La villana es un caso contundente del esnobismo que suele reinar en la crítica de cine y en especial en festivales internacionales como el de Cannes. Que una producción de medio pelo como esta haya sido ovacionada este año en Francia es un delirio incomprensible. Si bien no es para nada una mala película no tiene nada de especial para que despierte semejante reacción. En las últimas décadas el cine coreano brindó auténticas joyas dentro del género policial y de acción, pero La villana no representa el mejor esfuerzo de la producción asiática. La gran debilidad y desventaja de esta obra del director Byung-gil Jung (quien ofreció una propuesta superior en Confession of Murder) es que se trata de una película contaminada por la influencia del cine occidental. La historia roba numerosos elementos de propuestas populares como Kill Bill, de Quentin Tarantino, la infaltable Nikita de Luc Besson, y hasta The Raid, de Gareth Evans, algo que le quita originalidad y sobre todo personalidad a esta historia. Esos personajes complejos y giros sorpresivos en los conflictos que son habituales de encontrar en el cine coreano acá brillan por su ausencia, ya que se refrita un concepto argumental que vimos millones de veces. No hay ningún lugar para la sorpresa y todo se desarrolla de un modo muy previsible con una historia que llega a las dos horas de manera innecesaria. Lo mejor pasa por la elaboración de las secuencias de acción que son muy buenas y contribuyen a que el trillado argumento sobre asesinas implacables sea más llevadero. El director abre el film con un gran plano secuencia filmado desde el punto de vista de la protagonista (a lo Hardcore Henry) que es extraordinario. Sin embargo, tras la presentación del personaje principal el atractivo de La villana enseguida se desvanece por completo. Como propuesta de acción se deja ver pero las reseñas que tuvo en la crítica fueron muy exageradas. Sin ir más lejos este año el cine norteamericano ofreció películas como John Wick 2, Drive Baby y Atomíca que son completamente superiores a esta producción coreana dentro del género de acción. Los amantes de las producciones asiáticas podrán disfrutarla pero no deja de ser un proyecto menor de un país que suele brindar obras de mayor nivel.
Halle Berry vuelve a tropezar con la misma piedra en otro thriller fallido relacionado con secuestros, como ocurrió hace unos años en 911: línea de emergencia. Que una actriz de su envergadura hoy trabaje en películas clase B de televisión es un retrato de todo lo que funciona mal en Hollywood. Desaparecido es peor que 911, film que tenía un primer acto bastante sólido hasta que luego lo arruinaban con situaciones exageradas. En esta propuesta la dirección corrió por cuenta del español Luis Prieto, quien no tenía ninguna experiencia en el género de acción y ofrece un trabajo desapasionado donde abundan las escenas ridículas. El film puede despertar unas cuantas carcajadas por la estupidez de su contenido, salvo que hayas desperdiciado una entrada de cine en este fiasco. En ese caso no te va a causar tanta gracia. Halle Berry interpreta a una camarera que lleva una vida normal hasta que su hijo es secuestrado por un par de criminales. A partir de ese momento su personaje, que era una mujer corriente, se transforma de la nada en la heredera de Frank Martin, de la saga El transportador. Con una minivan que la protagonista seguramente le compró a Dom Toretto (Vin Diesel en Rápido y Furioso), de otro modo no se explica su mega velocidad, la protagonista persigue a los villanos que se mueven en un Ford Mustang. Auto ícónico del cine que alguna vez brilló en filmes como Bullit y 60 segundos. Sin embargo la minivan de Halle siempre está a la par de los secuestradores y en el camino genera un montón de destrozos en la autopista sin que la policía se inmute. Las secuencias de acción son aburridas, especialmente las persecuciones interminables, y el conflicto es tan pobre que arruina el misterio que podía haber tenido el concepto de la historia. Ni siquiera la presencia de Berry levanta esta propuesta, ya que está a cargo de un personaje que no le da ninguna posibilidad para destacarse. Secuestrado es una película mala que no tiene ningún tipo de respeto por el género y toma a los espectadores por tontos con un argumento mediocre. No vale la pena desperdiciar una entrada al cine en una película clase B de televisión cuando podés ver otras propuestas más estimulantes.
