El nuevo film de Mimi Leder, "La voz de la igualdad", se aprovecha de cuestiones en debate actual, para traer una historia más bien anecdótica, localista, con un tratamiento innecesariamente técnico. ¿Cuántas veces dijimos que el arte se suele nutrir de los temas de interés del momento? Desde aprovechar el día de San Valentín para traer historias románticas, a la aparición en la filmografía nacional de películas con temática LGBT+ desde las sanciones de las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género. El “oportunismo” no debe ser per sé, una cuestión negativa, es saber ver el momento adecuado. Los problemas comienzan cuando más allá de esa “oportunidad” no pareciera haber mayor sustento. Una cosa es esperar el momento adecuado para estrenar o hablar de algo; y otra es aprovechar que algo está candente para sumarse a la ola y sacar una tajada. Este pareciera ser el caso de "On the Basis of Sex", que para mayor oportunismo, en la distribución local le pusieron La voz de la igualdad (importante poner la palabra Igualdad), y la estrenan en la misma semana del día internacional de la mujer. Basada en una historia real, Ruth Bader Ginsburg es una destacada jueza y jurista estadounidense, reconocida por su lucha a favor de los derechos de la mujer, sobre todo en cuanto a la inserción en el ámbito laboral. Logrando ser miembro de la Corte Suprema de aquel país en 1993. Eso sí, es destacada y reconocida, en su país, un dato no menor. Felicity Jones le pone la piel a Ginsburg, llevando los inicios de la historia al momento en que ella era una estudiante universitaria; casada y con una bebé. La película se estructura en dos partes diferenciadas de su biografía. En un primer tramo, imponiéndose en el ámbito académico, como una estudiante que aspiraba a más que el resto – acá hará que recordemos mucho a La sonrisa de Mona Lisa –, y luego ejerciendo su profesión como joven abogada ante un caso emblemático para su país. Una de las primeras escenas ya la pinta de cuerpo entero. En una cena académica presidida por el decano de la facultad (Sam Waterston, totalmente desaprovechado, en plan viejo machista), este hombre le pregunta a cada una de las estudiantes mujeres qué es lo que las lleva a estudiar derecho. Por supuesto, todas las respuestas serán banales, hasta llegar a Ruth que nos espeta el primero de sus panfletos dialogados ante la mirada atónita del señor anticuado y su conservadora mujer. En este primer tramo veremos cómo Ruth logra ser una mujer multiuso, como la procesadora Yelmo que hizo historia ¿? Ruth puede con sus estudios, destacándose, pero sin dejar de lado a su hija y a su marido, también abogado. Aquí el dato fundamental de "La voz de la igualdad". No sólo veremos cómo Ruth es una feminista que no descuida ningún frente, sino que conoceremos a su marido, Martin Ginsburg (Armie Hammer), el ejemplo de dulce de leche hecho hombre… pero del hogar se sigue encargando Ruth, sino ¿para qué es una Yelmo multiuso? Así las cosas, la historia de amor entre Ruth y Martin signa la película, y el hombre será el bastón sobre el que Ruth siempre se apoyará ¿Qué? ¿Las mujeres pueden valerse solas? Posteriormente, llegará a manos de Ruth y Martín un caso impositivo en el que un cliente, masculino, quiere hacer valer sus derechos igualitarios para adherirse a una condonación de impuestos, que, según la Constitución, sólo le correspondería a las mujeres ¿Podrá Ruth maravilla triunfar ante esta nueva adversidad? No sin la ayuda de un equipo conformado por todos hombres, que la asesoran en lo que ella es novata, ¿y adivinen quién encabeza el buffet de abogados de la contraria? Sí, el otrora decano. En fin. Más allá de la veracidad de los hechos relatados, que no serán puestos en dudas en estas líneas, el guion de Daniel Stiepleman, no hace demasiado por hacerlo verosímil, gracias a presentarlos como una serie de viñetas biográficas, y de una construcción de diálogos demasiado ampulosa. No es la primera vez que Mimi Leder recae en una narración innecesariamente declamatoria. En su ópera primera cinematográfica, "El pacificador", ya puso a Nicole Kidman y George Clooney a tirar panfletos de manual mientras se salvaban de una conspiración gubernamental. Hasta lo hizo en medio de una película sobre el choque de un asteroide contra el planeta como Impacto profundo (hasta ahora su mejor película). Como si no fuese suficiente con el guion de Stiepleman, que se encarga de remarcar todo, y hacer que los personajes hablen con un manual bajo el brazo, que luego parecieran no llevar a la práctica; Leder lo adorna con música incidental, y un uso de los planos y del montaje para que todo sea visto como para la posteridad. Si hasta la hija pequeña pareciera que tiene cosas importantes para decir. Jones y Hammer tienen química, y más de una vez, son ellos los que salvan las escenas. La reconstrucción de época también es correcta, aunque tampoco se destaca por sobre la media de un film con presupuesto como este."La voz de la igualdad" cree estar hablándole al mundo, cuando en verdad aborda una historia que sólo reviste interés dentro de su país. Para agravar las cosas, cuando se adentre a resolver el caso, se pondrá innecesariamente técnica, utilizado un lenguaje y un accionar de difícil comprensión para aquel que no es legista. Todo se alarga bastante más de lo debido. La voz de la igualdad se presenta como una propuesta con mucho para decir y enseñar; sin embargo, la torpeza de su guion, el mal desempeño de su directora, y la incongruencia de sus postulados con la forma en que los personajes actúan, nos hacen ver que detrás del discurso, hay solo cáscara. Mientras tanto, en esta misma semana se estrena el documental "Juntas", y todavía están en cartel "Mocha" y "Reina de corazones"; y acaban de subir a Netflix la comedia romántica "¿No es romántico?". Cuatro exponentes menos ambiciosos, pero mucho más efectivos a la hora de hablar de derechos de igualdad e identidad. A veces, menos es más.
