El director Peter Farrelly, conocido por las comedias Loco por Mary y Tonto y retonto, cambia de registro para narrar una historia de superación y amistad entre dos hombres tan lejanos entre sí, como una especie de inversión de roles de la película Conduciendo a Miss Daisy -1989- Green Book es una Road Movie ambientada en los años Sesenta e inspirada en una historia verídica en la que un bruto y vulgar, pero carismático, italoamericano portero de un famoso club nocturno es contratado por un refinado músico afroamericano para que lo acompañe y proteja durante su tour musical por los conservadores estados del sur de Estados Unidos. Si bien retrata situaciones y prejuicios encapsulados en el pasado, respondiendo al común denominador de las películas más reconocidas del 2018 que hablan de raza, identidad, discriminación e inclusión, el verdadero viaje de Green Book es el que hacen estos dos hombres antagónicos que se transforma en una la larga sesión de mutua educación, que incluye las enseñanzas de moderación, elegancia y buenos modales a cargo del pianista negro y, a manera de correspondencia, las lecciones de humildad, picardía y buscavida que el expeditivo y rudo chofer le asesta a su patrón presuntuoso. Con un sentido del humor basado más que en las diferencias de raza en diferencias de clase, un discurso políticamente correcto y bajo un manto de amabilidad y ligereza, el film va fluyendo por la superficie de temas profundamente emocionales a través de un relato totalmente predecible y convencional, con estereotipos de raza, clase y género pero narrado con fluidez y encanto. Green Book -término que hace referencia a las guías de viaje que contenían los pocos lugares de alojamiento y comida que no discriminaban a los afroamericanos cuando recorrían las zonas más racistas E.E.U.U.- muestra el racismo casual, el de los prejuicios que parecen inofensivos -como asumir que todos los afroamericanos de mediados del siglo pasado preferían escuchar jazz y comer pollo frito-, y abre las ventanas hasta lo íntimo de sus personajes. Las formidables actuaciones de Viggo Mortensen y Mahershala Alile imprimen todos los componentes y matices a sus carismáticos personajes, que sin la presencia de diálogos aleccionadores inverosímiles, logran mantener entretenido al espectador y conmoverlo sobre el final con una historia que no pretende profundizar sobre el racismo, sino crear empatía con una narrativa de superación mágica con la falsa idea de que los prejuicios se pueden superar fácilmente, y llamar la atención sobre esas pequeñas actitudes de superación y amistad. Sin lugar a duda son Viggo Mortensen, interpretando a ese buscavidas vulgar, con labia y expeditivo cuya nobleza de espíritu derretirá la rigidez de los modales de su jefe; y Mahershala Ali, en la piel de ese virtuoso pianista culto, introspectivo, exótico, alcohólico y homosexual en un mundo racista y homófobo que debe lidiar con la hipocresía moral de una elite supremacista blanca que celebra el genio musical del artista negro al tiempo que le niega la hospitalidad más elemental, que terminará educando a Tony en las mieles del lenguaje romántico y los protocolos de la buena conducta, quienes sostienen esta especie de comedia con momentos de intensidad dramática muy eficaz y entretenida. Y por los cuales Green Book se quedara con varios premios Oscar.
