Kung Fu Panda 2 debería ser un ejemplo para el resto de los estudios hollywoodenses. En estos días donde la cartelera se ve invadida por secuelas pedorras que no son más que refritos impunes de los filmes originales, es un placer ver una continuación donde no le ofrecen al espectador más de lo mismo, sino que levantan la apuesta con una segunda entrega superior. Las películas del panda definitivamente son bichos raros dentro de las producciones animadas norteamericanas de estos días. Por alguna razón desconocida esta historia logró tener un equipo de artistas que realmente cuidan a los personajes y las tramas y se preocupan por brindar un producto digno que puede ser entretenido y a la vez emocionante. A diferencia de otras continuaciones producidas por Dreamworks, Kung Fu Panda 2 tiene un muy buen argumento que se encarga de desarrollar las relaciones de los personajes que conocimos en el film original, al mismo tiempo que brinda una muy buena aventura. Una historia que claramente evoca a través de un dibujo animado, protagonizado por animales, los clásicos filmes de los hermanos Shaw de la década del ´60 sobre guerreros desterrados que caían en desgracia y buscaban venganza y el héroe que emprendía su viaje de auto descubrimiento para lidiar con sus problemas personales. El memorable clásico de culto de los estudios Shaw, Five Deadly Venoms, de 1978, por ejemplo, es un caso contundente de esto que menciono. Un film, que por cierto, tuvo una tremenda influencia en estas dos películas del panda. Lo cierto es que si el guión de este estreno lo desarrollaban por la vía live action con actores y personajes humanos obtenían como resultado una gran película clásica de artes marciales. Es importante destacar esto porque Kung Fu Panda por los mensajes que tiene su historia y la manera en que trabaja las filosofías orientales está por arriba de los estrenos hollywoodenses que llegaron a la cartelera en los últimos tiempos. El trabajo de la animación es impresionante y sorprende por los detalles y precisión que tienen los personajes cuando entran en combate. Hay escenas de peleas donde no parece que uno esté viendo un dibujo animado por la manera en que se retrataron los distintos estilos de lucha. Todo el arte de los escenarios donde transcurre la trama también es hermoso. Por otra parte, no debería sorprender que la película tenga este nivel teniendo en cuenta que en esta secuela la dirección estuvo a cargo de Jennifer Yu, una de las realizadoras que se destacaron en la soberbia serie animada de Spawn, de fines de los ´90. Si a esto se suma que artistas grosos como Guillermo Del Toro y Charlie Kaufman (¿Quieres ser John Malcovich), que fue supervisor del guión, son parte de la producción, es fácil llegar a la conclusión que las historias de Po tienen un cuidado especial y se nota en el cine. Muy especialmente si te gustó la primera, esta no hay que dejarla pasar.
Vanessa Paradis es una artista francesa muy completa que es más reconocida en Europa por sus trabajos en la música que en el cine, pese a que hizo muy buenas películas. En América es más famosa por ser la pareja de Johnny Depp que por sus discos y filmes. La última película de ella que llegó a los cines argentinos fue La chica del puente, en 1999, una gran y loca historia de amor del director Patrice Leconte, que protagonizó junto a Daniel Auteuil. En este caso se destaca en una entretenida comedia de enredos que seguramente a más de uno le va a traer al recuerdo otros títulos hollywoodenses como Los rompebodas (Vince Vaughn) y Las seductoras (Sigourney Weaver) que también tenían que ver con sátrapas que interferían en parejas ajenas. De hecho esta última película mencionada comparte el título original, Heartbreakers (Rompecorazones), con este estreno. Dentro de las cosas que llegaron a la cartelera, en lo que se refiere a la comedias románticas, esta propuesta dentro de todo es una muy buena opción. La narración de la historia es entretenida y tiene varios momentos graciosos que están muy bien llevados por los dos protagonistas. Rompecorazones está más en sintonía con las viejas comedias románticas hollywoodenses de los años ´60 que por el cine francés. La dirección corrió por cuenta de Pascal Chaumeil, otro discípulo de Luc Besson que se lanzó a dirigir películas luego de trabajar como asistente del famoso cineasta en filmes como El perfecto asesino, El quinto elemento y Juana de Arco. Actualmente se encuentra en producción la remake norteamericana de Rompecorazones por lo que es una buena oportunidad para ver la original con la bella chica de los dientes separados