En su nuevo trabajo como director George Clooney presenta una vieja historia que los hermanos Coen concibieron en el comienzo de sus carreras, a mediados de los años ´80. Suburbicon además de contar con un guión de los realizadores de Fargo reunió un muy buen elenco con figuras talentosas como Matt Damon, Julianne Moore y Oscar Isaac, más la producción de Joel Silver (Arma mortal, Matrix). Pese a todo, el film resultó bastante decepcionante y no está a la altura de lo que prometía semejante equipo artístico. La película tiene una profunda crisis de identidad donde nunca termina de quedar en claro la clase de conflicto que deseaba narrar Clooney. Por momentos es un misterio con crímenes y mafiosos, también se desenvuelve por el terreno de la sátira del sueño americano y hasta incluye un comentario social. A diferencia de la película que venden los trailers, el director utilizó la trama de Suburbicon para establecer una conexión entre los conflictos raciales de los años ´50 y el problema que se vive en la actualidad con el mismo tema en los Estados Unidos. Clooney y su socio, el guionista Grant Heslow, adicionaron a la historia de los Coen la presencia de una familia negra que altera la rutina de un barrio habitado por gente blanca, con el único propósito de propagar un burdo mensaje de corrección política. La película nunca explora estos temas en profundidad y todo lo que tiene para expresar el director sobre el racismo se resume en que todos los blancos son parásitos nefastos de la sociedad norteamericana. Este elemento de la historia se ve completamente forzado y no termina de funcionar porque no tiene ningún propósito dentro del conflicto central que lidera el personaje de Matt Damon. Por momentos queda la sensación que el director desarrolla tres líneas argumentales diferentes que no tienen ninguna relación entre sí. Suburbicon consigue ser un poco más llevadera cuando se encamina por el terreno del misterio y el absurdo con la trama que se promocionaba en los avances. Lamentablemente el foco de la historia se pierde de manera reiterada en otras temáticas que se combinan de un modo desprolijo y el film no termina de convencer. Si lees la sinopsis de esta producción y luego mirás el trailer la propuesta parece muy atractiva, el problema es que esa no es la película que después encontrás en el cine. En su faceta como realizador Clooney ofreció en el pasado películas interesantes como Buenas noches y buena suerte y Secretos de estado. Suburbicon no quedará en el recuerdo entre sus mejores obras y es un film aburrido que se olvida con facilidad.
La Liga de la Justicia consolida el renacimiento cinematográfico de la compañía DC en el cine, que meses atrás se inició con Wonder Woman. En esta producción hubo un enorme esfuerzo de los realizadores por corregir el tono de la historia y todos esos elementos que se le habían objetado a Batman Vs. Superman. El resultado es una celebración del género que nos permite disfrutar a estos legendarios personajes desde la vereda del sol. Atrás quedaron los conflictos deprimentes y simbolismos teológicos para brindar una propuesta de fantasía y aventuras que se acerca más a su fuente original e inclusive evoca el espíritu que tuvo la Liga en las series animadas de Bruce Timm. De hecho, durante varios momentos del este film sentí que estaba viendo un capítulo extendido de Justice League: Unlimited y valoro el hecho que los realizadores no tuvieran reparos en mimar un poquito a los lectores de cómics. El director Zack Snyder, con la colaboración de Joss Wedon, en este caso presenta una película que retrata con más fidelidad los valores esenciales de cada personaje y hay momentos muy emocionantes. En mi reseña deBatman vs. Superman había mencionado que el problema con el Hombre de Acero no era Henry Cavill, sino el enfoque que le daba Snyder al superhéroe. Algo que se termina por confirmar en esta película. Cuando Snyder permite que Superman se comporte como