Adam McKay, guionista y director ganador del Óscar a mejor guión con su anterior film La gran apuesta -2016-, repite varios de los hallazgos narrativos y formales presentes en aquel film donde se atrevía a exponer con originalidad y espíritu incisivo las claves del derrumbe del sistema financiero a través de aquellos que vieron las grietas y sacaron partido del desastre. En este nuevo film propone un biopic sobre el exvicepresidente Dick Cheney, desde que era un borracho trabajador de una compañía eléctrica en la Wyoming rural y su sigiloso ascenso hasta su vicepresidencia en la administración de George W. Bush -retratado como un pobre imbécil manipulable y acomplejado por la figura de su padre-, donde explotó las lagunas constitucionales para otorgarse legalmente un poder ilimitado convirtiéndose prácticamente en presidente de facto de los Estados Unidos y uno de los personajes más influyentes y siniestros de la política norteamericana contemporánea. Con un estilo narrativo y montaje muy particular, que por momentos recuerda a los documentales de Michael Moore, el director Adam McKay integra el sarcasmo y la ironía en un contexto severo y dramático, para contar con un claro enfoque político anti-republicano y cierta manipulación la escalada al poder de este poderoso maestro de títeres y sus desalmados colegas, demostrando un ejemplo mas de como el consenso político se alcanza mediante propaganda, manipulación y desinformación. Si bien al principio de la película ya se nos dice que está basada en una historia real, y efectivamente algunos de los sucesos narrados son auténticos, McKay juega hábilmente con el espectador en un relato que acumula recursos de distintos géneros y hasta formatos, insert que acuden al simbolismo, unos falsos títulos de crédito a mitad del metraje y un misterioso narrador -Jesse Plemons-, cuya relación con Cheney no se nos aclara hasta el final. Aunque por momentos se extiende demasiado con reiterados insert que en su primeras apariciones funcionan como interesante metáfora, pero luego solo agregan metraje innecesario. Al acertado estilo narrativo se suma el gran elenco encabezado por Christian Bale, en otra nueva demostración de sus transformaciones físicas, metiéndose en la piel de ese reservado y dicotómico personaje que se desdobla en el entregado padre de familia y el maestro titiritero de la política. Guiado por su formidable, leal y ambiciosa esposa Lynne -Amy Adams-; Steve Carell, como el simpático pero duro Donald Rumsfeld, y el ganador del Óscar Sam Rockwell, como el maleable George W. Bush. Con ironía, buen ritmo y estilo El Vicepresidente se asoma a la trastienda del poder y su lado más oscuro hipócrita, frívolo e interesado, poniendo sobre la mesa los juegos de poder de Cheney con las compañías petrolíferas, sus intereses a la hora de iniciar la Guerra de Irak y Afganistán, entre otros, y resaltando los aspectos oscuros de la estrategia imperialista estadounidense, en un entretenido biopic sobre un personaje del que poco se conocía.
Tras la disparatada y nostálgica sátira del mundo análogo de los Arcades, Wifi Ralph expande de forma ingeniosa la premisa de la original llevando la aventura al mundo de la Internet. Los directores Phil Johnston y Rich Moore -Zootopia y varios episodios de Los Simpson y Futurama-son los encargados de esta secuela en la que Ralph, el chico torpe de los videojuegos -voz original en inglés de John C. Reilly- y su mejor amiga Vanellope Von Schweetz -voz original en inglés de Sarah Silverman- dejan las comodidades del Arcade de Litwak en un intento por salvar el videojuego de Vanellope, “Sugar Rush”. Su búsqueda los lleva al inexplorado y expansivo mundo del Internet, un lugar donde Vanellope encontrara su lugar en el mundo y a la vez expondrá los celos de Ralph poniendo su amistad en riesgo. Una aventura ingeniosa con gran número de gags, múltiples cameos —sobre todo uno que tiene que ver con los cómics— y referencias de personajes de videojuegos y la cultura Web -con personajes de Star Wars, Marvel y Disney juntos- que harán las delicias de los fans y permite convertir todo en parodia pero con una reflexión final interesante y muy valiosa