Guy Ritchie no participó en el guión de Sherlock Holmes (2009) y se nota de sobremanera: parece que se quiso aggiornar al personaje pero manteniendo el clásico espíritu y su estructura narrativa paradigmática. Tanta ambición terminó convirtiéndose en una trama predecible, un planteo formal interesante y muy poco que destacar. El director y los actores hacen lo que pueden en esta suerte de introducción a un futuro film en el que nuestro héroe enfrentará al Profesor Moriarty. Bizarra y demasiado extensa, la película por momentos cae en baches de los que difícilmente logra salir...
Pasteurización y desencanto Estamos ante un nuevo retrato de la monarquía británica, centrado en esta oportunidad en los primeros años del extenso reinado de Victoria I y su relación con quien luego sería su esposo, el Príncipe Alberto. Precisamente la “era victoriana” fue un período de enormes cambios para el Reino Unido: consolidación del imperio colonial, reformas electorales varias y comienzo de las reivindicaciones independentistas de Irlanda. Sin embargo el film obvia estos “detalles históricos” para celebrar un corazón rosa y la romantización ingenua. De por sí esta perspectiva artística no tiene nada de malo más allá de su innegable obsecuencia con fines comerciales, el problema es que ni siquiera está aprovechada del todo. La Joven Victoria (The Young Victoria, 2009) no es más que una versión pasteurizada y carente de encanto de María Antonieta (Marie Antoinette, 2006): desapareció la valentía de aquel relato descontextualizado sobre una adolescente “predestinada” a la grandeza, sólo queda el preciosismo de los escenarios y para colmo se ha instaurado la corrección política. El elenco aporta profesionalidad y sapiencia, destacándose Jim Broadbent, Paul Bettany, Miranda Richardson y Mark Strong. De hecho, en buena medida la película se sostiene por la química entre Emily Blunt y Rupert Friend, Victoria y Alberto respectivamente. El realizador Jean-Marc Vallée y el guionista Julian Fellowes construyen un paneo amable aunque insípido por una época turbulenta sin llegar a desarrollar sus puntos álgidos o por lo menos ofrecer el sustrato dramático necesario, entregados a un penoso titubeo emocional. Debemos concluir que en términos generales la obra se ubica entre las recientes La Otra Bolena (The Other Boleyn Girl, 2008) y La Duquesa (The Duchess, 2008), con un triángulo amoroso casi suprimido y evitando caer en los bajos fondos característicos de los opus de Shekhar Kapur sobre Elizabeth I. Intrascendente a más no poder, La Joven Victoria hace gala de una trama que no conduce a ningún lugar, finaliza de manera abrupta y únicamente agradará a la crítica rancia, el jurado de la Academia y algún que otro burgués estreñido.
Desde el trailer Asesino Ninja (Ninja Assassin, 2009) parecía un verdadero desastre, sin embargo la película entrega un verosímil eficaz y en general resulta una agradable sorpresa. Clichés simpáticos, ritmo vertiginoso, estética clase B y decenas de litros de sangre... ¿Qué más se puede pedir de una trama centrada en un clan antiquísimo de sicarios implacables? Luego de la interesante V de Venganza (V for Vendetta, 2005), James McTeigue continúa por el buen camino...
Todos los caballos blancos En un principio Rob Zombie había dicho que no estaba interesado en realizar una secuela de la ambiciosa Halloween, el comienzo (Halloween, 2007), su particular remake del film original de 1978 a cargo de John Carpenter. Pero el cansancio que le generó aquel proyecto pronto se disipó y el resultado final es Halloween II (2009), nueva reinterpretación de la vastísima “mitología Michael Myers”. Aquí el énfasis está puesto en el dinamismo de la caza y las motivaciones onírico- familiares- alucinatorias que dan sentido a lo ocurrido. De hecho, Halloween II es a su antecesora lo que Violencia Diabólica (The Devil’s Rejects, 2005) fue a 1000 Cuerpos (House of 1000 Corpses, 2003): estamos hablando de una obra que traza distancia a fuerza de acotar la estética sobrecargada, reducir las citas cinéfilas e intensificar la crudeza formal. Más que el fetichismo dark, la carnicería psicologista domina el registro. Aún así Zombie mantiene la coherencia del desparpajo continuo combinando dosis exactas de hemoglobina, humor negro, traumas de todo orden y amor por el slasher. Mientras que Laurie Strode (Scout Taylor-Compton) trata de recomponer su estado mental luego de un año de terapia inconducente, el bueno de Michael (Tyler Mane) llegando la noche de brujas padece el acecho de extrañas pesadillas en las que su madre, un caballo blanco y él mismo de niño lo incitan a reencontrarse con su hermanita perdida... El cineasta utiliza esta excusa para entregarnos una nutrida serie de mini- secuencias surrealistas de una esplendorosa imaginería visual (en especial se destaca la cena con la “gente calabaza”). En esta ocasión el inefable Dr. Samuel Loomis (Malcolm McDowell) ha escrito un libro explotando los sucesos del pasado y la propia Laurie ha mutado de cándida adolescente a sobreviviente extrema. El relato no titubea en su brutalidad primordial, casi ingenua por momentos, y se juega de lleno por el enfoque más dramático de la violencia, el vinculado a las horrendas consecuencias que subsisten a través del tiempo. Con una macabra eficacia, la película trabaja la estupidez mediática y la angustia producida por los asuntos irresueltos...
