianas de Hawking, la película no hace demasiados esfuerzos siquiera para que entendamos la enfermedad. Los conflictos más importantes del relato tendrán que ver con los hechos que van llevando a Stephen y a Jane (Felicity Jones) a separarse, más allá de los sacrificios realizados por ella para permanecer a su lado durante tantos años pese a todas las dificultades. Comparativamente, una película igual de académica y falsamente prestigiosa como EL CODIGO ENIGMA tiene al menos un eje narrativo claro y momentos de fuerte intensidad dramática. También aquel filme mira para otro lado en los asuntos más complejos y oscuros de su protagonista –allí le escapan más a la vida privada que a la ciencia–, pero al menos posee un punto de vista más o menos definido. Esta, en cambio, es un poco de todo y finalmente no es nada. Quizás, dirían sus críticos, como las propias teorías de Hawking. Eddie Redmayne es, claramente, lo único que puede quedar en el recuerdo de esta mediocre y olvidable película. Su trabajo es preciso, sin excesos, y logra transmitir los miedos, frustraciones, broncas e inseguridades de Hawking cada vez con menos recursos físicos y vocales, en la escuela que ya dio premios a Daniel Day-Lewis y tantos otros. Yo tengo mis reparos con este tipo de actuación mimética, pero es innegable que el joven actor inglés consigue darle algo de vida a la película, casi la única vibración que la saca de la vitrina del monumento histórico.
Que los Wachowski no se andan con “chiquitas”, eso lo sabe cualquiera que haya visto algunas de sus películas. Para ellos, lo que muchos llamamos “ambicioso” es lo normal, corriente y cotidiano. ¿Por qué hacer sencillo algo que se puede hacer complicado? ¿Por qué hacer discreto algo que se puede hacer desaforado? Este comentario no involucra un análisis crítico. Es, más bien, una comprobación de algo que es palpable en casi todo su cine, especialmente de la segunda MATRIX en adelante: sus películas pueden claramente definirse como excesivas, en todo sentido. Ahora bien, esa elección estilística implica tomar una serie de riesgos formales que siempre ubican a sus filmes en el terreno del amor/odio. Es difícil salir indiferente de una película de los Wachowski: o una queda fascinado por el despliegue de imaginación, recursos cinematográficos y, digamos, delirios de todo tipo y factor, o no puede soportarlo por más de diez minutos, llegando inclusive a sentir que está viendo una parodia, una especie de sketch televisivo de alto presupuesto de los excesos a los que pueden llegar las superproducciones hollywoodenses. Jupiter-AscendingLo raro en EL DESTINO DE JUPITER es que suceden las dos cosas: uno puede paralelamente quedar fascinado por determinados atrevimientos formales y casi al mismo tiempo agarrarse la cabeza por decisiones (estéticas, narrativas o, casi siempre, de diseño de producción o vestuario) que parecen incomprensibles. La película corre todo el tiempo pegada a su propia autoparodia, como si los fantasmas de los filmes más excesivos de Terry Gilliam les jugaran una carrera a ver quién es capaz de llegar más lejos. Y sin embargo, hay algo indescifrable –en su factura, en su nervio narrativo– que los hace funcionar. No siempre, no en todos los momentos, pero EL DESTINO… es una película que uno, a los cinco minutos, piensa que no va a poder soportar sin reírse irónicamente de ella, pero finalmente termina encontrándole una vibración que le permite seguirla. No digamos fascinado, pero sí con suficiente interés. La película protagonizada por Mila Kunis y Channing Tatum se acerca más al modelo de ciencia ficción setenta/ochentoso (un brebaje que incluye STAR WARS y, sí, también FLASH GORDON) que otros productos previos de los Wachowski, si bien en CLOUD ATLAS dejaban en evidencia su cariño por las llamadas space operas mucho más que en las militarizadas y oscuras secuelas de MATRIX. Por momentos, el filme parece un baile de disfraces, una película futurista soñada por Liberace mientras miraba a Jar Jar Binks y compañía en LA AMENAZA FANTASMA, en la que hasta los hangares para las naves espaciales tienen