Nada que envidiar El día de su casamiento, Daniel, nervioso, comete un pequeño error que pretende ocultar a Leonora, su novia, para evitar problemas. Pero lejos de evitarlos, complica más las cosas y la fiesta corre el riesgo de terminar muy mal, al igual que el futuro matrimonio de la pareja. ¿Qué pasa cuando uno está acostumbrado a que las fórmulas de comedias argentinas en cine sean bastante malas? ¿Qué pasa cuando uno lee la trama y no le atrae más nada que ver simplemente la belleza de Natalia Oreiro en la pantalla grande? Pasa lo que me pasó a mí… me encontré con una película que no tiene nada que envidiarle a las comedias románticas que se estrenaron este año y que me mantuvo (al igual que a toda la sala) entretenido y sonriendo a lo largo de toda la historia. “Mi Primera Boda” comienza con un recurso bastante interesante: los novios contándonos porque no debemos organizar una boda, los inconvenientes, la plata, y algún que otro trapito al sol de la pareja. Leonora (Natalia Oreiro) es católica y Adrián (Daniel Hendler) es judío y deciden casarse en una quinta a las afueras de Buenos Aires, bajo una ceremonia celebrada por un cura católico (Marcos Mundstock) y un rabino (Daniel Rabinovich). Ya desde el vamos, esto plantea una reunión algo complicada, y si le sumamos el error que comete Adrián y las sucesivas mentiras que comienza a decir, “Mi primera boda” se empieza a enredar. Dos actores que logran muy bien su papel, y un conjunto de actores secundarios que no hacen más que agregar carcajadas a las diferentes situaciones del filme. Sin dudas lo más destacable es el papel de Martín Piroyansky en el rol del primo de Adrián, un coequiper bastante “boludo” (así lo define Adrián) que no hace más que meter su inocencia en cada problema o diálogo. El papel de los dos representantes religiosos, realmente es impecable y, al mejor estilo Les Luthiers, sus diálogos no hacen más que entrar en la filosofía barata para enredarse en un montón de sinsentidos graciosos. Desde el punto de vista estético, el filme está muy bien cuidado y muchos de los recursos narrativos utilizados para la construcción son bastante interesantes: la presentación de la familia, la descripción de los problemas de la pareja, el armado de los planes y, por supuesto, el recurso de los protagonistas hablando a los espectadores suma un plus importante. La trama del filme es bastante simple, una comedia de enredos, pero la habilidad del guionista para crear tantos personajes graciosos, y lograr entreverar cada vez más las situaciones logra que el espectador pierda la noción del tiempo y se meta de lleno en las peripecias que está sufriendo Adrián cada vez que se hunde más en sus mentiras. Desgraciadamente estamos acostumbrados a ver malas fórmulas en las comedias argentinas, y cuando uno encuentra en cartelera a Natalia Oreiro o Gino Renni, por lo general decide optar por no entrar. Por suerte pude vencer ese prejuicio, y tras un poco más de una hora y media, salí comentando situaciones del filme, cosa que pasa siempre que uno sale entusiasmado o divertido de las salas. “Mi primera Boda” es una linda película, una comedia romántica que no tiene nada que envidiar al cine extranjero.