Con más promesas que resultados, "Obsesión", de Steven Knight, es un thriller demasiado pretensioso para lo que tiene por ofrecer. Analicemos. Una pareja sexy, un pueblo costero chico, pasados oscuros, identidades ocultas, el regreso de una mujer misteriosa, una propuesta fatal, y la posibilidad de un triángulo que puede resultar peligrosísimo. La historia de Obsesión pudo contarse sola. No, no sería la más original, ni novedosa ¿Pero acaso lo necesitaba? Sabiendo que en el elenco contaba con la presencia de dos polos atractivos como Matthew McConaughey (que se la pasa mostrando su trasero desnudo, y hasta desafía a realizar un cuadro a cuadro delantero para ver otras desnudeces, además de mojar permanentemente su blanca remera), y Anne Hathaway (que no, no muestra nada, pero camina y mira sexy); y secundarios de Diane Lane, Jason Clarke, y Djimon Hounsou. Eso ya pudo haber llamado la atención. Pero no, "Obsesión", busca ser más, o sumar más clichés. De esa ensalada, lo que empieza mal, termina peor. Desde los créditos comenzamos a lamentarnos no haber visto antes el cosmos azulado y la palabra Gativideo girar del fondo hacia el centro. Esta película parece ser la herencia de los miles de thrillers pseudo eróticos que llenaron las góndolas del directo a video en los ’90. Desde "Seducción de dos lunas" a "China Moon", y alguna de Shannon Tweed (digamos "Scorned"), todo eso parece inspirar a "Obsesión" y su gran título flotando en el agua mientras la cámara se acerca rápido a un bote. Baker Dill (McConaughey y su enésimo personaje rodeado de agua) es el Capitán Ahab de la isla Plymouth. Un pescador obsesionado con pescar un gran atún que siempre se le escapa. Plymouth es una isla pequeña, soleada, idílica, en la que todos se conocen, y no hay muchos sobresaltos. Aunque la actividad financiera, y en particular la pesquera, se encuentra en declive; y es evidente que Baker tiene un secreto que guarda. Baker pasa su tiempo entre pescar con su amigo Duke (Hounson), y revolcarse con Constance (Lane), una mujer que no le exige más que cama y algo de atención, y a cambio le financia sus infructuosas expediciones marítimas. Una noche de tormenta llega a Plymouth, Karen (Hathaway), ex novia de la juventud de Baker, que conoce su secreto, tienen un hijo en común, y en su momento lo abandonó estando embarazada para irse con el millonario Frank (Jason Clarke). Frank es un abusador, maltrata a Karen y al pequeño Patrick (Rafael Sayegh), que vive encerrado en su dormitorio programando con su computadora. Frank vendrá en unos días a pescar a Plymouth, y la propuesta de Karen es que Baker lo lleve con su bote, lo emborrache, y lo arroje al mar, a cambio de una cifra de dinero que salvaría todo su futuro. Por supuesto, también apelará a la seducción, al amor, y al remordimiento por el hijo en común. El guion del propio Knight (reconocido por sus trabajos en "Aliados", "Promesas del este", "Negocios entrañables", o "La chica en la telaraña") sienta las bases de una historia de manual, plagada de clichés, pero que pudo ser interesante de seguir aunque sea para pasar un momento entretenido. ¿Quiénes son los buenos, quiénes los malos, cuál es la trampa? Lo típico. Sin embargo, desde el inicio se presiente que en "Obsesión" hay algo más; que se nos quiere contar otra cosa, y se irá develando paulatinamente. Para arrojar un pequeño dato inicial, hay una especie de recaudador fiscal, contador, o burócrata que llega a la isla casi junto a Karen y que busca hablar con Baker, infructuosamente, cada vez que llega a un lugar, Baker justo se fue. Esa aparente ambición en "Obsesión" termina traduciéndose en una serie de inverosímiles, diálogos imposibles, personajes que desaparecen, y demasiadas situaciones que abrazan el ridículo sin intención clara de hacerlo. Sumado a encuadres mal realizados, una banda sonora molesta, y la absoluta falta de química entre todos los intervinientes, es complicado. Cercano a los diez minutos de proyección comenzaremos a preguntarnos si estamos frente a una comedia, o realmente quisieron tomarse en serio esto; y recién estamos arrancando algo que se aproxima a las dos horas. Los personajes son acartonados, responden al manual del cliché. Desde McConaughey que busca excusas para aparecer mojado, desnudo, o con el torso torneado; a Hathaway que pone cara de situación para que no le veamos lo mal que le queda el pelo rubio. De Jason Clarke no se puede decir mucho, nunca expresa demasiado; y acá tiene la escena más involuntariamente graciosa del asunto, explicarle a un desconocido lo malo que es con su esposa y su hijo. Diane Lane, nuevamente desaprovechada. Patrick y el burócrata, son otros dos personajes que nos sacarán buenas carcajadas involuntarias, y así la cosa. "Obsesión" pudo ir a menos y ser un producto olvidable, estándar, pero digno en lo suyo. Quizás hasta destacable como homenaje al estilo noventoso. Con sus pretensiones se siente como un barco a la deriva queriendo encontrar tierras nuevas y extraviándose en medio de la confusión sin un capitán que la guie.
