El superagente contraataca Ni Gerard Butler seguramente lo esperaba pero aquí tenemos Presidente bajo fuego, la tercera película del agente de la CIA Mike Banning, que vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer: cuidar de algún político importante. En el 2013 nos encontramos con la primera de esta trilogía, Ataque a la Casa Blanca. Y tres años después llegará la secuela en Reino Unido, Londres bajo fuego. Debo admitir que no vi la original y que a la segunda solo llegué a verla hasta a la mitad, porque los pésimos efectos especiales que tenía me hacían doler las retinas. Algo que se debe reconocer de esta nueva película, es que han mejorado de forma significativa el aspecto técnico. Algo en que los estudios no deberían escatimar en este tipo de películas es en el trabajo del VFX, ya que corresponde al 85% de lo que propone la película. Si no me creo las explosiones, no te voy a creer nada de lo que pueda a llegar a contarme la trama. En este nuevo film veremos al agente Banning (Butler) tratando de demostrarle a sus colegas y a todo el pueblo norteamericano, que él no había sido el autor de un atentado contra el presidente de los EE.UU, que le quisieron adjudicar un grupo de mercenarios. A lo largo de sus dos horas de duración veremos todos los clichés de este cine pochoclero de súper agentes indestructibles, pero con el agregado de momentos de comedia para amenizar tanto olor a pólvora. Además de las mejoras en los efectos especiales es rescatable que también quisieron desarrollar el personaje de Butler, agregándole dificultades en su salud y en su notoria vejez. Lo malo es que desperdiciaron la acertada idea de incluirle dificultades de salud al agente Banning, ya que solo las sufre en la primera hora de la película, y en el desenlace es como que se olvidaron de todo eso y volvió a su status de Terminator. Presidente bajo fuego es una película para el público amante de la explosión pochoclera sin sentido y sin trama interesante. Si sos seguidor de la saga y te gustaron las anteriores, seguramente disfrutarás esta tercera entrega. Pero entre nosotros… era totalmente innecesaria. Si querés una salida de cine para escuchar un poco de tiros y situaciones de acción demasiado forzadas, será de tu agrado. Si buscas una del género con algo más interesante para aportar, seguí de largo.
Las reinas del crimen es el debut de la escritora Andrea Berloff en la dirección cinematográfica. Su primer trabajo fue en el 2006 con World Trade Center, protagonizada por Nicolas Cage y Michael Peña y dirigida por Oliver Stone; hablaba sobre los horrores que ocurrieron en las torres gemelas aquel 11 de septiembre. En esta ocasión es un proyecto basado en el comic “The Kitchen” de DC Vértigo escrito por Ollie Masters y Ming Doyle. Cuenta la historia de tres mujeres, que deciden hacerse cargo de la mafia irlandesa debido a que sus esposos (Los líderes de la banda) fueron a la cárcel, y al escasear las oportunidades laborales para su género, no tuvieron otra opción que apoderarse de los negocios ilegales que las rodeaban. Todo en el contexto del barrio Hells Kitchen de New York en el año 1978. El trio lo conforman Kahy Brennan (Melissa McCarthy) la inteligente y líder del grupo; Ruby O´ Carrol (Tiffany Haddish), prepotente e impulsiva y por ultimo; Claire Walsh (Elisabeth Moss) la que aprende a hacer el trabajo sucio. Las tres al principio van complementándose para que todos las tomen en serio y así ir creando un gran imperio criminal. La película cuanta con una gran actuación de Melissa McCarthy, una actriz que siempre estuvo relacionada a la comedia y que en los últimos años ha estado dando pasos interesantes en otros géneros del cine. Pero la propuesta no se convierte en mucho más. Con el correr de los minutos el guion no llega a enganchar nunca. El saber si estas mujeres se convierten o no en jefas de todo el distrito Kitchen te llega a importar poco y nada. Lo que se puede destacar es la fotografía de Maryse Alberti, que con agradables paletas de colores y juegos de luces, logra presentar muy buenos planos. En la actuación solo McCarthy sobresale. Lo que si da pena es que una gran actriz como Elisabeth Moss, todavía no haya encontrado su lugar en el mundo del cine, ya que en la pantalla chica si se destacó en diversas series. Las Reinas del Crimen es una película que no te hace empatizar por ningún personaje y que llega a ser muy aburrida por momentos. Cae en varios baches de narración y que gracias a algunas buenas actuaciones y aciertos técnicos termina siendo una cinta decente pero monótona.