Superman, en lugar de presentarlo como un emo torturado e inseguro, la magia del kriptoniano renace otra vez. En la Liga finalmente podemos ver a Cavill divertirse más con el personaje, quien asume el rol de liderazgo que le corresponde en esta franquicia con algunas escenas fabulosas. Lo mismo ocurre con Batman, donde Ben Affleck se consolida con la encarnación más comiquera del cine. Ese perfil de sociópata sanguinario, que estaba más cerca del Punisher que del justiciero de Gotham, quedó erradicado y su personalidad evoca al Bruce Wayne de la historieta. Wonder Womanpor su parte toma más protagonismo de lo esperado en la historia y si bienGal Gadot brinda otra gran interpretación se percibe un leve cambio en el retrato de la heroína. Si Patty Jenkins hubiera estado a cargo de esta producción dudo mucho que su cámara enfocara en primer plano el trasero de la actriz como lo hace Snyder en este film. Algo que me dio gracia porque esto sucede también en los cómics según el artista que ilustra a la princesa amazona. Entre las nuevas incorporaciones, Jason Momoa la rompe con un extraordinario Aquaman que está en perfecta sintonía con el presente excepcional que vive el personaje en la historieta. En este punto se nota una gran influencia de Geoff Johns, guionista estrella de DC, quien se desempeña como director creativo de Warner Bros en esta franquicia. Lo que ocurre con la Liga es que a diferencia de las recientes producciones de Marvel, uno se sienta a ver la película y reconoce la esencia pura de estos superhéroes. La mano de Johns se nota mucho en este tema y por eso la experiencia logra ser tan amena. Cyborgtuvo el mismo tratamiento y el actor Ray Fisher logra una fiel representación de su papel, que captura la personalidad del héroe en el cómic de los Titanes escrito por George Pérez. La Liga le queda grande al personaje pero al menos es funcional al grupo y la verdad que no molesta. No puedo decir lo mismo de Flash que en mi opinión es lo más decepcionante de la película. Es difícil comprender por qué convirtieron a Barry Allen en Peter Parker cuando Aquaman y Cyborg mantuvieron sus personalidades originales. Ezra Millercompone un Flash inocente e inseguro, víctima del "Síndrome Richie de It", donde no para de hacer chistes en toda la maldita película. Las encarnaciones del personaje que se vieron en la televisión hasta la fecha son completamente superiores y por ese motivo el enfoque del héroe en este caso hace ruido. El tema con Miller es que cuando deja de hacerse el gracioso y entra en acción tiene momentos formidables. Su personaje se llama Barry Allen pero en realidad es el Wally West de la serie animada Justice League: Unlimited. Otro elemento donde se nota la influencia de Bruce Timm. Aclaro que a Flash no lo detesté para nada como al Thor idiota de Chris Hemsworth, pero es el personaje nuevo que menos me entusiasmó. Simplemente me hubiera gustado ver al Barry Allen original, eso es todo. Joss Whedon y la música de Danny Elfman. Aunque la Liga es una película de Zack Snyder la intervención de Whedon se percibe especialmente en tratamiento del humor y los diálogos. Algunos chistes funcionan mejores que otros (por lo general los malos son los de Flash) pero hay un balance impecable en esta cuestión y el film nunca entra en el terreno de la comedia. Toda la interacción entre los héroes está muy bien trabajada y el director de los Vengadores contribuyó a equilibrar esa oscuridad y pesimismo que tenían previamente los trabajos del director. En lo referido a los aspectos más técnicos está es una obra de Snyder donde sorprende con algunas escenas impactantes. La invasión de Steppenwolf a la isla Themyscira y el combate con las amazonas se destaca entre las mejores secuencias de acción que vi este año en el cine. Finalmente podemos ver a la reina Hipólita (excelente Connie Nielsen) en un rol destacado y lo mismo ocurre con la breve escena en Atlantis donde Amber Heard presenta una impecable