alrededor de la amistad. Con las convenciones propias del mundo del mercadeo virtual, las redes sociales, los virus y demás plataformas digitales; un gran diseño visual y ciertos gags cimentados en la simple presencia de un logo, meme, o frase -pero sin mucha gracia al estilo de Emoji: La Película-, el film logra reflejar perfectamente lo absurda que es la viralidad y la fama en Internet y se ríe de nuestras nuevas manías digitales con momentos divertidos e interesantes que exponen los niveles de ridiculez a los que son capaces de llegar algunos con tal de lograr sus quince minutos de fama, a pesar de que serán olvidados inmediatamente. Y no pierde oportunidad para posicionar los productos de este gigantentesco impero Disney aglutinando referencias de la épica librería de personajes que Disney ha adquirido en los últimos tiempos, y con los anuncios invasivos con marcas como IMDb, YouTube, Twitter, Google, Instagram o Pinterest, Snapchat, Amazon o la ficticia BuzzzTube recreando la sensación de un entorno abrumador e idílico a la vez. Algunos personajes claves de su antecesora como Félix y la Sargento Calhoun se pierden en la anécdota solidaria, y aparecen nuevos personajes, algunos más carismáticos que los de la primera entrega como lo es Shank -cuya voz en inglés pertenece a Gal Gadot-. A pesar de la carismática y adrenalínica Vanellope el protagonismo recae en Ralph, que es obligado a salirse de su zona de confort y descubrirá una parte un tanto oscura de sí mismo, signada por los miedos, la ansiedad, la dependencia, la aceptación y el tomar decisiones difíciles para sostener la amistad con su amiga. Oscuridad que lo llevara por momentos a transformarse en villano para luego retornar y enfrentar al verdadero villano de esta historia, un virus de computadora que toma las inseguridades más profundas del usuario y las multiplica, las amplifica y las transforma en un ente capaz de terminar con el Internet y con todo lo que lo rodea. Un nuevo sesgo para un personaje Disney que abre su abanico de posibilidades para catalogar un héroe o villano. Con una perla brillante, donde el catálogo completo de princesas de Disney se reúne en una escena inédita, maravillosa, elocuente y divertida, entre burla y homenaje, que sin duda es de los mejores momentos de la película. Wifi Ralph es más emotiva que la original, entretenida, divertida y se disfruta tanto por publico infantil como adulto, y deja las puertas abiertas a muchas más aventuras en una futura entrega. Por supuesto como es de esperar, dos escenas post créditos muy divertidas.
El esperado film del mítico superhéroe de Atlantis finalmente tuvo su estreno en la pantalla grande proponiendo un increíble diseño visual en cuanto a las criaturas y la construcción de un mundo submarino fascinante. James Wan, conocido por ser el primer responsable del universo de terror de El Conjuro, dirige esta historia sobre un personaje de cómic que poco se ha explorado en el cine y para el cual Wan priorizo el sentido de aventura y fantasía más que por los elementos de superhéroes. La película revela los inicios de Aquaman -protagonizado por Jason Momoa-, de padre humano y madre atlante -interpretada por una magnifica y radiante Nicole Kidman que aun en papeles pequeños condimenta cualquier film-, y lo lleva al viaje de su vida que lo obligará a enfrentarse a quién realmente es y descubrir si es digno de ser el rey de Atlantis. A pesar de cierto abuso del SGI, los efectos especiales y algunas secuencias que se extienden demasiado injustificadamente, prima en el relato las grandes secuencias de acción y persecuciones -al punto de por momentos darnos la sensación de estar viendo Star Wars bajo el mar-, que sumado a algunos gags bastante forzados -siguiendo la línea de su competidor Marvel aunque lejos de alcanzarlo-, garantizan el entretenimiento seguro durante todo el film. Un elenco de importantes figuras poco aprovechados, como Patrick Wilson y Willem Dafoe entre otros, acompañan a un Aquaman que en esta primera entrega se dedico a darnos a conocer sus orígenes y como se transformo en Rey, sorprendiendo con su estética y diseño visual al comienzo y empalagando al final.