estatuas y candelabros. Por otros, entra en la curiosa lógica politizada de los hermanos, que tratan de transformar estas fantasías en una suerte de relectura de EL CAPITAL, de Marx, transformando planetas y criaturas en monedas de intercambio de un sistema comercial perverso. Capitalismo Global, pero global de verdad… jupiterLa trama de EL DESTINO DE JUPITER, simplificando algo que tal vez ni ellos terminen de entender bien, podría resumirse como las desventuras de una tal Jupiter Jones (Kunis), hija de unos inmigrantes rusos sacados de un sitcom de los ’80, que se dedica como varios miembros de su extendida y gritona familia a la limpieza de casas ajenas. Un día empieza a ser perseguida por criaturas del espacio que se pelean entre sí para quedarse con ella. Y es Caine (Tatum) –que se define como “licántropo” pero salvo que esa sea la marca de su tintura para el pelo es difícil saber qué hay de lobizón en él– el que termina rescatándola y llevándola (previo paso por una cabaña perdida en la que pusieron a Sean Bean para que nos explique lo que pasa y de paso nos grite un poco) hacia el espacio exterior. Si bien nos los presentaron al principio del filme, allí conoceremos en detalle el drama scifishakespereano que nos espera: tres hermanos (uno de ellos es Eddie Redmayne, en plan vampiro afónico), herederos interestelares, que se pelean por el planeta Tierra por motivos que luego conoceremos. Y es Jupiter la única que genéticamente puede disputarle las escrituras de propiedad del planeta. En una larga escena que no puede ser otra cosa que un homenaje a BRAZIL, con cameo de Gilliam incluido, nuestra heroína tiene, literalmente, que cumplir con la burocracia del caso. Y esto es solo el principio de una aventura que incluye criaturas de todo tipo, traiciones fraternales varias, bandos desconocidos y alianzas inentendibles. De todos modos, la imposibilidad de entender bien las idas y vueltas de las negociaciones interplanetarias no termina siendo un problema ya que la película muy pronto se define como la historia de una princesa en peligro y un héroe inesperado que es el único que la quiere y que puede salvarla mientras muchas cosas que parecen salidas de un programa de Xuxa suceden alrededor. jupiertatumY sin embargo, sin embargo, la película nunca termina de perdernos del todo ni de caer en la autoparodia absoluta (los límites los pondrá, claro, cada espectador). Los Wachowski tienen un nervio cinematográfico furioso que está a años luz de buena parte de sus pares y eso hace que el circo que crean alrededor suyo sea entre tolerable y simpático. Sus escenas de acción (especialmente una en los cielos de Chicago) son realmente impresionantes, aún dentro de los universos de gomaespuma digital en el que vivimos, con cámaras virtuales dando tumbos y giros por los lugares menos pensados y con una fluidez que envidiaría hasta Christopher Nolan, acaso el director que, trabajando en géneros y temáticas parecidas, más se opone en su estética e ideas de puesta en escena. Allí donde en Nolan todo es excesiva seriedad e intentos de realismo futurista, en los Wachowski es un valetodo de supermercado mayorista de cotillón de la calle Lavalle, carnaval carioca de crucero de lujo. Pero de algún modo algunas películas de los hermanos fluyen de una manera que casi nunca lo hacen las de Nolan, que parece filmar con traje y corbata mientras que uno imagina a Lana y Andy dirigiendo con los disfraces de sus personajes puestos… A veces, es cierto, los Wachowski también se toman demasiado en serio a sí mismos y allí es donde todo el edificio tambalea más de lo necesario. Y aquí sucede, varias veces. Tal vez por eso METEORO sea su mejor película, ya que sacaba lo mejor de ellos y evitaba casi siempre su tendencia a entrar en zonas pseudo-metafísicas que terminan teniendo un tufillo new age. En algún sentido, lo que podría salvarlos de ese problema sea hacer una comedia. De hecho, si me dan una secuela de GUARDIANES DE LA GALAXIA dirigida por Andy, Lana y su equipo de creativos fanáticos de TOMMY –o de cualquier cosa de Ken Russell– compro mañana mismo.