caracterización de Meray nos deja entusiasmados para ver más de ella en la película de Aquaman. El impacto de ver a todos estos personajes juntos logra ser emocionante y creo que en esto jugó un papel importante la música de Danny Elfman. Su banda sonora potencia ese sello comiquero que tiene el film de un modo especial. Si no te emocionás cuando suenan las melodías de la película de Batman de Tim Burton y del Superman de Richard Donner esta temática no es lo tuyo. Son momentos sutiles pero muy poderosos por la carga emocional que acarrean. Especialmente después de la decepción que había sido Batman vs. Superman. Debilidades y objeciones de la Liga de la Justicia. Si bien el entretenimiento que ofrece la película de Snyder es contundente, el film está lejos de ser perfecto y tiene algunas fallas que sería ridículo ignorar. Un gran problema que afecta a la Liga es que la trama se desarrolla de un modo muy acelerado y apenas le da respiro a los nuevos personajes para que puedan presentarse con mayor solidez. Muy especialmente en el primer acto, antes que se forme la agrupación, se nota que este film fue masacrado en la edición. Ezra Miller confirmó hace unos días en una entrevista que Snyder había filmado una escena donde Barry exploraba su conexión con la fuerza sobrenatural que le otorgaba los poderes al personaje y quedó afuera de la película. Es decir que el director exploró mejor a los nuevos superhéroes pero la decisión de Warner en presentar un film que no superara las dos horas afectó bastante su narración. El conflicto central también se resuelve muy rápido y la gran amenaza del villano termina siendo intrascendente. La Liga tampoco pudo escaparle al gran talón de Aquiles que tiene el género en el tratamiento de los antagonistas. Al igual que ocurre con los filmes de Marvely otras propuestas de DC, el malvado Steppenwolf si bien es funcional a la historia no tiene una presencia relevante y su papel es olvidable. El tema es que la película tenía que enfocarse en la reunión de los héroes, la presentación de los nuevos personajes y la resolución de la muerte de Superman en apenas dos horas. Se hace imposible con esa limitación de tiempo que encima el villano tenga un mayor desarrollo. Demos gracias que al menos Steppenwolf no tiene monólogos de stand-up. Por otra parte, como ocurrió con todas las superproducciones de este año, con excepción de El planeta de los simios, la calidad de los efectos digitales es bastante irregular y hay varias escenas que no quedaron muy bien y se ven artificiales. Snyder se maneja bien con la acción en pequeña escala en las escenas que retrata peleas con los superhéroes, pero cuando las batallas adquieren una mayor dimensión, la calidad del CGI atenta bastante contra su obra. La Liga no es perfecta y se le puede objetar también algunas cuestiones argumentales, pero con todas sus fallas es una película que tiene el corazón en el lugar indicado y no puedo dejar eso de lado. Después de ese exponente infumable de idiotez que fue Thor: Ragnarok, con esta producción me permito tener ciertas indulgencias por el cariño con el que aborda los personajes y el tremendo entretenimiento que brinda. Hay un montón de cosas para mejorar pero la franquicia está bien encaminada y te deja con ganas de ver más. Recomiendo quedarse hasta el final de los créditos finales ya que hay dos escenas adicionales. Sin revelar detalles puedo mencionar que en la primera incluyeron un lindo homenaje comiquero que robará varias sonrisas y la otra se concentra en hechos que se desarrollarán en el futuro. Si son seguidores de estos personajes en los cómics no vayan a buscar la película perfecta. Déjense llevar por esta reunión histórica de superhéroes que durante muchos años fue un sueño inalcanzable. Ahora que se concretó hay que disfrutarla en una pantalla de cine con todas sus virtudes y debilidades por lo que realmente es; una celebración cinematográfica de todo lo que amamos en el mundo DC.