Nota aclaratoria acerca de Avatar - Edición Especial El 23 de septiembre de 2010 se reestrena en Argentina la colosal película de James Cameron con nueve minutos de metraje adicional, lo que lleva la duración total a la friolera de 171 minutos: así regresan el indigenismo, la sátira a las invasiones norteamericanas, la defensa del ecosistema, la crítica a la mecanización desmedida, la guerra de guerrillas contra las fuerzas de ocupación y esa saludable radicalización anti-militarista. Para los verdaderos fans que la han disfrutado más de una vez aquí explicitaremos las seis novedades que juzgamos más significativas: 1- El descubrimiento inicial pasa por una serie de tomas descriptivas de la fauna de Pandora durante la primera y fallida expedición del Cabo Jake Sully (Sam Worthington). 2- Flamante escena dentro del colegio derruido de la Doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver). 3- Secuencia de cacería posterior al dominio del “declan”, la criatura voladora símil pterodáctilo. 4- Ampliación del encuentro sexual entre Jake y Neytiri (Zoe Saldana). 5- Escena desde el punto de vista de los invasores humanos luego del ataque de los nativos a sus máquinas, previa al comienzo de las hostilidades. 6- En el final, monólogo conclusivo a cargo de Tsu´Tey (Laz Alonso), el antagonista de nuestro héroe en la tribu de los Omaticaya. Por supuesto que en su momento estos “bonus tracks” no fueron más que descartes por redundancia aunque hoy brillan por su buen gusto, corrección y coherencia dentro de la estructura narrativa general. En suma, la Edición Especial funciona sobre todo como una excusa para explotar comercialmente la multiplicación a nivel internacional de salas 3D: circunstancia que nos permite a los amantes de la ciencia ficción revisitar una vez más en pantalla grande esta extraordinaria obra maestra que no da respiro al espectador…
Con diez años de retraso llega a la Argentina Rosetta (1999), una de las obras fundamentales de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Como siempre el existencialismo social y el minimalismo expresivo se amalgaman para dar forma a un film sencillo pero eficaz, deudor del cine del genial Robert Bresson. A los señores les encanta remarcar la “gravedad” de sus retratos seudo documentales del lumpenproletariado de los países centrales, circunstancia que reproduce cual loro la crítica de pocas luces… la verdad es que les convendría hacer un poco de turismo por el tercer mundo para despabilarse...
Pasatiempos en rojo Resulta muy gratificante encontrar en la cartelera porteña proyectos poco convencionales como Eden Lake (2008). Este thriller inglés con elementos de terror constituye la opera prima de James Watkins y nos presenta la historia de una típica pareja burguesa dispuesta a pasar un bello fin de semana a orillas de un lago, bien lejos del mundanal ruido de la ciudad. Steve (Michael Fassbender) y Jenny (Kelly Reilly) rápidamente se sienten invadidos cuando una pandilla de adolescentes de clase obrera también acampa en el lugar. Lo que comienza con un pedido en relación al elevado volumen de la música desemboca en un tormento infernal de hostigamiento, robos, armas blancas, fuego y venganzas cruzadas. El film hace gala de su tono parco y propone un derrotero realista cuya intensidad va en aumento con el trascurso de las escenas, desde los apuntes románticos del inicio hasta la crueldad revanchista del inquietante final. Si pensamos en términos de referencias y niveles argumentales, bien podemos afirmar que el recorrido arranca con la oposición geográfica campo/ urbe a la Amarga pesadilla (Deliverance, 1972) de John Boorman, luego se mete de lleno en los conflictos comunitarios vinculados al cine social británico y finalmente el círculo se cierra en tanto relato moral de “crimen y castigo”, en la línea alegórica de La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972), el clásico de Wes Craven. Sin dudas el eje pasa por los intercambios generacionales entre jóvenes y adultos, aún por encima de las dimensiones señaladas con anterioridad. Como el mismo director se encargó de explicitar, la película contrapone a pura perspicacia la visión idílica de la “niñez inocente” con la demonización contemporánea a gran escala. Por supuesto que en función de las necesidades del género ya sabemos cuál vertiente tiene más presencia... Sin embargo aquí llama la atención el paralelismo que ofrece el guión de Watkins entre el proceder irresponsable, abusivo y violento de los padres y la conducta extremadamente similar de sus hijos. De a poco veremos hasta qué grado se reproducen el envilecimiento y el sadismo. Aunque se podría haber omitido un par de clichés y profundizado algunos tópicos decisivos, debemos reconocer que la obra cuenta con la valentía suficiente para plantear un cúmulo de preguntas más que pertinentes acerca del rol formativo de la sociedad y las diferentes estrategias de supervivencia. El elenco aporta credibilidad, destacándose principalmente Reilly y Jack O’Connell como Brett, el imparable líder de la banda local. Con mucha entereza y sin excesos, Eden Lake entrega un desarrollo dramático de ritmo sostenido, genera incomodidad a partir de enfrentamientos plausibles y adopta el punto de vista de unos burgueses aburridos en eterna lucha contra los lúmpenes y sus “pasatiempos”.