A esta altura de la gimnasia cinematográfica que cualquier espectador practicante debe tener, pedirle a las películas biográficas que sean exactas y completas acerca de las figuras que retratan no tiene demasiado sentido. Las películas que más intentan abarcar de los hechos de la vida de un hombre –tal es el caso de otro estreno de la semana, LA TEORIA DEL TODO– son las que más problemas tienen, como ya lo dice la célebre frase hecha. Lo escribí también en relación a INQUEBRANTABLE, estreno de la semana pasada: es un buen formato, usualmente, el de intentar dejar plasmada la vida de un hombre a partir de un episodio específico en su vida. En EL CODIGO ENIGMA pasa algo similar al de aquel filme de Angelina Jolie. Aquí, el guión de Graham Moore intenta hacer foco en una etapa clave y fundamental en la larga y complicada vida de Alan Turing: su trabajo y esfuerzos para descifrar los códigos que usaban los nazis para sus comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial. Y si bien es cierto que a través de esos años de trabajo de Turing se exhiben muchas de las otras particularidades de la vida del matemático, en muchos momentos se siente al filme de Morten Tyldum como demasiado decoroso, cuidado, prolijo y calculado, especialmente en lo que respecta a su homosexualidad en una época en la que estaba literalmente prohibida en Gran Bretaña. Un clásico producto prolijo y bien vestido, armado en pos de ganar algunos Oscar por The Weinstein Company. imitation2Pero diferencia del moroso y mediocre filme de Jolie, la historia de la vida de Turing que EL CODIGO ENIGMA elige contar es lo suficientemente fascinante y rica en matices dramáticos como para que la película –aún con su excesivamente británico medio tono– sea por momentos atrapante. En un formato de flashbacks (un interrogatorio policial que se irá develando de a poco de donde proviene), el filme muestra a Turing cuando es convocado para un puesto ultra-secreto del gobierno británico que involucra descifrar los códigos nazis. El trabajo es más que difícil ya que los nazis cambian el código todos los días y cuando algo se alcanza a descifrar ya todo vuelve a cambiar, teniendo que empezar todo de cero otra vez. Turing se suma al grupo de trabajo con, digamos, el pie izquierdo. Un obsesivo de la matemática, con una personalidad que uno consideraría dentro del llamado “espectro del autismo”, Alan no se caracteriza por saber tratar con la gente y considera que el trabajo que hacen todos allí no los llevará a ningún lado. Casi marginado del grupo, empieza a armar su propia maquinaria de decriptación, un enorme aparato que podríamos considerar entre los antecedentes de las actuales computadoras. Al grupo luego se sumará Joan Clarke (Keira Knightley, que parece hecha a medida para estos roles), más inteligente y capaz que el resto de sus compañeros de trabajo y varias de las dinámicas irán cambiando hasta empezar a lograr mejores resultados. THE IMITATION GAMETomando en cuenta que Turing no es una figura tan conocida como debería serlo, vamos a detenernos aquí y no revelar mucho más de la historia. Lo cierto es que en medio de estos años de investigaciones a Turing se lo trata más como un freak obsesivo completamente desentendido del mundo real y casi nunca se explora su vida sexual. Aclaremos: la película podría prescindir, si quisiera, de hablar del tema, pero en el caso específico de Turing fue algo que tuvo muchísima repercusión en su vida y que es fundamental para entender, entre otras cosas, porque tardó tanto en conocerse su figura y su trabajo. El filme no lo ignora del todo, es cierto, pero el peso social, humano y trágico que tuvo para él (y para miles de británicos que sufrieron la misma condena) solo cobra algo de fuerza, un poco a las apuradas, sobre el final. Es esa corrección, esa prolijidad y ese decoro los que vuelven a la película un poco aséptica y lavada, como si le faltara un compromiso emocional más fuerte con lo que está contando. El que trata de dárselo es Benedict Cumberbatch, un actor que suele utilizar esa misma tradición británica –pudorosa y recatada– a su favor, ya que con muy poco logra transmitir más de lo que la película le da lugar a la vida secreta del personaje, encontrando en algunos pequeños momentos, miradas y silencios toda la humanidad que Tyldum, distraídamente, parece ignorar. imitation_gameLo curioso de EL CODIGO ENIGMA es que, más allá de todas las deficiencias evidentes en lo que respecta a la falta de un entendimiento profundo del personaje que describe y la excesiva pulcritud de la puesta en escena, resulta por momentos fascinante de ver. Lo que logra el filme en su búsqueda por descifrar contrarreloj el mítico código nazi es crear un relato de suspenso de oficina, donde la tensión pasa más por el trabajo matemático y por el funcionamiento (o no) de maquinaria pesada y complicada que por algún tipo de acción bélica concreta. Si bien un momento clave en el avance del desciframiento del código está narrado de una forma muy banal (es muy difícil de creer que haya sido así), Tyldum consigue que las escenas en ese espacio cavernoso lleno de cerebros pensando resoluciones a problemas lógicos tengan una intensidad que convierte a la película, en esos momentos, en algo apasionante. Lo mismo que el peso de algunas decisiones éticas que se ven obligados a tomar luego. Es una pena, entonces, que el resto de EL CODIGO ENIGMA no logre estar a la altura de esas escenas, ni siquiera los flashbacks a la adolescencia del protagonista, en los que se intenta explorar un tanto banalmente algunos de los motivos de su fracturada personalidad. En cierto sentido, uno podría decir que es la película que filmaría el Turing que Tyldum y Moore, con su aplicado guión de relojería, construyen: la de alguien que entiende todo de matemática pero a quien el resto de lo que llamamos humano le es bastante ajeno.