Una comedia más Para Nick, Kurt y Dale, la única solución para hacer su rutina diaria más tolerable sería hacer desaparecer a sus insufribles jefes. Los tres amigos conciben un enrevesado y al parecer infalible plan para deshacerse de ellos. Sólo hay un problema: los planes mejor ideados sólo son tan infalibles como los cerebros que los concibieron. “Quiero matar a mi jefe” es una comedia más, y decir esto es realmente una lástima. Estamos hablando de un filme que cuenta con un grupo de actores muy interesante y que destacan a la hora de la creación de cada uno de los personajes, pero que en su hilo argumental no termina de convencer o explotar a pleno el recurso de la comedia. Nick, Dale y Kurt son tres amigos de la secundaria que tienen algo en común: los jefes más desagradables del mundo. Nick (Bateman) se esfuerza continuamente para que Harken (Spacey), el presidente de una empresa, lo nombre vicepresidente de ventas. Harke es despiadado, fascista, torturador, manipulador, demagógico. Dale (Day) es asistente odontológico de la Dra. Harris (Aniston), una soltera sexópata, que tortura y humilla a Dale para acostarse con él, quien se acaba de comprometer y planea casarse en los próximos meses. Por último, Kurt (Sudeikis) es el contador favorito del presidente de una petroquímica, pero cuando este fallece, el cargo pasa a su hijo Bobby (Farrell), un cocainómano xenófobo y machista, fanático de las prostitutas, coleccionista de baratijas, inepto a la hora de manejar negocios que también manipula a Kurt para que eche personas por diferencias físicas. Ninguno puede renunciar a su puesto, porque sus jefes los tienen extorsionados por diversas razones. Por lo tanto, la única solución que encuentran es mandarlos a matar. Estamos hablando de una trama que resulta interesante a la hora de leerla o ver lo primeros avances de “Quiero matar a mi jefe”, pero que a la hora de sentarnos en la butaca tiene algunos baches estructurales que van generando altibajos en el clima de la sala. Chistes que no terminan de cerrar, frases que quedan en el aire, y un desenlace que parece fuera del filme. Si bien cabe destacar que me mantuvo entretenido a lo largo del filme, seguramente no lo volverá a hacer en una segunda oportunidad (si es que decido verla nuevamente). Sin embargo, en un año en los que hemos podido rescatar comedias interesantes como “Que paso ayer 2?” y “Loco y estúpido amor”, realmente al director Seth Gordon no le alcanzó para terminar de estallar este filme que prometía mucho más. Es una película para ver a sala llena y dejarse contagiar de la risa de los espectadores y poder asi generar el clima que necesita para verla absolutamente entretenido. Ni buena, ni mala, “Quiero matar a mi jefe” es una comedia más.
El renacer del planeta de los simios Precuela del ya mítico largometraje "El planeta de los simios". Will Rodman (James Franco) es un joven científico que está investigando con monos para obtener un tratamiento contra el alzheimer, una enfermedad que afecta a su padre (John Lithgow). Uno de esos primates, al que llaman César (Andy Serkis), experimenta una evolución en su inteligencia tan notable que el protagonista decide llevárselo a su casa para protegerlo. Le ayudará una bella primatóloga llamada Caroline (Freida Pinto). Quizás haya sido aquella película del año 2001 la que me sacó las expectativas para continuar viendo la histórica y clásica historia del planeta de los simios, que arrancó allá por el año 1968 y fue mucho más que un éxito. La remake, realizada y dirigida por Tim Burton, no tuvo buenos resultados y los productores decidieron no apostar a la continuidad de la saga. Sin embargo, 10 años después de aquel olvidable filme, sale “El planeta de los simios: (R)evolución” una reivindicación de Hollywood para con aquella joyita. Estamos en la era en donde los productores y guionistas de Hollywood deciden apostar a las reboots, a los renacimientos de sagas exitosas, pero haciendo especial hincapié en la fuerza de sus guiones, en la concordancia con la historia y en la posibilidad de dejar elementos específicos para poder retomar en un futuro trabajo. El caso más visible es en el caso de la nueva producción de Batman, de la mano de Christopher Nolan, y en esta ocasión podemos decir que nos encontramos con un nuevo comienzo, un puntapié para que renazca el planeta de los simios. Esta película es una precuela que nos muestra los motivos por los cuales los simios comienzan a adquirir mayor nivel intelectual y revelarse contra los humanos, adquiriendo (en términos marxistas) conciencia de clase o, mejor dicho, de raza. Sin dudas la fuerza de todo este filme está puesta en la majestual interpretación de Andy Serkis en el papel del mono César. Un actor que ya había brillado en el papel de Gollum y King Kong y que, gracias a la técnica de captación digital de movimiento, vuelve a demostrar su potencial. Poco diálogo, muchas miradas y gestos muy bien marcados, le dan a César una personalidad remarcable y atrapante. Por otro lado, los actores James Franco, John Lithgow, Tom Felton y Freida Pintos quedan opacados en acciones que no terminan de concordar con sus estados emocionales o profesionales, y por ende contrastan con las bien logradas intenciones de los actores digitales. Un filme que nos mantiene atrapados durante sus 105 minutos de duración y que nos permite experimentar el crecimiento intelectual de los simios, pudiendo entender muchas veces el porqué de ciertas acciones o actitudes y de la revolución final, y que pone en su contrapunto a un científico en búsqueda de una cura para la humanidad y un laboratorio en pos del beneficio económico. A su vez, “El Planeta de los Simios: (R)evolución” deja algunos datos interesantes para pensar en una secuela. El diario que nos muestra una nave perdida en el espacio, la vacuna que afecta a los humanos y mejora a los primates y se empieza a fabricar en serie, la probable lucha de poder entre César y el simio afectado por el virus 113, y obviamente la imagen final donde los simios miran Nueva York a lo lejos. Vale la pena acercarse a los cines y apostar por esta nueva película que aporta un granito más al renacimiento de esta saga histórica. “El Planeta de los Simios: (R)evolución” puede ser uno de los filmes mejor logrados de este año, en cuanto a la firmeza en su estructura y libreto.
