Después de tantas remakes fallidas que hizo Hollywood sobre filmes de terror japoneses en los últimos años era cuestión de tiempo que los orientales se cobraran su venganza. Actividad paranormal 0 es la versión japonesa de la película que presentó en el 2007 el director Oren Perli, que fue inflada con una gran campaña de marketing. La segunda parte dentro de todo resultó un film mucho más sólido en términos narrativos, donde el misterio se presentaba desde las primeras escenas con una dirección mucho más fluida. Lamentablemente no ocurre lo mismo con la versión japonesa que es un bodrio absoluto. Un panorama similar a lo que pasó hace poco con Apollo 18. Se trata de una propuesta que si querés podés entrar al cine a verla cuarenta minutos tarde que no te vas a perder de nada importante. Los momentos más interesantes que nos recuerdan que este estreno en teoría se suponía que era un film de terror vienen al final y tampoco son gran cosa. La verdad que es una falta de respeto al género ubicar este film dentro de la categoría de horror. El único espanto que causa esta producción es el tedio que genera la historia durante casi 90 interminables y tortuosos minutos. Creo que ya se le está tomando el pelo a la gente con estas muestras de vagancia descomunal a la hora de producir un largometraje. Tomar una cámara para filmar boludeces que no tienen un mínimo sostén argumental no significa necesariamente hacer una película. Los planos y los montajes son herramientas que existen por una razón dentro de este arte. La única diferencia notable de esta versión con el film original es que los japoneses usaron cámaras de alta definición y la imagen es mejor. Después en esta producción no hay ningún tipo de tensión, misterio y no ayuda tampoco que los momentos de sustos encima recurren a los mismos recursos que se vieron en la primera película. Otra propuesta mediocre e intrascendente que aburre y la larga refleja claramente que esta fórmula de contar historias de terror está totalmente agotada. Una vez más, gracias James Wan por La noche del demonio.
Justicia final podría haber sido una típica novela de John Grisham de no haber sido porque esta historia ocurrió realmente y es un caso legal muy famoso en Estados Unidos. Una producción que tiene algunos puntos en común con Erin Brockovich por la hazaña que logró su protagonista Betty Anne Waters, interpretada en esta película por Hilary Swank. En ambas propuestas tenemos como personaje principal a una mujer que se enfrentó al sistema judicial estadounidense y con mucho sacrificio logró algo que parecía en un principio imposible. Supongo que era inevitable que este caso llegara al cine. El film fue dirigido por Tony Goldwyn, un actor muy conocido que vimos en películas como Ghost y El último samurai, quien en este caso ofrece su mejor trabajo como director. Antes había realizado la remake del film italiano El último beso y filmes románticos como Alguien como tú (Hugo Jackman) y La Tentación (Viggo Mortensen). Justicia final es por lejos su mejor producción y también la más interesante. Goldwyn no trabajó esta historia tratando de convertir el caso real en un trillado melodrama hollywoodense, sino que trabajó con bastante realismo el aspecto más humano del relato y las experiencias que vivieron sus protagonistas. En este ocasión demuestró que es un gran director de actores donde logró sacar lo mejor de Sam Rockweell y Hilary Swank, quienes están brillantes en este film. La películas tampoco cae en sentimentalismos forzados que muchas veces se encuentran en este tipo de películas y las interpretaciones de los dos protagonistas son muy honestas y realistas en ese sentido. Justicia final es un muy buen drama que vale la pena descubrir especialmente por Sam Rockwell y Hilary Swank que explotan todo su talento.