El documental chileno NAOMI CAMPBEL – NO ES FACIL CONVERTIRSE EN OTRA PERSONA no tiene nada que ver con la modelo norteamericana (le falta una “L”, para empezar y, supongo, evitar problemas legales) se centra en un transexual que quiere cambiarse de sexo y las dificultades que tiene para hacerlo. Yermén sueña con ser mujer y el filme la sigue a través de su complicado proceso que incluye un complicado y humillante casting televisivo y el encuentro con una inmigrante colombiana, llamada Naomi Campbel, que sueña con volverse igual a su idolatrada modelo. La identidad sexual y personal son los ejes centrales de este filme que sigue a su protagonista en sus devenires tanto personales como públicos, incluyendo filmaciones caseras registradas por ella misma en la que conocemos más a fondo cuestiones íntimas, sus deseos y sueños, siempre dificultados e impedidos por una sociedad que todavía no se atreve a aceptar este tipo de sexualidades “alternativas”. De las más potentes e interesantes películas chilenas dirigidas por jóvenes realizadores y que salieron a la luz a fines del año pasado. (Crítica publicada durante el BAFICI 2014)
Hay algo entre asombroso y sorprendente en el hecho que EN EL BOSQUE exista, hoy, como película. Más bien, como superproducción de Disney. Este amado, debatido y consagrado musical de Broadway creado por el ya mítico Stephen Sondheim y James Lapine tiene, sí, a Cenicienta, Rapunzel y Caperucita Roja entre sus protagonistas, pero probablemente si un padre lleva a su hija de 7 años a verla la niña se quede un tanto atragantada del susto. No porque sea una mala película ni mucho menos. EN EL BOSQUE, a su manera, es una respetable, prolija y adecuada adaptación al cine de esta especie de relectura posmoderna de las fábulas y los cuentos de hadas rescatados por los hermanos Grimm que postula una suerte de “mash up” entre las aventuras de todos estos personajes y, a la vez, los une en una suerte de secuela común a todas sus aventuras en las que se enfrentan a las consecuencias de sus actos y a lo que sucede luego del “vivieron felices para siempre”. EN EL BOSQUE es una fábula con habichuelas mágicas y con infidelidades varias, con hermanastras maliciosas y con un tufillo a pedofilia, con novias fugitivas y muertes violentas e inesperadas. No se trata de contrastar la mitología inspirada por estos cuentos sino, más bien, llevarlos hasta sus últimas consecuencias, de una manera más acorde a las tramas originales que a las versiones que el mismo estudio (Disney) consagró en su etapa de animación clásica. La pericia de Sondheim está en llevar al espectador a las zonas realmente más oscuras que proponen esos cuentos pero paralelamente encontrarles una suerte de terapéutica redención. into-the-woods.w529.h352La otra cuestión que seguramente interesará más a los padres que a los niños es el costado musical de la historia. No porque los adultos acepten más el género que los más pequeños –habitualmente pasa lo contrario– sino que las canciones de Sondheim no son particularmente sencillas ni accesibles al oído Radio Disney, sino más bien se ubican dentro de la línea más refinada, estilizada y sinuosa de los musicales de Broadway, en ese punto en el que un parlamento se confunde con una melodía, un texto se transforma en una suerte de rap y entre lo que se dice y lo que se canta no siempre parecen haber grandes variaciones, funcionando todo como conector narrativo y demostración lujosa del arte del manejo del juego de palabras. Salvo, claro, las excepciones conocidas de todos los musicales: los llamados “showstoppers”, esas canciones/canciones –aquí hay dos o tres clásicas– que se despegan claramente del resto del material y hacen que el todo se detenga por unos minutos. La historia está dividida en dos partes muy claras, al punto que uno puede hasta imaginarse el intervalo teatral en el medio. En la primera, las cuatro historias se cuentan de un modo relativamente similar al que todos conocemos, solo que todas dependen de otra historia, original de la obra, en la que un panadero y su mujer no pueden quedar embarazados por un embrujo