Si, ¡Me convenciste! Cuando Cal (Steve Carrell) se entera de que su esposa, Emily (Julianne Moore), lo ha engañado y le pide el divorcio, su vida “perfecta” se desmorona rápidamente. Ahora el desafortunado Cal pasa sus tardes, solo y triste, en el bar y ha tomado como compañero de penurias al buenmozo treintañero Jacob Palmer (Ryan Gosling). Jacob, le abre los ojos para que vea las diferentes posibilidades que se presentan frente a sus ojos. Amores imposibles, amores adolescentes, amores no correspondidos, amores para toda la vida, desamores… “Loco y estúpido amor”. De eso, sin dudas, habla esta nueva película del cómico Steve Carrell, del amor en todas sus formas. Es muy bueno entrar al cine a ver una típica comedia romántica, sin esperar nada a cambio… o, en realidad, esperando una desilusión, y encontrarse disfrutando la película. Esa es la descripción perfecta para denotar el resultado de este filme. Una propuesta que podría caer en las típicas películas al estilo “Hitch”, o cursilerías románticas, pero que comienza a tener autoridad propia e impone una sonrisa a cada escena. “Loco y estúpido amor” logra construir su propio relato y darle fuerza a una trama que nos va envolviendo a medida que avanza la cinta y logra darnos vuelta en el mejor momento. Los Directores, Glenn Ficarra y John Requa, logran anotar otro poroto en las comedias románticas, tras la divertida y tierna historia de “Una pareja despareja” (I love you, Phillip Morris). En esta nueva película suman el guión de Dan Fogelman (Disney-Pixar) lo cual termina de completar el círculo. Buenos actores, un guión convincente, personajes muy bien logrados, comedia en los momentos más tensos y diálogos que nos identifican con muchas de las situaciones de la película, convierten a “Loco y Estúpido Amor” en una muy buena comedia romántica. Si, Steven Carrell, debo admitir que por primera vez me convenciste… ¡Vayan a verla!
Al infinito y más acá… Un escritor (Bradley Cooper), que sufre una crisis de creatividad, prueba un día una nueva droga que lo pone en condiciones de usar al máximo todas sus facultades mentales. Un poderoso financiero de Wall Street (De Niro) siente una extraordinaria curiosidad por averiguar qué se esconde detrás de tanto éxito... Lo peor que le puede pasar a un escritor es quedarse sin inspiración, y sin plata, y sin amor… Bueno, estas cosas le suceden a Eddie Morra (Bradley Cooper), un escritor frustrado que tiene un contrato con una editora que no puede cumplir porque las palabras no aparecen. Un buen día aparece su ex cuñado y de casualidad le regala una nueva droga (o mejor dicho psicofármaco) llamada NTZ que promete permitirle utilizar el 100% de su capacidad mental. A partir de ese momento su vida cambia por completo, y así también la película. En un giro destacable del director Neil Burger (El Ilusionista) el mundo se vuelve más brillante para Eddie (y para nosotros) y comienza esta nueva experiencia mental y física. Lo más destacable sin dudas es la estética del filme, permitiéndonos extasiarnos con esta nueva droga y al mejor estilo “Requiem para un sueño” degustar un poco de estas sensaciones hasta sentirnos parte. Sin embargo, en esta vorágine de imágenes el director no logra mantener el hilo final de la historia y cae en facilismos que nos recuerdan a otras películas como “Crank” o “¿Qué paso ayer?”. Por otra parte, la película cuenta con la brillante participación de Robert De Niro, quién con sus esporádicas apariciones logra mostrarnos que su sola imagen basta para hacernos creer el personaje que se proponga. Una buena propuesta, con un interesante desafío, buenos efectos visuales y actores acordes a sus papeles, un filme entretenido que desafortunadamente no termina de definir su género cinematográfico. Sin embargo, debo admitir que no esperaba absolutamente nada de este filme y, por ende, no pudo desilusionarme. Es por eso que lo más recomendable a la hora de abordar “Sin Límites” es justamente eso, sentarse a disfrutar y permitir que la película nos sorprenda. Vale la pena, de vez en cuando, simplemente entregarse a este tipo de ofertas hollywodenses.
