Espionaje Vintage con acción, glamour y entretenimiento Tomado la popular serie de televisión de los años 60 "El agente de C.Y.P.O.L.", Ritchie la adapta a la pantalla grande con su particular estética e ironía, revalorizando el glamour, colorido y espíritu de una época donde las tramas sobre el espionaje internacional tuvo su Edad de oro, y trayendo a escena personajes que las nuevas generaciones poco o nada conocen. En una época donde el cine de espías vuelve a escena con una lista en la que se pueden contar Kingsman -Matthew Vaughn-, Misión Imposible: Nación secreta -Christopher McQuarrie-, Spectre de James Bond -Sam Mendes- y Hitman: Agente 47 -Aleksander Bach-, entre otros, el director Guy Ritchie -Sherlock Holmes, Snatch: Cerdos y diamantes; RocknRolla- adapta a la pantalla grande la mítica serie de televisión emitida por la NBC en los años 60 El agente de C.Y.P.O.L., que narraba las peripecias de un espía americano y uno ruso colaborando en pleno contexto de Guerra Fría para combatir a organizaciones secretas que atentaban contra el equilibrio del poder en el mundo. El agente de C.Y.P.O.L., fue una adaptación de una novela menos conocida de Ian Fleming -el creador de 007-, y conjugando con originalidad buenos argumentos e intérpretes con carisma y buena química, tuvo un gran éxito y masificó el género de espías en un contexto que ya había expandido películas como James Bond -Agente 007 contra el Dr. No -Terence Young, 1962- y Cortina rasgada -Alfred Hitchcock, 1966-, además de series como la famosa Superagente 86 -Mel Brooks, Buck Henry, 1965-1970-, por citar algunos ejemplos.La interpretaban Robert Vaughn -el agente Napoleón Solo-, David McCallum -el agente Illya Kuriakyn- y Leo G. Carroll -Waverly, como el jefe-, miembros de una organización cuyo centro operativo se hallaba disimulado en el interior de una sastrería. Su popularidad inspiró varios largometrajes. Guy Ritchie nos trae ahora una nueva versión, protagonizada por Henry Cavill -Solo-, Armie Hammer -Kuriakyn- y Hugh Grant -Waverly-, que no deja en ningún momento de invocar referencias a una época donde los vinilos de rock, vestidos de colores lisérgicos, la elegancia de los trajes de tres piezas, minifaldas y otros aspectos más delirantemente pop, dan glamour a una trama sencilla pero con una propuesta estética y narrativa basada en un montaje paralelo que entretiene de comienzo a fin. Con una magnifica banda sonora -de Daniel Pemberton, compositor de amplia trayectoria televisiva- tan ecléctica como acertada, y respetando el espíritu original de la serie en cuanto a ambientación, Ritchie utiliza las pantallas divididas para dinamizar las diferentes secuencias de acción de una historia con giros predecibles que recuerda a todos los clichés asociados al género, pero con su personal estilo. La escena inicial con la persecución -poderosa tanto en el apartado visual como narrativo-, junto al encuentro de espías en la cafetería del parque y la escena de Solo en el camión, degustando un buen vino italiano mientras su colega huye en lancha de sus perseguidores, son algunos de los mejores momentos del film. Ritchie inventa un pasado -que en la serie no tienen- para estos personajes y los enriquece, pero no puede evitar caer en los estereotipos y asociarlos a personajes de James Bond.Tal vez el punto más flojo del film radique en la química entre los dos actores protagonistas, Henry Caill y Armie Hammer, que no funciona del todo bien y sus actuaciones solo transitan como elementos indispensables para el desarrollo de la trama pero sin llegar a conectar del todo con el espectador.Diferente de la gran actuación, entre sexy y astuta, que desprende Alicia Vikander en cada plano, cerrando el triángulo de agentes, acompañados por un sólido Hugh Grant en calidad de secundario de lujo. El agente de C.Y.P.O.L. tiene estilo, buen ritmo y entretenimiento para evocar una época y un género que a algunos deleitará y a los más jóvenes gustará.