Steven Spielberg y Robert Zemeckis, productores de este estreno, brindaron una de las películas más entretenidas y originales relacionadas con el boxeo en estos últimos años. La historia es una interpretación muy libre del cuento de Richard Matheson (Soy leyenda) “Steel”, que previamente fue adaptado en 1963, en un recordado episodio de la serie La Dimesión Desconocida. Con el tiempo esa historia se convirtió en uno de los capítulos más populares de ese programa. Esta película dirigida por Shawn Levy (Noche en el museo) sólo toma el concepto de las peleas de los robots para brindar un relato muy diferente. De alguna manera Gigantes de acero es parecida a Halcón, el super clásico de Stallone de los años ´80, con la particularidad que en este film el catalizador que contribuye a reconstruir la dañada relación que tiene un padre con su hijo no es un torneo de pulseadas, sino un campeonato de peleas entre robots gigantes. La temática central de las dos películas es muy parecida y cito esta referencia porque Gigantes de acero me recordó muchísimo a ese clásico de Sly. La película sorprende también por este punto. A diferencia de lo que se vendía en los trailers, la trama tiene mucho más contenido dramático de lo que uno podía haber esperado. En el fondo el corazón de este film reside en la relación de Hugo Jackman con su hijo, más que en las peleas de los robots, que también son una gran atracción. La historia presenta un panorama futurista bastante realista donde salvo por la tecnología de los robots, el mundo en el que transcurre este relato es el mismo de la actualidad. Las secuencias de acción son realmente espectaculares y salvo que no hayas tenido infancia es imposible que no te diviertas con los combates de los robots. El concepto es muy divertido y ya se hizo realidad en el memorable programa de televisión de culto La Batalla los Robots, que el canal I-Sat emitió en Argentina hace años. Claro que aquellos contrincantes eran mucho más primitivos que los que aparecen en este film, sin embargo, el público enloquecía igual. Gigantes de acero es una típica fantasía infantil que los realizadores de este film lograron plasmar con éxito. Los efectos especiales son fabulosos y las peleas por mas delirante que suene son realmente emocionantes. Como suele ocurrir con estas propuestas el espíritu de Rocky Balboa se da un paseo por la trama. Creo que la historia del robot Atom que sale literalmente del fango para competir con el gran campeón tiene también algo de eso. De hecho, en la pelea final hay un par de referencias que remiten al combate de Balboa con Ivan Drago en Rocky 4. Por otra parte el coprotagonista Dakota Goyo, que interpreta al hijo de Jackman, es realmente muy bueno y sorprende con una interpretación muy espontánea, donde se destaca con sus reacciones en más de una escena. Gigantes de acero es una gran propuesta familiar muy entretenida que brinda una linda historia sobre un padre y un hijo que intentan darse una segunda oportunidad en la vida. Una de las películas que más disfruté este año y definitivamente recomiendo.
Kevin James es un muy buen comediante que en los últimos años logró hacerse conocido a nivel internacional a raíz de las series Everybody loves Raymond y The King of Queens que se emitieron en Latinoamérica por el canal Sony. También llegó a la pantalla grande con filmes como Hitch y Yo los declaro Marido…y Larry, donde estuvo amparado por figuras populares como Will Smith y Adam Sandler. El guardián del zoológico es la primera película que se estrena acá con él como protagonista y lamentablemente resultó un proyecto totalmente fallido. James es un buen artista, pero en este caso lo dejaron muy solo remando una película mediocre, donde los realizadores no tuvieron muy claro el target de público al que querían llegar. Ese es el gran problema de este estreno. Se trata de una película familiar que no termina de funcionar. Para los adultos la historia resulta demasiado estúpida, pero tampoco es lo suficientemente infantil como para atraer la atención de los chicos con lo animales que hablan. Este concepto que era el principal gancho para los niños no estuvo bien aprovechado y los animales tienen un rol muy secundario y deslucido en esta historia. El film es un refrito aburrido de Hitch combinado con el Doctor Dolittle. En este caso el consejero sentimental de Kevin James no es Will Smith, sino los animales del Zoológico donde trabaja. La dirección es absolutamente mediocre y debido a este tema los 107 minutos se hacen eternos. El realizador Frank Coraci (Click) tarda una eternidad en mostrar a los animales hablando y a lo largo del film es como que no supo hacerlos interactuar adecuadamente con el protagonista e intentó sostener toda la película con escenas bobas de comedia física, que la verdad no causan mucha gracia. Te podés reír una vez cuando Kevin James se tropieza y se cae en el piso. Ahora cuando repite lo mismo cada cinco minutos deja de ser gracioso. Hay un par de momentos simpáticos con un gorila, pero esta no es una propuesta que te robe una carcajada. No ayuda tampoco el doblaje latino que es insoportable, sobre todo el de algunos animales. Tal vez la versión original con las voces de Stallone, Cher, Nick Nolte y Adam Sandler hacían un poco más llevadera la película, pero al tener una mala dirección no sé si esto resolvía las falencias de esta producción. Como propuesta familiar la mejor recomendación que se puede hacer es apostar a la película del delfín Winter que por lo menos brinda una historia superior y está mejor realizada.