De todas las adaptaciones que se hicieron en el cine sobre la obra de Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express (1974), de Sidney Lumet, fue la única que logró complacer a la denominada “reina del crimen”. Tras varias producciones fallidas, que en muchos casos distorsionaron los argumentos de la artista inglesa, el director de 12 hombres en pugna le hizo justicia al detective Hércules Poirot con uno de los repartos más espectaculares que se reunieron en los años ´70. El suceso de esa película luego estableció en Hollywood la tradición de desarrollar estas adaptaciones con elencos integrados por figuras populares de primer nivel. En la remake de este clásico, Kenneth Branagh ofrece un film correcto pese a que el reparto no logra estar a la altura del trabajo que hicieron Sean Connery, Vanessa Redgrave, Anthony Perkins y Lauren Bacall con los mismos personajes. Si bien la nueva versión cuenta con varias figuras talentosas, el enfoque que le dio Branagh a la dirección impidió que los actores pudieran sobresalir en su roles y eso resultó decepcionante, ya que se esperaba más de los artistas reunidos. Se trata de un film que te deja con sentimientos encontrados. Tiene adiciones muy buenas con guiños a la obra de Christie, que los fans de la autora apreciarán, pero también hay elementos que no terminan de cerrar demasiado. Voy a destacar primero lo positivo. En lo referido a los aspectos visuales Kenneth Brannagh vuelve a ofrecer otra producción formidable, donde sobresale la impecable puesta en escena que retrata el período histórico en el que transcurre la historia. De un modo similar a lo que hizo Sidney Lumet en la versión del ´74, el realizador utiliza la investigación de Poirot con el objetivo de rendirle homenaje al viejo cine de la era dorada de Hollywood. Un enfoque que explica su decisión de filmar esta película en el viejo formato de 65 milímetros, que hoy es una rareza de encontrar en las salas de cine. Algo que el director no había implementado desde esa obra maestra de su filmografía que fue Hamlet, en 1996. Branagh reviste a su nueva producción con esta impronta retro y el espectáculo visual que ofrece resulta extraordinario. Asesinato en el Orient Express tiene un comienzo formidable donde se presenta con mucha fuerza al protagonista, en una secuencia que expande un caso del famoso detective que se mencionaba brevemente en la novela original. Muchos críticos ingleses objetaron que Brannagh, quien además interpreta el rol principal, no tiene las características físicas que la autora le había dado al personaje. Si bien esto es cierto no se puede ignorar tampoco que su versión de Poirot es muy divertida y se compra la simpatía del público desde las primeras escenas. Un detalle muy interesante de esta producción, que no se vio en otras adaptaciones de Agatha Christie, es que el director le dio una mayor humanidad y profundidad al legendario detective. En esta versión podemos ver a Poirot cuestionando sus propias habilidades como investigador y en situaciones más íntimas donde recuerda un viejo amor. Una idea que funciona muy bien y aleja al protagonista de esa frialdad que tuvieron otras encarnaciones del personaje en el cine y la televisión. Lamentablemente esto no se aplicó al resto de reparto que resultó bastante desaprovechado. Salvo por Michelle Pfeiffer quien encarna el mismo rol con el que se lució Lauren Bacall en el pasado, el resto de los actores no tuvieron chances de sobresalir por el modo en que está construida la historia. El director aborda de un modo muy superficial la psicología y misterio de cada sospechoso del asesinato y por ese motivo el giro sorpresivo del final carece del impacto emocional que se pudo apreciar en la película de Sidney Lumet. Si bien los actores están bien en sus roles el film no les da espacio para lucirse. Luego durante el desarrollo del conflicto Brannagh desconcierta con algunas decisiones desafortunadas. Incluye secuencias de acción que se contraponen con la naturaleza de su personaje y por motivos inexplicables destruye por completo la característica principal de este misterio. Una particularidad interesante que tiene el caso del Orient Express en el libro es la claustrofobia que transmite el tren durante la investigación de Poirot. Los pasajeros están varados y el encierro de los vagones contribuye a incrementar la tensión del misterio. Por el contrario, en la película de Brannagh, el detective se la pasa afuera del tren y hasta llega a interrogar a los sospechosos en la nieve. De ese modo el Orient Express que era un personaje más de este relato perdió su gracia por completo. El argumento además incluye referencias a conflictos raciales, para justificar el reparto multicultural que demanda la corrección política de estos días en Hollywood. En esta historia en particular esa adición quedó completamente forzada y no enriquece para nada la trama central que pasa por el misterio policial. La nueva película es impecable en los aspectos técnicos pero le faltó más solidez en el tratamiento del suspenso y el desarrollo de los personajes secundarios a quienes el espectador nunca llega a conocer. Los amantes del misterio de todos modos pasarán un momento ameno con la nueva encarnación de Poirot, pese a que esta producción no será recordada entre las mejores adaptaciones de Agatha Christie. El Dato loco: Penélope Cruz interpreta el mismo personaje que le valió un Oscar a Ingrid Bergman en 1974. Sin embargo, para justificar la ascendencia hispana del rol en esta remake el nombre de Greta Ohlsson lo cambiaron por el de Pilar Estravados. Un nombre que sonará familiar para los fans de Agatha Christie, ya que se trata de un recordado personaje de la novela, Navidades Sangrientas, que se destacó entre los mejores casos de Hércules Poirot.