Inspirada en una operación militar histórica que inició la caída de la Alemania nazi, el prolífico productor Jeffrey Jacob Abrams -también director de Súper 8, Star Wars: el despertar de la fuerza o la nueva revisión de Star Trek- mezcla elementos de acción del cine bélico clásico con algunos elementos de terror y cine fantástico, sumado a la referencia de la franquicia de videojuegos Wolfenstein. Situada en la Segunda Guerra Mundial, el film tiene como protagonistas a un grupo de paracaidistas aliados que en la víspera del Día D debían llevar a cabo una misión crucial que preparaba el terreno para el inicio de la derrota del nazismo y un hito histórico de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco de Normandía. Pero a medida que se van acercando cada vez más a su objetivo, descubren que los nazis se encuentran realizando diversos experimentos sobrenaturales. Con un comienzo que trae a la memoria la primera secuencia de Rescatando al soldado Ryan -salvando las gigantescas diferencias de actuación y producción-, centrado en el acercamiento de los aviones a su objetivo mientras estos son atacados por la defensa alemana y posterior lanzamientos de los paracaidistas hasta que logran arribar a su destino, el film tiene buen ritmo e intensidad sumado a un gran trabajo de la banda sonora que destaca el tono bélico. Conforme avanza la historia los elementos fantásticos harán aparición y toma otra dirección más sobrenatural y terrorífica, pero apenas funciona como película de terror con un par de sustos predecibles a golpe de montaje y banda sonora estridente, y comienzan a aparecer múltiples referencias a series B, Gore, temáticas diversas y cierto disparate zombi, incluso el suero del súper soldado de Capitán America. A pesar de la propuesta original, Operación Overlord desaprovecha situaciones y varios personajes, menciona criaturas antinaturales que luego no desarrolla dispersando los elementos de terror, le falta histrionismo y tampoco llega ni al nivel de delirio del videojuego. Pero, por sobre todo, desperdicia la potente imaginería que tiene a su alcance siendo más terrorífica la propia realidad de los experimentos de Mengele y compañía que lo planteado aquí. No hay nada en Operación Overlord que no se haya visto más y mejor en otros films, pero el interesante comienzo y buen ritmo del relato en general logra entretener y volverlo rápidamente olvidable.
Alfa nos transporta unos 20.000 años atrás para narrar una compacta historia de supervivencia en la que aparece el primer vínculo de amistad entre el hombre y el lobo. Con ritmo lento, una extraordinaria fotografía, prácticamente sin diálogos -en un ignoto idioma con subtítulos en inglés- y pocos acontecimientos, el relato desperdicia tiempo al comienzo y comienza la aventura cuando el joven cazador, que es dado por muerto por su tribu, se despierta y emprende el camino de regreso a casa con las fuertes nevadas glaciares pisándole los talones, los peligros de la fauna acechando y un lobo que comienza como enemigo y termina como aliado en su lucha por la vida. Sin acontecimientos impactantes ni de verdadera tensión, el relato logra cautivar en ciertos pasajes gracias a la extraordinaria fotografía y algunas escenas de los animales en un comportamiento natural y la empatía con el joven cazador.Pero resume el inicio de una amistad que ha sobrevivido milenios a un triste encontronazo y algunas acciones que desentonan con la época y resultan ingenuas e incluso cómicas. Alfa descansa en la buena recreación de ciertos paisajes y algunos logrados momentos de interacción entre el hombre y animal sumados a unos efectos visuales, quizá mejorables en las secuencias de grandes manadas y estampidas, pero la narración ofrece un relato demasiado simple de supervivencia que mas allá de algunas tiernas escenas resulta ingenuo y poco aventurero.