Junto con Solomon Kane, que pudimos ver el año pasado, este estreno es por lejos una de las adaptaciones más fieles que se hicieron en el cine sobre un personaje creado por el verdadero padre de la literatura fantástica, Robert E. Howard (ver historia de Conan). El director Marcus Nispel brindó un film superior en varios aspectos a la producción de 1982, que dirigió John Millius, por la sencilla razón que trasladó con más fidelidad ese mundo maravilloso de fantasía que desarrolló ese tremendo artista que fue Howard. Este es el verdadero Conan. Cuando me senté en la butaca a ver este film, mi único deseo como fan del personaje era que retrataran al verdadero guerrero cimmerio que conozco de toda la vida de los libros y los cómics y la verdad que el director Nispel hizo un buen laburo en este aspecto. Conan es una fantasía grotesca que representa en un punto el lado más salvaje y oscuro del ser humano. Es la bestia desencadenada que desprecia la civilización y que pese a todo, en el fondo, tiene un noble corazón. Por eso el personaje logra despertar simpatía pese a su violencia y machismo exacerbado. Desde la primera escena, con ese nacimiento bizarro que presenta la historia de este ícono de ficción, la película deja en claro que su director entiende esta fantasía loca de Howard y está dispuesto a divertirse con ella. Como se muestra correctamente en los primeros minutos de esta producción, Conan nació en pleno campo de batalla cuando el pueblo cimmerio fue atacado por los invasores de Vanir, un hecho que terminaría marcando su destino al vincular su vida eternamente con la violencia. El director Nispel hizo un trabajo brillante al recrear la Era Hiboria, con una impresionante labor en la ambientación y los vestuarios que estuvieron muy influenciados por las descripciones de los cuentos de Howard y los cómics. A nivel visual la película, especialmente la fotografía, es espectacular y está totalmente inspirada en la última y excelente colección de historietas de la editorial Dark Horse y las memorables ilustraciones de Frank Frazetta. Por otra parte, la acción es muy brutal y está en sintonía con la naturaleza del personaje. Conan es así. Esta es una producción bastante violenta con alto contenido de gore que en más de una escena se evoca a esas historias sangrientas que solían publicarse en la revista “La espada salvaje de Conan”, destinada a lectores adultos. El corte del director, que de cabeza va a tener esta película en dvd, seguramente expandirá este tema. Nispel brinda muy buenos momentos en materia de acción. La pelea de Conan con el Kraken y el duelo final con el villano (gran trabajo de Stephen Lang) son escenas tremendas que se disfrutan en la pantalla grande y están muy bien elaboradas. Con respecto al protagonista, Jason Momoa presenta una correcta interpretación de este personaje. Por fin un Conan que no habla como un retardado! Su enfoque del personaje es muy distinto a lo que hizo Arnold Schwarzenegger. El guerrero de Arnold era más callado y reflexivo debido a sus limitaciones expresivas. De hecho, al austriaco le quitaron muchísimas escenas de diálogo que escribió Oliver Stone en su momento porque su interpretación era desastrosa. Momoa, que es un poco más expresivo, interpreta muy bien al Conan reo y sacado que conocemos de la literatura y que en un punto fue un reflejo de su propio creador, quien desde chico fue un inadaptado social. De todas maneras creo que es una perdida de tiempo detenerse a comparar demasiado las dos películas porque son producciones totalmente distintas. John Millius en su obra tomó elementos del universo de ficción creado por Howard y desarrolló su propia visión de Conan y la mitología nórdica. Marcus Nispel, en cambio, se dedicó a recrear con más detalles la visión y el mundo que creó el autor de esta obra en el cine, algo que nunca se había hecho hasta la fecha. Por eso la película es mucho más fiel a los cuentos y los cómics. Las referencias en la trama a relatos clásicos como “La Torre del Elefante” son geniales y es uno de los varios guiños que hay hacia los fans del cimmerio. La trama argumental es un típico relato de Conan, que tal vez podría haberse mejorado. Creo que le faltó un poco más de trabajo al desarrollo de los villanos y al personaje de Tamara, quien pasa en pocos minutos de ser una doncella virginal a un guerrera experimentada. Sin embargo, estos defectos tampoco son para cortarse las venas. Leí cosas peores del cimmerio. Me cuesta mucho entender la psicología de los snobs que se ponen a analizar filmes como Conan como si fuera una obra de Milton. La película es una invitación para disfrutar de ese mundo loco creado por el genio de Howard, donde los hombres son guerreros fuertes, las mujeres son todas bellezas espectaculares y la vida de los personajes está marcada por la aventura y la acción. Literatura pulp trasladada a la pantalla grande. Buscás reflexiones sobre la humanidad y la vida probá con una conferencia del Dalai Lama. Esto es Conan, el bárbaro y creo que brinda un gran entretenimiento. El Dato Loco: Ron Perlman, quien está excelente en este film como el padre del protagonista, es la tercera vez que trabaja en un proyecto relacionado con este personaje. Previamente interpretó al guerrero cimmerio en el video juego del 2007 y luego en la película animada Conan: Red Nails, cuya producción se encuentra suspendida.