Blue Valentine es una película que los amantes de las historias depresivas seguramente coleccionarán en dvd junto con la filmografía completa de Alejandro Gonzáles Iñárritu. Esta producción cuyo título evoca un maravilloso y brillante disco de Tom Waits se dedica a examinar con mucho realismo el nacimiento y decadencia de un matrimonio. Una propuesta que tiene varios puntos en común con Sólo un sueño, el film de Sam Mendes con Leonardo Di Caprio y Kate Winslet, que también trabajaba los altos y bajos de la relación de una pareja joven en los años ´50. Blue Valentine es menos melodramática, aunque más directa y brutal a la hora de narrar los esfuerzos que hacen los protagonistas para sostener una relación bastante complicada que poco tiene que ver con las historias de amor que suele brindar el cine norteamericano. La trama desarrolla a través de una narración no lineal varias etapas de la relación de los protagonistas a lo largo del tiempo y muestra como sus sentimientos van cambiando a medida que ellos transitan distintos momentos de su vida. Se trata de un film triste y desgarrador por momentos que llega a tocar las emociones del espectador por las tremendas actuaciones de los dos protagonistas. La película sobresale principalmente por los trabajos de Michelle Williams y Ryan Gosling, quienes brindaron sus mejores interpretaciones en el cine hasta la fecha. Cuesta entender después de ver este film que Gosling haya quedado afuera en las nominaciones al Oscar, cuando su labor en esta producción con el tiempo va a ser mucho más recordada que la actuación de Jesse Eisenberg en Red social. Una buena recomendación para quienes busquen un drama maduro y emocional que no se va a borrar de la mente a los cinco minutos de haber salido del cine.
X-Men: Primera Generación no sólo es otra gran producción de los estudios Marvel, sino que además es un gran debut para esta nueva trilogía que se enfoca en las historias previas a los eventos del primer film de Bryan Singer. Esta película se desarrolló a partir del éxito inesperado que resultó para la editorial Marvel el cómic X-Men: First Class, una miniserie publicada entre el 2006 y el 2007 que se convirtió en best seller y tuvo excelentes críticas. La historieta expandía las primeras aventuras del grupo con la formación original que creó Stan Lee en los años ´60, integrada por El profesor X, Cíclope, Iceman, Jean Grey y Bestia . A raíz del interés que despertó esta serie los estudios Marvel decidieron llevar este concepto al cine. La película tomó la premisa del cómic (además del título) para adaptarlo a la saga cinematográfica que inició Singer y concluyó el director Brett Ratnner. En este caso trabajaron con muchos personajes nuevos que no habían aparecido en los filmes anteriores. Algunos clásicos como Moira Mactaggert (Rose Byrne), Banshee y Havok y otros más recientes creados en los últimos años como Angel Salvadore (Zoe Kravitz) y Azazel (padre de Nightcrawler, interpretado en X-Men 2 por Alan Cumming). Esta era una película complicada porque los mutantes ya contaban con el desgaste de la trilogía inicial, más la reciente “aventura solista” de Wolverine que también fue una precuela. Pese a todo, el director Matthew Vaughn se las ingenió para brindar un film entretenido que casi dura lo mismo que el bodrio de Piratas 4 pero en este caso la experiencia en el cine es mucho más gratificante. Resultó un acierto narrar la trama en Plena Guerra Fría y desarrollar la amistad que tenían el profesor Charles Xavier con Magneto antes que tomaran caminos opuestos en la vida. La película de alguna manera retoma el espíritu de los trabajos de Bryan Singer que tenían mucha acción, pero también se enfocaban en las emociones e historia de los personajes, que en definitiva siempre fue una de las claves por las que X-Men se convirtió en un clásico emblemático de la historieta norteamericana. James McAvoy y Michael Fassbender (Magneto) se lucen en los roles principales junto con un excelente Kevin Bacon, quien brinda una gran interpretación como el villano Sebastian Shaw. El personaje tiene muy poco que ver con el de la historieta, pero lo usaron muy bien en la película. Salvo por el error geográfico relacionado con Argentina en una parte de la historia, que es gracioso por lo ridículo y Chandler, ya destacó en otra nota, X-Men: Primera generación es una muy buena película que no defrauda a quienes se hayan enganchado con los mutantes en el cine.