Mejor que nunca es el debut en el cine para la directora Zara Hayes, una mujer que tuvo una carrera principalmente marcada por documentales y que ahora llega con esta comedia liviana para todo tipo de público. La trama nos contará la historia de Martha (Diane Keaton) una mujer de New York que decide mudarse a una residencia privada para gente mayor debido a que sufre de cáncer y quiere pasar sus últimos días en tranquilidad. A los minutos de haber llegado a su nueva casa, conoce a su vecina Sheryl (Jackie Weaver) una mujer alegre y divertida que no para de meterse en situaciones hilarantes. Al aproximarse un concurso de talentos en la residencia, ambas deciden formar su propio club de porristas con otras habitantes del campus. La base y columna vertebral de la película es sin dudas las actuaciones de las legendarias Diane Keaton y Jackie Weaver. Y aunque no realizan unas performances memorables, crean una química actoral muy simpática y divertida. Las situaciones de comedia no son forzadas y para nada rebuscadas, eso es algo bueno porque pone al espectador en una posición simple en la que no lo trata de convencer de algo que no fue a ver. Hay que aclarar que la historia cae en muchísimos clichés: enfermedades, amores, emoción e autosuperación pero como mencioné, es aceptable y no algo cuestionable. La idea central del film se ha visto en otras propuestas en el cine pero que al estar conformada por mujeres de edades mayores, le da ese plus que realmente trata de contar. Algo clave que quiere traer la historia a la mesa de discusión es el destrato que muchas veces reciben los ancianos, viéndolos como personas que ya no sirven o que simplemente tienen que dejar de perseguir sus sueños. Mejor que nunca es una película con una comedia muy apta para todo público que bien se podría ver en el cable una tarde de domingo, pero que seguramente sirva también para una salida familiar al cine.
Luego de tanta especulación y hermetismo llega a los cines Hobbs and Shaw, un spin-off que extiende el universo de la conocida saga Rápidos Y furiosos. La película está dirigida por David Leitch, quien empezó siendo el doble de riesgo de Brad Pitt en muchas de sus películas y que luego se volcó a la dirección realizando títulos como John Wick y Deadpool 2. Muchos cuando nos enteramos del proyecto en solitario de estos dos personajes de la popular franquicia de autos, no entendíamos a quién se le había ocurrido tal idea de llevarlos a la pantalla grande. Es obvio que muchos pensaron que era una jugada para seguir “robando” y tratar de sacarle todo el jugo a la gallina de los huevos de oro, ya que Rápidos Y Furiosos (aunque es discutida por muchos) es una marca ya para el cine pochoclero de acción estadounidense. Y tiene millones de fans en todo el mundo que revientan la taquilla internacional. Ahora es el turno de ver en acción solamente a Luke Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) y a Deckard Shaw (Jason Statham), sin la presencia del equipo liderado por Toretto. Desde el inicio del film, nos dejan en claro por qué había tanta mala onda entre estos dos individuos en las anteriores películas, ya que ambos son el agua y el aceite. Hobbs un hombre amante del gimnasio, sencillo y sin clase; Shaw en cambio más marcado por la estructura inglesa y por su gran elegancia, pero hay algo que sí tienen en común: ambos son implacables en misiones importantes. Después de muchas idas y vueltas de no querer trabajar juntos, deciden finalmente unir fuerzas para derrotar a Brixton (Idris Elba), un enemigo de Shaw que fue modificado genéticamente y cuenta con habilidades superhumanas. Él quiere recuperar un virus biológico que la hermana de Shaw, una agente de MI6, tuvo que inyectarse para que no caiga en sus manos. El objetivo de Brixton es que el virus elimine a la parte débil y pobre de la sociedad para hacer una purificación de la población mundial. De esta forma el dúo protagonista tendrá que dejar sus diferencias para evitar una catástrofe irreversible. Extrañamente (y lo digo porque verdaderamente no lo esperaba) la película se desarrolla muy bien. Tanto Hobbs como Shaw tienen grandes momentos donde podemos averiguar un poco más de sus vidas, fuera de los golpes y crean situaciones bien llevadas a nivel de evolución de personajes. Las secuencias de acción son muy buenas. El CGI está muy bien y no molesta para nada. Y si hay algo para destacar son las coreografías de peleas, en especial en las que se lo ve a Jason Statham, donde por momentos nos recuerda a películas del actor como El Transportador, ya que podemos apreciar su gran destreza en las artes marciales. Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw es sorprendentemente una muy buena película dentro de su género. Cumple con creces con la acción y la comedia, y no te hace extrañar para nada a Vin Diesel y a los demás integrantes de Fast and Furius. Tiene sus incoherencias y errores en el guion pero que uno tiene que saber y asimilar cuando paga la entrada para este tipo de películas.