Una remake enmascarada Inspirada en las películas que Abrams amaba y admiraba de adolescente, Super 8 cuenta la historia de un grupo de amigos y la aventura en la que se embarcan luego de ser testigos del dramático choque del tren. Ambientada en los años 70, Super 8 cuenta la historia de un grupo de chicos que intentan terminar de filmar una película de zombies en un tranquilo pueblito de los EEUU. En plenas vacaciones de verano, los amigos deciden reunirse en la estación de trenes del lugar para rodar una escena fundamental. Aprovechando el “valor de producción” que les da la aparición de un tren, los chicos graban la escena. Lo que nunca imaginaron es que ese “valor de producción” iba a terminar descarrilando espectacularmente y que ese tren transportaba algo que cambiaría la vida de los habitantes del pueblo. Aventuras para toda la familia, ese es el género que mejor define a Super 8. Dirigida y escrita por J.J. Abrams y producida por el flamante Steven Spielberg prometió ser una de las grandes películas del año 2011. Sin embargo, y debido a la condición de ser un confeso homenaje a las películas dirigidas y producidas por Spielberg en los 70/80 (Encuentros cercanos del tercer tipo, Los Goonies, ET) dista mucho de hacernos estallar en un aplauso final. Es bueno aclarar que uno se sienta en su butaca y comienza a interesarse en el filme ya que los primeros actos son bastante interesantes. Una trama bastante bien explicada desde un principio y una vuelta de acontecimientos (el increíble descarrilamiento del tren militar) que lo pone expectante por lo que vendrá. Pero de ahí en más no hay mucho más que explicar, las cosas salen como deberían salir… un grupo de amigos en peligro, un monstruo amenazador, gente y cosas que desaparecen, un caso que resolver, el ejército que intenta cubrir todos los acontecimientos, una historia de amor y buenos efectos especiales. Si buscan explicaciones a muchas intrigas de la peli les cuento que se quedarán como los fanáticos de LOST… con muchas dudas (insignificantes para la trama tal vez, pero dudas al fin). Un buen comienzo, con un desenlace al estilo “vivieron felices y comieron perdices”, predecible para este género cinematográfico. Las actuaciones son destacables y la película puede ser calificada como “buena, linda y entretenida” ni mucho más, ni mucho menos…
Lo que faltaba… Un chico frágil se enrola en el ejército. Sin embargo, por su debilidad, es rechazado. Escuchando las súplicas del chico, el General Chester Phillips ofrece a Rogers la oportunidad de tomar parte de un experimento especial. Steve Rogers se convertirá en el Capitán América, y luchará contra el mal como centinela de la libertad y como líder de los Vengadores. Adaptación del popular personaje de Marvel. Sin dudas que para muchos de los seguidores de los superhéroes y, en especial, de Marvel, “Capitán América: el primer vengador” era una de las películas más esperadas del año. Tras varios años y filmes de ir conformando el escuadrón de “Los Vengadores”, que se verá recién en 2012, esta era la piedra fundamental de esa nueva saga y cumple a la perfección con esas expectativas. Ambientada en la década del cuarenta, en plena Segunda Guerra Mundial, el flaquito Steve Rogers (Chris Evans) desea con todas sus fuerzas enrolarse en las filas del ejército de EEUU, pero es rechazado varias veces. Luego de muchos intentos, y al ser escuchado por un científico es convocado para formar parte de una programa secreto y de esta forma se convierte en un súper soldado. Es realmente asombroso el trabajo digital que lograron al transformar el debilucho Steve Rogers en el fornido Capitán América, no fueron dietas ni dobles de cuerpo, simplemente una edición y reducción digital que les permitieron un efecto totalmente aceptable. Por otra parte, la mezcla de humor que siempre está presente nos permite reírnos un rato y sin dudas