Equipo ganador no se toca. Parecería que ese fue el concepto con el que el director Todd Phillips desarrolló la secuela de esa gran comedia que fue ¿Qué pasó ayer? Aquel film sorprendió hace dos años por ser una propuesta que levantó la apuesta en materia de humor al tratar situaciones que por lo general no se ven en el cine norteamericano. Era una película un poco más zarpada frente a lo que ofrece Hollywood en ese género. La original funcionó muy bien por el guión que tenía y la química que se formó entre los actores. Esta segunda parte si bien tiene sus momentos zarpados y situaciones graciosas que te hacen reír deja una sensación de decepción porque los realizadores se limitaron a presentar exactamente una réplica del film anterior con la particularidad que cambiaron el escenario. En lugar de Las Vegas ahora todo transcurre en Bangkok. En consecuencia, es como que se perdió la magia porque la historia no te sorprende ni te mantiene intrigado por la historia, porque ya sabés como va a terminar. Tanto el disparador del conflicto, como su conclusión es igual a la película anterior entonces la secuela perdió su gracia. Hay escenas divertidas e inclusive una persecución automovilística muy bien filmada, pero a larga es más de lo mismo. Una pena la ausencia de Heather Graham, quien estuvo muy bien en la primera parte. ¿Qué paso ayer? Parte 2 no es una mala película y te entretenés un rato, pero más que una continuación parece una remake. La versión de Las Vegas fue más divertida.
El cine de terror volvió a la cartelera! No tengo problemas en afirmar que La noche del demonio es la gran película de horror de este 2011. Bienvenido sea si la superan porque entonces tendremos un año magnífico, pero creo que no va a ser tan fácil. El creador de Saw volvió al género con el mejor trabajo de su carrera, que en lo personal me hizo vivir una experiencia que no voy a olvidar en mucho tiempo. Se podría decir que La noche del demonio es como Actividad Paranormal, pero bien hecha. En este caso el director Wan no te hace perder una hora al pedo en el cine con escenas tontas e intrascendentes hasta que al final se manifiesta el peligro. Desde el primer minuto, con esa soberbia y magistral secuencia de créditos iniciales, el cineasta te mete en el clima de la trama por completo, como si te diera la bienvenida al cine de terror después de mucho tiempo. La película combina a la perfección las historias de casas embrujadas con posesiones demoníacas a través de una propuesta que sobresale por las atmósferas aterradoras que creó el director con su narración. El guión no es una obra maestra, pero esta propuesta en particular no se destaca por su argumento, sino por la manera en que te cuentan el relato. Es cierto que se hicieron miles de historias como esta en el cine, pero La noche del demonio sobresale por el ingenio con el que cautiva al espectador en el film a través de una trama clásica que logra asustarte en serio. Lo que hizo este muchacho con un presupuesto de apenas 800 mil dólares es soberbio. En este caso volvió a trabajar con el guionista y actor Leigh Warnell, con quien creó El juego del miedo, para ofrecer un trabajo diferente. La noche del demonio no es una película sangrienta y ultraviolenta. El que espere ver un film descerebrado a pura violencia extrema como El juego del terror (The collector) o Escupiré sobre tu tumba, glorificados por los autodenominados “verdaderos fans del terror” tal vez salga decepcionado. La noche del demonio se destaca por la sugestión que genera en el espectador, gracias a un excelente trabajo en la dirección, diseño de producción, un buen grupo de actores y la tremenda música de Joseph Bishara. Es un film que está muy en sintonía con clásicos setentosos como Posesión diabólica, con Bette Davis y Olive Reed. Con pocos recursos los realizadores de esta historia lograron hacer un film intenso que te mantiene enganchado hasta el final. Este trabajo consolida claramente a James Wan como uno de los mejores cineastas que trabajan en Hollywood el género de terror. Su nueva obra es una de las mejores producciones de este estilo que se hicieron en Estados Unidos en estos últimos años junto con Arrástrame al infierno, de Sam Raimi y Trick ´r Treat, de Michael Dougherty. No hay que dejarla pasar en el cine.