La búsqueda de la identidad prematura En los 90s es el debut como director del actor Jonah Hill, conocido por todos por comedias como Superbad, 21 Jump Street o por su personaje en la aclamada Lobo de Wall Street de Martin Scorsese. El actor norteamericano se suma a esta nueva tendencia, que se viene acrecentando en estos últimos tiempos, de nuevos directores salidos del mundo de la actuación. La película cuenta la vida de Stevie (Sunny Suljic) un pequeño niño de 13 años que vive en Los Ángeles en la época de los 90, y que por no tener una buena relación con su madre y su hermano, trata de evitar su casa a toda costa, y debido a esto conoce a un grupo de chicos mayores que practican skate. Al meterse de a poco en este grupo de niños problemáticos y ganar su cariño y respeto, Stevie va descubriendo muchas situaciones que nunca había experimentado en su vida. Fuma su primer cigarrillo, se emborracha y hasta pierde su virginidad. A todo esto, su madre no le presta mucha atención y su hermano cuando lo ve no hace más que golpearlo. Lo más acertado de esta coming of age es la buena interacción entre los personajes, algo que Hill al aparecer quiso resaltar. La película no trae nada nuevo al género, cae en las mismas situaciones que hemos visto anteriormente en este tipo de propuestas y eso le resta en lo que quiere ser realmente. Igualmente puede llegar a ser disfrutable por momentos. La forma en que vamos viendo como el joven e inocente Stevie va quemando etapas de forma tan rápida, puede llegar a dar un poco de nostalgia a la pre adolescencia de muchos de nosotros. Nuestras primeras amistadas, nuestras primeras equivocaciones o decepciones. Algo que le agrega distinción al film es que fue filmada en 16mm, una estética que nos retrotrae a las imágenes en VHS que veíamos en esos tiempos (años que no son muy lejanos en nuestro presente). Se destaca las escenas que comparte Suljic con Na-kel Smith, ya que ambos al no tener mucha experiencia en la actuación, logran crear una atmósfera muy solemne en sus conversaciones. En los 90s es un inicio aceptable para Jonah Hill en el mundo de la dirección de cine. Se trata de una incursión dramática e independiente muy tomada en serio, tanto que se nos hace difícil imaginar que Hill la haya escrito.
Quien haya pasado por una situación tan estresante como la es enfrentarse a un examen final en una universidad sabrá lo que se quiere llevar a la pantalla en Las Facultades. La directora Eloisa Solaas relata, en su primer largometraje, la experiencia universitaria vista desde distintas disciplinas académicas como lo son las ciencias sociales, naturales, medicina, arquitectura y derecho. Filmada con planos cerrados enfocados enteramente en los rostros de los intranquilos alumnos, la película va contando distintas historias de distintos estudiantes universitarios. Los profesores tratan de no ser el foco de atención nunca en esto modo de relato, funcionan como una suerte de voz en off, corrigiendo y calificando las respuestas con una exigencia estricta tal como la de cualquier docente de universidad. La trama logra encontrar su punto más fuerte en una historia en particular, la de un chico que estudia en una penitenciaria a los pensadores sociólogos más destacados y que luego cuando queda en libertad (cumpliendo su condena), lo vemos ya cursando en la universidad una carrera derivada a las ciencias exactas. Un gran desenlace que deja muchas reflexiones interesantes. Por momentos se lo podría haber sumado un poco dinamismo a la forma de mostrar algunos aspectos pero Solaas desde un principio nos aplica la pauta de lo que seguiremos viendo en el resto del metraje. Es algo que se le podría reclamar, pero a la vez también aceptar. Cuestión de gustos. Las Facultades, es una película que logra transmitir a la perfección la dificultad que conlleva cursar una carrera universitaria pero que también enaltece la importancia de la enseñanza y la de nuestra querida educación pública.