las escenas donde Capitán América viste su viejo traje y es usado para llenar teatros y sumar contribuciones al ejército y golpear a Hitler son para el recuerdo. A su vez, la aparición de Howard Stark (el padre de Tony Stark, o mejor dicho Iron Man) y las Industrias Stark terminan de cerrar ese círculo en donde todos se encuentran para confluir en “Los Vengadores”. Infaltable es la participación de un enemigo o villano y en este caso llega de la mano de Hugo Weaving (el reconocido Sr. Smith de Matrix) en el papel de Schmidt / Red Skull, el líder de una organización secreta nazi que logra reducir a Hitler a un bebé de pecho. Una mezcla de acción, historia, guerra, entretenimiento y buenos efectos especiales le dan a Capitán América el último empujón para que los espectadores salgan contentos de las salas. Lo mejor del film es su estilo retro, su look anticuado en concordancia con la estética original del cómic de Simon-Kirby. Se podría decir que el director Joe Johnston ha logrado encontrar la mezcla exacta para dejarnos atentos a lo que vendrá el próximo año.
A esta ya la vi Priest: El vengador se centra en un cura guerrero (Paul Bettany) que desobedece a la Iglesia y se une a la aventura de un joven sheriff y a una bella sacerdotisa; van en busca de una peligrosa banda de vampiros que han secuestrado a la sobrina del protagonista, con la intención de convertirla en uno de ellos. Una mezcla de género que nos deja algo en claro: la lucha contra los vampiros se quedó sin ideas. Es difícil no caer en lugares comunes cuando se habla de la lucha contra los vampiros que atentan contra la humanidad y, para sorpresa de muchos, esta película no es la excepción. Infantilmente ilusionado al encontrarme con unos avances que prometían mucho, un afiche que mostraba un héroe oscuro en un mundo apocalíptico y un actor del cual se tienen buenas referencias en el ambiente (Paul Bettany, seguramente lo recordarán como el impactante monje albino en El Código Da Vinci), Priest no logró impactarme en ningún momento ni cumplir con aquellas expectativas. Ambientada en un mundo post apocalíptico, destruido por la lucha constante entre humanos y vampiros, la sociedad vive en fortalezas construidas por la iglesia y bajo el cuidado de una logia de curas vengadores. El personaje principal (Paul Bettany) es un cura que se revela contra el clero y decide salir a combatir los vampiros que amenazan a la humanidad, con el objetivo de rescatar a una bella jovencita y derrotar a una especie de vampiro nunca antes visto. Pero esto no es todo, en el camino se encuentra con un Cowboy (Cam Gigandet), manejando motos al mejor estilo Mad Max, por desiertos interminables. Con efectos especiales muy pobres, escenas de combate forzadas y poca credibilidad en los personajes, realmente es difícil dejarse llevar por el filme. Esta película parte del manhwa (cómic coreano) del mismo título, creado en 1998 por Hyung Min-woo. Según el propio autor, la idea de fusionar western, estética futurista y artes marciales se le ocurrió al disfrutar de un videojuego, Blood, en el que también desempeñan un papel decisivo los no muertos. Éxito a lo largo del mundo, este cómic podría haberse convertido en una película de culto, ya que mezcla géneros muy disimiles y tiene una base argumental sostenida, por lo cual es realmente una lástima que diste tanto del logro obtenido por Hyung Min-woo. Lo mejor: Las motos al estilo Mad Max Lo peor: Priest