En búsqueda de la nefasta identidad perdida El tierno y amigable oso de peluche que deviniera en lo más reprochable y políticamente incorrecto del ser humano, regresa en esta secuela sin cambios sustanciales y una extensa duración para una trama que no lo amerita. Tras unos créditos que rinden homenaje a los musicales clásicos, Ted 2 centrará su trama en la lucha de del oso Ted por recuperar sus derechos civiles, que fueron revocados al tratar de adoptar un niño. Seth MacFarlane, guionista, director y la voz de Ted, instala un tema trascendente como la identidad para luego burlarse y dar rienda suelta a la incorrección política con una batería de chistes racistas, homófobos, escatológicos y sexistas, y a pesar de su empeño de resultar repulsivo no termina siendo tan transgresor como en la primera Ted. Ted 2 repite varias cosas de la primera, como los reitarativos gags sobre la marihuana -con cita incluida a Steven Spielberg cuando los protagonistas alucinan contemplando una enorme plantación de marihuana mientras suena la banda sonora de Jurassic World-, la vuelta de Sam Jones -Flash Gordon- riéndose de sí mismo, guiños a la cultura popular y cameos de celebridades como Jay Leno y Liam Neeson.También reaparece el malvado secuestrador, interpretado por Giovanni Ribisi, en el tramo final de la película, siendo lo más prescindible de la película. Seth MacFarlane ha demostrado que su principal reto es provocar continuamente al espectador, pero desaprovecha en parte la fauna y trastienda de un evento como la Comic-Con, extendiendo la trama de una historia que no lo amerita. Ted 2 probablemente no resulte tan taquillera como su anterior, pero posee los suficientes gags como para no defraudar a los seguidores del soez y políticamente incorrecto oso Ted.
Como el ave Fenix pero con el Rey Lear Al Pacino brinda una clase magistral de actuación y es el principal imán de este film inspirado en la novela homónima -The Humbling- de Philip Roth, guardando curiosamente grandes coincidencias con "Birdman", la película de Iñarritu ganadora de cuatro Oscar. Barry Levinson, responsable de películas como Mentiras que matan o Rain man, adapta la novela de Philip Roth “The Humbling”, cuya traducción al español “La Humillación” refleja mas claramente el tema principal de esta película que guarda muchos paralelismos con Birdman, de G. Iñarritu. Con una estructura argumental similar a Birdman -incluyendo un inicio con el protagonista hablando con su otro yo y un plano secuencia que lo sigue hasta que queda atrapado afuera y su posterior intento de ingreso al teatro por la puerta principal-, Un nuevo despertar tiene como protagonista a un veterano y famoso actor de teatro sumido en una crisis de identidad, donde lo que otorgaba cierto sentido a su existencia, su impresionante facultad para expresar sentimientos, crear personajes y emocionar a los receptores de su magia ha desaparecido. Sumido en una depresión decide abandonar su profesión para recluirse en un psiquiátrico, donde tropieza con una antigua fan -Kyra Sedgwick- que quiere que mate por ella, y luego comenzará un particular affaire con una joven lesbiana interpretada por Greta Gerwig, que resulta ser la hija de una vieja compañera de profesión, además de fiel admiradora. La trama ira dando lugar a este hilarante personaje, interpretado magistralmente por Al Pacino, y la trágica humillación en que deviene su existencia.Así es como la capacidad hipnótica de un Al Pacino, capaz de mostrarse sublime y miserable a la vez, marca el compas de un relato tragicómico que no termina de quedar claramente concebido al comienzo, pero que luego él se encargara de equilibrar, regalando momentos brillantes como la escena del veterinario, la extraña huída de una mujer que le quiere como asesino de su marido o, citando dolorosamente a Shakespeare mientras continúa sesiones vía skype con su psiquiatra -Dylan Baker-. Como un juego de espejos con Birdman, Un nuevo despertar también tiene a un hombre que ha perdido la pasión e inmerso en una profunda depresión y que resurge de sus cenizas gracias al Rey Lear -en este caso-, pero la diferencia radica en que Birdman focaliza en el miedo a ser olvidado y la feroz critica al mundo del espectáculo. Mientras que en Un nuevo despertar la mirada se centra en las miserias humanas y el miedo a olvidar, dejar de existir no sólo para los demás sino para uno mismo. Sin dejar de lado la crítica a la industria y otra dirigida al público, que en su mayoría esta mirando sus teléfonos mientras el protagonista recita a Shakespeare. Un nuevo despertar deja la extraña sensación de una trama recientemente vista y mejor contada, pero con una leyenda de la actuación cuya maestría la vuelve nuevamente interesante.