Acá tenemos la cara opuesta de Rápido y Furioso 5. En esa serie con Vin Diesel este año los realizadores sorprendieron con una soberbia quinta entrega que superó en materia de acción a los episodios anteriores y resultó una fiesta en las pantallas IMAX. La causa de esto es que en cada film de la saga los productores se calentaron en buscarle alguna vuelta para ofrecerle algo distinto a los seguidores de esa historia. Desde juntar a todos los actores en una misma aventura a cambiar los escenarios y levantar la apuesta en la realización de las persecuciones. Podrá ser cutre y todo lo que quieras pero por lo menos te divertís! Con Piratas del Caribe 4 sucede exactamente lo contrario. Es un film tedioso donde tiraron todo el peso de la película en los hombros de Johnny Depp, quien en las próximas Olimpíadas debería integrar la selección de remo de Estados Unidos. Que una historia de piratas genere aburrimiento es imperdonable. El cisne negro, con Tyrone Power, de 1942, la mirás hoy y es un millón de veces más entretenida que esto. A favor se puede destacar que los guionistas presentaron una trama mucho más clara y definida que las secuelas anteriores. También eliminaron en gran cantidad todos esos elementos fantásticos que hicieron de esta historia un cambalache a nivel argumental. En ese sentido, la película retoma por momentos el espíritu del film original (por lejos el mejor) donde tenías fantasía, pero no se zarpaban con escenas grotescas como en los capítulos posteriores. El gran problema de Piratas 4 y lo peor del film es la lamentable dirección de Rob Marshall (Chicago), quien cobró su cheque y filmó la película sin ganas, como si sólo se hubiese limitado a dirigir las escenas que estaban en el guión, sin importarle que ofreciera un producto frío y carente de emoción. Por la historia que cuentan es una bestialidad que este estreno dure 135 minutos y eso que es la más corta de la saga. En este punto es donde sobresale la ineptitud del director para hacer un film de aventuras. Arranca bien con la presentación del Capitán Sparrow, pero la diversión enseguida se desvanece cuando el personaje se ve envuelto en situaciones que se repiten una y otra vez con los numerosos escapes del protagonista. Ni siquiera las secuencias de acción son atractivas. El trabajo de Johnny Depp, de todos modos, es destacable porque es muy difícil repetir el mismo personaje en cuatro películas. Pese a que Sparrow ya no genera sorpresa, con su interpretación logró hacer divertidas un par de escenas. La presencia de Penélope Cruz tampoco logró darle una renovación a la serie, algo que necesitaba luego del desgaste que tiene los personajes después de tres largas historias. Los piratas dieron todo lo que tenían y ya no se los puede explotar más, al menos con la dirección que le dieron a este film. Es hora que Jerry Bruckheimer salga de su letargo y ofrezca un entretenimiento nuevo y fresco. Sparrow aburrió, prefiero seguirlo a Dominic Torreto.
Esta película recrea en el cine un gran escándalo mediático que ocurrió hace unos años, durante la administración de George Bush, cuando la Casa Blanca reveló la identidad secreta de una agente de la CIA, para restarle credibilidad a los artículos que escribió el marido de la mujer, donde aseguraba que las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Sadan Hussein era una mentira creada por ese gobierno para invadir Irak. El film narra cómo el matrimonio se enfrentó a los medios de comunicación y operaciones políticas para denunciar la corrupción del sistema político de su país. La historia es muy interesante pero como propuesta cinematográfica no termina de convencer. Poder que mata se vendía como un thriller político y la verdad que el suspenso acá brilla por su ausencia. El director Doug Liman, responsable de Identidad desconocida y Sr. y Sra Smith, se limita a narrar cronológicamente los hechos que vivieron los protagonistas pero nunca llega a crear tensión con el conflicto ni con la relación entre los personajes. Sería una falta de respeto catalogar a este film como thriller político si recordamos lo que hizo Alan Pakula con Todos los hombres del Presidente, sobre el famoso caso Watergate, donde pese a que uno ya sabía como iba a terminar la historia, la película era apasionante. Otra producción que conseguía lo mismo es El informante de Michael Mann. No es el caso de Poder que mata que termina por aburrir pese a sus buenas intenciones de denuncia. Sean Penn y Naomi Watts, volvieron a reunirse en este proyecto luego de esa tertulia depresiva que fue 21 gramos, con interpretaciones sobrias que no alcanzan para engancharte con la historia. Mucho diálogo e información técnica para un film con un enfoque narrativo que nunca logra cautivarte, pese a que el tema que trabaja es interesante.