Siguiendo el reguero inagotable de películas “found footage”, "El manicomio", de Michael David Pate, no aporta más que repetición a algo que ya se hace inexplicable. De hecho, me desdigo, es muy probable que el subgénero “found footage” esté agotado hace rato; sólo que rara vez le logran sacar algo de jugo a ese limón rancio. Found footage se traduce como “material encontrado”. Se supone que “el chiste” inicial era hacernos creer, mediante campañas publicitarias, que lo que íbamos a ver tenía base real, y presenciaríamos algo parecido a un documental malogrado. Funcionó con "Holocausto Canibal" (aunque no era estrictamente found footage, sino algo muchísimo mejor), volvió a funcionar en "Alien Abductión" y "El proyecto Blair Witch" – esta más por la campaña que por la calidad –, y hasta ahí funcionó con "Actividad Paranormal" – idem anterior y a duras penas la primera –. En el medio, y a doce años de la película de Oren Peli, hay un limbo con algún destello destacado (como la reciente "Gonjiam", las dos "Creep", y – valga la redundancia – la serie "Limbo"), y demasiado sin sentido. "El manicomio", pese a que se intentó ligarla a la suerte de "Gonjiam", lamentablemente, entra en el grupo de las mayorías olvidables. Tenemos a un grupito de youtubers con canales de diferentes estilos, que de alguna manera están relacionados entre sí. El mundo youtuber es un pañuelo y todos se conocen y van siendo parejas unos de otros… aparentemente. Hay un dúo que hace videos de broma y se filma en distintos sitos paranormales; una chica que desafía a otros a superar miedos; y una it girl. Entre los cuatro hay algunas cuentas pendientes, y la oportunidad de hacer un video en colaboración conjunta puede ser ideal. Beelitz Heilstättem es un hospicio alemán construido en 1898 y cerrado en el año 2000. Pensado originalmente para atender casos de tuberculosis, fue militarizado durante la Primera Guerra Mundial, atendió a Hitler y a Eric Honecker; y durante la Segunda Guerra fue apropiado por los soviéticos; época en la cobijó a “La bestia de Beelitz”, famoso asesino necrófilo. Tras su cierre, fue utilizado como locación en películas como "El pianista" y "Operación Valkiria", ambas infinitamente superiores a la que nos trae a cuestión. Para conocer más sobre la historia real, el documental "Malaise", es una muy buena opción. Retomando. Los youtubers con sus camarógrafos, se dirigen a las ruinas de Heilstättem, famoso por sus supuestas apariciones paranormales; a las que la película suma el caso de una paciente que fue víctima de diferentes torturas durante la Segunda guerra Mundial, y luego asesinada para que la verdad no saliera a la luz (claro, porque las otras historias de Alemania durante ese período son de amor y paz). El grupo tiene que pasar una estadía en el hospicio y documentar la mayor cantidad de material posible. Pero pronto se van a dar cuenta que hay alguien más que quiere documentar, que quiere realizar su propio montaje de película para que la verdad salga a la luz. No, no busquen lógica ni sentido en la premisa, ni piensen en la idea de un fantasma queriendo ser montajista, no tiene sentido hacerlo. Sólo agregar que al grupo se suman un par de peones más. Lo que sigue es la típica de found footage con cámaras temblorosas, y hasta cámaras térmicas, mientras todos son asustados, y luego liquidados uno a uno con la idea de que el mito sea tomado en serio. Habrá un giro, no demasiado novedoso, y hasta puede que algo previsible; pero que en otro contexto hubiese funcionado mejor de lo que funciona acá. "El manicomio" tiene todo lo peor de este tipo de propuestas. Una cámara convulsiva, escasez de explicaciones de todo tipo, y una gran confusión entre los personajes. El grupo no funciona individualmente, pero menos como conjunto. Ninguno genera ni el menor interés o empatía. No nos importa individualizarlos, no nos cuentan mucho de cada uno, y tampoco nos interesa saberlo. En el caos total que proponen siempre este tipo de películas, ni siquiera sabremos bien cuántos son. Las imágenes son tan oscuras, abruptas y movedizas, abusadas de un mal montaje, que tampoco sabremos certeramente quiénes son los que quedan en camino, y quiénes son los que no lo lograron. Es como si a la misma película no le interesase más que decirnos, tenemos a este grupo, algunos van a ir muriendo, no importa quiénes. El mencionado giro intenta darle algún sentido a esto; otra vez, en otro contexto, ese giro sería hasta bienvenido. No es la primera vez que el cine alemán copia al dedillo fórmulas estadounidenses. Casi siempre las copia bien. El problema, como en "El manicomio", es que quizás no copie las fórmulas correctas, y termina imitando a películas que ya queremos olvidar.
Basada en otra novela del autor de "La razón de estar contigo", "Mis huellas a casa", de Charles Martin Smith (director de la genial comedia de terror rockera ochentosa "Trick or Treat"), es un tierno drama con una perra protagonista que, a pura dulzura, surfea algunos inconvenientes. ¿Existe el género de “película de mascotas”? Tengamos en cuenta que, en un 90% se centran en perros, que todas comparten características muy similares, y suelen estar apuntadas a un público cuasi infantil (o ser aptas para su consumo). También es cierto que no son todas iguales, y hay algunas más cercanas a la comedia, y otras al drama… cuando no son un híbrido como el crimen a la sensibilidad traicionada "Marley & yo". Mis huellas a casa es un drama, está pincelado con la ternura edulcorada obvia del caso. Pero no hay lugar a dudas. En 2017, "La razón de estar contigo" adquirió “fama” por dos cuestiones. El argumento que suponía la muerte sucesiva de un perro que iba reencarnando en otros perros hasta regresar a su amo; y el maltrato que uno de los perros recibió durante la filmación. "Mis huellas a casa" se basa en una novela del mismo autor del libro en que se basaba aquella película. Probablemente quiera aprovechar el éxito de aquella (que se sobrepuso a la polémica). Si bien en esta oportunidad no hay perros reencarnándose - ni hay reportes de maltrato durante la filmación – no se crean que estamos frente a una historia en la que el perro la va a pasar bien, casi todo lo contrario. Todo comienza en Denver, Colorado, con una perrita (con la dulce voz de Bryce Dallas Howard) que nace debajo de una casa abandonada en una suerte de condominios, acompañada de su madre pitbull (ella es una cruza) y un grupo de gatos. Pronto comienzan la desgracias y las pérdidas para ella. Control animal se lleva a su madre, y pasará a alimentarse de su “madre gata”. El lugar es visitado por Lucas (Jonah Hauer King) un joven universitario, que junto a su “amiga” proteccionista Olivia (Alexandra Shipp), llevan atún a los gatitos. Cuando se cruce con la perrita, no dudará en llevársela a su casa y llamarla Bella. Pero aquí el asunto. Parece que en Denver los pitbulls están prohibidos, que utilizan la denominación pitbull como algo genérico para denominar razas peligrosas, y que sólo necesitan que tres agentes de control animal digan que el perro es un pitbull para que sea considerado como tal. Esta situación, será utilizada por el dueño de esos condominios que tiene una pica con Lucas y su madre veterana de guerra (Ashley Judd), y junto con un guardia de control animal, harán lo imposible hasta llevarse a Bella. Bella deberá trasladarse unos días a casa de la madre de Olivia hasta que Lucas consiga una nueva casa fuera de Denver. Pero no, en el medio, Bella decide salir en busca de su amo y regresar a su hogar. Lo cual llevará a una travesía más larda de lo esperado. En los grandes saltos temporales que hace "Mis huellas a casa", pareciera que la historia decide enfocarse en los momentos más tristes de la historia de vida de Bella. Todo el ritmo de la película funciona a tracción de lo que podríamos llamar golpes bajos. A Bella la apartan de su amo, se pierde, sigue sufriendo pérdidas. Sin embargo, el tono general de la película, si bien es una suerte de gran golpe bajo, se le reconoce que nunca es demasiado grave, siempre escoge por lo suave; por lo cual, todas las desgracias y vicisitudes adversas podrán ser atravesadas sin que suenen tan a “te voy a hacer llorar como sea”. Claramente la idea de la película es dejar un mensaje de reponerse frente a los momentos duros, continuar y no quebrarse. Muchas veces Bella pudo abandonar su regreso a Lucas, pero es una perrita obstinada. El relato en off en primera persona de Bella como si fuese un cuento, o los capítulos del libro de W. Bruce Cameron (que ya amenaza con ser el Nicholas Spark perruno, dentro de dos meses llega la secuela de "La razón de estar contigo"), funciona siempre, le otorga la inocencia necesaria. Los personajes humanos no adquieren gran peso, pero en su variopinta cantidad, están bien; no suenan forzados. Ni siquiera hay un villano fuerte. Lucas y Olvia tienen una suerte de historia de amor, pero que nunca alcanza vuelo, no es el foco, aunque ambos actores tienen química. En el personaje de un vagabundo interpretado por Edward James Olmos encuentra sus momentos más genuinos. Hay algunas cosas que no funcionan. Situaciones forzadas, inverosímiles, demasiadas casualidades, personajes que desaparecen, y algunos saltos demasiado grandes. Pero el clima tierno y apacible de la propuesta es lo que la hace convincente. Para los seguidores de este tipo de películas, lo que ofrece es justo lo que van a buscar. No engaña ni decepciona. Mis huellas a casa, dirigida por el experimentado en el tema Charles Martin mith ("Buddy Superstar", "Winter" el delfín 1 y 2, y como actor, protagonista del clásico "Never Cry Wolf") parece estar hecha con un manual de “película de perro” bajo el brazo. Busca todos los recursos para ganarnos, hasta una banda sonora (con reversión de "I Want To Be With You Everywhere" de Fleetwood Mac incluida) ganchera. Si aprueba y convence es porque el manual que utiliza es efectivo, y hace bien la tarea. Buena perra.