La familia Monster es una producción independiente de animación de origen alemán que podría haber brindado un film más entretenido con un guión decente. El concepto de una familia que se convierte en los monstruos clásicos del Dark Universe del estudio Universal sin duda abría las puertas a un montón de posibilidades creativas. Lamentablemente en esta producción no supieron aprovechar el concepto y la trama se limita a ofrecer las típicas comedias de enredos que vimos en infinidades de películas de este tipo. Los productores acuden a fórmulas argumentales trilladas, donde el humor se centra principalmente en los chistes escatológicos. Los personajes son aburridos y tampoco consiguen despertar entusiasmo. Esta es la clase de película donde los adultos en el cine miran continuamente la hora en el celular para que el film termine de una vez, mientras los chicos están más interesados en saber si sus padres les comprarán una Cajita Feliz a la salida del cine, más que lo que ocurre frente a la pantalla. En defensa de La familia Monster, que no logra levantar un año muy pobre para los estrenos de animación, es justo destacar que el director Holger Tappe y sus colaboradores hicieron un gran trabajo en los aspectos técnicos. Un film independiente de esta características no cuenta con los presupuesto de las grandes productoras de Hollywood y en los aspectos visuales el trabajo realizado es realmente muy bueno. Todo el diseño de los personajes, los escenarios y la fluidez de la animación es impecable para los recursos que tuvieron disponibles los realizadores. Sin embargo, la falta de un guión más creativo generó que esta producción no despierte ningún entusiasmo por sus personajes. Eso no significa que no pueda ser disfrutada por los más chicos, pero son esa clase de estrenos que se olvidan con facilidad a la salida del cine.
Para tratarse de la octava entrega de una franquicia que había explotado al máximo su historia y personajes en las películas previas, Jigsaw es una adición amena que se disfruta si estás dispuesto a verla con bajas expectativas. No arruina el recuerdo de la serie original, que había tenido su final en Saw 3D, pero tampoco entusiasma lo suficiente como para esperar más continuaciones con el nuevo arco argumental que se presenta en este film. La dirección en esta oportunidad corrió por cuenta de los hermanos Spierig (Vampiros del día), quienes tuvieron la honorable intención de retomar el suspenso establecido por James Wan en la producción original del 2004. El foco del conflicto en este caso se centra en la intriga de la trama y las investigaciones policiales más que en los espectáculos gráficos de violencia extrema. Si la comparamos con lo que fueron los episodios dirigidos por Darren Lynn Bousman (Saw 2, 3 y 4) y Kevin Greutert (episodios 6 y 7), Jigsaw es claramente la más liviana de todas en ese aspecto. Aunque el film contiene escenas de violencia, los directores optaron por evitar el espectáculo gore e inclusive las trampas creadas por el protagonista son menos creativas. Pese a todo, esta adición de El juego del miedo consigue ser entretenida y los hermanos Spierig sostienen el suspenso del relato hasta el final. El problema con Jigsaw es que la excusa que plantea para dar inicio a una nueva línea argumental es muy débil y cuesta imaginar que este film genere más continuaciones. La gran desventaja de la saga es que sin el personaje de John Kramer, interpretado por Tobin Bell, la propuesta no tiene mucho sentido. A Jigsaw no se lo puede reemplazar con una máscara como a Jason Voorhees o Leatherface. Su historia personal y la actuación de Bell, que eran dos ganchos importantes de Saw, ya no se puede estirar más y eso deja a esta propuesta en una posición complicada. De hecho, ya en esta película la participación de Bell, que tiene un rol muy reducido, demanda cierta indulgencia del espectador para remar el concepto del argumento. Por ese motivo resulta complicado imaginar una nueva saga con este relanzamiento que plantea la productora Lions Gate. No obstante, Jigsaw al menos logra ser entretenida y no arruina la memoria de una franquicia que en mi opinión debió haber terminado en el tercer capítulo