Después de brindar una muy buena película de acción en el 2005 como fue Cuatro Hermanos, el director John Singleton regresa con una propuesta del mismo género que está destinada a la generación Crepúsculo. Las chicas de 13 años que tienen en su cuarto los posters con la imagen de los actores de la saga Twilight son quienes más van a disfrutar esta propuesta, ya que ese es el target al que apuntó claramente este estreno. El concepto del film no está mal, pero esta producción tuvo dos graves problemas. En primer lugar la película esta protagonizada por uno de los peores actores jóvenes que existen en Hollywood por estos días como es Taylor Lautner. A Robert Pattinson se le pegó bastante pero comparado con este sujeto es el sucesor de Marlon Brando. Las marionetas de Jim Henson tenían más carisma y expresividad que este pibe que es realmente malo para expresar emociones. La escena en este film donde descubre que es adoptado es uno de los peores momentos actorales que se vio en el cine este año. Que Hollywood intente venderlo como héroe de acción es ridículo porque no lo compra nadie. Esto nos lleva al otro inconveniente que tiene este film y es el enfoque que le dio Singleton a la trama. En menos de dos minutos, Taylor Lautner en esta historia pasa de ser un típico adolescente que cursa el secundario a un comando de la Fuerza Delta. Es joda. Por eso no funcionan las películas de acción con adolescentes, salvo que haya algún elemento en la trama que explique (como ocurrió en la genial Hanna) la habilidad del protagonista para enfrentarse a asesinos entrenados, de otro modo no resultan creíbles. Como propuesta de acción este film es bastante mediocre y es claro que los buenos actores que aparecen en roles secundarios aceptaron participar de esto porque les dieron un buen cheque. Que esta película lleve la firma de John Singleton la verdad que da lástima. En los ´90 este realizador irrumpió en el cine como una de las grandes promesas del cine independiente. Sus primeros trabajos como Los chicos del barrio (Boyz n the Hood) y Poetic Justice tenían un marcado compromiso social con la problemáticas que vivían los jóvenes de la comunidad negra en Los Ángeles y eran muy buenos filmes. Sin embargo, desde que trabaja para los grandes estudios de Hollywood no paró de hacer películas olvidables simplemente por el cheque. El problema no es que haga un cine más comercial (Cuatro Hermanos lo fue y estuvo genial), sino que los proyectos que elige son horribles y es un director que da para muchísimo más. Ojalá algún día John Singleton recupere su nivel.
Winter, el delfín, es una emotiva película basada en un hecho real que ocurrió hace unos años en el acuario marino de Clearwater, en Florida, Estados Unidos. La historia de esta delfín recorrió el mundo y se convirtió en todo un ejemplo de perseverancia e inspiración especialmente por la manera en que superó su rehabilitación luego de perder su cola a raíz de un accidente. El film fue dirigido por Charles Martin Smith, un actor muy conocido (aunque su nombre no te suene en el acto), quien en el pasado se destacó en clásicos del cine como American Graffiti, de George Lucas y Los Intocables (era el contador del grupo de Eliot Ness), de Brian De Palma, entre tantos otros filmes. Su trabajo en esta película es genial porque la trama está muy bien contada y logró encontrar la sensibilidad exacta para llegar al corazón del espectador, sin la necesidad de exagerar con golpes bajos o escenas melodramáticas. Tampoco cayó en los clichés de las películas con animales de Hollywood, onda Liberen a Willy, y eso es un plus que tiene esta propuesta, porque desde su narración es muy honesta y brinda un gran mensaje positivo. Si bien a los hechos le agregaron una estructura dramática para contar esta historia desde la ficción, el trabajó de Smith se concentró en describir la experiencias que vivió Winter en el acuario y el grupo de personas que le salvó la vida. El director eligió como protagonistas a dos niños muy espontáneos que no contaban con grandes experiencias en el cine, como Nathan Gamble y Cozi Zuehlsdorff y los rodeó de veteranos que tienen muy buenos momentos a lo largo del film. Especialmente Morgan Freeman y Harry Connick Jr. De todas las producciones que se hicieron con animales en el último tiempo la historia de esta delfín es claramente una de las más logradas, ya que lidia con temáticas serias, como las discapacidades físicas, y se encarga de expresar un mensaje positivo al respecto. Winter es una gran película familiar que merece su recomendación.