Documental fruto de los tiempos que corren, "Reina de corazones", de Guillermo Bergandi, ofrece una mirada amplia sobre temas que, equivocadamente, a veces creemos superados. Primero fue el régimen de Unión Civil a partir de 2002, aunque seguía marcando la diferencia, y ni siquiera estaba aprobado en todo el país. Luego fue la modificación a la ley general de matrimonio, mediante la ley de reforma, con el popularmente llamado matrimonio igualitario en 2010; que también le abrió la puerta a la posibilidad de adoptar. Posteriormente, en 2012 llegaría la ley de identidad de género. En estos años, la comunidad LGBT+ en Argentina consiguió muchos de los derechos por los que históricamente habían reclamado. Aunque aún quedan otros reclamos, derechos que no se reconocen, y lo más importante, analizar hasta dónde la sociedad en su conjunto aceptó estos cambios; a veces anteponiéndose, y a veces – aunque cueste creerlo – todavía actuando como si nada hubiese sucedido. "Reina de corazones" es el primer largometraje documental del también actor Guillermo Bergandi (con varios cortos y el film de terror/drama "El marfil" como ópera prima), y es, sin dudas, un producto que se realiza a la luz de estos cambios. Porque su temática se desprende de esos acontecimientos, y porque otorga un análisis respecto a cómo la comunidad (específicamente travestis y trans) aún pelean por una aceptación que ya debería estar asumida. Luego del ya clásico segmento televisivo en que el Obispo de Morón, Monseñor Quarrachino expuso todo su odio a las personas que no responden a los códigos de la heteronormatividad, asistimos, mediante una serie de entrevistas al conocimiento de Ar/Tv Trans. Creada en 2010, Ar/Tv Trans es una cooperativa de trabajo, teatral, que alberga a chicas trans y travestis que necesitaban poder expresare a su modo, mostrar su palabra “sin intermediaries”, y también refugiarse como un medio de salida laboral o de vida. Muchas de ellas se vieron obligadas a ejercer la prostitución, y/o encontrar un medio de vida alternativo que les permita no depender de la “cartera laboral tradicional”. Esto será un disparador fundamental. Creada por Daniela Ruiz, quien también es la que las nuclea, ellas se juntaron, expusieron sus problemáticas y perspectivas, compartieron, se juntaron, y ahora lo comparten con nosotros. "Reina de corazones" no es un documental que busque destacar desde un distintivo técnico, o algo que lo hago llamativo desde una puesta artística. Es ese tipo de trabajos que, inteligentemente, saben ubicarse por detrás de las personas que tienen la palabra. Así, brota en diversidad, y aporta contundencia. Conoceremos sus historias, sus opiniones, y a la par, la historia de la cooperativa como el lazo que las unió. No es simplemente una propuesta que se limite a contar historias de vidas particulares, ni siquiera se frena en el “barrieron las adversidades”. "Reina de corazones" también habla de nuestra actualidad (pese a que su realización data de hace tres años), de cómo estamos hoy en día como sociedad. Esa casa de Art/Tv Trans funciona como la famosa Casa del Teatro que también alberga desamparades, trabajadorxs de la actuación que con el paso del tiempo fue lo único que les quedó. Producto de época en la cual, la profesión actoral no era bien vista. Los paralelos se trazan solos. En algo que escapa a la comunidad LGBT+, pero que en elles se acrecienta, la crisis (que en 2016 estaba empezando a sentirse) golpea, y más que nunca presenta un futuro incierto, y la necesidad de estar más unides que nunca. Ellas tuvieron que unirse para tener voz y para autosustentar sus propios proyectos. Eso también habla de cuánto espacio les da la sociedad, sobre todo a elles, les que le escapan al binarismo. En muchos aspectos la sociedad fue adelantada, y fue su clamor el que hizo que las leyes salieran.