Un combo de nostalgia y entretenimiento Con un dejo de nostalgia "Pixeles" entretiene por igual a dos generaciones, una que creo la tecnología y jugó con ella y otra que se volvió juguete de las nuevas tecnologías. Inspirada en el cortometraje homónimo de 3 minutos, dirigido por Patrick Jean en 2010, donde los antiguos y clásicos videojuegos arcades como Tetris, Pacman, Space Invaders o Froggy cobraban vida invadiendo Nueva York y pixelando la ciudad, Pixeles revive a personajes clásicos de esos videojuegos insertándolos al mundo real, rindiendo homenaje al espacio lúdico de toda una generación que encontró en esos espacios de diversión toda una forma de socializar. Pixeles tiene como protagonistas a un grupo de adultos que en su adolescencia, en los años 80, se destacaron por sus habilidades con los videojuegos arcade clásicos, pero que en la actualidad corren con diferente suerte. Cuando alienígenas intergalácticos deciden atacar la Tierra utilizando estos juegos como modelo para sus múltiples ataques, se decide reclutar para combatirlos al trío de campeones de videojuegos de los años 80, al que se suma la Teniente Coronel Violet Van Patten, una especialista en suministrar a los "arcaders" de armas únicas para luchar contra los alienígenas. Con buen ritmo y originales efectos visuales, Pixeles va acumulando a lo largo de su relato un sin numero de homenajes a personajes, series e iconos de los años 80 que dejaron su huella en una generación que supo como jugar con la tecnología. Con clichés clásicos del genero, pero bien resueltos, y algunas escenas de acción muy bien logradas -la persecución del Pac-Man por las calles de Manhattan es lo mejor de la película-, Pixeles entrega nostalgia y entretenimiento por igual. Así es como Centipede, más una versión enorme y malvada de Pac-Man, una heroína ninja llamada Lady Lisa -interpretada por Ashley Benson- y un conjunto de pixeles malvados con un lado travieso y encantador, liderados todos por el gran Donkey Kong, componen una galería de originales villanos al que se sumaran la divertida y adorable criatura salta-cubos Q-asterisco-Bert, un trofeo intergaláctico que eventualmente termina ayudando a los héroes humanos. Sin mayores pretensiones que la de homenajear y entretener, Pixeles cumple su cometido y da cuenta, aunque superficialmente, de los cambios de una generación y su relación con el juego: cambio de cómo se hacen videojuegos, cambio de cómo se juegan, cambio de quiénes los juegan y, principalmente, cambio de por qué se juegan. Una generación que cada día más se aísla en sus propios dispositivos, prescindiendo de la ínter actuación con el mundo exterior.