Cameron Crowe volvió a su primer amor. Me refiero, por supuesto, al rock and roll. Mucho antes de convertirse en director de cine Cameron trascendió como periodista en la revista Rolling Stone, donde se destacó por la particular cobertura que hizo de los tours de grandes artistas como Led Zeppelin, los Allman Brothers, Rory Gallagher y los Eagles entre tantos otros. Esa etapa de su vida la retrató muy bien en el film Casi famosos, que estuvo inspirada por situaciones que vivió en su carrera como periodista. Pearl Jam Twenty es un típico trabajo periodístico de Crowe con la particularidad que fue desarrollado en un medio audiovisual. Si te ponés a leer las notas que hizo el director en el pasado (disponibles en su página web) vas a descubrir que su manera de abordar este film es muy parecida a lo que hacía en la gráfica. No es necesario ser un ultra fanático de Pearl Jam para poder disfrutar este gran documental. Cualquiera que ame la música, especialmente el rock, va a saber apreciar, este film que narra la historia de una de las bandas más trascendentes de las últimas décadas. Crowe no deja nada librado al azar y cubrió todo los aspectos claves e importantes retratando los altos y bajos de la banda a lo largo de 20 años. Desde los orígenes de Mother Love Bone, el grupo que integraron previamente los músicos de Pearl Jam, hasta el meteórico ascenso a la fama, el famoso conflicto con Ticketmaster y la tragedia del Festival Roskilde en Dinamarca, en el 2000, donde murieron nueves fans en un accidente durante un show. Uno de los aspectos más fascinantes de la película es el increíble material inédito de archivo que el director recopiló de distintas fuentes. Hoy si Pearl Jam brinda un concierto en Suiza al día siguiente uno puede ver fragmentos del show por You Tube que suben los propios espectadores. En los ´90 esto era imposible y el material visual al que uno podía acceder de todo lo que fue la movida del grunge en Seattle la recibías a través de los videos clips o imágenes que trasmitían los canales de música. Pearl Jam Twenty, además de narrar la historia de estos músicos, la primera parte del film brinda un gran retrato de todo lo que fue esa movida musical nueva que surgió en los ´90, donde se destacaron bandas como Nirvana, Soundgarden, Alice in Chains y Green River entre tantas otras. Todas esas imágenes del backstage de esos primeros shows de Eddie Veder y sus compañeros y la camaradería que tenían con las otras bandas es fantástico y hoy tiene un valor impresionante. Por ejemplo, hay un momento fabuloso donde se recuerda la fiesta de promoción de la película de Cameron Crowe, Singles, donde tocó Pearl Jam, con los miembros totalmente escabiados que terminó en un descontrol absoluto. En los ´90 era imposible acceder a ese tipo de material que hoy es todo un tesoro de archivo. Crowe a lo largo del film también se toma un momento para conocer la historia personal detrás de cada integrante, sin dejar de lado el presente, que es otro aspecto de esta película sumamente interesante. La madurez y evolución de Pearl Jam a lo largo de su historia es notable y al escuchar el testimonio de los artistas, uno entienden cómo lograron sobrevivir tantos años en el medio y llegar con su arte a distintas culturas del mundo. El montaje final con el que cierra el documental, donde el director fusiona el pasado y presente de la banda es muy emocionante y cuando la película termina uno no puede dejar de estar agradecido porque este tipo estuvo a cargo de la realización. Para los fans de Pearl Jam (y también de Cameron Crowe) este estreno es una cita obligada en el cine.