El romance menos pensado ¿Extraño? Puede ser. ¿Necesario? Creo que no, pero eso si… una decisión muy intrigante. Ni en tus sueños es una película dirigida por Jonathan Levine, más conocido por haber hecho 50/50 protagonizada por Joseph Gordon Levitt, una película que obtuvo una gran aceptación de la crítica en general. Ahora nos trae una nueva película protagonizada por Charlize Theron y Seth Rogen. La historia sigue a Charlotte Field (Theron), la secretaria de estado de EE.UU. que decide, al enterarse que el actual presidente no buscaría una reelección, lanzar su candidatura para la presidencia. Luego conoceremos a Fred Flarsky (Rogen), un periodista que renuncia al diario en el que trabajaba al enterarse que una corporación capitalista acababa de adueñarse de la pequeña e independiente redacción. En una fiesta ambos personajes se ven, y nos enteramos que Charlotte había sido el amor de la infancia de Fred. Ambos conversan y al saber de la situación de desempleo de Fred, Charlotte decide contratarlo para que le escriba discursos políticos graciosos para su próxima campaña para la presidencia. Sin dudas lo que más sorprendió de esta película fue el cast. La decisión de poner a Theron y a Rogen, para que protagonicen un proyecto con tintes románticos tan fuertes, fue muy jugado, ya que aunque se trata en esencia de una comedia (y ambos habían hecho trabajos de ese tipo, en especial Rogen) nunca habían incursionado verdaderamente en el romance. Uno tiene en la mente a la actriz australiana en papeles más serios o de acción y a Seth en sus clásicos papeles humorísticos haciendo referencias a las drogas. Con el correr de los minutos lo que al principio podíamos suponer como una situación forzada e impensada, se va convirtiendo en otra cosa. La película logra llevar, gracias a una narración muy fluida y vertiginosa, a buenas puertos de comedia y de romance. Y lo más importante, se da la esperada química entre la dupla actoral protagonista. Obviamente las situaciones clásicas de Rogen están, estoy hablando de la apología a la marihuana y los chistes negros. Pero lo dejan como un ingrediente al que es imposible escaparle cuando vemos una película del actor. Utilizaron esa cuota humorística para demostrar que aunque es algo innato de él, igualmente se puede tratar de crear una atmósfera romántica. Una de las cuestiones a destacar es el uso de la música. Aunque es cierto que en los últimos tiempos hubo una sobreexplotación de la temática de los 80s, aquí vemos una reivindicación de la época con clásicos que no se han usado tanto y que ayudaron a crear el clímax de romance ideal. Ni en tus sueños es una película cliché del género que no traerá nada nuevo a la lista de cientas de esta categoría pero que te dará un buen momento en el cine y seguramente te sacará algunas carcajadas. Más no se le puede pedir a este tipo de propuesta. Una película con una historia muy cliché pero que gracias a una dupla actoral impensada para el género, logrará un efecto sorpresa positivo en el espectador.
El nuevo club de los perdedores En los carriles de la pileta municipal, Bertrand, Marcus, Simon, Laurent y Thierry se entrenan con la ex campeona Delphine en una disciplina que hasta ahora ha sido siempre femenina: nado sincronizado. Nadando por un sueño (Le Grand Bain) es la nueva película del director Gilles Lellouche, y nos trae la historia de un grupo de hombres cuarentones disconformes con su vida, que encuentran en la natación sincronizada un escape de la realidad que los abruma. La película forma parte de la edición 2018 del Festival de Cannes y es la favorita para los Premios Cesar donde llegó a tener 10 nominaciones. La historia nos retratará principalmente la vida de Bertrand, un hombre con depresión y que no consigue trabajo desde hace dos años. Un día al esperar a que su hija salga de natación, ve un anuncio donde decía que se buscaba a un hombre para integrarse a un grupo de nado sincronizado de hombres, esto le llama la atención y decide sumarse. Aquí conoce a Marcus, Simon, Laurent y Thierry, otros hombres que al igual que el comparten la desdicha y el fracaso en la vida como bandera pero que tratan con su amistad tratar de alivianar sus problemas. De aquí en adelante el foco no solo se verá en Bertrand sino que también en los otros integrantes de nado, que al igual que el tendrán unas interesantes vidas para contar. Uno es un músico frustrado, otro un hombre con carácter irritable, otro un vendedor fracasado de piscinas y el último una persona que nunca tuvo una vocación en la vida. Un día se enteran que habrá un torneo mundial de nado sincronizado y deciden inscribirse para demostrarse a sí mismos que verdaderamente si son buenos para algo. Este proyecto se basa en un caso real, no de Francia pero sí del equipo de nado de Suecia. El guion de Ahmed Hamidi logra en sus 120 minutos de duración un desarrollo aceptable de cada personaje y sus distintas historias. Puede que por momentos se pueda sentir un poco larga pero el buen uso de la comedia la hace muy amena y llevadera. Hay que resaltar también el dinámico uso de los planos a cargo de la dirección de fotografía de Laurent Tangy, que por momentos recuerda a secuencias de Amélie. Nadando por un sueño (a quién se le ocurre ponerle esta traducción tan mala) es una película que enaltece la amistad, la autosuperación y lo hace de forma genial bajo el género de la comedia. Un gran estreno que llega a nuestra cartelera y que sorprenderá a los que no son tan habitué del cine francés.