familiar. Es la bruja en cuestión (Meryl MC Streep, entre diva de Broadway y artista revelación del hip-hop maduro) la que une las historias ya que, les pide, para romper esa brujería, un objeto perteneciente a cada uno de estos personajes: Cenicienta, Rapunzel, Caperucita y Jack. Todos coinciden, claro, “en el bosque”, donde pasan cosas mágicas y misteriosas, pero sobre todo bastante terribles. into-the-woods-9La segunda mitad de la obra y la película –la relectura, digamos– es la que apuesta a volver lo previo patas para arriba y en ese sentido es admirable que el guión haya mantenido buena parte de la oscuridad original de la pieza, aún arriesgando a perder público infantil en la movida. Es la parte más original de la historia pero también la más densa y complicada, y no necesariamente por la aparición de monstruos y criaturas (que las hay) sino más bien por la densidad de los vectores emocionales que se abren: la soledad, el miedo, la familia o la falta de ella y esa sensación que la película remarca cada vez que puede: “Tené cuidado con lo que deseas porque puede cumplirse”. ¿Y después, qué? En su traspaso al cine, Rob Marshall cuidó de no ofender a los fans de la pieza original si bien aligeró algunas situaciones. Lo que no pudo evitar –es casi parte de su naturaleza como director– es funcionar en ese MODO ON permanente, como si fuera una obligación cortar un plano tras unos pocos segundos y existiera la necesidad que los actores estén ocupados todo el tiempo haciendo algo. Se entiende que ese sistema multivitamínico pueda ser necesario en una pieza de Broadway, pero el cine tiene elementos propios, además de la edición, que Marshall pareciera desconocer. INTOTHEWOODSNo hay grandes “problemas” en EN EL BOSQUE: el elenco está muy bien (en especial Anna Kendrick como la pícara y confundida Cenicienta, la citada bruja Streep y la tierna pareja protagónica que encarnan Emily Blunt y James Corden), no hay voces que atosiguen al espectador como pasaba en LOS MISERABLES y la única dificultad de la película está en realidad en la obra en sí, cuyo entramado se vuelve por momentos excesivamente denso (y largo, con sus dos horas de duración) y uno termina pidiendo la hora. O un ratito de silencio. De todos modos, y más allá de gustos personales, no hay duda que EN EL BOSQUE es un producto más que noble, uno armado con inteligencia, destreza y mucho cuidado por los detalles, más allá de su evidente teatralidad. Si uno, encima, la piensa en función de lo que podría haber sido dadas las dificultades inherentes a la temática de la obra en sí, su existencia como producto cinematográfico industrial bordea lo milagroso. Sondheim y Lapine van mucho más allá del “fueron felices para siempre” y la película se anima a seguir los hechos hasta las últimas, lógicas pero muchas veces terribles consecuencias. Sí, probablemente, Jack, Cenicienta, Rapunzel y Caperucita Roja necesiten años de terapia después de atravesar estas aventuras. Quizás los espectadores más pequeñitos también…
La vida larga, compleja y llena de acontecimientos de Louis Zamperini daba, claramente, para varios tipos de películas o hasta para una miniserie. Tiene sentido, usualmente, tratar ese tipo de vidas extensas y con muchas idas y vueltas, tomando algún tipo de decisión narrativa drástica. Y en INQUEBRANTABLE, la directora Angelina Jolie y su prestigioso y heterogéneo grupo de guionistas (los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson, nada menos) intentaron hacer algo así. Uno de los problemas de la película es que tal vez no hayan sido lo suficientemente profundos o radicales al respecto. Y el otro es que decidieron limitar –o reducir– la vida de Zamperini a lo que uno podría definir como una larga sesión de torturas y sacrificios que se extienden durante gran parte de las más de dos horas que dura el filme. unbroken-movie-angelina-jolieAngelina Jolie ya ha demostrado que puede hacerse cargo de este tipo de grandes producciones: es una realizadora prolija que se junta con notables colaboradores y brinda películas en las que su costado “embajadora de causas