Internet y el nuevo juicio final Aprovechando las grandes ideas, personajes, esa estética ochentosa y efectos especiales, que consagraron a Terminator I como película de culto, esta nueva "Terminator Genisys", entrega grandes dosis de nostalgia y relanza la franquicia al jugar con los viajes en el tiempo y sus dimensiones. Terminator Genisys mantiene la esencia de la historia desarrollada originalmente por James Cameron, tomando todo lo bueno que tenían Terminator I y II y sirviendo, al menos en su primera mitad, como suerte de homenaje que devuelve parte de ese esplendor del cine de acción y ciencia ficción de los 80s y 90s, aunque con algo más de Animación y FX. En los primeros impases de Terminator Genisys, los más contundentes, creíbles y mejor construidos del metraje, funcionan como un flashback de las películas de Cameron, con gags y guiños a las mismas, donde las escenas de acción se acumulan como un refrito de cosas que ya hemos visto antes, sagas donde todo dependía de evitar el día del juicio final. Pero luego, la trama se adentra en los viajes en el tiempo y sus dimensiones para ir un poco más atrás en la vida de Sarah Connor, rompiendo totalmente con lo visto en las anteriores entregas y tomando varias licencias que por momentos resultan confusas y en algunas ocasiones puede poner en aprietos al espectador menos conocedor del universo de Terminator. Cuando John Connor, líder de la resistencia humana, envía al sargento Kyle Reese al año 1984 para proteger a Sarah Connor y salvar el futuro, un inesperado giro de los acontecimientos crea una línea temporal fracturada. Ahora, el sargento Reese se encuentra en una versión nueva y desconocida del pasado, donde descubre aliados insólitos, como el Guardián, nuevos y peligrosos enemigos, y una misión nueva e inesperada: reconfigurar el futuro. Terminator Genisys propone cierta humanización de la franquicia, con un Schwarzenegger que puede envejecer -externamente- y adquiere nuevas destrezas, entre ellas la simpatía, y donde Skynet ya no es solo una inteligencia militar capaz de controlar los misiles nucleares de todo el planeta para acabar con la humanidad, sino que evoluciona de una aplicación llamada Génesis, que sincronizará todos los aparatos tecnológicos del mundo rindiendo a los pies de Skynet a la Humanidad entera, y que es personificada a través de un holograma. No es fortuita la elección del año 2017 como espacio tiempo donde se desarrolla la trama principal, que funciona como una sugerente critica a nuestra sociedad actual donde resulta cotidiano los dispositivos móviles, las redes sociales, la búsqueda de la interconexión completa, absoluta e ininterrumpida. Sera este Skynet de 2017, que se vende como un sistema de sincronización entre móvil, ordenador y Tablet para llevar la inteligencia a la nube, la parodia del actual Google que nos controla. En cuanto a los personajes, la elección de Emilia Clarke -una de las actrices más mediáticas del momento encumbrada por su papel en la serie Juego de tronos-, con su con cara de angelito y baja estatura más tierna que torturada, para personificar a Sarah Connor, tira por la borda cualquier atisbo de identificación con el espectador y enaltece aún más aquella Linda Hamilton, aquella musculosa y luchadora Sarah de los 80 que transpiraba la camiseta para salvar su vida. Un correcto J. K. Simmons, con apariciones muy breves para amenizar la trama con cierto sentido del humor, y la falta de carisma de Jason Clarke y Jai Courtney, que no están a la altura de sus personajes, agrandan la figura de un Arnold Schwarzenegger que se muestra más suelto y carismático, transformándose en protagonista absoluto. Entre las perlitas de Terminator Genisys están la secuencia de su pelea con su yo joven recreado digitalmente; Kyle Reese volviendo al pasado desnudo con la misma atmósfera ochentosa y las mismas Nike Vandals de los 80s que calzaba el joven Michael Biehn interpretando al mismo personaje; Schwarzenegger llegando desnudo al Griffith Observatory y enfrentando a un grupo de punks; y la mejor secuencia de acción, sin duda, el accidente del bus escolar en el Golden Gate de San Francisco. “Viejo pero no obsoleto” sostiene el personaje de Schwarzenegger en la trama, sintetizando de algún modo a un entretenido Terminator Genisys, que homenajea aquellos Terminator de culto y símbolo del cine de acción y ciencia ficción y relanza la franquicia adaptándola a un nuevo público. Terminator Genisys juega con las líneas espacio temporales y abre el juego para las futuras secuelas con el clásico "I'll be back", pero en este caso visualmente y después de títulos.