Demonología de alcoba Sólo en una potencia cinematográfica como Estados Unidos se puede dar el caso de una película pequeñísima “rescatada” del underground por Hollywood y estrenada comercialmente con una salida masiva más que generosa en manos de la Paramount Pictures. Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) fue filmada a lo largo de siete días con apenas 15000 dólares y en su primera semana en cartel recaudó más de 9 millones, convirtiéndose de inmediato en la realización más rentable de la historia al superar el récord ostentado por El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999). De hecho, estamos hablando de una mixtura bastante meditada entre ésta última y El Ente (The Entity, 1981). La historia cumple con todos los requisitos de los “falsos documentales”, un subgénero del terror que cuenta con numerosos exponentes recientes como Rec (2007) o Cloverfield (2008). Katie (Katie Featherston) y Micah (Micah Sloat) forman una pareja de novios que ha decidido convivir en función de un buen entendimiento mutuo. En la oscuridad del dormitorio principal ocurren sucesos extraños vinculados a movimientos repentinos, sonidos indescifrables y ráfagas de viento que salen de la nada. Ya desde el inicio está planteado el contexto: ella nunca le comentó que una presencia diabólica la acompaña a donde quiera que vaya y él responde comprando una cámara para registrar lo sucedido. Sin lugar a dudas los mayores logros de la propuesta pasan por el mecanismo formal de presentación de las escenas (toma fija con contador para las apariciones) y la estructura narrativa específica (21 noches con secuencias intermedias dilatorias, a veces explicativas). A partir de una construcción minimalista del suspenso, la obra atrapa al espectador sin recurrir a apuntes gore o vueltas de tuerca inconducentes. El realismo de tono cotidiano y la extraordinaria puesta en escena son las peculiaridades que garantizan la eficacia del proyecto. La clase B norteamericana todavía da batalla ofreciendo anomalías como la presente, claro testimonio de que la escasez de recursos no siempre compromete la calidad. Existen dos versiones ligeramente distintas de Actividad Paranormal, la original que circuló cuando se buscaba distribuidor y la actual editada según el parecer del estudio. Al mismo tiempo que eliminaron unos 10 minutos de metraje, en especial algunas tomas fútiles del comienzo, también han acortado otras, agregado un par (la de las llaves en el piso y la de la foto colgada en la pared) y en general se perfeccionaron diversos efectos visuales y sonoros. Más allá de estos detalles, las diferencias más importantes las encontramos en el final (el desenlace mainstream deja entrever una probable continuación) y la secuencia del exorcismo en Internet (en la original mucho más extensa y explícita). Mientras que en el primer corte había referencias a El Resplandor (The Shining, 1980) y El Exorcista (The Exorcist, 1973), luego evidentemente la Paramount juzgó necesario suprimirlas y priorizar el ritmo entre impactante y sutil del film (hasta se comenta que la conclusión fue modificada bajo sugerencia de Steven Spielberg). Aunque el desempeño de Featherston sobrepasa al de Sloat y el guión del también director Oren Peli no abandona la previsibilidad en tanto estrategia central del relato, la demonología de alcoba establece un patrón alterno en lo que respecta al verosímil sin llegar al nivel de la “Bruja de Blair”: será difícil proponer algo nuevo de ahora en más, este es el techo de los “falsos documentales”.