nobles” van por encima de sus capacidades narrativas o sus intentos de otorgar profundidad o complejidad a sus personajes. La vida de Zamperini tiene distintos ejes desde donde abordarla –y no hay duda que la forma en la que soportó constantes torturas durante su detención en un campo de prisioneros es una de ellas y muy importante– pero dramáticamente se vuelve monótona y repetitiva, y uno se queda con la sensación de que es más lo que se pierde que lo que se gana en ese recorte. Con algunos flashbacks, la película se organiza con tres tramos importantes. El primero tiene que ver con la infancia de Zamperini, su habilidad como corredor y sus primeros triunfos que le dieron la posibilidad de correr en los Juegos Olímpicos. Ahí parece haber una película rica en personajes (los familiares, los rivales, el hecho que los Juegos hayan sido en Berlín), pero el asunto se abandona rápidamente, a la media hora de película. unbrokenLa segunda parte tiene lugar ya en plena Segunda Guerra y se extiende durante otra media hora con ciertas reminiscencias a ALL IS LOST o LA VIDA DE PI. Allí vemos a Zamperini tratando de sobrevivir en una balsa en el Pacífico tras un accidente aéreo que mató a casi todos sus compañeros de vuelo a lo largo de lo que fue más de un mes, soportando lo que sería su primera serie de fatalidades: sin comida, con el sol quemando, sin nadie que los rescate y sobreviviendo a tormentas, en un segmento que también empieza a volverse monótono en su extensión y repetitividad. Pero los problemas allí recién empezaban ya que Zamperini terminaría siendo rescatado y tomado prisionero por el ejército japonés, en lo que constituirá el resto de la película, más de la mitad. Por motivos que no quedan del todo claros –se sugiere algún tipo de atracción homosexual– el comandante japonés del campo de prisioneros “lo toma de punto” y se dedica a someterlo a todo tipo de torturas, esfuerzos sobrehumanos y sacrificios. No queda claro si el resto de los prisioneros la sacaban barata o no. El filme solo los muestra como testigos y hasta causantes de sus dolores y pesares. unbroken-movie-jack-oconnellNo hay en toda esta etapa intentos de mostrar la relación entre los soldados ni complejizar un poco el panorama de lo que allí está sucediendo. Jolie quiere hacer una suerte de Cristo de su personaje y lo pone, una y otra vez, bajo el látigo perverso de su némesis japonés, casi como regodeándose en las distintas formas de humillación que el hombre elige para Louis. NOTA: Para los que no conocen nada de la vida real de Zamperini lo que sigue puede ser considerado SPOILER: están avisados. Se sabe que Zamperini, que murió muy poco antes del estreno de la película, a los 97 años, tuvo toda otra etapa en la que se dedicó a luchar por la paz y jamás buscó venganza alguna, más de 60 años de su vida dedicados a reparar lazos. Esa otra etapa –interesante de analizar a la luz de lo que tuvo que soportar– solo está rápidamente referenciada sobre el final y no se la explora en lo más mínimo. FIN DEL SPOILER Insisto: no soy de los que creen que las películas biográficas deban recorrer las vidas de las personas que retratan de principio a fin (el caso de SELMA, sobre Martin Luther King, o de LINCOLN, de Spielberg, son claros ejemplos de como armar una biografía a partir de un momento especialmente dramático en la vida de los protagonistas), pero el problema aquí es que Jolie y sus guionistas eligieron un momento que narrativa y dramáticamente es reiterativo y hasta molesto, en esa manera en la que solo la tortura bien filmada (el desangrarse ante una bella puesta de sol, digamos) puede serlo. Es probable que en algún punto de su carrera Jolie descubra que el cine requiere de otros ejes dramáticos que la puesta en escena de un caso “ejemplar”. En INQUEBRANTABLE no llegamos nunca a conocer del todo bien a Zamperini, más allá de haber pasado dos horas y pico con él. Sí, corría rápido. Sí, tenía una capacidad de soportar la presión y la tortura admirables. Sí, era muy creyente. Pero más allá de eso es una estampita, un ángel, un misterio que la película no logra atravesar.