La noche en la que todo sucedió ¿Son el cine y el teatro estructuras irreconciliables? Hace una década Paula Manzone escribía el texto de Anoche, la cual se presentó como puesta teatral con éxito durante dos temporadas. Ahora, uniéndose a su pareja Nicanor Loreti, decide retomar su propia obra para llevarla al cine y hacer su debut como directora habiendo colaborado ya en el guion de Kryptonita, el hito de género dirigido por Nicanor. Hay una palabra clave rondando siempre que hablamos de llevar teatro al cine, “Airear”. Sacar la acción de las cuatro paredes del escenario, descomprimir lo lógicamente estático de una puesta teatral. ¿Es necesario “Airear”? Manzone y Loreti lo ponen a prueba en Anoche, una comedia que, como su título lo indica, transcurre toda en una noche y en el mismo lugar. ¿Quién no tuvo una de esas noches que parecen nunca acabar, en la que todo converge al mismo tiempo? Anoche nos invita a ser parte de una. La mujer propone y las visitas disponen Pilar (Gimena Accardi) atraviesa un momento crucial, se encuentra estancada en varios aspectos de su vida y debe replantearse cómo seguir. Su plan para esta noche es matar sus penas encerrándose en el departamento, relajación, y engordar a puro dulce sin que importe nada de lo que pasa del otro lado de la puerta. Claro, eso es lo que ella quería, pero los planes son falibles y esa noche de tranquilidad y depresión pronto se convertirá en un caos de interrupciones y visitas inesperadas. Una llamada por teléfono de su madre (voz de Mirta Busnelli en la mejor escena de la película), y el timbre que suena por primera vez. Es Marcos (Benjamín Rojas), su novio y uno de los motivos de ese estancamiento, quien tiene planes de celebrar el segundo aniversario y otros planes más a futuro. Futuro, justo esa palabra que Pilar no quiere ni escuchar. No paran de plantearse las cuestiones con Marcos cuando el timbre vuelve a sonar por Emma (Valeria Lois), la hermana de Pilar, que tiene sus propios problemas maritales y viene a desahogarse con la sufrida Pilar. Finalmente, llegará el ex marido de Emma (Diego Velázquez) aportando su cuota de presión al cuadro. ¿Noche de relajación? Sí, claro, que Pilar se vaya olvidando. Situaciones de una noche urbana Cuatro personajes, mucho diálogo y acciones que no paran de sucederse en un mismo lugar (salvo en una escena). Anoche es teatro, no lo disimula, pero a su vez también es cinematográfica. La decisión de Manzone y Loreti (convengamos que parece más una película de ella que del co-director de Socios por Accidente 1 y 2) es otorgarle dinamismo más que en los escenarios, desde los planos y el espacio abierto. La cámara va y viene, juega, corre (sin ser convulsiva, obviamente), aprovecha todos los lugares de ese departamento y pasa la acción de un personaje a otro, a través no solo de los diálogos sino de primeros y primerísimos planos con muchos detalles. En ese juego de crear un lenguaje visual propio y decirle al espectador que observe los gestos, en un montaje ligero y dinámico, es que Anoche se transforma en un evento cinematográfico indudable. Nicanor Loreti ya tenía experiencia en este aspecto con la celebrada Diablo, quizás su mejor película, que también ocurría toda en un departamento en el cual se desataba un violento caos. En ese aspecto, el director parece haber otorgado la experiencia para traspasar una dinámica similar aunque el género y los resultados generales sean diferentes. Anoche gana por poseer un timing casi perfecto, por ser fresca, pasatista, bastante realista e identificable en sus personajes urbanos. Y sobre todo muy divertida. Es muy sencillo tomarle cariño a los personajes por más que estos expongan distintos grados de patetismos. En más de una arista pueden resultar como espejos. ¿Quién la tiene sencilla en la vida afectiva? Los cuatro actores se lucen con mucho carisma y cada uno tendrá sus momentos de lucimiento. Quizás Lois y Velázquez son los que cuentan con los personajes más histriónicos y lo aprovechan. Como dijimos, el aporte de Mirta Busnelli es fundamental y celebrado. Anoche es una comedia simple, ágil, bien planteada y bien interpretada. Paula Manzone y Nicanor Loreti lograron una propuesta que parece ideal para ver en pareja en un día de los enamorados pronto a llegar. Ambos la van a pasar muy bien.
Nueva versión del clásico de Dario Argento, "Suspiria", de Luca Guadagnino, se aparta lo suficiente para entregar un espectáculo tan único como impresionante. Remake, esa palabra maldita del mundo del cine, que nos hace temblar cada vez que es anunciada. No nos importa tanto si el remake es sobre alguna película menor, insignificante, o que significó algo en su momento, pero ya perdió su puesto (aun así es difícil encontrar un ejemplo). Pero no se metan con los clásicos. Ya lo dijo Sidney Prescott en Scream 4 “No jodan con el original”. Desde que se anunciaron los planes de realizar una nueva versión de "Suspiria", las voces críticas empezaron a gritar cada vez más fuerte. El clásico de Dario Argento, mezcla del típico giallo con terror impresionista y toques de slasher, es intocable, y de sólo pensar en una nueva película, se nos revolvían las tripas. Bueno, déjenme tranquilizarlos. Sí, la obra cumbre de Dario Argento es intocable, su "Suspiria" es imposible de ser adaptada… por eso, esta nueva "Suspiria" no es aquella, es algo (casi) completamente nuevo, y estamos frente a otra propuesta para el asombro. Algunas cosas van a encontrar, la premisa es muy similar, y hay nombres que se repiten. Pero los personajes son otros, y la historia en sí, más allá de su punto de partida, es bien diferente. Podría decirse que Luca Guadagnino y David Kajganich (el guionista) odian tanto a la "Suspiria" de 1977 que fueron por un camino completamente diferente, y hasta en algún sentido, opuesto. También podríamos decir que la respetan tanto que prefieren ir por otro camino para ni animarse a tocarla. Ahí están Susie Bannion (la original era Suzy, pero es lo mismo), Madame Blanc, Olga, Sara, Miss Tanner, Patricia, y el mito de Helena Markos. Pero cada una es diferente de aquella que conocimos. Susie Bannion (Dakota Johnson) aborda la estación Suspiria en Berlín para llegar a la aclamada academia de danza. Hace unos días, Patricia (Chloë Grace Moretz) desapareció del instituto, dicen que lo abandonó. Aunque los