La voluntad del ocaso Alcanzar la máxima excelencia cinematográfica implica combinar satisfactoriamente los ancestrales resortes del género (estructura recurrente), el desempeño de los rubros técnicos (coherencia profesional) y la imperiosa necesidad artística de trascender (contenido específico). Nunca está de más recordar que sólo un puñado de anomalías ha logrado llegar a este nivel de insólito esplendor, circunstancia tan deseada por los cinéfilos como desconcertante cuando por fin se presenta. Criatura de la noche: Vampiros (Låt den rätte komma in, 2008) o Let the Right One In, tal su título internacional en inglés, es una obra maestra desde todo punto de vista. Estamos ante un film que funciona a la perfección en términos argumentales y en lo que respecta a su previsibilidad comercial, léase sustrato temático y/o expectativas en función del subgénero trabajado. El horror vuelve a perturbar los sentidos. El vampirismo como tópico, esa nocturnidad póstuma adicta a la sangre, pocas veces fue aprovechado en su desbordante plenitud, reducido en la mayoría de las oportunidades a esquemas de nulo valor discursivo. Por suerte las excepciones a esta regla general todavía pueden arribar desde las geografías más remotas y saludarnos con su mejor rostro en los momentos menos pensados. La historia gira en torno a la relación entre Oskar (Kåre Hedebrant), un chico retraído que sufre de maltratos por parte de sus compañeros de colegio, y su vecina Eli (Lina Leandersson), una extraña niña que hace poco se mudó al mismo edificio de departamentos. Estos dos jóvenes cuentan con apenas doce años pero ya tienen bien en claro que en la humanidad cohabitan sentimientos aparentemente opuestos como la compasión por el prójimo y los impulsos destructivos, la furibunda sed de matar. Ambas vertientes de la existencia forman un todo complejo que a su vez se manifiesta de las maneras más diversas. Mientras que él practica desenvainando un cuchillo y sueña con una venganza terminal contra sus hostigadores, ella arrastra una angustia de siglos y por sobre todas las cosas debe cazar para subsistir. Cuando por una mueca del destino Eli se quede sin su Renfield personal y las agresiones contra Oskar superen su umbral de tolerancia, no sólo se pondrán a prueba las habilidades de cada uno para enfrentar un contexto que solicita a gritos respuestas violentas, también surgirá un amor taciturno basado en la melancolía y la solidaridad. La película se caracteriza por su tono sosegado, su prudente narración, el desarrollo cauteloso de los distintos personajes y un minimalismo expresivo que jamás baja la guardia, aún en las sucesivas dentelladas y amputaciones. El hecho de que la acción se sitúe en los suburbios de Estocolmo, en Suecia, no es un detalle para nada menor. El constante clima nevado, la frustración de las capas sociales marginadas, un modo de ser sumamente parco, la ausencia de perspectivas familiares y cierta claustrofobia esencial son componentes más que significativos en un extraordinario planteo vinculado a las disrupciones primordiales y los muchos callejones sin salida que el devenir diario suele imponer. El director Tomas Alfredson, proveniente de la televisión y verdadero especialista en comedia satírica, hace maravillas con el sólido guión de John Ajvide Lindqvist, adaptación de su propia novela. A través de una escenificación etérea, un ritmo pausado y un diseño de producción bastante crudo, la trama se sostiene y avanza con una enrarecida naturalidad, siempre en consonancia con esa imaginación intransigente. Aunque el equilibrio dramático es uno de los elementos centrales dentro de una propuesta que ha sido balanceada a conciencia, no podemos dejar de destacar las estupendas interpretaciones de Hedebrant y Leandersson, dos actores que a su corta edad deslumbran por la profundidad y el realismo alcanzados. Sin adentrarse demasiado en la riqueza ambivalente del relato, únicamente diremos que asuntos escabrosos como la homosexualidad y la insatisfacción afectiva son tratados de forma sutil, a puro ingenio. Sendos estados de ánimo, la ternura sugerida y la furia explícita, confluyen a lo largo de esta fábula romántica hasta desembocar en un final de una macabra belleza. Reformulando los cuentos de hadas más tenebrosos y tal la interpelación del título original, el juego de voluntades a los pies del portal hace que el ocaso justifique la extracción de hemoglobina.
Intento más que loable por acercarse a un cine fantástico argentino con toques de comedia costumbrista. La premisa central –vinculada a una suerte de posesión espiritual consensuada- resulta interesante y está bastante bien desarrollada. El ritmo narrativo que impone Guillermo Grillo quizás por momentos no ayuda pero las actuaciones cumplen y el guión dinamiza correctamente el relato. Debemos celebrar el esfuerzo y el coraje del equipo creativo, bienvenidos sean...