La leyenda de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín es tan apasionante que hasta la historia de los traficantes de segunda línea pueden brindar grandes películas. Hace unos años conocimos la biografía de George Jung, el delincuente pionero en introducir en Estados Unidos la droga de Escobar, en esa magnífica película que fue Blow (2001), protagonizada por Johnny Deep. La historia de Barry Seal, que se relaciona con el mismo tema y es mucho más compleja, tiene un condimento especial. A diferencia del caso de George Jung que fue un delincuente de poca monta que luego se convirtió en una persona de confianza de Escobar, Seal era un piloto de líneas aéreas que no tenía antecedentes penales. A los 15 años hizo historia en la aviación norteamericana al convertirse en el piloto más joven en emprender su primer vuelo solitario. Un hombre común y corriente, padre de familia, que sin embargo sentía una profunda insatisfacción con su vida. En la búsqueda de una rutina más emocionante Seal terminó por convertirse en un importante traficante asociado con los narcos de Medellín y posteriormente mercenario de la CIA e informante de la DEA. Una historia tan fascinante como disparatada que el director Doug Liman recrea en el cine con el mejor Tom Cruise de los últimos tiempos. La película no es una biografía rigurosa del caso Seal y la trama incorporó diversas situaciones absurdas para hacer más atractivo el relato. El propio Liman fue muy honesto con esta cuestión y definió su trabajo en la prensa como una "mentira divertida basada en hechos reales". Si bien los realizadores se tomaron varias libertades, la historia de Seal es verídica y los acontecimientos más importantes se recrearon en esta película. Uno de los grandes atractivos de esta producción es que nos permite disfrutar a Tom Cruise en un rol dramático donde tuvo la oportunidad de componer un personaje más complejo. En los últimos años su labor se centró demasiado en los héroes de acción y este proyecto le dio la posibilidad de sobresalir por su actuación más que por su desempeño en escenas de riesgo. Con una narración muy dinámica, que presenta el equilibrio perfecto entre el drama y la comedia, Liman construye una película atrapante donde desarrolla un retrato brutal del mundo del narcotráfico y la hipocresía de los servicios de inteligencia estadounidenses. Algo que me gustó mucho de su labor fue el modo en que incorporó dentro la narración material documental de archivo, con el objetivo de reforzar el contexto político del caso de Barry Seal. Un estilo muy similar a lo que hizo el director brasileño José Padilha en la serie Narcos de Netflix. La manera en que insertó en la trama la famosa presentación de la campaña antidrogas "Just Say No", de Ronald Reagan, es una genialidad absoluta y expone muy bien la superficialidad con la que abordaba este tema el gobierno de Washington. A la hora de trasladar estos hechos en el cine, el guión de Gary Spinelli presenta una estructura tradicional que describe el ascenso y ocaso de un delincuente en el mundo del crimen. Desde Little Caesar (1931) con Edward G. Robinson, pasando por Scarface y más recientemente el Lobo de Wall Street, por citar algunos casos, este tipo de relatos resultan familiares en el cine norteamericano. Sin embargo, el modo en que Liman narra la historia, sumado a un inspirado Tom Cruise, generó que el desgaste de esta temática no sea un impedimento para disfrutar el film. Un proyecto que claramente consolida la dupla conformada por el cineasta y el actor que ya había brindado buenos resultados en Al filo del mañana. A partir de este jueves esta propuesta es una de las mejores opciones que se encuentran disponibles en la cartelera y recomiendo que no la dejen pasar.