Al ser un film biográfico es de esperar que su creadora optase por un recorte en la vida del cantante y así es como Lorena Muñoz propone retratar a ese personaje mediático que el público vio y recuerda de "El Potro", pero humanizándolo y poniendo el acento en un costado más íntimo de su figura, retratando a ese hombre que le gustaba componer canciones y que amaba subirse a un escenario, con mucho creatividad musical pero también controversial y con una vida llena de excesos a medida que la fama lo abrazaba. El Potro, lo mejor del amor, nos sumerge de lleno en la historia de Rodrigo Bueno desde sus comienzos, en su Córdoba natal cuando abandona el colegio por su pasión por la música, y poniendo el acento en cuatro acontecimientos claves en su vida -el primer viaje a Buenos Aires, la trágica muerte de su padre durante una presentación, la llegada de Angel y la noticia de su hijo-, despliega un relato que al ritmo de algunas de sus canciones mas famosas avanza con la explosión de su corta carrera junto a su manager “El Oso”, interpretado por Fernán Mirás, y el costado más desenfrenado de la vida de Rodrigo ya constituido como “El Potro”. Rodrigo Romero, que debuta en la actuación y el canto, se pone en la piel del Potro Cordobés con un asombroso parecido físico, de la voz y gestual, dándole frescura a su personaje y sugestionando a un publico que también asociara otros personajes que rodearon al cantante a través de las convincentes actuaciones de Florencia Peña -como Betty Olave-, Daniel Aráoz -el padre poco conocido-, una sutil Malena Sanchez -como Patricia Pacheco- y Jimena Barón -inspirada en Marixa Balli-, entre otros, con poco desarrollo pero efectivos a la trama. Con una lograda reconstrucción de época y los famosos temas musicales que casi como videoclip van revelando momentos del ascenso y apogeo del cantante, El Potro, lo mejor del amor logra algunos momentos emotivos, pero fundamentalmente propone una mirada mas intimista pero rápida sobre el ascenso y caída anunciada de un ídolo del cuarteto cordobés, que llegó a llenar 13 noches consecutivas el emblemático estadio Luna Park de Buenos Aires y se convirtió en mito popular.
Esta adaptación de la novela de terror infantil homónima escrita en los años setenta por John Bellairs, cuenta el mágico y escalofriante relato de un niño de 10 años que queda huérfano y debe mudarse a la misteriosa casa de su tío, donde no sólo aprenderá que su excéntrico familiar en realidad es un hechicero, sino que aprenderá el oficio y salvara al mundo de un malvado hechicero. Pero el dato interesante de este film producido por Amblin, la productora fundada en los años ochenta que ha llevado a la gran pantalla películas como Volver al Futuro , Cartas Desde Iwo Jima y Super 8 entre otras, es su director Eli Roth, especialista del suspenso y terror para adultos como sus films Hostel, Knock Knock y Cabin Fever, que se acomoda al género de terror para toda la familia con el atractivo visual suficiente y suspenso justo para captar la atención de los más chicos y grandes con una recreación de época y una mansión espeluznante que ofrece sorpresas en cada esquina. Con las eficaces interpretaciones de Cate Blanchett y Jack Blackadaptándose a la perfección al genero y Owen Vaccaro, dando vida a un niño encantadoramente particular, La Casa con un Reloj en sus Paredes entretiene manteniendo el tono de terror con detalles y referencias de aquellos films ochentosos y al mismo tiempo deja espacio para pequeñas peculiaridades que refuerzan el espíritu fantástico de ese hogar encantado. Ideal para incursionar a los niños -de 11 en adelante- en un relato de terror cuyos personajes gozan de la profundidad justa, excentricidades, secretos, dosis de humor y suspenso.Y de ser posible verla en su versión original con subtitulos, no la versión doblada en castellano.