El origen El esperado spin-off de las graciosas y adorables criaturas, predestinadas a buscar el mejor malvado histórico al cual servir, regala una batería de gags basados en la parodia y guiños a películas y personajes que entretiene a niños y adultos por igual. Los Minions, aquellos atolondrados y graciosos pequeños seres amarillos que revolucionaron la pantalla como personajes secundarios de Mi villano favorito y su secuela, gracias a su simpleza, ingenuidad, su manera prácticamente incomprensible de comunicarse y gran habilidad para construir y deconstruir ellos mismos un gags, regresan con Minions, su propia película. Minions de cuenta de los orígenes de estos ingenuos siervos del Mal y como deambulan por el mundo buscando un amo a quien servir, reescribiendo la historia a su antojo hasta su exilio, en el que caen en depresión al no conseguir su objetivo. Sin embargo, el plan de un Minion para emprender un nueva búsqueda de un amo los embarcará en una aventura que se sitúa en plenos años 60' -en pleno movimiento hippie, los Beatles y la cultura pop-, en la que éstas entrañables criaturas amarillas se adentran en la civilización humana en busca de un jefe malvado a quien seguir y servir. Aquellos Minions de Gru, que reunían cierta ternura con una maldad simpática para poder servirle con amor y adoración, eran personajes secundarios dentro de una trama convincente, en la que cada aparición de un Minion desprendía la risa y adoración del espectador. Minions, su película, se cimenta en una consecución de divertidos gags basados en la parodia y guiños a películas y personajes de la historia, que tiene una trama secundaria que pasa por el robo de la corona de la reina de Inglaterra de finales de los 60.Pero los Minions nunca aprenden ni cambian por lo que siempre acaban metidos en variaciones de la misma situación, algo que con el correr de la película deja de sorprender y tener tanta gracia como esperamos. A pesar de tener varias parodias reservadas para los mayores -los citados Beatles; Nixon; los astronautas en la luna; la idiosincrasia inglesa; ese cuento infantil en stop motion absurdo y original al mismo tiempo y un homenaje a las series de TV El santo y Hechizadas, entre otros-, la mayoría del film esta destinado a un publico infantil que encontrará los mejores momentos cuando los verdaderos protagonistas son los Minions y no los humanos. Con una banda sonora confeccionada a partir de exitosos temas de los años sesenta, como "Revolution" de John Lennon y Paul McCartney, y sus entretenidos múltiples gags, Minions cierra muy bien la trama que dará origen a Mi villano favorito, aunque no hay que descartar futuras precuelas.
El dilema del respeto y la comprensión Inspirado en el film homónimo de 1961 -dirigido por Daniel Tinayre con Mirtha Legrand como protagonista- Santiago Mitre hace esta remake que, conservando la temática de la primera y el conflicto central de la protagonista, construye un relato que va exponiendo los hechos pero sin juzgarlos, casi como un objeto de debate que busca la reflexión del espectador. Esta nueva versión se centra en Paulina, una joven abogada, con fuertes convicciones políticas, que decide dejar su promisoria carrera judicial para emprender un proyecto como maestra rural en una zona desfavorecida de la provincia de Misiones.Pero poco después de su llegada Paulina es violada por una banda de jóvenes, entre los cuales se encuentran algunos de sus alumnos, pero a pesar del traumático suceso y sus consecuencias, Paulina decide mantenerse firme en sus convicciones y continuar con sus metas. Desde el comienzo, con un logrado plano secuencia en el que padre -gran interpretación de Oscar Martinez- e hija dialogan intensamente exponiendo sus posturas ideológicas y contradicciones generacionales, Mitre propone -al igual que en su film anterior El estudiante- un conjunto de dilemas éticos y morales sobre la justicia, la política, y del derecho al libre albedrio de sus protagonistas. Al igual que en la primera, aquí también se hace foco en el ultraje padecido por el personaje principal, interpretado por Dolores Fonzi, y se indaga sobre las profundas injusticias sociales y diferencias de clase en la que se encuentran sumergidos los miembros de la patota, pero a diferencia de su antecesora, no es la denuncia ni el juzgamiento lo que pregona sino exponer los hechos desde los diferentes puntos de vista y observar los personajes sin entrar en sus pensamientos, dejando al publico sacar sus reflexiones e instaurando el debate. El punto mas cuestionable del film reside en las decisiones de la protagonista, cuya visión de la justicia e igualdad social son fácilmente comprensibles -se compartan o no- por el espectador, pero la irracionalidad de sus decisiones -inverosímiles dentro del contexto planteado y ante una experiencia tan traumática- e inmutabilidad ante los hechos, rompe la empatía que el público pueda haber tenido con ella y quita credibilidad al relato. Independientemente de su historia y desarrollo, La patota es una película que instaura el debate y promueve, por parte de su realizador, una clara premisa: respetar las decisiones ajenas por más incomprensibles que parezcan.