espectadores ya sabemos que no es así. Aquí el primer y fundamental cambio, desde la primera escena ya sabemos qué es lo que se oculta en el instituto, un aquelarre de brujas, y cuál fue el destino de Patricia, que llegó hasta el consultorio del Dr. Josef Klemperer, su psicólogo para seguir hablando de este descubrimiento. Susie es una joven ambiciosa, proviene de una comunidad estadounidense cerrada, Amish, y llega al instituto como una llamada del destino a liberarse. Es 1977, en Alemania. El país, y Berlín se encuentra divida por un gran muro, no hay mucha felicidad en las calles, la pasión sanguínea (por la danza) parece ocurrir puertas adentro. Nueva diferencia, en esta ocasión, el contexto histórico es fundamental. "Suspiria" nos irá contando el ascenso de Susie dentro de la compañía de danza, en la que rápidamente obtiene un protagónico, y la profesora Madame Blanc (Tilda Swinton) posa su mirada sobre ella. Mientras tanto, su compañera Sara (Mia Goth) sospecha cada vez más que algo funesto ocurre ahí. Puertas adentro también hay división. Esta versión más que beber de la película de 1977, parece tomar de la trilogía completa de las madres ("Suspiria", "Inferno", "Madre de las lágrimas" – de hecho, la más similar a esta –), y plantea bandos diferentes dentro de ese aquelarre entre brujas que responden a una y otra madre. Todas se disputarán a Susie. Puertas afuera, algo inédito, el Dr. Josef Klemperer comienza a unir cabos y está cada vez más atormentado por lo que puede suceder, y por sus propios fantasmas del pasado. ¿Cómo se justifica que esta "Suspiria" dure más de una hora más que la original? Porque aporta nuevos elementos, y toda una subtrama original dramática sobre lo que ocurre en el exterior con una Berlín sumida en el dolor. Aquella película de 1977 podía manejar un lenguaje visual sutil en el cual los más expertos podían encontrar algunas sublecturas relacionadas con la opresión. Lo cierto es que, parecía una propuesta de género más directa y concreta (no por eso menor ni mucho menos, al contrario). "Suspiria" versión 2018 posee toda una carga dramática nueva, es más enigmática, críptica, llena de imágenes que habrá que interpretar; y se permite la libertad de no siempre ser lineal sobre lo que dice; a veces, cuesta entenderla punto por punto, pero siempre atrapa, hipnotiza, y al final nos quedará la idea de haber entendido el maravilloso concepto global. El director de la sutil "Llámame por tu nombre", cambia totalmente, y hace una puesta enorme, que explota por todos lados. Los cuadros de danza son potencia pura; los colores vivos, con la sangre como detalle protagónico por todos lados, como personaje; los escenarios son inmensos; y los planos están cargados de capas y detalles para deleitarnos las varias veces que la miremos. Es una obra profundamente cinematográfica, con un gran uso del campo visual y del sonido como marcación. Permanentemente tenemos la sensación de estar viendo algo inmenso, y lo hacemos siempre con la boca abierta. Sus dos horas cuarenta minutos son para el asombro, y pasarán rápido, no por poseer un gran ritmo (que no posee), sino porque todo lo que sucede nos atrapa y nos envuelve, y queremos más. La construcción episódica en seis actos y un epílogo, y saberlo de entrada, también es un gran acierto. Se plantea como una puesta orgánica en la que cada cuadro expone algo propio. Si bien se diferencia completamente de "Suspiria" (como dijimos, no tanto de Argento y sus madres), hay referencias a otros grandes del género como Nicholas Roeg, Claire Denis, y Michael Soavi. La paleta de colores se juega por los tonos opacos, apagados, pero shockea con el rojo impacto, la sangre que palpita aún a través de una luz penetrante. Se aparta del impresionismo, el neón, los juegos de luces, y la música golpeadora de Goblin, que tanto amamos de la original. Su propuesta es decididamente otra, y aun así, no se siente como traición. Hay lecturas sobre la opresión; sobre la división dentro y fuera del instituto; sobre el nazismo; y sobre el feminismo en base a los reclamos actuales, con el rol de la mujer empoderada como una sanguinolenta y severa madre rectora frente a las actitudes patriarcales; y como institutriz para las nuevas generaciones. Permanentemente le descubrimos nuevas posibilidades de lecturas. Guadagnino pone mano férrea en la dirección actoral, y no solo las coreografías, sino cada cuadro compuesto es preciso en cuanto a la marcación. Así mismo, las interpretaciones son otra virtud. Lejos quedó la Dakota Johnson de 50 sombras de Greys, hace rato que viene demostrando que está para más, y Suspiria es su consagración absoluta como gran actriz. Mia Goth puede quitarle el protagónico en vario tramos, también demuestra ser una joven con muchísimo talento. Párrafo aparte para esa estampida actoral llamada Tilda Swinton, por si no leyeron la cantidad de spoilers que circulan sobre su interpretación, es mejor que descubran viéndola qué es lo que hace, algo sin palabras que le hagan justicia. Algunos pueden decir que es un capricho del film ponerla a hacer eso, pero nuevamente, es obra de otra lectura que se permite dar. Varios guiños como el de poder ver a Jessica Harper o a Sylvie Testud también serán disfrutables. Dentro de los rubros técnicos todo pareciera ser perfección, hasta llegar a la banda sonora, con canciones de Thom Yorke que no cuadran del todo bien dentro de la propuesta. Sus tonos melódicos, como salidos de un propuesta indie, desentonan en algunos tramos, sobre todo en las escenas finales que necesitaban de algo con más potencia, operístico, que acompañaran la inmensidad de las imágenes. Sin recaer en grandes dosis de gore, "Suspiria" también es un film que impacta, crea secuencias de mucho dolor, un terror mucho más extremo que el del simple susto o el baldazo de sangre. La sentimos. Es mucho más que un film de terror. Esta nueva versión de Luca Guadagnino no es deudora de aquel clásico de 1977, inteligentemente toma distancia porque sabe que es imposible igualar un film tan personal como aquel; y quizás esa sea su mayor virtud. Construye su propio camino y entrega una obra de gran potencia, con un gran rigor estético, y varias lecturas que superan lo simplemente expresado en palabras. Solo el tiempo dirá si estamos frente a un nuevo clásico, elementos no le faltan.
