Nada es más agradable que ver nuevamente a Juliette Binoche en la pantalla. Ella es de las pocas actrices que se animan a encarar cualquier tipo de personaje y llevar adelante el mejor papel como si fuera el último. En este nuevo film Binoche se juega hacer una fotógrafa corresponsal de guerra. Mil Veces Buenas Noches (Tusen Ganger God Natt) trata sobre la audacia y la valentía que tiene un corresponsal de guerra en zonas de conflicto para mostrar al mundo lo que allí sucede. De este modo Juliette Binoche se acerca con coraje el mundo islámico y su cámara fotográfica será quién congele la atrocidad que se vive en Oriente. El director de la película, Erik Poppe, intentó de este modo reflejar prácticamente su vida siendo él ex corresponsal de guerra. En este nuevo film se nota el conflicto que vive un periodista que por su propia voluntad decide enfrentarse a la muerte para darle a conocer qué sucede en el otro lado del mundo. Buscar la verdad detrás a pesar de todo. Luego de la impresionante escena con la cual comienza la película también se dará curso el conflicto no sólo por mostrar la situación en la que viven otros países si no el conflicto familiar aquel que vive pendiente si en algún momento regresará al hogar. Mil Veces Buenas Noches interactúa no sólo a nivel profesional sino también sentimental buscando un equilibrio entre ambas. La intensidad que Juliette Binoche brinda a su personaje es tan auténtica como escalofriante.
Cuando pensamos en películas personificadas por monjas inmediatamente se vienen a la cabeza una lista que comienza por La Novicia Rebelde (The Sound of Music), Cambio de Hábito (Sister Act), Historias de una Monja (The Nun´s Story), La Duda (Doubt), la ganadora del Oscar Ida (Ida) y ahora se suma un nuevo nombre, La Religiosa (La Religieuse), remake del film homónimo de Jacques Rivette protagonizado por Anna Karina en 1966. Ambientada en el Siglo XVIII, Suzanne es una joven bastante devota que, más a pedido de su familia que por propia decisión, se instala por un tiempo en un convento. Ese tiempo, que en un principio era algunos meses hasta que pudieran casar a su hermana mayor y reacomodar la situación económica, nunca terminó. Prácticamente incomunicada con su familia, Suzanne entabla una amistad con la madre superiora que la escucha y comprende la incomodidad que está viviendo. Pero cuando la anciana muere -de manera dudosa- la reemplazante le hará la vida imposible. Paralelamente, Suzanne se entera que ya no podrá regresar a su hogar porque es fruto de una aventura que ha tenido su madre antes de conocer a su padrastro. Mientras intenta sobrevivir, y con ayuda de un letrado, Suzanne es trasladada a otro convento con normas no tan rígidas y con una madre superiora muy cariñosa para la época y el cargo. Un nuevo calvario deberá enfrentarse esta joven de 16 años que añora con una libertad impedida. La Religiosa refleja la prisión en los conventos. Pauline Etienne interpreta con pureza su personaje tras los hábitos que vuelve real el pedido de socorro. Su desamparo se siente más atroz cuando ingresa al segundo convento, comandado por una Isabelle Huppert descontrolada y posesiva. De este modo, el director Guillaume Nicloux convierte en ficción una denuncia hacia las instituciones religiosas de una época que también se puede ajustar a nuestra realidad.
Siempre se escucha que las segundas partes nunca fueron buenas, salvo excepciones, y menos aún si la predecesora no es una joya. El Exótico Hotel Marigold 2 (The Second Best Marigold Hotel), es un compendio de situaciones que no avanzan claramente para ningún lado. El reparto más o menos es el mismo, Judi Dench, Maggie Smith, Bill Nighy y Dev Patel. Estos personajes (excepto Patel) tratan todo el tiempo de demostrar y autoconvencerse que todavía se pueden mover. Porque la vida es vitalidad y sí estás quieto se te pega la muerte. Una práctica rutinaria que tienen los huéspedes de este hotel es no faltar a la asistencia matutina, quién no responda con un “acá estoy”, van derechito a la habitación a buscarlo porque seguro estiró la pata. Por un lado, el personaje de Judi Dench se encuentra en la incertidumbre, si acepta un trabajo más comprometido o se la juega por amor, pero claro ella no se da cuenta que el reloj avanza a pasos agigantados y si no aprovecha ahora… Después está Maggie Smith, que pinta ser la primera en dejar las instalaciones pero por ser la mayor del grupo, es la sabiduría personificada. Su personaje está algo achacado, no quiere saber nada más pero es la que alecciona a todos incluido los espectadores. El Exótico Hotel Marigold 2 es una pérdida de tiempo. Lo más tedioso de esta secuela es el personaje de Dev Patel, tan exaltado que cansa a los cinco minutos de película, y encima dura más de dos horas. Este chico, tiene que lidiar con su histrionismo, con los celos, con la presión de su casamiento, con el nuevo amorío de su madre y con la discutidísima compra de un nuevo hotel. No hay que olvidarse que para darle un toque de juventud aparece Richard Gere, muy canoso pero con toda la onda. Por supuesto enamorará a la más picarona del grupo pero su corazón irá para otro personaje. El Exótico Hotel Marigold 2, es una película que intenta aleccionar durante todo su metraje y para enfatizar la acción se apoya en el clásico acercamiento al rostro con una musiquita agradable.