A-BU-RRI-DA! Larry Crowne (Tom Hanks) es un hombre de mediana edad que, tras ser despedido de su trabajo, quiere dar un nuevo rumbo a su vida. A pesar de tener graves deudas, Larry decide volver a la universidad a estudiar, donde comienza a enamorarse de una atractiva profesora, Mercedes Tainot (Julia Roberts). Desafortunadamente no sólo a Estados Unidos llegó la crisis, sino también a los guiones y queridos actores de Hollywood. “Larry Crowne” tiene una propuesta interesante, actores reconocidos y un resultado bastante malo para aquella combinación. Esta película de auto superación, con tintes de comedia romántica, nos cuenta la vida de un entusiasta trabajador de un hipermercado al que le ha dedicado 20 años de su vida, desde que abandonó su puesto de cocinero en el ejército. Ante la crisis norteamericana, y por no tener título universitario, es despedido sin más razones. Con muchas deudas, y a punto de perder su casa hipotecada, Larry se inscribe en un curso de oratoria en la universidad donde conocerá a la profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts). Como les decía, era una propuesta interesante, muchos caminos por recorrer y muchas aristas a las cuales hacer frente a la hora de hablar de un hombre que debe replantearse su vida a los 50 años y retomar la vida universitaria. Y creo que ese es el problema fundamental de “Larry Crowne”, muchos detalles a los que dar cuenta, y muy poco énfasis en el género de comedia romántica. Los personajes construidos tanto por Hanks, como por Roberts, no llegan a conmovernos y por momentos “Larry” nos recuerda a algunos pasajes de “Forrest Gump”. Por suerte, cuentan con personajes secundarios que ayudan a fortalecer algunos momentos y le aportan cierto aire cómico al filme. Por otra parte, la historia de amor se funde en los intentos de conocer los personajes, más que en la química que irradian sus miradas. Es casi nulo el acercamiento que tenemos entre Larry y Mercedes, y para aquellos que esperábamos ver una comedia romántica nos deja con sabor a poco. Tom Hanks dirigió, protagonizó, produjo y co-escribió esta película (junto a Mía Vandalos de “Mi gran casamiento griego”). Una película que intenta ser un canto a la alegría y a las ganas de continuar con la vida, de las segundas oportunidades y de lograr lo que uno se propone, pero que termina aburriendo en muchas oportunidades y perdiéndose en el intento. Debemos esperar otros 15 años para que Tom Hanks decida dirigir otra película si es que, después de esta, decide volver a dirigir.
Es casi tan simple como la trama: si uno va a ver una película de Jason Statham sabe lo que puede esperar. No me vengan con críticas malas o vueltas de rosca. La cuestión es simple: acción, tiros, sangre y buenas peleas del "pelado del transportador". Así de simple. Un ladrón profesional (Parker) es traicionado y dado por muerto por sus compañeros, pero vuelve para vengarse de ellos para luego recuperar su parte del botín y -ya que estamos- matarlos y robarles en su próximo golpe: una colección de joyas valuadas en 75 millones de dólares. Si bien uno espera que una película de acción y ladrones tenga en algún momento un personaje querible que traicione y rompa con todo lo esperado, en este caso no pasa nada de eso. La trama es simple: lo traicionan, lo dan por muerto y él vuelve por venganza… al mejor estilo Punisher. La aparición de Jennifer López no aporta demasiado, de hecho ella no está muy linda en esta película. Me atrevería a decir (y creo que muchos coincidirán conmigo) que la mejor escena de ella es cuando se saca la ropa para ver si tiene “algún micrófono”. Sin embargo, su personaje es insulso. De Statham no se puede decir más que lo que se sabe: es uno de los personajes de acción más relevantes de los últimos años y sus películas aseguran una dosis mínima de peleas cuerpo a cuerpo de buena calidad. En cuanto al guión, como ya les había comentado, deja bastante que desear. No tiene grandes giros y la narración es bastante redundante. Le da al espectador una película ya digerida y lista para “comer y tirar”. Nada de volver a verla o de repetirla hasta el cansancio en los canales de aire, como “El transportador”. Uno sabe lo que puede esperar y lo que quiere ver de este tipo de películas. Pase, siéntese que la acción está asegurada. No pida más.