Con genética conocida El "Parque Jurásico" abre nuevamente veintidós años después, con la manipulación genética a flor de piel, reptiles marinos, mutantes híbridos y velociraptors cuasi domesticados, pero manteniendo la esencia de la original y demostrando porqué Spielberg asombró y cautivó a toda una generación de publico y lo seguirá haciendo con las que vendrán. Si aquella primera entrega de la franquicia, dirigida por Steven Spielberg en 1993, dejaba claro que la clonación de dinosaurios se realizó gracias a la extracción de ADN de la sangre succionada por mosquitos que han sido preservados en ámbar, y que los dinosaurios resultaban una amenaza para el hombre cuando estos estaban juntos, Jurassic World se inscribe casi como una remake de aquella, con la manipulación genética a flor de piel, una nueva generación de personajes, todo más moderno y una trama fiel a la original. Veintidós años después de los acontecimientos de Parque Jurásico -1993-, Isla Nubla tiene ahora un parque temático de dinosaurios en pleno funcionamiento y allí llegan dos hermanos para visitar a su tía, la responsable del parque, y disfrutar de la aventura, que tomara otros rumbos cuando una nueva bestia Indominus Rex -híbrido genéticamente modificado- decida abandonar el cautiverio. Con personajes simples pero efectivos, homenajes cinematográficos a otras películas -como la escena del tiburón- y plagado de guiños a la original, Jurassic World se apoya fundamentalmente en los efectos especiales como en las escenas de acción, y se mueve lo suficientemente rápido como para mantener al espectador entretenido de principio a fin. Obviamente ayudan la banda sonora que reutiliza la composición original de John Williams, y la utilización del 3D. Algunos podrán reclamarle algunas inexactitudes e incongruencias científicas, ya que estamos hablando de dinosaurios súper inteligentes modificados genéticamente, pero no es la divulgación científica el objetivo de este efectivo y pochoclero film, destinado a asombrar y entretener a una nueva generación de publico y provocar, tal vés, un poco de nostalgia en las anteriores. Un Spielberg que sigue imprimiendo su sello a nuevas generaciones, aunque aquí figure como productor y aseguren que no pisó el set pero que tampoco dejó de ver vía Internet las tomas diarias y dar indicaciones a la distancia.