Dos hermanas con problemas amorosos. Una de ellas, Sylvie (interpretada por Charlotte Gainsbourg), recorre las calles nocturnas con un desconocido. Hablan de su malestar pero sin hondar en detalles. Cuando llega el momento de la despedida, acuerdan verse en un punto turístico de París, el próximo viernes a la tarde. A diferencia de Antes del Amanecer, sabemos que le sucede a los personajes para no lograr el encuentro. Sylvie tiene con su hermana Sophie (Chiara Mastroianni) una casa de antigüedades y tras la partida de su hermana a EE.UU. Sophie decide contratar a Marc, un contador para que organice las cuestiones contables del negocio. Poco a poco, el romance nace entre ellos. Antes que Marc y Sophie se casen, él comienza a sospechar que Sylvie es alguien muy cercano a esa familia. La primera en detectar que algo está ocurriendo es la madre de las muchachas, Madame Berger, una señora de clase alta francesa y muy burguesa. Este personaje interpretado por Catherine Deneuve, le sienta a la perfección y mas aun en el rol de madre de su propia hija en la realidad. Benoît Jacquot en 3 Corazones (3 Coeurs), juega con el constante desencuentro en las hermanas y el hombre en cuestión. Como una bocina de buque, un sonido intenso adelanta la próxima escena de tensión generando una repetición que se vuelve poco soportable de oír. Tres actrices referentes del cine francés en un drama sin sustento. Con algunos toques cómicos, una de las escenas más destacables es el momento cuando el personaje de Mastroianni, en plena proyección cinematográfica, y como quien susurra para no molestar al resto, le comenta a su novio que ha conocido a otro hombre, sin dejar de comer pochoclos y con la mirada fija en la pantalla. Escena seguida, un par de perchas vacías en movimiento y su partir con las maletas.
Mathieu Amalric demostró ser tan buen director como actor. En su tercera película, El Cuarto Azul (La Chambre Bleue), expone una maestría en ambos lados de la cámara para narrar un thriller puramente carnal. Almaric, tomó el desafío de llevar a la pantalla grande una obra de Georges Simenon, escritor destacado del realismo poético francés. Una de las características de esta corriente literaria es la denominación “Amor Fou” que se centra en un amor breve y pasional entre dos amantes. Otra de las particularidades es que, la pareja en cuestión o el protagonista, no concluye en un desenlace heroico sino en un final trágico de alguno de ellos. Y respetando estos parámetros, el director de Tournée, lo muestra en su film. Julien (Almaric) y Esther (Stéphanie Cléau) eran compañeros del colegio. Él nunca se fijó en ella pero después de muchos años se reencuentran. Ellos tienen su propia vida pero el deseo y el placer que sienten por el otro los lleva a refugiarse en un cuarto azul de un hotel para desgarrarse el cuerpo y saciar su fuego interior. Cuando la muerte interfiere entre sus arrebatos amorosos, ya es tarde para esconder lo vivido. Julien es acusado, las pruebas que pueden ayudarlo para evitar su culpabilidad fueron destruidas. Sus acciones se contraponen con los dichos de su amante, solo fragmentos sueltos desde ambos lados de la historia. Mathieu Amalric deslumbra como director con un thriller pasional. Para lograr una intensidad más atrapante, Amalric presenta la narración de manera no cronológica, mezclando el pasado y presente, repitiendo escenas de atrás para adelante y viceversa, o simplemente cambiando el off lo cual representa una nueva versión de los hechos. Una mirada distinta sustentados en planos corridos de eje, sutiles desviaciones para un relato breve y conciso. Un engranaje pulido, consistente, que no cae en la simple repetición o en resoluciones de fácil conclusión. El Cuarto Azul, es una máquina perfecta donde cada pieza encastra en su justa medida y nada de lo que está en la puesta escénica se encuentra al azar. Desde los gestos, miradas y planos ayudan a la construcción silenciosa de un relato intenso y oscuro.