Tercera entrega de la mejor franquicia de la factoría Dreamworks, "Cómo entrenar a tú dragón 3", de Dean DeBlois, mantiene en alta la vara de sus predecesoras. Allá por 2010, "Cómo entrenar a tú dragón", significó un antes y un después para la gente de Dreamworks. Aquellos que habían comenzado bien alto con "Antz", y descubrieron el mega éxito con "Shrek", se habían quedado en la cómoda de repetir el esquema de la saga del ogro verde una y otra vez en historias cada vez más vacías y ofensivas. Referencias pop, chistes bordos, montaje adrenalínico, listo, tenemos una nueva película. Ni siquiera la calidad de la animación estaba en buen nivel (solo voy a decir "Vecinos invasores"). "Cómo entrenar a tu dragón" llegó en un momento en el ya estábamos considerando el juego como un caso perdido para la empresa del nene pescador en la luna. Una sorpresa absoluta, una aventura realmente épica, profunda, que se alejaba del chiste fácil, con personajes adorables, y un guion que podía desarrollarse en varias capas sin subestimar al espectador. Volvimos a tener fe. Su secuela de 2014, volvió a confirmar que esta historia era la gema de la factoría, más oscura, y a la vez más tierna; y el nivel de la animación, que ya había sido sublime en la primera, fue aún mejor. Es turno ahora de "Cómo entrenar a tú dragón 3", y de entrada, ya hay un dato auspicioso, Dean DeBlois continúa en la dirección como en las dos anteriores. Nuestro héroe Hipo es ahora el líder de la isla de Berk, y lo que hace es concientizar a los pobladores acerca de la convivencia pacífica con los dragones, a los que pueden considerar sus amigos. Por otro lado, emprende junto a los suyos la labor de liberar a otros dragones apresados por cazadores renegados y llevárselos a la isla. Como consecuencia, Berk se transforma en un blanco para todo aquel que quiera capturar dragones. Así es como aparece Grimmel, el malvado de ocasión, que comanda a la nueva horda de cazadores, y está convencido del peligro que estos representan, y más aún la aberración de considerarlos pares. El plan de Grimmel consiste en liberar y enviar a una furia nocturna hembra, que llamarán Furia luminosa, que enamore y distraiga a Chimuelo, el fiel compañero dragón de Hipo. Así, en Berk se iniciará un migración en busca de un utópico lugar en el que humanos y dragones puedan convivir en armonía alejados de las amenazas. Sí, Cómo entrenar a tu dragón 3, no tiene la premisa más original del mundo; y si lo piensan las dos anteriores tampoco lo tenían, el asunto es el cómo está planteado. Muchísimas veces vimos aprovechar el recurso de introducir el elemento romántico en una secuela. Es más, tampoco es ninguna novedad que el romance comience como un engaño del villano. Sin ir más lejos, el año pasado "Hotel Transilvania 3" lo hizo. Pero mientras que en aquella fallida secuela el recurso iniciaba y se agotaba en eso, acá es sólo un disparador para ir a más, tal como sucedía en las entregas anteriores. Cómo entrenar a tú dragón 3 puede ser vista sin dificultad por los más chicos que van a disfrutar de la gran aventura, la colorida animación, y el carisma de los personajes. Pero aquel que pueda elevarse más allá descubrirá mensajes hablando sobre el conservadurismo naciente en diferentes regiones del mundo, el asunto de las inmigraciones extranjeras, y por supuesto el tema siempre presente en la saga, el cese armamentico y la búsqueda de la paz entre “rivales”. Obviamente, la protección a los animales y al medio ambiente en general, no dejarán de estar presentes. En esta oportunidad, el asunto del cese armamentico y pacifismo, alcanzará un nivel cercano al movimiento hippie de los años ’60, acompañado de algunas imágenes ineludibles. Quizás esa sea la respuesta al nuevo conservadurismo exterminador de las diversidades, como lo fue en aquella oportunidad. Si bien alguno podría decir que esta nueva entrega no innova tanto como las anteriores (no las supera en calidad de animación, pero por lo menos las iguala), y recurre a algunos lugares comunes. No podrán decir que lo que ofrece es un espectáculo minúsculo. Hay secuencias de muchísima belleza, como los rituales de apareamiento; y un ritmo que no decae y nunca opta por el camino fácil de rematar todo con chistes tontos. Los personajes tiene el carisma de siempre, y los vilanos nuevos están a la altura. Puede ser que esta tercera entrega se recueste un poco más sobre seguro; lo lógico luego de dos entregas de muchísimo éxito y nivel; pero aun así, no descuida al producto y asegura tener mucho para dar y decir. "Cómo entrenar a tú dragón 3" no necesita ser una secuela superadora de las dos previas para ubicarse en un nivel altísimo respecto de sus competidoras. Cuida bien el trofeo para que sigamos creyendo que esta es una de las mejores franquicias animadas de la actualidad.
Basada en sendas autobiografías de sus protagonistas, "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", de Felix Van Groeningen, es un pesado drama sobre la drogadicción juvenil y la abnegación de un padre por tratar de rescatarlo. ¿Qué grado de responsabilidad tienen los padres sobre la conducta autodestructiva de sus hijos? Este sería el gran planteo de "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", basada en la historia real de Nic Sheff, y su padre David, atravesada por la grave adicción del primero. Cada uno escribió una autobiografía narrando el mismo hecho desde sus perspectivas. El difícil proceso de recuperación de una adicción en Tweak: growing up on methamphetamines de Nic Sheff; y la difícil tarea de acompañar a un hijo adicto en "Beautiful Boy: A Father's Journey Through His Son's Addiction", de David Sheff. Además, ambos escribieron otros libros sobre la materia. El guion de "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", a cargo de Luke Davies y el propio director Felix Van Groeningen se encarga de unir ambos puntos en un solo conjunto, y el resultado es algo ecléctico y confuso. A través de sucesivos flashbacks y saltos temporales, iremos de la infancia, a la adolescencia, y la juventud de Nic (Timothée Chalamet, en la etapa más importante de Nic); pero no de un modo lineal, sino como viñetas unidas por frases o recuerdos aleatorios. Nic es hijo de padres divorciados, y de hecho, David (Steve Carell) formó una nueva familia con una nueva mujer (Maura Tierney) y otros hijos. A simple vista, Nic no parece ser un chico con muchas necesidades por lo menos no económicas; y su padre trata de estar lo más cercano posible a él. En cuanto a su madre, la iremos conociendo, un poco, más a lo largo de la película, pero el eje no pareciera centrarse del todo en ella. Sin embargo, Nic tiene una conducta autodestructiva, y de manera experimental comienza con el consumo de metanfetaminas, lo cual será una peligrosísima adicción. Nic comenzará un largo trayecto entrando y saliendo de centros