El 18 de noviembre de 1983 se estrenó Amityville 3-D (la segunda aparición de Meg Ryan en la pantalla grande) que sería catalogada por la prensa como la peor película de aquel año. Comparado con las cosas horribles que se hacen en estos días dentro del género, la verdad que no era tan terrible y de hecho hoy es un poco más valorada. Lo cierto es que los críticos en su momento la aniquilaron y sentenciaron que era el final de la franquicia de Amityville, ya que las historias con esta casa embrujada no daban para más. 34 años después nos encontramos ante el estreno de la entrega número 18 de la saga, que ya hizo historia al brindar la serie más extensa del cine de horror. En esta oportunidad la película fue producida por el Señor Terror, Jasom Blum, quien actualmente cuenta con el monopolio absoluto del género en los Estados Unidos. Cerca del 80 por ciento de las cosas que se realizan en Hollywood en estos días provienen de la productora Blumhouse, que sólo en el 2017 estrenó 12 películas. Entre ellas, las exitosas Split, Get Out y Happy Death Days. Amityville: El despertar se filmó en el 2014 y hace años que su estreno venía demorado. Esta nueva entrega de la serie ignora todas las producciones previas y funciona como una continuación directa de la película original de 1979. Lamentablemente el film no termina de funcionar y es una pena porque el concepto que abordaba era interesante. Una particularidad de esta propuesta es que incorpora dentro de la trama el fenómeno popular que representa Amityville en el cine. Es decir, en esta historia los protagonistas son conscientes de la existencia de la saga cinematográfica e inclusive en una escena miran la película original del ´79 dentro de la famosa casa. Un concepto interesante que le dio un mayor realismo al relato. El film del director Franck Khalfoun, responsable de la remake de Maniac, ofrece un primer acto muy sólido que se ve beneficiado por las interpretaciones de Bella Thorne y Jennifer Jason Leigh quienes brindan lo mejor de esta producción. La trama juega con un concepto interesante y explora cómo sería la experiencia de mudarse a la célebre casa de Amityville que es famosa por la saga del cine y los hechos oscuros que ocurrieron en el lugar. Un enfoque diferente que no se había abordado en las 17 entregas previas. El misterio que se presenta al comienzo de la historia logra ser atractivo y el relato de Khalfoun está plagado de referencias al film original que inició la franquicia. La película luego decae por completo cuando el foco del conflicto se aleja de la maldición de la casa para centrarse en un trillado caso de posesión demoníaca en uno de los personajes. A partir de ese momento Amityville: El despertar se encamina por la típica fórmula de las producciones de Blumhouse con este tema y la intriga que se había construido al inicio se desvanece por completo. La película se vuelve más trillada y desperdicia el concepto inicial que era interesante. Pese a todo, esta producción al menos contó con un buen reparto de actores y llega a ser más decente que las últimas entregas de la saga.
Más allá de la montaña es una película Hallmark de lujo. Si alguna vez vieron una propuesta romántica de esa compañía habrán notado que todas las historias tienen características muy similares. Por lo general son producciones románticas de bajo presupuesto, protagonizadas por actores desconocidos, que abordan historias de amor sin demasiada profundidad en las temáticas que trabajan. Si bien eso no las convierte necesariamente en películas malas, son propuestas livianas para matar el tiempo en las que el público sabe que no encontrará ninguna complejidad. En este estreno encontramos una típica historia Hallmark con la particularidad que tuvo un mayor presupuesto y a dos artistas de primer nivel en los roles protagónicos. El director palestino Hany Abu-Assad, que hace unos años obtuvo reconocimiento internacional con el film Omar (2013) ofrece una producción de estilo hollywoodense que logra ser entretenida por el trabajo de los protagonistas. La aventura de supervivencia que viven los personajes principales es bastante liviana y nunca se desarrolla en el terreno dramático de Viven. Es decir, el director palestino encara el drama con el mencionado enfoque Hallmark, donde la tragedia es seria, pero nunca llega a ser demasiado perturbadora. Una gran debilidad de esta producción, ya que en sus avances promocionales se vendía un thriller intenso que no vas a encontrar en el cine. No obstante, Kate Winslet entabla una muy buena dupla con Idris Elba y ambos consiguen que la trama sea llevadera. Los dos protagonistas se cargan la película en sus hombros y gracias a sus interpretaciones consiguen opacar las debilidades argumentales. Luego dependerá del grado de cinismo que tenga cada espectador a la hora de digerir algunas situaciones inverosímiles del argumento que resaltan las falencias del film En lo personal disfruté de Más allá de la montaña y como drama romántico me parece una producción amena que entretiene y se deja ver.