Luego de su paso por Les Avant-Premières llega el estreno comercial de Mis Días Felices (Les Beaux Jours). Caroline es una dentista que por una mala praxis, un exceso de blanqueamiento, decide jubilarse. Supuestamente, su mal desempeño profesional con un paciente se debió a que su mejor amiga acababa de fallecer. Ahora con mucho tiempo libre, Caroline se acerca al centro de jubilados “Días Felices” para realizar todas las actividades que allí ofrecen. Teatro, cerámica, horticultura, cata de vinos e informática, entre otros. Un simple desconocimiento tecnológico produce que su joven profesor de computación se sienta atraído por ella. Caroline, tiene 60 años, está casada y es abuela, sus dos hijas tienen prácticamente la misma edad que su amante. Ellos comienzan a tener, primero, encuentros espontáneos y luego citas programadas con mentiras de por medio. Pero por esas cosas de la vida, su esposo se entera pero nada se desmorona demasiado, sin gritos ni platos rotos más o menos la situación se reacomoda y todo vuelve a la normalidad matrimonial. Mis Días Felices, otro film francés del montón. Marion Vernoux, la directora, poco se arriesga y desaprovecha la figura refinada y la sensualidad que tiene la voz Fanny Ardant, su protagonista. Cada encuentro amoroso está plagado de elipsis como si hubieran pasado las tijeras de un censor por este metraje. Vernoux, intenta jugársela con un tema pero al fin y al cabo es pura espuma. Si uno piensa que está próximo a ver algo parecido a El Graduado (The Graduate, de Mike Nichols) lejos está de satisfacer ese deseo. Cuando visionaba esta película recordaba el film Ella se Va (Elle s’en va, de Emmanuelle Bercot) con Catherine Deneuve, otra película que no pasa nada. Un paralelismo que se puede realizar, es que ambas protagonistas/personajes son rubias, se encuentran entre la adultez y la ancianidad, caminan pensativas y vuelven a fumar para disfrutar de los placeres reales que brinda la vida. Luego de esto, la historia en Mis Días Felices solo pone como excusa la muerte de su amiga y no dramatiza el romance. Sí, vale destacar, como una luz entre tanta oscuridad, la pequeña participación de Marie Rivière, gran actriz de Eric Rohmer.
Encontrarse en el amor Tenía toda la esperanza y así sucedió. Julianne Moore estaba nominada como mejor actriz por su protagónico en Siempre Alice (Still Alice) para el Oscar y la estatuilla fue para ella. Después de mucho tiempo de preparación Julianne logró encarnar a una mujer que sufre de Alzheimer prematuro pero desde un lugar más humano y sin golpes bajos. Pero no solo ella estuvo al frente de esta odisea sino también su director Richard Glatzer que acaba de fallecer tras luchar contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ALS) –mismo diagnóstico que Stephen Hawking, retratado recientemente en La Teoría del Todo-, y durante el periodo de filmación siguió adelante, como la protagonista de su película, para dar a conocer como una enfermedad se apodera de la vida. En los últimos años, varios films han retratado el Alzheimer como lo hizo Siempre Alice: Diario de una Pasión, Lejos de Ella, Amour, Nebraska, entre otros. Y de manera indirecta se encuentran películas como: El Hijo de la Novia, La Separación, St. Vincent, La Familia Savages. Pero ninguna se centra desde el rol protagónico sino de quién lo rodea e intenta traerlo de nuevo a este lado del mundo. Julianne Moore y un colosal trabajo en Siempre Alice. Alice es una reconocida profesora de lingüística y detecta sutilmente que algunas palabras, como quién dice, le quedan “en la punta de la lengua”. Luego llegará la desorientación, la pérdida del tiempo y el espacio, y la duda de tener una enfermedad cancerígena. Pero lo que vale de Siempre Alice, no es que sea una persona dedicada al lenguaje, joven e inteligente sino la manera en la que ella afronta esta pérdida de recuerdos más que de memoria. Alice siempre está presente más allá de su ausencia. Siempre Alice no es una película para llorar ya que no se regocija en la enfermedad sino de invertir ese dolor en un acto de amor.