Con magistrales interpretaciones y una ácida e irreverente sátira sobre la sociedad británica actual, The party es una comedia negra, con afilados diálogos y fino humor inglés, rodada en blanco y negro y ejecutada casi en tiempo real como si fuese una de obra teatral. Una mujer -Kristin Scott Thomas- que acaba de ser nombrada Ministra de Salud en Inglaterra ha alcanzado el cenit de su carrera y decide celebrarlo con su entorno mas intimo de amigos. Sin embargo, lo que comienza como una celebración terminará como una verdadera tragedia cuando no tardan en salir a la superficie los conflictos, las envidias y odios escondidos. Con una puesta de aires teatrales cuya acción transcurre en tiempo real y en un espacio reducido, que recuerda indefectiblemente a filmes como Un Dios Salvaje de Roman Polanski, o mas precisamente por el tema a el clásico de Buñuel, El discreto encanto de la burguesía, Potter presenta unos personajes que ejercen de arquetipo para disparar contra la democracia, la religión, el escepticismo científico, el idealismo, el capitalismo, el feminismo y los intelectuales, atrincherados en la teoría y la falta de compromiso, entre otros temas. Así es como aparecen Bill -Timothy Spall-, marido de Janet apático y pasional según la ocasión; April -Patricia Clarkson-, la mejor amiga cínica e insensible de Janet con su marido Gottfried -Bruno Ganz-, un alemán budista que se gana la vida como coach; una pareja de lesbianas, Martha -Cherry Jones- y Jinny -Emily Mortimer-, que se lanzaron a la aventura de ser madres in vitro; y Tom -Cillian Murphy-, un banquero joven ambicioso y egoísta que viene a la fiesta sin su mujer, Marianne, a la que todos esperan y será el centro de muchos de los secretos. El cinismo y la falsedad de cada uno de ellos irá saliendo a la luz en un retrato feroz de un país y cierta generación británica que entremezcla grandes cuestiones de la era contemporánea, proponiendo al espectador una ácida e irreverente comedia negra que señala la hipocresía de una burguesía ilustrada y progresista; la izquierda idealista y culta en fase terminal; la derecha neoliberal materialista y arrogante; y el establishment socialdemócrata enceguecido, que luchan por una sociedad que le da la espalda y que ha perdido la fe en sí misma y en el futuro. Rodada en un cuidado blanco y negro y una duración ideal de hora y diez minutos, The Party es una inteligente y entretenida película, llena de frases ingeniosas y observaciones ácidas, con una celebración que da pie a una catarsis en cada uno de sus personajes moralmente difusos, acompañados de una banda sonora que pasea por el jazz, blues y reggae con una colección de brillantes canciones, adecuadas siempre al espíritu de cada momento y al estado interior de sus personajes.
Tras la increíble espera de catorce años, considerando a una producción Hollywoodense que fue éxito de taquilla y un golpe de aire fresco en su momento, la familia de superhéroes tiene su segunda parte. Desafiando los escasos resultados que vienen dando las últimas secuelas, precuelas, remake y spin-off de diferentes films, el director Brad Bird dio valor a la espera y no defrauda en Los increíbles 2. Con el sello tan particular que llevó al éxito a la primera, donde equilibraba muy bien el drama, la comedia y acción con unos superhéroes entrañables y una sorprendente animación, Los Increíbles 2 continua el legado con un cambio de roles aggiornado a los tiempos que corren. La película comienza exactamente donde nos dejó la primera entrega, con la llegada del Socavador y la familia de superhéroes preparándose para la acción, pero pasan a la ilegalidad por orden del Gobierno y la familia deberá afrontar su rutinaria vida hasta que un nuevo villano intenta aniquilar a todos los superhéroes a pesar de estar inactivos. Pero en esta oportunidad será Elastigirl quien deja a un lado su faceta de ama de casa y pase mas tiempo combatiendo al villano, mientras su marido se encarga de las tareas más cotidianas como asistir a su hija adolescente en una pequeña crisis sentimental, ayudar a Dash con los deberes o mantener a raya al desatado Jack-Jack, que empezará a desarrollar sus superpoderes. Los increíbles 2 sigue gozando de ese equilibrio justo entre el cine de espías tipo James Bond con secuencias de acción del Universo Cinematográfico Marvel, los problemas de una familia convencional, con personajes centrales que siguen siendo muy cautivadores, e ingeniosos y divertidos gags en una trama que juega con temas actuales. Con nuevos personajes secundarios que encuentran su momento para brillar, el villano principal Screenslaver mucho más interesante con potentes líneas de diálogo, y los niños que intentan crecer y madurar a pesar de las adversidades que tiene ser un superhéroe, Los increíbles 2 si bien no deslumbra como la primera es ingeniosa y visualmente atrapante. Aunque en algunos tramos del relato, algunos gags y líneas de dialogo apuntan solo a los adultos, la excelente animación y el buen ritmo no dejan que la mirada infantil decaiga.La banda sonora, que aporta épica y emoción a las escenas, es el eslabón que completa esta divertida y entretenida película que logro superar el desafío de las secuelas.