El costo de enfrentar a la injusticia Nueva película del director Stéphane Brizé con su actor predilecto Vincent Lindon, después de El precio de un hombre, Algunas horas de primavera y Una Affaire D’amour. Aquí los vemos en una historia mucho más social, donde Lindon interpreta a Laurent, un hombre que encabeza la lucha de sus compañeros despedidos de una fábrica de autopartes alemana radicada en Francia. La trama recorrerá la puja de Laurent y los sindicalistas, para poder lograr reuniones con los más altos directivos de la empresa para poder reincorporar a todos los trabajadores. El conflicto llega cuando algunos de los afectados empiezan a considerar aceptar la indemnización que quieren darles, y así lograr un quiebre en el núcleo de los protestantes, para poder así disolver al numeroso grupo. La propuesta francesa se basa básicamente en tomas de las manifestaciones, charlas de sindicato y las negociaciones de los jefes con sus empleados. Lo bueno que al enfocarse solamente en eso, la expectativa que se quiere crear en el espectador para que también sea parte de esta manifestación, logra formarse y uno va tomando partido por lo que está viendo. Al ser una situación social tan parecida al presente que vivimos aquí y en muchos países de Latinoamérica, uno logra empatizar por los sucesos que pasan en la pantalla. Lo mejor es prácticamente la actuación Lindon y su personaje. La desesperación que va recorriendo Laurent, al enfrentarse no solo a los corporativos sino también a sus propios pares, es algo que logra destacarse con el gran trabajo de actuación del actor francés. Sus miradas, sus discursos motivacionales y el carácter de líder nato que le otorgó a este trabajador desdichado, es impresionante. La guerra silenciosa es un gran film político-social que supo pasar por la Competencia Oficial del Festival de Cannes en el año 2018 y que ahora llega a los cines de Argentina. Es ideal para los que siguen la interesante filmografía del director Stéphane Brizé y también para los amantes del cine francés.
El demonio que dio el mal paso Luego de la última película de Hellboy en 2008, dirigida por el multipremiado director mexicano Guillermo del Toro, llega una versión dirigida por Neil Marshall y protagonizada por David Harbour (conocido por la serie de Netflix, Stranger Things). Después de muchísimo tiempo en el que se había especulado acerca de una tercera entrega del demonio rojo a cargo de Del Toro, esto jamás sucedió. Entonces el estudio finalmente decidió estrenar una nueva película pero con un nuevo actor, empezando de cero, quitándole todo rastro de la estética que le había marcado el anterior director. Así se eligió a Marshall, un hombre especializado en el cine de terror, cuyos anteriores trabajos habían sido El descenso (2006) y Cuentos de Halloween (2015). Esta nueva reversión de Hellboy nos trae al anti-heroe luchando contra Nimue, la Reina de la Sangre (Milla Jovovich), un espíritu de la época del Rey Arturo que revive para tomar venganza y destruir la raza humana. Mientras trata de luchar contra ella, Hellboy irá conociendo aspectos de su vida que desconocía y así ir descubriendo el origen y el propósito de su vida. La verdad que es muy difícil despegarse de lo que habíamos visto ya con las dos películas anteriores de Del Toro, pero así y todo es muy difícil darle una oportunidad a esta nueva adaptación ya que el producto deja muchísimo que desear. Los primeros minutos de la película, desde el origen de Nimue hasta la primera aparición del demonio, es muy difícil de digerir. Los efectos especiales usados son muy pobres y las situaciones creadas son muy ridículas y carentes de atractivo. Lo que sí tomaron como gran apuesta es el gore, que por momentos se convertía en el ingrediente especial del film. Una decisión controversial ya que al mostrar tanta sangre y viseras, hace que la película entre en la categoría para mayores de 16 años, y así seguramente será muchísimo más difícil poder lograr una buena recaudación mundial. Muchas veces sí sirve, como lo fue el éxito de Deadpool, pero acá no considero que suceda porque lo que ves en pantalla no ayuda para nada. Lo más criticable es la villana Nimue, encarnada por Jovovich, que es totalmente acartonada y descartable. La actuación de Harbour está bien, no deslumbra para nada porque recién cuando se empieza a lucir un poco ya nos encontramos a nada para que termine la película. Y después con la escena adicional que ponen te quieren vender un personaje para una secuela, sinceramente no sé si llegará a concretarse este deseo del estudio, veremos cómo le va en taquilla. Hellboy es una película que uno la puede ir a ver por curiosidad o para averiguar si es mejor que la anterior versión, pero que aún no le llega a ganar en empatía a la actuación de Ron Perlman. Ojo, recién cerca del final se pueden ver algunas bases que tal vez con un mejor guion se pueda ver un producto mejor, pero que en este primer paso solo resultó en fracaso.