Acá tenemos un claro ejemplo de cómo la realidad siempre supera a la ficción. Si esta historia hubiera sido creada por un guionista de Hollywood probablemente a su autor le hubiera costado vender su trabajo a un estudio porque hubieran considerado la trama inverosímil. Sin embargo, es un hecho real que cuesta comprender y en Europa fue un tema de debate durante un largo tiempo. ¿Cómo es posible que una persona que tenía todas las posibilidades para ser alguien importante en el mundo del deporte y vivir una vida tranquila sin inconvenientes económicos, tirara todo por la borda para convertirse en una leyenda del mundo del crimen? La respuesta a esa pregunta es simple y desconcertante. La adicción por la adrenalina. Johan Kastenberger fue uno de los criminales más importantes en la historia de Austria, que se convirtió en el delincuente más difícil de atrapar en la historia de ese país. 450 policías trabajaron en el caso para detenerlo. Con una máscara de Ronald Reagan, al mejor estilo Punto Límite (el clásico de Patrick Swayze), robó fortunas de los bancos de Viena, durante los años ´80. Después la jodió cuando empezó a matar gente. Lo interesante de esta historia es que Shot Gun Ronnie (como era su apodo) no robaba por el dinero, sino por la adrenalina que le generaba cometer esos actos. No era un criminal que necesitara robar para vivir o que hubiera elegido el camino más fácil para acceder a comodidades. La plata era un souvenir. Lo que le atraía era la emoción que le generaba el acto de robar y luego escaparse. Algunas personas juegan al golf o coleccionan cosas como un hobby. El hobby de Shot Gun Ronnie era robar bancos. Simplemente porque le divertía. Kastenberger, quien tranquilamente podría haber sido un villano de un cómic de Batman, era uno de los atletas australianos más prometedores de ese país que inclusive rompió récords deportivos, pero tenía su inexplicable lado oscuro que lo llevó por un mal camino. Sin escape es una muy buena producción alemana que recrea estos hechos. La película está basada en la novela homónima de Martin Prinz, que trabajó esta historia desde la ficción. En este caso el protagonista se llama Johan Rettenberg. Si bien la trama se toma unas cuantas libertades (no esperen ver un documental del caso) cubre muy bien esta historia que es realmente interesante. El director Benjamín Heisenberg presenta un thriller que se destaca sobre todo por la realización de los escapes del protagonista que están muy bien filmados y tienen bastante tensión, además del trabajo actoral de Andreas Lust (Munich). Un inconveniente que tiene el film es que Heisenberg no explora demasiado en la psicología del maratonista Rettenberg y muchas de sus reacciones en la trama al final resultan un enigma, ya que es un personaje al que nunca llegamos a conocer. A la larga es el espectador quien tendrá que sacar sus propias conclusiones sobre las acciones del protagonista. Sin escape es una muy buena propuesta que está para tener en cuenta entre las novedades de esta semana.
La Hora del Espanto, como siempre se conoció popularmente a esta historia, es uno de los clásicos de terror más grande de los años ´80. Creo que si nos referimos a historias de vampiros realizadas por aquellos años, las dos más queridas y populares por lejos son The Lost Boys y esta. El film original del director Tom Holland, quien años después nos presentó a Chucky, el muñeco diabólico, fue una propuesta que se destacó por el modo en que combinó el terror con el humor. (ver crítica) Después de ver grandes filmes del género arruinados por las remakes que se hicieron en los últimos años, creí que esta película iba a correr por el mismo camino y por suerte me equivoqué. La nueva versión mantiene el espíritu de la historia original pero presenta a los personajes trabajados con un enfoque diferente. El director Craig Gillespie (Mr Woodcock), quien viene del género de la comedia, se tomó a los vampiros en serio y su trabajo presenta muy buenos momentos de suspenso, que se construyeron también con una gran interpretación que brindó Colin Farrell como el gran villano del cuento. Su trabajo como el recordado vampiro Jerry es excelente, ya que lo convirtió en una figura peligrosa y seductora pero sin exagerar ni presentar una copia de lo que había hecho Chris Sarandon en la película de 1985. Sarandon, por cierto, tiene una divertida participación hacia el final de la historia. Otro personaje que presenta un cambio notable es el de Peter Vicent, el aliado del héroe que en la versión original era un homenaje a la era de la productora Hammer. De hecho el nombre de ese personaje nació como una referencia a Vicente Price y Peter Cushing don grandes actores del género. En la remake, Peter Vicent, interpretado por David Tennant, es un ilusionista que parece inspirado en el famoso mago Criss Angel, protagonista del programa Mindfreak. No sé si será porque fue producida por Disney pero esta remake tiene menos desnudos y referencias sexuales que la original, algo que me llamó la atención. El trabajo del director Gillespie hizo más hincapié en el misterio, que en definitiva es el género que inspiró esta historia. La Hora del Espanto básicamente fue La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, pero narrada con vampiros. Con un buen uso del formato 3D, la verdad que esta versión moderna de un clásico del cine de terror ochentoso brinda un gran entretenimiento. En estos tiempos donde la figura del vampiro quedó humillada por telenovelas descerebradas como la saga Crepúsculo está bueno encontrarse con una película que rescata a estos personajes como las grandes figuras que son dentro del cine de terror.