Que la cosa funcione es una historia que Woody Allen escribió a comienzos de los años ´70 pero nunca llegó a filmar. Hace unos años decidió revisarla otra vez y finalmente concretó este viejo proyecto que marca su regreso a Nueva York, luego de filmar sus últimas cuatro películas en Europa. En esta ocasión el director eligió al comediante Larry David, como su alter ego, para interpretar a un científico pesimista que prácticamente odia a la raza humana. David además de haber sido uno de los creadores de Seinfeld, fue la principal influencia en esa serie del personaje de George Constanza, interpretado por Jason Alexander, que por momentos esta película trae al recuerdo. Su personaje, Boris Yellnikoff, es un ser absolutamente desagradable e insoportable, que vive quejándose de todo, como él mismo lo reconoce en ese excelente monólogo inicial, donde David le habla a los espectadores al mejor estilo Alfie. Un recurso que Allen ya había utilizado en Annie Hall y que probablemente es la escena más graciosa de este estreno. Comparado con los trabajos recientes que hizo el cineasta como Match Point y El sueño de Cassandra, Que la cosa funcione es un film menor y olvidable, donde Woody acudió una vez más a su clásico personaje neurótico, esta vez interpretado por otro actor, para reciclar temáticas y situaciones que ya vimos en filmes anteriores de él, con las particularidad que en esta ocasión los chistes son realmente malos. Lo más rescatable del film es el trabajo que presentan Patricia Clarkson y Evan Rachell Wood, quienes son las que más se destacan en el elenco con muy buenas interpretaciones y logran sacarte una sonrisa en un par de escenas. Larry David repite la misma clase de personaje detestables por la que se hizo conocido con Seinfeld y la serie de HBO, Curb Your Enthusiasm. La película no es mala, pero la historia de Allen es pobre. En un artista que cuenta con el récord de nominaciones al Oscar por mejor guión (14 exactamente) cuando la trama no es buena las falencias sobresalen con mayor fuerza. Sólo para fans acérrimos de Allen.
Michael Connelly es uno de los autores más exitosos que surgieron en el género policial en los últimos 20 años. Su serie de novelas con el policía Harry Bosch se convirtieron en best seller internacionales que fueron traducidos a 35 idiomas. Como suele ocurrir con muchos escritores que producen libros en masa, su trabajo después de un tiempo se volvió (al menos en mi opinión) sumamente repetitivo y el personaje de Bosch es como que terminó por cansar un poco. En el 2005 Connelly le dio un giro a su carrera con la novela “Culpable o inocente (The Lincoln Lawyer” , con la que brindó un trabajo totalmente distinto a lo que venía haciendo hasta ese momento. La historia estaba protagonizada por un nuevo personaje, el abogado Michael Haller, hermanastro de Harry Bosch, y brindó una excelente trama de suspenso relacionada con los conflictos judiciales. Una historia en la línea de los trabajos que suele escribir John Grisham. La película que se estrena esta semana es una brillante adaptación del trabajo de Connelly que no va a defraudar a nadie que le gusten los thrillers con temáticas judiciales. Parecería que los abogados son los personajes perfectos para Matthew McConaughey. En 1996 impulsó su carrera en Hollywood con su trabajo en Tiempo para matar, gran historia de Grisham, y ahora vuelve a presentar su mejor interpretación que brindó en los últimos años. El actor capturó a la perfección al abogado Michael Haller y la verdad que está excelente en toda la película. Connelly debe estar contento con lo que hicieron en este film porque trasladaron su novela con muchísima fidelidad. La película al igual que el libro te mantiene interesado por los constantes giros que presenta la trama y por el personaje de Haller que es atractivo por sus atípicos métodos de trabajo. El guión está muy bien construido y hubo un gran trabajo de los personajes secundarios a cargo de Marisa Tomei, Josh Lucas, Ryan Phillippe y William H. Macy. Cualpable o inocente no es una obra maestra del cine, pero sí una gran propuesta de suspenso para quienes deseen ver una película entretenida y bien hecha. Hay dos libros más con este personaje que tranquilamente podrían ser llevados al cine. Para quienes disfrutaron de este film recomiendo que consigan la novela “El Veredicto”, que continúa los hechos de esta historia y reúne a Michael Haller con el policía Harry Bosch. Otro gran laburo de Connelly.