Existen películas que merecen ser vistas una infinidad de veces, y no solo por sus elementos aislados (actuación, fotografía, entre otros), sino justamente por su conjunto, por el resultado que se obtiene de esa agrupación. Ese mundo creado hace que un film deje de ser una simple producción para convertirse en una obra maestra. Lo primero que aterra de Sueño de Invierno (Kis Uykusu) es su duración pero quién entienda de construcciones de universos, sabrá comprender sobre el tiempo que se necesita para desarrollar una historia tan claustrofóbica como sublime. Nuri Bilge Ceylan necesita de 196 minutos para narrar la vida y el entorno de un personaje atrapado en la piedra en Capadocia. Aydin, es un actor retirado y ahora se dedica a la administración de una posada-ubicada en Anatolia Central-, que pasa sus días encerrado en una pequeña oficina, su refugio existencial, para escribir un libro sobre el teatro turco y una columna semanal para un diario local. Aydin está casado con una joven y hermosa mujer, y mantiene a su hermana recién separada. Es dueño de un hotel muy codiciado y de otras propiedades que alquila. También es culto e inteligente pero también posee la vanidad del actor. Aydin tiene todo pero nada alcanza para lograr la felicidad. Sueño de Invierno: Geografía de los sentimientos. Cada situación preponderante se desarrolla en un espacio cerrado y casi en penumbras. En escenas de casi veinte minutos los personajes escupen su odio y aborrecimiento, su sentir se pone en la piel pero siempre en un tono justo y moderado. Tanto su fotografía en claroscuro como los diálogos de los personajes son comparados con la maestría de Ingmar Bergman. Y, por supuesto, la historia se desarrolla durante el invierno, estación que penetra en los huesos y cala hondo en el alma.
Isabelle de Jour La mujer, mundo preferido por el director François Ozon, retoma a este universo en su nueva película: Joven y Bella (Jeune & Jolie). Isabelle (Marine Vacth), es una adolescente de 17 años que rápidamente pasa de ser una chica común, como cualquiera de su edad, a tener sexo con hombres por 300 Euros -distinto a ser una prostituta-. En ella se produce un cambio interno y juega con su belleza y juventud a desafiar al mundo masculino, sin distinción de edad. Isabelle no entrega su cuerpo como un simple objeto, sabe que tiene un poder atrayente y lo utiliza como medio para la experimentación y el aprendizaje. Tan capaz como siempre, Ozon abre su película poniendo al hermano menor de la protagonista espiándola de lejos en la playa. Los prismáticos que lleva el pequeño vouyerista serán usados en el momento en que Isabelle, todavía con un poco de timidez, desabroche la parte superior de su bikini. El hermano, es el único personaje de la película que no la juzga, que la espía de lejos y de cerca, que la indaga y reflexiona; y es ahí donde Ozon ubica al espectador. Joven y Bella, no cuestiona el porqué de las decisiones, no plantea las reglas de este juego simplemente muestra un despertar sexual de alguien que se encuentra en lo mejor de su plenitud. Por este motivo, no califico a la protagonista como prostituta por que no necesita o utiliza ese dinero para sobrevivir, solo acciona por puro deseo corporal. François Ozon, este maravilloso director francés, vuelve a centrar la mirada sobre la mujer. Isabelle es nada y todo a la vez. Es alumna estando de jogging y una Femme Fatale en tacos aguja. Ella observa y hace carne propia cada movimiento de placer. Desde el comienzo, todo se encuentra por duplicado, incluso hasta su mirada, fría y desafiante siendo objeto y sujeto. La película, además de estar fragmentada en cuatro estaciones, cada cambio temporal es acompañado por una canción que describe el estado sexual de la joven. Isabelle se despide de su virginidad por su propia decisión pero sin ninguna cuota de amor, un simple amor de verano le hará el camino más fácil para dar uso a lo que su cuerpo proyecta. Si algo se encuentra latente es mejor dejarlo salir.
Bening, ha perdido a su esposo, el ser más amado en su vida -tanto más que a su única hija-. Prácticamente recluida en su casa, nido de amor construido por el difunto, decide retomar su vida habitual un poco empujada por su hija y otro poco por su vecino, papel personificado por el entrañable Robin Williams. En su paseo por el museo, sitio al cual concurría con su esposo, se cruza con un hombre de características similares a su marido. Lo que podría convertirse en una simple película romántica en torno a las segundas oportunidades en edad adulta, gira a una trama de orden psicológico un poco desdibujado. Nikki (Annette Bening) forzará todo tipo de encuentro alrededor de Tom (Ed Harris), un veterano profesor de pintura con aspecto canchero, hasta lograr meterlo en su casa. La pasión nace entre ambos, el amor que siente Tom es auténtico, en cambio para ella es una extensión, un plus de falsa realidad de su matrimonio. La neurosis se hace propia en Nikki al esconder las fotografías de su marido, en llamar a Tom como Garret y en intentar recorrer los mismos sitios antes compartidos. La Mirada del Amor no termina de definirse completamente, aunque Annettte Bening y Ed Harris componen una pareja increíble.