El pandillero artificial Con una trama y personajes que remiten a varios films del género, la nueva película del director sudafricano Blomkamp -"District 9" y "Elysium"- indaga sobre la inteligencia artificial, pero con resultados menos afortunados que sus referentes. Como una especie de Frankenstein, que a manera de homenaje toma la esencia calcada de Robocop -Paul Verhoeven, 1986- y la mezcla con porciones de Cortocircuito -John Badham, 1986- y Yo, robot -Alex Proyas, 2004-, este nuevo film del director sudafricano Blomkamp aborda el tema de la inteligencia artificial, en un relato que corre con la desalentadora sensación de haber visto casi todo esto antes y bien hecho. Chappie comienza siendo un Robocop antidisturbios, que no cuestiona orden alguna, y se convertirá en un niño de metal con la ingenuidad de un E.T. -Spielberg 1982-, acuciado por las dudas y los mensajes contradictorios de los que le rodean e incapaz de procesar la verdad de la mentira -en una versión simple y superficial del David de Inteligencia Artificial -Spielberg, 2001-. La trama se sitúa en una caótica Johannesburgo -en un futuro demasiado cercano para ser verosímil- donde un cuerpo de policía robótico presuntamente infalible se encarga con sorprendente eficacia de la seguridad. Pero el creador de dichos androides, interesado más en la inteligencia artificial que en la función que cumplen, le inserta a uno de ellos un dispositivo reprogramador que dota de inteligencia artificial, vida y conciencia propias, el cual sin embargo pronto es robado en plena fase de crecimiento individual y reeducado por una pandilla de delincuentes. Con una perspectiva declaradamente naif, personajes simples y estereotipados, diálogos y situaciones poco creíbles, y un robot con mentalidad infantil con el cual el espectador no siente cercanía, Chappie no termina de encontrar un rumbo cierto al relato. Desde el sobreactuado villano que encarna Hugh Jackman, que querrá borrar de su historial dicho papel, el poco creíble Dev Patel, en el papel del nerd, y una desaprovechada e intrascendente Sigourney Weaver, hasta el terceto de pandilleros sacados de una serie clase B, componen la galería de personajes de una trama que no sabe a que público apuntar. Algunas partes acaban pareciendo un videojuego, otras una película bizarra clase B, y en ocasiones sorprende por los efectos visuales, la muy buena banda sonora de Hans Zimmer y ciertos momentos donde destila reflexiones válidas acerca de la trascendencia, la desesperación ante la muerte y la existencia de un alma y la posibilidad de transferencia. La coherente pregunta de Chappie, con angustia genuina, de por qué su creador ha introducido su “consciencia” y creado vida en un cuerpo destinado a morir a la brevedad, es, a mi modo de ver, el mas interesante y único legado del film.
El futuro nido de amor violento Una pequeña situación de la vida cotidiana dispara este drama realista e intimista, sobre una pareja que pondrá en jaque su compromiso a una vida en común. Con una historia sencilla y cimentándose en las buenas interpretaciones, El incendio desarrolla un drama intimista que expone, a partir de una situación realista, las falencias de una pareja que parecía tener todo resuelto, pero los nervios, inseguridades, la desconfianza y reproches mutuos sacaran a la luz un estado de violencia latente. La historia tiene como protagonistas a una joven pareja -Pilar Gamboa y Juan Barberini- a punto de comprar un departamento, pero tras un improvisto se ven obligados a posponer al día siguiente la firma de los documentos.Durante las siguientes 24 horas la pareja aflorará su peor crisis, donde los nervios e inseguridades desataran las tensiones escondidas y un estado de violencia latente que les harán replantear cada detalle de su relación. El uso de cámara en mano, desde un punto de vista subjetivo y con predominio de los primeros planos, sumado a los ambientes cerrados, estrechos y asfixiantes en el que se desarrolla la mayor parte del film, ayudan a introducir al espectador en la intimidad de esta pareja que expondrá sus miedos, tensiones y sentimientos hasta la violencia verbal y física. Gamboa y Barberini logran transmitir con gran credibilidad la relación de esta pareja invadida por los miedos y dudas pero que se quieren, reflexionando cuán confusos son los límites entre el amor y el odio. La sencillez de la historia juega en El incendio un doble papel, el escueto pero bien trabajado guión deja lucir las interpretaciones y expone, sobre todo al comienzo y aunque luego no los desarrolle, algunos elementos típicos del policial.Pero en la segunda mitad del film, la falta de conflictos contundentes hacen que la relación de la pareja transcurra sin que suceda nada, decayendo en parte el interés del espectador hasta un final poco convincente pero creíble para dicha relación.