de rehabilitación, y volviendo a recaer, apoyándose en su padre, haciéndole reclamos, y tratando de continuar con su vida, aunque una y otra vez, vuelve a las metanfetaminas cada vez con mayor consumo, y hasta arrastrado a otros ¿Por qué Nic mantiene esta conducta? Claramente, esta película ofrece un drama denso, y lo plantea a través de un ritmo lento y una construcción de diálogos grandilocuentes llena de frases que suenan a postulados sobre las conductas de los personajes. La historia no hace el menor esfuerzo por eludir los lugares comunes, y todo lo que podemos esperar de una propuesta de este estilo, estará ahí remarcado. La puesta de van Groeningen también va en la misma dirección, utiliza tonos pálidos, luces blancas brillantes, colores celestes y verdes acuosos; a lo que suma un montaje suave que se contrapone con el confuso ir y venir en el tiempo del relato. Todo esto da la conjunción de una suerte de manual de autoayuda calmo, y con las escenas de impacto para que los alejados se escandalicen. La estructura narrativa no permitirá un progresivo correcto, y así comenzaremos por un estado muy demacrado de Nic, para pasar a su infancia dorada, y volver a los inicios de su adicción, y otra etapa de su infancia. Los esfuerzos técnicos tanto en la banda sonora como en la composición de imagen no pasan de los miles de telefilms, o “películas de Netflix” sobre adicciones, y el mensaje no parece diferir mucho de aquellos, más allá del verosímil de uno y otro (que tampoco es del todo fuerte en este caso, dado lo episódico de varias escenas al azar). Todo en un tono pretendidamente indie y “para los premios” independientes. Nic es un personaje muy difícil de compenetrar. Más allá de una correcta interpretación de Chalamet, el personaje no convence porque el mismo film no parece comprenderlo. En su búsqueda de razones de por qué es como es, muchas veces arriba al “es así porque es así”. Todo apunta a que seamos la mirada de David y nos desesperemos con él. Ya no sabe qué hacer, cómo actuar; él también va perdiendo su vida para dedicársela a su hijo. La película refuerza esta idea a través de golpes bajos y todo tipo de maniqueísmos. Steve Carell sigue insistiendo con el drama, su labor es correcta, aunque a veces se limite a poner rostro de “cachorro mojado”. El resto de los personajes, carecen de peso e importancia. "Beautiful Boy: Siempre serás mi hijo", se planteaba como una realista mirada al mundo de las adicciones, pero la sumatoria de lugares comunes y golpes bajos, la colocan nuevamente en la media de este tipo de películas panfletarias. Finalmente, la falta de carisma y brío, la ubican por debajo aún de aquellas.
Mezcla de géneros y estilos, "Los últimos románticos" de Gabriel Drak, es una comedia con mejores intenciones que logros. ¿Existen las amistades a prueba de cualquier sacrificio? ¿Es verdad eso de que a un amigo no se lo traiciona? El cine dio incontables cantidad de pruebas de que esto no es tan así, y "Los último románticos", segunda película de Gabriel Drak, terminará siendo otra más. ¿Por qué terminará? Porque en la película del director de "La culpa del cordero", se plantean dos escenarios distintos. Algo que comienza de un modo y a (menos de) mitad de camino virará hacia otro. El cine uruguayo sigue en notable crecimiento; y como si aún no hubiesen podido superar la etapa de lo que acá se conoció como Nuevo Cine Argentino, gran parte de su producción siguen siendo retratos de personajes abúlicos, a los cuales la vida (que no saben qué hacer con ella) y la rutina, les pasó por encima dejando una estela cansina. Así comienza "Los últimos románticos", contando la historia de dos amigos, Perro (Juan Minujín), y Gordo (Néstor Guzzini), que no hacen mucho de sus vidas más allá de encontrar excusas y seguir eludiendo responsabilidades (como hacerse cargo de la mujer y el hijo que tienen). Viven en un pequeño pueblo costero olvidado, y ese parece se el lugar ideal para estos dos seres que hacen de su patetismo algo (más o menos) querible. Van de un lado al otro todo el día, plantean diálogos superfluos hablan de conquistas de mujeres, de escribir el guion de una película, y de cómo hacer para seguir viviendo sin tener un trabajo importante que les quite ese estilo de vida. Ellos están tan quietos como el lugar que habitan. Paralelamente, en montaje paralelo, se nos muestra a Chassale (Ricardo Cuoto), un inspector de policía que es denigrado de su cargo, a hacerse cargo de la comisaría de ese pequeño pueblo. ¿Qué tiene que ver Chassale con lo otro que se nos muestra? De a poco se irán uniendo ambas historias, y ahí, Los últimos románticos vira hacia otro lado. Chassale quiere hospedarse en un hotel semi abandonado que hay en el lugar, pero Perro y Gordo se lo niegan sistemáticamente. No quieren que nada ni nadie les interrumpa su estilo de vida que incluye alguna plantación de marihuana (el nuevo tópico star uruguayo). Coincidiendo con la llegada del inspector, que también debe lidiar con los inoperantes policías del lugar, Perro y Gordo encuentran una importante suma de dinero que no parece provenir de manos limpias, pero que les aseguraría poder mantener su vida por un largo tiempo más. De ahí en más, Drak nos presenta una película de género policial, con pinceladas de comedia, y algo de negrura porque las traiciones y giros estarán a la orden del día. En su ópera prima, Gabriel Drak había presentado algunos problemas de amateurismo, y un guion que se apoyaba demasiado en la rutina. Los últimos románticos es un paso adelante respecto de La culpa del cordero. Su puesta, sin deslumbrar ni sorprender, responde a cierto criterio, y los personajes, aunque no despierten empatía, están bien encuadrados. El giro policial le otorgará cierto dinamismo, aunque de todos modos se trate de una propuesta que nunca llega despegar y oscila demasiado en mostrar la rutina de los protagonistas. Una banda sonora esporádica e invasiva, tampoco parece ser del todo acertada. También demuestra una disparidad marcada en las interpretaciones, con Minujín, Adrián Navarro, Vanesa Gonzáles, y Guzzini, colocándose por encima de un elenco muchas veces sobrepasado por lo que se trata de contar. En La culpa del cordero, Drak ya había demostrado interés en querer contar historias cotidianas que desmenuzaran miserias humanas. En Los últimos románticos pareciera querer ir por el mismo camino, pero al igual que en aquella, no siempre tiene algo para contar. Sobre el final del trayecto, una sumatoria de giros y vueltas, más o menos sorpresivas (para quienes no vieron ningún policial) repuntarán el resultado y convencerán el conjunto. En Los últimos románticos se notan las intenciones de una película, de querer dejar plasmada una idea, una visión. No siempre lo consigue, y la sensación es la estar viendo algo aceptable pero que pudo ser notoriamente mejor ¿Alcanza?